miércoles, 25 de septiembre de 2019

Muros de lágrimas y metacrilato.

Echo de menos  muchas cosas, pero sobre todo, te echo de menos a ti.
Me cuesta pasar página a los días en los que no te veo, no te escucho o no te leo, pero este triste libro de mi ausencia de ti cada día es más gordo y no acierto a saber cuanto queda por leer. Ni si seré capaz de hacerlo.
Una vez más y sin quererlo, conseguí levantar entre nosotros ese dichoso muro de metacrilato que no nos deja vernos, ni manosearnos. Bueno...lo del manoseo es algo que más allá de sinceros y cálidos abrazos y caricias oportunas y necesarias, nunca lo hemos trabajado. Ni falta que hizo para que llegase a quererte como te quiero.
Compartimos tantas risas, tantos bailes, tantas experiencias y tantos secretos, que ahora cada noche, tan solo alcanzo a convertir en obligado silencio todo lo que querría decirte.
Llenaste con tu sonrisa y tu cariño mi bote de los buenos momentos, un bote que brilla en la oscuridad recordándome lo maravillosa que eres y lo muy especial que ha sido nuestra historia. La historia de una amistad como no hubo otra igual, que me hizo comprender todo el bien, todo el mal. Que le dio luz a mi vida y que ahora parece que se apaga. Y me esforzaré en dar con el chivato adecuado para subirlo y que vuelva a deslumbrar al resto de la humanidad. Porque me cuesta soñar si no me arropas desde la distancia, me cuesta creer en un futuro feliz sino lo voy a compartir contigo y me cuesta avanzar si no vas a aplaudir mis progresos, motivándome como solo tu has sabido hacerlo, 
Ya te lo canta Kiko por mi. Te echo de menos.
Aquí estaré siempre.
Aquí te esperaré siempre.
Solo dame un Silbidito.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sea inventado o inspirado en alguién, puede que ella no sepa silbar!

(...bueno, cómo me gusta leer historias de amor... soy una romanticota y siempre lo seré. Estaba pensando en alto)

:-)*
Zeroide

lacantudo dijo...

Ese texto está inspirado en hechos reales y habla de una historia de amor real, la que comparto con mi mejor amiga, a la que amo tal y como explicó la rosa en El principito. La amo porque la quiero libre.
Ya ha silbado. Ya hemos vuelto a querernos como siempre.
Un beso.