domingo, 15 de septiembre de 2024

¿El final?


 Debía haber sido el punto y final a su historia, pero por motivos que aún desconoce se convirtió solamente en un punto y seguido.

Una noche de abril, una de esas noches que simulan ser perfectas, los hados, amparándose en su insensatez, en su arrogancia y en su falta de acierto decidieron terminar con todo de una forma más que brusca.

Los facultativos del equipo de emergencias que acudieron en su ayuda, se esforzaron en devolverle a la vida, y consiguieron que tras unos minutos de muerte clínica, abandonase su viaje hacia la luz y se sumergiera en ese limbo de incertidumbre al que llamamos coma.

Vagó por el túnel durante unos cuantos días y unas cuantas noches, sin ser consciente del viaje, sin saber siquiera que él ya no era él, y que había vuelto a ser ellos, cada uno de los nombres que ha tenido a lo largo de los siglos, cada uno de los distintos proyectos de ser humano en los que los dioses  le permitieron existir, vivir, pelear, triunfar unas veces y fracasar otras. Avanzaba con cautela por el angosto subterráneo que debía conducirle al retiro definitivo, al sueño eterno, al lugar donde se almacenan las almas en desuso, pero el destino, caprichos, juguetón y antojadizo, convenció al resto de deidades de que se le concediera una nueva oportunidad, para al menos conocerla a Ella, amarla y sentirse amado. Que sufriera al descubrir como funciona todo, y gozara al saber que en ocasiones se permite romper las reglas, y jugar sin normas. Que se le devolviera a la realidad subjetiva que los mortales conciben como vida, para ver si en esta ocasión conseguiría que como acostumbraba a escribir, todo terminará llegando, incluso lo que para él es bueno.

Y dicho y hecho, para sorpresa de todos y contra todo pronóstico, volvió a abrir los ojos, a respirar, a sentir, a soñar y a escribir, a besar los labios de una mujer, a hipotecar su corazón, a tomar las más desacertadas decisiones  y a maldecir a los dioses. 

Los hados se cuidaron de que nunca recordase el camino que conduce a su presencia, que no pudiera intuir siquiera el lugar donde estuvo retenido y que no compartiera con nadie que detrás de este habilidoso y muy elaborado trampantojo, hay un sendero que conduce directo  a la verdad.

En ocasiones el inconsciente, rebelde y desobediente, le regala durante la fase REM  imágenes  incomprensibles, sensaciones que se escapan al alcance de su cerebro y escenas distorsionadas y en blanco y negro de los gritos que no escaparon de su boca y se refugiaron en su espíritu. Del dolor absoluto y de la felicidad plena. De la muerte, de la vida y de cada una de las partidas que ha jugado desde el principio de los tiempos, al colocarse su ficha en el tablero.

En ocasiones despierta asustado y no comprende porqué lo que más le aterra y le entristece es saber que ha despertado. Que debe seguir intentando ser feliz a toda costa, porque una vez lo fue y duró demasiado poco.

Vivir no es fácil, ni con los ojos cerrados. Vivir  tiene un reverso desconcertante al que llamamos muerte, aunque la muerte no es el final. Quizás es al final es a lo que llamamos vida.

 

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