viernes, 26 de marzo de 2021

En su mundo


 Relato inspirado por la obra homónima de la artista bogotana afincada en Valladolid, Sandra Gamboa.


Laertes lleva más de dos horas tumbado en el sofá del salón de casa sin hacer el menor ruido, pensando en cómo solucionaría su problema con Germán, el abusón de primero de BUP, que se había empeñado en amargarles la vida a él y a sus amigos cuando salen al recreo en el patio del colegio.

Todo comenzó un par de semanas antes, cuando al volver a clase tras las vacaciones de navidad, Germán le echó el ojo al balón nuevo de su amigo Rafa, "el Topillo" (los compañeros de séptimo C lo llaman así dada la tremenda miopía que sufre y que le obliga a llevar gafas desde quinto) un Tango del Madrid firmado por Raul y por Iker Casillas que le trajeron los Reyes por mediación del padre de Rafa, que es periodista deportivo en El Norte de Castilla. Germán, al que los niños del cole llaman Conan por su tamaño y su fuerza, se encaprichó del balón y trató de llevárselo ignorando las súplicas del Topillo, pero tuvo que desistir cuando este se lo dijo al hermano Josué, el jesuita que controla el patio durante los recreos. El hermano Josué amenazó a Germán con expulsarlo del cole tres días y con llamar a sus padres si no devolvía el balón y se disculpaba con Rafael. Germán accedió de malos modos a devolver el esférico objeto del deseo, pero se negó a estrechar la mano de Rafael en un intento por hacer las paces. Cuando el hermano Josué no miraba, Conan le dijo a Rafael que lo esperaría a la salida, y le explicaría como funcionan las cosas en la calle y, aquel día Marcos y Laertes acompañaron a Rafael hasta casa saliendo por la puerta pequeña que da a la plaza grande donde está el colegio de chicas con las que los mayores han iniciado un fructífero acercamiento.

Desde aquella funesta mañana los tres  son objeto de todo tipo de insultos, desprecios y empujones por parte del abusón y sus amigos, y también desde aquella funesta mañana, Rafael no ha vuelto a llevar al colegio el balón más chulo con el que Laertes ha jugado nunca. Aunque bien es cierto que su interés por el futbol es mínimo, comparado con otros deportes como el Karate, al que lo apuntaron sus padres en el gimnasio de al lado de casa y que lleva practicando ya tres años los lunes miércoles y viernes de siete a nueve. Laertes es cinturón marrón y ha ganado unas cuantas medallas en Kumite. Se le da bastante bien y los maestros del gimnasio dicen que es una promesa del Karate vallisoletano.

Lo de hoy ha sido la gota que ha colmado el vaso, Germán les ha cogido el balón a unos niños de sexto y le ha pegado un balonazo tremendo a Rafael en toda la cara. El golpe ha sido tal, que las gafas del Topillo han salido volando y cuando estaban en el suelo uno de los amigos de Conan ha fingido no darse cuenta, y las ha pisado rompiendo los dos cristales. Ante la denuncia de los compañeros de Rafael, el hermano Josué ha aplicado el derecho a la presunción de inocencia y de nada le han servido las acusaciones y testimonios de los presentes, pues un Germán nada sobreactuado y reamente creíble, se ha metido por completo en su papel encarnando a un desolado compañero de juegos que al despejar un balón que se dirigía con peligro a al área pequeña ha alcanzado al niño de las gafas en toda la cara. Solo le ha faltado llorar al explicar al jesuita que él no tiene la culpa de pegarle tan fuerte al balón y de que el gafotas se haya cruzado en su trayectoria. Y en cuanto a lo de las gafas había sido algo normal, pues ya había sonado el timbre y los chicos del patio corrían a formar filas junto a la puerta del patio y, en el caos, el compañero no pudo evitar pisar unas gafas que no deberían estar en el suelo.

Cuando el hermano Josué ha disuelto el corro de acusados y acusadores y se ha marchado a controlar la vuelta a las clases, Germán se ha girado y con una impresionante sangre fría y una mirada demoníaca le ha dicho a Rafael: "Te jodes, llorica. Y esto es solo el principio. Tus colegas y tú vais a suplicar que os cambien de cole".

Pero Laertes no va a consentirlo. Va a conseguir que expulsen definitivamente a Germán, que Rafael vuelva a traer el balón del Madrid y que por supuesto no les pase absolutamente nada ni a él ni a sus amigos.

Al principio había pensado en esperar a Germán en el pasillo pequeño de los baños y darle una lección al abusón, sin ruidos innecesarios, sin testigos y sin piedad, pero descartó la idea ante la posibilidad de que algún niño con urgencias fisiológicas pudiera presenciar la acción y diera parte de ello. Tras mucho cavilar, Laertes llegó a la conclusión de que él no sería la mano ejecutora. Si su plan salía bien, el hermano Josué se ocuparía de expulsar a Germán y para ello trazó un plan tan simple como efectivo.

Por medio de un amigo en primero de BUP se había hecho con el horario de la clase del abusón y aprovecharía que mañana a primera hora este tenía Educación física para colarse en el vestuario y hacerse con uno de sus libros de texto de la mochila. Los alumnos del cole tienen la obligación de llevar los libros con el nombre y apellidos escritos en mayúsculas en la primera página para evitar pérdidas y sustracciones y al estar German y su clase en el gimnasio, no habría testigos del hurto. Una vez se hiciera con el libro se dirigiría con rapidez a la capilla para robar el Cáliz del sagrario y profanarlo orinando dentro y dejándolo después junto a la puerta de la capilla, en la que escribiría imitando la letra de Germán, "me meo en Dios". Luego abandonaría el libro robado a Conan en el suelo junto a las escaleras de acceso a la pequeña capilla donde se oficiaba misa todos los martes.

Si todo salía bien, los jesuitas aplicarían al malévolo alumno como mínimo un severo correctivo físico y lo expulsarían del centro, tras abrirle expediente disciplinario.

Laertes escuchó a su madre llamarlo para ir a merendar y tras contestar que iría enseguida, que se había despistado porque estaba relajado en su mundo pensando en sus cosas, se levantó y sonriendo de medio lado acudió a recoger su bocadillo de Nocilla.

A la mañana siguiente y mientras entregaba a su tutor el justificante falso en el que se lo excusaba de la ausencia a primera hora por haber tendido que ir a hacerse análisis, escuchó los bofetones que el hermano Josué le pegaba a Conan tratando de conseguir una confesión ante el terrible sacrilegio y la abominable afrenta a Dios padre, confesión que no sería necesaria, pues habían encontrado el libro con su nombre y desde luego esa forma de escribir la D mayúscula como la de su apellido, Dámaso, era inconfundible.

De nada le sirvieron a Conan los llantos y las protestas, jamás volvió al colegio y Laertes escuchó al año siguiente en el patio a uno de los amigos del expulsado contar que no lo admitieron en ningún otro colegio privado de Valladolid, y que tras pasar unos meses en un instituto de los más problemáticos de la ciudad, comenzó a meterse en líos con gente peligrosa y acababa de ingresar en el Zambrana, el correccional para menores, que es la antesala de la cárcel.

Desde entonces cada vez que Laertes se tumba a relajarse en su mundo, el mal tiembla.


jueves, 25 de marzo de 2021

Burundanga


 Laertes comprueba  que ha cerrado bien la puerta de la casa de Jezabel y no puede evitar que le vengan a la cabeza recuerdos de otros tiempos más agradables, más felices y desde luego mucho más amables. Pero esta noche no ha venido a descorchar botellas ni a hacer el amor. Esta noche ha venido a matarla.

De alguna manera ella siempre supo con quien se jugaba los cuartos. Aunque no hiciera falta explicarle cual era su verdadero oficio, dos y dos son cuatro de toda la vida y Jezabel sabía sumar perfectamente.

Al principio de aquella relación tan animal y tan diferente, a ella le hizo gracia creer que su nuevo capricho, su nuevo juguete, su nueva víctima, era guardaespaldas de personalidades y autoridades políticas con permiso para portar armas, horarios intempestivos, desapariciones ocasionales sin dejar  rastro y exageradas medidas de seguridad y de discreción en todos sus actos y movimientos. No le importó en absoluto que durante días, tal vez semanas, Laertes no atendiera el teléfono ni diera señales de vida, porque luego regresaba con flores, regalos y varios ceros más en la cifra de su cuenta corriente.

Ella ocupaba esas ausencias con otros hombres, otros caprichos y otros vicios, pues de todo lo anteriormente citado tenía en abundancia. Pero cometió el único error que Laertes no podía perdonarle. Jezabel intentó chantajearlo al revolver entre sus pertenencias tras haberlo drogado con una de esas drogas sintéticas que anulan la voluntad, y que el asesino profesional más cualificado de España no esperaba ingerir disuelta en la copa de vino, que la que pensaba era su chica le ofreció antes de llevárselo a la cama y hacerle el amor como solo ella sabía. Al registrar su ropa, cuidadosamente doblada y colocada en una silla junto a al cama, encontró una unidad USB en la que Laertes guardaba la grabación extraída del teléfono de su última víctima y en la que se veía como el rubio asesino de bigote bicolor eliminaba uno a uno a todos los guardaespaldas del finado. Tras introducirla en el ordenador y asistir boquiabierta a aquel alarde de eficacia y sangre fría, la hermosa morenita de rasgos duros y lujuria tan insaciable como sus ansias de riqueza, sintió por un lado una excitación fuera de lo normal y por otro, que podía extorsionarlo para asegurarse un futuro sin volver a servir copas tras la barra de un bar. Hizo una copia y la almacenó en la memoria de su disco duro. Craso error.

Esta mañana Laertes despertó mareado y revuelto, sabedor de que algo extraño había sucedido. No le costó atar cabos. Fingió dejarse engatusar por Jezabel para echar un polvo glorioso y después de pegarse una ducha y vestirse, rechazó el café que le ofreció la erótica chantajista y se despidió de ella arguyendo que el deber lo reclamaba y que la llamaría en un par de días, tres a lo sumo.

Jezabel no tardó más de dos horas en enviarle un wasap pidiendo que la llamase en cuanto pudiera, pues tenía que contarle algo de vital transcendencia. Tras colgar el teléfono después de atender su requerimiento y escuchar sus condiciones, Laertes comenzó a diseñar el crimen. Echaría de menos aquellas adorables caderas y aquella complaciente boca, pero bueno...el mar por el que acostumbra a navegar  sufre superpoblación de peces y no le costará demasiado encontrar sustituta.

Entra en el dormitorio de Jezabel y la encuentra dormida, desnuda y  abrazada a la que supone es su nueva víctima, un maduro caballero, atractivo aun, cuyo traje italiano que evidencia un nada desdeñable poder adquisitivo lo espera perfectamente estirado en el galán de noche ubicado junto a la cama, al lado de donde también puede ver una botella vacía del mejor vino de la Ribera del Duero. Seguramente el exceso de alcohol y el desahogo carnal lo harán dormir como un bebé y no se enterará de absolutamente nada. Por un segundo duda si matarlo o si dejarle el marrón de explicarle a la policía porqué ha amanecido junto a un cadáver con restos de su semen en la vagina, la boca y el interior del ano. Se decanta por la segunda opción. Seguramente este señor podrá pagarse un buen abogado y se lo pensará dos veces la próxima vez antes de dejarse llevar por sus bajas pasiones.

Opta por la 9mm con silenciador y Jezabel recibe un único, efectivo  y preciso  balazo en el cráneo, mortal de necesidad. 

Antes de abandonar la vivienda con sigilo Laertes accede al ordenador de la difunta con la clave que ella misma le dio en su día con una excusa peregrina, para que pudiera realizarle una transferencia  bancaria. Comprueba que no se ha hecho ninguna copia del video de marras y procede a borrar la memoria del disco duro. 

Al doblar la esquina  de la céntrica calle vallisoletana donde se encuentra el edificio en el que tanto placer compartió en los últimos tres meses, escucha los primeros alaridos del caballero seducido por su ex que ha debido despertarse empapado por la sangre de Jezabel y se desgañita pidiendo auxilio. Mucho antes de que lleguen los primeros sanitarios y la primera unidad de la Policía Nacional, Laertes llega a su domicilio y se pone a salvo. 

Desde luego la burundanga es un invento de demonio.

viernes, 19 de marzo de 2021

Cada día


 Hoy me pide la sociedad que recuerde a mi padre porque el 19 de marzo es su día. Pero yo lo recuerdo a diario, y a diario desde que falleció hace ya casi siete años, le digo lo que no supe decirle en vida: que le quiero mucho, que siento no haber estado a la altura de su educación, de su ejemplo y de sus valores y que trataré de conducirme según lo que se empeñó en  inculcarme.

En esta foto mi padre camina por el puerto de una población costera con mis dos hermanos mayores y conmigo (yo soy el elemento peligroso armado con una escopeta que toma posiciones desde su puesto de tirador instalado en una sillita de paseo). Con el tiempo mi madre y él sumaron dos nuevos elementos al clan familiar y llegaron mis hermanas Alejandra y Silvia para cerrar el círculo.

La vida pasa, muy despacio unas veces y demasiado rápido otras, pero hay cosas que siempre nos acompañarán y de alguna manera formarán parte de nosotros. Y entre esas cosas y en un lugar de honor, están nuestros seres queridos.

Mi padre nos enseñó la importancia del respeto, de comportarse con dignidad, de la palabra empeñada y de la cultura como signo de distinción. Mi padre trató de darnos la mejor educación y todos los medios para que encauzásemos nuestras vidas y llegásemos a ser personas válidas  y autosuficientes, capaces de afrontar todo lo que viniera unidos por ese importante vínculo de la sangre, vulgarmente conocido como familia.

No era mi mejor amigo, ni se obcecó en serlo. Era mi padre y siempre se comportó como tal, como maestro, guía, consejero, educador y figura de autoridad, pero también como cariñoso e inseparable  compañero en esta aventura existencial a la que me trajo un verano de hace ya bastantes añitos.

Me enseñó que todo está en los libros y me regaló el placer de la lectura y me descubrió la magia de la escritura. Siempre me apoyó en mi afán literario y me animó en mis aprendizaje como escritor. Él fue un lector insaciable y una pluma muy acertada.

Quizás el día que mejor  pude intuir que se sentía orgulloso de mí, fue el de la presentación de mi primer libro ante las autoridades, la prensa, la  familia y los amigos y lectores que se acercaron al lugar de la presentación abarrotando el espacio y aplaudiendo mis relatos.

Como misión principal en esta segunda oportunidad que se me concedió unos pocos meses antes de que mi padre nos dejase, quiero llegar a ser por lo menos la mitad de buena persona, de profesional, de íntegro y de culto que fue mi padre. Y para ello me agarro a su recuerdo y a su ejemplo.

Durante mucho tiempo he sentido que de alguna manera colaboré con su muerte, pues al sufrir de aneurismas de aorta y estar operado de ellas en varias ocasiones, no podía llevarse sobresaltos ni sustos o preocupaciones excesivas, y yo me estrellé con la moto una noche primaveral y permanecí en coma una semana, en la que a diario los médicos de la UCI le decían que seguramente no despertase o que de hacerlo, dada la gravedad de mi lesión cerebral, lo haría en pésimas condiciones. Pero desperté y allí estuvo él. Mis últimos recuerdos con mi padre, me llevan a días duros en los que volvió a aprender a caminar conmigo, a enseñarme a que tirar la toalla nunca es una opción y a alegrarse con mis triunfos cotidianos. El día que falleció desayuné con él, ya que para que me diera tiempo a acudir a mis sesiones de recuperación neuronal en el hospital, me preparó el desayuno. Yo me fui al centro médico y él se sentó a trabajar en su despacho, pues fue un formidable abogado que mantuvo su cabeza a pleno rendimiento hasta el último momento y la muerte lo visitó trabajando, permitiéndolo despedirse de mi madre y morir en sus brazos. Cuando regresé de mi recuperación, encontré el coche fúnebre en la puerta de casa y el cadáver de mi padre en su despacho, acompañado por mi madre que no ha dejado de llorarle desde entonces.

Hoy es el día del padre. Como ayer, como mañana y como todos los días del resto de mis vidas.

Siempre será el faro que alumbre mi camino. Su luz me protegerá  de naufragios inconscientes, puesto que como capitán, sigo dejando mucho que desear.



miércoles, 17 de marzo de 2021

¿Enamorado?


 Por favor, que alguien me lo explique.

Ya comienzo a peinar alguna cana, si bien es cierto que al ser tan rubio pasan desapercibidas, e incluso me dan un toque más nórdico. Pero que cojones...lo cierto es que ya tengo cuarenta y seis primaveras y hace tiempo que abandoné el rol de eterno adolescente con complejo de Peter Pan para cambiarlo por el de madurito inconformista, simpático y con inquietudes.

Llevo en esto del amor desde los catorce años, cuando besé a la primera chica y descubrí lo increíble de lo que me revolvía el alma y me llevaba a un estado emocional y sicológico absolutamente desconocido hasta entonces. Y para que hablar de lo físico...

De repente abandoné a don Emilio Salgari, Verne, Dumas y a Mark Twain y me entregué a lecturas donde sus protagonistas incorporaban al concepto aventura una nueva connotación, como es el caso de Isabel Allende o de inmortales como Shakespeare. Había descubierto el amor. Abandoné la costumbre de escribir cuentos donde valientes y esforzados guerreros se enfrentaban a toda clase de peligros y comencé a escribir mis primeros versos románticos y mis primeros textos donde las palabras corazón y beso se adueñaron de la esencia de lo escrito.

Aquellos primeros labios fueron la antesala de mil y una noches sin dormir, de cientos de cartas de amor y de infinidad de ramos de flores. Creí haberme enamorado hasta las trancas de todas y cada una de las chicas que me dijeron "ojos azules tienes" y morí por amor y resucité docenas y docenas de veces. Y me fui haciendo mayor. Por desgracia no tardé demasiado en descubrir la cara oculta de esta redonda luna que agitaba mis mareas emocionales y pronto me enseñaron lo que era la infidelidad y cuanto podía doler. Lloré al pensar que todo aquello no era más que una impresionante mentira y me desesperé al no entender que alguien que te juraba amor eterno, fuera capaz de besar al día siguiente a un chico con el culo más duro, los músculos más trabajados y la moto más grande. Y presa de la rabia comencé a jugar al mismo juego aprovechándome de mi habilidad para el cortejo mediante las firmas y las dedicatorias en las carpetas de las niñas del colegio de enfrente primero, y de los SMS y los wasaps años más tarde. Lo mío era escribir el amor más que investigarlo y aprender a llevarlo a cabo. Pero aquello de la traición y la mentira no era mi estilo, y tan solo me llevó al desastre.

Amé y fui amado y traicioné y fui traicionado. Encontré en mi camino a todo tipo de mujeres llegando incluso a desposarme con una de las que mejor me vendieron la mentira y con más acierto me clavó el estoque. Y un así y todo no conseguí aprender ni interiorizar la realidad de esto del amor.

Soy de naturaleza enamoradiza. Esa frase la he repetido en centenares de ocasiones, pero creo que si hubiera sustituido "enamoradiza" por "enfermiza", la verdad de la sentencia no hubiera disminuido. he tenido la inmensa fortuna de haber creído amar a muchas y muy diferentes mujeres, la inmensa mayoría de ellas maravillosas. También a algunos ángeles negros camuflados de embusteros seres de luz. Y ahora descubro que me acostumbré a llamar amor a aquello que no era más que atracción y cariño, empatía, amistad y deseo.

Todas las canciones de amor hablaban de mi. Todas las películas y novelas "rosas" contaban mi historia y todos los versos de los más grandes poetas los firmé yo. Nunca he sido Brad Pitt, pero siempre he tenido mi público y he encadenado una relación sentimental tras otra. Prefiero un millón de veces hacer el amor que follar, follar es solo gimnasia y soy más de un buen libro o de una partida de mus que de correr en chándal.

Y el dolor más grande de todos los sufridos por este importante y herido músculo rojo cuya principal labor es la de bombear sangre, llegó muchos años después de haberme embarcado en esta aventura, al escuchar de la única mujer que lo único que ha querido de mi es a mi, que no se sentía realmente amada. Que no consideraba que yo estuviese enamorado de ella.

No puedo escudarme en los desengaños y las traiciones, no puedo ocultarme tras las malas experiencias. No debo justificarme con argumentos facilones. No he sabido hacerlo. Me creía un hombre ducho en la materia y experto en las artes amatorias, pero no solo no he estado a la altura de su amor y de su entrega, tampoco lo he estado a la de lo hermoso de lo que siento por ella y no lo he sabido dar forma. Pero las cosas nunca pasan porque sí, pasan porque tienen que pasar. Así que me quedo con el aprendizaje y me conjuro en silencio para que cuando el tiempo y los hados lo consideran oportuno, sepa expresar mis sentimientos con la energía necesaria y no solo con palabras bonitas, besos mecánicos y movimientos de cadera.

La vida me ha enseñado que de todo debemos aprender y que lo importante es corregir los errores del pasado y no volver a repetirlos.

Y en ello estoy. Sigo creyendo en el amor, pese a todo.


viernes, 12 de marzo de 2021

Costuras

 

Desde luego mi creador será un científico extraordinario, pero con la aguja y el hilo, es una auténtica vergüenza. Si no me hubiese cosido los miembros de forma tan bochornosa, no habría llamado la atención de todos los vecinos en cuanto puse un pie en la calle del pueblo. Y luego la estupidez esa de colocarme tornillos en las sienes para acoplar las dos mitades del cráneo donde introdujo el cerebro que robó del cementerio municipal. 

Soy un esperpento e incluso en los tiempos que corren, con tanto hípster y tanto gótico, punki y demás, no paso desapercibido en ninguna parte. Cometió el terrible error de ponerme el corazón de aquel suicida egocéntrico y vanidoso que se ahorcó por no haber sido seleccionado para entrar en operación triunfo y claro, en cuanto me miré en un espejo, me vinieron unas espantosas ganas de machacarle la cabeza y arrancarle la espina dorsal. Como soy un monstruo bueno, procuré que no sufriera y traté de anestesiarlo con un disco de Raphael. Casi lo conseguí, pero el muy imbécil se puso a tararear uno de los temas y a llevar el ritmo con los pies. También se los arranqué. 

Asco de aprendices.

sábado, 6 de marzo de 2021

Un año


Ha pasado un año ya desde esta entrevista que me realizó mi querida Ivana La piana  y desde que Temporada de setas vio la luz.

Hay que ver cuanto ha cambiado la vida a lo largo de este año. Me miro y no me reconozco (bueno... he perdido unos cuantos kilos con respecto a esta grabación, aunque no he crecido un solo centímetro, pero sí, sigo siendo yo) y esa alegría en los ojos, esas ganas de demostrarle al mundo lo importante que es sentirse vivo, y esa necesidad de demostrar que `por muy difíciles que se pongan las cosas, todo es posible, se han oscurecido a lo largo de este año. Pero siguen aquí.

El pasado 6 de marzo fue sin duda uno de los días más felices de mis vidas y lo disfruté hasta la saciedad, porque no hacía demasiado tiempo, todo presagiaba que seguramente no volviera a escribir, ni incluso a andar o a respirar por mi mismo. Y no contento con respirar, andar y escribir, me esforcé y fui capaz de sacar a la luz mi primera novela después de varios libros de relatos. Y la noche de su presentación fui un hombre feliz y completo. Disfruté de la velada con multitud de familiares y amigos que quisieron acompañarme en un día tan especial e incluso hubo quien, como mi buena amiga Noe, se cogieron un avión desde allí donde Cristo perdió la sandalia, para acompañarme y decirme que me quería y que estaba muy orgullosa de mi. ¿No es este motivo suficiente para darle gracias a la vida?.

Fue un acto muy especial y muy bonito. Grandes amigos y artistas como Dario Martín H, Pablo Acebal y los Cosmic Birds nos acompañaron con su música (Pablo y Darío con un impresionante directo), y otros amigos a quienes admiro y estoy profundamente agradecido, aportaron lo mejor de sus vides, de sus pinares y de sus cocinas para agasajar a los asistentes con una pequeña fiesta posterior al acto.

Marcos Yllera aportó su presencia acompañado por su hijo, y una buena cantidad de cajas de los deliciosos  vinos que salen de sus bodegas. Rubén Da Silva (a quien no pudieron acompañar Judit y Noa por encontrarse pachuchas) dejó al público ojiplático con los bombones de Da Silva  Gastronomía.

Pablo y Almudena (del Vayco Valladolid) así como Fer (del Vintage 10 Sotoverde) desplegaron su talento y su generosidad en las mesas donde acompañados por las nueces caramelizadas de Maria José y Teresa, ofrecieron a los asistentes multitud, de tapas y delicias con las que maridar los vinos de Marcos y la cerveza que generosamente aportó el Gastro Lava, quien también se sumó a esta fiesta de la cultura, proporcionando cerveza, grifo, mostrador y vajilla.

Desde la Fundación municipal de Cultura de Valladolid pusieron cuanto estuvo en su mano para hacer de este un día inolvidable y Juan, Atila y Maria (y todo el personal del LAVA) crearon el espacio perfecto `para que la literatura, la música, la gastronomía, el vino y el cariño corrieran como la espuma.

Un año después, al recordar aquella noche, solo puedo estar incluso más agradecido aún y seguir emocionándome.

Mis padres me enseñaron a cuidar a los amigos, a tratar de ayudar en cuanto pueda y a agradecer el cariño y el apoyo. Y hace un año recibí más apoyo y cariño del que creo ser merecedor. Pero como todo se transforma y cada uno da lo que recibe, pienso devolver más de lo que he recibido.

Han pasado 365 días espantosos en los que hemos sufrido angustia y mucho miedo, hemos perdido a seres queridos, hemos tenido que encerrarnos para escapar de un virus y hemos visto como nuestra economía, nuestros proyectos y nuestros sueños, sufrían lo indecible. Pero rendirse no es una opción, y doy fe de que merece la pena luchar por levantarse.

El día uno del confinamiento comencé mi nueva novela, Temporada de sustos, y ya está en proceso editorial (una vez más junto a Suseya ediciones). Si Dios quiere verá la luz en cuanto la situación epidemiológica lo permita. A lo largo de este año no he dejado de leer  ni de escribir ni un solo día, obteniendo nuevos reconocimientos y galardones por ello y reafirmándome en que todo está en los libros y que la literatura salva vidas y ayuda a enriquecerlas y a llenarlas de experiencias y conocimientos.

Y una vez más siento la necesidad moral de agradecer a mis padres que me descubrieran el placer de la lectura y me alentaran a dar forma escrita a todo lo que mi imaginación y mi corazón quisieran contar. Sé que al fin he conseguido que mi padre (desde el puesto en el paraíso que se ganó con sus actos y con una vida plena de entrega y amor a los suyos)  se sintiera orgulloso de mi, y eso no se paga con dinero.

Sé que vivir no es fácil y que nos reserva un montón de momentos tristes y desagradables, de los que crees que no podrás salir y que si lo haces, será muy debilitado, pero os prometo que hay algunos momentos que compensan con creces todo el sufrimiento. Y este fue para mi uno de los más hermosos.

Gracias, amigos, familia, lectores. Gracias, vida.



lunes, 1 de marzo de 2021

Rozar la perfección


 A veces la vida cruza los caminos de dos personas y consigue una unión que roza la perfección, dentro de lo humano de ese encuentro. Este es el caso de los dos cantantes que encabezan este texto. Y el del encuentro con la mujer a la que acabo de decir hasta luego, contestando al suyo, porque nunca podría decirle adiós.

Seguramente me estoy haciendo mayor, estoy madurando o lo que sea que pasa cuando uno descubre que la vida te pone en el camino a  personas maravillosas cuyo amor llega para enriquecerte y hacer de ti una persona mejor, y que todo tiene sus tiempos y a veces, cuando ya has disfrutado de unos años de adorable relación, hay que poner punto y final como pareja, para mantenerse en lo bonito que nunca se desgastará, y aunque pierdes a la pareja, nunca perderás a la persona.

Y entonces comprendes que esa separación no es un punto y final, es tan solo un punto y aparte que te conduce a compartir a su lado un nuevo párrafo lleno de palabras consolidadas gracias a lo compartido en el pasado, como amistad, apoyo, confianza, cariño, comprensión...

Ya tengo cuarenta y seis primaveras y poco a poco voy comprendiendo que absolutamente todas las mujeres que ha habido en mi vida, incluso las que me enseñaron a golpes, han llegado para ayudarme a distinguir lo verdadero de lo falso y para hacerme  entender lo que realmente es el amor verdadero, que es algo mucho más profundo que lo que se ve en las pelis de Sandra Bullock o lo que se escucha en las canciones de Luis Fonsi y compañía. El amor es un ser vivo que evoluciona y muta, que adopta diferentes formas y que al igual que la energía no se destruye, simplemente se transforma.

Por eso hoy no siento que me hayan dejado de querer ni que yo vaya a dejar nunca de hacerlo, simplemente nos querremos de una forma diferente, de esa forma en la que se quiere a un buen amigo o a un hermano. Y ese amor es igual de intenso y puro que el que se puede sentir con la persona que duerme a tu lado, pero sin adoptar forma física, sin compartirse entre gemidos y caricias íntimas. Amarse de forma aséptica y limpia, como se ama a quien sabes que nunca poseerás y no necesitas hacerlo, porque como nos explicó la rosa de El principito, el amor es generoso. Y yo la amaré libre en su camino y estaré allí cuando necesite de una mano para superar los obstáculos con los que pueda cruzarse, al igual que ella cuidará mi viaje y acudirá al rescate en caso de necesidad.

Despedirse con un hasta luego regalándonos un beso en los labios es el certificado de que siempre estaremos juntos y de que lo hermoso perdura y no se corrompe. Pese a lo triste de tener que abandonar ciertas rutinas cotidianas, podría decirse que me siento hasta feliz, porque además de haberme regalado años de felicidad, me ha ratificado en mi creencia de que hay personas que son seres de luz y el destino te las envía para iluminarte.