martes, 19 de octubre de 2021

Suficiente


 Hay ocasiones en las que un suficiente no significa un aprobado raspado, sino la plenitud de  saber que  eres suficiente. Otra cosa es que sabiendo que eres suficiente quieras ir a por nota, y por primera vez en mi vida no estoy dispuesto a conformarme  con menos de una matrícula de honor, porque quiero ir sobrado de calificación para aportar todo lo que pueda a su felicidad y a su plenitud.

Es curioso, me he pasado parte de mis vidas luchando por ser feliz y en este momento daría esta y todas las vidas que me reserve el destino porque ella lo fuera. Pero no soy tan imbécil ni tan soberbio. Sé que su felicidad no depende de mi. Su felicidad depende únicamente de ella, de sus decisiones, de sus ganas de pelear y del coraje que le eche a sus circunstancias para convertirlas en el principio de un resurgir necesario. Yo solamente puedo ofrecerle mi apoyo en su lucha, mi cariño en los momentos difíciles, mis caricias cuando se sienta desfallecer y mi absoluto deseo de verla sonreír cada mañana al abrir esos ojos del color del sol que me han vuelto loco. Y el texto más hermoso que haya escrito nunca porque si soy capaz de plasmar un átomo de su belleza en alguno de mis textos podré rivalizar con los escritores románticos más inspirados. Y es que es tan bonita que a veces hasta me duele mirarla porque me deslumbra su sonrisa y me anula lo intenso y lo profundo de su mirada.

Ahora entiendo todo. 

Ahora entiendo porque se me dio esta nueva oportunidad, porqué se me permitió despertar y porqué sigo siendo capaz de enfrentarme a un folio en blanco y a un nuevo documento en la pantalla del ordenador. Soy escritor porque tengo que escribirla. Estoy vivo porque tengo que vivirla y si siento lo hago para sentirla junto a mi, respiro para respirar su aliento y mi corazón late porque tenía que latir por ella y para ella.

Los músicos componen sus mejores partituras para que un día pueda sacarla a bailar, los cantantes afinan para emocionarla con sus voces, los poetas escriben los versos más tiernos para acariciarla con las rimas y los pintores llenan lienzos con los colores de todas las emociones que despierta en mi, convirtiéndolas en obras de arte.

Y yo me emociono cada vez que hablo con ella, y no dejo de preguntarme que es lo que he he hecho así de bien para merecer el haberla conocido. Y sé que soy suficiente y aún así quiero ser mejor para ella.

Y he abandonado la crueldad de mis textos más duros, los golpes, el dolor gratuito en los archivos de mi ordenador que almacené antes de conocerla y la violencia de algunos párrafos ya impresos en los que vomitaba lo oscuro que aún albergaba en mi alma, para convertirlo todo en una oda a la mujer más maravillosa que el creador decidió que habitara entre nosotros. Y que un día besara mis labios transportándome a ese paraíso que prometen todas las religiones. Y el paraíso, mi único paraíso, es cualquier lugar en el que se encuentre ella. Y si ella no está, todo lo demás no importa y se transforma en un infierno, en una eternidad del dolor más absoluto.

Puede que esto sea amor. Y es algo que me impresiona y me desborda. Y me gusta casi tanto como ella. Porque nada me gusta más.

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