viernes, 31 de mayo de 2019

Perdido en ti

Y no me apetece encontrar la salida.
Me perdí en tus gestos, confundí el norte de tus movimientos y la estrella polar del presente más real no consiguió orientarme, porque como canta Macaco, las estrellas dicen que nosotros somos fugaces.
El laberinto de tus sonrisas y tus besos es el mejor jardín para deambular de un lado a otro y, si tengo suerte, puedo doblar una esquina y toparme con tu cuerpo desnudo, cálido y receptivo.
Por eso arrojé mi brújula al estanque. Por eso evito recordar todo lo aprendido en mis tiempos de boy scout y en mi decepcionante paso por la milicia. Es por eso por lo que reniego de cuantos mapas puedan facilitarme la vía de escape y de cuantas bengalas queden en la mochila de supervivencia con la que la sociedad nos obliga a crecer, pensando que podrá salvarnos en alguna ocasión. ¿Salvarme de qué? ¿De quién? ¿De ti? No saben que tu eres mi salvación.
Quiero vivir ausente del resto de la creación. Quiero vivir ignorante de todo y ajeno a todo. Quiero disfrutar de la certeza de saber que solo tú podrás encontrarme una y otra vez. Y hacerte cada día el amor como si fuese nuestra última oportunidad.Quiero gemir sobre ti y tararear la hermosa melodía de suspiros, grititos y rugidos que acompaña tus orgasmos.
Agacho la cabeza, bajo la mirada y acelero la marcha al vislumbrar las odiosas señales de salida que contra toda lógica del amor, colocó la razón al pensar que ya he estado perdido en demasiadas ocasiones. Pero la razón no sabe que antes, inconscientemente, siempre quise encontrar la puerta que me sacase de los prados embusteros  de los corazones con espinas  y ahora tan solo deseo quedarme en ti, quedarme  por ti y quedarme para ti.
Poco más puedo decir.
Rezo para que nadie me encuentre nunca.


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