domingo, 5 de diciembre de 2021

¿Distancia social?




 Se puede acompañar de cualquier adjetivo, pero la distancia siempre será distancia y todo lo que me separe de ella merecerá cuando menos mi desprecio y mi repulsa.

Llegar hasta sus labios sorteando los obstáculos más peligrosos que el destino juguetón quiso añadir al camino, ya fue de por si bastante complicado, pero soy peleón y en mi credo personal rendirse nunca es una opción, por lo que a base de esfuerzo y de ilusión conseguí hacerme con ese fabuloso premio de su boca.
Al probar el nectar que guarda en la bodega de su sonrisa descubrí que mi vida ya tenía sentido, y al hacerlo me volví irremediablemente adicto a sus besos. Y sé que no habrá tratamiento ni terapia que me pueda desenganchar de ella porque soy el más feliz de los yonkis, y cada vez que me besa me santiguo agradeciendo a Dios el haberme permitido disfrutar de una nueva dosis.
Pero los hados siempre encuentran la manera de enloquecer y desesperar a los mortales, y al ver que yo había sido capaz de esquivar sus trucos y de superar las dificultades, se inventaron una nueva estratagema y la disfrazaron de virus extremadamente contagioso del que solo escaparíamos al evitar cualquier tipo de contacto estrecho, y al respetar lo conocido como distancia social. Lo que no saben es que no me importa lo más mínimo contraer el mal que pueda matarme, porque vivir sin saborear sus labios y sin sentir sus caricias es ya  la peor y más dolorosa de las muertes, y que además, me consta que nada malo vendrá de ella y que nunca encontraré en sus besos algo que pueda perjudicarme, pues aunque en el pasado hubo otras bocas cargadas de engaño, de mentira, de veneno y de traición, la suya solo alberga verdad, sentimientos hermosos y placer, y no voy a renunciar a ella, aunque se me amenace con la muerte. Morir es permanecer a distancia de lo que más me gusta y lo que más necesito. De lo único que me permite abrir los ojos cada mañana, respirar y desear seguir vivo. Morir es pretender subsistir sin besarla. Agonizar es la distancia, la distancia de ella. Querido destino, por favor, entiéndelo y no te lo tomes como algo personal, pero si me privas de sus besos me estarás forzando a renunciar a tu juego y a maldecirte por siempre. Volveré una vida tras otra para reivindicar mi derecho a amarla y a ser amado. Resurgiré de mis cenizas para intentar conquistarla y llegar de nuevo a su boca. y sobornaré a Caronte para que me cruce la laguna Estigia una eternidad tras otra escondido en su barca y así poder  besar cada día por última vez a la mujer más bonita a la que he besado nunca. Y moriré dichoso para resucitar al momento, y volver a besarla para morir dichoso y resucitar al momento, y volver a besarla. Y volver a besarla y a morir y a resucitar y volver a besarla.
Porque si no la beso no tengo nada, no quiero nada, no me sirve nada, no espero nada y nada me hará feliz...tan solo su recuerdo.

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