martes, 23 de abril de 2024

En los libros



Me harto de recomendar la lectura como el tratamiento ideal para muchos de los males que afligen al ser humano, y de proclamar a los cuatro vientos que la literatura salva vidas. Y es que esta es una de las grandes verdades que me ha enseñado la vida, que tiende a ratificar eso de que la letra con sangre entra.

Leyendo a diario no solo entrenamos nuestro cerebro y lo preparamos para afrontar las más peligrosas circunstancias y retrasar nuestra inevitable obsolescencia programada, sino que también enriquecemos nuestra cultura con tantos conocimientos y tantos datos que asusta, pues todo está en los libros. Si a esto le sumamos el que es el mejor y más económico de los planes de ocio, que la lectura nos permite viajar por todo el universo sin movernos del sillón, que nos permite besar a princesas, descubrir impostores, apalear villanos, luchar en mil batallas y conquistar infinitas metas sin sudar, sin fatigarnos y sin derramar una sola gota de sangre, pues apaga y vámonos. Leer debería ser una rutina diaria y no una distracción ocasional.

Y para colmo llega un día en el que descubres que necesitas escribir tus propias historias y perpetrar tus propios libros para ser feliz, para soportar la existencia que te han adjudicado los dioses, para evitar que cuando menos lo esperes, tu corazón se termine de resquebrajar. Para demostrarte que tienes algo que ofrecer al mundo y para rendir homenaje a aquellos que en el pasado también sintieron que tenían que compartir con la humanidad las historias que llevaban dentro, y nos regalaron Hamlet, El Principito o El amor en los tiempos del cólera, por poner algún ejemplo de esos libros que todos deberíamos leer al menos una vez en la vida.

Llega el momento en el que te sientas a escribir y te entregas por completo a esa impresionante catarsis emocional que es la escritura, y comprendes que al escribir, purgas tu alma, vomitas las penas, expulsas demonios, planificas los más felices finales para la vida que te hubiera gustado vivir, o cometes el más atroz de los crímenes que en la vida real jamás cometerías.

Eres el dios de tu propio universo literario y más allá de publicaciones, premios, ventas, firmas y charlas, te sientes bien porque al ser el único dueño del destino de tus personajes, te permites el lujo de escribirles el beso perfecto, la sonrisa ideal, el abrazo más cálido, el puñetazo más oportuno o el más certero disparo entre los ojos.

Un escritor no se mide en el número de ejemplares que la editorial consiga vender, sino en esa necesidad vital que lo lleva a desnudarse en negro sobre blanco, a entregarse por completo a la persona amada a través de las palabras adecuadas y a evitar esa liberadora muerte que todos los escritores hemos deseado en algún momento, al ser conscientes de que nuestra vida real atesora excesivo dolor, excesiva miseria, excesiva frustración y un montón de baúles abarrotados de ilusiones perdidas.

En mis libros soy valiente, soy decidido, soy apasionado y soy necesario. Incluso soy un poco más alto. Pero lo mejor de todo es que en mis libros consigo derrotar al mal, impartir justicia, construir una sociedad mejor y perderme en sus labios porque en mis libros Ella no mira hacia otro lado cuando dice que me ama, ni teme preguntarse si en realidad soy yo aquel que el destino decidió presentarle para completar su existencia.

En mis libros no tengo miedo a vivir, no me duele vivir, no me aterra vivir. En mis libros nada temo, pues si quiero, el sol iluminará el interior de todas las grietas y eliminará las sombras que insisten en perseguirme a cada paso, en cada lágrima y en cada tropiezo aquí en la vida real.

En mis libros soy valiente, y soy bueno. En mis libros me ama y no me miente. 

Y por eso, sobre todo y por encima de todo, soy escritor.

Feliz día del libro.

 



 

lunes, 15 de abril de 2024

Un pie delante del otro


 Suena sencillo eso de poner un pie delante del otro y comenzar el camino hasta donde quieres y necesitas llegar, pero no lo es. Por desgracia, según vas cumpliendo años, te aburguesas y te dejas llevar por la comodidad de las rutinas sencillas, por la amabilidad de las palabras condescendientes, por la seguridad de tu espacio de confort y por la tranquilidad de la ausencia de difíciles objetivos.

Pero casualmente acabo de cumplir diez añitos (metafóricos por supuesto, aunque por mi tamaño, y de no ser por las visibles marcas de la vida, podría dar el pego).

En estos últimos años de mi nueva temporada me he relajado un poco y me he entregado a vivir sin exigirme demasiado, algo peligroso pues cuando te das cuenta de que necesitas avanzar para llegar al lugar que te gustaría ocupar, emprender el camino resulta más costoso y requiere de un verdadero alarde de fuerza de voluntad.

Me jacto de ser peleón, de no rendirme, de no tirar jamás la toalla y de ser muy cabezota cuando me propongo algo. Por eso lo estoy verbalizando ahora, porque ayer sentí como si mi mente y mi alma hubieran hecho un motivado clic y tras un buen rato de reflexión y de introspección, me he recordado que en ocasiones he librado  peores y más duras batallas y he conseguido salir victorioso. Así que me he decido a avanzar, y pienso hacerlo.

Toca esforzarse en muchos y en muy distintos ámbitos de mi vida. Me harto de escribir que sueño con llegar a ser el escritor que me gustaría llegar a ser y cuento con la ilusión, la creatividad, las herramientas, las ganas y las personas que pueden ayudarme a ello. Quiero recuperar la forma física que conseguí alcanzar hace un par de años y que poco a poco he ido abandonando. Necesito poner paz en mi mente y orden en mi corazón, y optimizar cuantos recursos tengo a mi alcance. Puedo conseguir que muchos de esos proyectos laborales y cultuales que he ido desarrollando al generar sinergias entre lo que  se hacer, lo que me gustaría hacer, lo que puedo aportar a la sociedad, y por lo que puedo ganar un digno salario, dejen de ser proyectos y se conviertan en realidades. He encontrado mi ikigai, mi camino, y lejos de emprenderlo, me he detenido en el punto de salida a contemplar lo hermoso de su trazado.

Toca avanzar. Y me he conjurado para hacerlo. Ahora viene la parte más dura, que es la de agarrarme a esa decisión y no decepcionarme.

Gracias a Dios, la profesional con la que acudo a menudo a reforzar mi psique, me ha dado las pautas para aprender a escucharme, a perdonarme, a quererme y a demostrarme que si quiero, puedo. Hoy es 15 de abril de 2024, y he comenzado una nueva vida. Es curioso, pero lo de las nuevas vidas se ha convertido en el leit motiv de mi historia.

Ya veremos que sucede, pero no pienso dejarme nada en el tintero, tirar toallas, cortar hilos rojos o agotar munición. Tan solo me esforzaré en aprovechar bien la tinta, mantenerme en pie, no tensar hilos ni disparar sin apuntar con precisión.


viernes, 5 de abril de 2024

Aún no está todo perdido


 Ni para mi, ni para el planeta.

Supongo que todos habréis escuchado esa frase que dice que, hace siglos, una ardilla podía recorrer de lado a lado la península ibérica saltando de rama en rama. Imagino que debía de tratarse de una ardilla en buena forma y con espíritu aventurero, pero como metáfora era bastante bonita.

No hace mucho pudimos ratificar que el auténtico virus que está asolando el planeta es el ser humano, ya que durante el confinamiento al que se nos sometió durante los peores momentos de la pandemia del Covid 19, volvimos a ver corzos por las calles de las ciudades, cientos de jabalíes circulando por las carreteras, millones de pájaros en el cielo, lobos bajando a las playas y osos visitando municipios de las  sierras españolas. Durante esos duros meses en los que se detuvo la actividad humana, la atmósfera se limpió, se cerró un poco el agujero de la capa de ozono y hasta que llenamos los océanos de mascarillas, los mares, infestados de increíbles criaturas de todo tipo, eran un hervidero de vida. Pero no tardamos en volver a tomar las calles y se restauró esa esperada "nueva normalidad", a la que yo llamo "vieja barbaridad", y no aprendimos nada. Nada.

Hoy no he podido evitar sonreír y que un escalofrió de placer recorriera mi espalda hasta la nuca cuando casualmente me he topado en el Facebook con esta foto de Inés Vaquero.

De inmediato me han venido a la cabeza ideas  a cual más bonitas. Primero he recordado a mi querida Cristina Calleja, una mágica artista de la gravedad, que junto a la música y el talento de su chico, David, nos ayudan a flotar cuando disfrutamos de la altura de sus espectáculos. 

Acto seguido ha sido esa famosa ardilla la que me ha venido a la mente (mi dañado y maltrecho, pero resistente cerebro, ahora funciona llevando al extremo la asociación de ideas) y una hermosa ardilla circense y juguetona ha sustituido en mi imaginación la silueta de esta hermosa y circense artista que es Inés Vaquero, quien posa para la cámara demostrando que como escribió Antoine de Saint Exhupery en ese libro imprescindible que es El principito , "lo esencial es invisible a los ojos".

Gracias a Dios también he pensado que puedo aportar mi grano de arena para que la sociedad comprenda que el planeta Tierra nos necesita y que no podemos seguir haciendo como si no pasase nada, pues ahora nuestras ardillas apenas podrían llegar a coger unas nueces en el pueblo de al lado.

Por favor...hagamos un esfuerzo. Seamos responsables. Que esta preciosa fotografía  sacuda nuestras conciencias y nos ayude a salvar el planeta.

miércoles, 3 de abril de 2024

Tatuajes

A fecha de hoy el tatuaje ya no es un elemento decorativo que pueden lucir en exclusiva pictos,  marineros, presidiarios, legionarios, miembros de maras, de la Yakuza y de la mafia rusa, o guerreros maoríes.

Quien más quien menos exhibe tinta perpetua en su cuerpo y yo mismo, que luzco mucha tinta perpetua en el alma, he decorado antebrazos, codo, muñeca y tobillo con dibujos que cuentan un momento de la historia de mis vidas, y que si acaso volviera a quedarme en blanco, su sola contemplación me ayudaría a recordar el porqué de esas horas de dolor en el sillón de un profesional al que pagué para mancillar mi piel.

Quizás el único tatuaje que no me borraría jamás es la pequeña marca azul que decora mi tabique nasal, marca casi imperceptible ya, pero presente desde hace 9 años y 355 días. Ese tatuaje sin aguja y sin tinta, es el recuerdo de la estupidez que me llevó a perder una de mis vidas, y que el tatuador celestial, diseñó con la ayuda de la visera de la casqueta al romperme el tabique durante el impacto contra el asfalto. Aquella noche se rompieron muchas cosas más, y al margen de secuelas, cicatrices y marcas, lo que más daño causó no puede señalarse a simple vista.

Nunca cometí el error de tatuarme en el cuerpo un nombre de mujer, pues esos nombres grabados a fuego en mi corazón no se borrarán jamás ni serán exhibidos públicamente. Quien de verdad quiera conocer la lista de musas que inspiraron mis versos, deberá bajar al fondo de mi alma para solicitar una visita guiada por los rincones más ocultos de mi corazón, por esos lugares que no se abren a los turistas y ni tan siquiera se permite la entrada  a quienes tienen pase VIP o carné de socio.

La aguja del tatuador en el salón de tatuajes duele cuando se percute en las zonas del cuerpo más próximas al hueso, pero la del tatuador celestial que trabaja los diseños en tu alma, es mil veces más dolorosa y no se te permite anestesiar tu razón con drogas ni alcohol, tan solo en un gesto de clemencia se te permite morder fuerte una ilusión y ahogar tus gritos con el estruendo que provoca un corazón cuando estalla en mil pedazos.

Hay muchas historias tatuadas y no todas son de amor, abandono u olvido. Muchas hablan de muertes a cambio de una pesada bolsa repleta de monedas de plata, de balas sin destinatario fijo ni acuse de recibo, de sueños cumplidos y de pesadillas por cumplir, de ilusiones pérdidas o de quimeras conquistadas, de fortuna, de azar y suerte, de dados golpeando el canto de la mesa para sumar la cifra adecuada al tercer bote, y de animales que son tu pasado, tu presente, tu futuro y tu tótem.

En mi próxima vida tan solo me dibujaré un pequeño felino en el exterior del pecho, porque en el interior del pecho ELLA ya se instaló para el resto de mis vidas y mi corazón no necesita más adornos que su sonrisa.


sábado, 23 de marzo de 2024

Oscuras golondrinas


Puede que vuelvan a tu balcón, puede que equivoquen el camino y se pierdan sobrevolando el olvido. Pero esas oscuras golondrinas un día anidaron en mi pecho, y sus trinos pusieron la banda sonora en directo a la más hermosa de cuantas historias de amor llegué a disfrutar, a sufrir y a permitir que alimentara mi ilusión, mi creatividad y mi alma.

Al despertar a su lado me sentí poeta,  y corrí a imaginar versos en los que busqué la rima a sus caricias y los escribí con lágrimas al permitir que alguien mecanografiara FIN después de la primera estrofa.

Nunca llegué a decirle que poesía era ELLA. Ni siquiera cuando sonriendo después de enseñarme lo que significaba  hacer el amor, clavó su pupila en mi pupila azul y me dijo que me quería.

Y sí, soy escritor, me dejo llevar por ese rio de emociones que fluye a través de la palabra escrita y convierto mis sueños en declaraciones de amor de ciento ochenta páginas, en el poema que describe a la perfección la calidez de su alma y en el cuento perfecto en el que somos felices, me harto de perdices regadas con el mejor Ribera del Duero o con la más deliciosa y simbólica botella de Azpilicueta,  y me hago un bolso con la piel de la bruja que trató de arruinarnos la vida al ver que el espejito ya no supo mentirle y no le dijo que era la más bella del reino.

El violín de Ara Malikian acompaña las palabras que en boca del rapero rinden homenaje a Gustavo Adolfo, quien también debió de ser un PAS refugiado tras la pluma y el tintero. La música despeja la oscuridad que se cierne sobre mi cabeza y apaga los fuegos fatuos del sufrimiento perpetuo.

El eco del silencio que domina las noches en mi asteroide me taladra la cabeza tratando de gritarle a mi mente salvaje que no me preocupe, que no me asuste, que no desespere porque todo terminará llegando, incluso lo bueno.

Solo es cuestión de paciencia, de tinta y de folios en blanco.



lunes, 18 de marzo de 2024

Ganar, perder, pelear, vivir.


Vivimos en una sociedad en la que solo parece haber espacio para los triunfadores, y se nos entrena para perseguir la victoria a toda costa. La competitividad es algo positivo, siempre y cuando sea una lucha por mejorar y avanzar, por conseguir un objetivo a fuerza de trabajo, talento, sacrificio, esfuerzo... pero nunca a cualquier precio. Lo de que "el fin justifica los medios", ha sustituido al despreciado "lo importante es participar". Nos confunden alimentando egos y tratando de convencernos de que solo se puede ser un ganador en aquello que te propongas, y que no vale solo el pelear por aquello que deseas. Según los estándares actuales si no consigues el premio , la medalla, el contrato, el título, la casa perfecta, el coche perfecto, el cuerpo perfecto, el hijo perfecto, la vida perfecta... eres simplemente un perdedor y tienes que aprender a vivir con la derrota y agachar la cabeza, o directamente quitarte del medio. Y  el verdadero fracaso es no intentarlo, porque si no lo intentas siquiera, es cuando realmente fracasas. Intentar conseguir tu objetivo, ponerle ilusión, alma, corazón y ganas, ya es de por si una victoria.

Y lo peor llega cuando has puesto toda tu energía en conseguir algo y lo consigues, porque entonces las envidias, los celos y todo ese conjunto de miserias humanas afloran en aquellos que prefieren echar por tierra tu esfuerzo y sugieren que simplemente has tenido suerte, que era un fin  más sencillo de lo que pensabas, o que de haberlo intentado ellos, te habrían arrebatado el triunfo. Pero lo que no saben es que podrían arrebatarte la medalla, el contrato, el título...podrían quitártelo todo, pero nunca podrán quitarte la sensación de haber conseguido superar el reto, vencer el límite o alcanzar tu sueño. Que nadie podrá arrebatarte la satisfacción del deber cumplido, y que nadie usurpará el lugar que te corresponde en el alma al saber que lograste cumplir con tu objetivo, aunque intenten empequeñecer y despreciar tu logro. Aunque te obliguen a bajar un escalón, aunque le entreguen a otra persona los merecidos laureles que debían ceñir tu frente, atendiendo a intereses particulares, compromisos ocultos, o a cualquier motivo que justifique el despojarte de ellos, en tu interior sabrás siempre que ganaste, que lo conseguiste y que si lo hiciste una vez podrás volver a hacerlo cuantas veces te propongas. Y aprendes a perder, a renunciar a tu galardón y a asumir la derrota, justa o no.

La vida es una continua lucha, un eterno campo de juego, una suma de victorias y de derrotas y un continuo caer para volver a levantarte. Cae las veces que tengas que hacerlo, pero nunca hagas caer a otro solo por el deseo de cruzar antes la linea de meta, nunca trates de desdeñar su triunfo y nuca te quedes llorando en el suelo. La verdadera derrota es renunciar a la lucha y acomodarte en la lona.

Vivir duele, el adversario tiene mil rostros, músculos de acero, un increíble juego de piernas y unos puños demoledores, pero no tengas miedo. Prepárate a encajar, a resistir y a encontrar el momento para conectar el golpe perfecto que lo mande al suelo. Y ten en cuenta que cuando veas al arbitro contando hasta diez sobre él y consigas estudiar su rostro agotado y lleno de sangre, será tu cara la que veas, porque el más implacable enemigo y el más duro adversario eres tu mismo cuando te exiges demasiado, cuando caes en el juego sucio y cuando permites que te digan si vales o no vales, si eres o no suficiente.

Hazme caso, porque sé bien lo que se siente al abandonarte a la lástima y a la ira. Sé bien lo que es quedarse llorando en tu rincón sin atreverte a levantar la cabeza y a sostenerle la mirada al destino. Si te decides a saltar al cuadrilátero, pase lo que pase, vales, sirves y eres suficiente. Al menos para ti. Y eso es lo más importante. El único perdedor es el que rehúye el combate. Te hagas o no con el cinturón en tu peso, consigas o no levantar la copa, te ciñan o no los laureles o te cuelguen o no la medalla, si lo has intentado de verdad y te has decidido a luchar por tus sueños, ya has ganado. Si tienen que acompañarte al rincón y limpiarte las heridas porque la sangre no te permite ver, si deben llevarte a la enfermería porque apenas eres capaz de respirar por ti mismo, o si  los jueces entregan a quien no ha merecido tanto como tú  la corona de laurel, quédate con la experiencia, con el aprendizaje, con el intento, coge aire, ajústate los guantes y vuelve a saltar al ring. Si lo haces levanta los puños y siéntete como el campeón que eres.

jueves, 14 de marzo de 2024

Lunático


 Está más que demostrada científicamente la influencia de la luna en la conducta de algunas personas, además de su poderoso influjo en las mareas, en los animales y en muchos fenómenos naturales.

El término lunático, comúnmente asociado a los enfermos mentales, se acuñó hace ya muchos muchos años, al percatarse los estudiosos de las conductas humanas, de las reacciones de algunos hombres y mujeres ante la luna llena. 

El folclore popular también construyó el mito de la licantropía , según el que ciertos mortales podían transformarse en lobos durante las noches de luna llena. 

El lobo le canta a la luna, pero no es la única especie animal que rinde pleitesía al blanco satélite.

Los gatos también sienten una poderosa atracción por la luna y es muy común verlos en los tejados hipnotizados ante el reflejo del astro y maullando sin cesar como si estuvieran charlando con Selene.

A mi la luna me atrae con una poderosa fuerza y me transporta como al niño yuntero para mecerme agarrado a su polisón de nardos.

He escrito en alguna ocasión que todos los besos que no llegan a darse, se conservan en la luna y en ella oculto también mis ilusiones perdidas, mis lágrimas nacidas del amor no correspondido y de las ausencias inevitables, y mis miedos más atávicos.

Hay noches en que sentado ante a luna, recibo la visita de las más acertadas musas y mi cerebro se abarrota de imágenes, de metáforas y de todas las palabras bonitas que llenan en mi alma multitud de volúmenes sin escribir aún, pero dedicados siempre a Ella, al amor que despertó en mi y que nunca me dejará, aunque imposible sea la palabra que lo definió siempre.

¿Soy un lunático? Puede que lo sea, pero parafraseando a aquel, "francamente, querida...me importa un bledo".


viernes, 8 de marzo de 2024

Un mundo mejor


 Y como canta Pablo en esta versión de su tema Wonder girl, acompañado por las maravillosas voces de estas artistas vallisoletanas, la mujer hace cada día del mundo un mundo mejor.

Poco tengo que decir sobre el 8 M, pues aunque nos parezca mentira en pleno siglo XXI todavía hay que reivindicar cada día esa necesaria y lógica igualdad entre hombres y mujeres, y hoy es la fecha en que a  muchos de esos ineptos que pretenden ignorarla, no les queda más remedio que escuchar los gritos de las mujeres que tratan de hacerse oír  por ellos.

He crecido rodeado de esas actitudes conocidas como micro machismos, y aunque desde niño se me enseñó en casa a respetar y a valorar a la mujer de la misma manera que respeto y valoro al hombre, no puedo evitar haber nacido hombre en la década de los setenta y haberme formado y desarrollado en una sociedad machista.

No voy a aprovechar la efeméride de aquella huelga y aquellas manifestaciones de las obreras textiles norteamericanas del siglo diecinueve, para enarbolar una bandera que han sostenido manos mucho más validas que la mía, pero si para mostrar mi apoyo a las justas reivindicaciones de las mujeres que hoy saldrán a las calles a exigir lo que les corresponde por derecho.

Y no por ello pretendo ser más majete ni caer mejor, porque como ser humano que soy (por mucho que quisiera ser un gato) mi comportamiento y mis actos en el día a día definirán mi paso por este valle de lágrimas. No me define como persona el que hoy 8 de marzo me sume a las voces de mis amigas, mi pareja, mi madre, mis hermanas, mis compañeras de trabajo y en definitiva a las de todas aquellas cuyo cariño se conjuga en femenino y que saben que pueden contar conmigo los 365 días del año, me define el aprender de mis errores del pasado y actuar en consecuencia, respetando la igualdad de género cada segundo de mis vidas.

Hoy quizás tan solo puedo unir mi voz a las suyas con más fuerza, aprovechando que habrá mucho imbécil al que no le quedará más remedio que escucharlas.

Y no voy a entrar a valorar los increíbles y desastrosos errores de aquellos que han tratado de hacer del feminismo un campo de cultivo en el que cosechar votos para mantenerse en la poltrona, simplemente escribiré que la única manera de acabar con la violencia contra la mujer es educando en valores y castigando con mano dura y sin concesiones a quienes la ejercen.

Fuerza y honor,

martes, 27 de febrero de 2024

¿Suficiente?


 Es complicado atreverse a creer que se es suficiente. Digamos que suficiente, como adjetivo es realmente complejo, porque uno puede ser suficiente en cuanto a contenido, en cuanto a valores, en cuanto al fondo y a la forma, pero a veces intentas ser suficiente para cubrir las necesidades propias, y las ajenas, y a eso hay momentos y circunstancias en que no puedes llegar, por mucho que te esfuerces.

Hay personas como yo, que nos sentimos mastines, protectores, caballeros andantes y quijotescos amantes que se ven en la obligación de cuidar del rebaño, y particularmente de esos ejemplares que nos roban el corazón y se nos antojan lo más hermoso de la creación (madre mía, yo que me paso las sesiones del taller literario corrigiendo relatos y pidiendo a los participantes que cuiden mucho los textos y eviten las rimas internas, y este último párrafo parece escrito en verso).

A lo que voy es que es desesperante intentar ofrecer a la persona amada ciertas cosas que exceden del amor y del cariño y que entran en categorías como la tranquilidad , la seguridad y otras cosas que realmente no están a nuestro alcance porque el mundo no se detiene, la rueda gira constantemente y nunca se sabe que coño va a pasar de repente, y no tenemos una barita mágica ni el control sobre el destino y las decisiones de los hados.

Obviamente daría mi vida por las personas a las que llego a AMAR (así, con mayúsculas), pero por mucho que me gustase no soy la solución a todos sus problemas y no puedo hacer más de lo que hago.

Una de las mujeres que más he querido y a quien asocio con las ilusiones perdidas, pues se me encoje el corazón y me sangra el alma cuando pienso en ella, me dijo una vez algo que me conquistó por completo y que me hizo pensar que era la persona que el destino había elegido para mi: "Eres suficiente".  Y fui tan estúpido que me lo creí.

Pero un día se le rompió el amor y resultó que había dejado de ser suficiente para ella. Que o bien de pronto comprendió que en verdad aspiraba a mucho más, o que quizás se había extralimitado con su juicio sobre mi capacidad de satisfacer sus necesidades, sus deseos y sus ilusiones. Y me rompió el corazón en un montón de trocitos que esparció por el suelo al soplarlos con el beso con el que me dijo adiós. Y me ha costado mucho recoger los pedazos y recomponerlo. Mucho. Pero he conseguido hacerlo y he vuelto al combate sabedor de que quizás puedo ser suficiente para alguien en algún momento, pero no para todos en todo momento. Y que lo verdaderamente importante es luchar por ser suficiente para mi. Ese es el truco. Intentar cubrir mis necesidades emocionales y espirituales, pelear por alcanzar mis objetivos, por cruzar cada meta que me imponga y por regalarme la tranquilidad de espíritu que falte en mi vida cuando más necesito sentirme querido y menos se me quiere.

Qué difícil es esto de vivir, y que complicado encontrar a quien no solo te quiera mucho, sino que sepa quererte bien.´

Hoy me he levantado particularmente combativo y me he convencido de que mirar por mi, por mis ilusiones y por mis necesidades no es egoísmo, es tan solo supervivencia. Y voy a empezar a hacerlo.

Me he prometido dejar de perder ilusiones, y recuperar aquellas que se quedaron por el camino.

jueves, 22 de febrero de 2024

Una seta venenosa, un policía enamoradizo y tres novelas

Fotografía de Jimena Marcos para  Temporada de setas

 Hoy he terminado de leer la revisión editorial de Temporada de caza , título con el que cierro la trilogía Crímenes de temporada y con la que abandono el género de la novela negra de la mano del alter ego que creé para que me acompañara en este viaje tan emocionante como divertido.

La primera entrega de la trilogía, Temporada de setas, en la que presento al inspector del grupo de homicidios de Valladolid, Iván Pinacho, se desarrolla en el imaginario paraje soriano Reflejo de Tera, inspirado en el pueblo de Soria en el que he creado una nueva familia, pues los amigos son la familia que uno elige, y allí tengo muchos y muy buenos amigos. 

Temporada de setas fue mi primera novela y me sirvió para saltar del relato al genero que más acostumbro a leer, y en el que disfruto con grandes autores como mi amigo, el flamante premio Nadal 2024, Cesar Pérez Gellida, el impresionante Juan Gómez Jurado, la inquietante Dolores Redondo y otros muchos nombres que llevan acompañando mis lecturas desde que siendo muy pequeño descubrí la novela negra de la mano de mi padre y de Dashiell Hammett. De todas estas plumas he bebido y me he alimentado y todas ellas han rubricado mi trilogía sin saberlo.

Temporada de sustos (Los crímenes del Archivo) fue mi tratamiento para la ansiedad y la angustia que me produjo el confinamiento durante la pandemia de la Covid 19 y en ella, el inspector Pinacho caminó sin red con tanta elegancia como miedo por esa cuerda floja tendida a gran altura entre la legalidad y el servicio público y la ilegalidad y la maquiavélica distopia en la que convertí a España en las páginas de mi novela.

Con Temporada de caza, Pinacho vuelve a enamorarse, vuelve a jugarse el tipo por los suyos, vuelve a aceptar el funambulismo moral como parte del juego y se mete de cabeza en un verdadero avispero de clanes internacionales de la droga por proteger y ayudar a su amiga y compañera, la subinspectora Clara Nogueira.



A lo largo de esta trilogía he contado con el apoyo de grandes amigos y mejores personas, como la fotógrafa Jimena Marcos López, que aportó su cámara a mi primera novela, el pintor asturiano, Pepe García y su hija, la adorable Eva García que embellecieron mi obra con sus acuarelas e ilustraciones, mi querida Eugenia Rico, que tuvo a bien escribir el prólogo más hermoso que nadie podía haber escrito para una novela, el ya mencionado Cesar Pérez Gellida, quien apoyo mi trabajo con una recomendación impresa alentadora nacida del cariño, o el artista multidisciplinar y terriblemente creativo Pedro Luis Centeno, más conocido como Dieddro, que ilustra con acierto y un descomunal talento está última entrega. Los músicos y grupos musicales, Pablo Acebal, Darío Martín H, Ángel Levid, Cover Club y Cosmic Birds y el mismo Dieddro me regalaron su música en directo pues todos ellos aparecen en las paginas de los libros a lo largo de todo el trayecto literario. Los bodegueros Marcos Yllera y Pepe Martín Pahino aportaron sus vinos, que son los que bebe mi protagonista y Alfonso y Fermín, del Pide por esa boquita y Pablo y Almu, del Vayco Valladolid, cocinaron sus mejores tapas para las presentaciones inmersivas que acostumbro a ofrecer a mis lectores, endulzadas con el cariño, la verdadera amistad y los bombones de Rubén y Judit, de Dasilva gastronomía.

Jose Luis Pastor, director de la editorial Suseya ediciones, no dudó en apostar por mi y por mis empanadas mentales y se hizo cargo de la publicación de las tres joyitas y, mi queridísima Eva Melgar, tomó sin dudarlo el relevo  de su prima mi admirada y respetada Paz Altés quien me enseñó en qué consistía escribir una novela y me ayudó a iniciarme en ello. Eva Melgar comenzó a ejercer a mi lado de editora profesional y a  acompañarme a lo largo del proceso creativo de los tres volúmenes ayudándome a darle la forma adecuada. 



Eva ha trabajado como editora profesional para un sello importante y además, al ser mi amiga no ha tenido ningún problema en empatizar con mis creaciones. Es una gran escritora y casualmente aunque ha deambulado por distintos géneros literarios, el negro es el que de hace un tiempo a esta parte se ha adueñado de su creatividad y tras devorar multitud de libros de los mejores autores el género, ha escrito un par de novelas que no tardarán en ver la luz y darán mucho de qué hablar.

Me siento muy afortunado por tener tantos y tan buenos amigos, por sumar cada vez más lectores y por las buenas críticas que he recibido hasta la fecha.

No puedo dejar de escribir, no puedo y no quiero hacerlo y no sé vivir sin escribir, pero haciendo caso de uno de los mejores consejos que se me han dado hasta la fecha, he comenzado a escribir tomando distancia con mi realidad y he terminado Incluso lo bueno, una novela ambientada en la guerra de secesión americana, que trataré de publicar no tardando, y estoy escribiendo Inocentes, la que creo que si alcanzo a hacerlo en condiciones, podrá ser mi mejor novela con diferencia.

Tengo imaginación y me considero un tipo creativo. Soy tan enamoradizo o más que el inspector Pinacho y el amor, sus mieles y su hiel, aderezan siempre mis textos. Leo a diario y trato de aprender que escribir es mucho más que esa necesaria catarsis personal en la que me refugio con cada letra que escribo. He aprendido que si me esfuerzo y trabajo duro, un día podré llegar a ser el escritor que me gustaría llegar a ser, y aunque me defino como el eterno aprendiz de escritor, no pienso tirar la toalla jamás.

Quizás un día consiga escribirme la vida perfecta, y escribírsela a la mujer que inspire mis textos más hermosos, pero de momento me conformaré con amar y ser amado en negro sobre blanco, y en hacer de ello el camino que quiero que me lleve a la felicidad.

foto de NatiHernandezfotografia para La literatura salvavidas





miércoles, 14 de febrero de 2024

Cada día


 Quizás deberíamos entender que el amor es mucho más que un recurso comercial, y que hay que huir de la impuesta manifestación de amor incondicional a la que nos empuja el comercio.

Quererte bien es quererte libre, no de mi propiedad. Es quererte a mi lado,y junto a mi, y es quererte, apoyarte, respetarte y cuidarte todos y cada uno de los días del año. Es intentar ofrecerte la mejor versión de mi que pueda ofrecerte y de ser la mejor persona que pueda llegar a ser para así valorar con hechos lo que creo que debería ser el amor que se comparte con la persona amada.

Si bien es cierto que a estas alturas de la vida uno acarrea ya demasiadas mochilas emocionales que lastran en exceso las relaciones de pareja, desde que descubrí que como dicen por ahí, "obras son amores y no buenas razones". valoro de una forma muy distinta el día de San Valentín. En esta "fecha señalada para los amantes" se representaron algunas de las más duras escenas de teatro que he visto representar en directo por actrices que sobreactuaron a la hora de decirme lo mucho que me amaban y que no dudaron en celebrar conmigo el 14 de febrero, a pesar de que al bajar el telón entre actos de nuestra tragicomedia, retozaran entre bambalinas con otros galanes.

Harto de ser el eterno secundario cómico y a pesar de todo, manteniéndome como un completo incondicional de los flechazos del angelote ciego, hace ya unos años que decidí que hoy no iba a querer a nadie más que nunca y que aunque hubiera quien mereciera millones de rosas, de diamantes, de cenas a la luz de las velas y de las más hermosas palabras, sería mejor dejar todo eso para el día 15, o para cualquier otro.

Que le voy a hacer, todos tenemos nuestras cositas y yo tampoco me libro. La vida pasa y pesa, y puede que si se me quiere bien, haya que empatizar con mis cicatrices y con mis heridas.

Para compensar ese ejercicio de empatía, prometo que si quiero, trataré de hacerlo bien y de hacerlo cada día, y de esforzarme en que Ella se sienta realmente amada.

viernes, 2 de febrero de 2024

Alter ego


 Ayer durante la sesión del taller literario que imparto los jueves en Valladolid, una de las integrantes de este grupo de amantes de la literatura que no deja de sorprenderme al ver como trabaja, avanza ,y se esfuerza en sacar todo lo que lleva dentro y en aprender a limpiar sus textos de errores y de excesos, me dijo que le gustaría crearse un alter ego literario y que al haber leído mis libros y mis novelas, sabía que yo había conseguido crearme  el mío.  Le expliqué que no tengo un alter ego, que tengo muchos. Y es verdad.

Mis alter egos nacen y mueren con la realidad diaria y las circunstancias cotidianas.

Más allá de ese Peter Pan que utilicé durante años para expresar mis emociones y mis anhelos, me he escondido bajo otros alter egos prefabricados, como el caso de El Principito, o extraídos de la naturaleza, como ese pequeño Diente de león que me sirve para hablar de la superación personal.

Utilicé a Peter y al pequeño príncipe porque forman parte del imaginario popular y quien más o quien menos los conoce y no es un problema asociarlos a lo que quiero expresar en mis textos. Y porque además me siento muy identificado con ambos, con sus errores y sus aciertos. Pero evolucioné, y comencé a crearme alter egos a medida, que no solo piensan como yo, sienten como yo y se me parecen físicamente,  sino que dependiendo de lo que quiera expresar en mis escritos, se turnan para representarme.

Bajo Laertes, el rubio asesino a sueldo de bigote bicolor,  escondo mi maldad, camuflo mi rabia y mi ira y trato de que la necesidad de hacer justicia con quienes me han engañado y maltratado o con quienes me han arrebatado algo, al menos consiga ejecutar la sentencia en mi universo paralelo y   paguen por sus actos y sufran lo indecible  en negro sobre blanco. Porque en la vida real no puedo causarles el dolor que quisiera que experimentasen. O quizás no quiero (o simplemente no me veo capaz).

El caballero andante que llevo dentro, el enamoradizo irredento, el confiado y afable seguidor de las normas sujeto a un código moral más estricto y a unos valores a los que no puede renunciar, lleva placa y pistola, sirve a la ley y es inspector del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional de Valladolid, Casualmente también tiene los ojos azules, el pelo rubio y el bigote de dos colores. No es el agente más alto de su promoción, y por casualidad es un fumador empedernido, muy cafetero y de gustos exquisitos en cuanto a vinos y a whiskies. Tampoco suele acertar con las mujeres y tiende a permitir que le rompan el corazón y que le llenen el trastero de ilusiones perdidas. Acostumbra a créese esos te quiero embusteros que se utilizan como moneda de cambio y a disfrutar de esos cuerpos que se entregan como parte de este emocional trueque en el que se ha convertido la vida.  Pero cumple con su cometido y me sirve de representante y fiel servidor en novelas y relatos exponiendo lo más noble que aun conserva mi esencia y que nutre muchas de las páginas de mis textos.

Cuando se me propuso el reto de contar una buena historia desde fuera de mi realidad, desde otra época, en otro continente y en otras circunstancias, .me convertí primero en el teniente de la Caballería de Carolina del sur, John Dumas y después en el Optio de las legiones de Roma, Lucio Galvano. 

Aunque ninguno de los dos elegidos habla como yo ni actúa como yo, el  oficial sudista y el legionario romano aman con la misma intensidad a la misma mujer, que también viaja en el tiempo y en el espacio y renace una y otra vez en este universo literario.

Escribir es la forma más hermosa de mimetizarte con el entorno y de pasar desapercibido y soportar lo triste, lo cruel, lo difícil y lo amargo. Quizás por eso necesito escribir. Quizás por eso tengo que escribir a diario. 

Quizás por eso un día aprenda a hacerlo bien.


jueves, 25 de enero de 2024

Ahora es ahora


 Acostumbro a alimentarme de recuerdos, creyendo que cualquier tiempo pasado fue mejor, y puede que ese sea mi error más recurrente.

Si bien es cierto que en otro tiempo disfrutaba al máximo de cada segundo, de cada éxito, de cada caricia, de cada abrazo y de cada palmada en la espalda, esa misma intensidad que me llevaba a tratar de ponerme el mundo por montera, fue la que llevó a la vida a frenarme, porque yo no supe hacerlo.

Ahora casi diez años después de aquel punto de inflexión que marcó mi vida, he aprendido que ahora es ahora, y que el pasado no es más que el aula donde acudir a refrescar las sesiones de aprendizaje, porque en eso consiste vivir, en aprender.

Ayer, charlando por wasap con el músico Mark Markfeel, un chaval con todo por conquistar que ya está mostrando sus cartas y haciendo que la banca sude cada jugada, le dije algo que algunos ya habréis oído/leído alguna vez, que el único consejo que doy a la gente que quiero cuando la veo acelerada es , "Frena. Si no frenas tu, te frenará la vida de la forma que sea. Con un accidente, un infarto, una crisis mental, pero sabrá frenarte".

Estoy aprendiendo a despojarme de innecesarias mochilas, de lastres que frenan mi crecimiento personal y que tan solo me llevan a lamentarme cuando debería ser el tipo más agradecido del universo conocido.

Se me ha dado otra oportunidad y debería no solo agradecerla, sino aprovecharla al máximo. 

Aprender de los errores y hacer de las experiencias un manual y una guía de viaje, no es más que optimizar vivencias y rentabilizar alegrías, sufrimiento, esfuerzo, ilusiones perdidas y batallas ganadas. 

Ya son cinco los libros publicados y hace poco más de un mes  he presentado una novela a concurso, por lo que esta no verá la luz hasta el fallo del jurado, acabo de terminar otra que se publicará el próximo mes de marzo y he retomado la que creo que con el esfuerzo, el trabajo y la dedicación necesaria, podrá convertirse en mi mejor novela. O no. O yo qué sé. Estoy escribiendo relatos con los asistentes al taller que imparto, "La literatura salva vidas" y dramaturgia y escenas teatrales. No sé si algún día la literatura será mi única dedicación, puede. Ojala. Lo que si que sé con absoluta certeza es que soy escritor. Más allá de que pueda hacer de mi prosa mi medio de vida, de que gane premios o de que publique libros, soy escritor porque por encima de cualquier otra cosa necesito escribir. Necesito contar cosas (para muestra este blog)y quiero hacerlo de la mejor y la más correcta forma. Escribir como catarsis personal es solo una de las caras de esta moneda, la otra es esa necesidad de mostrarle al mundo otros mundos, otras realidades, otros desenlaces para los sucesos cotidianos. La emoción, el sentimiento, la pasión y  el conocimiento se mezclan bien y se agitan en la coctelera del pecho para servirlo frio y con una rodaja de naranja (nunca con aceituna). 

Encabezo esta entrada con el video promocional de lo que fue un espectáculo precioso nacido de mi alma y de la de mi amigo Oscar Lobete, pianista internacional, virtuoso del teclado y compositor con acierto. En aquellos tiempos llevamos a escena el resultado de nuestras noches en vela, de aquellas noches en las que todas las canciones de amor hablaban de mi y lloraba tarareando sus letras en voz baja. El amor. Otro de esos pesos que me impiden salir a flote.

En más de una ocasión me he declarado el tipo más enamoradizo del universo conocido y desde que descubrí eso de las mariposas en el estómago a los 15 años, he ido fracasando una vez tras otra, he creído amar y ser amado docenas de veces y he tenido la suerte y la desgracia de ser correspondido en mis pretensiones. Pero curiosamente fue hace muy poquito tiempo cuando descubrí lo que era el amor y lo que significaba realmente hacer el amor, y tan intensísima emoción se convirtió en otra ilusión perdida, pero me enseñó que amar no solo lo cura todo y sana, sino que el amor verdadero también duele. 

Si a todo esto le sumamos mi diagnosticada condición de PAS, apaga y vámonos.

En cualquier caso estoy aprendiendo, avanzo y no quiero ni puedo dejar de intentar seguir el camino correcto. Ahora es ahora, y el pasado no ha de volver, así que pelearé con todas mis fuerzas para hacer de los recuerdos mi particular caja de herramientas en la que encontrar lo necesario para arreglar cuanto desperfecto surja en la maquinaria de mi cerebro o para realizar las necesarias chapuzas en el alma y que no se venga a bajo.

Vivir es un presente continuo, y mi presente promete. 

viernes, 19 de enero de 2024

En la salud y en la enfermedad


Relato escrito para el taller de orientación y creación literaria "La literatura salva vidas", con el fin de mostrar a los integrantes cómo poder dotar a los textos de vida propia, de evolución y de sorpresas. Y como la forma de escribirlos y puntuarlos  puede ayudar a que el lector se sumerja en la lectura y experimente sensaciones reales como ansiedad y agobio.





 Los invitados se colocaron a ambos lados de la sala en dos hileras que desde la puerta de acceso llegaban hasta la mesa donde se oficiaría la ceremonia.

El novio esperaba impaciente meciéndose sobre sí mismo como un rabino durante la lectura sagrada del Talmud. Unas gotas de sudor le caían por la frente evidenciando su estado de nervios. Al percatarse de ello, un alma caritativa le hizo llegar un par de Valium y un vasito de agua. Sobradamente conocedor del efecto relajante de las píldoras, equiparadas por algunos científicos al de un orgasmo, el futuro hombre más feliz del mundo dio buena cuenta de ellos en el acto y, trató de aflojarse el cuello de la blanca camisa que lo aprisionaba en exceso cortándole la respiración. La misma alma caritativa que le proporcionó los ansiolíticos le ayudó a soltarse un poco la camisa y le animó con un par de oportunas y necesarias palabras de aliento. La novia entró en la sala acompañada por su padrino, quien sonriente y visiblemente emocionado por el acto, la sujetaba fuerte del brazo como si temiera que fuera a salir corriendo o que sufriera una crisis de ansiedad. Al ver aparecer a la hermosa mujer vestida también de blanco inmaculado, todos los presentes prorrumpieron en espontáneos aplausos y vítores. Al llegar a la altura del novio, ambos contrayentes sonrieron y flanqueados por sus respectivos padrinos, caminaron juntos hacía el sí quiero.  Era una ceremonia civil muy especial, oficiada por una autoridad de la institución que ratificaría legalmente y a todos los efectos el enlace. El hombre, que vestido con un impoluto uniforme azul, tratando de aportar informalidad y frescura a su papel en el evento, con tono amable y cariñoso comenzó a pronunciar las frases de rigor,y les pidió a ambos que se prometieran ser fieles en la salud en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza y hasta que la muerte los separase. Tras realizar la promesa, el novio pronunció unos votos escritos por el mismo que por su sinceridad emocionaron a los presentes y mucho más aún a la novia. Tras escucharlos con lágrimas de felicidad en los ojos, la novia pronuncio los suyos nacidos de un idéntico amor y una igual sinceridad. Cuando los padrinos mostraron los anillos que certificarían el enlace y el más joven de entre los asistentes aportó una caja con las arras, el oficiante los declaró unidos en matrimonio y los autorizó para besarse. Los padrinos procedieron entonces a liberar a los contrayentes de sus camisas de fuerza y se retiraron unos pasos sin perderlos de vista por si las moscas. Con la misma precaución, el guardia jefe de seguridad que había oficiado la ceremonia, abandonó su lugar acercándose un poco y soltando la hebilla que impedía que una mano habilidosa pudiera arrebatarle la defensa o los grilletes en un momento de descuido y dejando ambos utensilios listos para su uso. Los novios, libres de sus ataduras se besaron con pasión durante unos segundos. Al despegar su labios y en el momento más emotivo del enlace, el novio se abalanzó sobre su padrino, el enfermero que le había suministrado los calmantes golpeándolo con extrema dureza y, la novia se lanzó al cuello del doctor que la había acompañado hasta el altar arrancándole un trozo de carne a mordiscos . Era la señal. El resto de los invitados del pabellón de máxima seguridad cargaron sobre el guardia que ofició la ceremonia y sobre los otros dos agentes de la misma empresa privada que controlaban el acceso a la sala elegida para el evento, utilizando sillas y todo tipo de elementos contundentes del mobiliario de la sala como armas. Pocas semanas después de aquella revuelta que terminó con la vida de seis trabajadores del centro psiquiátrico entre personal sanitario y de seguridad, los recién casados comenzaron su luna de miel, aunque separados en distintas celdas de aislamiento y esperando a que según la sentencia dictada por un implacable jurado popular y aprobada por el gobernador del estado, la muerte por inyección letal consiguiera separarlos.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

lunes, 15 de enero de 2024

Cuentos

 


Este cuentecito nació anoche como post en mi muro de Facebook. Podría decirse que se escribió solo, porque apenas le dediqué un par de minutos. Simplemente sentí la necesidad de abrir en el teléfono esta red social y de escribir un post inspirado por aquello que me golpea a diario el alma: el recuerdo de aquel gato que marcó mi vida y del de la mujer que me enseñó lo que era el amor. A veces y como ya he dicho en más de una ocasión, escribir es una necesidad vital.


Gatete era un gato muy especial a muchos y muy distintos niveles. Eterno adolescente, enamoradizo y golfo en igualdad de proporciones, muy sentimental y excesivamente emocional, adorable compañero y fiel amigo, amante de las letras e incondicional de la literatura. Lo que viene siendo un adorable minino.

No hace mucho, preocupado por ver a su humano de compañía sufrir por la pérdida que le marcó a fuego el corazón, pensó cómo podría ayudarlo y al encontrar la forma, trazó un plan y se puso patas a ello.

Recordaba perfectamente haberlo leído en uno de los muchos libros que el humano que lo acogió de cachorro almacenaba en el desván, y durante semanas cada noche se entregó a la incansable lectura desesperado por no encontrar en cual lo hizo.

Con cada amanecer sentía que se le desprendía un trozo de alma y que no conseguiría encontrarlo a tiempo.
Una noche fría y tormentosa, cuando todo parecía perdido, la luz de los relámpagos iluminó al fin la verdad que daba sentido a todo, y que devolvería la ilusión y la sonrisa a aquel que le regaló una vida feliz cuando su madre murió, su padre lo abandonó y nadie lo quiso: "solo se ve bien con el corazón, lo esencial es invisible a los ojos".
Arrastró con los dientes el libro abierto por la página donde esa frase destacaba entre todas y lo llevó hasta los pies de la cama en la que su humano de compañía intentaba inútilmente conciliar el sueño una noche más, con el corazón roto y los ojos vidriosos. Al escuchar ruido en la habitación, este encendió la luz de la mesilla y cuando vio el libro abierto en el suelo se levantó a recogerlo y leyó la frase que su gato había subrayado con las uñas. Entonces comprendió que solo si aprendía a mirar con el corazón, encontraría sentido a su vida.
Observando todo agazapado bajo la mesilla de noche, el gato sonrió al ver que había funcionado, y no pudo evitar que un pequeño maullido de felicidad delatase su posición.
El humano dejó "El principito" sobre la cama, se agachó muy despacio y tras tomar con delicadeza al adorable minino con el que compartía el hogar, lo estrechó entre sus brazos y lo besó en la frente.
El ronroneo del animal se convirtió en la banda sonora de la primera noche en la que el peculiar humano de bigote bicolor pudo dormir sin que el recuerdo de aquella de quien el destino decidió que se despidiese para siempre le despertara angustiado.
FIN

Y colorín colorado, el espíritu de Gatete ha vuelto a quitarme el teléfono y a escribir un cuento en mi muro.

domingo, 14 de enero de 2024

Demasiadas cicatrices


 Me despertó lo que creí una extraña presión en el pecho y un gélido aliento sobre mi rostro. Miré el reloj y las agujas indicaban que eran poco más de las cuatro de la mañana. Demasiado pronto para levantarme incluso para mi, por lo que me di la vuelta, introduje los brazos bajo la almohada y busqué la postura perfecta para volver a entregarme a Morfeo. Pero no iba a ser tan fácil.

—Haz el favor de escucharme un momento—resonó alto y claro en mi cabeza—.Creo que me he ganado al menos el poder exponer mis argumentos.

Rápidamente realicé un barrido de los recuerdos del día anterior y de lo que hice antes de acostarme. No había bebido más que dos copas de verdejo, y ambos durante una deliciosa cena completamente vegetariana y ligera en buena compañía. No hubo posterior vaso de whisky ni mucho menos sustancias tanto legales como ilegales que hubieran podido confundir mi psique. Aquello estaba pasando de verdad.

—Pues tu dirás—dije en voz alta pensando que nadie me contestaría—,pero haz el favor de decirme primero quien se ha tomado la libertad de despertarme a estas horas.

—Me llamo Iván Pinacho—contestó una nítida voz en el interior de mi cabeza—soy inspector del grupo de homicidios de la policía de Valladolid, me creaste hace más de cuatro años y desde entonces te he acompañado en diferentes relatos, en un par de novelas publicadas y en la que estás a punto de terminar y publicaras en tres meses.

Buenos bien, pensé para mi. Lo que me faltaba. Se conoce que la crema de setas con la que aliñaron las berenjenas a la plancha debía de llevar trazas de algún hongo sicotrópico que me estaba pasando factura.

—Y aunque yo si que lo sea, esta conversación no es producto de tu imaginación—insistió la voz—, así que haz el favor de explicarme porqué coño has decidido matarme en la página 270. 

—Te has pasado de listo, Pinacho, ni he decidido aún terminar contigo ni mucho menos el número de la página en la que lo haré. Esto no funciona así—dije realmente enfadado— Si bien mi primera editora me enseñó a levantar andamios en la construcción de una novela, tan solo se refería a esquemas de personajes, de trama y de giros de guion, no a marcar por adelantado el número de la página en la que sucedería esto o aquello. Por si no lo sabes yo escribo a golpes de inspiración.

—Y a golpes has decidido terminar con mi carrera profesional, con mis ilusiones y con mi vida en tu universo paralelo.—contestó Pinacho indignado y visiblemente ofendido—. Manda cojones, Pizarro, que me has permitido resolver casos, enfrentarme a las situaciones más complejas y peligrosas y salir airoso de ellas, conocer a distintas mujeres de las que hiciste que me enamorase como un gilipollas y tras romperme el corazón, ahora simplemente has decidido que ya está, que ya sobro, que ya no tengo sentido ni continuidad en tu obra y me vas a pegar dos tiros en el pecho, concediéndome eso si, la gracia de fallecer en brazos de aquella que creí que podría ser mi eterna compañera. ¿Qué coño te habría costado escribirme un final feliz y permitirme besarla?—preguntó el imaginario inspector de homicidios realmente enfadado —ya no te digo que me escribas el más impresionante orgasmo a su lado, ni la sensación que se experimenta al saber que verdaderamente estás haciendo el amor, y no gimnasia, pero por lo menos permíteme que en nuestra realidad paralela, pueda cortejarla, conquistarla y regalarle una eternidad de amor, de respeto y de proyectos comunes. 

—A ver, listillo —me enfadé yo también—esa sensación de la que hablas me supuso demasiadas horas de "gimnasia" como tu dices, de mentiras de confusiones y de desengaños, y la verdad es que creo que aún no he sabido describirla en negro sobre blanco, simplemente late y perdura en mi corazón, y con su recuerdo restituye el tejido dañado en mi alma y elimina todas las cicatrices que otras mujeres dejaron.

Y en cuanto a lo de que te voy a pegar dos tiros en el pecho, pues mira, si te soy sincero lo pensé la semana pasada, pero ya sabes que siempre escribo mojando la pluma en el tintero del alma, y en ese momento estaba muy descolocado y realmente triste, por lo que no se me ocurría un mejor final para ti.

—Vete a tomar por el culo—gritó en mi cabeza Pinacho—si tienes problemas en tu vida no es cosa mía. ¿No eres tan peleón?¿No te cansas de escribir que rendirse no es una opción? pues soluciónalos, deja de lloriquear y no lo pagues conmigo. No es justo—zanjó con rotundidad.

Y lo peor es que no le faltaba razón. De alguna manera Pinacho se convirtió desde el principio en mi alter ego y en él deposité mis ilusiones, mis esperanzas, mis valores y mis anhelos. Y me lo iba a cargar porque en estos años, desde que lo creé, he perdido demasiadas ilusiones y he sufrido los desengaños más duros. Pero es verdad, él no tiene la culpa.

—Muy bien, rubio—dije con cierto cariño—déjame que le de una vuelta al final de la novela que cierra esta trilogía, pero no te prometo nada. Ya se verá. Y ahora déjame dormir, anda, que esta semana va a ser muy completita y tengo mucho que hacer.

—Muy bien, Pizarro. Me voy —anunció con voz más tenue—. Pero a ver si es verdad eso que dices de que todo termina llegando, incluso lo bueno.

Y  os prometo que así ha sido, y hace menos de una hora que me he levantado recordándolo todo con detalle. Igual estoy loco, igual no. Igual aquella lesión cerebral que me llevó a unos minutos de muerte clínica y a casi una semana en coma, me ha dejado secuelas que la ciencia no es capaz de comprender. Igual mis personajes viven en mi, como el amor, como mis emociones más intensas, como ELLA.


lunes, 8 de enero de 2024

¿Mañana?


 Pues si...el mañana llega hoy.

Y ya puestos a tirar de obviedades, de frases hechas y de clichés, voy a jugar con el manido, "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". 

En esta ocasión no voy a correr y no voy a vivir acelerado, pues ya sé lo que pasa cuando no sabes frenar  o no puedes hacerlo: la vida te frena, y lo hará de la forma que sea. Y seguramente esa frenada radical no conlleve nada bueno, como ya pude apreciar en el pasado, cuando el destino me frenó en seco haciéndome morder el asfalto.

Son tiempos de hacerse buenos propósitos y, más allá del consabido recuperar la forma física chupando lechuga y dejándome las lumbares entre abdominales y flexiones, he decidido empezar a cuidar de mi también en lo emocional, y a tratar de elegir bien a aquellas personas que formarán parte de mi manada, de mi presente y de mi futuro, y a condenar al definitivo olvido a esas que me confundieron y me destrozaron por dentro. Y debería ser algo más sencillo de lo que pienso, ya que sinceramente me atraen mucho más las personas que son bonitas por dentro, las que son hermosas como seres humanos y he aprendido a valorar esa belleza interior por encima de otras muchas cosas. Las que son bonitas únicamente por fuera y tan solo pueden ofrecer un físico llamativo,  a la larga terminan quitándose el maquillaje y descubres lo espantoso de su verdadero ser. Y ojo, que soy terriblemente humano y  nunca me amargó un dulce, por lo que muy a menudo me he dejado llevar por unas sugerentes caderas, una convincente caidita de ojos o unos irresistibles labios. Pero bueno...las cicatrices que decoran mi corazón y mi alma dan fe de lo poco acertado de mis elecciones, y de lo peligroso de mis caprichos.

Y cuidar de mi emocionalmente va mucho más allá de ser cauto a la hora de compartir la oscuridad de un portal, las sombras de un callejón mal iluminado, el lado más cálido de la cama, o un proyecto de futuro. También habla de intentar cubrir las necesidades personales, escucharme, atenderme, mimarme y protegerme, como si lo estuviera haciendo de una de esas personas por las que daría la vida sin dudarlo, y a las que no voy a abandonar bajo ningún concepto, pero que deberán comprender que yo también me necesito.

Siempre querré a la gente que quiero y jamás cortaré ese bendito hilo rojo que une las almas, pero he decidido atenderme y mirar también por mi felicidad.

Ha llegado el momento de dejar de llorar a escondidas cuando el pecho duele tanto que no puedo soportarlo más, de abandonar las inseguridades que nacen del "¿Y si?" y del "quizás". Es la hora de agarrarme a lo que he cultivado durante tantos años, a lo que he aprendido con esfuerzo y sacrificio, y muchas veces a base de golpes, pues la letra con sangre entra. Es la hora de optimizar recursos y de hacer valer este continuo aprendizaje, pues la vida pasa y pesa, y te enseña mucho por el camino, a veces cosas que quisieras no haber tenido que aprender.

Voy a enviar mis tropas  a cumplir una fundamental misión, que sé que me reportará la necesaria victoria: la peligrosa operación "¿Qué hay de lo mío?".

Y comienza hoy. Espero no tener que lamentar excesivas bajas.