domingo, 20 de febrero de 2022

El poder de un beso (cuento en do menor para piano y violonchelo)


 El príncipe patoso montó en su caballo y abandonó el palacio con el corazón triste y el alma encogida. No le gustaba su vida, no le gustaba la vida. 

Durante semanas había recorrido el reino de Preciosia disfrazado de titiritero y mezclándose con los habitantes de las aldeas y los pueblos. Gracias al disfraz había conseguido pasar inadvertido y comprobar en primera persona que su pueblo no era feliz. Sus súbditos trabajaban de sol a sol y entregaban a los recaudadores de impuestos gran parte de lo ganado con el sudor de su frente. Con lo que les quedaba después de cumplir con las arcas reales, apenas podían alimentar a sus hijos y mantener a sus familias. Su corazón se encogió al ver la cantidad de pequeños que malvivían de la limosna y la generosidad de algunos, pues habían quedado huérfanos cuando sus padres habían sido reclutados a la fuerza para combatir lejos de casa bajo las banderas del reino, y contribuir con su sangre a la grandeza de la dinastía. Él no quería la corona de dolor que ceñía la cabeza de su anciano y moribundo padre el rey. Patoso no estaba dispuesto a contribuir a la desgracia de su pueblo.

Vestido con ropas de viaje y portando una daga y una pequeña bolsa con monedas de oro para subsistir hasta encontrar quien le diera alguna pista de como hacer del suyo un reino feliz, picó espuelas y galopó durante jornadas hasta abandonar las fronteras de Preciosia. El consejo del reino aguardaba la muerte de su padre para enterrarlo con honores y después celebrar su coronación, en la que se derrocharía oro y joyas suficientes para alimentar al pueblo en festejos y ceremonias a las que invitarían a los reyes, reinas y nobles de reinos vecinos. Su padre lo había dispuesto así y el consejo se encargaría de cumplir con su última voluntad.

Agotado cruzó la sierra que delimitaba al norte Preciosia y se adentró en los bosques de Eternia, un principado vecino que era famoso por la inteligencia, la astucia  y la diplomacia con las que la princesa Eterna había sabido mantenerlo ajeno a intrigas y revueltas, a guerras y saqueos, a traiciones y conjuras. En Eternia no había riquezas, nadie quería conquistarlo porque la única riqueza era vivir, disfrutar de la música y el arte que embellecía las calles de todas las aldeas, trabajar honradamente pero sin sufrir al hacerlo y seguir adelante.

La princesa  Eterna gobernaba su pueblo con amor, generosidad y prudencia. Ayudaba a todos y jamás abandonó a sus súbditos a la hambruna, la enfermedad o el peligro. Gastó gran parte de lo heredado de sus padres en contribuir a hacer de su principado un pueblo feliz y a evitar que la maldad, la envidia y la crueldad cruzasen sus fronteras y devorasen a sus súbditos. Todos la amaban, la respetaban y estarían dispuestos a matar y a morir por la princesa si así fuese necesario.

Patoso solicitó audiencia con ella y Eterna lo recibió y se sentó junto a él para escucharlo en silencio, comprendiendo su dolor y empatizando con su tristeza. Cuando terminó de hablar, ella lo acarició el rostro con una ternura tal que Patoso sintió como aquel contacto lo redimía de todo sus errores y, tras acercar hasta su boca los labios del emocionado príncipe vecino, lo besó. Aquel beso fue la respuesta a todas las preguntas de Patoso, la cura a todos su males, el antídoto para todos los venenos que la vida pudiera inocularle y la solución a cuantos problemas pudiesen aparecer en el futuro. Aquel fue un beso mágico, uno de esos besos que según la leyenda solo pueden darse una vez por milenio, uno de los míticos besos del milenio. Y tras separar sus bocas y mirar a Eterna directamente a los ojos reconoció en ellos dos soles y Patoso supo que aquel ser no era de este mundo, que era un ser celestial y que él era el hombre más afortunado de la creación, pues había recibido el beso de poder, que ayudaría a hacer de su futuro y del de su pueblo un futuro mejor.

A la muerte del padre de Patoso, el príncipe fue coronado rey, y en efecto gastó oro y joyas en las ceremonias y fiestas de coronación, pero repartiendo las riquezas entre su pueblo para aliviar su corazones y recompensar su esfuerzo. Como primera disposición real eliminó los impuestos y solicitó a sus súbditos que contribuyesen al sustento del reino con lo que considerasen que podían aportar sin pasar penurias. El reino nunca lució más hermoso ni fue más justo ni  mejor,  y pocos años después, en el momento adecuado, Preciosia y Eternia se unieron en un único reino al desposarse sus gobernantes.

Y fueron felices y  comieron perdices. Y bebieron tinto de la Ribera del Duero.

martes, 15 de febrero de 2022

Hidromiel


 El sonido del trueno rompió el silencio de la noche justo antes de que los guerreros que habían desembarcado del drakar se abalanzaran sobre la aldea de pescadores cuyos habitantes ignoraban la maldición que había llegado desde el norte.

Einar derribó de una patada la puerta de cañas de la primera choza y al adentrarse en ella encontró a un moreno e hirsuto joven que al verlo intentó agarrar un gran cuchillo bien afilado, de esos con los que despiezan los enormes atunes que se pescan por la zona. Pero no tuvo tiempo. El rubio guerrero vikingo de ojos del color del cielo lo atravesó  el pecho de parte a parte con su espada, clavándosela hasta la empuñadura. Al hacerlo escuchó un grito y al girar la vista encontró a la mujer del pescador, quien aferrando a un bebé contra el pecho intentando protegerlo, a duras penas podía contener los temblores que le producían el terror ante aquella escena. Por un momento Einar pensó en atravesar los dos cuerpos con la hoja de su espada obedeciendo la orden de Sven, su Jarl, de no dejar supervivientes, pero aquella mujer y su hijo no eran un peligro para los hombres del norte y no pensaba tener que dar cuenta de sus muertes al conciliar el sueño. Le hizo un gesto para que se callara y se escondiera en la casa y la dejó allí junto al cuerpo cubierto de sangre de su hombre.

En cuestión de minutos los camaradas de expedición habían acabado con la vida de cuantos pescadores hispanos habitaban la aldea y los gritos y lamentos de las mujeres que eran violadas antes de morir se dejaban oír entre las carcajadas y los gritos de guerra de los guerreros que siguiendo la tradición del saqueo comenzaron a incendiar las viviendas después de arramblar con cuantas cosas de valor y víveres encontraron en ellas.

Al abandonar el lugar camino de vuelta a la playa donde habían fondeado el drakar Einar echó la vista atrás y vio arder la choza en la que había abandonado a la mujer y su hijo.

Durante semanas recorrieron la costa hispana fondeando en distintos lugares y repitiendo la misma jugada. La bodega de la nave ya estaba bien surtida de provisiones y de botín al emprender el victorioso regreso a casa, y tras semanas de navegación, consiguieron atracar en puerto seguro donde los esperaban sus mujeres y sus hijos.

Meses después Einar fue elegido Jarl o jefe del clan, y tras varias expediciones algunos lo llamaron Einar el piadoso, porque no consentía que se aniquilasen mujeres y niños en los saqueos que comandaba. Aquello hizo que algunos guerreros pensaran que era débil y que no debía liderarlos y trataron de matarlo, pero el hacha de Einar cercenó las cabezas de cuantos osaron desafiarlo. Era un buen guerrero. El jarl era astuto, valiente, fuerte y osado, pero para su desgracia nació con buen corazón y aquello terminó por costarle la vida.

Al saquear una aldea normanda dos años más tarde de su elección, se repitió la escena vivida tiempo atrás en aquella casa de pescadores hispanos, y al darse la vuelta para abandonar a la mujer normanda junto a sus pequeños y el cadáver de su marido, esta lo acuchilló varías veces con una daga que extrajo de los ropajes del cuerpo caído de su esposo.

En el Valhalla Odín se mofó de él, y las valkirias bromearon sobre la compasión que le condujo a la muerte. Entonces Einar arrebató a una de ellas la lanza ceremonial y sin pensárselo dos veces cargó contra el mismísimo Odín que lo paralizó con su mirada de fuego y lo desmembró con un soplido.

El buen corazón y la dignidad son una pésima combinación. Mientras los perros de Loki devoraban los restos del rubio guerrero, los rapsodas comenzaron a cantar una canción de tristeza y de orgullo. Aquella noche en el Valhalla corrió el hidromiel en honor a Einar el piadoso, el guerrero de corazón de mujer que osó desafiar a Odín.


jueves, 10 de febrero de 2022

Flores


 Lo he decidido y no enviaré un ramo de rosas rojas el próximo catorce de febrero. Soy de naturaleza romántica, me encantan los detalles bonitos y gracias a Dios podría permitírmelo, pero no sé cómo se entenderá que le envíe flores a la flor más bonita de cuantas crecen en el jardín de mi mundo.

Puede que la sociedad me tache de insurrecto por desmarcarme de las imposiciones comerciales del día de San Valentín, pero lo que nadie sabe es que desde que la conozco, para mi todos los días son catorce de febrero, todos los días merecen ser celebrados y todos los días son ese día en el que decir te quiero es necesario.

En el interior de mi pecho cada vez que la veo suena una música especial, el poeta que habita en mi recita los versos más hermosos y todo se viste de fiesta. Y la vida me ha enseñado en que consiste esto del amor verdadero y para nada tiene que ver con rituales ni celebraciones. Uno sabe que ama cuando además de disfrutar todos y cada uno de los segundos que comparte con la persona que se ha instalado en su corazón y se ha adueñado de él, afronta con decisión la posibilidad de que los caminos terminen bifurcándose y ese futuro ideal en el que cada noche será una noche de bodas y cada día el día perfecto, se convierta en el escenario donde representar la escena más triste de la más dolorosa tragedia escrita por aquel que produce los espectáculos del porvenir.

Pero hasta entonces y si llegase el acto en el que se interpretan las arias más hermosas en melancólico modo menor que preferiría no entonar jamás, me alimentaré con sus sonrisas, con sus caricias y con los besos más tiernos y más bonitos que jamás me entregó una mujer. Y me iluminará el sol que habita en sus ojos.

Amar es  luchar, conseguir y celebrar, pero amar también es perder y asumir. Amar es saltar al cuadrilátero y esquivar golpes para mantenerse en pie hasta que suene la campana del si quiero, y ese juez con arco y los ojos vendados decida que hay un empate a los puntos y levante a la vez el brazo de ambos púgiles. Y en ocasiones también es arrastrarse hasta el rincón con la nariz rota, la ceja abierta, las costillas destrozadas y el espíritu quebrado, sangrando por todos los poros y llorando hemorragias de desamor.

No le enviaré flores porque ella es tan bonita que su belleza eclipsa cualquier ramo y convierte los adornos florales en burdos  hatijos de malas hierbas, Y además sabe que si está en mi mano, regaré y cuidaré del jardín de su felicidad y haré de él el más hermoso de cuantos adornan la creación.

La amo. Pase lo que pase y le pese a quien le pese.

martes, 8 de febrero de 2022

Por un amigo


 Muchas veces he dicho o he escrito que moriría y mataría por mis amigos, y esto no es una frase hecha.

Cuando pasas por una ECM te das cuenta de la verdadera importancia de palabras como amigo o familia y, desgraciadamente eres capaz de ver como se han devaluado y se han convertido en sustantivos inocuos y comodín, que se sustentan únicamente en lo superfluo y lo baladí, porque han perdido su verdadera esencia a fecha de hoy, y en esta sociedad tan hipócrita se considera amigo a cualquiera con el que se comparta una afición, un rato de ocio e incluso a cualquiera con el que criticar o enfrentar a rivales comunes. En cuanto a familia, esto es incluso más doloroso porque una moda importada de américa del sur que se extendió rápidamente por los EEUU nos trajo la costumbre de llamar "hermano" a personas que ni llevan tu sangre ni empatizan con tu dolor y tu alegría, como lo debería hacer un verdadero hermano.

De cañas todos somos muy majos, eso está claro. Y más cuando las cañas las paga ese amigo generoso e inocente al que siempre lo acompañan un montón de rémoras que no dudarían en alimentarse de sus restos hasta dejarlo en los huesos.

Pero a veces te encuentras con verdaderos amigos, con personas que cierran filas junto a ti y se calan el yelmo dispuestos a aguantar la embestida del enemigo espalda contra espalda. Personas que rompen una lanza tras otra en tu defensa. Amigos que no te piden, sino que cariñosa y firmemente te ordenan que cuando te sientas mal o triste acudas a ellos, que no cometas la imprudencia de degustar en soledad la hiel que podría envenenarte. Y que se vuelcan en hacer de tu vida un lugar mejor.

Un verdadero amigo no calla aquello que duele, no imposta la sonrisa ni el abrazo y no niega la oportunidad que te redima de un error. Un verdadero amigo es capaz de ser duro y exigente, crítico y vehemente y a veces incluso inmisericorde y cruel si con ello va a desfibrilar la amistad herida de muerte por un error evitable. Un verdadero amigo te consuela con la mirada, te reanima con palabras y te rescata de los peores momentos con su sola presencia.

No es necesario que se arroje al fuego por ti ni que demuestre con heroicidades de película hasta donde llega su amor. Es suficiente con que te escuche, te entienda te apoye y te demuestre que sufre si tu sufres y es feliz con tu alegría. Por eso he aprendido a querer a mis amigos y a decirlo sin sonrojarme, porque la única moneda válida en las transacciones entre amigos de verdad es el amor.

Cultivemos esa hierba milagrosa que te cura de muchos males, esa hermosa flor que embellece tu jardín y esa raíz que alimenta e hidrata.

La lealtad va unida  a la amistad como una hermana siamesa de la que no debería separarse jamás. Y es tan necesaria y tan importante que si alguien consigue extirparla con la cirugía de la traición, la amistad fallece en el acto. Ser leal a un amigo es la más importante clausula de ese contrato que se firma en la reunión de almas cuando los lazos se estrechan y sabes que ha nacido algo tan hermoso como poderoso y reconfortante.

Yo al menos lo entiendo así. Y sé que muchas personas de mi entorno también. Por eso son mis amigos.

lunes, 31 de enero de 2022

Las mejor oferta


 

Tras haberlo pensado durante casi cinco minutos fumando un cigarrillo frente a la puerta del comercio, por fin se decidió a entrar.
Una pizpireta empleada del establecimiento lo recibió con la sonrisa más deliciosa que había visto en su vida.
—¿Para llevar o para tomar aquí?– Le preguntó.
—Para tomar aquí, gracias– respondió él sonriendo también–sinceramente, no sé cómo resistiría el trayecto hasta mi casa. Es la primera vez que compro algo así.
La dependienta de ojos vivos y adorable sonrisa, le pidió que esperase un minuto en lo que preparaba el artículo.
Sid Vicius cantaba My Way a través del hilo musical de la tienda. Sin duda, aquella era la canción más bonita del mundo.
Al abandonar el mostrador y situarse frente a él guiñándole un ojo, la amable mujer le dijo con firme dulzura
—Cuando quiera
Él abrió los brazos y se dispuso a recibir su pedido.
La oferta del cartel que atrajo su atención al escaparate de aquella tienda no mentía en absoluto. El abrazo más cálido e intenso del mundo le había costado cinco euros Iva incluido.
Siendo él como es, hizo un rápido cálculo mental y suspiró de placer al haberse dado cuenta de que con el importe de su salario mensual, teniendo en cuenta sus gastos fijos y reduciendo el consumo de tabaco, podría permitirse dos abrazos diarios de lunes a viernes.
—Perdona –le dijo a la dependienta. –¿Abrís los sábados?
Ella no se sorprendió con la pregunta, más bien la estaba esperando.
—Claro que sí caballero. Solo por la mañana, de diez a dos y media. Algo me dice que le ha gustado nuestro producto en oferta. 
—Me ha encantado y no creo que pase nada si le confieso que soy adicto a este tipo de artículos desde hace unos pocos años.
—En efecto no pasa nada. Sois muchos los adictos al abrazo y por eso me decidí a abrir este negocio y a servir abrazos de calidad, a un precio asequible. Ahora ya somos diez personas en plantilla. La sociedad necesita de productos como el que se comercializa aquí.
Con el espíritu renovado y el alma henchida, el torturado y melancólico cliente abandonó el local sonriendo y con una expresión en los ojos que había perdido hacía ya tres años, cuando comenzó la época más difícil de su vida y tuvo que decirle adiós a la única mujer que creyó haber amado de verdad. Lo que no sabía aún, es que el verdadero amor lo estaba aguardando no muy lejos de allí, entre los brazos de la mujer que el destino reservaba para cruzar en su camino, y que con el corazón sanado con esos abrazos de oferta, conseguiría llegar hasta ella purificado y feliz. Y que en breve se encontraría dando gracias a los hados por haberle hecho coincidir con un ser tan especial.
 
 
 
 

jueves, 27 de enero de 2022

Eterna


 Cuando su centuria se instaló en el campamento de Astúrica, el veterano legionario Lucio Galvano no supo que la más dura batalla habría de librarla contra su corazón.

Durante semanas la legión enviada por Cesar Augusto se mantuvo en alerta preparada para avanzar hacía el norte apoyando a la legión  que combatía en las guerras contra los cántabros.

Durante las incursiones de reconocimiento y pacificación por las montañas que separaban Astúrica de los verdes valles del norte, Lucio encontró a una mujer muy especial que se desplazaba con parte de su pueblo escapando de las incursiones de los guerreros celtas que venían de más allá del mar. Ella y su pequeña hija, fruto de la unión con un guerrero muerto al despeñarse por un acantilado en la defensa del paso del norte, viajaban buscando un lugar seguro donde instalarse y poder vivir sin necesitar de un hombre que cuidara de ellas.

Lucio se apiadó del cansancio que reflejaba el rostro de la mujer que con una mano  tiraba de la cuerda atada al cuello de la mula sobre la que transportaba sus pertenencias, y con la otra sujetaba con fuerza la mano de su hija. La mula no ocultó sus nervios al cruzarse con la partida de reconocimiento a caballo y encabritándose se puso de manos y algunos de los bultos que transportaba cayeron al suelo haciendo detener la marcha a la mujer y a la niña.

Lucio desmontó y se acercó hasta ella para ayudarla a recoger las pieles y los utensilios caídos y ella lo miró durante unos segundos, hizo un gesto de agradecimiento y le dijo algo en su idioma que aunque el romano no pudo comprender pues no hablaba la jerga de esa tribu, si supo interpretar que le estaba dando las gracias y contestó con una sonrisa. Los ojos de aquella hermosa hispana llamaron poderosamente su atención, pues brillaban con una luz muy especial. Era como si esos ojos encerrasen todo el sol de Hispania.

Volvió a verla días después durante una excursión en uno de los permisos del servicio de guardia. La encontró junto a media docena de hispanos instalados en un asentamiento de pescadores cerca del rio que bañaba las tierras de Astúrica. En esta ocasión fue ella quien se acercó a él tras haberlo reconocido y le ofreció agua y una escudilla con algo parecido a un guiso de pescado con vegetales. Lucio aceptó de buen grado y compartió la comida que ella le ofreció con la pequeña que correteaba en torno a su madre. En los ojos del color de sol de la hispana encontró algo de lo que jamás podría olvidarse. Decidió llamarla eterna y gracias a la ayuda de uno de los pescadores del asentamiento que hablaba la lengua del imperio y los sirvió de intérprete, pudo mantener con ella algo parecido a una conversación.

Cupido lo atravesó el corazón de parte a parte con una certera saeta y desde aquel día todos sus permisos los pasaba junto a ella y su hija. 

 Meses después de su primer encuentro la legión recibió órdenes de emprender la marcha hacia el norte y sabedor de que tardaría en regresar o quizás nunca lo haría, Lucio intentó entregarle las monedas que había guardado de sus estipendios para que Eterna negociase que algunos de los hombres le construyeran una cabaña más grande y segura donde resguardarse, pero ella rechazó su ofrecimiento. Era una mujer tan digna y orgullosa como bonita y especial.

Habían construido un rudimentario lenguaje entre los dos y a base de signos y de algunas palabras en su arcaica lengua y otras en el idioma de los césares, podían comunicarse sin la ayuda de terceras personas.

Ella le hizo saber que podía marchar tranquilo, que sabría cuidar de la niña y de ella misma sin que nadie tuviera que preocuparse por su supervivencia, y que quizás también se marcharan de allí en busca de un lugar mejor donde instalarse. Aquella confesión rompió el alma a Lucio que durante unos segundos consideró muy seriamente la opción de desertar y marcharse con ellas. Había comprendido que su hogar estaría siempre donde estuviera Eterna y poco le importaba que lo encontrasen y le aplicasen el castigo que se imponía a los desertores durante las campañas, la crucifixión.

Eterna leyó en su mirada. Era una mujer terriblemente intuitiva e inteligente, no tardó en interpretar su silencio y su melancólica mirada. Entonces le puso un dedo en los labios, lo acarició el rostro con ternura y lo besó durante unos segundos. Después de separar sus bocas Lucio sabía que la querría el resto de sus vidas y que aunque ahora tuvieran que separarse volverían a encontrarse una y otra vez y volverían a amarse con otros nombres, en diferentes siglos y en distintas tierras. 

Y así fue.  El destino los permitió cruzarse a lo largo de milenios y en unas ocasiones fueron felices juntos, en otras apenas se regalaron unas noches de pasión, en muy contadas oportunidades pudieron envejecer viendo crecer su amor y en las más dichosas supieron interpretar las señales que les prometían que su amor sería inmortal.

Los dioses bendijeron el amor entre aquellos miembros de distintas creencias, pero de corazones idénticos. Aún hoy en día siguen encontrándose y a veces, al hacer el amor, se descubren entre besos.

sábado, 22 de enero de 2022

A golpe de gladio


 La flecha picta se incrustó en el escudo que logró levantar hasta los ojos pese al dolor de su brazo herido por el corte proferido por  la espada del tatuado guerrero que yacía muerto a sus pies.

Lucio Galvano consiguió evitar una muerte segura de nuevo, pero la batalla aún no había terminado y aunque vio como la caballería al mando del experto decurión que había previsto el ataque se lanzaba al galope sobre la posición desde la que llovían las flechas, su cohorte todavía no había acabado con los pocos guerreros britanos que seguían en pie tras el avance de la décima centuria.

El cielo se rasgó con un nuevo y poderoso trueno y el agua comenzó a caer a raudales limpiando la sangre de su coraza y de la hoja de su gladio. Un último esfuerzo, una nueva carga en formación y las legiones del cesar podrán escribir otra gloriosa página en la historia de Roma.

Lucio no recuerda donde perdió la jabalina. Seguramente la dejase hundida en el pecho de alguno de los primeros pictos que impactaron sobre la formación en tortuga con la que el centurión los ordenó avanzar hasta la cima de la verde colina donde los esperaba el enemigo profiriendo gritos y desafiando lo inevitable. Debían llevar horas peleando y aquellos salvajes todavía se negaban a entender que nadie puede detener el vuelo de las águilas del Cesar. 

Clavó su gladio hasta la empuñadura  en el vientre del guerrero que se lanzó contra él dejando el cuerpo al descubierto al levantar el hacha con ambos brazos, y al extraer la hoja esta salió acompañada de los intestinos del enorme salvaje que trató de cortarle en dos.

Los galos habían sido bravos enemigos, no tanto como los hispanos y ni con mucho tanto como estos britanos belicosos y crueles que no dudaron en decapitar a los emisarios del tribuno que solicitó su rendición. Pero las legiones estaban sometiendo las islas una a una, y los salvajes que habían osado desafiar al destino, esta noche  servirían de alimento a los animales del campo.

En Judea conoció a un curioso rabino que afirmaba que solo Dios podía disponer de la vida de los hombres y que cuando alguien te golpease el rostro, no deberías cortar la mano del agresor. sino ofrecer tu otra mejilla. Estaba claro que aquel extraño judío no sabía que su Dios también se sirve del brazo de los legionarios para ordenar el mundo.

Ya no caían flechas del cielo, tan solo gruesas gotas de gélida lluvia britana. El suelo olía a sangre y a humedad. La caballería regresaba victoriosa tras aplastar a los arqueros y ahora la infantería debería terminar de limpiar la zona y asegurar el triunfo.

Su padre lo enseñó a reservar las fuerzas hasta el último segundo de batalla y a no dar a ningún enemigo por derrotado hasta comprobar que su cuerpo inmóvil tendido en el suelo no podría volver a levantar su brazo contra el Cesar. Uno a uno sus compañeros y él fueron rematando a su paso a los salvajes heridos que yacían en la tierra que defendían y que se habían negado a entregar a Roma para mayor gloria del imperio. 

Los gritos y los lamentos de los heridos se unieron al ruido de los tambores y de las sandalias al marcar el paso.

Roma vincit.

viernes, 7 de enero de 2022

Rugidos


 Hay una frase que resume a la perfección aquello que lo condujo a las mayores pérdidas, los más grandes disgustos y al dolor y la tristeza que adornan muchos de sus recuerdos recientes, "ten cuidado con lo que toleras, estás enseñando como tratarte". Siempre fue un tipo confiado, sensible, de carácter afable, de naturaleza pacífica y de buen conformar. Su afán por agradar y por evitar discusiones y problemas, sumado a su natural simpatía y a su falta de asertividad, confundieron a algunas personas de su entorno que creyeron que era débil y que podrían aprovecharse de él, pero lo que nadie podía sospechar es que incluso en personas como él, todo tiene un límite y es mejor no despertar a la bestia dormida.

Cubre por completo el cadáver  con la tierra que extrajo de la fosa cavada en el más recóndito e inaccesible lugar del solitario pinar castellano, y se asegura de que las piedras colocadas encima impidan que algún animal atraído por el olor pueda desenterrarlo. No quería matar a aquel desgraciado, simplemente trató de dejarle claro que su paciencia tenía un límite, que ya no cedería más a sus exigencias y que era mucho mejor dejarlo tranquilo, pero se desató la tormenta cuando recibió el golpe que liberó al león que rugiendo se abalanzó sobre aquel al que un día consideró su amigo y en cuestión de segundos todo había terminado. Le rompió el cuello con un único y rápido movimiento. Al ejercer la fuerza adecuada y, al escuchar el chasquido que evidenciaba la lesión, mortal de necesidad, no sintió otra cosa que calma.
Tenía que haberlo hecho mucho antes, pero fiel a sus principios y a sus valores consintió en conceder una oportunidad tras otra esperando que las cosas cambiaran y que lo dejara en paz. Pero no. Al final lejos de permitirle vivir en paz, el ahora difunto despojo humano prefirió seguir aprovechándose de su buen corazón. ¿Buen corazón? Sin duda lo tenía. O lo había tenido, pero todo termina estropeándose si no se cuida y su dolorido músculo había soportado demasiado.
Fueron compañeros de trabajo en la multinacional que se instaló en la provincia asegurando un futuro mejor para aquellos que se unieran a la gran familia de trabajadores que hacía de las acciones de la  empresa mucho más que un gráfico en ascenso continuo en todas las bolsas del mundo. 
Desde el primer día en las oficinas de la delegación provincial en las que fueron ubicados, el finado confundió su buena disposición con servilismo y supo acceder a él mediante una impostada camaradería que adornó con una lacrimógena historia personal para conseguir llegar a su corazón. Lo demás fue una vertiginosa  escalada hasta la cumbre de sus mejores sentimientos, y una vez hubo coronado la cima, plantó su bandera y se dedicó a disfrutar de las vistas mientras el amable y confiado compañero con el que compartía despacho en la sección de marketing, trabajaba por los dos y sacaba adelante los proyectos y las necesidades del departamento, sacrificando su tiempo y esforzándose en cumplir con los objetivos que los marcaban desde dirección. La rémora que había decidido alimentarse del sudor de su frente había encontrado un filón en la única mancha que podía ensuciar el expediente del esforzado compañero, cuando este y con el único fin de ayudarlo y evitarle un posible despido, falsificó la firma de un cliente en un documento, firma que debía haber conseguido el hombre cuyo cuerpo ya había comenzado a alimentar a pequeños escarabajos y otros insectos del campo. Aquello sirvió para que durante meses aumentara el nivel de exigencia y todo tipo  de chantajes enmascarados en el  hipócrita discurso sustentado sobre la necesidad de ayudarse el uno al otro.
Hoy lo había citado en el chalé para supuestamente entregarle copia del extenso informe del departamento que deberían presentar a primera hora del día siguiente, lunes, pero cuando llegó a su casa y descubrió que lo había hecho ir con la única intención de poner las cosas claras entre ellos y detener ya el continuo abuso, el muy hijo de puta se permitió el lujo de perder los papeles y después de proferir todo tipo de insultos y amenazas, le golpeó en el rostro con el reverso de la mano. Y entonces la fiera que habitaba dentro de él y que llevaba muchos años aletargada despertó. Ni siquiera se planteó el tratar de anestesiarla y volver a dormirla, no quiso contenerla, simplemente permitió que se manifestara y se apoderase de sus actos, con fatídicas consecuencias para el asombrado compañero. Su rictus tras la muerte aún expresaba asombro.
Regreso a casa sonriendo y tras guardar la pala y los guantes de faena en el garaje, encendió un cigarrillo que fumo con el mismo placer con el que apuraba los deliciosos cigarrillos que seguían a cada encuentro sexual con sus ocasionales parejas.
Ahora debía pensar que hacer con la moto del difunto. Al caer la noche se pondría el casco integral que había dejado su propietario sobre el depósito de la máquina de gran cilindrada y la conduciría hasta uno de los barrios marginales de la vecina ciudad, donde la abandonaría sin candar y con las llaves puestas.  Se iría dando un paseo hasta el centro, disfrutaría de un buen escocés con hielo y cuando hubiese terminado de calmar la sed de la bestia a la que apaciguaba con ese tipo de  caprichos, cogería un taxi hasta el pueblo más cercano a su chalé, al que volvería caminando.
Todo termina bien, cuando aprendes a decir no y al hacerlo dejas de sentirte culpable.

domingo, 2 de enero de 2022

Ilusiones



Puede que nuestras ilusiones nos definan, y las mías no se alejan en exceso de las del resto de los mortales. Quiero ser feliz, pero ya aprendí que la felicidad son pequeños momentos que hacen que sientas que vivir merece la pena. Quizás el resto de los mortales sientan también ese deseo que yo siento de ver felices a los míos, deseo que en muchas ocasiones es más fuerte que el de mi propia felicidad. Quizás es un deseo tan fuerte porque si veo feliz a la gente que quiero, yo también lo soy, y puede que en el fondo realmente sea algo egoísta, no lo sé. En cualquier caso me encanta ese dos por uno en el que veo feliz a alguien que quiero y yo me siento feliz. ¿Dónde hay que firmar? Puede que sea por eso por lo que trato de aportar cuanto está en mi mano para ver felices a los míos. Bueno...voy a dejar de darle vueltas a esto por estoy entrando en bucle.

Ayer amanecí muy creativo a nivel literario, con ideas nuevas y enriquecedoras para una de las novelas en la que estoy trabajando, y en la que me había estancado un poco al no conseguir encontrar el camino para conseguir que sea esa novela que sorprenderá al lector y le hará bucear en sus páginas buscando el tesoro sumergido. Creo que ayer amanecí con el cerebro activo y creativo y me levanté de la cama en "modo escritor", lo que está genial, pero a un tiempo es delicado, porque cuanto expreso pasa por ese filtro literario y todo, desde un wasap al post en una red social, va cargado de literatura y puede confundir a quien lo lee al no distinguir la realidad del mensaje de lo literario del mismo. A veces no soy capaz de contenerme y permito que ese "modo escritor" adultere cuanto expreso.

Pasé unas cuantas horas del primer día del año sentado ante el ordenador escribiendo en la novela y desarrollando esa idea con la que amanecí y que al ver plasmada en el archivo sobre el que trabajo y corrijo constantemente, me hizo sentir bien y me animó a cerrar el documento con una sonrisa y con la certeza de que había encontrado el camino. Ya se verá.

Puede que una de mis mayores ilusiones sea el llegar a ser el escritor que me gustaría llegar a ser, ilusión esta que tiene mucho en común con otra de mis ilusiones más grandes que es llegar a ser la persona que me gustaría ser. Ambas ilusiones van de la mano y se complementan y en ambas estoy trabajando desde hace tiempo, cuando descubrí que para hacerlas realidad debería esforzarme, que no llegaran por casualidad y no caerán del cielo. Así que desde luego, por mi que no quede.

Espero despertarme muchas mañanas con la sensación con la que me desperté ayer y poder trabajar duro para sentirme más cerca de esas ilusiones que en ocasiones se acercan un poco a la realidad. Si a eso le sumo el ver sonreír a las personas que quiero, la felicidad de la que hablaba al principio de este texto se presenta un instante para guiñarme un ojo.

Venga. Hagamos de este año un buen año. Nadie me va a regalar nada.

 

lunes, 27 de diciembre de 2021

Beso de gorrión


Puede que este cuadro de Gustav Klimt sea uno de mis preferidos por lo intrínsecamente cálido de la escena que representa. No es un beso pasional, o al menos yo nunca lo he visto así. Me parece más bien un beso de esos que simbolizan el mayor de los cariños, el amor contenido en un instante, el roce furtivo de unos labios. 
Y es que hay muchos y muy distintos tipos de besos. Desde ese beso apasionado en el que las lenguas se buscan con avidez al paternal beso en la frente, nos encontramos un amplio abanico que abarca los adorables y sanadores besos en las sienes que representan vida, los correctos y corteses besos en las mejillas y los rápidos y nada desdeñables besos en las comisuras de los labios que dotan a quien los entrega del valor suficiente para arriesgarse a una acción que aunque por norma lleva aparejada amor, cariño o deseo, en ocasiones es tan solo un intento por acceder a lo que le está vetado.
Este año he descubierto los besos de gorrión y me han parecido algo precioso. Son esos fugaces besos en los labios que te entrega la persona amada sin pretender otra cosa que demostrarte que tu boca es territorio común, que pese a las seguridad impuesta por la temida distancia social aun hay formas de demostrar que entre las personas que comparten algo especial, hay también momentos para driblar el peligro y esquivar la enfermedad, pues apenas unas milésimas de segundo unen las almas a través de ambas bocas. Son besos generosos y deliciosamente frágiles que no se acompañan ni de caricias ni de palabras bonitas, que no necesitan de miradas incandescentes ni alteración de la frecuencia cardiaca, aunque luego al rememorarlos el corazón se te hinche y rebose felicidad.
Puede que cada uno vea en este cuadro lo que prefiera ver, eso es lo que tiene el arte, que aunque el artista pintase, esculpiera, compusiera o escribiese buscando transmitir una idea, aquellos que disfrutan de su creación no pueden evitar hacer suyo el momento de contemplación y atribuir a la obra su realidad, su deseo o su mayor ilusión. Yo en este cuadro veo a una pareja que se ama pese a todo, que se quiere pese a todo y que pese a todo, se regala un beso. 
Cuantos besos hemos dejado de darnos en estos años de pandemia, cuantos besos hemos detenido contra nuestra voluntad y cuantos besos se nos han arruinado a través de las mascarillas. Este año que termina me ha regalado dos besos que no olvidaré nunca, un beso excepcionalmente cálido y cargado de promesas que denominé beso del milenio, y un beso generoso y consolador de velocidad del rayo y mínimo contacto al que denominé beso de gorrión.
No todo está perdido.