lunes, 29 de julio de 2019

El cordón eterno

En un principio esta entrada se iba a titular Vínculos 2, en honor al texto Vínculos que nació en este blog y remastericé y publiqué junto a otros en mi primer libro, Historias para según qué días, pero no he querido pecar de poco original y he optado por este otro título.
Seguramente os sorprenda el vídeo que encabeza esta entrada, pero tiene su porqué, como casi todo lo que hago.En él, podréis ver a mi querido amigo Javier Carballo (el tipo muy alto vestido de negro y coprotagonista del texto La canción más bonita del mundo) en pleno concierto junto a sus Pichas rondilleros.
Javi es un gran tipo y no solo por su metro noventa, sino por un corazón acorde a su envidiable estatura. Además de ponernos a bailar y hacer que la gente disfrute horrores con sus conciertos, Javi es ante todo un gran actor que junto a Teloncillo, la compañía con la que actúa, recibió de manos de otro tipo muy alto con corona,el premio nacional de teatro. Mi amigo Javi lleva muchos años haciendo reír a los peques y empatizando con ellos. Por eso no me sorprende su gesto para con Dario, el hijo de una vallisoletana llamada Susana, que aunque no pertenece al mundo de la farándula, está muy ligada a ella por lazos familiares y de amistad. Susana es ese miembro de incógnito de mis admirados Kul D´Sak que podremos encontrar en la mayoría de los espectáculos de estos artistazos.
Pero por encima de todo, Susana es una madre abnegada y entregada a la felicidad de Adrían y Dario, los hijos que educa con la ayuda de Miguel.
Para Susana el gesto de Javi con Dario, le supuso un refuerzo en la estructura de ese cordón umbilical invisible y eterno con el que muchas madres siguen alimentando y ayudando a respirar y a vivir a sus hijos.
Susana siempre agradecerá la inyección de autoestima que Javi suministró a Dario y esa relación tan especial que ha surgido entre la banda rondillera y su hijo.
He de decir, que Javi me hizo llorar en un concierto y creo que yo también estuve a punto de hacerle llorar a él, puesto que al verme con mi bastón entre el público, volvió a cantar la canción más bonita del mundo, que retiró del repertorio al conocer mi brutal accidente y prometió no volverla a interpretar hasta que pudiese localizar de nuevo mi careto entre los de la gente que abarrota sus conciertos.
Susana...Javi es así, es una gran persona y un gran amigo y sé que entre vosotros, siendo tu de su misma envergadura moral y además contando con el valor añadido de ser una madre estupenda, también ha nacido un nuevo vínculo casi tan hermoso como el que hay entre una madre y sus hijos.
Y ya...que me estoy poniendo muy ñoño, pero no quería renunciar a escribir este texto porque es de todos conocido mi adoración por las madres en general y por la mía en particular y , mi cariño y mi amistad con Javi.
Si leéis este texto esta escrito para vosotros y gracias a vosotros. Repartíos unos besos castos, puros y respetuosos.

lunes, 15 de julio de 2019

Turismo

Laertes decidió quitarse del medio un par de semanas. Sería mejor que la policía pensara que como todo españolito que ha conseguido salir de la crisis a fuerza de partirse el lomo aceptando trabajos de mierda, se había ido de vacaciones. Gracias al bendito turismo su escapada a Holanda no resultaría sospechosa.
Había elegido Amstedam porque fue la capital europea a la que se desplazaron sus compañeros de facultad como viaje de fin de carrera. No pudo ir a ese viaje puesto que tenía asuntos mucho más importantes que resolver en España y siempre le quedó la espinita. Esta era una buena ocasión para sacársela.
Escogió un hotel céntrico pero acorde a las posibilidades de un profesional de clase media española y se acomodó en una espaciosa y moderna habitación con el mueble bar mejor surtido que había encontrado nunca. Tras dar buena cuenta de tres botellitas de diferentes whiskys y rellenarlas con un poco del te que pidió al servicio de habitaciones, se pegó una buena  ducha, se arregló por si la noche le concedía un final apoteósico, acomodó en el interior de su bota izquierda la pequeña navaja automática que había ocultado en el equipaje que facturó antes de subir al avión y salió a cenar en un buen restaurante.
Su instinto no le falló. Escogió un establecimiento de nombre impronunciable pero de acogedor aspecto, extensa carta de vinos y excelentes platos de pescado.
En la mesa de su derecha se acomodaron un matrimonio tan elegante como rubio y sus dos hijas pequeñas.
 Laertes no hablaba flamenco pero acertó a identificar algunas palabras y se hizo una idea aproximada de porqué la esposa se retiró después de los postres tras besas a sus hijas en la frente y obsequiar a su marido con un furtivo beso en los labios. Uno de esos besos que maridan a la perfección rutina, desidia y absoluta ausencia de amor.
Al parecer ella tenía que ir a una importante reunión de negocios con ciertos clientes orientales que iban a invertir en la empresa de la que debía ser directiva o en la que tenía un puesto de reponsabilidad. A Laertes le sonó a excusa barata. Aquella zorra apenas se había molestado en disimular lo más mínimo y, al cornudo de su marido parecía no importarle o simplemente haberse resignado a lo evidente. Pobre hombre. No parecía mala persona. La forma con la que miraba a la más pequeña de las niñas mientras le daba cucharadas de la porción de Strudle que había pedido al camarero, le despertó cierta ternura.
Laertes pidió la cuenta, pagó en efectivo y abandonó el local.
Cómo se había imaginado no tardó demasiado en localizar a aquella pijaza rubia e infiel, besuqueando a un fornido mulato con aspecto de estibador. 
La suerte estaba echada.
Con discreción y sigilo, siguió a los amantes hasta un cercano hotel donde debían tener reservada habitación donde disfrutar de momentos gloriosos. El justiciero español calculó que la guardia no duraría más de tres horas y en efecto, tras poco más de dos horas y media apurando gintonics y flirteando con una italiana madurita en el local de la acera de enfrente, vio a través de la cristalera junto a la que estableció su puesto de guardia, a la traidora rubia salir arreglándose el cabello.
-Ciao, bella. Ci vediamo tra un po-dijo Laertes a la morena napolitana con la que gozaría más tarde. La besó apasionadamente fingiendo impaciencia y deseo al mismo tiempo y salió del garito tras los pasos de aquella ejecutiva de moral inexistente.
No tardó mucho en encontrar el lugar adecuado para salvar su alma inmortal. Al doblar un par de esquinas, llegaron hasta las inmediaciones de un hermoso parque del estilo del Retiro madrileño o el Campo Grande vallisoletano. No había nadie cerca por lo que apenas le costó obligarla a entrar en el parque con la navaja presionando la garganta de la asustada mujer.
Una vez dentro todo sucedió muy deprisa. 
Laertes la degolló con la mano derecha mientras que con la mano izquierda tapaba sus labios y ahogaba el grito que acompañó a los estertores de la rápida muerte de la casquivana mujer.
Al penetrar con delicadeza a la complaciente italiana en la cama de la habitación de aquel hotel donde nadie apreció esxtrañarse de que aquel amable y simpático  español de bigote bicolor no fuese a dormir solo, dedicó el orgasmo que seguramete alcanzaría en aproximadamene uno cuarenta minutos al pese a todo afligido viudito y sus dos hijas.

viernes, 12 de julio de 2019

Bailar

Me avisaron de que no ibas a venir y aquella llamada destrozó los muros de la presa que contenía mis lágrimas, inundando por completo mi corazón y mi alma. 
Llevaba seis meses esperando a que despertases de aquel sueño conectado a máquinas, goteos y respiradores y creeme cuando te aseguro que estaba convencido de que me llamarían para decirme que al igual que yo, un día despertarías del coma y descubrirías que la vida aún te reservaba muchos momentos felices. Pero no.  No lo hiciste.
Nunca podré olvidar que en un bar de tapas de la zona de El Realejo, en Granada, tomando cañas con la escritora pelirroja que entonces me robó el corazón  o más bien me lo cambió por un saco de falsas esperanzas, unos días maravillosos y unas noches más que placenteras; de repente y entre el barullo de aquel bar granadino  reconocí el sonido de mi teléfono y al identificar en la pantalla el número de una buena amiga común, lejos de asustarme me vine arriba al creer que llamaba para decirme que mis oraciones habían sido escuchadas, mis promesas aceptadas y mi deseo concedido. Pero el banco del destino ya no me concedía crédito alguno, mi saldo estaba agotado y aunque gustoso hubiese compartido contigo esa hipoteca sobre mi nueva vida en forma de segunda oportunidad a amortizar en unos cuantos años, no permitieron que hubiese dos titulares, Y moriste.
Hoy sería tu cumpleaños. Bueno...¡qué coño! hoy es tu cumpleaños y aunque con esta medicación que aun me acompaña cada mañana no debería abusar del alcohol, hoy me tomaré un vino en tu memoria y acudiré a escuchar música en directo, porque me da más miedo no festejar el haberte conocido que todos los peligros que me asustan al salir de casa. Amabas la música en directo, bailar y disfrutar de guitarras y buenas voces. 
Te encantaría conocer a la montañesa que ahora enriquece mi vida y acompaña muchas de mis noches. Es una gran mujer. Buena, amable, sincera, honesta, leal, hermosa y muy artista. Estoy seguro de que os habríais llevado genial y la habrías aplaudido tanto en sus conciertos como en su forma de ser.
La vida sigue, Blancanieves. Creo que el mejor homenaje que puedo haceros a todos los que os habéis ido a coger sitio, es tratar de ser feliz. Así lo querríais y por eso luchasteis en vida. Me aportasteis tanto, que lo menos que puedo hacer es agradecer seguir vivo, pase lo que pase y le pese a quien le pese. Que como bien sabes porque me acompañaste mucho y me apoyaste mucho hasta el final, hay a quien le pesa verme vivo y saber que sonrío.
Te quiero. Te voy a querer el resto de mis vidas y no te voy a olvidar jamás.
Sé que algún día volveremos a bailar juntos. Lo que no sé es cuando ni donde. Hazte amiga del DJ celestial para que nos ponga uno de esos temas que tanto te gustaban. Uno como el que encabeza esta entrada, por ejemplo.
Cierta montañesa rubia y adorable me está enseñando a bailar. 
Espérame en el cielo, Blancanieves.
El más grande, cariñoso y respetuoso de los besos.
 
 

domingo, 7 de julio de 2019

Cruce de caminos

Al principio no le dieron importancia y de forma amable pero distante compartieron encuentros ocasionales en los que el destino, juguetón y caprichoso se empeñó en hacerlos coincidir una y otra vez. Pero hay ocasiones en las que los amantes se niegan a ver los luminosos que adornan los momentos especiales.
La vida siguió llevándolos por caminos paralelos, haciéndolos navegar por afluentes que desembocaban en el mismo océano e iluminando sus noches con las estrellas  que amablemente las constelaciones cedieron para el perfecto decorado que acompañaría su historia de amor. Pero aún amparados por los dioses más generosos con los seres humanos, ellos achacaban al azar los encuentros recurrentes.
Hasta que una noche consiguieron identificar la luz de lo que no se podía ignorar. A pesar de sus increíbles diferencias, de todo lo que no tenían en común y a pesar de que habían depositado sus corazones a un desolador plazo fijo, en las cajas de otros bancos, comprendieron que no podrían vivir el uno sin el otro.
Coincidir no era algo casual, sino el magistral movimiento de causalidad que provocaría en ellos el efecto esperado. Porque el creador no es imbécil y aunque sus designios son inescrutables y acostumbra a escribir con renglones torcidos; el resultado es siempre el deseado por él. El camino más corto entre dos puntos es la linea recta, pero el que deben recorrer los corazones diseñados para crear algo tan hermoso esta plagado de curvas y vericuetos que adornan con peligros y dificultades cada beso definitivo.
Al alcanzar la meta que coronaron en la cama de un hotel de carretera, ambos supieron que aquella noche sería la primera de todas, porque ya no habría noches por separado, porque ya nada tendría sentido si no amanecían juntos.
Aprendieron a amar sus diferencias y a reconocer las coincidencias como neones con los que el destino había querido ayudarles a lo largo de un camino que terminaría uniéndolos para siempre. Y para siempre fue para siempre porque hasta el fin de los tiempos, los rapsodas cantaron la historia de aquel cruce de caminos.

domingo, 16 de junio de 2019

Por ser y estar

Mi norte va con ella.
Decir que es exquisita se queda corto, aunque ese es un término que la define bastante bien y describe a la perfección su generosidad, su carácter y su saber estar.
Mujer de lengua curiosa, de mente más curiosa aún y de alma intrépida que se resiste a la mediocridad de una sociedad que etiqueta y cataloga según los éxitos conseguidos, aunque hayan sido obtenidos a consta de otros. Ella lucha sus propias batallas y conquista baluartes y posiciones a fuerza de sacrificio, de inteligencia de esfuerzo y de un corazón noble y unos valores auténticos.
Siempre he dicho que en una relación, sea del tipo que sea hay tres factores sin los que todo quedará en nada, a saber, respeto, confianza y buena comunicación. Y con ella estos tres elementos se combinan como los extraídos de una emocional tabla periódica con la fórmula más antigua y más eficaz del universo: el amor.
Llevo toda la vida buscando mi particular  Santo Grial, el calid del que al beber siempre sentiré que renazco. Y lo he encontrado en sus labios.
Ya puedo guardar en el trastero el revolver, el sombrero y el látigo y centrarme en la arqueologia especializada en rescatar los besos y caricias que permanecen bajo toneladas de desilusiones, de ruinas y de vestigios de civilizaciones invasoras y ladronas que trataron de esquilmar las riquezas de lo que en su momento fue mi imperio.  Un imperio en el que no se ponía el sol.
Ella es por derecho la emperadora, la faraona, la reina y la única heredera de todos los cofres repletos de cuantas palabras hermosas haya escrito nunca, para aportar al tesoro que no pudieron robarme.
Gracias por haberte cruzado en mi camino. Por ser y estar.
Eres exquisita

jueves, 6 de junio de 2019

Asilo

Parece que siempre seré el eterno derrotado en busca de unos brazos donde pueda refugiarme de mi guerra interior, de los bombardeos de este corazón con la espoleta graduada a cero y de las oleadas de ataques del ejército de la decepción. 
Escapo de las incursiones de los comandos de operaciones especiales integrados únicamente por lágrimas y de los acertados movimientos sobre plano de ese cruel y sanguinario general en jefe conocido como desilusión.
Pero resisto.
Tendrán que arrancarme la esperanza de mis frías manos muertas. Tendrán que arrojar mi alma a una fosa común junto a las de otros eternos enamorados y cubrirla con cal.
He pasado muchos años sometido a un entrenamiento duro, casi inhumano, donde las más duras y atractivas instructoras me sometieron a todo tipo de pruebas, de vejaciones y de prácticas para debilitar mi cuerpo, minar mi moral y adormecer mis emociones.
Pero resistí.
Gané mis galones al mantener la sonrisa en todo momento, al convertir el agotamiento y el dolor en textos y poemas, al conseguir levantarme como un resorte con cada toque de diana que sonaba dentro de mi pecho con la salida del sol que brillaba en los "te quiero" adormecidos. 
Rendirse nunca fue una opción, no lo es y jamás lo será.
Lucho y lucharé por lo que me importa y a fecha de hoy, lo que más me importa es que me concedas asilo entre tus brazos.
Quiero habituarme a tu cuerpo desnudo, con la ilusión y la sorpresa de la primera vez que lo disfruté y volver a sentir esa emoción cada vez que se te caiga la ropa.
Quiero escribir siempre textos como este, pase lo que pase y le pese a quien le pese, me digan lo que me digan y me tilden de lo que me tilden. Porque soy así, siento así y así se lo hemos contado.
Volverme a cuadrarme y a llevarme la mano a la sien en un respetuoso saludo, cuando se ice la bandera de tus ojos.

viernes, 31 de mayo de 2019

Perdido en ti

Y no me apetece encontrar la salida.
Me perdí en tus gestos, confundí el norte de tus movimientos y la estrella polar del presente más real no consiguió orientarme, porque como canta Macaco, las estrellas dicen que nosotros somos fugaces.
El laberinto de tus sonrisas y tus besos es el mejor jardín para deambular de un lado a otro y, si tengo suerte, puedo doblar una esquina y toparme con tu cuerpo desnudo, cálido y receptivo.
Por eso arrojé mi brújula al estanque. Por eso evito recordar todo lo aprendido en mis tiempos de boy scout y en mi decepcionante paso por la milicia. Es por eso por lo que reniego de cuantos mapas puedan facilitarme la vía de escape y de cuantas bengalas queden en la mochila de supervivencia con la que la sociedad nos obliga a crecer, pensando que podrá salvarnos en alguna ocasión. ¿Salvarme de qué? ¿De quién? ¿De ti? No saben que tu eres mi salvación.
Quiero vivir ausente del resto de la creación. Quiero vivir ignorante de todo y ajeno a todo. Quiero disfrutar de la certeza de saber que solo tú podrás encontrarme una y otra vez. Y hacerte cada día el amor como si fuese nuestra última oportunidad.Quiero gemir sobre ti y tararear la hermosa melodía de suspiros, grititos y rugidos que acompaña tus orgasmos.
Agacho la cabeza, bajo la mirada y acelero la marcha al vislumbrar las odiosas señales de salida que contra toda lógica del amor, colocó la razón al pensar que ya he estado perdido en demasiadas ocasiones. Pero la razón no sabe que antes, inconscientemente, siempre quise encontrar la puerta que me sacase de los prados embusteros  de los corazones con espinas  y ahora tan solo deseo quedarme en ti, quedarme  por ti y quedarme para ti.
Poco más puedo decir.
Rezo para que nadie me encuentre nunca.


domingo, 26 de mayo de 2019

Perseguir un sueño

Porque todos soñamos y a veces es necesario correr tras esos sueños que se nos escapan y terminan siendo inalcanzables.
Ayer mi querida Cristina y mi admirado David, compartieron con el público que abarrotó la plaza de San Pablo, un sueño llamado Flotados. Este sueño nació de la música que rezuma por cada uno de los poros de David y de la libertad que Cristina convierte en movimientos donde desafía a la gravedad, al vacío y a las limitaciones humanas, convirtiéndose en una sonriente hada que vuela sobre nosotros regalando cariño, arte y felicidad.
No quise perdérmelo y aunque tengo miedo de lugares abarrotados de gente donde sé que me angustiarán los ecos del pasado más doloroso, descubrí que "quien no arriesga no cruza la mar", es mucho más que una frase.
Recurrí al apoyo y al incondicional cariño de la mujer de ojos más verdes que lleva mi sangre, de la poeta más decidida, más humilde y valiente y, al de la más bonita de las guerreras indias, que vino acompañada de la pequeña princesa de su estirpe, con la que comparte el sueño de un palacio junto al Ganges, donde criar vacas sagradas con bigotes felinos.
La música que compuso David e interpretó en directo para Flotados consiguió adherirse a nuestras almas como el coral a pecios de barcos hundidos. Y las hizo flotar junto a Cristina.
La sombra de esa pequeña hada de menuda figura, largas trenzas y enorme sonrisa, se perfilaba en el interior de la caja de un piano de cola suspendido sobre los adoquines de la plaza y, en un momento más que mágico, atravesó las dimensiones de lo real y lo etéreo y se columpió sobre cada una de las notas musicales. Y sobre nosotros.
Mis musas cuidaban de que yo no perdiese el equilibrio y de que no necesitase más espacio a mi alrededor del que ellas habían conquistado y defendían con uñas y dientes en pos de mi tranquilidad.
Una de ellas no pudo evitar que sus hermosísimos ojos se humedeciesen por la emoción de contemplar ese sueño hecho teatro de calle. La guerrera india nos dio a todos una lección de coraje y voluntad y la poeta rimó en versos de arte mayor emociones, sonrisas y placer, llegando a debilitarse incluso, al albergar tanta inspiración dentro de su pecho.
Yo necesitaba escribir, necesitaba subirme al velero que estos grandes artistas habían botado en las calles de mi ciudad, enrolando a audaces y talentosos tripulantes como el contramaestre Rodrigo Tamariz y el timonel Alfonso Peña. Necesitaba cruzar la mar junto a ellos. Y a mi manera, lo conseguí.
Mi sueño era disfrutar de un espectáculo sin sentir la angustia de la incertidumbre y el miedo a volver a cerrar los ojos sin querer hacerlo.
Gracias, Cristina. Gracias, David. Gracias a toda esa tripulación de soñadores de gran corazón.
Gracias por ser, estar y formar parte de mi vida.

domingo, 19 de mayo de 2019

De mostrador en mostrador


Durante unos años había sangrado su dulce recuerdo de mostrador en mostrador y, en cada uno de ellos lo hacia con los ojos vidriosos ante una copa de licor, como canta la vieja copla. Pero aquella noche,bebía para celebrar haber conocido a una hermosa mujer de corazón puro y antes de abandonar la taberna más oscura del puerto,apuró la copa de un trago sin saber que aquella sería la última.
La noche se cernía sobre él como un gavilán sobre su presa. El mar que azotaba con altas olas los pantalanes estaba tan revuelto como lo había estado su alma y la fuerte marejada recordaba a la que se desataba en su pecho con cada noche de recuerdos y alcohol, presagiando funestas calamidades. 
Reparó en una pareja que discutía junto a un todoterreno aparcado cerca del faro. La luz de ida y vuelta que proyectaba el edificio salvavidas alumbraba ocasionalmente los ojos inyectados en sangre de un hombre cetrino y enjuto con el pelo negro y escaso, alborotado por el viento. Y el rostro de terror de una morena menuda y de aspecto frágil.  El viento le trajo parte de la conversación a gritos y pudo entender las palabras, "zorra", "ostia" y "sangre". Aquello no le gustó nada al marinero de corazón rehabilitado por los labios de una bella montañesa, que con varias copas de más, sopesó rápidamente sus papeletas en caso de que aquel hombre se le enfrentase físicamente al afearle la conducta. No le salieron las cuentas y las posibilidades de caer en combate eran demasiado elevadas, pero eso le dio lo mismo.  Una mujer no tenía que soportar a chulos como aquel, hubiera hecho lo que hubiera hecho, si es que había hecho algo y, en ningún caso debía permitir que el pánico que aquella menuda morenita reflejaba en su rostro no encontrase ayuda, Así que se ajustó el cinturón, se subió los cuellos del negro chaquetón que destacaba lo rubio de sus greñudos y despeinados cabellos y apretando los puños se dirigió hasta el lugar donde el desagradable y violento aprendiz de macarra estaba atemorizando a la pequeña y aterrada mujercita.
Aquella noche y para compensar la maravillosa noche del día anterior que había disfrutado con la rubia montañesa, los astros no se alinearon en su favor.
Por instinto se plantó entre el hombre y la asustada mujer y con gesto protector, pero actitud ruda y decidida,pasó su brazo derecho por el hombro de ella atrayéndola hacia él. Aquello fue una mala jugada pues al hacerlo el violento sujeto que increpaba a la mujer, sacó con formidable rapidez una navaja del interior de una de sus  botas y antes de que la infeliz pudiese esquivarla o su rescatador impedirlo, se la hundió en el pecho hasta la empuñadura. Cayó sin producir siquiera un grito y su asesino se apresuró a extraer la hoja del corazón del cadáver para usarla contra aquel rubio entrometido que apestaba a orujo de café y,  que había decidido morir jugando a ser un  héroe de comic.
El melancólico, caballeroso y sorprendido marinero tatuado en el pecho con el nombre de la mujer que le había roto el corazón cuando se marchó a otro puerto y con otro capitán,pero que ya tenía cita en un estudio de tatuaje para tatuarse el nombre de su redentora, no fue capaz de impedir que aquel canalla de aspecto miserable, pero de demostrada habilidad con la navaja y en el combate cuerpo a cuerpo, se hiciese de nuevo con el arma del crimen y la hundiese repetidamente en su vientre y en su costado, arrancándole la vida.
La patrulla de la policía nacional que encontró los cuerpos al realizar la ronda rutinaria por el puerto, acordonó la zona y avisó a emergencias sanitarias que al llegar solo pudo certificar la muerte de ambos por varias heridas de arma blanca mortales de necesidad.
Al comprobar las cámaras de seguridad instalada en el exterior del cajero electrónico de la única oficina bancaria del puerto, la policía detuvo rápidamente al homicida, viejo conocido suyo al haber sido detenido por delitos menores y en dos ocasiones por violencia de género. Y aunque su ex mujer retiró las denuncias apiadándose de él, no la libro de morir a manos de su ex marido.
La ciudad erigió una estatua en honor de aquel héroe que trató de impedir el crimen muriendo en el intento, cuya pequeña placa ubicaba en el pedestal rezaba: "A Laertes, valiente hijo honorífico de esta villa".
La muerte del tatuado marinero de ojos azules como el mar y  bigote bicolor, llegó hasta la ciudad del norte donde residían la que una vez le juró amor eterno y su miserable pareja y, al ver la noticia en la televisión de la cocina mientras comían, ambos cerraron los ojos durante unos segundos y respiraron aliviados, covencidos de que desde su traición y su abandono, a Laertes no le importaba morir. Pero se equivocaban. Laertes había encontrado un nuevo sentido a su vida.
Descanse en paz.


jueves, 16 de mayo de 2019

Problemas del primer mundo

Alguien me dijo hace poco que mis problemas no eran más que "los típicos problemas del primer mundo" y que no debía lamentarme ni preocuparme, porque ni me mataría un niño soldado, ni moriría de hambre ni caería afectado por un mal endémico como el ebola, la lepra, el dengue u otras diversas herramientas con las que trabaja la pálida señora.
Vale, soy consciente de que pese a todas las complicaciones que he encontrado en mi vida, todavía se me puede considerar un tipo muy afortunado: duermo caliente y bajo techo, hago tres comidas diarias y disfruto del cariño de una pareja maravillosa, de una familia estupenda y de la compañía de un felino adorable. Pero como decía mi padre, "a cada uno le duele su pie cuando se lo pisan".
La vida me ha sorprendido con una apasionante gincana de pruebas y me paso el día de un obstáculo a otro, sabedor de que cuando supere el siguiente, voy a encontrar uno un poco más complicado que el anterior. Pero aún así y todo, sonrío.
Gracias a Dios y contra todo pronóstico continúo vivo y puedo leer, escribir y seguir adquiriendo conocimientos para tratar de llenar las alforjas culturales que cuelgan de la grupa de mi caballo.
Ladran, pues cabalgamos. Pase lo que pase y le pese a quien le pese,sigo aquí y no tengo prisa por irme.
La justicia de los hombres al fin parece posicionarse a mi favor y puede que como acostumbro a decir y a escribir, todo termine llegando, incluso lo bueno. 
Este verano cumpliré cuarenta y cinco primaveras ( el bueno de Peter Pan se terminó marchando a la casa del árbol que comparte con otros colegas en Nunca Jamás)  y aunque hace mucho tiempo que descarté jugar en la NBA y al fin he asumido la imposibilidad de doblar a Brad Pitt en las escenas de riesgopues a raíz de ciertos problemas médicos que no vienen al caso me he desmejorado un poco. Por prescripción facultativa tuve que recuperar el peso perdido durante una larga estancia en el hospital y eso si que he sabido hacerlo, hasta el punto de haberme pasado un poquito. Digamos que con mi piel excesivamete blanca, mi cabello rubio, mis ojos azules, mi bigote bicolor y mis manos de oficinista, en el siglo diecinueve hubiera sido un tipo arrebatador. Pero hoy en día, que priman los  morenitos lánguidos con cuerpo de torero que pasa hambre y más habilidades con el mando de la videoconsola que con la pluma o la palabra, no termino de encajar en los cánones de belleza que marca la sociedad actual.Pero bueno...eso si que es algo absolutamente superfluo y ridículo. Nunca he sido Robert Redford, pero siempre he tenido mi público y gracias al cielo, comparto cama, sueños, risas (sobre todo cuando me desnudo) y proyectos de futuro con una mujer tan inteligente y preparada como hermosa.
He tenido que renunciar a la Vespa como medio de transporte y como forma de vida, pero ahora conduzco el coche que me regaló la  gran escritora y mejor amiga que prologó mi primer libro y, además de no pasar frío ni empaparme cuando llueve, mi cuerpo ya no es la frágil carrocería del vehículo.
Es cierto que muchas veces me fustigo con el dolor de relaciones pasadas, pero si he sufrido por amor es porque he amado o al menos he creído hacerlo (incluso en alguna ocasión llegué a creer que me amaban...pobre iluso). También me ha costado mucho superar la traición, el egoísmo y el abandono de quienes consideré mis amigos, pero en estos últimos años, me he rodeado de personas que no utilizan el cariño y la amistad como moneda de cambio y que me han enseñado a valorar lo que realmente merece la pena, regalándome ese tesoro que es saber que hay alguien a tu lado que te quiere por lo que eres y no por lo que puede conseguir de ti,
La vida no es un camino de rosas, pero he encontrado muchas rosas en mi camino.Algunas cada día que pasa siguen embriagándome con su perfume y la belleza de sus pétalos convertidos en sonrisas, abrazos calentitos y besos llenos de cariño.
Mis miedos y mis angustias se lo pasan pipa de fiesta con los monstruos que viven en mi armario, pero he decidido que si no puedo con el enemigo, me uniré a él y esta noche voy a llevarles una botellita de escocés, algo de picar y unos cuantos discos para que, ya que no consigo dormir en condiciones, por lo menos dejen de pinchar temazos del estilo de "el arrepentimiento", "odio", "nunca debía haberte creído", "no lo volveré a hacer", "echo de menos" y demás canciones para una noche en vela y me permitan poner a los Delta Saints o a los The rights ons.
Para muestra, un botón.
Y nada...que sí, que mis problemas son del primer mundo, pero son mis problemas y me agobian y me joden, que le voy a hacer. Además he aprendido a utilizar los textos como catarsis y escribir me ayuda a sacar de mi los demonios, los rayos y los truenos y todo lo que me llevaría a ser quien no quiero ser.
Vosotros no tenéis la culpa, perdonad este desahogo.
Mañana o pasado os cuento un cuento más bonito que este del sapo al que besó la princesa y convirtió en un príncipe con traumas y complejos.
Que ustedes decansen bien.