lunes, 2 de septiembre de 2019

Tanto que compartir

Pero hay quien está empeñado en que no lo hagamos y en que en su lugar, nos tiremos los trastos a la cabeza y nos peleemos por sus asquerosos intereses; disfrazando la cizaña y el veneno que vierten sobre nosotros con ropajes históricos, culturales y territoriales.
A medida que cumplo años, identifico las mentiras con las que aquellos que todo lo pueden y se esconden en la sombra se han dedicado a enemistar a los buenos vecinos. Y en esta comunidad ya estamos hasta los cojones.
Si bien es cierto, que hubo quien se creyó las mentiras y se atiborró del veneno. Y asesinó en el nombre de quienes supieron confundir sus mentes y sus almas. Aquello gracias a Dios, a Supergato o a quien quiera que recéis (en este blog hay libertad de credo) pertenece al pasado. Reciente, pero pasado al fin y al cabo y no seré yo el que siga avivando un fuego que aunque aún mantiene ascuas, está condenado a apagarse para siempre.
Soy castellano, pero ante todo me siento un miembro de pleno derecho de esta comunidad de vecinos llamada España. Y me encanta el vecindario. Me cuenten lo que me cuenten y aunque los secuaces de los señores oscuros corten mis tendales, inunden los trasteros o aneguen las plazas de garaje, no voy a cargar tintas contra el resto de la comunidad. Me caen tan bien los de los bajos como los que habitan los áticos. Y todos tenemos en común el que ocupamos el mismo edificio y que necesitamos cuidarlo, mantenerlo y hacer de él el orgullo de la manzana.
Andaluces, catalanes, cántabros, extremeños,vascos, asturianos...hacéis de esta comunidad la más variopinta, rica e interesante de cuantas conozco y podéis venir a casa a por sal, huevos y azúcar las veces que os haga falta. Gracias a la labor de todos hemos superado terremotos e incendios y para mi es un verdadero placer encontraros en el ascensor o en las escaleras y daros los buenos días, preguntaros por el tiempo y planear juntos una fiesta para todos los vecinos.
Supongo que esos propietarios de los edificios que se lucran con nuestros alquileres o nuestras hipotecas, buscarán la manera de seguir enemistándonos. Divide y vencerás. Pero van a pinchar en hueso conmigo, porque he aprendido que la chica rubia y con trenzas con la que me cruzo cada mañana al salir a trabajar, es alguien más allá de la inquilina del ático B. Es una persona con sueños y esperanzas. Es un ser humano con quien me unen muchas más cosas aparte del bidepidismo y el pulgar prensil.
Necesitamos un presidente para esta comunidad, que no trabaje en secreto para el enemigo, sino que solo mire por la felicidad de todos los vecinos.
Y alimentar y cuidar de una colonia de gatos que exterminen tanta rata.
¡Hala...ahí queda!

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