jueves, 16 de mayo de 2019

Problemas del primer mundo

Alguien me dijo hace poco que mis problemas no eran más que "los típicos problemas del primer mundo" y que no debía lamentarme ni preocuparme, porque ni me mataría un niño soldado, ni moriría de hambre ni caería afectado por un mal endémico como el ebola, la lepra, el dengue u otras diversas herramientas con las que trabaja la pálida señora.
Vale, soy consciente de que pese a todas las complicaciones que he encontrado en mi vida, todavía se me puede considerar un tipo muy afortunado: duermo caliente y bajo techo, hago tres comidas diarias y disfruto del cariño de una pareja maravillosa, de una familia estupenda y de la compañía de un felino adorable. Pero como decía mi padre, "a cada uno le duele su pie cuando se lo pisan".
La vida me ha sorprendido con una apasionante gincana de pruebas y me paso el día de un obstáculo a otro, sabedor de que cuando supere el siguiente, voy a encontrar uno un poco más complicado que el anterior. Pero aún así y todo, sonrío.
Gracias a Dios y contra todo pronóstico continúo vivo y puedo leer, escribir y seguir adquiriendo conocimientos para tratar de llenar las alforjas culturales que cuelgan de la grupa de mi caballo.
Ladran, pues cabalgamos. Pase lo que pase y le pese a quien le pese,sigo aquí y no tengo prisa por irme.
La justicia de los hombres al fin parece posicionarse a mi favor y puede que como acostumbro a decir y a escribir, todo termine llegando, incluso lo bueno. 
Este verano cumpliré cuarenta y cinco primaveras ( el bueno de Peter Pan se terminó marchando a la casa del árbol que comparte con otros colegas en Nunca Jamás)  y aunque hace mucho tiempo que descarté jugar en la NBA y al fin he asumido la imposibilidad de doblar a Brad Pitt en las escenas de riesgopues a raíz de ciertos problemas médicos que no vienen al caso me he desmejorado un poco. Por prescripción facultativa tuve que recuperar el peso perdido durante una larga estancia en el hospital y eso si que he sabido hacerlo, hasta el punto de haberme pasado un poquito. Digamos que con mi piel excesivamete blanca, mi cabello rubio, mis ojos azules, mi bigote bicolor y mis manos de oficinista, en el siglo diecinueve hubiera sido un tipo arrebatador. Pero hoy en día, que priman los  morenitos lánguidos con cuerpo de torero que pasa hambre y más habilidades con el mando de la videoconsola que con la pluma o la palabra, no termino de encajar en los cánones de belleza que marca la sociedad actual.Pero bueno...eso si que es algo absolutamente superfluo y ridículo. Nunca he sido Robert Redford, pero siempre he tenido mi público y gracias al cielo, comparto cama, sueños, risas (sobre todo cuando me desnudo) y proyectos de futuro con una mujer tan inteligente y preparada como hermosa.
He tenido que renunciar a la Vespa como medio de transporte y como forma de vida, pero ahora conduzco el coche que me regaló la  gran escritora y mejor amiga que prologó mi primer libro y, además de no pasar frío ni empaparme cuando llueve, mi cuerpo ya no es la frágil carrocería del vehículo.
Es cierto que muchas veces me fustigo con el dolor de relaciones pasadas, pero si he sufrido por amor es porque he amado o al menos he creído hacerlo (incluso en alguna ocasión llegué a creer que me amaban...pobre iluso). También me ha costado mucho superar la traición, el egoísmo y el abandono de quienes consideré mis amigos, pero en estos últimos años, me he rodeado de personas que no utilizan el cariño y la amistad como moneda de cambio y que me han enseñado a valorar lo que realmente merece la pena, regalándome ese tesoro que es saber que hay alguien a tu lado que te quiere por lo que eres y no por lo que puede conseguir de ti,
La vida no es un camino de rosas, pero he encontrado muchas rosas en mi camino.Algunas cada día que pasa siguen embriagándome con su perfume y la belleza de sus pétalos convertidos en sonrisas, abrazos calentitos y besos llenos de cariño.
Mis miedos y mis angustias se lo pasan pipa de fiesta con los monstruos que viven en mi armario, pero he decidido que si no puedo con el enemigo, me uniré a él y esta noche voy a llevarles una botellita de escocés, algo de picar y unos cuantos discos para que, ya que no consigo dormir en condiciones, por lo menos dejen de pinchar temazos del estilo de "el arrepentimiento", "odio", "nunca debía haberte creído", "no lo volveré a hacer", "echo de menos" y demás canciones para una noche en vela y me permitan poner a los Delta Saints o a los The rights ons.
Para muestra, un botón.
Y nada...que sí, que mis problemas son del primer mundo, pero son mis problemas y me agobian y me joden, que le voy a hacer. Además he aprendido a utilizar los textos como catarsis y escribir me ayuda a sacar de mi los demonios, los rayos y los truenos y todo lo que me llevaría a ser quien no quiero ser.
Vosotros no tenéis la culpa, perdonad este desahogo.
Mañana o pasado os cuento un cuento más bonito que este del sapo al que besó la princesa y convirtió en un príncipe con traumas y complejos.
Que ustedes decansen bien.

No hay comentarios: