sábado, 30 de octubre de 2021

Como gustéis


 Laertes enciende un  pitillo con su viejo mechero de gasolina, sabedor de que será el último que fumará en esta vida. Y no piensa morirse, no. Al menos no de momento. Piensa vivir y disfrutar tanto como pueda de su nueva existencia, que comenzará en el momento en el que cubra por completo y asegurándose de que nadie podrá encontrarlo, el contenedor de aluminio y metal donde ha enterrado sus armas, sus distintos pasaportes, toda la documentación falsa y aquello que podría relacionarlo con su anterior vida. Había pensado conservar su fiel y fiable Pietro Beretta de 9 mm y un par de cargadores por si algún fantasma del pasado lograba localizarlo, pero en esto como en otras muchas cosas decidió cortar por lo sano y de la forma más radical posible. 

Tras asegurarse de que nadie ha podido verlo cavar el agujero donde enterrará un pasado que recibió una herida mortal de necesidad al mirarse en unos ojos del color del sol, introduce el cofre con los restos del Laertes que fue y lo cubre con el cemento que ha terminado de mezclar unos minutos antes.

Ella le ha descubierto que hay una vida más allá de la muerte, que hay futuro lejos del incierto pasado y que el amor es mucho más que compartir fluidos,  soportar embustes y medias verdades, repetir frases manidas,  pagar cenas, y dejar billetes sobre una mesilla de noche.

El rubio asesino de bigote bicolor ha hecho bien las cosas. Antes de tomar la decisión más transcendental de cuantas ha de tomar a lo largo de sus años, supo construirse una nueva realidad con un trabajo digno, unos ingresos aceptables y una discreta identidad . Ella no necesita nada de él ni lo quiere, ni lo ha pedido nunca, pero Laertes piensa ser suficiente para ofrecerle un futuro sin miedo a nada, una existencia placentera y todo el amor que siente en el interior de su alma, alma que creyó haber perdido años atrás cazando en los dominios del angel caído, y que de forma inexplicable ella encontró y le devolvió con el primero de sus besos.

En la cuenta personal del profesional sicario hay más de cuarenta personas, objetivos de todo tipo, entre hombres y mujeres. Nunca aceptó eliminar a niños, de alguna manera trató de ser fiel a sus principios y aunque  nunca quiso aceptar objetivos femeninos, mató previo pago a aquellas mujeres que habían hecho de la traición, la maldad, la avaricia y la crueldad,  su campo de trabajo.

Va a amanecer en unos minutos y todo está listo. Su pasado sepultado bajo cemento, grava y tierra, su mañana esperándolo acurrucada bajo las mantas en un piso de la cercana ciudad  donde lo espera agotada por la jornada laboral, pero dispuesta a regalarle toneladas de esperanza con cada caricia y con cada beso.

Al haber renunciado por completo a aquel que fue, Laertes  siente por primera vez en su vida que es un hombre plenamente feliz. Puede que esta vez las cosas resulten más complicadas de lo que planea, pero le da igual, porque ella merece la pena. La quiere y por amor acaba de enterrar al único hombre al que teme y que podría descerrajarle un tiro en la sien, él mismo.

Que el destino le sea propicio. Lo merece.


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