sábado, 27 de noviembre de 2021

Medallas




 Ayer alguien muy especial me emocionó con sus palabras al referirse a ciertas manchas en mi jersey como a medallas a la ternura, pues esos lamparones en los que no había reparado llegaron a la prenda mientras preparaba el desayuno de mi hermana pequeña. No pudo ver mi rostro porque esto me lo dijo a través de un mensaje telefónico, pero cuando leí esa expresión para hablar de las manchas que me avergonzaron al no haberlas descubierto a tiempo de limpiarlas y presentarme ante ella en perfecto estado de revista (pues cada vez que la veo para mi es siempre una primera cita) una furtiva lágrima como aquella que escribió Donizetti para El elixir de amor acudió a mis ojos.  Me emocionó su ternura, su comprensión, su espontaneidad y la hermosura de la elaboración de sus metáforas.

Y es que ella me emociona siempre porque es tan especial, que imprime su sello a todo lo que hace y dice. Y puedo reconocer en la estela de su paso la belleza con la que he soñado al escribir una historia de amor en mis textos y poemas. Y es que la humanidad en su prepotencia y su osadía ha preferido renunciar la esencia del verdadero amor , pero yo no renuncio a este sentimiento porque a veces, en muy pocas ocasiones nos encontramos con alguien que aún conserva ese don tan singular, y camuflado entre el gentío circula por el mundo haciendo de todo lo que le rodea un canto a la vida y a la ilusión. A veces no nos damos cuenta y tenemos la inmensa fortuna de cruzarnos con las mejores personas que el destino permite cruzar en tu camino. Y ella es sin duda la persona de la que me siento más orgulloso de haber podido conocer.

¿Cómo no amarla? 

Conocerla me ha llevado a caminar sin red sobre el alambre de la superación personal, pues a su lado soy consciente de mis imperfecciones, de mis defectos, de mis limitaciones, pero soy feliz al tratar de superar mis taras sin miedo a caer al vacío, pues sé que su sonrisa y sus ojos del color del sol han tendido una red donde me recogerá si caigo, y gracias a esa red  podré disfrutar de una nueva oportunidad para intentar hacerme merecedor de una vida digna. Y de su amor.

Ayer volví a darme cuenta de lo afortunado que soy al poder acercarme a sus labios. Ayer supe que que  mis deseos  han sido concedidos y que los hados decidieron compensar mis noches más oscuras y mis días más tenebrosos con la presencia de una mujer que es verdaderamente humana en el sentido más amable de la palabra, pues  precisamente por lo singular de su ser, posee lo que se consideró desde el principio de los tiempos verdadera humanidad. Y esa particularidad tan escasa como original se percibe a través del aura más luminosa e intensa que he podido sentir jamás en alguien de mi especie.

Ayer esta preciosidad de alma pura  me impuso en el pecho dos medallas a la ternura, y en el corazón una condecoración que jamás soñé poder alcanzar, el cariño más sincero de un ser tan sumamente  especial. Trataré de hacerme merecedor de estas distinciones y de no decepcionarla jamás, porque sé que si un día llegase a fallarla, me estaré fallando a mi mismo, a mis principios, a mis creencias y  a mis valores. Y es que emulando a Calixto en su adoración casi sacrílega por Melibea, ella soy, en ella creo y a ella amo.

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