En la foto que encabeza este texto se aprecia el momento de la presentación inmersiva de mi novela Temporada de sustos, acaecido durante el vino español que se ofreció al término del evento. Mientras estaba dedicando ejemplares a los lectores que abarrotaron la sala de Cultura de Simancas, el escritor Gustavo Gonzalez Gallego y su novia la poeta Ruth Iglesias, protagonizaron una escena teatral sorpresa para terminar de sumergir a los asistentes en las peripecias de mi alter ego, el inspector del Grupo de Homicidios de la policía de Valladolid, Iván Pinacho.
Todo comenzó junto al Archivo General de Simancas donde recibí a un centenar de personas allí convocadas, y donde tres actores vallisoletanos escenificaron como primera sorpresa de la tarde, una escena de la novela que acontece allí mismo. Los lectores que se acercaron a la presentación comenzaron a entender de que iba eso de una presentación inmersiva.
Desde allí bajamos hasta la comisaría de la Policía Local de Simancas, de vital transcendencia en la novela y donde trabaja mi amigo, el subinspector jefe Ibón Otxoa, quien además de asesorarme en las páginas que allí se desarrollan me facilitó desde la uniformidad completa para uno de los actores, al acceso y el tránsito por el municipio de cara al transporte de todo lo necesario para la presentación editorial.
Una vez entramos en la Sala de Cultura de Simancas el público se fue acomodando al ritmo de la música de Cosmic Birds, Jean Blazer, Dieddro y el resto de artistas que componen la BSO de la trilogía Crímenes de temporada, que sonó en la sala hasta que Alberto, el alcalde de Simancas presentó el acto con unas cariñosas palabras que evidenciaron nuestra afinidad en lo cultural y su apoyo sin fisuras a esta iniciativa.
La editora Eva Melgar y yo hablamos de las dos primeras entregas de la trilogía, Temporada de setas y Temporada de sustos, de la evolución de su protagonista y de la mía propia como escritor. A la charla se sumó durante unos minutos el pintor Pepe García, autor de la acuarela para la cubierta de la novela y padre de la ilustradora Eva García cuyas ilustraciones para Temporada de sustos se fueron proyectando en bucle en una pantalla tras la mesa de presentación.
Todos los presentes disfrutamos de las intervenciones musicales en directo de mis buenos amigos Darío Martín H, Pablo Acebal, Ángel Lévid... quienes fueron intercalando sus actuaciones con nuestra conversación y regalándonos su talento y su arte en las canciones que acompañan al Inspector Pinacho durante las páginas de las distintas novelas.
Una vez terminó el acto de presentación en el interior de la sala, la editorial Suseya ediciones, bajo cuyo sello se publica la trilogía completa, ofreció a los asistentes un delicioso y generoso vino español con los caldos que Pinacho bebe cuando no está de servicio y con las delicatessen que el rubio policía de bigote bicolor disfruta cuando tiene ocasión a lo largo de las aventuras narradas en estas novelas.
Los vino de Bodegas Yllera, Bodegas Valdehermoso y Bodega las tres jotas, y los botellines de cerveza, y agua mineral para quienes no beben alcohol, armonizaron a la perfección las espectaculares creaciones dulces de Dasilva Gastronomía, los increíbles bombones de morcilla con mermelada de vermú rojo y naranja, obra del chef Pablo Scarfone del Vayco Valladolid, y las empanadas y deliciosas tortillas variadas del Vintage 10 Sotoverde.
Durante ese ágape cortesía de la editorial, dediqué docenas y docenas de ejemplares de las dos primeras entregas de mi trilogía y charlé con los lectores aprendiendo de sus críticas constructivas y agradeciendo sus felicitaciones y sus palabras positivas con respecto a mi literatura.
La escena interpretada por mis dos compañeros de trinchera literaria cuya foto encabeza esta entrada puso fin a una presentación tan arriesgada como especial, que fue un éxito absoluto a todos los niveles y en la que además pude contar con la discreta presencia de la musa que inspira mi obra, y cuyos ojos del color del sol han hecho crecer en mi las ganas de avanzar, de afrontar cualquier peligro y de ser la mejor persona que pueda llegar a ser y el mejor escritor que consiga ser, para ofrecerle el mejor Juan que pueda ofrecerle y compartir con ella el resto de mis vidas.
Todo salió mejor que bien, fue una noche preciosa y después de casi ocho años de dolor, miedo y tristeza, esta mañana me he despertado absolutamente feliz y sabedor de que las cosas por fin han comenzado a cambiar. El destino ha decidido que la sonrisa sea un atributo permanente en mi, y no un complemento ocasional o postizo.
Gracias a los hados y a Supergato, conocí a la mujer más maravillosa y más bonita, que es maestra en el ajedrez y en el esgrima dialéctico. Ella me ha enseñado lo que quiere decir la palabra amor. Gracias a ella comienzo a levantarme de nuevo y a sentir que soy suficiente. Gracias a mis amigos, a mis lectores y a todos los que me apoyan, habrá Juan para rato y muchas, muchas páginas llenas de vida. Y de las muertes necesarias.