sábado, 4 de septiembre de 2021

Implosiones


 

Mi primera vez no ha tenido nada que ver en absoluto con lo que me habían contado los colegas, ni con lo que había visto en las pelis y en las revistas.

Nadie me dijo que cuando llegara el orgasmo sentiría como mi cuerpo estallaba por dentro y que el inmenso placer de fragmentación me dejaría fuera de combate.

Cuando Carolina me hubo confirmado que vendría a cenar a casa, mi cerebro proyectó miles de imágenes de lo más eróticas en los que ambos retozábamos desnudos, devorándonos el uno al otro.

Mis padres se han ido a pasar el fin de semana a la finca de unos amigos de Cáceres. Haber aprobado la selectividad con una nota que me permitirá matricularme en medicina y, terminar trabajando en la clínica del abuelo, sumado a que pronto cumpliré dieciocho años, han sido las mejores credenciales para conseguir que no me mandasen a aburrirme a casa de mis primos como hacen siempre que se van fuera. Se acabó lo de jugar al cinquillo un sábado por la noche. Tengo otras prioridades durante las ausencias de mis padres.

Sé que ahora se llevan los chicos que cocinan y que controlan de maridajes de vinos y repostería fina, pero haberme pasado los últimos años de mi vida estudiando como un cabrón para sacar la mejor medía en bachillerato, no me ha dejado tiempo para perderlo en esas cosas. Al fin y al cabo, yo debería seguir la tradición familiar y ser cirujano cardiovascular, no cocinero en Master Chef.

Carolina llegó puntual a las nueve y media, justo diez minutos después de que el repartidor del restaurante japonés más famoso de la ciudad hubiera traído el pedido que me costó un ojo de la cara y parte del otro. O lo que viene siendo la propina que me dio la abuela cuando publicaron las notas.

Puse la mesa en la terraza con velitas y esas pijadas y mientras servía el sushi le di al play en el equipo del salón donde sonó el cd de Sinatra que tanto le gusta a papá. Una botella de verdejo de Rueda y otra de Moet Chandon de las que guardan para las ocasiones especiales bien frías y servidas en las copas adecuadas, terminaron de hacer el resto. A los postres y si conseguía controlar el medio pedo que me había agarrado con el vino y el champagne, todo parecía indicar que conseguiría mi objetivo.

No sabía si Carolina era virgen dada su educación en el colegio del Opus donde estudiaba desde primaria, pero también iba a empezar la carrera, y por lo que tenía entendido las de Derecho del CEU suelen ser muy estrechas. Lo que si estaba claro es que toleraba el vino mejor que yo. Que saque tenía la jodía.

 La forma de besarme en cuanto pasamos dentro al terminar de cenar me reafirmó en la idea de que este era el día.

Mientras nos besamos me armé de valor y le introduje la mano por dentro de la camisa y, aunque le rompí dos botones con las ansias, pude notar como sus pezones se habían endurecido y al acariciarlos, lo que me resultó muy sencillo puesto que no llevaba sujetador, Carolina me arrastro hasta el sofá más cercano sobre el que me derribó con la maestría de una judoca olímpica. Sexo débil dicen, no conocen a Carolina.

Al percatarse de mi erección, lejos de dejar de besarme o de separarse de mí, sencillamente me desabrochó los pantalones y en menos de diez segundos su mano se cerró con decisión en torno a mi miembro y comenzó a masturbarme muy despacio. Aproveché la coyuntura para despojarle de la camisa y para quitarme la camiseta y antes de que me diera cuenta, ella ya me había terminado de desnudar y se había quitado la falda y las bragas. Para mí era sencillamente preciosa. Carolina no tiene uno de esos cuerpos de actriz italiana en los que las curvas te invitan a borrar de tu mente cualquier otra cosa que no sea la perfección de sus pechos, la maravilla de sus caderas y el esplendor de su trasero. Es una chica perfecta en su normalidad.

Debí haber hecho caso a mi padre cuando me habló de apuntarme al gimnasio los fines de semana durante el curso, “Men sana in corpore sana” dice siempre.  Así no me hubiera sentido tan patético al desnudarme. Pero el exceso de vino me ayudó a sentirme un Superman. 

-  —¿Tienes un preservativo? –me preguntó Carolina en voz muy baja, como si le diese vergüenza– tendremos que tomar precauciones si vamos a hacerlo. 

Chica lista. Desde luego yo había contemplado esa opción y tras recoger los pantalones extraje un condón del bolsillo trasero.

Según me han contado los colegas, lo de las gomas corta el rollo bastante, pero a pesar del puntillo no tardé en ponérmela y antes de lo que pensaba acepté la invitación que me hicieron sus piernas al abrirse como las de una gimnasta rítmica y entré en ella disimulando mi falta de experiencia y tratando de no quedar como un idiota. Aunque eso no lo terminé de lograr. Hasta la quinta no fue la vencida y solo entonces conseguí penetrarla. En las pelis parece más fácil. No sé si gritó de dolor o de placer, pero al escuchar su grito según la penetraba, agradecí sobre manera el vivir en un chalet independiente con amplia parcela llena de árboles.

Se me abrazó con fuerza y acompañó los movimientos de mis caderas con los de las suyas. Fue increíble. Allí estábamos los dos, como si llevásemos haciéndolo toda la vida. Nosotros… que no habíamos pasado de morrearnos y acariciarnos por encima de la ropa aprovechando la oscuridad de los reservados de la discoteca.

De repente, un estallido interior acompañó mi eyaculación. Me corrí como si quisiera vaciarme por completo dentro de ella y al tiempo sentí como si una bomba de placer y napalm abrasase todo mi ser. Aquello me dejo extasiado, casi desmayado, de hecho, estuve a punto de perder el conocimiento mientras Carolina me besaba con ternura y me acariciaba la espalda, diciéndome que ella también había disfrutado mucho desde el principio.

 Al poco de encender el pitillo reponedor abrazado a ella en el sofá, repentinamente una mano de conocido olor maternal me quitó el cigarro de los labios y, Carolina, cubriéndose avergonzada, escuchó a mi madre que había vuelto de forma sigilosa, sin avisar y mucho antes de lo previsto decir enfadada "en casa no se fuma".

viernes, 3 de septiembre de 2021

De ciencias


 Siempre se había vanagloriado de ser un hombre de letras con tendencia al humanismo y de tener habilidades y cierta destreza en distintas artes. Se consideraba, lo consideraban, una persona inteligente y con altas capacidades, pero en su fuero interno él supo siempre que en parte, aquella imagen de hombre ilustrado que transmitía a los demás, era un fraude y que simplemente en el país de los ciegos el tuerto es el rey.

Si bien es cierto que era un tipo muy leído y con una cultura extensa, cada vez que salía la matemática, la física o la química en una conversación, trataba de disimular su falta de conocimientos y de derivar la charla hacía otros derroteros en los que poder embaucar a los contertulios con la palabra acertada, la anécdota oportuna y la cita apropiada.

De alguna manera su poco disimulado desprecio a las ciencias se alimentaba de la falta de seguridad y de la total ausencia de un bagaje intelectual específico en ellas que lo hubiera ayudado a alcanzar ese lugar que llevaba años reclamando por el derecho que se atribuía al saber distinguir entre  la pedantería y la estupidez y al poder afirmar con rotundidad que un pedante no es más que un tonto instruido.

Hasta que la conoció y sintió como se derrumbaban los cimientos que sostenían el palacio de sus aspiraciones.

La cortejó enamorado y deslumbrado por ser una mujer que transmitía seguridad e inteligencia cada vez que abría la boca.  Desplegó todos sus recursos de seducción para atraerla hacia él y, no dudo en escribir y regalarle cientos de páginas en las que construyó un mundo ideal en el que ambos eran capaces de ser felices juntos, pese a la diferencia de las fuentes de conocimiento en las que habían bebido con ansia los dos.

Nunca le ocultó la distancia existente entre aquellas doctrinas a las que se habían entregado y jamás pretendió ni supo disimular ante ella ni ofrecerle el personaje público que había sido capaz de diseñar para ocupar un puesto en la sociedad reservado solo a unos pocos.

Cuando la policía encontró su cuerpo rígido y frío con un único disparo en la sien y caído sobre la mesa de trabajo donde había gestado sus mejores obras, en el escritorio del ordenador encendido pudieron leer un archivo que llevaba por nombre  Sediento de ti y en el que probablemente estuviese trabajando cuando decidió rendirse a la evidencia de la dolorosa asíntota de unos labios que creía nunca llegaría a besar.

El subinspector de la Policía Nacional que leyó en voz alta lo escrito, no pudo evitar sonreír con cierta lástima al realizar la lectura de un texto que le parecía prometer algo más que interesante de no haberse quedado a medias.

"Ciertamente me gustaría dominar las ciencias porque hay analogías y metáforas preciosas que me darían mucho juego a la hora de escribir.

Me gustaría conocer la explicación científica de por qué se atraen los polos opuestos. Por qué el corazón puede funcionar de forma opuesta al cerebro y por qué siempre se nos presenta más delicioso aquello que nunca podremos probar. Por qué se nos antoja la luna como el lugar más romántico si no hay posibilidad de vida en ella y cómo es posible que alguien con quien no has disfrutado nunca del placer  se convierta en el placer más deseado. Podrías ayudarme a entenderlo, tu, que eres de ciencias. Y de paso facilitarme la fórmula de la felicidad. Por favor, enséñame a sonreír con los ojos y a disfrutar de cada momento feliz que me regale el destino. Y ya puestos...dame las coordenadas del lugar exacto donde pueda encontrar la respuesta a todas las preguntas que me torturan al cerrar los ojos e intentar dormir."

Los agentes de la científica ratificaron la teoría de los policías del grupo de homicidios, y al ordenar el levantamiento del cadaver, el juez de guardia firmó el suicidio como causa de la muerte. Lo que nunca descubrieron es que no se suicidó, lo asesinaron su curiosidad y su extremadamente sensible personalidad, al saber que aquel hombre había decidido enfrentarse a la humanidad al revelarse contra su condición humana. Y eso no lo podían consentir.

Allá en lo alto del cielo, el destino borró otro nombre en la pizarra de estrellas repleta de tachones, apagando el brillo de un prometedor asteroide.


miércoles, 1 de septiembre de 2021

¿Buenos presagios?


 Ayer presentamos al mundo Temporada de sustos, y mi novela hizo honor a su nombre pues tras una hora escasa de presentación editorial en el Jardín romántico de la Casa de José Zorrilla de Valladolid, los cielos se abrieron entre truenos y relámpagos para descargar el diluvio universal sobre los asistentes al acto.

En el vídeo que encabeza la entrada podéis ver a Cover Club interpretando la versión más hermosa de Creep que he escuchado nunca, y que me acarició el alma desde el primer acorde. La voz de Susana acompañada por el virtuosismo y la clase de Cesar a la guitarra son una combinación imbatible, y lo cierto es que embellecieron el acto con su talento y su cariño. 

Por desgracia rompió a llover justo cuando iba a dar paso a Dario Martín H, quien iba a salir a escena a interpretar el tema Me levantaré, de su disco Héroes. Al igual que Creep, Me levantaré forma parte de la BSO de la trilogía que estoy escribiendo, pues son canciones que aparecen en las novelas acompañando al inspector de homicidios Iván Pinacho en sus distópicas aventuras. Fue una lástima perdernos la actuación Dario, pues es un músico que entre otras muchas virtudes, empatiza lo que no está escrito con el público de sus conciertos y consigue que todos lo escuchen con una sonrisa en la boca.

Hubo que salir corriendo a guarecerse y dar por concluido el acto, al que aún le restaba además de la canción de Dario el coloquio con los asistentes y la actuación de Pablo Acebal, de Blow, que cerraría el evento con la interpretación del tema Brotherfriend. Este tema es una preciosidad de canción que habla sobre esos amigos que se convierten en familia y que sería la guinda perfecta para un acto en el que el público, que completó el aforo disponible por las restricciones para combatir al Covid 19, me regaló toneladas de cariño y de apoyo en todo momento.

Cerramos tan estupenda como pasada por agua noche en el restaurante Pide por esa boquita, donde a lo largo de las novelas Iván Pinacho disfruta de lo mejor de su oferta gastronómica, que es espectacular, y de sus vinos. Al ser la mía una presentación inmersiva en la novela, los asistentes pudieron disfrutar en el genial y agradable restaurante de los vinos de Yllera con los que acompaña sus comidas y cenas, de los deliciosos bombones de Dasilva Gastronomía, cuyos espectaculares productos tienen también presencia en mis novelas, y del exquisito jamón ibérico que cortó y emplató Ángel, sustituyendo por motivos de salud a la encantadora y profesional cortadora Eva Fernandez, cuyos ojos sonríen mientras maneja el cuchillo con precisión cirujana, y cuyo talento y habilidad  en el corte me ha inspirado un personaje muy especial para mis relatos más negros. En el restaurante donde Alfonso y Fermín una vez más nos trataron como a Reyes, dediqué multitud de ejemplares y charlé con familiares, amigos y lectores, que me calentaron el alma secando todo rastro en ella del impresionante aguacero que interrumpió el acto.

Mi alegría no está rota. Habrá más presentaciones y  Dario nos cantará ese tema con el que me siento tan identificado, la preciosa voz de Susana y el maravilloso Cesar a la guitarra volverán a hacer de Creep la antesala del Olimpo y, Pablo Acebal deslumbrará a los asistentes con esa entrañable canción que ayer me cantó a capela en el Pide por esa boquita al finalizar el vino español con el que la editorial quiso agasajar a los asistentes, emocionándome hasta la saciedad y levantando aplausos entre quienes aún permanecían a mi lado con una copa de vino en la mano.

Es de bien nacidos ser agradecidos y no puedo dejar de agradecer a Eva Melgar su eficaz e inestimable  labor editorial,a Eva Garcia y a su padre Pepe García sus ilustraciones y acuarelas ,a Jose Luis Pastor, director de Suseya Ediciones, sello con el que se publicará la trilogía completa Crímenes de temporada, su confianza en mi trabajo, su esfuerzo y su generosidad y a Paz Altés y a cuantos sumaron esfuerzos conmigo para que el evento fuese un éxito, pese a todo. Gracias Susana, Cesar, Dario, Pablo, Lucia, Javi, Clara, Ángel, Fermín, Alfonso, Chuchi...gracia a todos.

Y eso es todo amigos. Seguimos adelante.



sábado, 28 de agosto de 2021

Un paso más


 Avanzo poco a poco y creo que si sigo esforzándome y trabajando duro, un día llegaré a ser el escritor que quiero llegar a ser. Y es que ser escritor no consiste solamente en ganar premios o en publicar libros, ni tan siquiera en poner por escrito todo lo que te inunda el alma y te desborda por dentro, manando incontenible en negro sobre blanco y tomando forma escrita. Es mucho más y requiere de verdadera dedicación y de muchas, muchas horas de lectura paseando la curiosidad por las obras de autores de todo el planeta y de todas las épocas.

Lei mi primer libro a los cuatro años y escribí mi primer cuento a los siete. Y desde entonces no he dejado de hacer ambas cosas que además de reportarme incontables horas de felicidad, ocio, diversión, evasión y catarsis emocional, consiguieron que mi cerebro estuviese preparado para afrontar las circunstancias más adversas y que milagrosamente se recuperase del golpe más demoledor. Porque es cierto...la literatura salva vidas.

Y este martes día 31 de agosto, en un lugar tan importante para mi como es el jardín romántico de la casa del insigne y laureado poeta vallisoletano, José Zorrilla, presentaré al público mi novela Temporada de sustos, segunda entrega de la trilogía Crímenes de temporada que publicaré con la editorial Suseya. Este será mi quinto libro en solitario en el mercado, aunque como relatista mis textos se encuentran también en diversos volúmenes de relatos. He llegado incluso a atreverme con el verso y en una ocasión incluso logré ser finalista de un certamen poético, cosa que me sorprendió y me hizo feliz, pues considero la poesía un arte reservado solo a unos pocos.

Con Temporada de sustos siento que he crecido como escritor, y no solo por haber sido capaz de escribir una novela de 360 páginas con una trama elaborada, repleta de acción y de giros de guion, y desarrollada en distintos lugares de la geografía española. Siento que he crecido porque al alter ego que escribí como protagonista de esta trilogía, lo acompañan un buen número de trabajados personajes de distinta índole y en los que he querido dibujar diferentes actitudes frente a la vida, contrapuestos valores morales y multitud de vicios y virtudes inherentes a la condición humana.

Mi amiga, la editora y novelista premiada, Eva Melgar, quien me acompañó durante el proceso creativo de las dos primeras entregas de la trilogía que cerraré con la novela que ya está en curso, Temporada de caza, es una incansable lectora y una concienzuda escritora, a quien concedo un especial criterio literario pues además de ser hija, prima y sobrina de escritores, la literatura ha formado y formará siempre parte fundamental de su vida. Eva ha sabido motivarme y aconsejarme para sacar lo mejor del escritor que llevo dentro y que aunque aún se aleja del escritor que me gustaría ser, ya va apuntando maneras. Que Eva se sienta orgullosa de mi y satisfecha con el resultado final de esta novela me ha devuelto la sonrisa perdida en esta última etapa de mi vida, triste y difícil.

Temporada de sustos se ha vestido de gala con las ilustraciones de Pepe Garcia, pintor asturiano que ya ha embellecido distintos libros y cuya acuarela representando Simancas ocupa la cubierta del libro y, con las ilustraciones de su hija, mi también amiga desde hace años, Eva García, que con la magia de sus lápices ha dado forma a distintos personajes de la novela y ha sabido representar con acierto el emblema que aglutina los motivos históricos y el porqué de algo fundamental en la trama de la novela.

El próximo día 31 y ante un aforo limitado a 70 personas debido al protocolo de seguridad frente a la Covid 19, volveré a emocionarme al recordar lo que escribió mi padre en el libro de firmas que se pasó entre el público durante la presentación de mi primer libro, Historias para según qué días y, volveré a agradecerle en silencio que me inculcase su pasión literaria y me ayudara a traducir a palabras aquello que lucha por escapar de mi cuerpo.

Durante el evento, amigos de la talla de Pablo (Blow), Susana y Cesar (Cover Club) y Dario Martín H (Martín H band) aportarán su talento y su arte en forma de canciones, pues estos artistas de Valladolid que tienen presencia en las páginas de mis novelas y en las de mi vida, subirán al escenario a cantar los temas que acompañan las vicisitudes y las peripecias de un inspector del grupo de homicidios de la Policía Nacional de Valladolid, bajito, rubio, con el bigote bicolor y excesivamente enamoradizo y sensible, pero de gatillo fácil y valores forjados sobre las experiencias más devastadoras.

Estoy tan nervioso como emocionado y feliz. Sé que pase lo que pase y le pese a quien le pese (pues no solo me rodean amigos), el martes será un día importante en mi vida.

Con Temporada de caza tengo que dar un paso más y seguir avanzando. Aún me queda mucho camino por recorrer. Rendirse nunca es una opción y recordad...todo termina llegando, incluso lo bueno. Algún día.

martes, 24 de agosto de 2021

Creyente


  Como canta Victor, este artista de voz privilegiada y corazón a juego con su talento, el protagonista de esta historia cree en el amor.

Tras un nuevo y doloroso desengaño, ha pasado una larga temporada renegando de ese sentimiento que le lleva jodiendo la vida desde que a los quince años besó a la primera chica, pero por mucho que pretenda esquivar las flechas del odioso angelito juguetón, siempre termina atravesándole el corazón y envenenándole el alma con las promesas de felicidad eterna con las que impregna las puntas de las mortíferas saetas . Y lo peor es que mientras el veneno se extiende poco a poco por todo sus órganos a través de la sangre, disfruta con los síntomas de la intoxicación, y se recrea en la toxina que le inocula  Cupido confundiendo su razón y sus sentidos Y es que todo veneno es mortal, dependiendo de la dosis. No duda en que un día morirá enamorado, con una sonrisa en la boca, con el pecho henchido y con una pequeña reserva de besos por compartir.

Podría decirse que nuestro enamoradizo amigo Leo (que así se llama), es un yonky del amor, y que su adicción le saldrá muy cara, pero bueno...de algo hay que morir.

Leo es un romántico empedernido, como no podía ser de otra forma, y también el hombre más pasional que he  conocido.

Por mucho que lo haya intentado no ha conseguido desengancharse y, aunque el síndrome de abstinencia ha sido duro y probó con distintos placebos y tratamientos en labios de una noche y en corazones de imitación, cuando el camello con alas le suministró una nueva dosis al hacer diana con su arco, volvió a poner los ojos en blanco, a desempolvar su vieja máquina de escribir y a encadenar un  verso tras otro para disfrutar del subidón en negro sobre blanco.

Leo es carne de cañón, reo del sentimiento y víctima de la esperanza. Pero me cae bien y trato de no juzgarlo. Puede que al fin haya aprendido a dosificar los chutes y a pasar el mono sin entregarse a los brazos equivocados. Creo que en esta ocasión el veneno inoculado es de primerísima calidad y quizás un amor de tanta pureza no le reviente el alma. La destinataria de todas las hermosas palabras que se negó a  volver a pronunciar es una mujer que sonríe con los ojos, que transmite confianza, que promete ternura y que destila pasión. Puede que mi toxicómano amigo muera feliz enganchado a ella. En cualquier caso les deseo lo mejor a ambos, lo merecen sin duda, se merecen sin duda, y bailarán esta pieza, pase lo que pase y le pese a quien le pese, aunque ella afirme que baila fatal. Solo tendrá que dejarse llevar. Conozco bien a Leo, antes de pisarla se cortaría los pies.

lunes, 23 de agosto de 2021

Génesis (epílogo)


 Una vez fue liberada de las bridas que le impedían realizar cualquier movimiento, Adán no se lo pensó dos veces. El entrenamiento en diversas artes marciales, y en técnicas de lucha sin armas durante su formación como agente de la CIA había sido más que satisfactorio, y cuando creyó que Laertes se había confiado lo suficiente, le lanzó una patada a la entrepierna buscando derribarlo o hacerle doblarse de dolor durante al menos unos segundos. Pero subestimó a su contrincante.

—Te han entrenado bien, Adán –dijo Laertes mientras detenía el golpe y lo devolvía con fuerza y rapidez sin pestañear apenas–y siento tener que volver a inmovilizarte, pero no me dejas otra opción. Te aseguro –añade mientras coloca a adán grilletes en muñecas y tobillos– que no te haré ningún daño y que estás retenida aquí principalmente para evitar que interfieras en mis asuntos. Una vez termine con lo contratado te liberaré y te dejaré sana y salva en un lugar desde el que puedas ser recogida por Pinacho y su compañera. Entiendo tu actitud, pues también eres una profesional y no puedes desaprovechar cualquier oportunidad para liberarte y de paso quitarme de en medio, pero créeme, en esta ocasión yo no soy el enemigo a batir.

—Tienes unos modales exquisitos y en verdad eres un encanto, Laertes –ironiza Adán cuando recupera el aliento tras el golpe recibido en el plexo solar que la había dejado sin respiración –pero si la agencia te ha seleccionado como objetivo de mi misión, será por algo. No podemos permitir que ciudadanos americanos sufran el menor daño, ni que entorpezcas su negocios con empresarios españoles.

—Cariño –comienza Irónico Laertes –esos honrado empresarios, tanto los de tu país como los del mío, no son más que títeres manipulados por una sociedad internacional constituida por criminales al servicio de los poderosos intereses económicos  rusos, chinos e iranís.  Deja que te explique y te lo demuestre.

Laertes acerca su ordenador portátil hasta la mesa vecina al sofá donde ha instalado a su prisionera americana atada de pies y manos. En un pen drive que extrae de un compartimento secreto en el talón de su bota izquierda, almacena informes, video y pruebas irrefutables de lo que acaba de afirmar y Adán comprueba que en efecto, si la reunión de empresarios que ha venido a proteger llega a buen fin, las economías española y norteamericana lo lamentarán a largo plazo. Y mucho.

—¿Y porqué no has puesto toda esta información a disposición de tu gobierno?–pregunta inocente Adán.

—Eres tan bonita como ingenua, Adán –dice Laertes con dulzura–ni te imaginas hasta donde llegan los tentáculos de el monstruo de la avaricia. De momento ya han conseguido que se me señale como el objetivo de tu gobierno, confundiendo a la agencia para la que trabajas. Y te aseguro una cosa –dice inquietando a la agente estadounidense –si se te ocurre informar a tus superiores de algo de lo que has podido comprobar con las pruebas que te he mostrado, harán que tu muerte parezca un accidente. No lo dudes ni un segundo.

Adán y Laertes pasan un par de horas más comprobando el alcance del complot internacional que está a punto de firmarse en Valladolid e identificando las consecuencias de dejar en las manos equivocadas el control sobre el suministro petrolífero de España para comenzar y después progresivamente, siguiendo el maléfico plan del enemigo, el de toda la Unión europea.

—Tenemos que impedirlo y no podemos perder ni un segundo, Laertes.

—Algo me dice que este es el principio de una hermosa amistad –sonríe el asesino del bigote bicolor.

Laertes devuelve a Adán sus armas y la ayuda a disfrazarse para no ser reconocida y tras una concienzuda sesión de camuflaje en la que ambos cambian por completo su apariencia, se reparten los objetivos a eliminar y conducen hasta el hotel donde se alojan los asistentes a la convención.

En menos de diez minutos y sin hacer el menor ruido ni levantar sospechas, siembran de cadáveres las habitaciones del hotel. 

Misión cumplida.

Cuando regresan al piso franco de Laertes, este cede a Adán el turno para pegarse una ducha y quitarse el maquillaje y, los restos de sangre de sus víctimas, degolladas en silencio con la pericia de un matarife.

Adán se desnuda con la puerta del cuarto de baño abierta y Laertes que en un principio se aparta ruborizado para concederle la intimidad suficiente, esboza una sonrisa al apreciar la perfección de las formas de Adán.

 Adán sale de la ducha y se seca vigorosamente con la toalla que le pasa Laertes, Desnuda aún y sin rubor de ningún tipo, ayuda a Laertes a despojarse de la ropa para ducharse también. El asesino a sueldo con principios morales tiene un cuerpo sorprendente por lo musculado del cuadro superior y lo tatuado de su piel que oculta con la tinta de los tatuajes multitud de cicatrices.

—Adán, si no vas a abrir una de las botellas de vino que tengo en la cocina y a por un par de copas, no respondo de lo que pueda pasar aquí. Uno –termina sin disimular su excitación–no es precisamente de piedra.

Adán no le permite continuar y mientras le ayuda a despojarse de los pantalones y los ajustados boxers se entrega con decisión a besarle en la boca y a mostrarle de lo que podría ser capaz su lengua aplicada a cualquier parte más sensible de su cuerpo.

Laertes recoge el guante y se entrega al combate de besos y caricias. Toma en brazos a la eficaz y mortífera agente americana y la transporta hasta el dormitorio, donde la abandona con delicadeza sobre el lecho. Una vez allí ambos dan rienda suelta a su pasión y sin tabús ni prohibiciones de ningún tipo, se esfuerzan en ofrecerse el placer más absoluto. Un orgasmo tras otro Adán descubre que Laertes es igual de esforzado y de preciso en su trabajo como asesino a sueldo que como amante. No queda en su cuerpo un centímetro por ser besado y la lengua de Laertes le ha proporcionado el más intenso de los placeres. Ella responde con los mismos golpes y Laertes por primera vez en mucho tiempo, se abandona en manos de otra persona.

Un par de horas después, vestidos y en el salón del piso, Laertes abre una botella de Whisky escocés de malta y sirve dos vasos con hielo mientras enciende un cigarrillo y aspira el humo de la victoria.

—No me gusta el tabaco –dice Adán –terminará matándote.

—Si antes no me matas tu con tu movimiento de caderas –responde Laertes mientras echa el humo por la nariz. 

—Eres malo –bromea ella.

—No soy malo, te lo aseguro. Solamente un poco atrevido quizás –dice Laertes mientras comienza a desnudarla de nuevo.

—A nuestra edad tenemos que serlo.

Adán y Laertes olvidan el escocés con hielo en la mesa del salón y vuelven a amarse como adolescentes, esta vez  en el sofá, contra la pared, sobre la mesa del comedor y en todos y cada uno de los rincones del piso capaces de soportar el ímpetu de su deseo.

Pinacho y Nogueira mientras, preparan el informe que presentarán a sus superiores y en el que apuntan hacia lo  que ya no les deja lugar a dudas, Laertes y Adán trabajaban juntos desde el principio y llegaron a engañar a las fuerzas de seguridad españolas y estadounidenses, y han eliminado a todos los asistentes a la reunión empresarial internacional.

—¿De verdad crees que ya se conocían?–pregunta Nogueira aún recelosa con esa conclusión.

—Puede que sí, puede que no–contesta enigmático Pinacho–en cualquier caso lo que está claro es que si no se conocían ya, este ha sido el principio de una hermosa amistad.



domingo, 22 de agosto de 2021

Génesis (Tercera parte)


 Las calles de Valladolid presentan un ambiente de lo más cosmopolita y animado, pese a las circunstancias epidemiológicas. La recién inaugurada edición del Festival de teatro y artes de calle que se celebra cada año y que estuvo a punto de ser suspendido por segundo año consecutivo, se ha diseñado respetando los protocolos de seguridad frente a la Covid 19. El uso de mascarillas y la obligatoriedad de mantener la distancia social, así como la delimitación de los espacios escénicos con vallas creando perímetros donde el personal del Ayuntamiento colocó sillas que serían ocupadas por quienes se hubiesen hecho con la entrada on line tras dejar sus datos de contacto para facilitar la trazabilidad en caso de contagio, le restan espontaneidad y alegría al festival, pero de nuevo el arte vuelve a las calles.

Adán disfruta al ver como poco a poco y gracias al avance de  la campaña de vacunación, el número de víctimas mortales por la pandemia va disminuyendo a lo largo del mundo, y los gobiernos y administraciones locales tratan de recuperar aquello que la ciudadanía reclama y necesita. 

Según el plan del inspector Pinacho y de su compañera, la atractiva y mortífera agente de la CIA debe dirigirse a un famoso y céntrico parque público, pulmón de Valladolid, donde los asistentes a las secretas jornadas de negocios entre empresarios vallisoletanos y estadounidenses han sido invitados para disfrutar de un espectáculo de clown y video mapping a cargo del artista multidisciplinar Rodrigo Tamariz y de Virginia Urdiales y sus compañeros de la afamada y original compañía teatral Kull D'Sac.

Es curioso, piensa Adán, que cul de sac traducido del francés signifique callejón sin salida. Eso es lo que el amable y condecorado policía vallisoletano pretende prepararle a Laertes esta noche.

El aforo del espectáculo se ha completado únicamente con las invitaciones para los empresarios y sus acompañantes y con miembros de paisano de la Policía Nacional  y la Guardia Civil. Del mismo modo, miembros de las fuerzas de seguridad camuflados como personal técnico del T.A.C, Protección civil y vigilantes de la empresa privada contratada para mantener el orden, estarán preparados para cerrar la trampa y atrapar a la presa. Pero Laertes es una pieza muy difícil de cobrar.

Adán sonríe al escuchar el canto de los pavos reales que campan a sus anchas por el parque, y asociar el sonido a las señales que Navajos y Apaches utilizaban en el pasado para comunicarse sin ser descubiertos por los rostros pálidos invasores. El sol se ha puesto y Rodrigo Tamariz proyectará las imágenes diseñadas para el espectáculo aprovechando contornos de árboles, rocas y columnas. La oscuridad será también protagonista del show. De ambos shows.

Adán muestra su entrada al camuflado policía de la unidad de intervención que ejerce como controlador de aforo, y acompañada por otro agente camuflado como acomodador, ocupa su localidad. En el bolso de mano que coloca sobre sus rodillas al sentarse lleva su arma cargada y munición de repuesto. La música anuncia el principio del espectáculo y a través del pequeño auricular  que Pinacho le entregó cuando concretaron el plan de actuación, escucha al rubio policía anunciando que su espectáculo también va a comenzar.

Al parecer uno de los agentes que vigilan el perímetro ha creído reconocer a Laertes ataviado como mimo para pasar desapercibido. Es curioso, piensa Adán, ella está falta de mimos, pero de otro tipo.

Las luces, las sombras, las imágenes proyectadas sorprendiendo y emocionando al público y, la simpatía y la gracia de Virginia Urdiales y Begoña Martín Prieto cosechan sus primeros aplausos y ovaciones. 

Nogueira es esta vez la que a través del intercomunicador avisa a Adán de que Laertes ha sido arrinconado junto al vecino estanque y van a estrechar el lazo sobre él. Adán se levanta con disimulo y acude al lugar donde supuestamente cobrarán la pieza a cazar y mientras una pareja de cisnes se ama junto al estanque, escucha lo que indudablemente son detonaciones de un arma de fuego, pero que pasan completamente desapercibidas entre la algarabía de los diferentes espectáculos que se realizan en las inmediaciones.  El cuerpo caído de un policía nacional abatido por el asesino de bigote bicolor evidencia que Laertes no quiere ejecutar a nadie más allá de  los objetivos por los que se le paga. El agente ha recibido dos disparos en zonas no vitales y tras unos cuantos meses de baja volverá a patrullar las calles.

Revolver en mano, Adán se presta a correr hacia el embarcadero donde está atracada la barca con la que los niños pequeños que acuden al parque, realizan previo pago de su billete, un breve pero intenso  recorrido por el estanque descubriendo los misterios de la flora y la abundante fauna del lugar, y durante la travesía escuchan embobados los cuentos del barquero.

Un minuto después, el frio del acero del cañón de un arma apoyada en su sien le devuelve a la realidad del momento.

—No quiero matarte –susurra Laertes–pero si no me das otra opción no me temblará el pulso.

—No tienes escapatoria, Laertes –responde la valerosa Adán–el parque es un hervidero de policías dispuestos a todo para satisfacer los deseos de mi gobierno.

—Tu gobierno no tiene ni idea de lo que están tramando aquellos a quien protege, ni de lo nauseabundo de sus planes para controlar el suministro de fuel de España y generar beneficios a cierta nación extranjera con la que creo que no tenéis un excesivo buen rollo –dice con enojo el irónico y revelador Laertes –ni se te ocurra morir por esto, no merece la pena –añade con el sincero deseo de que la atractiva agente de la C.I.A no cometa una estupidez–además personalmente creo que sería un crimen sacrificar a una mujer como tu.

Adán interpreta el halago de las palabras del asesino a sueldo y por un momento hasta siente simpatía por él. En ese momento escucha la voz de Pinacho a través del auricular.

—Adán no contestes, disimula –ordena Pinacho–, tenemos tiradores de precisión ocupando posiciones y listos para abatir al objetivo. Trata de desplazarte muy despacio y con discreción un poco hacia tu izquierda, allí los tiradores tendrán la suficiente luz para abrir fuego.

—Ni se te ocurra obedecer a Pinacho, preciosa –le sorprende Laertes–Lo que no sabes es que yo también llevo un intercomunicador sincronizado con la frecuencia que estáis utilizando, Por eso me he anticipado a vuestros movimientos y me he prestado a esto del cazador cazado. Es un juego muy divertido. Ahora –pide a Adán con tanta rotundidad como energía–tu y yo nos vamos a ir de aquí muy despacito por la zona de oscuridad que cubrirá nuestra salida.

Adán obedece sabedora de que un gesto desafortunado le puede costar la vida y decide apostar por la supervivencia. Sin saberlo, acaba de abrir a Laertes otra puerta,  una puerta muy diferente a la de escape de la complicada situación.

Diez minutos después, cierto mimo con el rostro maquillado y una pistola de 9mm oculta por el jersey de rayas, abre la puerta del coche con tan real como sobreactuada galantería a la preciosidad que lo acompaña con las manos a la espalda, disimulando las bridas que sujetan sus muñecas.

Al llegar al discreto apartamento que tiene alquilado con nombre falso en un cercano municipio limítrofe con Valladolid, Laertes aparca el coche en su plaza de garaje y sube con Adán hasta el ático con terraza de dos dormitorios. Al entrar en la vivienda, conecta el equipo de música donde suena Pintaré de mi hogar, un tema de los canarios Jean Blazer, regula las luces para que queden en modo tenue y desata a Adán.


Continuará

 

sábado, 21 de agosto de 2021

Génesis (segunda parte)


 Tal y como le habían informado los policías vallisoletanos que la agencia había puesto en nómina para que la ayudasen en su misión, a mediodía la organización de empresarios que Laertes tenía en su punto de mira ser reunirían para lo que en su tierra se denominaba brunch, y aquí "vermú torero".

Adán pudo elegir entre infiltrarse como camarera o como miembro del equipo de relaciones públicas del hotel donde tendría lugar el evento, dado que al recibir también la asistencia de empresarios estadounidenses, el hotel facilitaría traductores y personal cualificado para atender cualquier necesidad.

No le fue difícil deambular de un lado a otro de los jardines del hotel donde se había dispuesto todo para el evento y, poder controlar los accesos y las vías de escape en caso de que el tal Laertes hubiera tramado actuar allí. Y su sospecha no carecía de fundamento ni de acierto. Mientras los The Shower singers daban el relevo a la también vallisoletana formación musical Cover club, contratadas ambas no solo por su calidad musical sino también por su extenso repertorio de temas en castellano y en inglés, Adán reparó en el técnico de sonido vestido completamente de negro que parecía más interesado en los asistentes que en acertar a colocar cableado y pantallas de sonido. Susana, privilegiada cantante de los Cover Club es una mujer muy exigente con la parte técnica de sus conciertos y pese a haber cruzado unas palabras con Pablo Acebal, cantante y guitarrista del grupo que les dio paso y haber tomado nota de sus indicaciones sobre la acústica del espacio, reclamó la presencia de  un técnico para seguir los consejos del artista que toca con los Shower singers y con Ultraviolet, y que además fornó el exitoso grupo de brit pop Blow, y de esto entiende un poco. Cesar, el virtuoso multiinstrumentista del grupo de Susana, llama al técnico más cercano, que no es otro que Laertes, quien en un momento de descuido de la empresa de sonido contratada para sonorizar las intervenciones musicales durante el evento, pasó al interior del hotel como un miembro más del equipo técnico. Laertes se desentiende de la llamada y abandona el lugar con sigilo y discreción parapetándose entre las columnas de altavoces al reconocer entre las personas que pululan por allí con un vaso en la mano a Adán, la agente de la CIA  enviada para darle matarile. Pero no se lo va a poner tan fácil. 

Adán, quien con disimulo ya ha quitado el cierre de la funda de su arma, se encamina con paso decidido hacia el último punto donde creyó ver al asesino de bigote bicolor disimulado bajo la mascarilla negra a juego con el resto de sus prendas. Laertes ya no está allí y tras dar aviso a la policía nacional destacada junto al hotel para echar una mano en caso de necesidad y realizar una ronda de inspección por los jardines, Adán asume que su objetivo ha puesto pies en polvorosa. Molesta e impaciente, deduce que no va a ser una misión sencilla y que aunque le pese, acabar con aquel tipo le va a llevar su tiempo. Pero es una mujer tan inteligente como bonita y sabe que todo termina llegando, incluso lo bueno, por lo que aprovechando su tapadera optimiza recursos y mientras disfruta de una copa de  vendimia nocturna de Yllera, de la D.O Rueda, va ubicando a quienes Laertes podría haber elegido para recibir un disparo en la sien, cortesía de sus pagadores.

Poco más de hora y media después Nogueira y Pinacho la acompañan con sendas copas del mismo y delicioso vino y le proponen jugar al cazador cazado y tender una trampa al escurridizo asesino vallisoletano.


Continuará

viernes, 20 de agosto de 2021

Génesis (Primera parte)


 Cuando fue reclutada por la agencia para formar parte del operativo que debía terminar con la vida del eficaz asesino a sueldo español, Adán aceptó sin dudarlo. Le apetecía cambiar de aires, darse un paseo por España y disfrutar de las excelencias de la gastronomía y el enoturismo del país que financió el descubrimiento y la conquista del continente americano.

El objetivo a eliminar era un tal Laertes, un profesional de la ejecución por encargo, con una dilatada experiencia militar dentro de los comandos de operaciones militares del ejército español y una presunta larga lista de trabajos realizados a la perfección.

Al llegar al aeropuerto de Madrid, bautizado con el nombre del ex presidente del gobierno español, Adolfo Suarez, la fueron a recoger dos policías del grupo de homicidios de la Policía Nacional de Valladolid, ciudad donde supuestamente residía el objetivo. El inspector Iván Pinacho y su compañera, la subinspectora Clara Nogueira, dedicaron las cerca de dos horas que duro el trayecto en coche hasta la capital del Pisuerga en ilustrarla sobre las andanzas y el modus operandi de aquel que según la embajada de EEUU y el Ministerio del Interior español habían escogido para cargar con la culpa de un turbio asunto que había terminado con la muerte en extrañas circunstancias de un acaudalado ciudadano americano poseedor de distintas refinerías de petróleo, que sospechosamente estaba financiando la operación mediante la que un misterioso y selecto grupo de influyentes empresarios vallisoletanos se harían con el control del petróleo que abastecería todas las estaciones de distribución de gasolina a lo largo y ancho del país.

Adán echo un vistazo a las fotos del tal Laertes. No estaba mal. Se conoce que es sus años mozos debió tener su éxito con las mujeres y lo que más le llamó la atención fue ver que compartía peculiaridad física con el simpático policía vallisoletano. Ambos tenían el bigote de dos colores, de un lado del labio rubio, y del otro de un blanco nuclear. Los españoles son gente curiosa, pero tanta casualidad resulta cuando menos sospechosa para una mujer como Adán, que lleva ya unos cuantos años trabajando en la sombra y desentrañando todo tipo de enredos. 

Llegaron sin complicaciones con la puesta de sol al hotel donde la agente americana se alojaría como una turista llegada para disfrutar de los muchos encantos vallisoletanos, y tras pegarse una ducha y vestirse de forma cómoda y discreta, ocultando bajo la cazadora de piel su potente revolver de seis balas del 44, Adán se dirigió a La Solana, restaurante donde la esperaban los amables policías y donde disfrutaría de un buen vino de la Ribera del Duero y de un plato de exquisito jamón ibérico entre otras delicias nacionales. 

Adán interpretó a la perfección su papel de guiri entusiasmada con España, y estrechó con fuerza la mano de Luismi, el propietario del restaurante y cocinero jefe del mismo. Luismi se sorprendió de la fuerza del apretón de manos de aquella turista que le presentaron Pinacho y Nogueira, pero lo devolvió como manda la cortesía, con firmeza y decisión.

Adán había jugado al basket en la liga universitaria de joven. No era particularmente alta, apenas metro sesenta y cinco, lo que la llevó a ocupar generalmente puestos de base o alero, pero durante los años becada para estudiar gracias a ser una buena jugadora, se esforzó en entrenar a diario la parte física, tan importante en las ligas americanas. Desarrolló una potente musculatura que reforzó y completó con entrenamientos específicos en los gimnasios de la agencia y su poderío corporal le había sido muy útil en situaciones complicadas e incluso adversas.

Antes de despedirlos, Luismi los agasajó con unos chupitos de orujo casero de naranja acompañado por rosquillas de anís. Mientras levantaban los vasos no se percataron del enigmático hombre vestido de negro que los observaba desde la esquina opuesta de la barra. Laertes sonrió al estudiar a la americana que bebía con Luismi, Nogueira y Pinacho. No estaba mal, ojalá no la hubiesen enviado para acabar con él.

Antes de que descubrieran su presencia dejó un billete de 10 euros sobre el mostrador para que la morena camarera cobrase su whisky con hielo y tras guardar las monedas que esta le devolvió, se despidió amablemente y abandono el local junto a la iglesia de Santa Maria de la Antigua, joya monumental de Valladolid.

Horas después, con la salida del sol, Adán comprobó su arma antes de abandonar la habitación para comenzar su tarea e introdujo en el interior de su bota derecha la funda del afilado cuchillo que manejaba con tanta destreza, que a fuerza de eliminar un objetivo tras otro con precisión cirujana, le había granjeado el apodo en la agencia de "la cortadora".


Continuará

martes, 17 de agosto de 2021

Un bicho raro


 La canción cuyo video musical encabeza esta entrada es una de mis canciones favoritas desde hace ya muchos años, cuando la escuche por primera vez, y seguramente una de esas canciones que más me definen, con las que más me identifico y cuya letra me hubiera gustado escribir a mi.

Por descontado, como canta Thom Yorke (compositor y cantante de Radiohead), quisiera tener un alma perfecta y un cuerpo perfecto, pero tan solo para poder ofrecerte la mejor versión de mi y regalarte así cuanto antes  el Juan que quisiera llegar a ser, y que me obceco en conseguir. Pero bueno...todo se andará. De momento me estoy currando cuerpo y alma, y como rezaban mis calificaciones durante la E.G.B (si...yo hice la E.G.B) todo "progresa adecuadamente".

También es cierto que aunque tu piel no me haga llorar, creo que eres como un ángel, y en cuestión de ángeles ya voy teniendo algo de  criterio. 

Este en el que nos ha tocado vivir no es precisamente un mundo maravilloso, aunque tu sola presencia contribuya a hacer de él un mundo mucho mejor, pero al conocer tu visión de la realidad y al ver que compartimos  una idea similar sobre la sociedad actual y sobre cómo debemos afrontar esta decadencia moral, me he dado cuenta de que eres muy especial y de que me gustaría ser tan especial como tú para sumar fuerzas en cuanto sea posible, pero soy un bicho raro.

Durante un tiempo realmente no he sabido que coño estoy haciendo aquí, y durante una muy difícil y excesivamente larga temporada, he sentido que no pertenezco a todo esto. Y de repente apareciste tu y todo cobró sentido.

Me gustaría tener el control, pero no sobre ti, en absoluto, porque no se puede controlar aquello que no necesita ni debe ser controlado. Me gustaría tener el control sobre mis emociones, mis sentimientos y esta terrible necesidad de vivir mi vida en dos dimensiones: la real que comparto con la inmensa mayoría de la sociedad, y esta en negro sobre blanco que comparto con personas que como tu, tienen la sensibilidad necesaria para entender que aunque a veces vivir duela, somos dueños de encontrar las herramientas para agradecer cada día en el mundo. Y es que estar vivo es un verdadero milagro y un regalo. Y es de bien nacidos ser agradecidos, y de personas inteligentes cuidar los regalos para que jamás pierdan su valor.

Puede que sea un desgraciado, pero no lo creo, por mucho que en ocasiones me haya sentido así y haya llegado a sorprenderme llorando como un niño una mañana al abrir los ojos y recordar mis más dolorosas pérdidas, y maldecir haber despertado de aquel coma que me aisló y me protegió del mundo durante un intenso y peligroso periodo de tiempo. Lo que si creo es que soy un bicho raro, pero eso como tu misma has dicho, no me convierte ni en mejor ni en peor que nadie, simplemente soy diferente. Pero soy yo mismo y así viviré el resto de mis vidas. En esta que estoy viviendo ahora y que me encantaría compartir contigo, quiero poder llegar a entregarte lo que sea que te haga feliz, lo que sea que quieras. 

He comprendido que tu también eres diferente, eres un sorprendente y encantador bicho raro, y eres jodidamente especial. Y me gusta lo especial, lo diferente y lo asombroso. Me gustas...mucho. Y no es que te mire con buenos ojos, es que no sabría mirarte con otros, créeme.

Quizás mi madurez haya llegado de golpe (¡hala...a los cuarenta y tantos!) al reunir por fin el valor para identificar mis muchos defectos y mis escasas habilidades, y aunque para mi desgracia los primeros son mucho más reconocibles que las segundas, he aprendido que no me importa ser imperfecto y que realmente puedo convertir en algo interesante mi imperfección. Puedo maquillarla, vestirla de fiesta y llevarla de la mano a ese baile donde tu eres la reina. Y esperar a que me concedas acompañarte una pieza. Prometo no pisarte.

Por favor, una vez más vuelvo a  pedirte que no corras, que no salgas huyendo. Sé que ya me has dicho que no vas a correr, pero en mi ADN está escrito lo de que las mujeres más increíbles con las que me cruza el destino terminen por pulverizar el record del mundo de los cien metros lisos. Y lo siento, pero yo no corro. Correr es de cobardes. 

Hoy el alma (que siempre está a la gresca con mi cerebro) me pedía escribir un texto como este. Quizás porque de alguna manera cada vez que me suena el móvil, y los Radiohead interpretan Creep (al igual que en el teléfono del protagonista de mis novelas, en el mío este es también el tono de llamada) asocio esta canción a ti y a nuestras últimas conversaciones. ¿Lo ves?...soy un bicho raro. Pero ya no me importa.

Momentos como este en los que me vacío ante el teclado del ordenador, me hacen comprender que pase lo que pase y le pese a quien le pese, soy escritor y no puedo luchar contra ello. La verdad es que tampoco quiero plantar batalla a estas catarsis emocionales, son muy liberadoras. Mientras tanto, al caer cada una de las noches, intentaré soñar contigo.