lunes, 27 de diciembre de 2021

Beso de gorrión


Puede que este cuadro de Gustav Klimt sea uno de mis preferidos por lo intrínsecamente cálido de la escena que representa. No es un beso pasional, o al menos yo nunca lo he visto así. Me parece más bien un beso de esos que simbolizan el mayor de los cariños, el amor contenido en un instante, el roce furtivo de unos labios. 
Y es que hay muchos y muy distintos tipos de besos. Desde ese beso apasionado en el que las lenguas se buscan con avidez al paternal beso en la frente, nos encontramos un amplio abanico que abarca los adorables y sanadores besos en las sienes que representan vida, los correctos y corteses besos en las mejillas y los rápidos y nada desdeñables besos en las comisuras de los labios que dotan a quien los entrega del valor suficiente para arriesgarse a una acción que aunque por norma lleva aparejada amor, cariño o deseo, en ocasiones es tan solo un intento por acceder a lo que le está vetado.
Este año he descubierto los besos de gorrión y me han parecido algo precioso. Son esos fugaces besos en los labios que te entrega la persona amada sin pretender otra cosa que demostrarte que tu boca es territorio común, que pese a las seguridad impuesta por la temida distancia social aun hay formas de demostrar que entre las personas que comparten algo especial, hay también momentos para driblar el peligro y esquivar la enfermedad, pues apenas unas milésimas de segundo unen las almas a través de ambas bocas. Son besos generosos y deliciosamente frágiles que no se acompañan ni de caricias ni de palabras bonitas, que no necesitan de miradas incandescentes ni alteración de la frecuencia cardiaca, aunque luego al rememorarlos el corazón se te hinche y rebose felicidad.
Puede que cada uno vea en este cuadro lo que prefiera ver, eso es lo que tiene el arte, que aunque el artista pintase, esculpiera, compusiera o escribiese buscando transmitir una idea, aquellos que disfrutan de su creación no pueden evitar hacer suyo el momento de contemplación y atribuir a la obra su realidad, su deseo o su mayor ilusión. Yo en este cuadro veo a una pareja que se ama pese a todo, que se quiere pese a todo y que pese a todo, se regala un beso. 
Cuantos besos hemos dejado de darnos en estos años de pandemia, cuantos besos hemos detenido contra nuestra voluntad y cuantos besos se nos han arruinado a través de las mascarillas. Este año que termina me ha regalado dos besos que no olvidaré nunca, un beso excepcionalmente cálido y cargado de promesas que denominé beso del milenio, y un beso generoso y consolador de velocidad del rayo y mínimo contacto al que denominé beso de gorrión.
No todo está perdido.

martes, 21 de diciembre de 2021

Aportar


 Laertes enciende el que cree que será su último cigarrillo y aspira la primera calada con algo de sentimiento de culpa. Va a dejar de fumar, quiere hacerlo, puede hacerlo. Sabe que lo más seguro es que no llegué a la senectud, y que probablemente sepulten su cadaver con un par de agujeros de bala en la frente o en el pecho, pero no va a dejar de fumar por salud. Al fin y al cavo de algo hay que morir, y no será el tabaco el que termine con su vida. Lo va a dejar por ella, aunque ella no se lo ha pedido. Pero sabe que no le gusta que fume.

Es curioso. Mientras consume este último pitillo rubio cargado de recuerdos, viene a su mente la idea de que hasta hace más bien poco, nunca se había detenido a pensar en qué podría hacer para ayudar a una persona a ser feliz. Y es que debido a su profesión, el pensar profundamente en alguien conllevaba estudiar sus rutinas, sus horarios y sus puntos débiles para encontrar el mejor momento en el que terminar con su existencia sin testigos, sin complicaciones y sin dejar huellas, rastros o evidencias.

Dedicar toda su atención a una persona no era más que parte de la preparación del encargo y siempre iba asociado a la muerte. De un tiempo a esta parte no puede evitar pensar continuamente en ella y estos pensamientos son completamente opuestos a los que acostumbraba a dedicar a sus objetivos. Ahora solo piensa en vida, en su vida, en la vida en común, en proyectos de futuro. En todo lo que siempre pensó que le estaba vetado y que pertenecía únicamente a las letras de las canciones de amor, o al argumento de esas espantosas películas que ponen en Antena 3 los domingos después de comer, a esos poemas que  se escriben los adolescentes o la publicidad con la que te machaca El corte Inglés para aumentar las ventas en San Valentín. Pero no. Desde que conoció a esa hermosa y elegante pelirroja de dulces maneras y de ojos cargados de luz, algo cambió en el interior de su pecho y supo que sus días como profesional de la muerte estaban llegando a su fin. 

No ha sido en absoluto un cambio radical. Desde el día en que coincidió con ella en un concierto al que acudió realizando un seguimiento del objetivo al que debía eliminar, y que eliminó de dos certeros disparos en los baños del pabellón donde se celebraba el show, Laertes ha seguido siendo el más eficaz de los asesinos de la ciudad. A aquella víctima cuyos estertores fueron silenciados por las guitarras del grupo que levantó al público entre aplausos, le siguieron media docena más, todas eliminadas de forma impecable e inmisericorde, pero es cierto que a medida que su relación con esta maravillosa mujer fue creciendo, también crecieron en él distintos sentimientos a los que al igual que al amor, no estaba acostumbrado, y le confundían. No solo iba a dejar de fumar, también abandonaría su oficio. Quería aportar a la única mujer que consiguió conquistar su corazón y demostrarle que eso del amor es mucho más que una excusa para vender anillos, flores y cajas de bombones, todo cuanto estuviera en su mano para hacer de la vida un lugar a la altura de todo lo hermoso que había logrado despertar en él, y claro, esto de llenar  los cementerios y las portadas de los periódicos a costa de balazos y de puñaladas en la espalda precisamente hermoso no es que se diga.

El destino parece que le ha dado otra oportunidad, y esta vez va a seguir los neones de la vida que le indican el camino a tomar.

Arroja la colilla al rio desde el puente elegido para deshacerse del vicio, del paquete de tabaco con los restos de su adicción, del viejo y fiable mechero de gasolina, de su Pietro Beretta de 9 mm y de la afilada y eficaz navaja automática. Sonríe mirando al cielo donde luce un sol radiante que le recuerda a sus ojos y traga saliva antes de abandonar el lugar donde supo que un día tendría que venir para ponerle fin a todo. Y para comenzar todo.

jueves, 16 de diciembre de 2021

Obstáculos


 

Manchado era un potro de treinta meses nacido del encuentro entre Alba, una yegua torda de hermosas hechuras, y Pistolero, un poderoso semental, alazán y coqueto, que cubrió a Alba a la luz de la luna tras un rápido galanteo.

La manada vivía en las extensas praderas californianas y la abundancia de pastos y de agua permitía que hasta que llegó el hombre blanco, solo tuviera que preocuparse de los ocasionales ataques de pumas, lobos y otras criaturas con las que compartía territorio. Pero el hombre blanco llegó y con él los lazos, las cercas, los alambres de espino y las sillas de montar.

Pistolero había enseñado a Manchado que, aunque los hombres rojos eran respetuosos con la manada, en ocasiones se llevaban a alguno de los potros o de los adultos a sus poblados para utilizarlos como monturas o como animales de carga, pero sin la tortura de sillas, bocados o espuelas. Y el alambre de espino no delimitaba su nuevo hogar.

Manchado creció libre y feliz y cuando abandonó los cuidados de Alba y se unió a otros potros y sementales para aprender a ser un macho adulto, descubrió la responsabilidad de ser un verdadero miembro de la manada. Aprendió a defender a los más pequeños de los peligros, a emplear sus cascos y su poderoso cuello como armas de defensa y a correr atrayendo hacia a él a los depredadores para alejarlos de los más débiles a sus ataques.

Una soleada mañana de primavera la manada sufrió el ataque del más despiadado y cruel de los depredadores, el hombre blanco. Antes de que pudiesen darse cuenta media docena de aquellos desalmados humanos, cabalgando sobre sus tristes y sumisas monturas otrora nobles hermanos de la pradera, se lanzaron sobre ellos ondeando enormes lazos que al trabar entre las patas de Manchado y de dos de sus compañeros de agitado y desenfrenado galope, consiguieron derribarlos y reducirlos. Después llegó el infierno del látigo y la fusta, el doloroso y aterrador hierro que marcó su ancas y la desesperación del picadero, donde dos de los hombres blancos se turnaban para agotarlos y humillarlos hasta que los prisioneros accedieron a la mayor de las vejaciones y accedieron a la silla de montar y al bocado de castigo con el que si no obedecían las órdenes de mando recibidas a través de las riendas, sufrían la más dolorosa reprimenda en sus quijadas.

Manchado comprendió que la vida presenta obstáculos que hay que aprender a esquivar para no caer sin posibilidad de levantarse. Y al igual que aprendió a vadear los ríos evitando las fuertes corrientes, a correr junto a los árboles sin que las ramas golpeasen su cabeza y a calcular la potencia del salto para no caer por los desfiladeros, decidió esperar su momento para regresar junto a sus padres y al resto de los suyos.

Unas cuantas lunas después de su secuestro, cuando los hombres blancos creían haber doblegado su espíritu por completo y haber hecho de él otra obediente bestia, Manchado puso en práctica el plan que había trazado con la meticulosa precisión que le inspiró su deseo de libertad.

El hombre que lo fue a buscar a la caballeriza, conociendo la nobleza del potro, se confió al ensillarlo con la puerta del corral abierta, y antes de que pudiese apretarle las cinchas, cargó contra él con fuerza derribándolo y despojándose de la silla al ponerse de manos encabritado. No dudó en galopar hacía la puerta abierta y abandonar el vallado recinto. Una vez fuera solo tuvo que sortear los inútiles y torpes intentos de otros de aquellos crueles animales de dos patas que intentaron detener su carrera y galopar hacia las lejanas praderas cuyos pastos lo hicieron crecer fuerte y decidido. No se detuvo hasta que cayó el sol y aunque la espuma de su belfos y lo empapado de sus crines evidenciaban el tremendo esfuerzo empleado en su huida, el fogoso potro despreció el agotamiento y recuperado el resuello comenzó de nuevo el camino de regreso hasta su hogar.

Y es que en la vida a veces las circunstancias nos atrapan y nos retienen apresándonos y doblegándonos, pero si sabemos esperar el momento adecuado y no abandonamos la ilusión, volveremos a galopar libres.

domingo, 12 de diciembre de 2021

Con la cabeza bien alta

Se ajustó con delicadeza y esmero  el nudo de la corbata y antes de pedir a su secretaría que facilitara el acceso a los ejecutivos y abogados que participarían en la importante reunión, echó un vistazo a su imagen en el reflejo de la ventana. Todo bien, una vez más se encontraba impecable y eso para él era muy importante. En el mundo empresarial en el que a diario debía nadar entre voraces escualos, proyectar aspecto de hombre de éxito era algo fundamental, pues por desgracia lo de que una imagen vale más que mil palabras era una gran verdad.

Decidió hacer esperar a los citados en la sala de juntas unos minutos más y se encendió un cigarrillo en su despacho. Fumó con algo de cargo de conciencia pues le había prometido a su entrenador personal que abandonaría aquel dañino vicio y aunque ciertamente estaba reduciendo mucho el consumo, aún necesitaba de esos pitillos de recompensa y de los necesarios para calmar los nervios ante determinadas situaciones. Tampoco había renunciado al que fumaba tras hacer el amor con su chico, que le consentía hacerlo por generosidad emocional, dado que Rubén era un verdadero deportista y jamás había fumado.

Lo conoció en la universidad veinte años antes. Ismael aún no había salido del armario y quedar para estudiar con Ruben era algo habitual, sin otro interés que compartir apuntes y ayudarse mutuamente a resolver dudas. Ambos fueron aprobando los cursos de la carrera alternando la primera y la segunda posición en el ranking de calificaciones. Ismael entonces tenía novia formal, una estudiante de Derecho de buena familia y con un prometedor futuro en el bufete de su padre. Si bien es cierto que él disfrutaba mucho más cuando quedaba con Rubén para estudiar que cuando salía con Marta a cenar o a tomar unas copas, hasta que no se matriculó junto a su atractivo amigo en el más prestigioso Master de dirección de empresas, no comenzó a plantearse su sexualidad. Rubén dedicaba sus horas de ocio a modelar su escultural cuerpo y jamás le había conocido novia, ni novio alguno. Simplemente parecía que entre los estudios y el ejercicio su vida ya estaba suficientemente llena, y no necesitaba nada ni a nadie más que pudiera distraerlo de su cometido. 

Todo sucedió la noche previa a uno de los exámenes más difíciles del segundo año del Master. Una noche de café a espuertas, de complicados ejercicios prácticos de balances y cuentas, y de calor, pues estaba terminando un tórrido mes de junio en Madrid y el apartamento donde vivía Rubén situado en una buhardilla en las cercanías de la calle Princesa carecía de aire acondicionado por lo que el pequeño ventilador de sobre mesa apenas refrescaba el ambiente. Rubén se despojó de la camiseta y una cosa llevó a la otra. Tras un primer beso confuso y tímido, Ismael se dejó llevar por el torrente de sensaciones que le despertaba su amigo y enfrentándose a su educación tradicional católica y a los prejuicios asimilados durante su vida, que dotaban a las relaciones homosexuales de todo tipo de despectivos calificativos y de un acceso directo a los dominios de Belcebú en la prometida vida futura, no supo contener su pasión y el amanecer los sorprendió desnudos y abrazados en el sofá del minúsculo saloncito. Aprobaron el examen y cuando hizo pública la lista de calificaciones finales del Master otorgando a la feliz pareja matrícula de honor, Ismael telefoneó a Marta para contarle los resultados y que había encontrado al verdadero amor de su vida y los dos premiados estudiantes aprovecharon para hacer pública su relación.

La familia de Ismael pasó el trago a duras penas y aunque toleraron en sociedad la recién descubierta condición del que fue a ojos de todos el mejor de sus hijos, no se privaron de juzgarlo en un tribunal familiar que lo condenó al desprecio y el ostracismo.

Ismael no tardó en encontrar un buen trabajo en una multinacional de esas consideradas como empresas sin alma, que no dudaban en embargar su piso a una adorable ancianita ni en cerrar la fábrica de un esforzado pero desafortunado empresario. que a costa de mucho esfuerzo había conseguido emplear a los cientos de trabajadores que pasarían junto a él a engrosar las listas del paro.

La vida no es fácil, la vida no es amable y desde que Ismael decidió no ocultar su verdadera sexualidad lo sabía mejor que nadie. Pero haber reunido el valor suficiente para enfrentar a la hipócrita sociedad que aplaudía en público su coraje. y lo tildaba de despojo humano en privado, lo había ayudado a discernir entre la moral y la practicidad y tardó muy poco en convertirse en el más eficaz y meritorio de los ejecutivos de la delegación de su empresa en España.

Apagó el pitillo en el cenicero absorbe humos de su mesa, extrajo un caramelo de menta del oportuno paquete que llevaba en el bolsillo interior de su traje de Vitorio&Lucchino y le pidió a su secretaria que anunciase el comienzo de la reunión.

Espero un  minuto a que los asistentes ocupasen sus puestos en la enorme mesa de reuniones y. jugando con la puesta en escena, hizo su aparición al mismo tiempo que se apagaban las luces y en la pantalla gigante colocada en la pared principal de la sala, comenzaba la proyección del video donde su empresa detallaba la adquisición y remodelación de gran parte de los edificios del madrileño barrio de Chueca. Mediante una multimillonaria operación hostil en la que cerrarían un buen número de los negocios existentes y. solo facilitarían el acceso comercial a las empresas cuyas actividades pasaran su criba moral, lo despojarían de su conocida fama de barrio de ambiente con locales destinados al ocio gay y lo convertirían en la zona residencial más exclusiva destinada a familias de triunfadores de la clase media, elegantes matrimonios con niños que encontrarían en la zona colegios de élite, guarderías bilingües, ludotecas, modernas iglesias donde recibir catequesis para la primera comunión, y todo tipo de atracciones para  favorecer el gasto y la inversión de las familias acomodadas.

"Come o serás comido", pensó Ismael mientras finalizaba el video comercial, al fundir en negro la imagen de un matrimonio jugando con tres adorables mellizos en un parque infantil abarrotado de niños y elegantes baby sitters que vigilaban sus juegos.


 

jueves, 9 de diciembre de 2021

El porqué de esta pasión.


 Siempre he dicho que escribir es para mi una necesaria catarsis emocional. Y es una gran verdad.

Poder sacarte los sentimientos fuera y convertirlos en relatos, páginas de una novela, cuentos e incluso versos es una bendición, por eso cuando lo que me saco de dentro son ángeles y no demonios, las letras flotan sobre la pantalla del ordenador aleteando juguetonas y desplazándose alegres de un lado a otro hasta que ocupan su posición y conforman las palabras más amables y esperanzadoras. 

Sin embargo a veces, como canta Miguel Campello en el tema que encabeza esta entrada, "mancho las hojas con letras sin sentido, letras de lástima y pena, letras de olvido". En esos momentos, en los de tristeza, angustia o miedo, la catarsis es mucho más poderosa y violenta, porque aún siendo una terapia eficaz y reponedora escribir llega a dolerme y cuando termino el texto de desahogo al que me entrego, estoy cansado y me siento débil. 

Como escribió Saramago al hablar del paso de la correspondencia epistolar a la mantenida mediante correos electrónicos, "las lágrimas no podrán borrar las letras de un email", y es cierto. Desde hace unos años ya no he tenido que tirar a la papelera folios emborronados a base de tinta y lágrimas, ahora incluso los más tristes y los que más me han dolido al sacármelos de dentro sobreviven a la implosión de emociones que me revienta el alma. Puede que desde que escribo en el ordenador en vez de en cuartillas, si lloro mientras escribo todo quede en nada, en mejillas húmedas y suspiros, en hipo y en sensación de vacío, pero ya está, no hay que lamentar pérdidas materiales ni otros daños colaterales.

Quizás es por eso que compré un cuaderno para ella y en él escribo los relatos, los poemas y los textos que considero que no le interesan a nadie más ya que ella es la única lectora para los que los escribo. Puede que en alguna ocasión escriba en ese cuaderno alguno con pequeños borrones producidos por una lágrima inoportuna, pero no me avergonzará entregarle un día esta colección de textos inspirados por ella y cargados hasta el extremo de la más absoluta sinceridad.

Llevo una temporada alternando relatos nacidos de mi estrecha relación con la novela negra como escritor y como lector, con relatos y textos muy románticos nacidos de mi estrecha relación con sus ojos del color del sol. En los primeros, que utilizo como campo de pruebas para mis personajes o para situaciones de las distintas tramas de mis libros, pruebo a convertir en literarios los crímenes que me hubiera gustado cometer y los puñetazos que no llegué a pegar a aquellos que los merecieron. Y es una buena catarsis emocional pues mis demonios se apoderan del teclado y golpean, torturan y asesinan a aquellas personas que con otros nombres y otras realidades me han hecho daño en este plano en el que no me cubro con la armadura que protege al autor. Cuando es el miedo el que escribe por mi, llego a abrir las puertas de todos los armarios de mi alma y a mirar debajo de todas las camas de mi inconsciente y al convertir lo que veo en historias que puedo manipular, nada esta oscuro, nada me asusta y cuando termino de escribir no necesito más luz que la que aportan a mi vida la razón y la esperanza.

La angustia es algo tan humano como la alegría o la ilusión, y si bien es cierto que cuando me siento muy angustiado por circunstancias o experiencias demoledoras de mi día a día al sentarme al ordenador lo hago temeroso del resultado, ya sabéis que en mi credo personal rendirme nunca es una opción y, prefiero sacarme de dentro este sentimiento tan peligroso y tan dañino y me obligo a alejarlo de mi dando rienda suelta a la imaginación y  convirtiéndolo en energía positiva.

Mis textos románticos son quizás los más sinceros de cuantos escribo, porque en ellos me desnudo emocionalmente por completo y procuro ser fiel a lo que me dicta el corazón y a lo que me inspira ese sentimiento tan intenso que me alborota, a veces me confunde, pero siempre me colma. Y cuando escribo lo que cierta persona de nombre bifronte me regala con sus besos o sus caricias, al finalizar y leer lo escrito me emociono porque de alguna manera la leo a ella y solo la veo a ella. Y por supuesto me reafirmo en que del desamor nacen los textos más hermosos, por lo que prefiero que todos los que llegue a escribir durante el resto de mi vida no pasen de agradables o bonitos, no quiero que su rechazo o su abandono me llegue a inspirar lo suficiente para convertir la muerte de mi corazón en uno de esos hermosísimos textos.

Escribir es una suerte y un completísimo tratamiento para diversos males del ser humano. Al escribir estás obligando a esforzarse al cerebro y ejercitando neuronas y conexiones neuronales, estás limpiando el alma con una catarsis de lo más provechosa y estás trabajando concentración, introspección, atención y dedicación.

Por eso el día que me nombren presidente del gobierno uniré los ministerios de Cultura, Educación y Sanidad, para diseñar una medicación multifuncional a base de libros, folios en blanco y bolígrafos, o en su defecto de ordenadores personales y e-books. 


lunes, 6 de diciembre de 2021

La duda


 Siempre agradeceré el ser capaz de poder expresarme por escrito, de poder darle forma con palabras a lo que pienso, a lo que siento, a lo que me bulle en el cerebro, me late en el interior del pecho y me desborda el alma condicionando mi existencia. Siempre trataré de mejorar al sentarme ante un folio o ante el teclado de un ordenador. Pero aún me queda mucho por aprender.

Tengo a mi disposición multitud de recursos literarios, un buen número de puntos de apoyo en el verso y la prosa de autores de todos los siglos y la perfecta inspiración de cierta musa de ojos del color del sol que alimenta mi creatividad, mi vida, mi ilusión y mi esperanza en un mañana feliz lleno de folios en blanco para llenarlos con las metáforas que nacen de sus besos y de su mirada. Pero aún debo esforzarme en hilvanar correctamente las letras para tejer ese texto que cuando esté terminado hará justicia a lo que despierta en mi corazón y sabrá expresar de forma real, clara y sincera ese sentimiento al que siempre he querido cantar, pero no pasé de un ridículo tarareo.

Llevo mucho tiempo escribiendo, mucho. En ocasiones ser tan prolífico es contraproducente, pues si uno lo prolífico a lo confuso y lo desacertado de mis emociones en el pasado, me doy cuenta de que en muchos textos que escribí durante los años más difíciles no acerté al explicar el catálogo de sentimientos que trataba de exponer a mis lectores. Pero aunque sigo errando en la forma ya estoy seguro de acertar en el fondo. 

En ocasiones cuando finalice un texto creyendo haber sido capaz de regalarle párrafos escritos por y para ella no me habré dado cuenta de haber suscitado una duda al excederme en los recursos. Con cada empírica declaración de amor por escrito estaré acercándome al texto ansiado. Ensayo error para llegar hasta ella, para lograr acariciarle el alma a kilómetros de distancia. La distancia. Esa distancia que al escribir disfrazo de social, de física, de impuesta, de obligada. Esa distancia que en la discreción de un texto que tan solo era un canto a sus labios y a mi nostalgia de ellos, sirvió para ratificarme que aún estoy lejos de lo que persigo como escritor.

Puede que llegue el día en el que consiga acompañar su desvelo en las noches más difíciles y que al releer las páginas que crearé para que se sienta feliz en negro sobre blanco, consiga dormir tranquila y segura, con la sonrisa en esos labios que me han vuelto loco, y liberada de las angustias y los problemas que han interrumpido su descanso. Y si consigo hacerlo, podré decir satisfecho que al fin soy el escritor que siempre he querido ser. Porque ahora sé que la literatura en mi tiene un único sentido, y no es otro que devolver a mi musa parte de lo recibido y aportarle lo necesario para que sus ojos siempre brillen y regalen vida pese a que las sombras del mundo pretendan adueñarse de lugares donde no han sido invitadas.

Y ya sabéis. En mi credo personal rendirse nunca es una opción y creo que ya he demostrado que no estoy dispuesto a tirar la toalla, ni a arrodillarme implorando clemencia. Prefiero equivocarme mil veces y morir en el intento antes de abandonar el deseo de ofrecerle lo que merece.

Y esta es la llama eterna que arderá en mi alma y se alimentará del oxígeno que me regaló al acariciarme y besarme por primera vez. En aquella ocasión estuve a punto de perder el sentido y ahora sé que lejos de perderlo, encontré el sentido a todo. 

domingo, 5 de diciembre de 2021

¿Distancia social?




 Se puede acompañar de cualquier adjetivo, pero la distancia siempre será distancia y todo lo que me separe de ella merecerá cuando menos mi desprecio y mi repulsa.

Llegar hasta sus labios sorteando los obstáculos más peligrosos que el destino juguetón quiso añadir al camino, ya fue de por si bastante complicado, pero soy peleón y en mi credo personal rendirse nunca es una opción, por lo que a base de esfuerzo y de ilusión conseguí hacerme con ese fabuloso premio de su boca.
Al probar el nectar que guarda en la bodega de su sonrisa descubrí que mi vida ya tenía sentido, y al hacerlo me volví irremediablemente adicto a sus besos. Y sé que no habrá tratamiento ni terapia que me pueda desenganchar de ella porque soy el más feliz de los yonkis, y cada vez que me besa me santiguo agradeciendo a Dios el haberme permitido disfrutar de una nueva dosis.
Pero los hados siempre encuentran la manera de enloquecer y desesperar a los mortales, y al ver que yo había sido capaz de esquivar sus trucos y de superar las dificultades, se inventaron una nueva estratagema y la disfrazaron de virus extremadamente contagioso del que solo escaparíamos al evitar cualquier tipo de contacto estrecho, y al respetar lo conocido como distancia social. Lo que no saben es que no me importa lo más mínimo contraer el mal que pueda matarme, porque vivir sin saborear sus labios y sin sentir sus caricias es ya  la peor y más dolorosa de las muertes, y que además, me consta que nada malo vendrá de ella y que nunca encontraré en sus besos algo que pueda perjudicarme, pues aunque en el pasado hubo otras bocas cargadas de engaño, de mentira, de veneno y de traición, la suya solo alberga verdad, sentimientos hermosos y placer, y no voy a renunciar a ella, aunque se me amenace con la muerte. Morir es permanecer a distancia de lo que más me gusta y lo que más necesito. De lo único que me permite abrir los ojos cada mañana, respirar y desear seguir vivo. Morir es pretender subsistir sin besarla. Agonizar es la distancia, la distancia de ella. Querido destino, por favor, entiéndelo y no te lo tomes como algo personal, pero si me privas de sus besos me estarás forzando a renunciar a tu juego y a maldecirte por siempre. Volveré una vida tras otra para reivindicar mi derecho a amarla y a ser amado. Resurgiré de mis cenizas para intentar conquistarla y llegar de nuevo a su boca. y sobornaré a Caronte para que me cruce la laguna Estigia una eternidad tras otra escondido en su barca y así poder  besar cada día por última vez a la mujer más bonita a la que he besado nunca. Y moriré dichoso para resucitar al momento, y volver a besarla para morir dichoso y resucitar al momento, y volver a besarla. Y volver a besarla y a morir y a resucitar y volver a besarla.
Porque si no la beso no tengo nada, no quiero nada, no me sirve nada, no espero nada y nada me hará feliz...tan solo su recuerdo.

miércoles, 1 de diciembre de 2021

Jugando con palabras


 A veces la más bella esgrimista dialéctica se divierte jugando con las palabras y de uno de sus lúcidos y acertados momentos de diversión, surgió este relato, al darle una vuelta al título de una de mis novelas que en breve abandonará su lugar en el baúl de las novelas inconclusas. Espero que os guste. Que le guste. De su inspiración nacen los pasajes más hermosos.

           El banco de las almas errantes

Los niños de la pequeña capital de provincia se aseguran siempre de que sus juegos terminen antes de la caída del sol y de esa manera poder abandonar el más conocido parque de la ciudad sin aventurarse a un encuentro que podría helarles la sangre. Una vez se han cerrado las puertas de acceso, la ciudadanía abandona allí a su suerte a patos, cisnes, ardillas y pavos reales. Los animales no temen encontrarse con presencias del más allá y agradecen que la leyenda del banco de las almas errantes se haya extendido entre la población librándolos de esa forma de la moleta presencia humana durante al menos las noches.

Iker Jimenez y el equipo de su programa rodó allí un capítulo que batió records de audiencia y desde la noche de su proyección la policía municipal vallisoletana ha tenido que intervenir en numerosas ocasiones para desalojar del "Campo Grande" a intrépidos cazadores de fantasmas, exorcistas de andar por casa y buscadores de adrenalina a cualquier precio.

Según los ancianos del lugar, en  junio de 1936 un cadete de la Academia de Caballería se enamoró de una hermosa pelirroja que acudía al parque vecino al castrense edificio para pasear junto a su perrita cocker y charlar con algunas madres que pasaban allí la tarde vigilando los juegos de sus criaturas. Al principio coincidieron en momentos puntuales y aunque ambos se percataron de inmediato que el destino había decidido cruzarlos por una poderosa razón, intentaron evitar pasar de los educados y formales saludos. Pero el amor es poderoso y una tarde los astros se alinearon y durante un concierto de la banda de música municipal en la Pérgola del parque, él se armó de valor y se aceró a invitarla a bailar. Bailaron un vals manteniendo la distancia de seguridad entre sus cuerpos, pero al mirarse fijamente a los ojos durante los compases finales de la pieza, de alguna manera sellaron un acuerdo de mutua adoración para el resto de sus días.

Acostumbraban a citarse en un pequeño banco de piedra junto al estanque abarrotado de patos y cisnes donde el barquero de la villa paseaba en su elegante barcaza a los niños de las familias pudientes a cambio de unas monedas. Durante esos encuentros cada dos días siempre que él estuviese libre de servicio o no fuera arrestado con cualquier excusa de un superior, ambos se miraban a los ojos, se acariciaban y se besaban con cuanta contención y discreción les permitía su amor y hacían planes de futuro. Él quería terminar su formación, recoger su despacho de oficial y poder ofrecerle a ella una vida digna, pero ella, mujer adelantada a su tiempo, instruida culta y con aspiraciones, ya se había ocupado de labrarse un prometedor porvenir como experta en arte para una importante galería y no necesitaba nada de él más que a él. El tímido y rubio alférez de caballería  había conseguido acariciarle el alma y con eso era suficiente. Él era suficiente.

En Julio estalló la guerra más desoladora que puede afectar a un país, una fratricida guerra civil y los alumnos de la academia fueron movilizados por el bando nacional.

Antes de ser enviado al frente junto a su regimiento, pudieron encontrarse por última vez en el banco donde se prometieron que pasara lo que pasara, sus almas siempre estarían juntas. Y después de un abrazo largo, cálido, inmensamente tierno y muy sincero, se besaron en los labios sin saber que nunca volverían a hacerlo.

Poco más de un año después ella recibió la noticia de que su amado había caído en combate durante una carga a caballo a las afueras de Toledo y presa del dolor acudió al banco de sus citas  a tratar de exprimir los más bellos recuerdos junto a él. Pero él ya no llegaría nunca a la hora convenida.

La hermosa pelirroja de ojos del color del sol siguió acudiendo fiel a su banco dos veces por semana durante el resto de su larga vida llena de éxitos profesionales y personales, y cada vez que abandonaba el banco de los románticos encuentros con el único hombre al que amó de verdad, dejaba allí una flor, un diente de león que le recordaba la aparentemente  imposible fuerza y decisión del rubio oficial de caballería. 

Ella falleció a principios del siglo XXI y desde el día de su fallecimiento, primero el barquillero del parque, después el hijo del primitivo barquero que había dejado la plaza de marino de agua dulce a su linaje y después los empleados municipales de jardinería y del servicio de limpieza, comenzaron a relatar hechos asombrosos y fantasmagóricos.

La presencia de dos figuras humanas abrazándose junto a un banco del parque era habitual dos veces por semana al caer el sol y algunos que pudieron presenciar las apariciones llegaron a contar a quienes quisieron escucharlos que incluso habían oído la voz de un hombre que de forma amartelada decía, "solo sé una cosa, te voy a querer el resto de mis vidas".




lunes, 29 de noviembre de 2021

Afortunado en el juego


Hermes sale de la peluquería tan apenado como satisfecho. La necesidad de cambiar de imagen para evitar ser reconocido le  llevó a pedir un sencillo y radical corte militar que lo despojase de su rubia melena.  Y en efecto, parece otro.

Dentro de su necesario camuflaje para mimetizarse entre la muchedumbre que abarrota la calle Preciados de Madrid, renuncia a su elegante y entallado traje negro de Armani y lo sustituye por algo mucho más informal y discreto, unos vaqueros pitillo conjuntados con una camisa lavada a la piedra y una parca azul con borreguillo, calentita y nada llamativa. Además esta prenda es perfecta para disimular la funda sobaquera de la que pende la Star semi automática de 9mm que desde la noche anterior forma parte indispensable de su indumentaria. No suele ir armado, excepto cuando él mismo debe ocuparse de un objetivo, pero por norma el trabajo sucio lo realizan otros y Hermes tan solo debe señalar el blanco a eliminar. De un tiempo a esta parte, desde que conoció a la mujer más increíble del mundo, digamos que evita la opción final como solución a los conflictos internacionales que el estado español le ordena zanjar de forma completamente aséptica. Sabe que ha perdido decisión a la hora de sentenciar a muerte a quien no atiende a razones, pero es que desde que se mira en esos ojos del color del sol que lo han vuelto loco, se apiada con mucha más facilidad de las personas que pocos meses atrás apenas habrían tenido la más mínima opción de seguir respirando un par de horas tras recibir su visita, Y es que ahora trata de ser el mejor hombre que pueda llegar a ser para poder ofrecerle a la preciosa pelirroja que se ha instalado en su alma la mejor versión de si mismo y poder así aportarle algo a la altura de lo que merece.

El más eficaz agente secreto que jamás tuvo un gobierno democrático se ha enamorado, y al ser un hombre tan racional como inteligente, sabe que este hermoso sentimiento le terminará costando la vida. En su trabajo es mil veces mejor ser afortunado en el juego. Para su propio asombro, de un tiempo a esta parte la habitual fortuna en los juegos de  azar a los que suele entregarse como tapadera durante las vigilancias a los diplomáticos que utilizan los casinos  para reunirse con los agentes de inteligencia  a los que venden secretos de estado a un precio tan alto como sus avariciosas almas puedan conseguir, lo ha abandonado sin miramiento alguno.  Desde que accedió a sus labios y a sus caricias, la suerte en el naipe decidió apoyar a otros jugadores.

No tarda en identificar al hombre al que el alto mando le ha ordenado quitar de en medio pese a su negativa inicial. Una vez más se evitará un conflicto armado entre su país y una nación vecina con la que durante siglos la paz se ha considerado el menor de los males. La ejecución del más ambicioso y despiadado tiburón de las finanzas con pasaporte diplomático que cruza continuamente la frontera intentando chulear al ministerio de exteriores español cuanto puede en las negociaciones de alto nivel, supondrá un periodo de calma para el IBEX 35. 

Sigue al objetivo que le señalaron la noche anterior de entre los negociadores de la mesa de reuniones en la embajada hasta el hotel de lujo en el que se aloja durante sus estancias en la capital, y espera unos minutos asegurándose de que haya llegado a su habitación, donde será sencillo obsequiarle con un proyectil made in spain. 

El avaricioso blanco seleccionado por inteligencia militar no sabe que ha vuelto a nacer. Antes de perder el control de los esfínteres al sentir el cañón del arma sobre su nuca, escucha a Hermes decir en voz queda, "en circunstancias normales ya estarías muerto, pero voy a darte una opción para que conserves tu existencia de sanguijuela".

Tras escuchar una oferta que no puede rechazar, el asustado hombrecillo asume que su vida de negociador terminó en esa habitación de hotel y  de que es un tipo al que el destino le ha concedido una segunda oportunidad. Lo que no sabe es que ese destino se inclina ante una belleza de ojos del color del sol y sonrisa arrebatadora que ha conseguido devolver la humanidad al corazón de Hermes.

La vida sigue para todos hoy. Mientras acude en busca de la mujer que ama, Hermes agradece a los hados el haberla conocido y a raíz de ello, el haber podido  comenzar a dormir sin sentir angustia y constante remordimiento. Ella lo redime de todo y le ha demostrado que siempre hay una luz al final del túnel, incluso de los túneles que Hermes suele cruzar en un viaje sin retorno.


sábado, 27 de noviembre de 2021

Medallas




 Ayer alguien muy especial me emocionó con sus palabras al referirse a ciertas manchas en mi jersey como a medallas a la ternura, pues esos lamparones en los que no había reparado llegaron a la prenda mientras preparaba el desayuno de mi hermana pequeña. No pudo ver mi rostro porque esto me lo dijo a través de un mensaje telefónico, pero cuando leí esa expresión para hablar de las manchas que me avergonzaron al no haberlas descubierto a tiempo de limpiarlas y presentarme ante ella en perfecto estado de revista (pues cada vez que la veo para mi es siempre una primera cita) una furtiva lágrima como aquella que escribió Donizetti para El elixir de amor acudió a mis ojos.  Me emocionó su ternura, su comprensión, su espontaneidad y la hermosura de la elaboración de sus metáforas.

Y es que ella me emociona siempre porque es tan especial, que imprime su sello a todo lo que hace y dice. Y puedo reconocer en la estela de su paso la belleza con la que he soñado al escribir una historia de amor en mis textos y poemas. Y es que la humanidad en su prepotencia y su osadía ha preferido renunciar la esencia del verdadero amor , pero yo no renuncio a este sentimiento porque a veces, en muy pocas ocasiones nos encontramos con alguien que aún conserva ese don tan singular, y camuflado entre el gentío circula por el mundo haciendo de todo lo que le rodea un canto a la vida y a la ilusión. A veces no nos damos cuenta y tenemos la inmensa fortuna de cruzarnos con las mejores personas que el destino permite cruzar en tu camino. Y ella es sin duda la persona de la que me siento más orgulloso de haber podido conocer.

¿Cómo no amarla? 

Conocerla me ha llevado a caminar sin red sobre el alambre de la superación personal, pues a su lado soy consciente de mis imperfecciones, de mis defectos, de mis limitaciones, pero soy feliz al tratar de superar mis taras sin miedo a caer al vacío, pues sé que su sonrisa y sus ojos del color del sol han tendido una red donde me recogerá si caigo, y gracias a esa red  podré disfrutar de una nueva oportunidad para intentar hacerme merecedor de una vida digna. Y de su amor.

Ayer volví a darme cuenta de lo afortunado que soy al poder acercarme a sus labios. Ayer supe que que  mis deseos  han sido concedidos y que los hados decidieron compensar mis noches más oscuras y mis días más tenebrosos con la presencia de una mujer que es verdaderamente humana en el sentido más amable de la palabra, pues  precisamente por lo singular de su ser, posee lo que se consideró desde el principio de los tiempos verdadera humanidad. Y esa particularidad tan escasa como original se percibe a través del aura más luminosa e intensa que he podido sentir jamás en alguien de mi especie.

Ayer esta preciosidad de alma pura  me impuso en el pecho dos medallas a la ternura, y en el corazón una condecoración que jamás soñé poder alcanzar, el cariño más sincero de un ser tan sumamente  especial. Trataré de hacerme merecedor de estas distinciones y de no decepcionarla jamás, porque sé que si un día llegase a fallarla, me estaré fallando a mi mismo, a mis principios, a mis creencias y  a mis valores. Y es que emulando a Calixto en su adoración casi sacrílega por Melibea, ella soy, en ella creo y a ella amo.

lunes, 22 de noviembre de 2021

Con v de Verona


 Los asiduos a este blog no necesitáis que os recuerde que siempre me he declarado shakesperiano y que  desde hace muchos años me entregué por completo a la obra del bardo inmortal. Para mi, Hamlet sea seguramente el mejor ejemplo de perfección literaria, pero claro, para gustos los colores y siempre habrá quien pretenda encontrarle fallos a este texto que considero absolutamente perfecto en su complejidad, en su trama y en la impresionante elaboración y definición de los personajes.

Shakespeare me parece el mejor escritor de la historia y aunque en ocasiones he encontrado alguna dificultad al leer su dramaturgia más densa, sin embargo me he sentido arropado y mecido entre sus brazos al enfrentarme a la lectura de La excelente y lamentable tragedia de Romeo y Julieta , que es el título original del impresionante drama conocido comúnmente como Romeo y Julieta.

Shakespeare bebió de la tradición de los grandes romances trágicos escritos ya en la antigua Grecia muchos siglos antes y a fuerza de leer y documentarse para su obra, llegó a ciertos cuentos italianos en los que podemos encontrar no solo los inconfundibles nombres de los amantes, la ciudad donde se ubica la tragedia o los apellidos de las dos grandes familias, sino elementos narrativos como la boda secreta, el veneno, el fraile bondadoso y otros muchos andamios con los que Shakespeare edificó su obra.

Pues bien, me he propuesto escribir un texto que rivalice en belleza y en sentimiento con los versos más conocidos de esta tragedia, y que pueda incluso superar en romántico sentir y en descarnada verdad a la declaración de Romeo de su amor por Julieta, Por supuesto no sueño en rivalizar con Mister William en calidad literaria (no se me ha ido la cabeza del todo...aún), pero sí creo poder sostener el pulso en cuanto a dar forma escrita a todo lo que la persona amada despierta en el corazón y es capaz de inspirar, porque a mis 47 primaveras el destino ha querido bendecirme con la llegada de la más adorable musa capaz de inspirar en mi las palabras más acertadas. Y puede que su venida tuviese este sentido, el dotarme de la fuerza, el deseo y la inspiración suficiente para convertir en un texto que me transcienda, todo lo que me colma el corazón y el alma desde que descubrí sus ojos del color del sol.

Y si al terminar ese texto debo enfrentarme a  lo imposible de una vida sin ella, en la que no podré compartir futuro, amor y felicidad, sabré escoger con acierto entre el veneno que me retire del sufrimiento al asumir el fracaso, o la hoja de la daga que me atraviese este corazón rendido a la belleza de su sonrisa, a lo cálido de sus besos y a la magia de sus caricias.

Y es que todo termina llegando...incluso lo bueno.

viernes, 19 de noviembre de 2021

Tapicería de cuero


 

Desde que era un niño, siempre quiso tener un deportivo elegante y descapotable, con la tapicería de cuero blanco. Un modelo de esos que despertase la envidia de todos los que al verlo circular por las calles del barrio comprendieran que lo había conseguido, que había triunfado y que pronto se marcharía de allí para no volver jamás.

Marcos era un tipo ambicioso e inconformista y siempre se había negado a seguir los pasos de su hermano mayor, quien, tras más de quince años de formación, terminó trabajando en la correduría de seguros de su padre.

Cultivó su cuerpo y su mente desde muy joven y a sus treinta y dos años era un fornido rompecorazones, acostumbrado a conseguir cuanto se le antojaba. Bien de una forma o bien de otra.

Al abrirse el semáforo, cambió rápidamente a segunda y aceleró fuerte para pasar a tercera al escuchar rugir el motor. El bólido le pedía que fuese subiendo de velocidad en la recta de la avenida principal de aquella zona otrora marginal y problemática, pero que desde el boom de la construcción y con el vertiginoso crecimiento de la ciudad, se había convertido en una zona residencial bien comunicada. Contaba la zona con todos los servicios para que el precio de la vivienda en ella se disparase como un subfusil ametrallador, una de esas Uzis israelíes disparando en modo ráfaga.

Al llevar la capota levantada, sintió como le golpeaban la cara el aire y las miradas de envidia de aquellos vecinos que nunca apostaron un euro por él y que ahora matarían por ocupar su asiento en aquel bólido. Bajo las caras gafas de sol de marca que cubrían gran parte de su rostro, el orgullo se adueñó de la expresión de su mirada.

Redujo con un suave toque de la palanca de cambios y frenó a tiempo para detenerse ante el paso de peatones donde aguardaban prudentemente una madre y su hija que agarradas de la mano se habían detenido al verle acercarse a lo lejos. Tras frenar galantemente, les sonrió y les hizo un gesto con la mano indicándoles que podrían cruzar sin riesgo alguno. Ello le hizo merecedor de una sonrisa de la preciosa pelirroja que acompañada de la pequeña cubrió casi a paso ligero la distancia hasta la acera del otro lado de la calzada.

Durante una fracción de segundo, se planteó aparcar en el primer hueco libre y buscar a aquella belleza en el parque infantil vecino, pero el destino quiso que las cosas se torcieran y no hubiese tiempo para perderlo en amoríos. Un coche patrulla de la policía nacional se detuvo justo a su lado y el agente que conducía el Zeta, atraído por el deportivo que aguardaba el paso de las peatonas. lo miró de arriba abajo y al reconocerle, encendió las sirenas del patrullero.

Sin dar opción alguna a la policía, salió de allí a toda velocidad y el deportivo descapotable de tapicería de cuero, le demostró de que estaba hecho su interior. Los más de trescientos cincuenta caballos del motor de ocho válvulas galoparon sobre el asfalto dejando atrás a los uniformados, que lejos de tirar la toalla, emprendieron la persecución mientras pedían refuerzos por radio.

Al ver que lo seguían a lo lejos y sabedor de que en breve otros coches patrulla se unirían a la persecución, tomó la primera salida hacia la autovía del Mediterráneo y se dispuso a vender cara su vida. De la guantera extrajo la Piettro Beretta de 9 mm con cargador para quince proyectiles y la amartilló soltando para ello el volante durante un par de segundos. Los suficientes para que una moto se incorporase desde la calle contigua y no pudiese esquivarla.

Al impactar contra ella, el cuerpo del piloto salió disparado destrozando el parabrisas con el impacto y poniéndolo todo perdido de sangre.

La elegante tapicería de cuero blanco se arruinó por completo y Marcos perdió el control del descapotable que fue a estrellarse contra el quitamiedos y dio cinco vueltas de campana.

Menos mal que el cinturón de seguridad y el airbag del conductor cumplieron con su cometido y cuando llegaron los primeros coches de policía, todavía pudo recibirlos a balazos, parapetado tras los restos del coche que habría de sacarle del barrio que lo vio nacer y transportarlo hasta donde sus sueños quisieran llevarlo. Honorio, el napolitano que había diseñado el golpe, le había avisado del peligro de llamar la atención cuando repartieron el botín del que fue el atraco más importante que se había realizado con éxito en España, pero él no le hizo caso y creyó que con la cantidad de vehículos de alta gama que estaban comprando constructores y promotores inmobiliarios, el suyo pasaría prácticamente desapercibido. Nunca había sabido controlar sus caprichos y este lo iba a llevar a la cárcel. O al cementerio.

La primera bala lo alcanzó en el pecho y le hizo gritar de dolor. Dolía. Dolía mucho más que lo que le habían contado otros miembros que se unieron a la banda tras haber luchado como guerrilleros en la guerra civil de su país de nacimiento, la antigua Yugoslavia.

Iba a morir, pero prefería terminar allí que envejeciendo en una cárcel donde seguramente se convertiría en el juguete sexual de alguno de los reclusos. Su cabello rubio, su piel blanca, sus ojos azules y su rostro aniñado serían un reclamo para aquellos desaprensivos que decidiesen saciar sus apetitos sexuales con el recién llegado.

Un agente de los GEO aparecido como por arte de magia lo encañonó con su subfusil y le gritó que tirase el arma.

Marcos hizo un rápido repaso de su vida y tras recordar la cara de su madre, la única mujer a la que había querido de verdad, echó un último vistazo a los restos de aquel coche que, durante unos días, lo había hecho sentirse un triunfador en la vida. Después, levantó la automática hacia el agente del grupo de operaciones especiales y todo terminó para él. El juez ordenó el levantamiento del acribillado cadáver de Marcos apenas una hora después

Una grúa municipal llevó el vehículo destrozado en el accidente al desguace del depósito.  El funcionario que se ocupó de recibir ese envío, le puso la etiqueta que autorizaba la completa destrucción del deportivo para extraer las piezas que aún pudiesen ser de alguna utilidad, pero al quedarse solo, la cambió por la de “vendido” y se hizo con las llaves. Tras años de trabajo en el taller de reparaciones de Mercedes, había conseguido ese puesto cómodo y aburrido para la administración local, pero aún conservaba sus habilidades como mecánico. Desde que era un niño, siempre quiso tener un deportivo elegante y descapotable, con la tapicería de cuero blanco. Un modelo de esos que despertase la envidia de todos los que al verlo circular por las calles del barrio comprendieran que lo había conseguido, que había triunfado y que pronto se marcharía de allí para no volver jamás.

Los faros delanteros del accidentado vehículo se iluminaron unos segundos como por arte de magia y dentro del capó, se escuchó algo parecido a una risa demoniaca. Aquel capricho de la automoción, acababa de conseguir otra alma.

 

 

 

 

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Lo demás poco importa


 

Imaginad una mañana de finales de noviembre. Una mañana de comienzos de invierno, hace más de veinte años. Pensad en la cocina de un viejo caserón de pueblo. Su principal característica es una enorme estufa negra; pero también contiene una gran mesa redonda y fue precisamente sobre esa mesa, sobre la que la hice mía por vez primera.
Acababa de regresar del establo, de encerrar al noble potro pinto que había elegido ella misma para montar mientras yo terminaba el artículo que debía entregar al jefe de la redacción esa misma noche. Con los pantalones de montar, las botas y el largo cabello pelirrojo recogido en una coleta, estaba preciosa.
Había venido a pasar el fin de semana conmigo, de visita informal. Era una compañera del periódico con la que había comenzado una amistad con visos de convertirse en otra cosa mucho más interesante pero jamás había pensado que fuésemos a dar el salto de aquella manera.
Cuando entró en la cocina, donde yo acostumbraba a escribir al amor de la vieja estufa, mis ojos no pudieron apartarse de los suyos, tan verdes, tan hermosos, tan llenos de vida. Ella interpretó a la perfección mi mirada y sonriendo se acercó hasta mí y antes de que pudiese pronunciar palabra, sus labios se posaron en los míos y su lengua comenzó a abrirse paso en mi boca.
Al estrecharla entre mis brazos, sentí los frenéticos latidos de su corazón y los acompasé con los míos propios, que habían alcanzado su mismo grado de intensidad. Mi mano izquierda dibujó un corazón en su espalda y mi mano derecha se entretuvo deshaciendo su coleta y solté  aquella melena que me  cautivó desde el primer día en que coincidimos en el despacho del director. Lo demás fue la crónica de una muerte anunciada.
Tras derribar cuanto había sobre la mesa, sin importarme que el ordenador pudiese estropearse con el golpe y perder el artículo aún por terminar, la coloqué en su lugar. Le ayudé a despojarse de la blusa con impaciente deseo. Al terminar de hacerlo, la arrojé sobre la silla más cercana, ella hizo lo mismo con mi suéter y, nos regalamos cientos de apasionados besos. El tiempo se me hizo eterno hasta que conseguí quitarle las altas y engorrosas botas, no había forma de terminar de desnudarla con ellas puestas.
Mis zapatos volaron hasta el extremo opuesto de la cocina y tras ellos, los pantalones. La vida da muchas, muchas vueltas; tantas, que si no te agarras bien en las curvas puedes salir despedido. Y a punto estuve de estrellarme contra el muro de mis principios morales al reparar en el enorme anillo de pedida que adornaba el anular de su mano izquierda. Al preguntarle por él, respondió de forma nerviosa y confusa, lo que me dio a entender que yo no era más que un recuerdo o una muesca para la culata de su revolver emocional. Una gélida mañana de comienzos de invierno puede convertirse en el día de calor más intenso y una anodina relación laboral, en la historia de amor más hermosa sobre la que escribir la novela perfecta, pero en esta ocasión a punto estuvo de convertirse en la historia más vieja del mundo y sobre ella hay demasiados libros y multitud de canciones y películas.

Emma puede que se termine marchando de mi vida, como sus otras cincuenta predecesoras en mi corazón, pero lo que no se irá nunca, es el recuerdo de sus besos, el aroma de su perfume y la profunda huella que me ha dejado en el alma.
 Y su forma de respirar en mi oído y de decirme que soy suficiente.

Y lo demás poco importa.

martes, 16 de noviembre de 2021

Ingenioso y prudente


Hermes se levanta de la mesa de reunión exhibiendo su encantadora sonrisa y estrecha las manos de los diplomáticos que han participado en el encuentro. Uno a uno los va marcando con el contacto y la mirada y al hacerlo se siente como un Cesar en el coliseo. La intensidad de apretón de manos a cada uno de los que se la tienden le recuerda inconscientemente a aquel que dependiendo de la inclinación de su pulgar decidía entre la vida y la muerte. 

El estado español había vuelto a enviar a su mejor y más completo diplomático a tratar un asunto de vital importancia para la comunidad internacional. Aquel servidor público de rubio cabello recogido en un moño alto, tatuajes en los brazos y piernas ocultos por un ajustado traje negro de Armani, y vacíos agujeros en lóbulos, ternilla, ceja y nariz que en ocasiones cubre con aros de plata o pequeños y solitarios brillantes, es mucho más que el mensajero de los dioses y el negociador del estado.

Hermes consiguió decidir su futuro durante los años de formación en las distintas academias militares y policiales, tras haberse doctorado en Historia y en Filología Hispánica. En un tiempo todo era rápido, todo debía hacerse con prisa, todo era fugaz y ardía con velocidad, pero esa misma aceleración constante que terminó costándole lo que más quería, casi lo lleva a la muerte y al despertar confuso y dolorido en la cama de la UCI de un hospital, decidió frenar y olvidarse de la velocidad como forma de vida. Durante el tiempo que pasó enchufado a distintas máquinas en estado de coma, realizó un interesante viaje interior que lo acercó peligrosamente a los dominios de Hades, pero del que regresó más sabio, más prudente y mucho más ingenioso aún de lo que era de por si. Se le concedió la vuelta, el despertar, el manejo de la palabra y la oportunidad de encontrar aquello que siempre había buscado y que consiguió identificar en los ojos del color del sol que luce la mujer más increíble de cuantas ha conocido jamás. Pero a cambio los dioses le impusieron el castigo de tener que someterse a diario a un férreo dominio de las emociones, al freno de su naturaleza impulsiva y a largos periodos de introspección en los que identificar los errores y las posibles soluciones.

Al reincorporarse a su formación como agente secreto del estado español, concluyó su adoctrinamiento en la unidad de información y relaciones diplomáticas, trabajando la templanza, la paciencia y el ingenio. Fue sin duda el mejor de su promoción y los mandos disfrutaban al ver con que parsimonia podía poner fin a una guerra geo política en el tercer mundo, mientras con un simple guiño de ojos o un apretón de manos decidía que blanco sería eliminado sin compasión para que una vez más el fin justificase los medios. Y todo lo hacía con calma, con cabeza y con corazón.

Hermes se convirtió así en una pieza clave del juego de poder en el que España había recuperado posiciones.

Al abandonar en helicóptero el palacio de congresos del país sudafricano donde Naciones Unidas decidió reunirlos, escucha la tremenda explosión del pequeño misil lanzado por el dron que han enviado los oficiales de inteligencia, quienes al identificar las señales estipuladas por la intensidad de los saludos de despedida al haber podido ver y grabar la reunión gracias a la cámara oculta en las gafas de sol de Hermes sujetas por una patilla del cuello de la impecable camisa blanca, eliminan los objetivos señalados para mantener la paz y la estabilidad en el mundo. Y para defender los intereses de España.

martes, 9 de noviembre de 2021

Mi hogar está entre tus brazos



 He vuelto a disfrutar de un hogar y a asegurar los pies en el suelo porque agarrado a tu mano no volveré a caer.  Mi hogar eres tu, y está allí donde tu estás.

Como canta Mikel Izal, desenvuelvo nuevos recuerdos que aún no tengo, pero que me regalas cada día, cada noche, cada segundo que se me ha concedido en esta segunda temporada para disfrutar de ti y dejo atrás los viejos malos sueños, dejo atrás un pasado turbio, un montón de dolor y de desengaños, de fracasos y de continuos errores, porque eso ya se conjuga en pretérito y ahora solo hablo, vivo y amo en presente y en futuro, el pasado lo he enterrado bajo un túmulo decorado con dientes de león y otras flores pequeñitas y simbólicas.

He encontrado algo mágico pero real al tiempo y al fin puedo abandonarme a vivir lo que siempre soñé porque llevo soñándote todas mis vidas, y el destino permitió que nos encontrásemos un 24 de julio durante el concierto de alguien que solo me aporta belleza y amor, y entre toda esa belleza y todo ese amor tenías que aparecer tu, que eres la personificación de ambas cosas. Y junto a los amigos presentes en el concierto y que me ayudaron a llegar a ti, te hiciste hogar.

Desde aquella noche hemos ido construyendo el más maravilloso de los espacios, porque juntos creamos el lugar donde poder mirarnos a los ojos sin más preocupación que los incómodos parpadeos que interrumpen ese momento de adoración, en el que soy feliz al bañarme en la luz que desprenden tus ojos del color del sol. 

Por primera vez en mis vidas me hinco de rodillas para agradecer a los hados el haber mezclado materia, polvo de estrellas y esencia divina, y haberme asignado una casilla en ese tablero de juego donde los dioses se enfrentan en una eterna partida y que los mortales llamamos existencia.

Me culpo por mi confuso pasado desde las alturas donde ahora se encuentran mi conciencia y mi razón y trato de que todo ese bagaje personal, del que apenas rescato media docena de sonrisas y un centenar de libros, sirva al menos para decorar este hogar donde has plantado tu bandera y donde desde luego eres la reina, la única diosa y la melodía que embellece el silencio de mi espíritu asustado.

Gracias, eterna, gracias por haber llegado, por haberte detenido a mi lado, por haberme acariciado como nadie me acarició jamás y por haberme llevado al límite al posar tus labios sobre los míos. Gracias por inspirarme las frases más hermosas y los más hermosos deseos. Gracias por ser y estar, pese a que creía que nunca conjugaría el verbo to be de esta manera tan especial.

Pongo mi mundo en tus manos y mi ilusión en tus brazos, pero por favor, no te sientas responsable si en algún momento te vence el peso y permites que se caigan, porque estos son los únicos regalos que puedo hacerte ahora para completar y decorar  el estuche forrado de terciopelo negro donde he guardado todo mi amor para que lo dejes sobre tu mesilla de noche y lo abras cuando te apetezca. Y cuando te apetezca lo bebas a sorbitos o de un trago, como prefieras.

Mi hogar está entre tus brazos y allí quiero que entierren las cenizas de esta increíble historia si un día decides que mi literatura no está a la altura de tus sueños.

Pero mientras tanto prometo disfrutar de cada instante compartido, de cada roce, de cada fantasía y de cada realidad.

viernes, 5 de noviembre de 2021

Pese a todo


 Apuró los restos del café con leche largo de café y, al hacerlo, descubrió que debía llevar un largo rato dándole vueltas a la cabeza, pues ese último trago de lo que acababa de beber estaba lo suficientemente frío como para resultarle desagradable.

Tenía que hacerlo ya. No podía perder más tiempo con su filosófica introspección, aquello debía terminar de una u otra forma, pero en este mismo momento. Al final las cosas podrían torcerse y no es descabellado pensar que cualquier rescoldo de bondad o de clemencia le impidiesen apretar el gatillo.

Pero no habría clemencia, solo tuvo que mirar una vez más al despojo humano que solloza sobre el sofá con los labios sellados con esparadrapo y las muñecas y los pies sujetos con bridas. Se conoce que trata de decirle algo, seguramente de implorar por su vida, de pedir perdón y piedad, pero no quiere escuchar ni una sola palabra de su boca traidora y falsa. No se molestaría en arrancarle el esparadrapo para concederle la oportunidad de ablandar su corazón. Hace tan solo unos meses puede que lo hubiera perdonado, pero ya no. Ahora no hay nada que hacer. Que se lo hubiera pensado mejor antes de traicionarlo y destrozar su alma. Si hay algo que Laertes no perdona es la traición. Y precisamente una traición lo ha devuelto a su antigua vida, lo ha liberado de ese nuevo hombre en que había pretendido convertirse. Lo ha rescatado de una vida normal y anodina, de un futuro cómodo y de un día a día intentando borrar de su memoria los rostros de aquellos que ejecutó en los últimos años. 

Pocas horas antes ha desenterrado el contenedor oculto bajo cemento y tierra en un cercano y discreto pinar, y recuperó sus armas y su pasado, todo junto. Dos por uno.

Invitó a aquel que un día consiguió convencerlo de que era su amigo a tomar una copa en casa, sabedor de que aquel indeseable no rechazaría un baso de buen whisky gratis. Y así fue.

Hace años no hizo lo que debía haber hecho y lo permitió vivir, lo indultó pese a su traición y dejó que continuara con su asquerosa existencia. Su hora ha llegado. Laertes se concede un segundo de buen corazón al desear que haya disfrutado de esta prórroga, de este tiempo de descuento. Tras volver a la realidad de su atormentada conciencia se levanta decidido, apoya el cañón del arma con silenciador sobre el pecho de su víctima y efectúa dos disparos con la pistola semi automática de 9 mm. Las dos heridas son mortales de necesidad. Ambas balas han atravesado el corazón de aquel indeseable y lo han reventado por dentro haciéndole sentir por un único segundo lo que Laertes sintió durante muchas noches en vela años atrás, cuando con su traición le reventó el corazón destrozándolo por completo.  La única diferencia es que en la espalda de Laertes no quedó cicatriz de los orificios de salida. Las enormes cicatrices que jamás podrá ocultar son las que le decoran el alma.

Ya está. El rubio asesino de bigote bicolor limpia las pequeñas salpicaduras de sangre que han escapado de la zona de contención y los restos de carne y de hueso del sofá, y envuelve el cadaver con la sábana con la que había cubierto el confortable sillón de piel con la escusa de que el gato se lo llenaba de pelos.  A su gato nunca le ha puesto restricciones ni normas, es libre de hacer lo que le venga en gana. Como ahora vuelve a serlo él.

Laertes ha vuelto y sonríe con una sensación de que todo irá mejor desde ese momento. Pese a todo. 

lunes, 1 de noviembre de 2021

En t`e attendant...


 Al terminar de leer los textos que Anya había inspirado en aquel escritor de pasado melancólico y amartelada sonrisa, Gala y Beatrice se abrazaron sollozando al comprender que nada tenían que hacer al lado de aquella mujer de ojos del color del sol, que había conseguido aportar a un talento en desarrollo la suficiente belleza como para que este terminara de escribir el texto más hermoso de cuantos se habían escrito hasta la fecha, y que lleva su nombre, su olor, su sonrisa y el brillo de su ojos.

Para ello, Anya no tuvo que hacer otra cosa que acariciarle el rostro y besar sus labios, mirarle con esos ojos de vida eterna y decirle que a pesar de sus miedos, sus traumas y sus complejos, era suficiente.

El limerente escritor se entregó por completo a su musa y tanto la aprendió a querer que no necesitó siquiera de corrección en sus textos, pues nacían plenos de cuanto le desbordaba el alma y sujetos al ardor más puro y más sincero.

Durante sus primeros años de creación se había ido haciendo un nombre poco a poco, pues siempre fue de esos autores que mojan la pluma en el tintero de las emociones, pero desde que una noche de verano ella se cruzó en su camino, la literatura cobró un nuevo sentido en él.

Cada segundo junto a ella, cada conversación telefónica, cada mensaje a través de las redes sociales, hacían nacer en negro sobre blanco las más acertada metáforas y las palabras adecuadas para trasladar a un texto, a un poema o a la letra de una canción todo aquello que jamás pensó que mereciera conocer, pero que gracias a Anya se había instalado en su día a día. Y por ello además de un inmenso amor, sentía un eterno agradecimiento.

Anya pasó a formar parte de ese selecto grupo de deidades que habitan entre nosotros y que son capaces de demostrar que los mortales y Dios, a veces se mantienen unidos por un vínculo muy especial.

Anya es eterna, él la querrá el resto de sus vidas y jamás dejará de escribir por y para ella, de respirar por y para ella y de sonreír por y para ella.


sábado, 30 de octubre de 2021

Como gustéis


 Laertes enciende un  pitillo con su viejo mechero de gasolina, sabedor de que será el último que fumará en esta vida. Y no piensa morirse, no. Al menos no de momento. Piensa vivir y disfrutar tanto como pueda de su nueva existencia, que comenzará en el momento en el que cubra por completo y asegurándose de que nadie podrá encontrarlo, el contenedor de aluminio y metal donde ha enterrado sus armas, sus distintos pasaportes, toda la documentación falsa y aquello que podría relacionarlo con su anterior vida. Había pensado conservar su fiel y fiable Pietro Beretta de 9 mm y un par de cargadores por si algún fantasma del pasado lograba localizarlo, pero en esto como en otras muchas cosas decidió cortar por lo sano y de la forma más radical posible. 

Tras asegurarse de que nadie ha podido verlo cavar el agujero donde enterrará un pasado que recibió una herida mortal de necesidad al mirarse en unos ojos del color del sol, introduce el cofre con los restos del Laertes que fue y lo cubre con el cemento que ha terminado de mezclar unos minutos antes.

Ella le ha descubierto que hay una vida más allá de la muerte, que hay futuro lejos del incierto pasado y que el amor es mucho más que compartir fluidos,  soportar embustes y medias verdades, repetir frases manidas,  pagar cenas, y dejar billetes sobre una mesilla de noche.

El rubio asesino de bigote bicolor ha hecho bien las cosas. Antes de tomar la decisión más transcendental de cuantas ha de tomar a lo largo de sus años, supo construirse una nueva realidad con un trabajo digno, unos ingresos aceptables y una discreta identidad . Ella no necesita nada de él ni lo quiere, ni lo ha pedido nunca, pero Laertes piensa ser suficiente para ofrecerle un futuro sin miedo a nada, una existencia placentera y todo el amor que siente en el interior de su alma, alma que creyó haber perdido años atrás cazando en los dominios del angel caído, y que de forma inexplicable ella encontró y le devolvió con el primero de sus besos.

En la cuenta personal del profesional sicario hay más de cuarenta personas, objetivos de todo tipo, entre hombres y mujeres. Nunca aceptó eliminar a niños, de alguna manera trató de ser fiel a sus principios y aunque  nunca quiso aceptar objetivos femeninos, mató previo pago a aquellas mujeres que habían hecho de la traición, la maldad, la avaricia y la crueldad,  su campo de trabajo.

Va a amanecer en unos minutos y todo está listo. Su pasado sepultado bajo cemento, grava y tierra, su mañana esperándolo acurrucada bajo las mantas en un piso de la cercana ciudad  donde lo espera agotada por la jornada laboral, pero dispuesta a regalarle toneladas de esperanza con cada caricia y con cada beso.

Al haber renunciado por completo a aquel que fue, Laertes  siente por primera vez en su vida que es un hombre plenamente feliz. Puede que esta vez las cosas resulten más complicadas de lo que planea, pero le da igual, porque ella merece la pena. La quiere y por amor acaba de enterrar al único hombre al que teme y que podría descerrajarle un tiro en la sien, él mismo.

Que el destino le sea propicio. Lo merece.


jueves, 28 de octubre de 2021

Amartelado


 Trató de atender a razones, de controlar el galope, de sujetar bien las riendas y dominar a la desbocada bestia, pero no hubo manera. Ese caballo salvaje que pasta en el interior de su pecho y que se alimenta de emociones y sentimientos, decidió emprender la más veloz de las carreras persiguiendo un sueño, una sonrisa y una ilusión, cegado por el brillante sol que resplandece en los ojos de la mujer más bonita del mundo.

Al comenzar el poderoso sprint, el amartelado escritor acarició el cuello de la montura que lo ha llevado de un lado a otro a través de las bastas praderas literarias donde quiso instalarse desde que descubrió que la razón le había cedido unos cuantos acres allí, y que aquella extensión de terreno virgen y fértil le permitiría sobrevivir en un mundo donde no acaba de encontrarse a gusto al saberse distinto a todos.

Atrapado en el caos de una brutal limerencia, solo puede respirar para ella, existir para ella y escribir su nombre oculto tras cada frase romántica, tras cada metáfora acertada y tras cada sinónimo de belleza. Ha aprendido a nadar en un océano infestado de mundanos adjetivos calificativos que pretenden devorarlo, y cada vez que se sumerge en las aguas del recuerdo, la fuerza de sus brazos aún lo mantiene a salvo del mordisco fatal. Llegó a sentirse tan débil que pensó en abandonarse a la normalidad y sumergirse sin remedio, pero tras haber tocado fondo y haber inundado sus pulmones lastrando la oportunidad de ser feliz, acertó a descubrir su pelirroja sonrisa entre la bruma, y en un último y desesperado esfuerzo, emergió poderoso y desafiante, y el propio destino se hizo a un lado y lo permitió vivir.

Hoy el rojo alazán pura sangre que golpea las aurículas con sus cascos herrados corre más que nunca  en dirección hacía ella. Sujeto a la silla y apretando bien las rodillas para evitar la caída, él se deja llevar sonriente ignorando el bocado que podría detener aquella frenética marcha y renunciando a la fusta y las espuelas, pues ese salvaje animal que un día trató de ser domado en el picadero de la mentira, no merece sufrir más golpes ni más castigos.

Hoy se sabe suficiente y bienvenido, y el aire que le golpea el rostro al galopar hacia el destino más placentero y necesario, lo despierta a la realidad de un futuro posible, difícil, pero real y maravilloso.

domingo, 24 de octubre de 2021

Feliz


 En la foto que encabeza este texto se aprecia el momento de la presentación inmersiva de mi novela Temporada de sustos, acaecido durante el vino español que se ofreció al término del evento. Mientras estaba dedicando ejemplares a los lectores que abarrotaron la sala de Cultura de Simancas, el escritor Gustavo Gonzalez Gallego y su novia la poeta Ruth Iglesias, protagonizaron una escena teatral sorpresa para terminar de sumergir a los asistentes en las peripecias de mi alter ego, el inspector del Grupo de Homicidios de la policía de Valladolid, Iván Pinacho.

Todo comenzó junto al Archivo General de Simancas donde recibí a  un centenar de personas allí convocadas, y donde tres actores vallisoletanos escenificaron como primera sorpresa de la tarde, una escena de la novela que acontece allí mismo. Los lectores que se acercaron a la presentación comenzaron a entender de que iba eso de una presentación inmersiva.

Desde allí bajamos hasta la comisaría de la Policía Local de Simancas, de vital transcendencia en la novela y donde trabaja mi amigo, el subinspector jefe Ibón Otxoa, quien además de asesorarme en las páginas que allí se desarrollan me facilitó desde la uniformidad completa para uno de los actores, al  acceso y el tránsito por el municipio de cara al transporte de todo lo necesario para la presentación editorial.

Una vez entramos en la Sala de Cultura de Simancas el público se fue acomodando al ritmo de la música de  Cosmic Birds, Jean Blazer, Dieddro y el resto de artistas que componen la BSO de la trilogía Crímenes de temporada, que sonó en la sala hasta que Alberto, el alcalde de Simancas presentó el acto con unas cariñosas palabras que evidenciaron nuestra afinidad en lo cultural y su apoyo sin fisuras a esta iniciativa. 

La editora Eva Melgar y yo hablamos de las dos primeras entregas de la trilogía, Temporada de setas y Temporada de sustos, de la evolución de su protagonista y de la mía propia como escritor. A la charla se sumó durante unos minutos el pintor Pepe García, autor de la acuarela para la cubierta de la novela y padre de la ilustradora Eva García cuyas ilustraciones para Temporada de sustos se fueron proyectando en bucle en una pantalla tras la mesa de presentación.

Todos los presentes disfrutamos de las intervenciones musicales en directo de mis buenos amigos Darío Martín H, Pablo Acebal, Ángel Lévid... quienes fueron intercalando sus actuaciones con nuestra conversación y regalándonos su talento y su arte en las canciones que acompañan al Inspector Pinacho durante las páginas de las distintas novelas.

Una vez terminó el acto de presentación en el interior de la sala, la editorial Suseya ediciones, bajo cuyo sello se publica la trilogía completa, ofreció a los asistentes un delicioso y generoso vino español con los caldos que Pinacho bebe cuando no está de servicio y con las delicatessen que el rubio policía de bigote bicolor disfruta cuando tiene ocasión a lo largo de las aventuras narradas en estas novelas.

Los vino de Bodegas Yllera, Bodegas Valdehermoso y Bodega las tres jotas, y los botellines de cerveza, y agua mineral para quienes no beben alcohol, armonizaron a la perfección las espectaculares creaciones dulces de Dasilva Gastronomía, los increíbles bombones de morcilla con mermelada de vermú rojo y naranja, obra del chef Pablo Scarfone del Vayco Valladolid, y las empanadas y deliciosas tortillas variadas del Vintage 10 Sotoverde.

Durante ese ágape cortesía de la editorial, dediqué docenas y docenas de ejemplares de las dos primeras entregas de mi trilogía y charlé con los lectores aprendiendo de sus críticas constructivas y agradeciendo sus felicitaciones y sus palabras positivas con respecto a mi literatura.

La escena interpretada por mis dos compañeros de trinchera literaria cuya foto encabeza esta entrada puso fin a una presentación tan arriesgada como especial, que fue un éxito absoluto a todos los niveles y en la que además pude contar con la discreta presencia de la musa que inspira mi obra, y cuyos ojos del color del sol han hecho crecer en mi las ganas de avanzar, de afrontar cualquier peligro y de ser la mejor persona que pueda llegar a ser y el mejor escritor que consiga ser, para ofrecerle el mejor Juan que pueda ofrecerle y compartir con ella el resto de mis vidas.

Todo salió mejor que bien, fue una noche preciosa y después de casi ocho años de dolor, miedo y tristeza, esta mañana me he despertado absolutamente feliz y sabedor de que las cosas por fin han comenzado a cambiar. El destino ha decidido que la sonrisa sea un atributo permanente en mi, y no un complemento ocasional o postizo.

Gracias a los hados y a Supergato, conocí a la mujer más maravillosa y más bonita, que es maestra en el ajedrez y en el esgrima dialéctico. Ella me ha enseñado lo que quiere decir la palabra amor. Gracias a ella comienzo a levantarme de nuevo y a sentir que soy suficiente. Gracias a mis amigos, a mis lectores y a todos los que me apoyan, habrá Juan para rato y muchas, muchas páginas llenas de vida. Y de las muertes necesarias. 

miércoles, 20 de octubre de 2021

Con la guardia baja


Laertes presiona el resorte que permite extraer el cargador vació del arma y con rapidez introduce un nuevo cargador completo. El último. 15 proyectiles de 9mm que marcarán la diferencia y harán que esta noche pueda descansar en el nuevo colchón viscoelástico que le llevó ayer mismo un empleado del comercio especializado, en el que se hizo con él a través de la página web, o  que el forense de guardia examine su cadaver y certifique con exactitud la causa de su muerte para escribir el informe que ratificará ante los del Grupo de homicidios de la Nacional que se encarguen del caso.

Está enfadado. Y mucho. Por primera vez en todos los años que lleva dedicándose al noble oficio de eliminar blancos  a cambio de una considerable suma de dinero, lo han pillado con la guardia baja. Imperdonable. Ha cometido el más reprochable de los errores que podía haber cometido. Bajó la guardia, se confió y ese exceso de confianza seguramente le cueste la vida.

Un par de balas del 44 magnum impactan contra la columna del garaje tras las que se ha parapetado y el sonido de los proyectiles al agujerear la estructura de hormigón levantando esquirlas de pintura y cemento le suena a gloria porque es muy diferente del que harían al impactar en su pecho atravesándolo de parte a parte y destrozando costillas, huesos y órganos.

El sicario que han enviado para acabar con él se relame desde su posición al ver como Laertes economiza los disparos. El tipo es un profesional y dos y dos son cuatro de toda la vida, por lo que si su objetivo ha disminuido la intensidad del fuego es porque apenas le queda munición. Como buen cubano exiliado en España calcula rápidamente que porcentaje del pago por eliminar al asesino del bigote bicolor ayudará a traer a España a sus parientes ma´s cercanos. Cuando envié el dinero el ron correrá por la antigua y desvencijada casa familiar de La Habana y los vecinos bailarán con su madre y sus hermanas al son de los ritmos heredados de aquellos primeros esclavos africanos que llegaron en los barcos españoles durante el siglo XVII.

Ensimismado en cómo gastará la suculenta suma que le pagarán por su trabajo y en de qué forma justificará ante su madre semejante ganancia para que no lo lleve de la oreja a la iglesia más cercana a confesar sus pecados y a poner su alma en paz con Dios, el sicario cubano comete el mismo error que Laertes y se permite bajar la guardia durante unos segundos. Los suficientes.

Laertes ha tenido tiempo para sacar del bolsillo las llaves de su mini descapotable, aparcado a escasos metros del lugar desde donde el tirador efectuó el primer disparo que lo alcanzó en el estómago y que lo habría reventado por dentro  de no ser por el chaleco que oculta bajo la negra chaqueta de piel.

Pulsa el botón de abrir las puertas y el sonido y las luces al encenderse distraen al caribeño asesino que se gira con rapidez para mirar hacía atrás y asegurarse que el tal Laertes no cuenta con un ayudante que lo vaya a socorrer  en momentos tan delicados como este, Craso error. Cuando vuelve a mirar en dirección a la columna donde su objetivo se ha parapetado, la punta hueca de una bala de 9mm le entra por el ojo derecho atravesando su cabeza en trayectoria ascendente pues el rubio asesino que tenía acorralado lo dispara desde el suelo a pocos metros de su posición. Ha sido rápido, muy rápido.

Laertes comprueba que el sicario no lleva encima documentación sobre el objetivo ni nada con lo que la policía pueda relacionarlo cuando encuentren el cadaver. Limpia sus huellas de la columna y de toda superficie con la que ha tenido contacto y agradece a Dios y a Supergato que la mayoría de los vecinos se hayan largado de vacaciones durante el puente y los pocos que se han quedado duerman como benditos en sus dormitorios aislados e insonorizados por las primerísimas calidades de sus viviendas de lujo. Le va a joder mucho volver a mudarse, pero esto es lo que hay. Tendrá que buscar un nuevo hogar provisional y esforzarse en no bajar la guardia de nuevo. Eso o prepararse una oposición al cuerpo de Correos. Y sacar plaza.