En este video del reportaje que emitió TVE sobre esa idea que tengo tan clara, que no es otra que la literatura salva vidas, podréis ver "al señor que se había comido a Juan" explicando algunas de las certezas que intento transmitir a los chavales de institutos de ESO y LOGSE de la comunidad de Castilla y León.
En este reportaje en el que la redactora, Estefanía Fontaneda y el cámara, Guillermo Carvajal, trataron de evidenciar algo que he interiorizado a raíz de mi propia experiencia personal, la televisión pública se hizo eco de lo aprendido de ello, y que gracias al apoyo y a la inestimable ayuda de la presidenta del Consejo escolar de la Junta de Castilla y León, a la confianza del Director de innovación pedagógica de la Consejería de Educación, al Jefe de formación del profesorado de la misma consejería, y el impagable esfuerzo de dos incansables y eficaces trabajadoras del departamento de Programas educativos también de esta consejería, que se esfuerza en apoyar el desarrollo intelectual de los jóvenes de nuestra comunidad, ya he compartido en institutos de Valladolid, Burgos, Zamora y Soria, mañana iré a Palencia y la próxima semana a Ávila y a Segovia. Mi particular turné por las capitales de provincia de mi comunidad terminará en Abril en Salamanca, aunque son muchos los pueblos de distintas provincias que están ya fijando fechas para desarrollar la iniciativa con sus jóvenes.
Moralmente está siendo algo terriblemente positivo para mi, ya que además de estar obligándome a salir a carretera con el coche, a vencer el miedo y ser autosuficiente de nuevo a la hora de desplazarme, ver como los alumnos reciben con interés mi mensaje y participan activamente de la charla es algo realmente impagable.
Una vez dije que creo que las segundas oportunidades nunca son gratuitas y dentro de ese rato de introspección y meditación que algunos llaman oración, acostumbro a pedir a aquel que maneja los hilos que se me ayude a ayudar como a mi se me ha ayudado. A uno solo de estos estudiantes que comience a leer a diario tras escucharme explicar como la lectura cotidiana ayuda a prevenir el deterioro cognitivo y a enfrentar el daño cerebral adquirido, o a uno que se acuerde de aquel tipo tatuado, rubio y con el bigote bicolor que les pidió que después del próximo botellón , de la próxima juerga o del próximo exceso dejen aparcada la moto, candada la bici o se lleven de la mano el patín eléctrico, estos casi ocho años ya de sufrimiento, esfuerzo y superación diaria habrán tenido sentido y estaré en paz con el destino. Y sinceramente estoy leyendo en los ojos de muchos de los asistentes a las charlas que el mensaje les ha llegado, que se han quedado con la copla y que seguramente se lo piensen dos veces antes de rechazar una lectura o antes de conducir un vehículo, sea del tipo que sea, bajo los efectos del alcohol.
Está siendo una experiencia increíble, de verdad. En una carpeta llevo copia de los informes médicos y policiales que ratifican que todo lo que les cuento de aquel fatídico 13 de abril de 2014 es cierto y puedo demostrarlo, y pongo esos documentos a su disposición por si alguno quiere comprobar cómo la falta de contención y de sensatez me llevaron a pasar por unos minutos de muerte clínica y por una temporadita en coma. Les explico en su idioma, con absoluta sinceridad y con el apoyo de un tema musical de Rayden, que fui el más gilipollas de mi generación y que solamente les pido que no sean tan idiotas como lo fui yo, y les cuento que la vida les reserva muchas cosas increíbles. Les ofrezco una pequeña explicación científica de cómo el leer tanto desde pequeño ayudó a mi cerebro a superar la lesión axonal difusa en grado tres, la más devastadora de cuantas lesiones cerebrales hay, y les hablo de los demostrados beneficios de consumir literatura, única droga a la que soy adicto desde muy temprana edad y de la que no pienso desengancharme jamás.
Lo mejor de estos encuentros llega cuando abro el turno de preguntas y es ahí donde compruebo que no han perdido detalle, y donde más disfruto, pues hasta ahora en todos los centros a los que he acudido me han hecho muchas preguntas realmente potentes y directas, y me han puesto en más de un aprieto, pues he contestado a todas y cada una de ellas con total sinceridad y me he visto obligado a dulcificar en la medida de lo posible mis respuestas y a utilizar un lenguaje adecuado para su edad, aunque estos estudiantes ya no son niños y muchos de ellos tienen un recorrido realmente abrumador.
No tuve hijos en mi matrimonio (sé cómo se hacen, lo he visto en películas) y nunca me atreví a enfrentarme a la paternidad, pero de alguna manera esta actividad me está aportando algo que debe parecerse bastante, pues aunque no tengo con estos estudiantes ningún vínculo familiar, ni tan siquiera de amistad, en el momento en el que veo como van interiorizando cuanto les cuento, y sobre todo en el momento en el que comienzan a interactuar conmigo, de alguna manera me sobrecoge imaginarlos muertos o atados a una cama o a una silla de ruedas durante el resto de su vidas.
Una estudiante soriana me descolocó por completo al preguntarme si en caso de poder viajar en el tiempo, evitaría aquel accidente. Tras pensarlo durante unos cuantos segundos le respondí que por un lado sí, por evitar tanto sufrimiento, el mío y el que provoqué en aquellos que me quieren, y por otro lado no, porque he aprendido muchas cosas que de otra forma no hubiera llegado a aprender, cómo el verdadero significado de las palabras familia y amigo, la realidad que se esconde tras la prepotencia y el atrevimiento del que se cree inmune a todo, y lo difícil pero necesario de identificar errores, afrentarlos, superarlos y corregirlos.
Una profesora zamorana me preguntó cual era la emoción que más me había impresionado recuperar, y expliqué al auditorio que todas las especies copulan con uno u otro fin, pero que hacer el amor es algo tan impresionante que cuando he sentido realmente que lo estaba haciendo por primera vez en mi vida, el disfrutar de ello con todos los sentidos y el saber que había estado a punto de perderme esa maravillosa sensación que durante muchos años había confundido con burdos sucedáneos, supe que lo que viví no tenía absolutamente nada que ver con el coito y me sentí plenamente feliz.
La vida es algo increíble, y por dura que se presente en ocasiones, tenemos que aferrarnos a ella con uñas y dientes, porque hay cosas que sin saberlo pueden compensar el dolor más intenso. Y si además eres capaz de darle forma escrita a un sentimiento como el amor, la vida se convierte en maravillosa.
Espero que muchos de los que me están escuchando asuman la verdad de mis palabras y la importancia de mis recomendaciones, pero bueno...somos humanos y para nuestra especie escarmentar en cabeza ajena es algo casi imposible. A veces parece que solo aprendemos a fuerza de equivocaciones y de golpes, aunque nos pueda costar la vida.
Al fin siento que de una vez soy suficiente. Y me encanta,
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