viernes, 30 de diciembre de 2022

Ver para creer. O al menos para dudar o para entender.

 

Sé que a estas alturas de la película y en la sociedad actual, si se te ocurre declararte católico te expones a que te miren con condescendencia, con incredulidad, con lástima o incluso con desprecio, pero parafraseando a Red Butler una vez más, "francamente, querida, me importa un bledo". Tengo mis motivos para no renegar de mi fe y que nadie se piense lo que no es; cualquiera que me conozca sabe que no soy precisamente un beato, ni una hermanita de la caridad. Soy un pecador de manual y aunque no me considero una mala persona el que este libre de pescado, que tire la primera raspa.

A ver...aun no he matado a nadie, ni he cometido pecados que puedan considerarse delitos o estén tipificados en el código penal, pero soy muy humano y aunque intento aportar y ayudar a quien me lo pide y trato de comportarme con la mayor corrección, también la cago ( qué se le va a hacer).

La vida me ha llevado de un lado a otro, me ha cruzado con personas adorables, de esas que en efecto debieron ser hechas a imagen y semejanza de mi dios, pero también con seres demoniacos, con auténticos demonios que ratifican la existencia del maligno. Y el haber conocido a todo tipo de pecadores y pecadoras y a auténticos ángeles me ha enseñado que la humanidad tiene mucho de celestial y de infernal. Como acostumbro a decirle a una persona adorable a la que quiero hasta la extenuación, Dios existe, y se lo pasa genial jugando con nosotros.

He visitado la exposición The Mystery Man en la catedral de Salamanca y sigo impresionado con lo que he visto y ratificado allí. 

Conocía ya la existencia de la Síndone, la sábana santa, la reliquia más importante e impresionante de las que conserva el cristianismo, pero al recorrer las distintas salas de esta exposición en la que pude ver piezas asombrosas de todo tipo y escuchar las explicaciones mediante la voz que narraba la audio guía, casi me da un ataque de ansiedad (bueno...la verdad es que esos me dan con facilidad por lo que tampoco hubiera sido algo reseñable). La ciencia aún no ha podido demostrar muchas cosas que rodean a esta reliquia y  aunque suene acojonante en pleno siglo XXI, esta reliquia es mucho más que una prueba, una evidencia y un desafío a los avances técnicos y científicos.

Pese a ser una exposición ofrecida por el Vaticano, dejan una puerta abierta a la posibilidad de que esta no sea la demostración más evidente de la existencia de un ser supremo. Ni tan siquiera a la demostración de la existencia del personaje histórico de Jesucristo, personaje por otro lado que encontramos en distintos textos recogidos por historiadores de su época y por los registros de distintas instituciones romanas y hebreas.

A mayores de poder plantearte dudas sobre la autenticidad de la sábana santa, lo que no deja lugar a duda alguna es la crueldad de la especie humana y la barbarie con la que se torturó y ajustició a aquel personaje histórico, para mi el hijo de Dios, para el islam un profeta, para los sacerdotes judíos de sus tiempos un taradito, un blasfemo  y un hereje y, para el procurador romano Poncio Pilato, el hombre cuya muerte garantizaría su estabilidad en el puesto. Para muchos agnósticos, ateos, punkis y colegas de noches de parranda, Jesucristo fue sin dudas el primer anarquista de la historia.

Yo en mi particular concepción del cristianismo, hago un remix con todas estas posibilidades y pese a saber que fue un agitador, un revolucionario, un perseguido y un alborotador, para mi Jesucristo fue el hijo de Dios que se hizo hombre y habitó entre nosotros, porque quedan testimonios de que en efecto fue un hombre bueno, porque su palabra sigue removiendo los cimientos de la civilización y porque para aguantar lo que aguantó y soportar lo que soportó, solo podía ser el hijo de Dios. Cualquier otro la hubiera liado parda al manejar como manejaba a la multitud y al contar con una legión de seguidores entre los que había incluso zelotas (los terroristas hebreos de la época) prostitutas, trabajadores del campo y del mar, e incluso funcionarios de hacienda (esos si que han acojonado a lo largo de los siglos). 

La exposición me llevó ante auténticas interrogaciones cuya respuesta solo podía encontrar en la fe y ante conclusiones que hombres más inteligentes y más buenos que yo han ido cosechando a lo largo de más de dos mil años de errores continuos en los que hemos preferido ignorar el mensaje.

Yo no le voy a dar la chapa a nadie con lo que tiene que creer o no, lo que si que voy a hacer es recomendaros que visitéis esta expo, y que leáis cuanto podáis al respecto. Ya sabéis, todo está en los libros y la literatura salva vidas y ayuda a mejorarlas. Es posible que también pueda salvar algún alma. O al menos la mía.

En esta expo encontré también mucha documentación para distintos momentos de la trama de Inocentes esa que creo puede llegar a ser mi mejor novela y que he ambientado en la Judea del siglo primero.

Espero conseguir aportar a  este libro la belleza, la originalidad, la intriga y cuanto sea necesario para hacer de él lo que quisiera conseguir al volcar toda mi creatividad, mi esfuerzo y mi amor en sus páginas.

Dios dirá (hay que ver...que bien traído).

lunes, 26 de diciembre de 2022

Tal vez morir


 

Anoche tuve un sueño.

Aplaudías desde el público congregado en la presentación de mi nueva novela. Soñé que estabas feliz, orgullosa, y que en la sonrisa que me regalabas desde tu localidad, se reflejaba la certeza de que lo nuestro había conseguido trascender en negro sobre blanco.

Soñé que había escrito una novela diferente. Tal vez no la mejor, ni la peor, pero en cualquier caso era una nueva novela y era mía. era tuya, era nuestra.

La novela llevaba por título el nombre de aquel restaurante donde comimos en nuestra primera cita y en cada página, le di forma a nuestra historia de amor. Solo podía ser un libro precioso y dada la cantidad de gente que aplaudía en el evento que organizó mi subconsciente, había tenido muy buena acogida. 

Puede que en el mundo real aún quede algún romántico, por lo que me pegaré una ducha y me sentaré a escribir. 

Dormir, soñar, tal vez morir de amor por ti, da igual lo que me reserve esta noche, pero quiero escribir esa novela con la que soñé. Y volver a soñar contigo. Y dedicártela con todo mi cariño, que es mucho.


viernes, 23 de diciembre de 2022

Premios


 A veces los hados te premian con conocer a la persona adecuada y  te permiten descubrir con ella el significado de esos verbos que no supiste conjugar en el pasado, que te rompieron el alma y que hicieron que renegaras del género humano. Y aprendes a conjugar los verbos más amables y a disfrutar de la humanidad en sus brazos. Y tus heridas cicatrizan con el poder sanador de sus caricias.

Pero la vida no es fácil y el destino caprichoso se entretiene confundiéndote, confundiéndola,  colocando obstáculos y desviando metas. Aunque como aquel que maneja los hilos es un ser bondadoso, siempre habrá una salida de emergencia, una luz al final del túnel y una píldora de felicidad para que respirar no sea una condena y para que abatido y desesperado no reclames una muerte que aún no te corresponde, pero que ansias al convencerte de que vivir sin ella no merece la pena.

En ocasiones tienes el corazón insoportable porque verdaderamente es sumamente difícil soportar un golpe tras otro en ese músculo que agotado, maltrecho y dolorido, pide una tregua para coger aire y así continuar latiendo. En ocasiones tienes miedo a saber quien es, pero el miedo desaparece cuando comprendes que has llegado a donde querías llegar y eres plenamente consciente de que ES ELLA,. Porque al mirarla a los ojos y al perderte en sus labios sabes sin dudas que es la persona que el creador eligió para colmar tu alma, para darle sentido a todo, para hacer de ti  un privilegiado entre las criaturas del universo. Y entonces tus ojos brillan y tienes la mirada azul, la palabra azul la esperanza azul. Y reencuentras las ilusiones perdidas. Y estás dispuesto a pelear como un jabato y a no tirar la toalla.

No es fácil. No ha sido fácil. No va a ser fácil. Pero...¿Quién dijo que lo fuera?

Decides que nunca te rendirás y te prometes que jamás le darás un motivo para que  vuelva a maldecirte en cada una de sus lágrimas, ni para que vierta ni una sola de ellas, a no ser que nazcan de la felicidad y te bendiga en su llanto. Te prometes y le prometes que no soltarás el extremo del hilo rojo que une vuestras almas. Y avanzas. Ríes cuando puedes, lloras cuando lo necesitas y avanzas. Sabes que tus ojos brillan porque ella los hace brillar y que cada palabra que ocupa un verso en el poema que nace de la tinta del alma es una suma de vocales y consonantes tatuadas en su piel.

Y entonces ya no te importa reconocer que si algo es real en este mundo de mentira, es aquello que su amor ha cultivado en el interior de tu pecho.

Y te sientas a escribir. Y escribir ya no duele porque poder hacerlo es ya en si un premio.

 

lunes, 19 de diciembre de 2022

El pozo de los recuerdos


 El pequeño príncipe no conseguía encontrarle el punto al olvido, pues un triste día tuvo que decirle adiós, pero nunca llegó a despedirse de ella, de su princesa. Aquella que creyó que el destino había elegido para que reinara a su lado. La mujer con la que descubrió lo que era el amor, eso sobre lo que había leído tanto a lo largo de sus viajes.

Ella habita un asteroide cercano al suyo, también pequeñito y yermo, pero que recibe muchos más rayos de sol que el B612, por eso ella brilla tanto y reluce entre las sombras, y al principio el príncipe deslumbrado  la confundió con una estrella, y fue precisamente la radiante luz de su rostro lo que conquistó su corazón.

Escuchó una vez que el olvido es construir un recuerdo con los pedazos de un corazón partido y mientras preparaba su nave para abandonar por un tiempo su galaxia escapando de la triste verdad de lo que pudo ser y no fue, un torrente de lágrimas incontenibles y rebeldes recorrieron sus mejillas y cayeron sobre la tierra, a sus pies.

Iba a secarse el rostro con la manga de la casaca cuando escuchó una voz a su espalda

—Déjalas caer, príncipe, no las enjugues ni las seques, permite que broten y que empapen el suelo.

Al girar la cabeza vio a un diminuto ser que montaba un pequeño roedor ciego y de afiladas garras.

—Soy el pocero del alma, mi príncipe y los hados que todo lo rigen me han enviado a cavar en tu asteroide un pozo de los recuerdos.

—¿Un pozo de los recuerdos? ¿Qué es eso? –pregunto intrigado y sorprendido el pequeño niño rubio con gorro de aviador y mirada triste.

—Un pozo de los recuerdos es algo muy especial. Nace allí donde las lágrimas se han vertido por amor. Los hados permiten que ese manantial nunca se pierda y que el caudal que lo alimenta pueda ser creador de vida. El pozo de los recuerdos te permitirá saciar tu sed con su agua, volver a la presencia de ese amor  siempre que desees recuperar los momentos más felices a su lado, y disfrutar de sus caricias, de sus besos y de todas y cada una de las veces que te dijo que te quería solo con cerrar los ojos y beber los recuerdos más hermosos.

—Pero eso es algo muy triste –dijo el príncipe entre sollozos– ella no estará aquí, solo su recuerdo.

—¿Y quien crees que habita su recuerdo, majestad?–le cuestionó el pocero del alma – tu amor por ella la mantendrá viva siempre en el interior de tu pecho y mientras la sigas amando seguirá tan hermosa como el día en el que os dijisteis adiós.  

—Pero esa es la realidad–dijo el príncipe llorando más intensamente y creando un charco a sus pies. La única verdad –insistió el príncipe– es que ella ya no está junto a mi. Ya no me ama.

—Eso es lo que tu crees,  príncipe. Vengo de su asteroide. Acabo de ayudar a cavar el pozo en el que tus ojos azules y melancólicos aportan luz al agua del que bebe sedienta y desconsolada. Nunca dejó de amarte. Simplemente el momento divergió y vuestros caminos debieron seguir rumbos diferentes. Pero ella siempre sostendrá el otro lado del hilo rojo que unirá vuestras almas. Y en sus noches más oscuras se aferrará a él con la esperanza de que en esta vida o en otra, el destino, ese caprichoso lacayo de los hados, vuelva a cruzaros y a permitiros hacer el amor. No sueltes ese hilo, príncipe. No renuncies a su recuerdo y no te rindas al olvido. El olvido es el escarpelo con el que el destino extirpa aquello que fue. Pero el agua de este pozo mana con la fuerza del torrente de lo que podrá ser o no será. Es el agua de lo posible, de lo real y de lo soñado. El agua que riega las ilusiones perdidas. Es el afluente de fantasía que inunda las almas soñadoras y los corazones esperanzados.

—¿Y podré regar a mi rosa con el agua de este pozo? Ella es perfecta, es preciosa, es sabia y es el único ser al que jamás diré adiós. Quiero que nunca le falte de nada. Quiero que sea feliz y que embellezca mi asteroide, mi mundo mi vida y mi ser.

—Hay otras muchas rosas, príncipe, pero no son tu rosa. Todas ellas merecen ser felices porque su especie se creó para que el mundo fuera un poquito más amable y el dolor más soportable. Cada una de las rosas alguna vez han mojado sus raíces en el rio subterráneo de recuerdos por manar.

El príncipe ayudó al diminuto ser a cavar y a darle forma al pozo, a levantar el murete que lo recubre y protege,  y a  instalar el brocal y la polea de la que pende el cubo decorado con besos de rojo carmín junto a los que ha escrito sus iniciales. 

—Un día este agua será dulce y deliciosa y conseguirá apagar mi sed –suspiró el principito mientras deshacía el equipaje. La vida da tantas vueltas que es mejor agarrarse en las curvas. Cada tormenta de meteoritos que ha sacudido mi alma me ha ayudado a comprender que pase lo que pase, yo seré lo que sienta, lo que ame y lo que sueñe. Y en esos sentimientos, ese amor y esos sueños siempre habrá lugar para el recuerdo de mi princesa.


jueves, 15 de diciembre de 2022

Ocaso


Marco se frota los ojos que lagrimean cansados y molestos tras haber pasado varias horas seguidas frente a la pantalla del ordenador y enciende un pitillo buscando relajarse después de haber cerrado el archivo y guardado los cambios en  la novela en la que está trabajando desde hace meses.

Las musas son caprichosas y aunque Marco es un escritor con una sorprendente inventiva, una gran imaginación y mucha facilidad para inspirarse en sus circunstancias personales y en todo lo que le rodea, a veces siente que la trama no avanza como debería y que las figuras que se le presentan en el texto no transmiten aquello que realmente nace de su alma. Siempre escribe lo que le dicta su corazón, y cuando al releer lo escrito no siente la emoción que ha querido imprimir a las palabras traga saliva y borra un párrafo tras otro con la desagradable sensación de que ha perdido el tiempo. El ocaso ha llegado antes de lo esperado, pero como el ocaso, también llegará puntual e imparable el alba, y todo volverá a girar en el ciclo de una vida más gris que colorida. Y Marco odia el gris.

Puede que el error radique en que el amor y los sucedáneos de este  alimentan la mayoría de sus textos y generan las historias que más que querer necesita contar, y eso le vacía por dentro aunque los lectores que llegan hasta sus creaciones piensen que debe de ser un hombre muy afortunado para poder escribir con semejante sensibilidad y naturalidad sobre algo tan sumamente complejo. Pero él sabe que se equivocan. Que lejos de sentirse un tipo afortunado, cada día que pasa recordando el único amor verdadero que tuvo y perdió y, que antes de irse destrozándolo por dentro le inspiró docenas de volúmenes, es un día de suplicio, de sufrimiento y de angustia. La quiso, si, y la quiso tanto, que le dolió quererla y pese a todo se empapó hasta lo indecible de su esencia, de su alma y de su belleza, y todo ese caudal de emociones que nacieron del amor que aquella mujer gestó en su corazón, se pudrió entre lágrimas corrompiendo la ingenuidad de un espíritu soñador que nunca volvió a ser el mismo.

La vida sigue, su obra sigue y sigue la necesidad de traducir en negro sobre blanco los recuerdos de los besos más deliciosos, de las caricias más tiernas y de las noches más felices, necesidad que por suerte sigue haciendo que se levante cada mañana y se siente frente al ordenador a escribir una novela tras otra. 

Hay personas que llegan a morir de amor e incluso personas que confiesan haber matado por amor. Él escribe por amor, y sueña con que un día todo ese amor que almacena en el interior de su pecho y que para su desgracia  no ha dejado de crecer al haber sido abonado con recuerdos ricos en nutrientes, podrá entregarlo a quien quiera hacer de él el terreno en el que cultivar la más hermosa de las historias.

Echa un ojo por la ventana y ve que hace un típico día  invernal en su Valladolid natal, frio y lluvioso, desapacible y oscuro. Pero no tarda en vencer la resistencia a enfrentarse al desagradable clima y antes de terminar el pitillo ya está en la calle. A pocos cientos de metros de su portal se encuentra uno de esos locales de toda la vida tan válidos para el chocolate con churros de las señoras que se reúnen para hablar de sus nietos mientras disfrutan del dulce, como para los melancólicos y solitarios tragos del que bebe para sobrevivir a una realidad insufrible. Entra saludando con familiaridad desde la puerta al camarero,  se acomoda en la barra y pide un café con leche y un chorrito de su whisky escocés preferido. Mientras lo disfruta relajadamente se permite el placer de distraerse ojeando a la clientela y entonces descubre en una mesa cercana a la puerta a una preciosa rubia de aspecto aniñado, pero que ya no cumplirá los 45, que sostiene  un ejemplar abierto de la última novela de Marco. Parece que realmente la está devorando pues la observa leer con avidez y con una sonrisa en la boca. Una boca realmente sugerente, piensa Marco complacido por la visión. 

Marco baraja distintas opciones entre las que termina triunfando abandonar el local con discreción tras pagar su café y el de la bella lectora desconocida.  

Ojala esa punzada que ha sentido en el corazón al dedicarle una última mirada a la atractiva mujer que sostiene un ejemplar de la novela que publicó por despecho y desamor, y que lleva por título el nombre de aquella que conquistó su alma, quiera decir que el día ,menos pensado volverán a encontrarse y se atreverá a presentarse y a dedicarle su ejemplar, y  que en realidad ella es la persona que lleva años necesitando encontrar. La persona adecuada. Pero justo cuando se despide del camarero, un hombre de mediana edad entra con decisión en el establecimiento y cerrando un chorreante paraguas y despojándose de los guantes, se acerca hasta la rubia y la besa fugazmente en los labios a modo de saludo.

Marco sonríe irónicamente y abandona el lugar resignado y decidido a no tratar de condicionar al destino. Lo que tenga que ser será, la que tenga que llegar llegará y si un día consigue ser feliz, luchará por escribir la novela perfecta.

Ya en casa enciende otro pitillo con su mechero de gasolina, se sirve un whisky escocés de malta con hielo y deja sonar a Wagner en el estéreo del salón.

Wagner es un maestro de las emociones fuertes.

lunes, 12 de diciembre de 2022

Un tímido y peculiar Ícaro


 Sé que soy peculiar, y eso lo digo tras analizarme en profundidad, comparándome con el resto de varones caucásicos de mi generación y de mi entorno geográfico y socio cultural, y confirmando que tengo muchas más particularidades que mi querido bigote bicolor, y mi propensión a emitir un felino gruñido al alcanzar el orgasmo.

 No discuto la intensidad que rige mi vida, mi emoción y mi conducta, ni me avergüenzo de ella, aunque muchos me han llamado intenso pensando que al hacerlo me estaban ofendiendo. No ofende quien quiere, sino quien puede y el hecho de sentir como siento y expresarme como me expreso son las armas de las que me dotaron los hados para enfrentar el destino, y no debilidades. Aunque mucho imbécil crea que ser sensible es sinónimo de ser débil

Releyendo por casualidad un texto escrito hace más de 11 años, me he encontrado con que hace mucho tiempo ya que comencé a levantar esclusas para que el caudal de emociones que desborda siempre el cauce de las contenidas en mi pecho no reventara la presa, y hace muchos años ya que utilizaba la escritura como catarsis y como remedio a mis males del alma. Estos párrafos que ahora os comparto formaron parte del texto original que después dulcifiqué y retoqué hasta convertirlo en el que publiqué, pero que hoy no necesita pasar por la prudente censura a la que someto aquello que nace del corazón antes de mostrarlo públicamente, por lo que los leeréis tal cual fueron escritos en un principio y quizás os resulten más interesantes. 

En aquel texto decía algo así de profético, pues todo terminó de la peor de las maneras con las que se puede terminar una relación:

"Trato de ser lo mejor para ti pero todo me sale mal y solo puedo ofrecerte un corazón lleno de tiritas y de gasas. Lucho por hacerte feliz pero me siento como el payaso que no hace reír a nadie y se vuela la cabeza en su rulot. Sé que en ocasiones he sido ingrato, te he fallado y te he desilusionado y me arde el alma pensando que ha habido momentos en los que te has sentido sola. Siempre he sido el sombrero que dibuja la serpiente tras tragarse al elefante, aunque quisiera por un día ser el niño con las respuestas adecuadas, el cabello rizado y un planeta que regar.  No quiero separarme de ti, aunque se fusione el núcleo del planeta y la luna se llene de chalés adosados con parcela de 500m2 y garaje para dos coches. Estaré aquí, contigo, el día que decidas que ya es suficiente, y la noche en la que todo se torne oscuro. Estaré a tu lado mientras te vayas porque aunque quizás yo me marche antes, siempre estaré donde estés tu. Estaré muy calladito, apartándote el pelo de la frente mientras encuentras las palabras adecuadas para decirme adiós sin terminar de romperme el alma, aunque algo me dice que no tendrás el menor reparo en destrozarme la vida."

Siempre he sido un tipo muy romántico y he buscado las palabras más hermosas para tratar de darle sentido a mi vuelo, pero el ardiente sol de la tracción y la mentira, y los abrasadores rayos del celestial horno donde se cocinan las ilusiones perdidas, han fundido la cera de mis alas una vez tras otra y ahora tengo miedo a volar. Pero estoy dispuesto a construirme otras alas y a volver a lanzarme al vacío intentando alcanzar el cielo donde se encuentre ese sentimiento que hace poco  he descubierto por fin en su esplendor y que ansío. Y si me mato en la caída, que se le va a hacer, al menos habré muerto luchando por lo que amo.

En esas texto que hoy he releído también he podido apreciar con cierta satisfacción y con mucho cariño que entonces El principito ya estaba muy presente en mi literatura. Y es que ese libro me acompaña desde que siendo un niño lo leí por primera vez y supe que marcaría el devenir de mi existencia.

Si quiero avanzar de verdad tengo que comenzar a enfrentar los temores y a confiar en mis posibilidades, y a creer en que llegará el día en el que podré ser feliz junto a aquella que sostiene el hilo rojo que une nuestras almas.

No puedo evitar terminar de escribir esta entrada sin recomendaros que leáis El principito si no lo habéis leído ya, y si lo habéis hecho, os invito a que volváis a leerlo aplicando a la lectura vuestro bagaje existencial y vuestro aprendizaje vital. Veréis como ahora os resulta aún más enriquecedor.

sábado, 10 de diciembre de 2022

La reina de corazones


 Llora a escondidas y al hacerlo me parte el alma, pues no debería sufrir, y aunque me gustaría evitarle tanto dolor, no tengo una barita mágica ni la solución a aquello que le aflige.

La reina de corazones piensa bonito, siente bonito y baila bonito, pero la vida ha decidido ponerla a prueba, y hace tiempo que trata de sobrevivir en una baraja donde no se siente feliz. Se echa a temblar cada vez que reparten naipes pues intuye las jugadas y, aunque solo puedo mirarla bonito porque lo que despierta en mi es casi tan bonito como ella, sé que ahora mismo nada intentando no ahogarse en un embravecido océano de dudas. Trato de evitar por todos los medios que se hunda o que la arrastre una corriente traicionera. Intento lanzarle salvavidas de abrazos y de inmenso cariño, pero me asusta que no alcance a aferrarse a ellos y termine sumergiéndose para siempre entre las altas olas de la tristeza y el miedo.

La reina de corazones ya solo respira entre giros y piruetas, coge fuerzas derrochando la poca energía que le queda y saca la cabeza entre la espuma atrapando cada bocanada de consuelo con la esperanza de no asfixiarse. Y las olas son las lágrimas que empapan su corazón e inundan su pecho.

Me gustaría decirle que no está sola, que estoy a su lado y que comprendo su dolor. Me gustaría ofrecerle la respuesta acertada a todas sus preguntas, pero en un pasado no muy lejano fui yo el que se refugió entre sus brazos confesando el dolor de mi corazón y la angustia de mis equivocaciones, y sabe tan bien como yo que no puedo ser el mejor consejero, aunque también sabe que por mucho que me doliera la vida, terminé levantándome con fuerza y escapando del pozo donde me arrojó el destino. Y que nunca me rendí y no permitiré que ella arroje la toalla.

La reina de corazones me ha dicho que me quiere y yo, prudente y comedido, he retenido mi te quiero en los labios evitándolo fluir. Prefiero demostrarlo que decirlo, y me esfuerzo en que no tenga la menor duda de lo sincero de mi sentimiento, casto, puro y respetuoso. Sé por experiencia propia que decir te quiero es algo que debe entregarse solo si el sentimiento es real y el momento es el adecuado. Por eso he aprendido a guardarlo para mi y a intentar pronunciarlo con actos, y no con palabras.

Sorteando las trampas de los hados descubrí no hace demasiado lo que era el amor, y por primera vez en mi vida comencé a decirle a una mujer preciosa y adorable lo mucho que la quería, hasta que un día al decirlo sentí como se me rompía el alma porque sus te quiero de respuesta, generosos y necesarios, resonaban con un eco muy parecido al adiós.  Y no hay mayor dolor para un corazón sensible que ver como se aleja la única persona capaz de desnudarle el alma por completo, y saber que la distancia y el silencio sustituirán a las canciones y a las caricias, y a las noches memorables en las que al amanecer los besos y los abrazos se adueñaron de las horas. Los ojos son de quien los hace brillar y los míos siempre le pertenecerán aunque ahora hayan perdido luz, pero sé que un día volverán a brillar con fuerza. Al fin he conseguido creer  que soy el único amo de mi destino y el único creador de mi universo. 

Es por eso por lo que entiendo tan bien el dolor de la reina de corazones y puedo empatizar con su alma torturada. Es por eso que al abrazarla siento como ambos nos relajamos y somos capaces de concedernos la tregua necesaria para que la vida comience a cicatrizar. Es por eso que la miro como la miro y mis pupilas le hablan en verso y le susurran palabras hilvanadas con el sedal de la empatía verdadera.

La reina corazones teme por el futuro de la princesa, que ha escapado de la corte al no entender ni aceptar que el rey prefiera barajar sin la reina y sin ella. Y la reina sufre al ver sufrir a su hija y al echarla de menos en palacio.  

Por desgracia he visto en más de una ocasión como el dolor de un hijo se amplifica hasta lo insoportable en el corazón de aquella que le dio la vida. Y al dolor propio se suma el del fruto de sus entrañas. Es terriblemente duro luchar contra unas circunstancias caóticas e inmisericordes, pero plantando batalla y utilizando las armas adecuadas, la esperanza brilla con la salida del sol y multiplica su brillo con las estrellas que desde el cielo te iluminan y te guían al caer la noche.

Fuerza, reina. Un día al echar la vista atrás comprenderás que supiste plantarle cara al más terrible adversario y que al no huir ni rendir tus armas, conseguiste vencerlo en buena lid.

Y brindaremos por tu victoria. Y nos abrazaremos orgullosos y felices al fin.





lunes, 5 de diciembre de 2022

De finales felices y otros cuentos


 Crecí convencido de que mi cuento podría tener el más feliz de los finales, y lo cierto es que no he perdido aún la esperanza, pero a medida que pasan los años y la vida me obliga a madurar, las cosas se van cubriendo de una amplia gama de grises, y odio el gris. Ya puestos prefiero el negro, que va con todo, estiliza y me da cierto rollo de malote o de tipo duro...aunque no lo sea.

Voy cumpliendo años y ya me han convencido de que Peter Pan no es más que un jodido inmaduro al que todo le acaba saliendo mal por no haber sabido tomar las decisiones correctas. Al parecer Campanilla conoció a una ninfa que le aportaba cariño, estabilidad y dulzura y decidió entregarle a ella todos sus polvos de hada. Juntas volaron y se largaron de Nunca Jamás. Y ahora disfrutan de una vida sin complicaciones. Wendy se hartó de soportar los continuos escarceos de Peter con sirenas y princesas indias, y antes de perder la dignidad y sufrir una crisis nerviosa terminó mandándolo a la mierda. El pobre Peter ya no cacarea y vive tan amargado que no lo soporta ni su sombra.

Rapuntzel se rapó la cabeza porque estaba hasta los cojones de los tirones de pelo de todos los tipos que querían subir hasta su ventana movidos por la lujuria, y conoció a través de una red social a un cerrajero divorciado y con dos hijos, que se enamoró de ella hasta las cejas y le abrió la puerta de la torre para que se marchara a vivir con él a Móstoles.

El patito feo no pudo soportar más las burlas del resto de los patos del lago y en una ataque de ira sufrió una enajenación mental salvaje que lo llevó a comprarse en el mercado negro un M16 y dos cargadores con munición de combate y una tarde se echó el arma al hombro y derribó desde la orilla a cuantos se le pusieron a tiro, como un quinceañero en una barraca de feria esforzándose en conseguir un osito de peluche para su novia.

Rumpelstilskin no se percató de que la hija del molinero tenía un teléfono con datos y adivinó su nombre a la primera con tan solo buscarlo en Google. Y como había firmado un contrato que dejaba bien claras sus obligaciones, so pena de ser llevado a los tribunales sin posibilidad de recurso y con la seguridad de una condena en costas, le tocó convertir la paja en oro para que el rey no descubriera la trola del molinero. 

Una analítica demostró que Alicia iba hasta arriba de setas alucinógenas y ni sombrereros locos, ni reinas de corazones ni gatos sonrientes ni hostias en vinagre. Todo eso no era más que producto de un divertido y surrealista puestón.

Hansel y Gretel se llevan como el culo y están todo el día  a la gresca por la herencia de sus padres, Jack es adicto al pankreoflat por su desmesurada afición a las habichuelas mágicas que son mágicas, sí, pero dan unos gases tremendos, y la pobre cenicienta estuvo a punto de palmarla al rajarse la artería tibial posterior con uno de los zapatitos de cristal. El hada madrina no acertó con el número de pie y como la pobre huerfanita atormentada no veía la hora de llegar al baile y zumbarse al príncipe, se fue con los zapatos pequeños y la imprudencia casi le cuesta la vida.

Pero no pasa nada, yo no pararé hasta que me bese la princesa más bella y me entregue su mano (y el resto del cuerpo). Y de paso nos convirtamos en un matrimonio feliz o por lo menos en una pareja de hecho con posibilidades de que no nos venza la rutina y después de unos cuantos años sigamos conservando la pasión. Y las ganas.

El gato con botas es un tipo encantador, pero siempre anda con prisas y es muy jodido pillarlo, Juan sin miedo en realidad es un puto cobarde y solo se pone machito con su señora y gracias a Dios ella lo ha denunciado y ha conseguido una orden de alejamiento.

 Dumbo no fue capaz de superar su enorme complejo y se colgó de lo alto de una farola llevado al suicidio por una depresión de elefante.

 El mundo de la fantasía ya no es lo que era y la revolución proletaria consiguió derrocar a la emperatriz infantil. Uno de los  partidos del nuevo gobierno de coalición progresista de la nación de naciones de Fantasía  ha conseguido que aprueben un proyecto de ley en el que se prohíbe el consumo de perdices con fines lúdicos y festivos y se castigue con fuertes sanciones económicas.

Los tres cerditos han montado una empresa de construcciones y reformas y se han especializado en aislantes. El lobo trata por todos los medios de arruinarlos y quedarse con los solares, pero los puercos son persistentes.

Hablando de lobos, uno de ellos consiguió por fin comerse a Pedro porque este no se cansaba de dar falsas alarmas y al final la peña se hartó de él y pasó de su culo. 

Caperucita roja se apiadó del lobo al ver que el animalito era mucho más feliz vestido de abuelita y tras horas de charla con él, lo ayudó a dar el paso, salir del armario y reconocer en la manada que era un lobo trans.

Y mientras yo me obceco en intentar ser feliz y hartarme de perdices junto a aquella que sostiene el otro lado del hilo rojo, pese a que hasta el segundo café no sea persona y el consumo de perdices nos pueda costar una sanción administrativa y la repulsa de los colectivos animalistas.

Molaba mucho ser un niño y un inmaduro, creer en los cuentos, en la magia, en los corazones puros y en los finales felices. Molaba tener ilusión e irse a la cama y dormir sin darle vueltas a los errores cometidos en ese pasado que comienza con había una vez un niño rubito y soñador. Pero el niño ha crecido y se ha dado cuenta de que él será quien escriba el final de su propio cuento, pase lo que pase y le pese a quien le pese, y que rendirse nunca será una opción y jamás arrojará la toalla. Y no va a arrojarla. Porque ella le inspira las historias más hermosas. Y a veces las protagoniza junto a él.

Quizás por eso me gusta tanto lo de ser titiritero, porque soy yo quien manipula a los seres que entretienen al público, y quien les escribe los finales para sus historias. Y hago trampas y siempre son felices. Y las princesas les dicen que los quieren mientras hacen el amor. Y son sinceras. No permitiré que le rompan el corazón a ninguno de mis títeres. Antes quemaré el teatro.

Mi vida no arde. Mi corazón sí, pero debo tener las costillas ignifugas y de ahí no pasan las llamas. Cuando el fuego es muy intenso me siento a escribir y consigo controlar el incendio. 

Lo de escribir es una gozada, aunque a veces los cuentos suenen un poco tristes o desesperados. Como la vida misma.



martes, 29 de noviembre de 2022

De búsquedas y encuentros



Pues no voy a entrar en el manido recurso del personaje en busca de autor, ni en el más manido aún del de autor en busca del personaje ideal para sus textos. Hoy voy a reflexionar un poco sobre algo distinto, algo que me ayuda a entender las cosas. Aunque las entienda como yo quiero entenderlas, que igual no es siempre la mejor de las maneras.
He leído mucho y sigo leyendo cuanto puedo. He conocido infinidad de personajes de todo tipo en textos de todos los géneros y estilos, y he vivido, muerto, sufrido, reído, amado, odiado, dado y quitado vida y resucitado, en la piel de los miles de personajes que he descubierto en las páginas de los libros. También y gracias a ellos he condenado mi alma inmortal y he comido perdices, he sido feliz para siempre, he besado a las más bella princesas y he atravesado con mi daga el corazón de los más odiosos enemigos. Y tras muchos años de leer constantemente sobre el amor y sus hechos, lo encontré cuando menos lo buscaba y enhebró en su afilada aguja el hilo rojo que siempre unirá mi alma a la de quien me abrió los ojos y el corazón a tan impresionante realidad .
Pero de cuantos personajes literarios conocí, hay uno que se instaló en mi desde el primer momento y que de alguna manera me acompaña en mi día a día, en mis creaciones y en mis ratos de búsqueda de explicación para este folletín por entregas que es mi vida, y no es otro que  Laertes, el complejo emocional, torturado, herido y díscolo personaje shakesperiano.
En Laertes encontré un alter ego atemporal que recoge cuanto de humano, divino y demoniaco hay en mi.
Con Laertes descubrí el alto precio que se ha de pagar por los errores, por las consecuencias de los actos movidos por la falta de acierto y  por la impulsividad y la intensidad de los sentimientos que dominan la razón. Creo que Laertes es un ejemplo de persona PAS.
Con él aprendí que es mejor arrepentirte antes de cometer el peor de los errores y que aunque ese arrepentimiento  no llegue a tiempo de evitar la acción que podrá arruinar tu vida o las de otros, siempre se podrá aspirar al perdón del alma noble que intuya la nobleza de un corazón confuso.
Laertes recibió de su padre, Polonio, el mejor de los ejemplos y los mejores consejos, nacidos de la preocupación por la desacertada conducta de su hijo. Laertes sufrió lo indecible al saber muerto a  Polonio y estuvo dispuesto a todo para vengar su muerte y lavar la herida con la sangre de su asesino, aunque al hacerlo ensuciara para siempre el alma que un día sería juzgada por su dios. Y se condenara por ello.
Del mismo modo trató de aconsejar a su hermana Ofelia, al ver que podría caer en las redes de la mentira disfrazada de cortejo, pues él conocía bien esos ardides,  y se desesperó con su marcha tanto que prefirió arrojarse junto a ella en la fosa que acogió sus restos, y acompañarla en la muerte. Pero nunca predicó con el ejemplo y Ofelia le reprochó que le diese lecciones de conducta, pues la suya era más errónea aún,  y le reprochó que pretendiera aconsejarla desde la hipocresía moral.
Al conocer la vida y muerte de Laertes, su forma de afrontar las tretas del destino y lo intenso de su ser, me enamoré por completo del arte de escribir y de crear vidas paralelas. Y extrapolé su realidad a la mía y la mía a la de quien fue un acierto más del bardo inmortal.
Puede que este texto que hoy escribo sea el estudio de un personaje, pero mucho me temo que no es más que el estudio de mi propio personaje, y que el autor que me ha escrito se ría al leer estas líneas, mofándose de mi afán de conocimiento sobre una verdad que se escapa a mi entendimiento. O no. O yo qué sé.


 

martes, 22 de noviembre de 2022

Las lágrimas de un ángel


 Son dulces y saladas a la vez, brotan espontaneas y ruedan por las angelicales mejillas de quien las llora, pero ni empapan ni calan, porque son etéreas y nebulosas, como ella.

A lo largo de la vida nos encontraremos con imágenes realmente duras y con momentos más que tristes y dolorosos, pero quizás ver llorar a un ángel es una de esas cosas que te estrangulan el alma y te llevan a perder la fe en la humanidad, y a desear  que cese el llanto de quien no debería llorar jamás.

Ayer vi llorar a un ángel y se me rompió el corazón. En su infinita ternura trató de contener el llanto para no hacerme partícipe de su dolor, y para evitarme sufrimiento, al saber que empatizaría con su angustia, pero por más que lo intentó al final llegó lo inevitable y afloraron lágrimas a los ojos en los que me miraba intentando transmitir fuerza y amor para calmar su agonía.

Mi ángel no pudo detener el río que manó siguiendo el cauce de un rostro compungido y avergonzado por sufrir ante mí, que  aumentó su caudal con cada caricia con la que quise reconfortarlo y que se desbordó al recibir mi abrazo.

Y me duele saber que incluso esos seres bendecidos por los dioses se rompen ante la injusticia y la crueldad, ante ese negro abanico de maldades con los que algunos seres humanos agitan el aire. Me duele no saber cómo consolar a quien me dio consuelo, ni  cómo poder ayudar a quien me brindo su ayuda. Me duele su dolor. Me duele que la vida le duela.

Por eso escribo este texto hoy. Mi única forma de enjugar su llanto es secando el manantial con un pañuelo de palabras escogidas e hilvanadas con todo mi cariño, que es mucho.

No llores, angelito. No estás sola (porque Dios te hizo mujer y te dio apariencia tan divina como humana y angelical al tiempo). Un día recuperarás la sonrisa y un día al echar la vista atrás, recordarás con cariño como compartimos cada una de esas lágrimas que trataste de ocultar. Y con ellas cuajamos la argamasa con la que unir nuestros espíritus para siempre. 

lunes, 21 de noviembre de 2022

El hilo rojo (Pareja)


 Este relato  ha sido publicado en el Nº 5 de la revista literaria Malospasos y al parecer está gustando bastante entre los lectores de la publicación.

Es muy yo, muy mío, muy simbólico y muy metafórico, tan fantástico como real. Y por eso me duele el corazón cada vez que lo leo, porque está escrito desde una emoción que hasta hace poco no había conseguido identificar ni aprendido a llamar por su nombre. El amor.

Espero que os guste.


El hilo rojo (Pareja)

El destino nos unió hace ya muchas rencarnaciones y se divierte separándonos de formas distintas y a menudo más que originales. Creo que solamente en una de las muchas existencias que ya hemos compartido se nos ha permitido terminar la arena de la clepsidra de una forma natural.

En la mayoría de estas vidas en común hemos sido una pareja tradicional, es decir, compuesta por un hombre y una mujer. Si bien es cierto que en casi todas las ocasiones yo he sido el hombre y ella la mujer, a veces he renacido en un cuerpo voluptuoso de generosas curvas, carnosos labios y larga cabellera negra, rubia o rojiza, atendiendo a las circunstancias y el lugar de mi nacimiento y, ella en el cuerpo de hombres aguerridos, curiosos y resueltos con la imperiosa necesidad de hacer de cada rencarnación una advertencia al capricho de los hados. Pero los hados ignoraron la advertencia y en alguna ocasión nos hicieron mujeres a ambos y nos colocaron sobre el tablero. Al final siempre hemos terminado encontrándonos y volviéndonos a enamorar, cómo no podía ser de otra forma.

Una vez nací gato y ella nació linda gatita. En aquella ocasión nuestras vidas se unieron en lo alto del tejado de la morada de un sacerdote egipcio, y al descubrirnos amándonos sobre su techo, se postró de rodillas agradeciendo a la diosa Bastet que le indicase con ello que protegería su hogar y, siguiendo la tradición, celebró la fiesta de la embriaguez para que Bastet la protectora no se convirtiese en Bastet la desgarradora. La noche de la fiesta colocaron cuencos con vino como ofrenda a la diosa con cabeza de gato y nosotros dimos buena cuenta de la bebida a la luz de la luna. Aquella fue nuestra primera borrachera juntos y sentó precedente para las siguientes rencarnaciones en las que siempre encontramos la noche perfecta para descorchar botellas y entregarnos al delicioso y lujurioso influjo de los vapores del vino.

El destino, juguetón, decidió también regalarnos las más espantosas muertes para probar la fuerza de nuestro amor. Tuve que asistir impotente a su crucifixión en la arena del coliseo, a su decapitación en la Bastilla y al naufragio de su nave camino de las Indias. Ella también sufrió lo indecible como invitada de honor a la quema de mi hoguera, a la derrota de mi ejército el día que el enemigo decidió no hacer prisioneros y a mi fusilamiento junto a un encalado muro, en aquel tiempo aciago en el que los españoles decidieron matarse entre hermanos.

Pero no solo hemos llorado y hemos sufrido juntos. Unas cuantas existencias hemos sido inmensamente felices. Hemos traído a la vida innumerables retoños a los que amamos con todo nuestro corazón y a los que entregamos cuanto de bueno hubo en nosotros. Hemos recibido premios y reconocimientos, hemos disfrutado de segundas oportunidades cuando todo parecía perdido y de las mieles de la vida. Y hemos sido capaces de existir el uno para el otro.

Por eso ahora, que soy tan solo un hombre confuso y remendado, dudo.

¿Qué nos reservan los dioses? No va a ser nada fácil. En esta nueva partida ella ya ha amado y ha concebido con otro y yo ya he sufrido y he llorado por muchas otras. Ambos hemos tenido ocasión de ser felices y desgraciados sin necesidad de unirnos, y hemos podido quemar gran parte de nuestro tiempo hasta que se decida cuando se ha de terminar para jugar la siguiente. Pero nos hemos vuelto a encontrar. Nos hemos reconocido a la primera. Y además los creadores de todo han querido iluminar con sorprendentes neones nuestro encuentro para que no dudásemos.

Ella vuelve a ser preciosa y terriblemente sabia. Yo vuelvo a ser afortunado y poco más.

Afrodita, Bastet, Cupido, Milda, Hathor y Kamadeva se lo han pasado de miedo convenciendo a sus colegas de que debían volver a permitirles poner las reglas en el juego que nos habría de juntar. Y aquí estamos. Esta vez cautos y temerosos de las normas de los hombres. Asustados ante el nuevo reto, pero dispuestos a hacer de esta difícil encrucijada el más cómodo camino para demostrarle al cosmos que el amor no conoce límites ni prohibiciones.

Rendirse no es una opción. Pase lo que pase y le pese a quien le pese, hemos sido, somos y seremos la perfecta pareja.


miércoles, 16 de noviembre de 2022

Haozer


En la novela Inocentes, la atípica novela negra en la que estoy enfrascado escribiendo durante los últimos meses, y en la que Lucio Galvano,  un optio de las legiones de Roma con amplia experiencia en las campañas de Hispania y Britania, es destinado a Judea en el año 0 de nuestra era, vuelvo a construir mundos paralelos y realidades en otro plano. Allí, Lucio se ve envuelto en una serie de desagradables incidentes al detener el asesinato de un bebé a manos de un soldado de Herodes. El protagonista conoce al que será el único y verdadero amor de su vida, una hebrea llamada Jiyuj. Esta le explica que en su cultura las personas como él reciben el nombre de "haozer", cuya traducción es algo así como ayudador o el que ayuda, una persona que de forma natural e inconsciente tiende a hacer cuanto puede por los demás sin esperar nada a cambio. Una especie de ángel de la guarda humano.

He tratado de construir un protagonista ajeno a mí y desprovisto de mis particularidades, errores y continuos fracasos emocionales y existenciales. Le he dado un aspecto físico muy diferente al mío y he intentado aportarle los rasgos de personalidad que menos se asocien con mi persona, pero al igual que al escribirle lo impresionante de los sentimientos que descubre al perderse en los ojos y en la sonrisa de Jiyuj, y al preguntarse y terminar comprendiendo qué es eso que le lleva a sentir que le arde el corazón, tampoco he podido evitar dotarlo de esa personalidad que lo llevará a entregarse a los demás y que muchas veces hará que se ponga en peligro por el deseo de salvar a quien  necesita de su espada, de su ingenio y de su calor.

Anoche una buena amiga me dijo que ayudar a los demás siempre aporta a quien lo hace, y que no todo el mundo está preparado para ayudar. Que hay que ser fuerte para ayudar a otros. Y no me hablaba de fortaleza física, sino de una fuerza emocional que permitirá que los problemas y el dolor  de aquellos a los que se intente ayudar no terminen destrozando al que brinda ayuda.

Me pareció un argumento tan razonable como hermoso y me ayudó a entender alguno de mis fracasos, pues no siempre tengo el vigor necesario para aportar cuanto quisiera a quien veo pasándolo mal. Me duele ver sufrir a la gente que quiero y dentro de esa reflexión, de ese rato de introspección y catarsis diaria al que llamamos oración, acostumbro a pedir a quien sea que maneje los hilos (Dios, Supergato, el destino...da igual) que se me ayude a ayudar como a mí se me ha ayudado. Y a veces se me concede.

Personalmente creo que el mundo sería mucho más amable y más soportable si todos intentáramos empatizar con los problemas de los demás desde lo cotidiano. No soy gilipollas ni me atribuyo unos superpoderes de los que carezco. Aunque me gustaría mucho hacerlo, sé que no seré capaz de acabar con el hambre en el mundo, pero sí puedo donar algo al banco de alimentos de mi ciudad, o igual de la que lleno el carrito en el super, puedo pillar un paquete de arroz o una caja de galletas para entregarlo al salir a los voluntarios que están recogiendo donaciones para la gente necesitada.

Del mismo modo sé que no tengo supervelocidad, no vuelo ni lanzo rayos por los ojos, por lo que no podré detener a esas criaturas del infierno que violan, humillan y matan a tantas mujeres e incluso a tantos pequeños, pero si puedo cuidar de las mujeres que me rodean y que forman parte de mi vida, respetándolas en todo momento, ofreciendo ayuda compañía y protección cuando la necesiten y predicando con el ejemplo.

Por descontado cuidar de mis mayores es parte del trato. El cuerpo humano también está diseñado con una obsolescencia programada (como un ordenador, un teléfono móvil o un frigorífico) y en ese declive tan natural como inevitable y triste, lo menos que se puede hacer es agradecer los cuidados recibidos y la paciencia que ellos te regalaron en su día. Y corresponder con la misma entrega.

La vida es dar y recibir y ya he citado al gran Jorge Drexler en muchas ocasiones y en diversas entradas de este blog, porque la letra de su canción es una de las grandes verdades que he conseguido identificar, interiorizar y hacer mías:  "cada uno da lo que recibe, luego recibe lo que da. Es muy sencillo, no hay otra norma, nada se pierde, todo se transforma".

Soy tan humano como el que más. Meto la pata y me confundo demasiado a menudo y no soy en absoluto perfecto. Para nada. Ni me gusta dar consejos ni me siento capacitado para ello. No soy un ejemplo de nada ni aún he llegado a ser la persona que me gustaría llegar a ser. Pero me esforzaré en hacerlo.

Entiendo que dentro de esa facilidad que tengo para sacarme las cosas de dentro y plasmarlas en negro sobre blanco, no está de más que os cuente que todos tenemos opciones para hacer de este mundo algo mejor, no solo para cargárnoslo. Sabéis que me encantará dejar a los felinos (verdadera especie superior) el mejor de los planetas cuando por fin dominen el mundo, pero también conduzco, consumo, genero residuos, contamino y contribuyo a joder mi entorno y mi ecosistema y a involuntariamente al menos, erradicar especies animales y vegetales. Sorry... no era mi intención.

Venga, va. Podemos intentar ser felices en el mundo real, no solo en el literario. Las rosas crecen hermosas y siguen brotando para embellecer el mundo por muy desagradable que lo estemos haciendo. El principito continua sobrevolando planetas, estrellas y asteroides y conseguirá que aprendamos con su ejemplo y sus aventuras.

No todo está perdido. 


martes, 8 de noviembre de 2022

Túneles eternos


 —Dispárale en la pierna o en el hombro, pero ten mucho cuidado de no fallar, si lo matas tendrás un problema muy serio y además no quiero que este buen hombre pueda dejar viuda a su señora –le indica Damián a su hijo que trata de enfilar el alza de la vieja escopeta de caza del abuelo con la mira y el objetivo, como le enseñó su padre apenas una semana antes.

—¿De verdad es necesario?–pregunta asustado el empleado que arrodillado y con las manos entrelazadas tras la cabeza espera con resignación el disparo del tembloroso muchacho.

—Pues sí, Mateo, y no sabes cuanto lo siento, pero como has pulsado el timbre de la alarma y la policía ya está fuera, te garantizo que una vez te hayamos disparado nos entregaremos y podrán atenderte los sanitarios que esperan fuera en la unidad del 112 que ha acompañado a las fuerzas del orden.

—Sea, pues, no te preocupes, Damián, todo sea por el futuro de tu muchacho –concede valiente y resignado el cajero de la entidad.

—Muchísimas gracias, Mateo. Sabes que si no fuera completamente necesario, no habríamos tenido que llegar a esto, pero tal y como está el patio, que mi Javier sea condenado por atraco a mano armada con uso de violencia y daños físicos es la única opción para garantizarle por lo menos cinco o seis años de alojamiento decente con tres comidas diarias. Además en el talego podrá sacarse una carrera gratuitamente, porque con la mierda  de pensiones que tenemos su madre y yo no podemos pagar los estudios de los tres rapaces y no es justo que sus hermanos mayores hayan podido estudiar y Javi no vaya a poder hacerlo por el puto dinero tras llevar toda la vida deslomándonos en el campo, pero que te voy a contar –suspira Damián–si  tenemos las pensiones  domiciliadas aquí, además de todos los recibos, de la hipoteca, de los créditos del coche, de las putas facturas de la luz y del gas que cada día son más demoniacas y en resumen, ya conoces toda nuestra vida en céntimos y pesetas.

—Siempre fuiste un buen cliente, Damián, y no sabes cuanto me duele que hayas tenido que llegar a esto.

—Sabes que ese cartuchazo que te va a pegar mi hijo me duele más a mi –gime Damián mientras apoya una mano en el hombro del trabajador al que la corbata apenas permite tragar saliva ya– y te juro por Dios que en cuanto te dispare nos entregamos y dejo pasar a los médicos.

—Pues venga. Cuanto antes termine todo esto antes podré ver a mi mujer, que fijo que ya se ha enterado por las noticias. Debe de estar saliendo en todas las cadenas. Un atraco con rehenes en un pueblo de tierra de campos es algo completamente fuera de lo normal.

—Vamos, Javi, dispara y pon mucho cuidado, que este hombre no tiene la culpa de la mierda de vida a la que nos ha llevado esta mierda de sistema tan asfixiante.

El muchacho obedece y dispara un único cartucho del 12 en el muslo del sufrido cajero del banco.

En el momento en el que se escucha la detonación los miembros del grupo de operaciones especiales de la Guardia civil, ajenos a las circunstancias del atraco, rompen los grandes ventanales y entran en la sucursal disparando a los dos atracadores, y alcanzando a Damián en la cabeza y en el pecho, causándole la muerte instantánea. A Javier lo derriban con varios impactos en el abdomen y los sanitarios del 112 consiguen estabilizarlo en la UCI móvil de camino al hospital, tras detener la hemorragia. Mateo recibe atención médica en el suelo de la oficina y allí mismo se limpia y se desinfecta la pierna herida por los perdigones del disparo efectuado con la escopeta de caza.

Tras ser dado de alta, el muchacho es conducido a prisión donde esperará juicio. 

A los cinco años de ser condenado con sentencia en firme, termina la carrera de Derecho con matrícula de honor en la licenciatura a distancia que ha cursado gratuitamente en la institución penitenciaria y que además le ayudará a reducir condena, y se prepara para enfrentarse al caso más importante de su vida, con el que comenzará su trabajo como abogado de causas perdidas.

Javier Martínez contra las terribles injusticias del sistema capitalista feroz que se adueñó del país que vio nacer y morir a su padre y  lo llevó a enfrentarse con desesperación al mundo que aguardaba a sus hijos.

 A veces la vida te obliga a entrar en túneles oscuros en los que es casi imposible ver una luz, pero siempre hay luz al final del túnel, por largos y peligrosos que sean.


 

viernes, 4 de noviembre de 2022

Dentro de mi


 He pasado unos días difíciles, o bueno, mejor dicho estoy pasando por ellos aún ya que aún no he salido del hoyo, pero me agarro fuerte a ese chaleco salvavidas que me ha arrojado desde cubierta el destino, al ver que una vez más corría el peligro de ahogarme en mi particular forma de entender y de enfrentar las circunstancias que rodean mi existencia.

Durante estos días de estrés emocional y de combate duro contra la adversidad que me exige realizar  un arduo y continuo  ejercicio de paciencia(algo de lo que siempre he carecido)para afrontar distintos asuntos para mi vitales, he sentido un particular dolor al haber visto como desaparecían las ganas de sentarme ante el teclado y de volcar en la pantalla del ordenador  distintas emociones y distintos sentimientos que una vez transformados en material para relatos o para alguna de las novelas en las que estoy trabajando ahora, ocupan la posición elegida y cobran la forma adecuada, aportando por un lado continuidad en mi trayectoria literaria y por otro esa necesaria catarsis de la que siempre digo que es para mí más que necesaria.

Es por eso que este blog es un buen indicador de mi creatividad y de mi estado de ánimo y es el perfecto campo de pruebas para experimentar con temáticas y personajes, con recursos y giros, con metáforas y analogías. 

Hace un par de días retomé la saga de relatos breves en los que Laertes, el asesino a sueldo de bigote bicolor y particulares valores morales, realiza los trabajos con los que se gana el pan, el tabaco y el whisky de malta. Y de paso le permití compartir un rato de pasión con Adán, la agente secreta aficionada a las armas blancas con la que ya le he escrito más de un encuentro.

Alguien me dijo que sí, que estaba bien escrito y que no dejaba de ser un texto para adultos, ya no solo por la temática propia del cine negro sino también por los párrafos más propios de novelas del estilo de las dichosas 50 sombras de Gray. 

Me dijo también que ella (es una lectora, como la mayor parte de quienes visitan este blog) prefiere leer textos que le aporten algo positivo. Que le gustan mucho algunas de mis entradas en las que comparto mis experiencias, mis batallas, mis éxitos en la superación personal y mi continuo afán por mejorar y orientar a quien se halle igual de perdido que yo.

Sé que no soy un escritor al uso. De hecho sé que más que original soy un poco confuso, porque salto con facilidad de unas temáticas a otras, de un género a otro, de la prosa a la poesía, de los momentos de pasión a los de dolor más intenso y de los fuegos artificiales de la esperanza y la ilusión, a los negros túneles de la desesperación y de la angustia.

Al igual que en mis lecturas diarias, a la hora de escribir también soy muy ecléctico y gusto de escribir de todo.

Pero lo que creo que nunca he querido ser es un escritor de textos de autoayuda para terceras personas. Jamás pretendo otra cosa que  describir mi realidad y mis emociones, mis sentimientos y mis pasiones, mis objetivos y mis batallas. Puede que sí, que esta sea una forma de autoayuda porque al escribir consigo ayudarme, y si de paso ayudo a algún lector que está atravesando una situación parecida, pues mejor, porque me encantaría servir de algo más que de distracción. Ojalá haya quien encuentre en alguna de las entradas de este blog un rayito de sol, un poquito de empatía, algo de apoyo. Ojalá alguien termine la lectura de alguno de mis textos sintiendo que se le ha cerrado una herida y que comienza a cicatrizar el alma, o simplemente sonriendo al pensar que al otro lado de la pantalla hay alguien que llora por la misma pena, que ríe con la misma gracia y que besa con las mismas ganas.

A la gente a la que quiero, a la que me importa de verdad, muchas veces les escribo en las conversaciones de wasap, o les digo de viva voz, "gracias por ser y estar, bendito verbo To be".

Hoy encabezo esta entrada con un delicioso tema de Ryden, artista que he utilizado bastante en el pasado y que escuchaba prácticamente a diario, pero que hace tiempo que me duele un poco escuchar porque asocio alguna de sus canciones a una persona increíble que transformó mi vida y me descubrió lo que significaba  amar y hacer el amor, ya que hasta que no lo hice con ella, solo había realizado una placentera gimnasia pasional. 

Estoy trabajando duro mis carencias, mis angustias, mis miedos y mis necesidades y he descubierto con la necesaria ayuda que me ha brindado la profesional de la psique a la que visito regularmente de un tiempo a esta parte, que YO también valgo, que YO también merezco ser feliz y que YO necesito quererme, necesito escucharme y concederme una nueva oportunidad. Que en efecto soy una persona de alta sensibilidad y que en efecto tengo que aprender a gestionar con acierto mis emociones y que el día que consiga quererme a mí mismo sin reservas, podré entregar mi corazón a la mujer que lo merezca.

Dentro de mi hay enterrado un cofre del tesoro y estoy juntando las piezas del plano que me llevará hasta él. Dentro de mí se encuentra la solución a todos mis problemas, las píldoras de felicidad necesarias para despertar cada día con una sonrisa y para avanzar por el camino correcto.

Creo que siempre que ha llovido ha escampado y que lo que no te mata te hace más fuerte, Y de verdad, paso de morirme otra vez, ni siquiera de amor. Lo de morirse es un coñazo y algo siempre muy inoportuno. Quizás dé con las coordenadas del plano que aún no he conseguido localizar y pueda encontrar ese cofre, abrirlo y disfrutar del mayor de los tesoros. Y ser feliz.

Pero eso ya es mi responsabilidad, y no la de nadie más (precisamente esa es una de las premisas con las que va a construir su presente y su futuro este nuevo yo que ahora despierta, porque el pasado francamente ya me importa lo justo).

miércoles, 2 de noviembre de 2022

Porque no somos para un día


 Laertes desarma de un único golpe en el plexo solar al sicario que encañona con un subfusil ametrallador a Adán, la agente del CSID con la que ha coincidido en diversas ocasiones por motivos profesionales, y en tan solo una muy placentera ocasión por motivos carnales y emocionales. Adán aprovecha el momento y con sorprendente velocidad recupera del suelo el cuchillo que tuvo que arrojar al recibir la orden de desarmarse, y de un único y preciso tajo secciona la yugular del sicario con la precisión cirujana adquirida tras muchos años de oficio. El rubio asesino de bigote bicolor guiña uno de sus azules ojos a la esbelta agente especial, mientras con habilidad y podría decirse que especial cuidado, sostiene el cuerpo del finado antes de que se desplome sobre una de las mesas llenas de relucientes copas colocadas con orden simétrico en función del número de comensales y de las botellas de champagne francés de una conocida y exclusiva bodega que patrocina el evento empresarial del año en la pequeña ciudad de provincias. 
—Gracias por estar –dice Adán sabedora de que de no ser por Laertes, las cosas hubieran dado un giro muy diferente.
—Siempre es un placer poder serte de utilidad, princesa. –contesta Laertes galante y sincero–Pero ahora a lo nuestro, el tiempo se nos echa encima.
Aunque tanto los políticos asistentes al acto, como los chicos de la prensa, los representantes de las fuerzas vivas de la ciudad y de los distintos sectores económicos que han hecho de la capital de provincias la envidia de muchas ciudades españolas, conocen sin lugar a dudas los turbios negocios que rozan la legalidad unas veces y que la traspasan la mayoría de ellas, que han conseguido hacer de Julio San Segundo el empresario del año. San Segundo está recibiendo en ese momento el galardón de manos del alcalde socialista que gracias a los votos de distintas fuerzas políticas consiguió arrebatar la alcaldía al candidato más votado, y de manos del representante de la cámara de comercio el cheque por valor de 10.000€, cantidad que se podrá depositar íntegramente en la organización sin ánimo de lucro que el premiado escoja. Casualmente San Segundo ha elegido la fundación creada y dirigida por uno de sus hombres de confianza. Los chiquillos desarrapados de la periferia que deberían ser los receptores finales del premio, nunca llegarán a disfrutar de él, pero los sicarios del capo vallisoletano contarán con nuevos juguetes adquiridos una semana atrás en la subasta realizada por un corrupto general del desaparecido ejército unificado de la URS.

Adán ha sido elegida para eliminar al recién premiado hombre de negocios y Laertes ha recibido el ingreso de una sustanciosa suma en su cuenta corriente mediante la que se pretende asegurarse de que Julio San Segundo no llegue a acostarse esta noche con la barriobajera celebridad de las revistas del corazón con la que mantiene un nada económico  afer desde hace más de un mes.

A Adán la paga el estado, a Laertes los tiburones que infestan los mercados y se pelean por la carnaza embadurnada con la sangre derramada por los señores del IBEX 35. En cualquier caso Laertes desnuda a Adán con la mirada y ella, juguetona y preciosa, le permite despojarle visualmente de cada prenda poco a poco, muy despacio. El rubio y mortífero asesino a sueldo rememora la noche de placer que disfrutó en el piso franco de la agente del CESID y no puede olvidar el agradable tacto de sus pezones erectos ni el delicioso sabor de su humedad más privada. Adán sonríe al percatarse de que el despiadado asesino está sufriendo una erección mientras no puede apartar de ella la mirada, y a punto está de abalanzarse sobre él y sacarlo de allí buscando el lugar más cercano donde entregarse a cuantos minutos de  placer pueda regalarle el fornido y despiadado hombre enviado para asegurarse de que San Segundo no verá nunca más la luz del día.

Ocultan el cadáver del sicario del homenajeado en un cercano cuarto para guardar menaje, en el que Adán habría cabalgado con placer a Laertes y que de momento servirá únicamente para un propósito menos delicioso. Laertes adivina la lujuria en su mirada y le devuelve la misma cantidad de deseo con una mirada similar y la cínica sonrisa de medio lado que lo caracteriza. Pero ahora lo primero es lo primero y hay que trabajar. Ambos profesionales deciden que le concederán a San Segundo el placer de disfrutar de aquel líquido carbonatado de a cojón de mico la botella, y esperarán a eliminarlo cuando baje al parking del hotel en cuyos salones se celebra el evento. Y así lo hacen, quitando de en medio de paso a tres guardaespaldas y al chofer. 

Un par de horas después, cuando Adán alcanza su tercer orgasmo no puede evitar recordar a Laertes disparando en pleno corazón con puntería olímpica a San Segundo, y eso la pone aún más cachonda. Excitada hasta más no poder se lanza sobre el miembro de Laertes para besarlo y lamerlo hasta devolverle el esplendor y la dureza que consiga llevarla hasta el cuarto orgasmo. Y una vez más Laertes cumple con las expectativas y realiza el mejor de los trabajos. Los dos profesionales de la muerte follan como si realmente fueran a morir mañana y no quisieran dejarse nada en el tintero ni privarse del menor de los placeres.

Esto es lo que se conoce como vivir al límite.

jueves, 27 de octubre de 2022

Apático


 Al sentarme frente al teclado me descubro totalmente apático y falto de ganas. Y eso no me ha sucedido nunca, ni siquiera en los momentos más difíciles o más duros, en los más tristes y en los más amargos. Siempre he dicho que para mí escribir es una necesaria catarsis emocional y suelo ser un escritor ágil, rápido, muy creativo y  en ocasiones bastante ingenioso. Como escritor soy capaz de construir metáforas y analogías lo bastante poderosas como para trasladar sentimientos, emociones y experiencias de forma que el lector pueda ocupar un espacio de mi piel, de mi alma, de mi cerebro y de mi corazón. Pero hace unos días ya  que no le encuentro a la escritura el placer que le he encontrado siempre.

 Necesito retirarme a mis cuarteles de invierno, necesito esconderme un poco del mundo, de mí mismo, de  los amores imposibles y de las realidades dolorosas, de los sueños por cumplir y de los cadáveres por enterrar en la enorme fosa común que esconde el jardín de mi pasado

Solo pienso en los fracasos, en las pérdidas, en el recuerdo  de unos labios, que se borra poco a poco y se difumina angustiándome con su marcha, en una sonrisa que se apagó de repente, en unos ojos que me iluminaban y también sonreían, pero que ya no se abren para mí. En un cuerpo que al permitírseme acariciarlo me hizo sentir el tipo más feliz del universo conocido, y del que queda por conocer. Un privilegiado, una persona con ángel, alguien tocado por los hados.  Y ya no debo serlo. Bueno...ya no sé lo que soy.

Ahora solo me tengo a mi y es a mí a quien más necesito, así que aprenderé a escribirme aquello que quiero entregarme, aquello a lo que estoy dispuesto a llegar para hacerme feliz y aquello que siempre me negué pero que ahora voy a regalarme. Me tengo, me recibo, me escucho y me hablo. Al propiciar ese dialogo interior aprendo a perdonarme y a decirme que me quiero. 

Llevaba demasiado tiempo esperándome sin saberlo, pero ya he llegado. Estoy aquí y llamo a mi puerta. Voy a abrirme y a dejarme pasar. Me recibiré como merezco y seré conmigo el mejor anfitrión. 

Puede que recupere las ganas de escribir, puede que estos párrafos que ahora termino sean una buena señal.

Puede que la vida siga, pese a todo.

miércoles, 19 de octubre de 2022

Batir de alas


 Hoy tu recuerdo es un pájaro que bate sus alas detrás de mí, y aunque detengo el paso deseando que me alcance nunca llega a hacerlo, como en la más triste y terrorífica de las pesadillas.

Me duele vivir sin escuchar  tus trinos al amanecer y sin besar y acariciar tu plumaje, tan hermoso. Me duele vivir con la certeza de que lo nuestro era la crónica de una muerte anunciada, de que aguantaste mi mano aun cuando el pulso ya no era constante y que la soltaste justo cuando comenzaba a latir de nuevo el corazón que se creyó difunto, pero que resucitó en tus ojos, y arrojaste a la basura mi carrete velado. Nunca es tarde para la amnesia y daría el resto de mis vidas por olvidarte. Pero estoy condenado al recuerdo y a caer en un océano de lágrimas cuando resbalo al pisar un día más sin ti. Fuiste mi venus y puse el mundo en tus brazos. Mi mundo, el único mundo que me importa, el único mundo que bauticé con tu nombre,  pero tu silueta es un pájaro que me silba y me enreda atrapándome con el lazo de la tristeza y del amor no correspondido. 

Llévame contigo al cuento que no explotó, al muro que crece en mi mano, al santuario donde siempre rezaré a tus labios esperando que un día silben la llamada definitiva con el trino de la esperanza. Por favor, salva de la ruina nuestra historia, permite que vuele alto, ábrele las puertas de esta jaula en la que se ha convertido mi pecho.

Hubo un tiempo en que escuchar una canción a tu lado era parte de esa comunión que recibía de tu boca y que me daba la vida, pero hoy te siento en cada letra, en cada melodía, en cada ritmo, y huyo. Escapo de la música porque ya no me ayuda a sonreír  ni me calma. Me aturde y me abre las venas desangrándome con cada nota que no podré tararear junto a ti, ni bailar siguiendo el compás de tus caderas.

Necesito ese consejo de los sabios que conseguirán que todo vuelva a tener sentido. Necesito descubrir el resquicio por el que entren la luz y el oxígeno que me permitan ver que hay amor entre las sombras y respirar una  nueva bocanada de ilusión. Necesito reventar las paredes con el martillo de mis letras, de mis textos, de mis versos, y que la palabra se haga día radiante

Me necesito como nunca he necesitado a nadie.

viernes, 14 de octubre de 2022

Soltar carrete


 Los miembros de la dotación de la Policía Nacional que atendieron la llamada a primera hora de la mañana, han tenido que solicitar refuerzos para controlar a los vecinos de la zona, y ya son media docena de agentes los que se esfuerzan en contener a los curiosos  alimentados por el morbo feroz que se nutre del afán de realizar con sus teléfonos móviles fotos y videos para  inundar redes sociales y conseguir likes. Los odiosos "me gusta" son las nuevas monedas con las que comprar ego. Más de medio centenar de ciudadanos tratan por todos los medios de saltarse el cordón policial y conseguir los post perfectos para sus perfiles en la red.

El juez de guardia y el secretario judicial están siendo informados por los agentes de la científica que han hecho un primer balance de la situación tras estudiar el cadáver, y más allá de la pintoresca imagen que ofrece el difunto, parece obvio que se trata de un suicidio.

El escenario no es en absoluto casual, todo está muy bien preparado y al parecer la nueva víctima de la desesperación alimentada por el colapso de unas emociones mal gestionadas, debía de ser una persona muy aficionada al teatro, al drama o a las tragicomedias, por lo particular de la escenografía que acompaña a su muerte.

El cuerpo rígido de un varón caucásico de edad comprendida entre los cuarenta y los cincuenta años, ataviado con levita, chaleco y pajarita, pende con la chistera aun cubriendo sus claros cabellos de una soga atada al extremo de la chimenea de la locomotora del tren burra que decora el apeadero de la línea en desuso que atravesaba el centro de la ciudad, y que desde hace ya casi un siglo, recuperado y mantenido por la concejalía de Turismo del ayuntamiento de la urbe castellana, sirve de decoración y de recordatorio de un tiempo en el que el ferrocarril era la mejor forma de unir la ciudad con el resto de municipios de la provincia.

Según el primer análisis el curioso suicida eligió para la puesta en escena de su último acto, una hora comprendida entre las once y media de la noche y la una de la mañana, pero el inspector Pinacho, uno de los mejores investigadores del grupo de homicidios que nada tiene que ver en este tipo de asuntos, y al que sus compañeros han pedido que se acerque a echar un ojo, se jugaría el salario del mes a que apretó el nudo en torno a su cuello y se dejó caer exactamente a las doce en punto. La hora perfecta para su fatal declaración de intenciones. 

Las mayúsculas en caligrafía victoriana, escritas con spray de grafiti sobre la puerta de acero y madera de roble de la decorativa y turística locomotora, permiten leer una escueta y reveladora frase para la que las fuerzas del orden  aún no han encontrado el sentido correcto, pero que el inspector Pinacho ha comprendido en la primera lectura: "AL FINAL... SI QUE ERA UNA OPCIÓN".

De entre sus frías y rígidas manos muertas, los miembros de la científica desplazados al parque del centro de la ciudad donde se halló el cadáver, extrajeron dos objetos tipificados como pruebas A y B. En la mano derecha sus dedos aferraban un carrete de hilo rojo y en la izquierda, una cuartilla en la que con letra menuda, y correcta caligrafía escrita a mano y seguramente con la pluma que guardaba en el bolsillo interior de la levita, podía leerse: "Sé que eres tú. Volveremos a encontrarnos, mi amor. Te querré el resto de mis vidas."

Pinacho sonríe con cierta tristeza nacida de la más absoluta empatía,  y sus ojos azules y melancólicos se detienen en la expresión del finado al reconstruir en su mente los hechos, y los últimos minutos de vida de aquel anacrónico suicida. Dicen que el rostro  es el espejo del alma, y el gesto en el que se detuvo para siempre el tiempo de aquel hombre, transmite de forma indescriptible paz. Y amor.

Camino de su despacho en la comisaria, respirando el frio aire que empuja y disipa la niebla que se enseñoreaba de los márgenes del rio de la ciudad castellana donde presta servicio, Pinacho no puede evitar pensar en el dolor que debía de haber sufrido el hombre que decidió que luchar ya no merecía la pena, que rendirse sí que era una opción, que el amor era algo que le estaba vetado y que el mañana no tenía sentido sin ella. Él también es un hombre muy romántico y sabe que mataría o moriría por la mujer que ama, y quizás un día tenga que hacerlo. Pero aún no. Rendirse aún no es una opción.

Antes de entrar en la comisaria, la pantalla del teléfono móvil que extrae con rapidez del bolsillo de los desgastados pantalones vaqueros, le indica que tiene una llamada de su compañera, la subinspectora Clara Nogueira. Puede que el rubio difunto del parque del centro de la ciudad no sea el único muerto que vaya a visitar hoy. En cualquier caso ningún juez dictaminará nunca que el hombre al que ya han descolgado de la soga y trasladado al depósito anatómico forense, falleció víctima de un homicidio. Y Pinacho tendrá que guardarse para él su verdadera opinión, pues cree firmemente que cualquier persona que decidide poner fin a sus días a causa de un amor no correspondido, ha sido asesinado por el sentimiento más hermoso y a la vez más despiadado que existe, pero al que nunca podrán llevar ante un tribunal.


viernes, 7 de octubre de 2022

Pegar los cachitos


Al final un día te das cuenta de que todo es mucho más sencillo de lo que parece. Y de que siempre has sido tan ingenuo como estúpido, consintiendo que terceras personas decidieran si eras digno de alcanzar tus sueños o si por el contrario tu misión en la vida consistía en ayudar a alcanzar los suyos a quienes fagocitaban tus energías y solamente esperaban todo de ti sin darte nada a cambio, vaciándote de ilusión y de esperanza.
El día en el que se te cae el velo y ves con nitidez, comprendes que a la felicidad  no se llega pretendiendo que los demás sean felices, sino haciendo lo imposible por serlo tu mismo. Que no sabrás encontrar el amor en el corazón de otra persona si no has sido capaz de buscarlo en el tuyo y que por mucho que te gustase hacerlo, no llegarás jamás a querer de verdad a nadie si eres incapaz de quererte a ti mismo. Suena duro, pero la única forma de pegar los cachitos que sobrevivieron a las continuas implosiones de un  alma dinamitada por la traición las mentiras y la ambición ajenas, es aprender a valorarte, a escucharte, a intentar comprenderte y a quererte. 
El camino que has de seguir aparece cuando menos lo esperas lleno de neones y de flechas indicando la desviación y tienes  que tener la decisión, el valor y la audacia de coger la salida adecuada para llegar a ese destino en el que tu pasión, aquello que realmente amas, tus habilidades y tus capacidades, lo que puedes aportar al mundo y aquello que te permitirá vivir dignamente, confluyen. Los japoneses tienen una palabra para esa confluencia de caminos, Ikigai. Y yo estoy comenzando a reconocer mi Ikigai. Y por primera vez en muchos, muchos años siento que he de pelear por ello, porque al hacerlo estaré peleando por mi y si soy capaz de plantar batalla sin rendirme y encajando los golpes necesarios sin derrumbarme, el premio será un futuro mejor.
Se acabó vivir apegado al pasado, lamerme continuamente las heridas y no permitir que cicatricen de una vez por todas. Se terminó lo de aventurar sucesos y predecir un futuro que aún está en el aire  y que no se sabe si va a llegar o de que forma.
Toca vestirse con una coraza de prudencia y responsabilidad, y blandir la espada del porvenir. Toca colocarse un casco que te proteja de los golpes del destino y ceñirse la cota de mallas que libre a mi corazón de recibir más saetas envenenadas atravesándolo de parte a parte.
Toca hacer examen de conciencia y acto de contrición y aplicarse eso que acostumbro a escribir sobre que ni reclamo amor ni mendigo cariño. Y es que me estoy conociendo de verdad y sinceramente no me caigo tan mal ni creo que deba renunciar a mis valores ni a mis principios. Puedo tratar de mejorar en muchas cosas, por supuesto, pero de momento esto es lo que soy y esto es lo que hay, y si gusta bien, y sino también. No voy a confundirme de nuevo tratando de ser aquello que no soy, ni de ocultar mi forma de sentir, de pensar y de vivir. Soy intenso, si, ¿Pasa algo? Si mi intensidad  angustia mejor aléjate y si mi intensidad  cansa no pierdas el tiempo. No me siento en absoluto culpable por ser una persona sensible. Ni me avergüenzo por ello.
Hay un antes y un después de esta luz que me ha iluminado en el oscuro túnel donde me adentré buscando un atajo y una huida confundido y asustado. Y esa luz nace de mi interior y durante años no permití que brillase porque  concedí a terceras personas la capacidad de oscurecerme. Pero ya no. Ahora todo dependerá de mi y solo de mi. 
Adelante. Ahora sí que avanzo. Ya era hora.

 

lunes, 26 de septiembre de 2022

El camino correcto





Es curioso, pero la vida es un trayecto a recorrer y el viaje únicamente cobra sentido cuando aciertas con el sendero correcto y descubres que hay un camino que debes seguir si quieres realizarte como persona, y entregar lo mejor de ti para que tu existencia esté justificada.

El problema comienza cuando no sabes interpretar las señales ni los mapas, cuando te pierdes recorriendo tramos que te desvían de tu meta, y cuando te obcecas en prescindir de faros y brújulas, y eres tan arrogante que piensas que eres capaz de alcanzar el verdadero destino tu solito. 

No existen los atajos para llegar a ser la persona que quieres llegar a ser, ni estacionamientos donde abandonar todo lo  que te sobra y entorpece la marcha.  Tampoco hay pistas de frenado habilitadas para que consigas reducir la velocidad cuando no sabes frenar de forma natural y te ves tan acelerado, que te la terminarás pegando si no escuchas los consejos de aquellos que te quieren y se preocupan por ti. Y podéis creerme, esas cosas pasan y a raíz de cierta catastrófica desdicha sufrida hace unos años, acostumbro a decirle a la gente que me importa, "frena, que si no frenas tú, te frenará la vida de la forma que sea, con un infarto, un accidente, una crisis mental...".

La vida me frenó, y la experiencia fue tan devastadora que mi camino parecía haber terminado y durante mucho tiempo supe que estaba realmente perdido, y asustado. Pero he encontrado el verdadero camino a seguir y en esta senda puedo guiar a otros y ayudarlos a alcanzar sus destinos.

El año pasado comencé a interactuar con estudiantes y a explicarles como la literatura es mucho más que ocio, entretenimiento y diversión, más que una interminable fuente de conocimientos y mucho más que un arte. Es además una formidable terapia para prevenir el deterioro cognitivo y para superar el daño cerebral adquirido, y desde la literatura pude explicarles como leer y escribir son las disciplinas perfectas de ese entrenamiento diario que necesita nuestro cerebro, el verdadero músculo que merece la pena mantener en la mejor forma posible.

El feddback recibido de mi interacción con los estudiantes fue tan increíble que he reconocido en esta relación el canino asfaltado  bien pavimentado y sin baches por el que debo conducir mis pasos para alcanzar aquello que me hará feliz. Y voy a seguir las señales. El destino, que es el cartógrafo burlón pero exquisito que diseña mapas e indicadores, no deja de colocar luminosos letreros y desconcertantes neones para que a lo largo de la ruta pueda identificar otras muchas cosas igual de importantes en mi trayectoria vital, y también estoy aprendiendo a orientarme siguiendo estos oportunos avisos. Y a detenerme cuando debo hacerlo y disfrutar de esos merecidos descansos para el alma en los que puedo avituallar mi corazón con el necesario combustible de la emoción.  Repostar en los labios adecuados y sentir que otras luces  iluminan mi camino alumbrando las zonas más oscuras. es algo realmente hermoso y de agradecer, y aunque soy yo el que deberá enfrentarse a los obstáculos y superarlos por mis medios y con mi pericia y mi valor, siempre es un lujo haber encontrado quien te acompañe en el viaje y comparta la fatiga del camino. 

Un nuevo yo despierta y AVANZO. 

He encontrado el camino y no pienso abandonarlo. Sueño con que ella ocupará el puesto de copiloto y algún día viajará junto a mí. Pero de momento no voy a detenerme a esperar a nadie ni voy a mirar atrás. Si quiere hacerlo, sé que aquella que sostenga el otro extremo del hilo rojo que unirá nuestras almas podrá alcanzarme y subirá en marcha, sé que estará más que preparada para ello. Pero ahora yo me necesito más que a nadie y además hay muchos chavales a los que servir de guía o de coche escoba en caso de que se fatiguen o se pierdan.

Nos veremos junto al cartel que indica la entrada a la felicidad. Por fin me veo más que listo para este viaje.