Se ajusta la cinta de la guitarra electroacústica para salir a escena y en voz muy baja tararea la letra de una canción de Coque Malla, un artista al que nunca prestó atención y que nunca le convenció, pero que de un tiempo a esta parte se está convirtiendo en su cantante de cabecera, dado que parece haber escrito todas las canciones que ahora quiere y necesita escuchar. El presentador de la gala benéfica donde recaudar fondos para la investigación de una de esas enfermedades tan mortales como raras, en la que han programado su concierto en acústico, lo invita a pasar al escenario. Hoy está solo, sin su banda de mercenarios de la música, desprovisto de artificios y de la protección de otras guitarras y otras voces. Solo él, sus canciones, su voz, su guitarra y su corazón. Mientras pisa las tablas del escenario, se da cuenta de que ella hoy tampoco estará entre el público que abarrota la sala y maldice el foso de los 20 años de distancia que se levanta entre sus ojos y su piel. Un foso que solo se atreve a cruzar asido al puente construido con los recuerdos de un pasado feliz, de un amor verdadero que ha renacido cual fénix herido de muerte y con la argamasa de la ilusión que jamás llegó a perder. Coloca el micro a su altura, los dedos en los trastes del primer acorde y la mirada en el infinito, allí donde imagina que ella lo espera con el corazón latiendo tan deprisa como el suyo. El público aplaude enfervorizado pues hoy está cantando como nunca, llevando la voz al borde de lo que las cuerdas vocales son capaces de resistir y descubriéndole al mundo una nueva canción compuesta escasas horas antes de aparcar junto al teatro donde se desarrolla todo. Esta nueva canción habla de ella, de él, del tiempo transcurrido junto a otros cuerpos en unos lechos vacíos de aquello que los ha resucitado de entre los caídos en la cruel guerra del tiempo. No se ha visto en otra así. No quiere renunciar a un sueño, no quiere que ella deje de flotar y clama al cielo suplicando el equilibrio necesario para no caer en el abismo de la ausencia. Y se muere. Desespera. Quiere estar cerca de ella, pero cientos de kilómetros de responsabilidades adquiridas, de compromisos ineludibles y de cargas morales le impiden alcanzarla. Solo puede acariciarla a través de una canción y al cantarla, el público entiende que está escuchando el amor convertido en melodía. Es curioso que su mayor triunfo, que el tema que lo coloca en todas las listas de ventas y que se emite en todas las emisoras de radio, sea el mismo que más le duele, que le rompe el alma y que lo llena de culpa. Solo quiere flotar junto a ella. Solo quiere decirle que 20 años después, sigue siendo la jovencita preciosa de la que se enamoró.
Yago toma la precaución de enfundarse un peto de cuero bajo el jubón y al abotonarse la chaquetilla que termina de completar el atuendo, tras haber decidido prescindir de capa, comprueba que la protección añadida no le resta fleixibilidad ni agilidad en los movimientos. A unos pocos kilómetros, lo espera el retado contrincante junto a sus padrinos, estudiando el terreno elegido para el duelo. No suele ser tan visceral ni tan impulsivo, pero en esta ocasión le dolió sobremanera que aquel bocazas pusiera en entredicho sus conocimientos sobre el verdadero movimiento de los astros, aprendido en la universidad donde estudia durante los periodos de entre guerras y que además, se tomase la libertad de ofender públicamente a su dama, lo que recibió como una ofensa personal, incluso aún más dolorosa. Siempre hay un botarate dispuesto a arruinarte la jornada y el marqués de Bocachancla, llevaba tiempo rozando lo permisible con sus atrevidos comentarios y sus irónicos modos. Comprobó el filo del sable y la ausencia de mella en el acero y orgulloso del arma que heredó de su difunto abuelo, lo introdujo con delicadeza y podría hasta decirse que con cariño en el tahalí con hebillas ajustables a la medida del sable. Al ser un combate entre caballeros, descartó proveerse de la muy afiliada daga que lo acompañó en tantas ocasiones en los que tuvo que medirse con villanos de todo tipo, algunos soldados y otros bandidos, pero a quienes dio pronta muerte con ella. Al montar su alazán para dirigirse al campo de Marte, la memoria lo trasladó a la infancia, cuando comenzó a tomar clases de esgrima con su maestro francés , pensó en no tener que soportar impertinencias de nadie.
En pocos minutos llega al lugar escogido tras abofetear con su guante al marqués de Bocachancla y, se apresta a saludar a los padrinos que le aguardaban a prudente distancia del marqués y los hombres que salvaguardarían su honor en el duelo. Yago había escogido a sus padrinos con habilidad, entre los compañeros de las lecciones con el sable y los dos jóvenes de familias de rancio abolengo castellano que aceptaron tal encargo, eran también dos estupendos espadachines, que llegado el caso, podrían cubrir bien sus espaldas. Tras las necesarias formalidades y presentaciones, los contrincantes se despojaron de sombreros y guantes y después de saludarse como caballeros, se prestaron al duelo. La lucha apenas duró unos minutos. Messie Turpin, el maestro de Yago, lo había enseñado bien. Eso, junto a las no menos importantes lecciones que había recibido al entrar en batalla bajo la bandera del rey, llevaron al joven Conde de Riaño a acertar con las fintas y con la estocada final, que atravesó de parte a parte a su oponente. Los padrinos del finado se aseguraron de lo mortal de las heridas de este, y tras corroborar la muerte del marques en justa lid, exoneraron al conde de cualquier reclamación, reparando su honor maltrecho al derrotar en duelo al mayor de los herederos del señor de Bocachancla.
En un día tan complicado como este, en el que la justicia ha dictado sentencia contra los políticos catalanes acusados de sedición y malversación de fondos, me he permitido el atrevimiento de rescatar este relato histórico que escirbí hace tres años, y en el que documentándome sobre el fundador de mi ciudad, hablo de las relaciones entre él y el pueblo catalán. Tenemos mucha historia en común, solo hay que echar la vista atrás.
Condado de Barcelona, año del señor de 1103
Amada Eylo,
Ha pasado ya un año desde que, al morir en combate contra
la media luna, el noble Ermengol V, dejando viuda a nuestra hijaMaría, me trasladé a Barcelona para proteger
y defender los derechos sucesorios de nuestro pequeño nieto Ermengol, que
pasará a la historia si todo sale como es debido, como Ermengol VI, conde de
Urgel.
Mi amigo Ramón Berenguer, me ha pedido ayuda para que le apoye
en la conquista de Balaguer y bien me conoces y sabes que no puedo negarle un
favor a un amigo.
Los catalanes son gente muy particular. No me refiero
solamente a su habla, su música, su gastronomíay sus tradiciones, tan distintas de las nuestras. Incluso sus vinos me
hacen añorar a diario las vides castellanas. En esta tierra, la influencia de
los pueblos llegados de allende los mares a lo largo de la historia se hace
notar de una forma digamos, contundente. De fenicios aprendieron el arte del
comercio, de griegos la retórica y la doble lengua y de cartagineses heredaron
la belicosidad y la bravura, pues son osados en combate. De los pueblos
bárbaros que llegaron cuando Roma entró en su triste ocaso, aprendieron el arte
de la elaboración de la cerveza y el sangriento uso del hacha como rúbrica de
las leyes más severas.
No sabéis hasta qué punto os añoro, amada Eylo y con qué
pasión y fe rezo a Dios padre cada noche, pidiéndole me conceda la gracia de
regresar a casa, tranquilo y sabedor de que Ermengol crecerá sin problemas,
bajo la tutela de la familia de su difunto padre. Peroaun no ha llegado el momento de mi retorno al
hogar. Al haber acompañado a Alfonso en su destierro a Toledo, me signifiqué
como persona de confianza del Rey y eso hace que tenga que sopesar muy bien
cada una de mis decisiones. Los enemigos crecen en España como los champiñones
en los pinares de Valladolid, a la sombra de cada árbol que cobija su
desarrollo.
Eylo, mi lecho es un bloque de hielo sin tu cuerpo
calentando las sábanas y tu piel calentando la mía.
Que Dios me perdone, pero he pecado mucho de pensamiento,
palabra y obra y la lujuria, ese pecado capital, me lleva a la confesión diaria
con los monjes del vecino convento.
Espero y deseo que tu estancia en Castilla sea placentera y
plena. Que esa necesidad tuya de conocimientos se vea auspiciada por el saber
del buen Fray Enrique, amanuense y archivero de la santa madre Iglesia en
Castilla y a quien recomendé encarecidamente te hiciese llegar cuantos libros y
legajos cayesen en sus manos.
Si el correo de confianza que transporta esta misiva,
consigue atravesar con vida las líneas musulmanas que en su retirada hacia Andalucía,
rozan peligrosamente nuestras tierras, has de saber que aunque no sean
visibles, cientos de besos acompañan el lacre de mi sello.
Aquí las ovejas son muy raras, muy distintas a los corderos
que pastan en nuestros prados. Su sabor también es diferente, imagino que por
los pastos y la leche con que se alimentan desde su nacimiento. El cedo también
es algo distinto al nuestro pero en las cocinas catalanas se prepara algo que
ellos llaman “pantumaca” que no es otra cosa que una deliciosa tostada de buen
pan cocido en horno de leña, sobre el que untan tomate, ajo y aceite de oliva y
al que coronan con unas lonchas de buen jamón curado. Enseñaré a nuestros
cocineros a preparar este sabroso almuerzo y lo acompañaremos con unas jarras
de vino de Mucientes. Sueño con disfrutar contigo esos placeres y Dios me
perdone, sueño con disfrutar contigo otros muchos placeres que según cuentan
los soldados de la guardia, los catalanes han aprendido de las mujeres de la
Galia.
El pequeño Emergenol está creciendo con salud y puede que el
próximo año encargue al herrero de mi amigo Ramón Balaguer, una armadura, un
montante, yelmoyescudo. Su padre le dejó las lanzas con las
que participó en las justas de la corte, donde alcanzó la fama de noble y
habilidoso caballero.
María se pasa las jornadas, llorando la pérdida de su esposo
y seguramente ingrese en un convento, donde ofrecer su dolorDios nuestro señor.
Debo dejarte ya pues he de partir a inspeccionar las huestes
de Balaguer y comprobar su grado de pericia y formación guerrera, antes de
ordenarlas entrar en combate.
Todo mi amor acompaña esta carta.
Espérame Eylo, volveré en dos o tres años. Te mantendré
informada por esta via.
El sargento de la bandera de la legión que llegó a reforzar nuestra posición, y que se ocupó del destacamento de la trinchera en la que nos ubicó el teniente Gonzalez, me devolvió el fusil con un guiño de ojos y una sonrisa tras haber graduado el
alza. Los últimos disparos se me iban demasiado altos y al parecer los
rojos tratarían de abrirse camino a través de nuestras lineas antes de
que cayese la noche, y no podíamos permitir que lo consiguiesen. Odio esta guerra. Yo
no quería participar en ella. En ningún momento escogí bando y en
ningún momento me creí nada de lo que contaron en el pueblo los
agitadores de ambos lados que pretendieron convencernos de que su
verdad era la absoluta. Mi pueblo era pequeño. Y digo era porque la
aviación y la artillería de ambos ejércitos lo han destruido por turnos. Primero
los nacionales se ocuparon de fusilar al alcalde,a los concejales, al
farmacéutico y al maestro, porque al no haber querido sumarse al
alzamiento, los consideraron unos rojos, unos masones y un peligro para
esa unidad de destino en lo universal que es España. Pero apenas una
semana depues de aquella gesta de la cruzada, las tropas republicanas se
presentaron a liberarnos de los golpistas. Y mi hermano Ramón, quien fue uno de los primeros en echarse al monte al ver aparecer a los nacionales, regresó guiando a los de Lister y disparando sobre todos los que opusieron resistencia, vecinos o no. Ramón no tenía ni puta idea de quien era Lenin, ni Marx, ni le importaba una mierda conocer los derechos de los proletarios. Tampoco sabía lo que era el fascismo ni el nazismo y a él eso le importaba un gran mojón. Tan solo le preocupaba recuperar las dos hectáreas que el cabrón del alcalde que supuestamente era un señorito y un facha (cosa que para desgracia del munícipe, no supieron ver a tiempo aquellos que lo fusilaron), le había robado a nuestro padre al reajustar los lindes de sus campos de cereal. Yo no había querido morir ni matar por un trozo de tierra y pese a que Ramón intercedió por mi, el comisario político que acompañaba a quienes nos habían venido a devolver la libertad y la tierra, estuvo a punto de volarme la cabeza. De no ser por aquel primer pepino de los bombarderos alemanes que cayó sobre el ayuntamiento justo cuando el camarada comisario estaba amartillando su automática checa junto a mi nuca, ahora estaría criando malvas en una zanja. Porque los soldados de las dos Españas se están convirtiendo en expertos en el acondicionamiento de zanjas y cunetas. Una vez más, el pueblo se vio ubicado en zona nacional. Y con él todos sus habitantes, por lo que cuando los falangistas hicieron la leva, no hubo opción ni explicación posible. Me convertí en uno de los aguerridos cruzados que salvarían a España de la hidra roja y me dieron la instrucción justa para aprender a matar a tiros o a bayonetazos a los vecinos envenenados por el marxismo y a cualquier otro que osara enfrentarse a los salvadores de la patria. Es un asco ver como la guerra es algo que hacemos aquellos que nunca quisimos matarnos en nombre de aquellos que si quieren matarse pero no se atreven a hacerlo. Y cada día, con cada marcha, veo al atravesar un pueblo tras otro a mujeres y niños llorando a sus padres, hijos, hermanos y primos, caídos o presos en nombre de la moral y los principios de los primeros en conquistar el terreno. Tan solo espero que dentro de unos años, los españoles hayan podido olvidar este horror y no lo alimenten con revanchismos ni deseos de venganza. Gane quien gane.
Hace mucho que no suelto los puños. Mi padre me enseñó que a nuca se le debe levantar la mano a una mujer y gracias al enorme respeto que guardo a la memoria de mi padre y a sus sabias enseñanzas, me mordí la lengua y me metí las manos en los bolsillos cuando una personajilla, conocedora del accidente de Gatete por las redes sociales, me espetó a bocajarro: "pero si es solo un gato". Hoy Gatete descansa en paz. Ya se ha ido a hacer el gato lejos de este valle de lágrimas. Leandro, el veterinario jefe de la clínica veterinaria La Flecha, no ha reparado en esfuerzos y en intentos para curarle. Pero la ciencia aún no tiene especialistas en milagros. Su lesión era grave y las consecuencias de esa rotura de columna, empezaron a dar la cara con problemas y males que comenzaban a hacer de la vida del minino un infierno. Y mi máxima era "Que el animal no sufra". Tras gastar todos los cartuchos del armero y habernos quedado sin munición, lo mejor que podíamos hacer por él era ayudarle a largarse de aquí sin sufrir lo más mínimo, manteniendo su dignidad y lo que quedaba de su esencia. Cómo podréis imaginar, queridos lectores, se me ha roto el alma al saber que esta noche no volvería a tenerlo a mi lado, ronroneando y lamiéndome el dorso de la mano con esa lengua lija suya tan maravillosa y exfoliante. Pero esto es parte del trato: nacemos, algunos crecemos en la medida de lo posible, otros se reproducen y todos morimos. Gatete ha sido un gato muy feliz. Ha disfrutado de cuantos placeres pude poner a su alcance y de cuantos se tomó por su cuenta aprovechando mis fingidos despistes, mis oportunas salidas y la ausencia de alambres y de concertinas en las vallas del jardín. Siempre dije que si un día le pasara algo, sería por hacer el gato. Y ha sido un maestro en esta disciplina. Pero al final las cosas terminan pasando y como aprendí por experiencia hace cinco años, las cosas no solo les pasan a los demás. Siempre fue un seductor y un tipo realmente encantador y siempre trajo de calle a todas mis parejas y a aquellas que no llegaron nunca a serlo. Desde luego, Gatete era un gato, pero también fue mucho más que un gato. Gatete fue mi amigo, mi compañero y un miembro más de mi tribu de familiares y amigos. Siempre le recordaré con el mayor de los cariños. Siempre lo tendré en el alféizar de esa pequeña ventana desde donde se colaba en mi corazón y que nunca cerraré esperando su regreso. Vive en mi.
Echo de menos muchas cosas, pero sobre todo, te echo de menos a ti. Me cuesta pasar página a los días en los que no te veo, no te escucho o no te leo, pero este triste libro de mi ausencia de ti cada día es más gordo y no acierto a saber cuanto queda por leer. Ni si seré capaz de hacerlo. Una vez más y sin quererlo, conseguí levantar entre nosotros ese dichoso muro de metacrilato que no nos deja vernos, ni manosearnos. Bueno...lo del manoseo es algo que más allá de sinceros y cálidos abrazos y caricias oportunas y necesarias, nunca lo hemos trabajado. Ni falta que hizo para que llegase a quererte como te quiero. Compartimos tantas risas, tantos bailes, tantas experiencias y tantos secretos, que ahora cada noche, tan solo alcanzo a convertir en obligado silencio todo lo que querría decirte. Llenaste con tu sonrisa y tu cariño mi bote de los buenos momentos, un bote que brilla en la oscuridad recordándome lo maravillosa que eres y lo muy especial que ha sido nuestra historia. La historia de una amistad como no hubo otra igual, que me hizo comprender todo el bien, todo el mal. Que le dio luz a mi vida y que ahora parece que se apaga. Y me esforzaré en dar con el chivato adecuado para subirlo y que vuelva a deslumbrar al resto de la humanidad. Porque me cuesta soñar si no me arropas desde la distancia, me cuesta creer en un futuro feliz sino lo voy a compartir contigo y me cuesta avanzar si no vas a aplaudir mis progresos, motivándome como solo tu has sabido hacerlo, Ya te lo canta Kiko por mi. Te echo de menos. Aquí estaré siempre. Aquí te esperaré siempre. Solo dame un Silbidito.
Desde que lo vio entrar en casa aquella mañana, Laertes supo que algo no iba bien. Su amigo y compañero de fatigas desde hacia ya unos cuantos años caminaba lentamente y con una pronunciada cojera. Su rostro evidenciaba dolor y sus ojos no podían disimularlo, aunque dada su naturaleza, no era un tipo de esos de quejarse y lloriquear. Lo de ser el maestro de los lamentos le había tocado a Laertes. En el reparto a él le habían tocado las habilidades y destrezas pro las que se lo conocía en el vecindario. Y un atractivo físico arrebatador que traía locas a todas las amigas de Laertes.Pero Laertes quería tanto a su amigo, que nunca le importó que ninguna tuviese ojos para él una vez que lo presentaba. A lo largo del día no volvieron a encontrarse ni a coincidir en comidas o cafés, pero al llegar la noche Laertes lo encontró tirado sin apenas moverse y por fin expresando su dolor y compartiendolo con él. Como el amigo que era y, realmente preocupado por la salud de aquel seductor de ojos verdes y felinos movimientos, Laertes avisó a urgencias y lo acompañó a a clínica, donde lo trataron los mejores expertos que pudo contratar. La completa exploración, las radiografias y las pruebas que le hicieron a su amigo aportaron un diagnóstico que le atravesó el alma de lado a lado como el más afilado de los puñales. Su amigo se había roto la columna vertebral. La primera vértebra estaba completamente seccionada y le afectaba no solo a las extremidades inferiores, sino también a funciones tan básicas y necesarias como el control de esfínteres o la función reproductora. Esto último le importaba menos porque dada la promiscuidad de su amigo, unos años antes lo había acompañado a realizare una sencilla operación en la que se esterilizó para evitar embarazos no deseados. Pero lo demás...le rompió el corazón. De verlo siempre tan ágil, tan fuerte, tan orgulloso, a tener que ayudarlo a defecar o a miccionar, había un abismo. El especialista le dijo también que probablemente esas lesiones lejos de mejorar, empeorasen pues no había cirugía posible. Y le ofreció la posibilidad de evitarle sufrimientos y ayudarlo a morir para que no viviese el resto de sus años sin calidad de vida alguna. Pero agarrándose con uñas y dientes a las pocas posibilidades de mejoría, Laertes declinó tan desagradable ofrecimiento y apostó por que su amigo se levantase de las hostias que le había dado la vida. Y eso si que fue un acierto. A fuerza de cuidados, cariño y química, su amigo día a día fue mejorando y recuperando movilidad y control de esfínteres. Si bien es cierto que habría lesiones irreparables, estás en su mayoría eran poco más o menos que estéticas y vale que ya no volvería a ser medallista en salto de altura ni de longitud,pero seguiría seduciendo a todas con su sonrisa, su voz melodiosa y sus hermosos ojazos. Días después, gracias a los cuidados, el apoyo incansable y la medicación prescrita con acierto, Gatete, el gato de angora con el que Laertes compartia vida, esperanzas, alegrías y penas desde hacía más de ocho años, volvió a escaparse de la seguridad del hogar. Pero esta vez regresó sano y salvo Y feliz.
En efecto, hay que decir más veces te deseo lo que te mereces. Y me harto de citar a Drexler cuando canta que cada uno da lo que recibe y luego recibe lo que da. Que todo se transforma. Esto me lleva a pensar que he debido de hacer muchas cosas mal. Que igual no soy ni tan majo ni tan bueno como creo y que de alguna manera el destino me está devolviendo el daño que causé en el pasado. Pues mira tú, que guay. También sopeso la posibilidad de que en las ofcicinas del hacedor alguien haya equivocado mi expediente y por eso se den algunos desajustes en el pago. A ver, no soy un santo varón. Nunca he bajado a un gatito de un árbol ni he salvado a un niño de un incendio, pero tampoco soy tan hijo de puta como para recibir un bofetón tras otro. Vale, en el pasado no fui el tipo más fiel del mundo. Engañé a una pareja y para resarcirse y castigarme por ello, el destino decidió que mi pecado se me devolviese con creces. Qué se le va a hacer, lo asumo y lo acepto. Cómo también cometí errores al establecer amistades con quienes realmente no lo merecían, pues hala... de regalo me llevé unos cuantos amigos tóxicos e intoxicados. Derroché en el pasado amor, fortuna y salud, así que venga, una de rupturas encadenadas, un extra de crisis económica y una lesión cerebral. Creo que me voy a cagar un poco en la madre que parió al destino; o igual me cago en todos sus molares. Se le ha ido de las manos. Igual alguien piensa que merezco todo esta serie de catastróficas desdichas,pero así entre nosotros, creo que le han dado a "enviar" como mínimo dos veces. Y no estoy llorando, que nadie se confunda. Ya paso de vestirme con grises y estoy desempolvando mi ropa de color. Simplemente trato de reirme un poco de esta cruel reprimenda existencial y de la implacable y pese a ello harto falible burocracia divina. He rebuscado en los bolsillos y aún me queda un poco de sentido del humor, así que he optado por buscarle a esto el lado divertido. Me jode comprobar que también se cometen errores en el pago a otras buenas personas que conozco. Desde una abnegada y entregadísima madre y, amante esposa, a la que se le ha privado demasido pronto de su compañero de vida, a un adorable músico cuyo mérito no termina de reconocerse por la falta de palabra y de respeto de aquellos en quienes ha depositado su ilusión y su talento. Anda que... Creo que si mi amigo Dario y yo nos encontramos al tuerto que nos ha mirado,igual le damos una mano de hostias o seguramente, como no somos violento, lo dejaremos en manos de Gatete para que le opere el ojo malo.O al menos para que le deje el otro igual. Como conozco bien a este cantante del que os hablo, vamos a ver si en efecto funciona eso de desear lo que alguien merece: amigo...te deseo mucho éxito en la música. Te toca, mira a ver si me deseas algo chulo (con pegar de una vez el estirón, me confrmo). Tengo mucho que desear a mucha gente. A algunas personas la felicidad que merecen y que la vida se empeña en guardar en el almacen de envios, pendiente de comprobar los pedidos. A otras personas que la vida siemplemente les pague como se merecen y sufran lo mismo que me ha hecho sufrir a mi. Ya veréis como cambia la película e igual se dan cuenta de lo desgraciados ( y desgraciadas, claro) que han sido. Pero vamos, ¡buen rollito! Que no pasa nada. Mañana será otro día.
No hace demasiado tiempo, un amigo me dijo que a la gente no le gustan los grises, le gustan los colores. Sé que todo será mucho más fácil si abandono esa melancolía con la que me visto desde hace unos años y recupero un poco el humor que antes me caracterizaba, y que me hizo merecedor de la amistad de muchos. Vale que el negro estiliza, pero además de que el tipazo que persigo lo conseguiré dejándome la vida (o la poca juventud que me queda) en la piscina y en el gimnasio (tratando además de que parezca que me machaco por aquello del men sana in corpore sana, y no por abandonar este tipín de pastelero holandés o de estrella de la lucha libre retirada)y al mirar hacia otro lado, cuando los camareros de mis garitos preferidos, coloquen en la vitrina esas delicias de la gastronomía en miniatura conocidas como Tapas. Pero es que lo de mirar hacia otro lado en lugar de enfrentar de cara los desafíos ya he descubierto que no es la solución. Habrá que ser water my friend y contar hasta siete millones antes de pedir una delicia para maridar el Ribera de Duero. O el Rueda. O el Cigales. O el caldo que se tercie de cualquiera de las cinco diferentes D.O. que tenemos en pucela. Que manda cojones..ya podia haber nacido en Wiichita, porque entre el vino y el tapeo de mi tierra, la operación trikini se me ha puesto muy difícil. Ir de negro y resultar simpático a los demás solo les pasa a los Blues Brothers. Lo normal es que la gente se piense que eres de alguna tribu urbana, inspector de hacienda o asesino a sueldo. Y nada más lejos. Yo jamás perseguiría a un honrado trabajador por escaquear el IVA de las facturas. Lo de ser una persona gris es peligrosísimo. Cuando era adolescente conocí a una chica tan gris, que su madre llegó a hacerle la cama con ella dentro. Reírse y hacer reír es algo realmente chulo. Acostumbro a proclamar a los cuatro vientos que me encanta hacer reír a una mujer, sin necesidad de desnudarme para ello (aunque si la veo muy de bajuna, lo de quitarme la camisa bailando a lo Full Monty no falla). Las carcajadas de tirar tabiques llegan cuando me quito los famosos "gayumbos rollito" (llamo así al boxer elástico cuyo ídem se repliega sobre si mismo ante la fuerza del reverso tenebroso de la lorza). No hace mucho tenía bastante buen tipo. Estaba hasta un poco cachas y todo, pero una cosa llevó a la otra y ahora he aprendido a elegir con esmero la ropa y los complementos para disimular y/o ocultar al mundo los resultados de obedecer a tu madre y a tu médico cuando te dicen que estás muy débil y que debes comer más. Nunca fui Brad Pitt, pero siempre tuve mi público. Y gracias a Dios lo sigo teniendo. Supongo que trabajé el arte de la seducción, acompañandola de recursos tan valiosos como el humor y el ingenio. Y me convertí en un maestro de las palabras bonitas. No quiero decir con ello que sea zalamero o un lisonjero y adulador por costumbre, sino que he aprendido a identificar y a decir o poner por escrito, lo que cada una de las mujeres que me rodean y con las que me cruzo tiene de hermoso. Y creed, aún no he conocido a ninguna mujer que no tenga algo bonito ya sea en el físico o en el interior del pecho. Incluso las más pérfidas, crueles y traidoras con las que me he cruzado y he tenido una relación, me enamoraron por algo. Igual por dejarme llevar por ese pequeño cerebro auxiliar que tenemos los varones por debajo de la cintura. El caso es que hacer reír a una mujer es algo realmente enriquecedor y me encanta. Desde que era chiquitín(por favor, absteneos de comentarios jocosos) me gustaba hacer reír a mi madre, me chifla que mis amigas se lo pasen bien conmigo y disfruto cuando un colega escupe la cerveza al no poder evitar las risas. Hombre...disfruto menos cuando estamos hablando uno frente a otro y no soy capaz de contener esa coñita que provocará el geiser. Para que voy a mentir. pero aún así y todo me sigue pareciendo un momento cojonudo. Pues eso...que voy a intentar recuperar un poco de aquella chispa que me caracterizaba. Pero vamos a ver; eso no quiere decir que vaya a estar todo el día de coña. La vida es algo serio y hay veces en que las bromas sobran. Tan solo procuraré abandonar el aire nostálgico, la carita de político pillado en un renuncio y los ojitos de gatito que ha perdido a su madre. Toca vestirse de colores. Y si me veis de negro, será que me apetece cantar blues.
Pero hay quien está empeñado en que no lo hagamos y en que en su lugar, nos tiremos los trastos a la cabeza y nos peleemos por sus asquerosos intereses; disfrazando la cizaña y el veneno que vierten sobre nosotros con ropajes históricos, culturales y territoriales. A medida que cumplo años, identifico las mentiras con las que aquellos que todo lo pueden y se esconden en la sombra se han dedicado a enemistar a los buenos vecinos. Y en esta comunidad ya estamos hasta los cojones. Si bien es cierto, que hubo quien se creyó las mentiras y se atiborró del veneno. Y asesinó en el nombre de quienes supieron confundir sus mentes y sus almas. Aquello gracias a Dios, a Supergato o a quien quiera que recéis (en este blog hay libertad de credo) pertenece al pasado. Reciente, pero pasado al fin y al cabo y no seré yo el que siga avivando un fuego que aunque aún mantiene ascuas, está condenado a apagarse para siempre. Soy castellano, pero ante todo me siento un miembro de pleno derecho de esta comunidad de vecinos llamada España. Y me encanta el vecindario. Me cuenten lo que me cuenten y aunque los secuaces de los señores oscuros corten mis tendales, inunden los trasteros o aneguen las plazas de garaje, no voy a cargar tintas contra el resto de la comunidad. Me caen tan bien los de los bajos como los que habitan los áticos. Y todos tenemos en común el que ocupamos el mismo edificio y que necesitamos cuidarlo, mantenerlo y hacer de él el orgullo de la manzana. Andaluces, catalanes, cántabros, extremeños,vascos, asturianos...hacéis de esta comunidad la más variopinta, rica e interesante de cuantas conozco y podéis venir a casa a por sal, huevos y azúcar las veces que os haga falta. Gracias a la labor de todos hemos superado terremotos e incendios y para mi es un verdadero placer encontraros en el ascensor o en las escaleras y daros los buenos días, preguntaros por el tiempo y planear juntos una fiesta para todos los vecinos. Supongo que esos propietarios de los edificios que se lucran con nuestros alquileres o nuestras hipotecas, buscarán la manera de seguir enemistándonos. Divide y vencerás. Pero van a pinchar en hueso conmigo, porque he aprendido que la chica rubia y con trenzas con la que me cruzo cada mañana al salir a trabajar, es alguien más allá de la inquilina del ático B. Es una persona con sueños y esperanzas. Es un ser humano con quien me unen muchas más cosas aparte del bidepidismo y el pulgar prensil. Necesitamos un presidente para esta comunidad, que no trabaje en secreto para el enemigo, sino que solo mire por la felicidad de todos los vecinos. Y alimentar y cuidar de una colonia de gatos que exterminen tanta rata. ¡Hala...ahí queda!