miércoles, 2 de noviembre de 2022

Porque no somos para un día


 Laertes desarma de un único golpe en el plexo solar al sicario que encañona con un subfusil ametrallador a Adán, la agente del CSID con la que ha coincidido en diversas ocasiones por motivos profesionales, y en tan solo una muy placentera ocasión por motivos carnales y emocionales. Adán aprovecha el momento y con sorprendente velocidad recupera del suelo el cuchillo que tuvo que arrojar al recibir la orden de desarmarse, y de un único y preciso tajo secciona la yugular del sicario con la precisión cirujana adquirida tras muchos años de oficio. El rubio asesino de bigote bicolor guiña uno de sus azules ojos a la esbelta agente especial, mientras con habilidad y podría decirse que especial cuidado, sostiene el cuerpo del finado antes de que se desplome sobre una de las mesas llenas de relucientes copas colocadas con orden simétrico en función del número de comensales y de las botellas de champagne francés de una conocida y exclusiva bodega que patrocina el evento empresarial del año en la pequeña ciudad de provincias. 
—Gracias por estar –dice Adán sabedora de que de no ser por Laertes, las cosas hubieran dado un giro muy diferente.
—Siempre es un placer poder serte de utilidad, princesa. –contesta Laertes galante y sincero–Pero ahora a lo nuestro, el tiempo se nos echa encima.
Aunque tanto los políticos asistentes al acto, como los chicos de la prensa, los representantes de las fuerzas vivas de la ciudad y de los distintos sectores económicos que han hecho de la capital de provincias la envidia de muchas ciudades españolas, conocen sin lugar a dudas los turbios negocios que rozan la legalidad unas veces y que la traspasan la mayoría de ellas, que han conseguido hacer de Julio San Segundo el empresario del año. San Segundo está recibiendo en ese momento el galardón de manos del alcalde socialista que gracias a los votos de distintas fuerzas políticas consiguió arrebatar la alcaldía al candidato más votado, y de manos del representante de la cámara de comercio el cheque por valor de 10.000€, cantidad que se podrá depositar íntegramente en la organización sin ánimo de lucro que el premiado escoja. Casualmente San Segundo ha elegido la fundación creada y dirigida por uno de sus hombres de confianza. Los chiquillos desarrapados de la periferia que deberían ser los receptores finales del premio, nunca llegarán a disfrutar de él, pero los sicarios del capo vallisoletano contarán con nuevos juguetes adquiridos una semana atrás en la subasta realizada por un corrupto general del desaparecido ejército unificado de la URS.

Adán ha sido elegida para eliminar al recién premiado hombre de negocios y Laertes ha recibido el ingreso de una sustanciosa suma en su cuenta corriente mediante la que se pretende asegurarse de que Julio San Segundo no llegue a acostarse esta noche con la barriobajera celebridad de las revistas del corazón con la que mantiene un nada económico  afer desde hace más de un mes.

A Adán la paga el estado, a Laertes los tiburones que infestan los mercados y se pelean por la carnaza embadurnada con la sangre derramada por los señores del IBEX 35. En cualquier caso Laertes desnuda a Adán con la mirada y ella, juguetona y preciosa, le permite despojarle visualmente de cada prenda poco a poco, muy despacio. El rubio y mortífero asesino a sueldo rememora la noche de placer que disfrutó en el piso franco de la agente del CESID y no puede olvidar el agradable tacto de sus pezones erectos ni el delicioso sabor de su humedad más privada. Adán sonríe al percatarse de que el despiadado asesino está sufriendo una erección mientras no puede apartar de ella la mirada, y a punto está de abalanzarse sobre él y sacarlo de allí buscando el lugar más cercano donde entregarse a cuantos minutos de  placer pueda regalarle el fornido y despiadado hombre enviado para asegurarse de que San Segundo no verá nunca más la luz del día.

Ocultan el cadáver del sicario del homenajeado en un cercano cuarto para guardar menaje, en el que Adán habría cabalgado con placer a Laertes y que de momento servirá únicamente para un propósito menos delicioso. Laertes adivina la lujuria en su mirada y le devuelve la misma cantidad de deseo con una mirada similar y la cínica sonrisa de medio lado que lo caracteriza. Pero ahora lo primero es lo primero y hay que trabajar. Ambos profesionales deciden que le concederán a San Segundo el placer de disfrutar de aquel líquido carbonatado de a cojón de mico la botella, y esperarán a eliminarlo cuando baje al parking del hotel en cuyos salones se celebra el evento. Y así lo hacen, quitando de en medio de paso a tres guardaespaldas y al chofer. 

Un par de horas después, cuando Adán alcanza su tercer orgasmo no puede evitar recordar a Laertes disparando en pleno corazón con puntería olímpica a San Segundo, y eso la pone aún más cachonda. Excitada hasta más no poder se lanza sobre el miembro de Laertes para besarlo y lamerlo hasta devolverle el esplendor y la dureza que consiga llevarla hasta el cuarto orgasmo. Y una vez más Laertes cumple con las expectativas y realiza el mejor de los trabajos. Los dos profesionales de la muerte follan como si realmente fueran a morir mañana y no quisieran dejarse nada en el tintero ni privarse del menor de los placeres.

Esto es lo que se conoce como vivir al límite.

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