sábado, 6 de marzo de 2021

Un año


Ha pasado un año ya desde esta entrevista que me realizó mi querida Ivana La piana  y desde que Temporada de setas vio la luz.

Hay que ver cuanto ha cambiado la vida a lo largo de este año. Me miro y no me reconozco (bueno... he perdido unos cuantos kilos con respecto a esta grabación, aunque no he crecido un solo centímetro, pero sí, sigo siendo yo) y esa alegría en los ojos, esas ganas de demostrarle al mundo lo importante que es sentirse vivo, y esa necesidad de demostrar que `por muy difíciles que se pongan las cosas, todo es posible, se han oscurecido a lo largo de este año. Pero siguen aquí.

El pasado 6 de marzo fue sin duda uno de los días más felices de mis vidas y lo disfruté hasta la saciedad, porque no hacía demasiado tiempo, todo presagiaba que seguramente no volviera a escribir, ni incluso a andar o a respirar por mi mismo. Y no contento con respirar, andar y escribir, me esforcé y fui capaz de sacar a la luz mi primera novela después de varios libros de relatos. Y la noche de su presentación fui un hombre feliz y completo. Disfruté de la velada con multitud de familiares y amigos que quisieron acompañarme en un día tan especial e incluso hubo quien, como mi buena amiga Noe, se cogieron un avión desde allí donde Cristo perdió la sandalia, para acompañarme y decirme que me quería y que estaba muy orgullosa de mi. ¿No es este motivo suficiente para darle gracias a la vida?.

Fue un acto muy especial y muy bonito. Grandes amigos y artistas como Dario Martín H, Pablo Acebal y los Cosmic Birds nos acompañaron con su música (Pablo y Darío con un impresionante directo), y otros amigos a quienes admiro y estoy profundamente agradecido, aportaron lo mejor de sus vides, de sus pinares y de sus cocinas para agasajar a los asistentes con una pequeña fiesta posterior al acto.

Marcos Yllera aportó su presencia acompañado por su hijo, y una buena cantidad de cajas de los deliciosos  vinos que salen de sus bodegas. Rubén Da Silva (a quien no pudieron acompañar Judit y Noa por encontrarse pachuchas) dejó al público ojiplático con los bombones de Da Silva  Gastronomía.

Pablo y Almudena (del Vayco Valladolid) así como Fer (del Vintage 10 Sotoverde) desplegaron su talento y su generosidad en las mesas donde acompañados por las nueces caramelizadas de Maria José y Teresa, ofrecieron a los asistentes multitud, de tapas y delicias con las que maridar los vinos de Marcos y la cerveza que generosamente aportó el Gastro Lava, quien también se sumó a esta fiesta de la cultura, proporcionando cerveza, grifo, mostrador y vajilla.

Desde la Fundación municipal de Cultura de Valladolid pusieron cuanto estuvo en su mano para hacer de este un día inolvidable y Juan, Atila y Maria (y todo el personal del LAVA) crearon el espacio perfecto `para que la literatura, la música, la gastronomía, el vino y el cariño corrieran como la espuma.

Un año después, al recordar aquella noche, solo puedo estar incluso más agradecido aún y seguir emocionándome.

Mis padres me enseñaron a cuidar a los amigos, a tratar de ayudar en cuanto pueda y a agradecer el cariño y el apoyo. Y hace un año recibí más apoyo y cariño del que creo ser merecedor. Pero como todo se transforma y cada uno da lo que recibe, pienso devolver más de lo que he recibido.

Han pasado 365 días espantosos en los que hemos sufrido angustia y mucho miedo, hemos perdido a seres queridos, hemos tenido que encerrarnos para escapar de un virus y hemos visto como nuestra economía, nuestros proyectos y nuestros sueños, sufrían lo indecible. Pero rendirse no es una opción, y doy fe de que merece la pena luchar por levantarse.

El día uno del confinamiento comencé mi nueva novela, Temporada de sustos, y ya está en proceso editorial (una vez más junto a Suseya ediciones). Si Dios quiere verá la luz en cuanto la situación epidemiológica lo permita. A lo largo de este año no he dejado de leer  ni de escribir ni un solo día, obteniendo nuevos reconocimientos y galardones por ello y reafirmándome en que todo está en los libros y que la literatura salva vidas y ayuda a enriquecerlas y a llenarlas de experiencias y conocimientos.

Y una vez más siento la necesidad moral de agradecer a mis padres que me descubrieran el placer de la lectura y me alentaran a dar forma escrita a todo lo que mi imaginación y mi corazón quisieran contar. Sé que al fin he conseguido que mi padre (desde el puesto en el paraíso que se ganó con sus actos y con una vida plena de entrega y amor a los suyos)  se sintiera orgulloso de mi, y eso no se paga con dinero.

Sé que vivir no es fácil y que nos reserva un montón de momentos tristes y desagradables, de los que crees que no podrás salir y que si lo haces, será muy debilitado, pero os prometo que hay algunos momentos que compensan con creces todo el sufrimiento. Y este fue para mi uno de los más hermosos.

Gracias, amigos, familia, lectores. Gracias, vida.



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