miércoles, 6 de abril de 2022

Es más que necesario


 A veces hay que detenerse a escuchar y a pensar con todos los sentidos, con los seis. A veces el destino se empeña en ponerte las cosas claras y señala con luminosos neones ciertas personas, ciertos momentos, ciertas circunstancias y ciertas verdades.

Durante las charlas que estoy compartiendo con estudiantes de toda mi comunidad autónoma, les hablo desde mi verdad, desde mi experiencia vital, desde la más absoluta sinceridad y entre otras cosas, no me importa reconocerles que he sido el tipo más estúpido de mi provincia y que seguramente sea el fulano más enamoradizo del universo conocido. Y probablemente también del universo por conocer. Todo es posible.

Escuchando a Macaco siempre disfruto con los minutos musicales y con los minutos emocionales resultantes de la escucha de sus canciones y de lo que estas me aportan, que es mucho.

En una primera lectura de este tema no pude evitar asociarlo a mi realidad pasada, en concreto a esas ocasiones en las que me dijeron que me querían mientras me destrozaban la vida, me machacaban la autoestima y me convertían en una sombra descosida de mis zapatos que se quedaba en tierra mientras yo intentaba volar. Y es que puede que no fuera mentira, puede que me quisieran, pero desde luego no me quisieron bien.  A esa primera lectura le siguió otra en la que asociaba la letra de la canción con la realidad de personas muy queridas para mi, a las que desde luego no han sabido querer y han querido muy mal; y desde el cariño más sincero, y mi a veces torpe y poco afortunada empatía, he tratado de aportar cuanto he podido, consiguiendo en ocasiones el efecto contrario al deseado al pensar que mi cariño desmedido y esa jodida sensibilidad extrema que acompaña a cuanto digo o cuanto escribo, podría ser el tratamiento perfecto para las dolencias del alma, pero levantando sin desearlo un muro de seguridad entre corazones que deberían caminar de la mano.

En mi última interpretación de este tema, he llegado a la conclusión de que me debo el quererme bien y que si yo no soy capaz de quererme como necesito, seguramente nadie sepa o quiera hacerlo.

Tengo que dejar de buscar el ser suficiente para otras personas y trabajar en serlo para mi mismo. Y eso no es egoísmo. En absoluto. Es supervivencia. El verdadero amor hacía uno mismo se desnuda de pretensiones cuando se enfoca desde la necesidad de convertir el miedo en valentía, la ignorancia en acierto y la autocompasión en el empuje necesario para salir del pozo. Cuando identificamos nuestras carencias, nuestros errores y también nuestras habilidades, nuestras cualidades y nuestras necesidades.

Por eso os invito hoy a pasar un rato con vosotros mismos, a conoceros mejor y a ponerle nombre a aquello por lo que creáis que estar vivo merece la pena. Y hay muchas cosas que hacen que la vida sea algo realmente increíble. En mi caso pensaba que esas cosas siempre tenían nombre de mujer, pero puede que alguna se llame Juan, y voy a colocarla en el lugar que merece, voy a tratar de pulirla y abrillantarla para que cuando la persona adecuada la identifique y sepa que era exactamente lo que estaba buscando, se lleve el mejor artículo de la exposición.

No permitáis que os quieran mal, no consintáis su amor de saldo, corrupto, interesado y en muchas ocasiones envenenado al haber sobrepasado la fecha de caducidad. El verdadero amor no caduca, no envejece y no se corrompe. El verdadero amor puede mover el mundo, vuestro mundo, nuestras vidas.

Esto de ser una persona altamente sensible a veces suena a chiste, pero realmente es la más incómoda denominación de origen y en ocasiones es algo francamente difícil de sobrellevar. Hay quien desprecia la sensibilidad ajena, quien se ríe de ella y la convierte en un defecto o en un signo de debilidad, pero que nadie se confunda, ser sensible no es ser débil. Probablemente cuando me enfrente al miserable o al inmisericorde y traspase su pecho con el puñal de mi justa defensa, simplemente me dolerá el no haber podido encontrar una solución más dulce. Y en ese dolor, mientras clavo la hoja hasta la empuñadura mi corazón también sufra. Pero luego limpiaré la daga en la piel del enemigo derrotado y volveré a mis escritos, a mis ilusiones y a mis sueños.

Vivir es mucho más que sufrir y aunque la vida pase y pese, también te colma de alegrías. 

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