jueves, 7 de abril de 2022

Emociones


 No pienso disculparme nunca más por sentir como siento y por compartir mis emociones en negro sobre blanco. Esto es lo que soy, esto es lo que hay. No tengo porqué justificar que en ocasiones se me hinche el corazón y solo quiera escribir y decir cosas hermosas, porque mojo la pluma en el tintero de la belleza más absoluta.

Ya he demostrado que también puedo cambiar el recipiente en mi escritorio y escribir con ese oscuro pigmento extraído de los momentos más dolorosos, y crear textos de extrema crueldad en los que literariamente descuartizo y consigo que sufran hasta la saciedad aquellos y aquellas (sí, voy a ser paritario porque en mis vidas el dolor y la crueldad que he padecido en muchas ocasiones también se presentaron con nombre de mujer y disfrazados de falsas caricias y besos impostores) por lo que aquellos que quieran tacharme de ñoño o de pastelososo, sinceramente se pueden ir a tomar por el culo cogiditos de la mano. Soy escritor y aunque alimente muchas de mis obras de fragmentos de realidad disimulados, también he sido y soy capaz de nutrirlas con fantasía y con imaginación, y combinarlos en la coctelera para crear relatos, poemas o novelas que si se sirven con hielo, una rodaja de limón y unos arándanos pueden resultar hasta agradables al trago y a la lectura. Aunque sé que si abuso de algún ingrediente también pueden resultar cocteles excesivamente indigestos.

Un día, cuando menos te los esperas y cuando más lo necesitas, el destino te cruza en el momento adecuado con la persona acertada y de repente la vida  deja de doler y te sonríe con una sonrisa increíble y unos labios deliciosos, y la rueda vuelve a girar porque han desaparecido los palos que te había colocado a mala leche el porvenir. Y en ese momento sientes la necesidad de gritar a pleno pulmón que eres suficiente, que te sientes capaz y válido, que por muy jodido que pueda ponerse todo siempre encontrarás la salida agarrado a la mano que te tiende la felicidad, y que pase lo que pase y le pese a quien le pese, no te rendirás y desde la ilusión y la esperanza te reconstruirás y seguirás adelante. Y si has nacido con esa enfermedad que es al mismo tiempo maldición y bendición y que hace de la catarsis literaria el necesario tratamiento ambulatorio, lo pondrás por escrito. Y ya puestos a ser borde, al que no le guste leer algo así que no lo lea, que no emponzoñe el momento con su desprecio y que se abstenga de desearme más desgracias porque ya vinieron demasiadas y a todas conseguí saltarlas o dejarlas atrás.

Ha sonado la campana y comienza un nuevo asalto, Me he ajustado los guantes, me he colocado el protector y he abandonado el rincón deseando hacerme con el título, por muchas hostias que tenga que encajar y mucha sangre que pueda derramar por el camino, porque el destino pega duro, te abre la ceja, te rompe los dientes y te machaca las costillas, pero a veces consigues levantarte antes de que el árbitro termine de contar y vuelves a lanzar tu mejor directo y tus ganchos más demoledores buscando recuperar terreno y poner contra las cuerdas al contrincante. Quizás me haga con el cinturón en mi categoría y llegue a saborear la victoria, o quizás no, pero si he de volver a morirme lo haré peleando, sonriendo y besando unos labios que saben a mañana.

Y eso es todo, amigos (y amigas, claro).


miércoles, 6 de abril de 2022

Es más que necesario


 A veces hay que detenerse a escuchar y a pensar con todos los sentidos, con los seis. A veces el destino se empeña en ponerte las cosas claras y señala con luminosos neones ciertas personas, ciertos momentos, ciertas circunstancias y ciertas verdades.

Durante las charlas que estoy compartiendo con estudiantes de toda mi comunidad autónoma, les hablo desde mi verdad, desde mi experiencia vital, desde la más absoluta sinceridad y entre otras cosas, no me importa reconocerles que he sido el tipo más estúpido de mi provincia y que seguramente sea el fulano más enamoradizo del universo conocido. Y probablemente también del universo por conocer. Todo es posible.

Escuchando a Macaco siempre disfruto con los minutos musicales y con los minutos emocionales resultantes de la escucha de sus canciones y de lo que estas me aportan, que es mucho.

En una primera lectura de este tema no pude evitar asociarlo a mi realidad pasada, en concreto a esas ocasiones en las que me dijeron que me querían mientras me destrozaban la vida, me machacaban la autoestima y me convertían en una sombra descosida de mis zapatos que se quedaba en tierra mientras yo intentaba volar. Y es que puede que no fuera mentira, puede que me quisieran, pero desde luego no me quisieron bien.  A esa primera lectura le siguió otra en la que asociaba la letra de la canción con la realidad de personas muy queridas para mi, a las que desde luego no han sabido querer y han querido muy mal; y desde el cariño más sincero, y mi a veces torpe y poco afortunada empatía, he tratado de aportar cuanto he podido, consiguiendo en ocasiones el efecto contrario al deseado al pensar que mi cariño desmedido y esa jodida sensibilidad extrema que acompaña a cuanto digo o cuanto escribo, podría ser el tratamiento perfecto para las dolencias del alma, pero levantando sin desearlo un muro de seguridad entre corazones que deberían caminar de la mano.

En mi última interpretación de este tema, he llegado a la conclusión de que me debo el quererme bien y que si yo no soy capaz de quererme como necesito, seguramente nadie sepa o quiera hacerlo.

Tengo que dejar de buscar el ser suficiente para otras personas y trabajar en serlo para mi mismo. Y eso no es egoísmo. En absoluto. Es supervivencia. El verdadero amor hacía uno mismo se desnuda de pretensiones cuando se enfoca desde la necesidad de convertir el miedo en valentía, la ignorancia en acierto y la autocompasión en el empuje necesario para salir del pozo. Cuando identificamos nuestras carencias, nuestros errores y también nuestras habilidades, nuestras cualidades y nuestras necesidades.

Por eso os invito hoy a pasar un rato con vosotros mismos, a conoceros mejor y a ponerle nombre a aquello por lo que creáis que estar vivo merece la pena. Y hay muchas cosas que hacen que la vida sea algo realmente increíble. En mi caso pensaba que esas cosas siempre tenían nombre de mujer, pero puede que alguna se llame Juan, y voy a colocarla en el lugar que merece, voy a tratar de pulirla y abrillantarla para que cuando la persona adecuada la identifique y sepa que era exactamente lo que estaba buscando, se lleve el mejor artículo de la exposición.

No permitáis que os quieran mal, no consintáis su amor de saldo, corrupto, interesado y en muchas ocasiones envenenado al haber sobrepasado la fecha de caducidad. El verdadero amor no caduca, no envejece y no se corrompe. El verdadero amor puede mover el mundo, vuestro mundo, nuestras vidas.

Esto de ser una persona altamente sensible a veces suena a chiste, pero realmente es la más incómoda denominación de origen y en ocasiones es algo francamente difícil de sobrellevar. Hay quien desprecia la sensibilidad ajena, quien se ríe de ella y la convierte en un defecto o en un signo de debilidad, pero que nadie se confunda, ser sensible no es ser débil. Probablemente cuando me enfrente al miserable o al inmisericorde y traspase su pecho con el puñal de mi justa defensa, simplemente me dolerá el no haber podido encontrar una solución más dulce. Y en ese dolor, mientras clavo la hoja hasta la empuñadura mi corazón también sufra. Pero luego limpiaré la daga en la piel del enemigo derrotado y volveré a mis escritos, a mis ilusiones y a mis sueños.

Vivir es mucho más que sufrir y aunque la vida pase y pese, también te colma de alegrías. 

domingo, 3 de abril de 2022

El ¿crimen?


 Mientras camina hacia Jerusalén atendiendo las indicaciones de los sorprendidos pastores a los que preguntó el rumbo a seguir para alcanzar el lugar donde debía haber llegado junto al resto de su legión, de no haber naufragado la embarcación en la que cruzaba el Mediterráneo junto a otros confiados compañeros, Lucio Galvano se pregunta qué es lo que ofendió tanto a Neptuno para que este decidiera hundir su nave. El afortunado legionario curtido en docenas de  combates en las campañas de Britania, Hispania y La Galia sabe bien que los dioses son caprichosos y que las cosas nunca pasan porque sí, pasan porque así lo deciden quienes en su majestad  juegan con los hombres y los manejan a su antojo.

Al alcanzar la cima de una pequeña colina ve una diminuta población que se asienta a los pies del promontorio, junto a las aguas de un pequeño riachuelo. En el poco más de una jornada que lleva caminando por Judea, Lucio ha podido valorar la importancia del agua para los habitantes de estas tierras. Desciende hasta las primeras casas buscando quien pueda orientarlo en su camino o a quien entienda su lengua y pueda ayudarlo a conseguir una montura con la que finalizar el trayecto hasta el destacamento romano más cercano. Cuando está a punto de entrar en la aldea, se encuentra con algo que le sobrecoge y lo lleva a actuar sin perder tiempo. Un hombre uniformado y armado de escudo y lanza atraviesa con una curva daga el pecho del bebé que sostiene frente a él sujeto por el cuello. En el suelo, a los pies del despiadado soldado yacen los cadáveres de otros dos infantes de corta edad y el de una mujer, seguramente la madre de alguna de las víctimas o del lactante que acaba de atravesar con su daga. Otro niño de apenas un año de edad aguarda llorando en tierra que le llegue su turno.  Desenvainando su gladio Lucio salta sobre el sorprendido asesino y le rebana el cuello de un único y fatal tajo. El soldado cae junto a los cadáveres de sus víctimas tratando de contener con ambas manos la abundante hemorragia de su seccionada yugular, pero no hay nada que hacer y en cuestión de segundos se reúne con sus  antepasados. Lucio limpia la sangre de la hoja de su espada de hoja corta, ancha y letalmente afilada en el ligero tejido del uniforme del soldado caído y trata de hacer callar al pequeño que no deja de llorar sin saber que aquel moreno y musculado guerrero extranjero vomitado por el mar acaba de salvarle la vida.

Estrechando al pequeño contra su pecho y palmeándole la espalda como recordaba que hacía con él su madre muchos años atrás, el legionario trata de recuperar la calma y de analizar la situación. Judea no es el lugar de descanso al que pensaba los habían enviado como recompensa tras el esfuerzo en las últimas campañas del Cesar.

sábado, 2 de abril de 2022

¿Qué quiero? ¿A quien quiero?


 A veces me desespero, pero no pienso tirar la toalla porque cada día tengo más claro lo que estoy haciendo aquí, lo que tengo que hacer, porqué se me ha permitido quedarme, para qué se me dejó regresar de allí a donde todos tendremos que comprar un billete solo de ida y donde asusta tanto trasladarse.

Me esfuerzo en aprender a escribir, en mejorar cada día, con cada relato, con cada novela, con cada poema, con cada texto. Me defino como el eterno aprendiz de escritor y sueño con llegar a ser el escritor que me gustaría llegar a ser, pero hoy he despertado sabiendo que equivoqué la meta.

Llevo unas semanas compartiendo mi experiencia vital con alumnos de institutos de toda Castilla y Leon, y aún no he terminado, todavía me faltan cuatro capitales de provincia y algunos pueblos.

En mi confusión y dada mi extrema sensibilidad diagnosticada por profesionales médicos, creía que debía aprender a escribir para poder cantar al amor de la mejor manera posible, para conseguir hacer de ese sentimiento que me domina y me ahoga el texto perfecto, el poema perfecto, la perfecta conjunción de letras y recursos que plasmar en negro sobre blanco. Pero hoy he amanecido sabiéndome equivocado. Llevo más de la mitad de mi primera vida y buena parte de esta segunda cantando al amor romántico, al ideal de pareja a la belleza de lo que despierta en mi una mujer. Y resulta que de unos días a esta parte he descubierto que el amor se encuentra en otros muchos lugares y es aún más potente que el que he encontrado al acariciar la piel desnuda de la mujer amada y al haber sido invitado a entrar en ella.

El amor también nace y crece en el deseo de ayudar, en la necesidad de aportar cuanto pueda dar de mi y en el firme convencimiento de que un día sere realmente suficiente para mi mismo y para aquellos a los que quiero llegar.



Cuando interactúo con los jóvenes durante mis charlas, descubro en sus ojos sensaciones y sentimientos que me golpean directamente en el pecho, y que me descolocan y me hacen sentir de nuevo inseguro porque temo fallarlos y no servirlos de ayuda. Me asusta no llegar a convencerlos de los increíbles  beneficios de la literatura, y aunque aporto informes médicos y evidencias científicas, puede que algunos pasen por encima de ello sin darse cuenta de que les estoy proporcionando una herramienta brutal para conservar sus vidas en caso de enfrentarse a algo como a lo que me enfrenté yo, y a llenarlas de ocio, de pasión, de conocimientos y de libertad, porque nadie será nunca un esclavo con un libro en la mano. Temo no ser capaz de convencerlos de que las cosas pasan y que no solo les pasan a los demás, que también te pueden pasar a ti, Temo no encontrar las palabras adecuadas, como cuando escribía mis primeros poemas de amor buscando con mis versos alcanzar los labios de la chica que me robaba el sentido. Me aterra que me ignoren y que renuncien a la terrible verdad de  lo que la vida me ha enseñado. Y es que cómo decía mi padre que en paz descanse, la juventud es más atrevida que la ignorancia. Pero yo también fui joven una vez, y ahora pese a los cuarenta y siete años que confiesa mi D.N.I, de alguna manera soy joven de nuevo.

Hace unos días al terminar mi charla en un instituto palentino, varios alumnos se acercaron a hablar conmigo, cosa que ya se ha convertido en habitual y no me sorprendió en exceso, pero lo que casi me hizo perder el sentido, fue escuchar a una estudiante de quince años que avergonzada y pasándolo realmente mal, hizo el esfuerzo de sacar fuerzas de flaqueza, de intentar no tartamudear  y de sostenerme la mirada para decirme que le había gustado mucho mi exposición, y que le parecía una persona muy valiente y muy motivadora. Y en esa valiente felicitación me demostró que el amor se alimenta en muy distintos pastos.

A ver, el que nace lechón muere cochino y renace más lechón que nunca, es decir, nunca dejaré de buscar la felicidad en los ojos y en los labios de una mujer, pero ahora sé cual es el precio a pagar por esta segunda oportunidad que me concedió el destino. Y no se me ha ido la olla, no soy ningún mesías ni ningún tipo bendecido por los hados, sino un perfecto gilipollas, que sin saberlo había ido construyéndose un yelmo y una cota de mallas, forjando e hilvanando el más resistente metal  extraído de las mejores obras de la literatura universal y gracias a tan necesarios elementos de defensa pude volver a levantarme un día tras haber caído en ese letargo del que casi nadie logra despertar. Tengo que conseguir que los chavales para los que hablo sepan llegar hasta el taller y la forja, y les apetezca construirse sus propias corazas y sus propios yelmos, para no matarse al caer del caballo, 

La vida da tantas vueltas que es mejor agarrarse bien en las curvas, porque vivir duele a veces, pero siempre merece la pena.

Carpe diem, pero con cuidadito.


martes, 29 de marzo de 2022

Si que las salva, si.




 En este video del reportaje que emitió TVE sobre esa idea que tengo tan clara, que no es otra que la literatura salva vidas, podréis ver "al señor que se había comido a Juan" explicando algunas de las certezas que intento transmitir a los chavales de institutos de ESO y LOGSE de la comunidad de Castilla y León.

En este reportaje en el que la redactora, Estefanía Fontaneda y el cámara, Guillermo Carvajal, trataron de evidenciar algo que he interiorizado a raíz de mi propia experiencia personal, la televisión pública se hizo eco de lo aprendido de ello, y  que gracias al apoyo y a la inestimable ayuda de la presidenta del Consejo escolar de la Junta de Castilla y León, a la confianza del Director de innovación pedagógica de la Consejería de Educación, al Jefe de formación del profesorado de la misma consejería, y el impagable esfuerzo de dos incansables y eficaces trabajadoras del departamento de Programas educativos también de esta consejería, que se esfuerza en apoyar el desarrollo intelectual de los jóvenes de nuestra comunidad, ya he compartido en institutos de Valladolid, Burgos, Zamora y Soria, mañana iré a Palencia y la próxima semana a Ávila y a Segovia. Mi particular turné por las capitales de provincia de mi comunidad terminará en Abril en Salamanca, aunque son muchos los pueblos de distintas provincias que están ya fijando fechas para desarrollar la iniciativa con sus jóvenes. 
Moralmente está siendo algo terriblemente positivo para mi, ya que además de estar obligándome a salir a carretera con el coche, a vencer el miedo y ser autosuficiente de nuevo a la hora de desplazarme, ver como los alumnos reciben con interés mi mensaje y participan activamente de la charla es algo realmente impagable.
Una vez dije que creo que las segundas oportunidades nunca son gratuitas y dentro de ese rato de introspección y meditación que algunos llaman oración, acostumbro a pedir a aquel que maneja los hilos que se me ayude a ayudar como a mi se me ha ayudado. A uno solo de estos estudiantes que comience a leer a diario tras escucharme explicar como la lectura cotidiana ayuda a prevenir el deterioro cognitivo y a enfrentar el daño cerebral adquirido, o a uno que se acuerde de aquel tipo tatuado, rubio y con el bigote bicolor que les pidió que después del próximo botellón , de la próxima juerga o del próximo exceso dejen aparcada la moto, candada la bici o se lleven de la mano el patín eléctrico, estos casi ocho años ya de sufrimiento, esfuerzo y superación diaria habrán tenido sentido y estaré en paz con el destino. Y sinceramente estoy leyendo en los ojos de muchos de los asistentes a las charlas que el mensaje les ha llegado, que se han quedado con la copla y que seguramente se lo piensen dos veces antes de rechazar una lectura o antes de conducir un vehículo, sea del tipo que sea, bajo los efectos del alcohol. 
Está siendo una experiencia increíble, de verdad. En una carpeta llevo copia de los informes médicos y policiales que ratifican que todo lo que les cuento de aquel fatídico 13 de abril de 2014 es cierto y puedo demostrarlo,  y pongo esos documentos a su disposición por si alguno quiere comprobar cómo la falta de contención y de sensatez me llevaron a pasar por unos minutos de muerte clínica y por una temporadita en coma. Les explico en su idioma, con absoluta sinceridad y con el apoyo de un tema musical de Rayden, que fui el más gilipollas de mi generación y que solamente les pido que no sean tan idiotas como lo fui yo, y les cuento que la vida les reserva muchas cosas increíbles. Les ofrezco una pequeña explicación científica de cómo el leer tanto desde pequeño ayudó a mi cerebro a superar la lesión axonal difusa en grado tres, la más devastadora de cuantas lesiones cerebrales hay, y les hablo de los demostrados beneficios de consumir literatura, única droga a la que soy adicto desde muy temprana edad y de la que no pienso desengancharme jamás.
Lo mejor de estos encuentros llega cuando abro el turno de preguntas y es ahí donde compruebo que no han perdido detalle, y donde más disfruto, pues hasta ahora en todos los centros a los que he acudido me han hecho muchas preguntas realmente potentes y directas, y me han puesto en más de un aprieto, pues he contestado a todas y cada una de ellas con total sinceridad y me he visto obligado a dulcificar en la medida de lo posible mis respuestas y a utilizar un lenguaje adecuado para su edad, aunque estos estudiantes ya no son niños y muchos de ellos tienen un recorrido realmente abrumador.
No tuve hijos en mi matrimonio (sé cómo se hacen, lo he visto en películas) y nunca me atreví a enfrentarme a la paternidad, pero de alguna manera esta actividad me está aportando algo que debe parecerse bastante, pues aunque no tengo con estos estudiantes ningún vínculo familiar, ni tan siquiera de amistad, en el momento en el que veo como van interiorizando cuanto les cuento, y sobre todo en el momento en el que comienzan a interactuar conmigo, de alguna manera me sobrecoge imaginarlos muertos o atados a una cama o  a una silla de ruedas durante el resto de su vidas.
Una estudiante soriana me descolocó por completo al preguntarme si en caso de poder viajar en el tiempo, evitaría aquel accidente. Tras pensarlo durante unos cuantos segundos le respondí que por un lado sí, por evitar tanto sufrimiento, el mío y el que provoqué en aquellos que me quieren, y por otro lado no, porque he aprendido muchas cosas que de otra forma no hubiera llegado a aprender, cómo el verdadero significado de las palabras familia y amigo, la realidad que se esconde tras la prepotencia y el atrevimiento del que se cree inmune a todo, y lo difícil pero necesario de identificar errores, afrentarlos, superarlos y corregirlos.
Una profesora zamorana me preguntó cual era la emoción que más me había impresionado recuperar, y expliqué al auditorio que todas las especies copulan con uno u otro fin, pero que hacer el amor es algo tan impresionante que cuando he sentido realmente que lo estaba haciendo por primera vez en mi vida, el disfrutar de ello con todos los sentidos y el saber que había estado a punto de perderme esa maravillosa sensación que durante muchos años había confundido con burdos sucedáneos, supe que lo que viví no tenía absolutamente nada que ver con el coito y me sentí plenamente feliz.
La vida es algo increíble, y por dura que se presente en ocasiones, tenemos que aferrarnos a ella con uñas y dientes, porque hay cosas que sin saberlo pueden compensar el dolor más intenso. Y si además eres capaz de darle forma  escrita a un sentimiento como el amor, la vida se convierte en maravillosa.
Espero que muchos de los que me están escuchando asuman la verdad de mis palabras y la importancia de mis recomendaciones, pero bueno...somos humanos y para nuestra especie escarmentar en cabeza ajena es algo casi imposible. A veces parece que solo aprendemos a fuerza de equivocaciones y de golpes, aunque nos pueda costar la vida.
Al fin siento que de una vez soy suficiente. Y me encanta,

viernes, 25 de marzo de 2022

El que nada no se ahoga

 




Antonio y Gustavo Adolfo saltaron al agua al percatarse de la angustia del paliducho bañista que aparecido de la nada trataba de alcanzar la orilla braceando con fuerza contra corriente. Se estaba ahogando, se iba a ahogar.

—¿Se puede saber qué haces nadando en estas aguas?–preguntó Antonio, el más racional de los presentes– son muy peligrosas, sobre todo para alguien que no las conoce bien.

—Déjalo, Toño –medió Gustavo al leer la desilusión en los ojos del desesperado bañista –¿no ves que está enamorado? Se le nota en la mirada y en los frenéticos latidos de ese corazón que si no actuamos con rapidez dejará de funcionar en breve.

—Me parece estupendo que esté enamorado, pero eso no le da derecho a nadar en este rio y a corromper con su cadaver las aguas de la inspiración. Podría –añade Antonio llegando hasta el imprudente nadador y agarrándolo por el pelo justo cuando empezaba a hundirse –haberse sentado en la pradera a deleitarse con las vistas y plasmar en sus cuartillas aquello que el Duero quisiera regalarle para acariciar con palabras el corazón de su amada, pero no. Tenía que zambullirse en busca de las metáforas perfectas.

—Tu también te sumergiste ignorando mi consejo, Toño –le reprochó Gustavo con ternura –y en aquella ocasión fui yo el que tuvo que arrastrarte hasta lugar seguro, para que Leonor no tuviera que sentarse junto a mi Casta a llorar y a rezar en tu memoria.

Antonio consigue llevar al aterido y asustado muchacho hasta la orilla donde Gustavo lo aguarda con la manta sobre la que había extendido el almuerzo que compartiría con su amigo Antonio. Lo envuelve con ella y lo frota con fuerza secando su empapado y tembloroso cuerpo y logrando que el calor vuelva a la sangre del muchacho.

—Gracias –comienza a decir el aterrado joven –os debo la vida, aunque no sé si quiero vivir sin ella. Solamente –continuó pese a las miradas reprobatorias de sus salvadores –solamente quería demostrarla que la amo más que a nada ni a nadie en este mundo, que sabré quererla como ella merece, que estaré a la altura de su corazón.

—Entonces eres mucho más idiota de lo que pensé al verte nadar contra corriente –escupe Antonio con desprecio –. Tienes mucho que aprender aún, rapaz.

—Déjalo, Toño, no seas bruto, hombre –lo apacigua Gustavo –es joven aún y es normal que se pregunte qué es poesía y que persiga golondrinas, pensando que han de volver a anidar en su balcón.

—Lo que tu digas, Gustavo, pero aún tiene que descubrir que no se ama a distancia ni en negro sobre blanco, que si quiere demostrarle cuanto la ama, debe hacer camino al andar y al echar la vista atrás darse cuenta de que la senda hasta ella es la única que ha de volver a pisar.

Entonces el joven se despojó de la manta que cubría su pálida piel, cayó de rodillas frente a los dos amigos y comenzó a llorar desconsolado.

—Sé que soy escritor, lo sé –balbuceó entre hipos –y eso es lo único que puedo ofrecerla, lo único que podría regalarle, lo único que me ayuda a seguir vivo.

—Y eso es lo único que podrá matarte si no controlas el caudal creativo. La inspiración es una fiera voraz –zanja Antonio –aliméntala lo justo o siempre querrá más.

—Pero cuida de no dejarla morir de hambre –añade Gustavo–es un hermoso animal.

—Morir, dormir, tal vez soñar...–recita el lloroso aprendiz de escritor– la verdad es que en mi realidad nada está definido.

—Y nada lo estará nunca, porque si lo estuviera no serías un verdadero escritor, sino un mediocre juntador de letras –le consuela Antonio apiadándose del muchacho –ahora siéntate con nosotros y comparte nuestro almuerzo –le invita conciliador– pero antes dinos ¿Cómo te llamas?. 

—Laertes –contesta el rapaz descorchando una botella de la Ribera del rio que inspira sus poemas.

—Bonito nombre, me suena –sonríe Gustavo alzando su copa a la salud del bardo inmortal.


A veces hay que cuidarse de  nadar en los ríos más bellos y cristalinos, pues suelen ser los más peligrosos. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.


martes, 15 de marzo de 2022

Terminable


 Atreyu desmonta y trata de contener las lágrimas mientras con una mano acaricia las crines de Artax y con la otra apoya en la frente del noble animal el cañón del revolver. Aprieta los dientes hasta hacerse sangre y dispara un único tiro que no solo termina con la vida del hermoso semental criado en las praderas de  fantasia, también le arrebata su inocencia, su esperanza, su fe en lo hermoso y lo poco que quedaba de su niñez.

Abre la última botella de whisky escocés que queda en las alforjas y se entrega a la analgesia del alcohol que al menos durante un rato conseguirá que la vida deje de doler. 

Todo es mentira, su búsqueda terminó justo en el momento en el que apuntó el nombre de la princesa en el cuaderno donde escribe su larga lista de fracasos, en el mismo instante en el que el brebaje de malta consiguió borrar el sabor de sus besos. Las promesas de la anciana tortuga que lo animó a no tirar la toalla y a seguir peleando resuenan confundidas en el rincón de su cerebro que aún conserva alguna luz. Pero en breve todo se apagará y el eterno tramoyista bajará el telón.

Tras apurar el último trago Atreyu se despoja de la ropa , arroja con toda su rabia la botella vacía contra el cielo donde se encuentra la falsa promesa de la torre de marfil y sin pensarlo dos veces se lanza de  cabeza al pantano de la desesperación. Y comienza a hundirse. No trata de salir a la superficie, al fin y al cabo morir no se le antoja algo tan duro. Es mucho más duro vivir sin ella.

Todo es mentira. Esta historia no es interminable. De hecho Atreyu ha decidido escribirle el final adecuado mientras Fantasía o lo que queda de ella desaparece devorada por la nada. A la mierda. Fantasia ya le da igual, porque...¿Que es Fantasía? tan solo otra mentira más.

Los pulmones de Atreyu se llenan de lágrimas y la nostalgia y la angustia cubren el cadaver del estúpido soñador que por fin descansa.

Fin

Bastian, hazte un favor a ti mismo, vende el libro y con lo que saques por él cómprate una navaja con la que rajar a los abusones. Verás como cuando le hayas puesto la navaja en el escroto al más chungo los demás dejan de molestarte. Esto funciona así.

El dragón que crees que vendrá a buscarte para subirte en su lomo y ayudarte a escapar está detenido en la frontera acusado de transportar ilegales ocultos entre el pelaje. Fijo que por lo menos lo caerán entre tres y cinco años. Sal ahí fuera, hazte con una automática y échale cojones a la vida de una puta vez porque te contaré un secreto: todas las historias se terminan y además todas terminan mal, porque sino no terminarían. Pero la buena noticia es que un día vendrá otra historia que te devolverá la inocencia y la ilusión y creerás de nuevo que las cosas pueden terminar bien. Serás de nuevo un niño confundido y esperanzado. Sí...aunque no te lo parezca esta es una buena noticia.



viernes, 11 de marzo de 2022

Poemas por la paz (En tus ojos me refugio).


 Ayer los poetas vallisoletanos, auspiciados por la Fundación municipal de cultura de Valladolid, decidieron levantar barricadas con versos y disparar misiles de estrofas contra un enemigo común a toda la humanidad, la guerra.

Cómo escribí en redes sociales al invitar a mis contactos a evento poético pacifista, recé para que el aire que generase la mariposa que asistió al acto al batir sus alas se convirtiera en vendaval que apagase las llamas de las explosiones en Mariupul, refrigerase el generador de la central de Chernóbil y secase las lágrimas de los niños aterrados escondidos en los refugios por toda Ucrania.

Este poema lo escribí para la ocasión y reuní el valor y las fuerzas para recitarlo en público. No me considero poeta, aunque amo la poesía. Mi universo es la prosa, pero decidí alistarme en las tropas de la rima voluntarias por la paz.

Espero que os guste y que entendáis que yo mismo necesito acudir con frecuencia a ponerme a salvo en el refugio de unos ojos, el de un abrazo sincero o el de un beso generoso.

El amor puede salvarnos, la poesía ayudarnos.

En tus ojos me refugio


Comienza la triste huida,

Vuelve a gritar la sirena,

Corremos hacia sótanos, barricadas de lamentos,

muros de sacos de arena.

Caen misiles del absurdo,

eliminan objetivos,

 llenan de sangre mis versos impotentes y caducos,

abren de nuevo la herida de lo burdo.

En tus ojos me refugio,

parapeto de otros daños,

en ellos el sol se oculta, sobrevive,

resistirá muchos años.

Ponme a salvo entre tus brazos,

cúbreme con la mirada,

protégeme de explosiones,

devuélveme la esperanza.

Una guerra miserable,

cercena miles de vidas,

como todas al ser odio, fuego y sangre,

repudiadas y temidas.

En tus ojos me refugio,

Menos tu vientre todo es oscuro,

como escribió quien murió, soñando con el futuro.


Con todo mi cariño al pueblo ucraniano y mi respeto a los amigos poetas.

martes, 8 de marzo de 2022

Hazlo, aunque duela (segunda parte).

 

El proyectil de la pistola semi automática de gran calibre impactó en el techo del salón del chalé abriendo un boquete a través del que se podía distinguir claramente el color de la pintura del dormitorio donde se terminarían resolviendo todas las diferencias y aclarando todas las dudas.

Laertes evitó la muerte en el último segundo al desviar el cañón del arma con un rápido movimiento, pero Adán es una muy experimentada agente y antes de que el rubio y enamorado asesino pudiera arrebatarle la Smith and Wesson lo derribó realizando uno de los barridos laterales que aprendió en los cursos de artes marciales impartidos durante su formación en "la Agencia". El cuerpo de Laertes impactó con el suelo produciendo un sonido seco y potente. Antes de que le diera tiempo a ponerse de nuevo en pie Adán ya lo estaba encañonando de nuevo. Pero para sorpresa de ambos algo la llevó a extraer el cargador de la pistola y arrojarla sobre el vecino sofá de cuero. Ella misma ayudó al sorprendido sicario a levantarse y al tenerlo a tiro de labios, se arrojó a disfrutar del nectar de su boca.

Laertes sintió que la vida que se le había perdonado in extremis acababa de cobrar un sentido que jamás hubiera esperado y es que desde ese mismo instante supo que solo mataría y moriría por ella. Y la besó con ardor, y comenzó a desnudarla.

—Vamos arriba –alcanzó a pronunciar Adán apartando unos segundos su boca de la del hombre que con maestría la despojaba de la ropa– esto lo solucionaremos de otra forma.

—Como desees –contestó Laertes antes de abalanzarse sobre los por fin desnudos pezones de la letal belleza americana, que erectos y desafiantes lo aguardaban anunciando el mayor de los disfrutes.

Consiguieron llegar hasta la cama deteniéndose en cada peldaño de la escalera para saciar su sed de amor y permitir a las lenguas expresarse. Al llegar junto al lecho Adán tomó las riendas de la situación y despojó a Laertes de la poca ropa que aún llevaba puesta, regalándole el más delicioso beso en su miembro viril.

—Creo que al final no debí esquivar esa bala, ya que me parece que he muerto y he subido al paraíso.

—Calla y déjame disfrutar de esto –dijo Adán mientras subía recorriendo su piel con la lengua y deteniéndose en su cuello para poder sentarse a horcajadas sobre él , recibiendo dentro de su cuerpo el placentero obsequio de amor que latía con cada movimiento de caderas.

Durante más de una hora intercambiaron y regalaron placer en todas las formas, de todas las maneras y en cuantas posturas consideraron adecuadas para el intercambio. 

—Déjame beber de tu humedad –,pidió él ayudándola a sentarse sobre su boca y lamiendo los labios privados que destilaban pasión y evidenciaban deseo. 

—Me gusta que me pidan, pero no me gusta pedir – concedió Adán antes de emitir los gemidos más adorables que Laertes había escuchado en sus vidas.

Una cosa llevó a la otra y firmaron el armisticio con el mayor de los orgasmos durante la brutal galopada en la que la más hermosa yegua y el más apasionado semental recorrieron las praderas del lecho.

Aún jadeando y con una descomunal sonrisa en el rostro, Laertes acertó a decir

—No quiero que nos separemos nunca, mi amor.

—Nunca es demasiado tiempo –contestó Adán –hace años que aprendí a construir mi vida con jamases y parasiempres cocinados a fuego lento en el caldo del ahora.

—Pues permíteme ser tu pinche, por favor.

—Creo que tenemos algo mucho más importante en lo que pensar ahora. Sabes que en nuestro trabajo no suele haber cortesías ni segundas oportunidades y más tarde o más temprano nos harán pagar por esto. Debemos construirnos una realidad paralela y desaparecer de todos y para todos. Solos tu y yo –añadió Adán comenzando a acariciar de nuevo su miembro y cosechando una sorprendentemente rápida y poderosa erección –y las mentiras necesarias que nos permitan seguir con vida.

Y así fue. 

Adán y Laertes se construyeron otras vidas para terminarlas juntos y en paz. 

Gracias a la experiencia y a los recuerdos de años como asesino a sueldo, Laertes se convirtió en un  escritor de novela negra que firmaba sus exitosas publicaciones como Ícaro, y Adán, fundó una empresa de cáterin especializada en el corte artesanal y preciso de jamón ibérico. Ambos aprovecharon las habilidades adquiridas en un pasado de muerte para cimentar el mejor  futuro juntos.

Y colorín colorado, lo que iba a ser mi relato más violento se ha convertido en un homenaje a Corín Tellado.

lunes, 7 de marzo de 2022

Hazlo, aunque duela. (primera parte)


 Laertes, Hermes, Romeo...el asesino a sueldo con principios, valores morales y tendencia a tropezar por lo menos media docena de veces con la misma piedra, se detuvo unos instantes antes de decidirse a llamar a la puerta de la preciosa agente de la CIA enviada a Valladolid para acabar con la vida del rubio sicario. Adán no tardó en abrir tras haber comprobado quien llamaba a través de la mirilla. Su rostro denotaba cierta sorpresa, pero también una mal disimulada satisfacción, el trabajo había venido a casa y sería todo mucho más sencillo. Con un pequeño movimiento realizado con la mano que sostenía la Smith and Wesson del 45 montada y lista para disparar, invitó a entrar a su objetivo. Laertes accedió a la vivienda y escuchó como se cerraba la puerta tras él, al mismo tiempo que sintió en su nuca el frio cañón del arma con la que la preciosa agente secreta no dudaría en quitarle del medio si se le ocurría hacer el menor movimiento en falso.

—Te lo he puesto demasiado fácil, Adán –comenzó a decir Laertes con esa calma que suele preceder a la tormenta en su oficio–cuando procedas a registrarme, te darás cuenta de que no voy armado. No he venido a matarte, aunque sé que debería haberlo hecho ya –añadió con sinceridad.

—Tan solo era cuestión de tiempo, Laertes. Más tarde o más temprano te habría encontrado y la verdad es que aún no tenía claro si te volaría la cabeza o te cortaría el cuello –apuntó Adán con ironía–en cualquier caso te garantizo que mi intención era que sufrieras lo menos posible. No es nada personal, ¿Qué te voy a contar a ti? es solo trabajo.

—¿También era trabajo lo que sucedió aquella noche en la que me ofreciste lo más delicioso de tus labios, lo más sabroso de tus pechos y lo más dulce de tu humedad?

—He de reconocer que al principio lo fue, encanto –contestó Adán con sarcasmo–pero al poco de comenzar a sentirte dentro de mi la cosa cambió y te prometo que cuando te fuiste lo primero que hice después de pegarme  una ducha fue llamar a Langley para intentar abortar misión, pero mis superiores fueron tajantes; eliminaste al blanco equivocado, no debiste aceptar aquel encargo, por muy bien que te lo hayan pagado.

—Por eso estoy aquí, Adán –dijo con dulzura Laertes mientras se volvía con lentitud y decisión para poder mirarla a los ojos. Hazlo. Termina con esto de una vez, cumple con tu misión y regálame ya esa bala en la frente, aunque me duela, aunque sea la única y necesaria medicina para curarme de este mal de amores del que sufro desde que me infecté al besar y lamer todo tu cuerpo.

Adán no pudo evitar estremecerse de placer al recordar aquella noche, pero consiguió mantener la compostura y no abalanzarse sobre su boca y comérselo a besos.

—Hay que ver que bonito hablas cuando te pones romántico. Estuvo bien, no te lo voy a negar, Laertes, pero ya sabes como funciona esto. Ahora mismo no es posible, no sería adecuado. Quizás en otra vida.

Laertes sonrió con melancolía y le dedico a la hermosa, disciplinada e implacable agente americana su última mirada. Siempre supo que moriría en unos ojos, igual que había encontrado la vida en ellos. 

La detonación del arma rompió el silencio del chalé escogido adrede por lo apartado de cualquier lugar habitado o de tránsito. El sonido del cuerpo al caer del suelo fue el último acorde de la canción más triste y aquella noche alguien maldijo su oficio mientras lloraba en la intimidad de su conciencia.