martes, 22 de noviembre de 2022

Las lágrimas de un ángel


 Son dulces y saladas a la vez, brotan espontaneas y ruedan por las angelicales mejillas de quien las llora, pero ni empapan ni calan, porque son etéreas y nebulosas, como ella.

A lo largo de la vida nos encontraremos con imágenes realmente duras y con momentos más que tristes y dolorosos, pero quizás ver llorar a un ángel es una de esas cosas que te estrangulan el alma y te llevan a perder la fe en la humanidad, y a desear  que cese el llanto de quien no debería llorar jamás.

Ayer vi llorar a un ángel y se me rompió el corazón. En su infinita ternura trató de contener el llanto para no hacerme partícipe de su dolor, y para evitarme sufrimiento, al saber que empatizaría con su angustia, pero por más que lo intentó al final llegó lo inevitable y afloraron lágrimas a los ojos en los que me miraba intentando transmitir fuerza y amor para calmar su agonía.

Mi ángel no pudo detener el río que manó siguiendo el cauce de un rostro compungido y avergonzado por sufrir ante mí, que  aumentó su caudal con cada caricia con la que quise reconfortarlo y que se desbordó al recibir mi abrazo.

Y me duele saber que incluso esos seres bendecidos por los dioses se rompen ante la injusticia y la crueldad, ante ese negro abanico de maldades con los que algunos seres humanos agitan el aire. Me duele no saber cómo consolar a quien me dio consuelo, ni  cómo poder ayudar a quien me brindo su ayuda. Me duele su dolor. Me duele que la vida le duela.

Por eso escribo este texto hoy. Mi única forma de enjugar su llanto es secando el manantial con un pañuelo de palabras escogidas e hilvanadas con todo mi cariño, que es mucho.

No llores, angelito. No estás sola (porque Dios te hizo mujer y te dio apariencia tan divina como humana y angelical al tiempo). Un día recuperarás la sonrisa y un día al echar la vista atrás, recordarás con cariño como compartimos cada una de esas lágrimas que trataste de ocultar. Y con ellas cuajamos la argamasa con la que unir nuestros espíritus para siempre. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Todos nos encontramos con ángeles por la vida y es verdad que hay alguno que llora.
No se te ocurra enamorarte de ese ángel que te conozco y te vuelven loco las causas perdidas.
Me ha gustado mucho.

lacantudo dijo...

Quizás esos encuentros con los ángeles no sean casuales y se den para que aprendamos, y para que comprendamos hasta qué punto el ser humano se confunde y se deja arrastrar por el egoísmo y el interés. Y para que veamos que hay otras opciones de vida. No lo sé.
Supongo que cuando dices que me conoces lo haces porque me lees, o quizás y aunque firmes tu comentario como anónimo, seamos amigos en la vida real. No te preocupes, no te voy a pedir que te identifiques. Respeto tu anonimato. Pero sí...me implico con las causas perdidas y con aquellos a los que veo sufrir, esté perdido su causa o no. Y en cuanto a no de enamorarme o no de este ángel eso ya no está en mi mano. Obviamente despierta en mi algo muy bonito y muy intenso, pero ese sentimiento no tiene por qué confundirme. O sí. O yo qué sé.
La verdad es que el amor verdadero como tal, solo lo he reconocido en una ocasión y aún me duele por dentro porque se quedó en un sueño. La vida da tantas vueltas que como no te agarres bien en las curvas estás perdido.