viernes, 23 de diciembre de 2022

Premios


 A veces los hados te premian con conocer a la persona adecuada y  te permiten descubrir con ella el significado de esos verbos que no supiste conjugar en el pasado, que te rompieron el alma y que hicieron que renegaras del género humano. Y aprendes a conjugar los verbos más amables y a disfrutar de la humanidad en sus brazos. Y tus heridas cicatrizan con el poder sanador de sus caricias.

Pero la vida no es fácil y el destino caprichoso se entretiene confundiéndote, confundiéndola,  colocando obstáculos y desviando metas. Aunque como aquel que maneja los hilos es un ser bondadoso, siempre habrá una salida de emergencia, una luz al final del túnel y una píldora de felicidad para que respirar no sea una condena y para que abatido y desesperado no reclames una muerte que aún no te corresponde, pero que ansias al convencerte de que vivir sin ella no merece la pena.

En ocasiones tienes el corazón insoportable porque verdaderamente es sumamente difícil soportar un golpe tras otro en ese músculo que agotado, maltrecho y dolorido, pide una tregua para coger aire y así continuar latiendo. En ocasiones tienes miedo a saber quien es, pero el miedo desaparece cuando comprendes que has llegado a donde querías llegar y eres plenamente consciente de que ES ELLA,. Porque al mirarla a los ojos y al perderte en sus labios sabes sin dudas que es la persona que el creador eligió para colmar tu alma, para darle sentido a todo, para hacer de ti  un privilegiado entre las criaturas del universo. Y entonces tus ojos brillan y tienes la mirada azul, la palabra azul la esperanza azul. Y reencuentras las ilusiones perdidas. Y estás dispuesto a pelear como un jabato y a no tirar la toalla.

No es fácil. No ha sido fácil. No va a ser fácil. Pero...¿Quién dijo que lo fuera?

Decides que nunca te rendirás y te prometes que jamás le darás un motivo para que  vuelva a maldecirte en cada una de sus lágrimas, ni para que vierta ni una sola de ellas, a no ser que nazcan de la felicidad y te bendiga en su llanto. Te prometes y le prometes que no soltarás el extremo del hilo rojo que une vuestras almas. Y avanzas. Ríes cuando puedes, lloras cuando lo necesitas y avanzas. Sabes que tus ojos brillan porque ella los hace brillar y que cada palabra que ocupa un verso en el poema que nace de la tinta del alma es una suma de vocales y consonantes tatuadas en su piel.

Y entonces ya no te importa reconocer que si algo es real en este mundo de mentira, es aquello que su amor ha cultivado en el interior de tu pecho.

Y te sientas a escribir. Y escribir ya no duele porque poder hacerlo es ya en si un premio.

 

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