jueves, 27 de octubre de 2022

Apático


 Al sentarme frente al teclado me descubro totalmente apático y falto de ganas. Y eso no me ha sucedido nunca, ni siquiera en los momentos más difíciles o más duros, en los más tristes y en los más amargos. Siempre he dicho que para mí escribir es una necesaria catarsis emocional y suelo ser un escritor ágil, rápido, muy creativo y  en ocasiones bastante ingenioso. Como escritor soy capaz de construir metáforas y analogías lo bastante poderosas como para trasladar sentimientos, emociones y experiencias de forma que el lector pueda ocupar un espacio de mi piel, de mi alma, de mi cerebro y de mi corazón. Pero hace unos días ya  que no le encuentro a la escritura el placer que le he encontrado siempre.

 Necesito retirarme a mis cuarteles de invierno, necesito esconderme un poco del mundo, de mí mismo, de  los amores imposibles y de las realidades dolorosas, de los sueños por cumplir y de los cadáveres por enterrar en la enorme fosa común que esconde el jardín de mi pasado

Solo pienso en los fracasos, en las pérdidas, en el recuerdo  de unos labios, que se borra poco a poco y se difumina angustiándome con su marcha, en una sonrisa que se apagó de repente, en unos ojos que me iluminaban y también sonreían, pero que ya no se abren para mí. En un cuerpo que al permitírseme acariciarlo me hizo sentir el tipo más feliz del universo conocido, y del que queda por conocer. Un privilegiado, una persona con ángel, alguien tocado por los hados.  Y ya no debo serlo. Bueno...ya no sé lo que soy.

Ahora solo me tengo a mi y es a mí a quien más necesito, así que aprenderé a escribirme aquello que quiero entregarme, aquello a lo que estoy dispuesto a llegar para hacerme feliz y aquello que siempre me negué pero que ahora voy a regalarme. Me tengo, me recibo, me escucho y me hablo. Al propiciar ese dialogo interior aprendo a perdonarme y a decirme que me quiero. 

Llevaba demasiado tiempo esperándome sin saberlo, pero ya he llegado. Estoy aquí y llamo a mi puerta. Voy a abrirme y a dejarme pasar. Me recibiré como merezco y seré conmigo el mejor anfitrión. 

Puede que recupere las ganas de escribir, puede que estos párrafos que ahora termino sean una buena señal.

Puede que la vida siga, pese a todo.

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