lunes, 7 de mayo de 2012

Sin mácula


Dicen los entendidos que el principio de una buena historia debe ser, al menos, tan brillante como el final.
La suya pudo haber sido una de las mejores pero se quedó en otra historia más.
Su madre lo parió en menos de diez minutos, a la sombra de una de las moreras que se encontraban antaño en la ribera del Pisuerga.
Tras arrancarse ella misma el cordón umbilical y la placenta, lavó al recién nacido en las aguas del río y aunque no era una mujer creyente, los miedos ancestrales y las costumbres de la época se impusieron a su odio a todo aquello que oliese a sotanas, y de aquella manera, torpe y ausente de toda fe, bautizó al pequeño. Por si acaso.
Durante unos cuantos años madre e hijo malvivieron de la caridad de los vallisoletanos que paseaban por los jardines de la rosaleda.
En ocasiones, cuando acuciaba la necesidad, aquella mujer, algo ajada por la mísera  vida que llevaba, pero aún hermosa y apetecible, aliviaba las necesidades más íntimas de algún solitario paseante a cambio de unas monedas.
El muchacho creció sano y fuerte, libre, como los gorriones que pululaban entre las ramas de los árboles; tímido y curioso, como los ratoncillos que infectaban las riberas.
Nadie como él conocía las orillas del Pisuerga.
Los gendarmes acudían en busca de su ayuda cuando desaparecía alguna persona, sabedores de que aquel rapaz encontraría el cuerpo del accidentado o del suicida porque, durante una larga temporada, a los desesperados de la ciudad les entró la fea costumbre de arrojarse a las aguas turbulentas y gélidas que parecían insinuar a aquellos que quisieran decidirse a saltar un futuro sin miserias.
Miguel (así se llamaba aquél muchacho de corta estatura, cabello oscuro y ojos claros) buceaba entre las raíces podridas, entre los restos fosilizados de toda clase de enseres, entre los pecios  fantasmales de chalupas y barcazas.
Buceaba como una nutria.
Mientras los gendarmes liaban cigarrillos y requebraban a las jovencitas que paseaban en la seguridad de la tierra firme, Miguel lograba vislumbrar una silueta atrapada entre líquenes.
Al principio, cuando comenzaron a encargarle estas misiones de búsqueda recompensadas generosamente por las familias de los fallecidos, Miguel aún quedaba impresionado por la expresiva mirada de los ahogados.
Ahora ya casi podía ignorar aquella sensación extraña que emanaba de los cuerpos sin vida y que era como una presencia, como un grito, como si el cadáver le sostuviera la mirada solicitando otra oportunidad, a él, que no era más que un niño.
Haberlo pensado antes- Le hubiera gustado decir a Miguel, pero sabedor de que sus palabras ya no serían escuchadas, ahorraba oxigeno y energía para la vuelta a la superficie.
Miguel solo debía señalar el lugar donde se encontraba el cuerpo, de lo demás ya se encargaban los gendarmes, que hacían descender a un par de hombres sujetos con cuerdas y armados con extraños balones de oxígeno y hachas y herramientas de todo tipo, quienes recuperaban el cadáver, mordisqueado por los peces y las ratas.
En ocasiones, si se había notificado la desaparición tardíamente, el difunto presentaba un aspecto terriblemente desagradable.
Hinchados por los gases de la putrefacción, amoratados por la falta de oxígeno, y con las extremidades semiamputadas por los mordiscos de carpas, lucios y barbos, aquellos sacos de carne vestidos con lazos y chorreras resultaban a un tiempo ridículos y terribles.
No había excepción. Al identificar al familiar, el pariente encargado de ello, terminaba arrojando el desayuno o el almuerzo por encima del murete de contención, cosa que los patos agradecían enormemente, dando buena cuenta de los restos deglutidos y regurgitados.
Miguel entendía aquello como el ciclo de la vida.
En una ocasión, a finales de la primera década del siglo, siendo Miguel ya un joven hecho y derecho, los gendarmes se acercaron a buscarle acompañados de un caballero de impecable apariencia y, a tenor del trato que le dispensaban los uniformados, aquel señor debía ser alguien realmente poderoso.
Le explicaron a Miguel que aquel señor era ni más ni menos que el gobernador civil y que tenía la triste sospecha de que su hija, a quien había prohibido tajantemente cualquier contacto con un escritor de la villa de quien estaba enamorada, podría haberse lanzado a las aguas del río, en una suerte de postrera acción poética.
Miguel nada sabía aún del amor.
Despojándose de la ropa, estudió por unos instantes la dirección del viento, la fuerza de la corriente y el tamaño de los remolinos.
De un salto se zambulló en el río y su instinto y la interpretación de diferentes señales le llevaron a sondear una zona determinada, junto al puente mayor.
El día era soleado y las aguas corrían más limpias de lo que era habitual en aquella ciudad, donde los vecinos consideraban el río como su estercolero particular.
No tardó demasiado en dar con lo que buscaba y ojalá no lo hubiera hecho nunca.
Los rubios y largos cabellos de la muchacha, se extendían hacia la superficie, como una flor buscando los rayos de sol.
El vestido, de fina gasa, empapado, se ceñía al cuerpo oprimiendo unas formas que se mostraban absolutamente deliciosas.
Parecía como si la muerte hubiese querido dejar a aquella chiquilla allí, sin tocar apenas, en una suerte de homenaje o de monumento a lo absurdo del ser humano.
Ni los peces ni ninguno de los voraces animalillos que pueblan el río habían degustado aún aquella carne blanca y firme.
En los ojos de la muchacha, solamente una inmensa tristeza.
Miguel salió a por aire fresco y tras unos segundos, volvió a sumergirse.
Era preciosa, era el ser más hermoso que había visto en su vida y en aquel mismo instante decidió consagrarse a aquella diosa y si fuera necesario, llegado el caso, morir por ella.
Con serenos embustes, aseguró al señor gobernador que, de haberse arrojado al Pisuerga su hija, él la hubiera encontrado, cosa que corroboraron los gendarmes, gustosos de darle al caballero alguna esperanza.
El gobernador, de su mismo bolsillo, hizo entrega a Miguel de una considerable cantidad en agradecimiento por sus servicios, y ordenó que se detuviera al joven poeta y se le interrogara con cualquier medio, hasta que confesara donde se encontraba su hija.
Los ojos del gobernador, otrora poblados de desesperación y de dudas, se tornaron glaucos e inmisericordes, como los de un marrajo.
Miguel lamentó lo que le pudiera suceder al poeta, pero su sentimiento de culpa tan solo duro unos instantes, ya que en cuanto se quedó de nuevo solo, volvió a sumergirse.
Los días pasaban y la joven seguía permaneciendo milagrosamente incorrupta.
Miguel no encontraba más explicación a aquel suceso que la fantasía de que Dios había puesto a aquella muchacha en el río para que fuera amada en su muerte, más de lo que fue amada en vida.
Y él la amó.
La amó hasta la desesperación y la locura.
Poco a poco dejó de comer.
Pasaba más tiempo en el lecho del río que en la superficie, su piel se cuarteó, agrietada por la excesiva humedad.
Se abrazaba al cadáver y permanecía así hasta que los pulmones parecían estallar, entonces volvía a la superficie a recobrar el aliento y una vez que se había alimentado del oxígeno necesario, volvía a descender.
Miguel enloqueció de amor.
En su locura, entablaba largos y apasionados diálogos con la hija del gobernador.
Miguel no conocía ya ni quería más vida que la ausencia de luz al lado de su amada.
Y una mañana, Miguel decidió quedarse para siempre a su lado.
Se lastró las ropas con tanto peso como pudo acarrear y, echando un último vistazo a su alrededor, repudió la vida en la superficie y se dejo arrastrar junto a la joven de cabellos rubios, ojos tristes y labios húmedos.
Meses después, un remero que trataba de recuperar el abanico de su joven prometida, dio con los dos cuerpos, llevándose tal susto que casi fallece ante el macabro descubrimiento.
Cuando los gendarmes consiguieron subir a la superficie los cadáveres, la gente se arremolinó para deleitarse con el morbo de aquel espectáculo.
Ambos cuerpos estaban absolutamente destrozados, corrompidos por el paso de los meses bajo el agua, pero lo más curioso es que se encontraron fundidos en un abrazo que ni la fuerza de las aguas había podido separar porque, aunque la carne termina siempre por corromperse, el amor, en ocasiones, sobrevive.


martes, 1 de mayo de 2012

Alitas de plumón blanco.

Aunque la mayoría de las personas no pueden verlas.
Mi hermana pequeña tiene los ojillos azules, rasgadillos, como si fuera oriental.
Tiene los rasgos más bonitos del mundo, porque son absolutamente limpios.
Si te mira y sonríe, te das cuenta de que solo unos pocos pueden mirarte y sonreír desde esa distancia, desde un lugar con el que soñamos y al que muy pocas veces podemos acceder.
Cuando mi hermana pequeña ve en la pantalla de la tele algún tipo rubio con patillas, señala y dice "es Juan" y se ríe.
Se ríe porque es feliz, aún sabiendo que no soy yo, es feliz porque ve a personajes que se me parecen y le recuerdan a mi.
Y eso es genial.
Es genial que alguien sonría al recordarte.
El día que nació, los doctores no pudieron ver sus alas y procedieron a dictaminar que padecía "Síndrome de Down", que es la denominación que la medicina ha inventado para los ángeles.
Vivimos en un mundo que inventa nombres nuevos para bondades antiguas.
Yo tenía doce años y mentiría si no os dijera que me enfurecí con Dios o como quiera que se llame el tipo que maneja los hilos ahí arriba.
Pero eso es porque en mi ignorancia, asocié su alteración genética con la desgracia y la vergüenza.
Y durante años, no fui digno de su amor desmesurado, porque al caminar con ella por la calle sentía que otros niños nos miraban y hacían muecas.
A mi madre, muchas señoras de misa diaria con abrigos de animales muertos y restos de ostras colgadas del cuello le aseguraban condescendientes lo "cariñosos" que son "estos niños" y la suerte que tenia porque "estaría siempre a su lado, haciéndola compañía".
Estimulación precoz y colegios especiales, aulas de integración y trabajo en casa.
Y mi hermanita coloreando sin salirse, los dibujitos de un cuaderno Disney.
Y poco a poco, descubrí que mi hermana vino a este mundo para que la familia permaneciera unida.
Yo, que soy un tipo egoísta y que suelo anteponer mi placer personal al resto de necesidades familiares, he aprendido que no hay nada mas hermoso que el cariño de los tuyos.
Ver como se le ilumina la cara cuando nos sentamos todos a la misma mesa es un espectáculo.
Consigue con un gesto apaciguar las discusiones y rescatar lo más puro de cada uno de nosotros.
Ver a mis padres, esforzarse día tras día para que siga siendo la niña más feliz del universo, anteponiendo por encima de cualquier otra cosa la sonrisa de mi hermana me reconcilia con el género humano.
Ver al resto de mis hermanos desvivirse para que no se le apague el brillo de los ojos me reconcilia con el género humano.
Saber, que por muchas puñaladas que me de la vida, por muchas noches que pase sentado ante este teclado, con un vaso en la mano y una lágrima en los ojos, preguntando que coño he hecho mal y hasta donde seré capaz de aguantar, al día siguiente iré a casa y mi hermana me cogerá la mano y me curará al sonreír. Como en el anuncio de la Mastercard, no tiene precio.
Y anoche, en una de las noches donde más cerca he estado de pedir que se parara el bus, que me bajaba, ante la desesperación que produce el sentirse perdido, no tuve más que cerrar los ojos para ver las alitas de plumón blanco de mi hermana.
Yo no se como hacerlo mejor, pero para ella siempre está bien.
No se como despojarme de todo lo que me sobra, pero eso a ella no le importa, porque luego ve en la pantalla de la tele un tipo rubio con patillas y sonríe.
Solo se que tengo suerte, porque en el reparto, a mi me ha tocado un ángel.





jueves, 26 de abril de 2012

Con la frente marchita

Como en el tango...pero sin un pañuelo blanco al cuello, ni traje de rayas, ni sombrero ladeado.
Tan solo eso, la frente marchita y el pitillo en la boca.
Volver.
Arrabalero y ebrio de perfumes diversos.
El tuyo se mezcla con el de otras y de alguna manera me resisto a que se pierda ese aroma entre todos los demás.
Si te digo la verdad, no se cuantos han impregnado mi cama.
Las nieves del tiempo platearon mi sien, cubrieron el tejado y convirtieron la calle en una pista para que se deslicen juguetones todos y cada uno de los recuerdos.
Si consigo levantar la vista del mármol blanco de la mesa pediré otro trago y con suerte, como en aquella canción, me lo servirán en una copa rota.
Así me siento esta noche.
Solo, en un bar de solitarios que se sientan ante lápidas pringosas de coñacs baratos que no saben más que a tristeza y a tangos.
Se que a veces me pongo de lo más funesto, pero que quieres que le haga...no todo van a ser palmas y pitos.
Ayer tocaba reírse entre un asalto y otro, comentando los mejores momentos del lance recién finiquitado y hoy toca rememorar el momento en el que supe que como tantas otras, tu historia se llevaría un pedacito más de mi.
Quisiera ser díscolo, pero puede que para eso también requieran una estatura mínima.
Me doy, porque no se hacerlo de otra manera, con cada jadeo que se me escapa del cuerpo y espero impaciente los frutos de la respiración entrecortada, los ojos entornados y la espalda arqueada.
Y no soy capaz de darme cuenta de que nada crece en este terreno baldío.
Pensar, que es un soplo la vida, que veinte años son nada, que febril la mirada, errante en la sombra te busca y te nombra, y te nombra y se resiste a dejar de hacerlo.
Y veinte años es demasiado tiempo.
Veinte años son suficientes para que fermente una amistad mentirosa, un cuerpo bonito y una promesa de amor eterno.
La camarera me juzga con cada mirada de reproche y trastabillando llego hasta la puerta.
En la calle me espera un coche verde bajo la lluvia, con las luces del warning parpadeando un temita de Gardel.
Me da igual si el agua cae de arriba abajo o de abajo arriba. Me empapa el abrigo y hace que se formen charquitos donde ahogarte sin remedio.
Quizás no es la persona más adecuada para escapar de los coches patrulla, pero la mujer que conduce tiene una nariz bastante bonita y la conversación adecuada en el momento en el que me siento más necesitado de escuchar a una mujer con la nariz bonita con la conversación adecuada.
Quien sabe si supieras, que nunca te he olvidado, volviendo a tu pasado, te acordarás de mi.
Hoy es una noche perfecta para reventar un bandoneón a martillazos, para bailar con la más hermosa y para apurar botellas mirándome al espejo.
Que el mundo fue y sera una porquería ya lo se...
Por favor, llévame a mi casa: Corrientes 348, segundo piso, ascensor.






martes, 17 de abril de 2012

Más jodido que Drácula con caries.

Así me encuentro desde hace unos cuantos días.
En el lugar donde otrora se encontró un excelente molar, hoy tan solo hay un cráter de proporciones bíblicas.
Semejante parcela virgen, tan bien situada, rodeada de agua y con excelentes vistas a la lengua no podía pasar inadvertida por las bacterias de urbanismo y allá que se han ido las muy hijas de puta, a recalificar y a plantar sus banderolas de resort en construcción.
Hace un par de jornadas han debido comenzar las obras y con el remover de tierras, las acometidas y demás, no pego ojo por las noches.
Lógicamente he tratado de detener semejante barbarie urbanística presentando la correspondiente denuncia en forma de antibiótico a las autoridades de mi boca, pero aún teniendo la ley de costas de mi parte, ya saben ustedes como funciona esto.
Lo peor ha llegado esta noche.
Se conoce que una gran masa de bacterias jipis, han decidido hacer frente a la sinrazón y apelando a lo profundo de las raíces que nos unen ( que por cierto...estan al aire), se han encadenado a los restos de hueso y han plantado allí sus tiendas.
Un no parar.
Desde las once de la noche con los bongos y los djembees, las guitarritas y las cariocas de fuego, venga a fumar canutos, a beber "salibotxo" y a ponerse hasta el ojete de ibuprofeno mientras gritaban consignas del pelaje de: "del cráter de juanete, no nos moverán" o "las caries para los que las disfrutan", "toma las caries" y "no nos mires, unete".
Hay que joderse.
A eso de las cuatro de la mañana la guardia urbana ha debido cargar, utilizando esos métodos tan amables por los que se caracterizan las fuerzas de orden público al servicio de los intereses económicos y, aquello ha sido un dislate, un caos y un chocho malagueño.
Mientras yo rezaba a todos los santos pidiendo aplacaran semejante dolor, los agentes del orden bucal han soltado ostias como si no hubiera mañana.
Todo ha sido un correr de jipis magullados de un lado a otro, arrojando flores y sandalias de esparto.
Lo peor es que cuando las unidades de intervención ya tenían acorralados a los últimos grupúsculos "power-flower" han aparecido las bacterias antisistemas, perfectamente organizadas y utilizando tácticas de guerrilla urbana y vuelta la burra al trigo.
Los guardias se han replegado hasta la encía, donde han repelido como podían la lluvia de cascotes óseos que los antisistema han arrancado a lo bestia de todas partes, hasta que han llegado refuerzos con mangueras y material antidisturbios.
Ha cobrado hasta la prensa y las imágenes de una pobre bacteria melenuda aporreada en el suelo van a dar la vuelta al mundo.
Como es lógico, yo no puedo soportar semejante injusticia y he elevado mi queja hasta el tribunal supremo, es decir...a las doce tengo hora en el dentista.
Se van a ir a tomar por el mismísimo, los jipis, los guardias, los antisistemas, las excavadoras y toda la flora que habita en mi cavidad bucal y que me tiene hasta la punta del pijo.
Tanta tontería ya...coño!!!!

jueves, 12 de abril de 2012

Se sentó

en el borde justo de la cama, allí donde los pliegues de las sábanas forman gigantescas cordilleras rocosas y poquito a poco comenzó a despojarse de la ropa, de los miedos y de las historias pasadas.
No de todas, obviamente, tan solo de aquellas que le llevaron a tatuarse una enorme lágrima negra en el pecho.
Mientras dobla con esmero la camisa blanca, imagina lo sencillo que es convertirse en otra persona.
Uno, puede transformarse en cualquiera, incluso en aquella mujer que decidió no volver a leer un periódico, ya que gracias a tanto dolor impreso con tinta sucia, había dejado de creer en la poesía.
Dejar de creer en la poesía es dejar de creer en los besos, en los ocasos, en los niños yunteros, en las cebollas que lloran y tienen cien cañones por banda y vientres de luz y canciones desesperadas.
En los corazones más abiertos y en las mentes más torturadas.
Él prefiere imaginar vivencias.
Puede imaginar que es una muchachita llena de inseguridades que se pregunta porque coño trabaja en esta hamburguesería grasienta, después de haberse pasado media vida estudiando. ¿Quizás porque el destino no le reserva nada más?
Ni de coña.
Él, que ahora es también ella, va a demostrale y va a demostrarse que los sueños se envuelven en torno a un largo bastón blanco, como el algodón de azúcar de la feria.
Mastica todo lo que le queda por hacer y disfruta de los recovecos del futuro.
Es y será un ente pleno limitado únicamente por su ego, no por las circunstancias del mercado laboral, ni por esos ángeles sospechosos que la aman encerrándola en un armario, restringiendo las visitas y supeditando los " te quieros" a los terrores del macho dominante.
Caen los pantalones como en una de esas comedias italianas, de repente, con solo desabrochar un botón.
Y abandona los peligros de ser ella para volver a convertirse en él.
Por un momento se excita al descubrirse medio desnudo y acaricia la idea de dedicarse un ratito.
Y vaya si lo hace, se dedica cientos de reproches, los que caben en un dormitorio en penumbra y eyacula excusas que no sirven para nada.
Pero a él lo reconforta.
Vivir en ocasiones es una gran jodienda, pero de pronto aparece algo o alguien que dota de significado real a la V a la I a la D y a la A...y silbando la canción de moda en "radio tira palante" comienza a recoger las prendas que hace tan solo unos minutos o unos recuerdos, le resultaban tan húmedas.
Ahora están calentitas y amorosas y se viste como quien hace el amor con alguien inesperado.
Sonriendo.
Puede ser quien le apetezca porque puede escribirse la vida que se le ponga en la punta de la pipa, pero le pese a quien le pese, le gusta ser simplemente
YO.

viernes, 6 de abril de 2012

La nieve

ha decidido caer durante el mes de abril y ante semejante suceso, Campanilla ha aprovechado para blanquear la fachada de la casa y que haga juego con el jardín.
Pliega sus alitas a la espalda y se recoge los negros cabellos en un moño alto, porque aunque a Disney le resultara más comercial teñirla de rubio, Campailla es morena, como su madre y como la madre de su madre.
Peter está fuera, hoy tenía sarao con los guerreros indios y seguramente vuelva tarde.
Lo más normal es que a media noche reciba uno de esos sms a los que es tan aficionado el señor Pan, en el que de la forma más elegante y más bonita, le diga que se va a liar, que la noche estará llena de estrellas y que ella será siempre la más hermosa, y de paso, que no lo espere despierta.
Y no va a esperarlo...estaría bueno.
Pero lejos de amargarse, Campanilla está de un humor estupendo.
Al fin y al cabo, ella es un hada y está llena de luz, de fantasía y de magia y poquitas cosas la sacan de sus casillas.
Solo Peter... y la píldora anticonceptiva
Tuvo que dejar de tomar la píldora porque con tanta hormona se le revolucionaba la imaginación y siempre terminaba fantaseando con que era una mujer feliz. Además las rutinas no son muy del gusto de las hadas y lo de tomarse la pastillita todo los días era un Cristo del copón.
La mitad de los días olvidaba hacerlo y en más de una ocasión se encontró temblando de miedo con la primera falta.
Quiere horrores a Peter pero es plenamente consciente de que sería un padre espantoso.
Que coño, es Peter Pan...el ejemplo eterno de la falta de madurez.
Una vez le insinuó que le encantaría tener una niña y en su vida lo vio volar más alto, ni más rápido.
Es un tipo encantador, muy simpático y muy cariñoso, pero bastante egoísta.
Lo que ella no sabe, es que Peter vive en una lucha eterna con esa personalidad que tanto daño le ha hecho.
Muchas noches se hace el dormido en la cama y la escucha revolverse entre las sábanas, sin pegar ojo.
A Peter le encantaría abrazarla y decirla que todo esta bien, pero lejos de eso, alza un poquito el vuelo y cacarea.
Obviamente no es la mejor de las maneras de decirle a alguien lo mucho que le quieres, aunque ese alguien sea un hadita de ojos verdes que brilla en la oscuridad.
Peter aporrea el teclado de su ordenador tratando de escribirse un personaje a medida de todo lo que ama y con cada página tan solo consigue un fracaso más.
Peter está lleno de amor, y no sabe como hacérselo ver.
Peter también llora cuando se queda solo y traza figuras en el aire con la punta de su daga.
Todas se parecen a ella.
Todas son las más hermosas.
Una vez se lo dijo. Una vez escribió que a pesar de todo, ella era la mujer más maravillosa y más bonita de cuantas se habían cruzado en su vida, y que por eso mismo tenía que aprender a salir corriendo.
Cojones...mal que le pese, es Peter Pan.
Campanilla está dejando la casa preciosa, con las paredes remozadas, las ventanas impolutas y el espejo del baño calibrado de tal forma que al encender los farolillos, la imagen se refleja más nítida que nunca.
Todo está perfecto, la alcoba huele a sándalo, la cocina a leña y el aire a despedida.
Ha puesto las maletas de él junto a la puerta y ha doblado muy despacito las calzas verdes y el jubón.
Ha recogido todos sus libros y sus juegos de la "play" y ha hecho media docena de bolsas con las fotos de sus ex.


Peter volverá tarde esta noche.
Esta noche, sin embargo, volverá demasiado tarde.
Al llegar a casa comprenderá. Sin hacer ruido tomará sus pertenencias y sin pararse siquiera a dedicarle una lágrima, se echará a volar muy despacito, tan despacito que ni su sombra podrá alcanzarlo.

martes, 3 de abril de 2012

Color de esperanza.

Supongo (porque el suponer siempre lleva implícito un elemento de duda) que pintar la vida color de esperanza, como dice la canción, es la mejor de las opciones a la hora de poner un pie en el suelo a las ocho de la mañana y darte cuenta de que las cosas cada día están más jodidas para todos.
Siempre he sido un tipo de lo más optimista, incluso cuando algunos decidieron hacer de mis entrañas un hermoso alfiletero, por lo que no tengo costumbre de rasgarme las vestiduras, arrancarme los cabellos entre gritos y vaticinar la llegada del fin del mundo, cual maya puesto hasta las cejitas de ayahuasca.
Yo soy más de los que ven brotes verdes donde otros solo ven escapes de gas, suicidas en potencia y amapolas marchitas.
Imagino que la vida es como los juegos de azar, si uno piensa que va a ganar, si está convencido de que se avecina una buena mano, tiene más posibilidades de que los cuatro ases se acerquen cariñosos y decidan pasar un ratito a tu lado.
El poder de la ilusión es maravilloso.
Proyectar con fuerza los deseos ayuda a conseguir lo que uno se propone.
También es cierto que esta regla no se cumple cuando pretendes pasar del metro sesenta y ocho al metro noventa, o de los quince centímetros a los veintidós, pero bueno...al fin y al cabo eso no son más que naderías, comparado con alcanzar la felicidad.
Y la felicidad está ahí, esperando que nos dejemos caer por el salón de su casa.
Se que habrá quien me diga que "una mierda va a estar ahí", pero yo a estos los invito a bucear un poquito en la amargura y preguntarse que es lo que realmente les haría felices.
Yo me contento con poco, y puede que esa sea una de las claves para pasarme el día sonriendo.
Esa...y las inyecciones de colágeno.
Hay que tener ambición, en eso no entra ningún tipo de duda, pero debe de ser una ambición positiva y asequible.
Soñar con imposibles solo lleva a desesperarse.
Os estaréis preguntando a que cojones viene toda esta chapa que os estoy soltando: pues simplemente a que esta mañana ha comenzado una pelea entre mi cuenta corriente y mi frigorífico, para ver quien de los dos está más vacío y he decidido que lejos de arrojarme al tren, le voy a poner al mal tiempo buena cara...a ver que pasa.
Y seguiré sembrando, porque espero cosechar algún día.
Y pintando la vida color de esperanza.
Es un color bien chulo y no se va con el agua.

jueves, 29 de marzo de 2012

Desde la nube más alta

y es mala suerte, porque solía posarse en un nube barrigona y oscura, mucho más cerca del suelo.
Pero cuando las cosas están por salir mal, terminan saliendo mal...o peor que mal.
El caso es que Peter voló hasta la nube más alta y se sentó a pasar el rato, a meditar, a maldecir y a cortarse las uñas de los pies con la daga recién afilada, que será Peter Pan, pero no puede descuidar ciertos detalles.
Culpa suya, porque si estuviera a lo que tiene que estar, tendría que haberse dado cuenta de que se le terminó el polvo de hadas, lo consumió todo ascendiendo, pero como tiene la cabeza en un millón de cosas, ironías de la vida, por una vez en su vida no pensó en los polvos.
La del dedo gordo del pie izquierdo se le resistió y en la pugna, perdió el equilibrio y cayó.
Probó a pensar en algo encantador como dice la puta canción de Disney, y por mucho que le diera a aquella navidad, en que vio al despertar, juguetes de cristal, rápidamente se dio cuenta de que se iba a pegar la gran ostia.
Joder...que mierda de muerte para un tipo que era el paradigma de la inconsciencia.
De haberlo sabido se hubiera dejado traspasar por el acero de Garfio, o se hubiera casado con la petarda puritana de Wendy que será rubia y tendrá los ojos azules, pero se empeña en apagar la luz del dormitorio mientras él la desnuda de inocencia.
O se hubiera dejado morir de algo mucho peor.
Pero nada...iba camino de espachurrarse la pluma del sombreo y los sesos contra los adoquines de Londres.
Hizo un rápido balance de su vida y descubrió que a pesar de todo, había estado bastante bien y no la cambiaría por ninguna otra vida.
Siglos desflorando sirenas y princesas indias y gritándole a Campanilla lo imposible de todo.
Siglos quitándole la pasta del bocata a los niños perdidos y contando chistes de marineros borrachos.
Ahora que había decidido enamorarse hasta las trancas, colgar las calzas, madurar y quedarse dormidito después de hacer el amor, va y se cae de la puta nube.
Todo va cobrando forma rápidamente ahí abajo.
Antes de hacer un hermoso collage contra el asfalto con los restos de sus dudas, Peter cierra los ojos y la imagina pidiendo otra caña.
Entonces sucede: un golpe seco y en medio de la calle un muchacho que se levanta sorprendido, sacude los restos de asfalto del sombreo y comienza a caminar en su búsqueda.
Peter se hace mayor.

domingo, 25 de marzo de 2012

Pólizas.

En ocasiones me quedo sentado en silencio pensando en ella y los recuerdos cortan como navajas de barbero.
La sangre cae despacito poniéndolo todo perdido y no puedo evitar preguntarme que cojones pasó, para que aquello que relucía hasta fundirme las corneas, se terminara oxidando.
Supongo que las historias de amor tienen fecha de caducidad, como los yogures del Alimerca.
Supongo que hay noches en las que uno no debería quedarse en casa.
Supongo que hay mujeres que no entienden a la primera las caídas de ojos y los folios en blanco como el puto SOS que son.
Me paso la vida rellenando botellas con mensajes absurdos, y con cada marea mi playa se llena de irónicos vidrios recubiertos de coral.
En ocasiones me quedo sentado en silencio maldiciendo su cintura, su mirada, su discurso ambiguo, su llanto embustero y su puto afán por pasar la carne una y otra vez por la picadora, hasta hacer de aquel romance un faraónico filete ruso.
Y de aquellas noches una colección limitada de películas para adultos.
Nada más.
Porque todo lo demás se fue al carajo el día que decidió buscar una cerveza más fresca en otra nevera.
Y me veo relegado a preguntarme si hago bien en volver a rellenar las cámaras.
El caso es que ahora, que me encuentro vislumbrando el vaso medio lleno de nuevo, me da miedo que venga otro hijo de puta y lo apure de un trago.
Pero claro, tampoco vamos a quedarnos aquí esperando a ver si asoma la patita por debajo de la puerta.
Y tampoco vamos a tocar la campana de la barra libre, otra vez.
No se si sentirme dichoso o contratar una póliza que lo cubra todo, si existe tal póliza.
Que cubra lo que quede de sonrisas, por si vuelven a mutarse en monosílabos.
Lo que quede de aventura, por si decidimos ser normales.
Que cubra los silencios que se generan cuando levantamos demasiado la voz y solo sabemos despedirnos a gritos.
No estoy muy puesto en seguros, ni muy seguro en mi puesto.
Me dan ganas de arrojar el fusil y abandonar la posición.
Aunque tampoco estoy en posición de abandonar nada.
Puede que lo que tenga que hacer es seguir aquí preguntándome que coño es lo que tengo que hacer.
O salir corriendo, quemar el móvil y tratar de encaramarme a los tacones de la mujer que me roba el sueño.
Y dejarme llevar sin sopesar las consecuencias.
Y tatuarme de una vez a Peter Pan atrapado en un tintero.
Y esperar a que decida que esta noche es la perfecta para dormir conmigo, sin que yo se lo pida, sin que la insista, sin que se sienta presionada.
Seguiré despierto, con el teléfono a mano, por si me echa de menos y pretende algo más que un mensaje de texto.

viernes, 23 de marzo de 2012

Barbecho

Mi colega se ha cortado las rastas a escondidas, el solito, con sus tijeras de andar por casa, frente al espejo del cuarto de baño.
Supongo que se le escapó alguna lágrima o algún recuerdo o algún deseo, pero eso no me lo va a contar, ni falta que hace, porque ese momento es solo suyo.
Hace exactamente ocho años que me corté las mías, eran tan solo dos, y una de ellas adherida, pero eran mis rastas.
Mi colega piensa que ya ha vivido lo suficiente y que los años le han dado un ultimátum.
Que gilipollez.
Porqué es la clase de persona que te levanta cualquier lunes gris.
Un animal social, un trocito de película de los setenta.
Mi amigo vuela cometas porque al dejar resbalar el sedal entre las manos está proyectando su propio yo, que no es ni más ni menos que un alma que se resiste a permanecer anclada en una realidad que se le queda pequeña.
Claro que si...suelta carrete.
Vespas, cometas, rastas...
Al carajo con lo convencional, que la vida no son formalismos.
Ahora lo ves todo de color Violeta, violeta, violeta. Y es un color precioso.
Te queda mucho por hacer y me apunto.Me apunto a cualquier sueño que te apetezca porque nos forjamos con sueños y con cervezas oportunas y fresquitas.
Me apunto a los buenos ratos.
Me apunto a los ratitos de dudas y de miedo también, que para eso estamos los colegas.
En el fondo los dos sabemos que hay algo acojonante que está escondidico por ahí, esperando.
Tómatelo con calma.
Termoescud, guantes de invierno y parca.
Un perro pulgoso en el cófano.
La última caña en el bar donde aún te sirva la camarera más dócil.
Y la certeza de saber que la mujer que te aguarda es aquella que elegiste de entre todas las mujeres donde podías elegir.
Bien hecho...muchacho.
Pero no se te ocurra olvidar que fue ella la que te eligió a ti, no te engañes.
Te lo digo yo, que siempre fui el sobrante de los equipos del patio del colegio.Entiendo de esto.
Mientras ellos soñaban con ser Butragueños yo embestía molinos, gobernaba el Pequod y descendía al centro de la tierra.
Pasa del colesterol, cambia la bujía y prepara la mochila.
Nos vamos a vivir.

jueves, 22 de marzo de 2012

Salta

desde lo más alto de tus prejuicios y libérate de todo lo que te impide ser humano.
Cómo un estilismo de Lady Gaga, llevamos adheridos al cabello trozos de carne y sangre procedente de absurdas delimitaciones territoriales, de estúpidas confrontaciones económicas.
Yo no soy más blanco, ni más negro, ni mi Dios es mejor que el de nadie, ni más justo, ni concede la parcela mejor en el paraíso de los embusteros.
Soy un animal capaz de hacer pinza con el dedo gordo de la mano, pero se me han olvidado las nociones básicas de la manada.
Inherente al ser humano es también el amor, no solo la envidia, la avaricia y el odio.
Que vergüenza ver como nos zancadilleamos unos a otros, como enterrados en el fango hasta las rodillas, nos sacudimos garrotazos de petróleo y caladeros, de gaseoductos y banderas.
En mi nombre se generan dramas a diario, yo no he pedido eso.
Por eso quiero saltar y que en la caída hasta el mullido colchón de abrazos se vayan desprendiendo todas esas mierdas que me han regalado al nacer.
"Europeo", "caucásico", "clase media", "católico", son todo términos no necesarios.
Soy un hombre dispuesto a comulgar con todos los hombres, dispuesto a repartir lo poco que quede en igualdad de condiciones, porque es muy jodido disfrutar algo entre cadáveres hambriento.
"Deuda pública", "crisis", "rescate", vocabulario funesto acuñado por los mismos que se visten con las pieles de los indígenas y se abanican con las placentas de los que no bailan a su son.
Hoy deciden que mis derechos son inalienables y mañana se harán un "turulo" con la carta magna para esnifar sonriendo lo que quede de justicia.
Tratan de impedir que salte ofreciendo caramelos venenosos con forma de vacaciones en Punta Cana, de tarjetas plasticosas y viviendas que son prisiones.
Ya no puedes sentarte a descansar en un banco, ahora el banco te exprime, te despoja del descanso y se nutre y engorda como una garrapata, con las sangre de los trabajadores.
Quiero un hermoso avatar que cabalgue los océanos buscando un pedacito de tierra emergida en cualquier parte, donde aún no haya que cuadrarse y saludar al señor oscuro de la miseria.
Tenemos que despertar de esta pesadilla inducida.
Mi trinchera está en el teclado y en las tablas de la escena.
Dispuesto a saltar, dispuesto a luchar.

sábado, 17 de marzo de 2012

Alma de fado

Tomó el tranvía junto al Panteón y ya no quiso bajar nunca.
Duerme en un rinconcito, detrás del último asiento y los conductores le permiten hacer del vagón su hogar, porque en el fondo todos le entienden...incluso le tienen cariño.
Los turistas lo consideran una rareza más de las muchas rarezas que se dan en Lisboa y cada día hay más monedas en el cuenco del hombre del pelo amarillo.
Se cuentan muchas historias sobre él: Hay quien dice que enloqueció al darse cuenta de que había dejado escapar al amor de su vida. Otros hablan de un delito en algún país muy lejano, o muy cercano y se rumorea que la sangre derramada le persiguió hasta los escalones del tranvía y que tiene miedo a abandonar su refugio, porqué estará esperándolo en la acera.
Nadie sabe que en realidad, tiene alma de fado y venas de guitarra.
Recorre Lisboa una y otra vez cada día, de la mañana a la noche porque en realidad, él es Lisboa.
Es todos y cada uno de los lisboetas.
Sueña en el "barrio alto" y reposa las digestiones de su conciencia en el mirador de "Portas del sol".
Llora en los Jerónimos y vomita en Santa Apolonia.
No hay nada que le invite a cambiar su recorrido.
Se enternece cada enero recordando revoluciones floreadas, saluda desde el cristal a Pessoa y a Camoes y orina su duermevela en la "Plaza del comercio".
Solo el hombre del pelo amarillo conoce la verdadera historia.
Caminó durante años tratando de escapar del recuerdo más doloroso y sus pies cansados le llevaron hasta aquella ciudad, cuna de mezclas y de navegantes ilustres.
Reventó los nudillos contra el mentón del olvido y se sentó desolado con el rostro entre las manos.
Entonces abrió los ojos y lo vio todo claro.
Sería Lisboa.
Y aquí esta, estación tras estación, año tras año, vida tras vida.
Tararea fados mientras se afeita con cuidado de no cortarse en las curvas y sonríe a las señoras japonesas que le observan con recelo.
Alguien dijo de Lisboa que es como una "faca na corazao", como una navaja en el corazón.
Y es cierto.
Él está herido de muerte y agoniza sonriendo en cada viaje del tranvía.

viernes, 16 de marzo de 2012

No se que me gusta más

si esperar a que te decidas a besarme, o la sensación tan maravillosa de acercarme de repente a tus labios y llevarme lo mejor de la cosecha.
Sentirte tan cerca que saltan chispas con la fricción y la ropa se volatiliza como por arte de magia.
Se fusionan los núcleos.
Y se me crea un conflicto horroroso, porque es jodidamente difícil decirte que te quiero cuando tengo la lengua ocupada en otros menesteres.
Y además, en ese punto del combate, las palabras bonitas se empapan de fluidos y pierden credibilidad.
Cualquier postura es la mejor de todas y la mejor de todas viene siendo aquella que me permite mirarte a los ojos mientras me abro un hueco en lo más hondo de tu ser.
No quiero perder detalle.
No quiero perderme en detalles superfluos.
Amar a una mujer ha sido siempre el mejor de los errores que he cometido a lo largo de toda una vida llena de errores.
Deberíamos inventar un nuevo género cinematográfico. Al igual que hay "cine de terror", debería haber "cine de error".
Rodar una peli en el preciso instante en el que te da un vuelco el alma y eres absolutamente consciente de que la has vuelto a cagar.
Pero estamos tan concentrados en desabrochar sostenes, que cualquiera sale corriendo a por la cámara.
Tengo setecientos millones de terminaciones nerviosas en cada poro de mi piel y todas entran en Defcon 1 cada vez que me susurras un deseo.
Nacido para querer, y entrenado por un monje Saolin en las artes amatorias.
Seré lo que quieras que sea durante el tiempo que necesites y de la manera que mejor te convenga.
Me hice un zumo con los tabues y la moral y con trocitos de "eso no se hace" y "ahí no se toca".
Me da igual el hambre que tengas, yo nunca me sacio.
Jamás.
Seguro que un montón de mojigatos y de personas confundidas y de personas con la absurda costumbre de ponerle rostro y nombre a cada uno de mis devaneos en este blog, van a montar en cólera, pero como dijo Red Butler en "Lo que el viento se llevó": Francamente querida, me la suda. O algo así.
Me debo a mis sentimientos y al volcán que vive latente en mi cabeza.
Me debo a la necesidad de escribir lo de puta madre que se siente uno cuando hace el amor con una mujer preciosa, o con un hombre simpático.
O con una mujer simpática y un hombre precioso y un pequeño monito vestido con uniforme de botones y gorrito con barbuquejo.
Me toca sobremanera los cojones haber tenido que poner un filtro de seguridad en los comentarios porque haya quien quiera apropiarse de cada linea que huele a un recuerdo.
Y no voy a justificar la esencia de lo que desde hace dos décadas ha sido mi playa y mi refugio.
Hoy, mis dedos saltan y golpean y convergen lujuriosos en la barra espaciadora.
Mañana le cantaré a la muerte y pasado me reiré de los viajes a la luna.
Y que más da.
Besar, gemir, matar, robar,dormir,beber, follar, llorar...todos, menos amar, son verbos.
Amar es una realidad.
Sentirse amado una delicia.
Escribirlo un desahogo.

domingo, 11 de marzo de 2012

Corto de fichas

Pero me he jugado todo mi resto.
Soy principiante en esto y prefiero lanzar un "all-in", porque aunque tenga la mano franca estoy convencido de que alguien en la mesa se ma va a dar la vuelta y me voy a marchar a casa más pelado que un marine en día de permiso.
Tu ya estás en la cama.
Yo no se que hacer con todo esto.
Me gustaría estar sentado a los pies de tu "cunita", preguntando que tal va todo y acompasando mi respiración con la tuya, pero hasta eso es jodidamente complicado, por no decir imposible.
Lo cierto es que ni tan siquiera puedo enfadarme porque esto es lo que he firmado y estoy dispuesto a vivir con ello, aunque me gustaría que de vez en cuando el crupier levantara la carta que necesito.
No obstante me resultas increíblemente atractiva.
Todo.
Ahora soy "el bloguero" confundido que lo apuesta todo a un naipe, a una señal, a una jugada.
Me marco el farol inoportuno en la única partida donde admiten jugadores como yo.
Esta bien eso.
De todas formas:
Procura no hacer demasiado ruido el día que decidas reventarme los esquemas; yo abriré el paraguas por si los reproches me empapan el cuello de la camisa.
Si te digo que te quiero... mal; si no te lo digo, peor aún que lo peor que se me pueda venir a la cabeza, porque no solo te lo oculto a ti...seguramente lo termine marchitando.
Y con la de cosas que nos quedan por hacer todavía, sería un absurdo andar dejando que se marchiten las palabras bonitas.
No te vayas, ni te des la vuelta en la cama, ni me digas que el sofá se nos queda pequeño.
Simplemente trata de entenderme.
Y de quererme lo mejor que puedas.
Yo me acercaré a la barra y pediré otra, porque me apetece que sigas bailando. Estas muy guapa cuando bailas.
Como cantan los Extremo: "sigo preso, pero ahora el viento corre alrededor...por mis pecados sigo preso".
Sigue soplando.
Llévate los olores, y los miedos, despeiname y haz que la baraja entera flote muy alto y se desperdigue sobre los tejados de este Valladolid que en ocasiones nos regala un día tan bonito como el de ayer.
Concédeme un poquito de tu brisa, despójame de lo que me quede de ropa, haz que vuele la cama.
Mírame a los ojos.

miércoles, 7 de marzo de 2012

A un lado de la via

en medio de la nada.
Esperando el tren que me lleve hasta donde llevo años queriendo llegar.
Han pasado tantos...uno detrás de otro.
De todos los tamaños, de todos los colores.
Humeantes y ruidosos, repartiendo cortes de manga de carbonilla.
Y chinazos proyectados contra las vacas que pacen indolentes y tremendas, como espectadoras inertes de cada viaje perdido.
Me siento a un lado de la vía, con mi mochila llena de lo que me han permitido conservar.
Y quiero llegar hasta ti, pero te empeñas en negarme el billete.
Solo lo quiero de ida, de esa forma me aseguro no regresar al punto donde me encuentro, que viene siendo más o menos, una ciénaga espantosa en vaya usted a saber donde.
Si me agacho sobre la traviesa, escucho un ruido intermitente y lejano, y noto en cada latido las vibraciones que me recuerdan lo lejos que te encuentras.
Que jodido es tener las piernas tan cortas y saber que mis zancadas son como chistes al lado de los que se apresuran a tu encuentro.
Quiero que Sam la toque otra vez, porque no me canso de escucharla, pero el amigo pianista ha cogido su sombrero del perchero y se ha marchado contigo.
Y me habéis dejado solito...cabrones.
No me da miedo tratar de encaramarme al vagón del vagabundo.
Cualquier cosa, cualquier metáfora, cualquier oportunidad.
Quiero no perder este tren.
Es el mio, es el que tengo.
Quiero que se abra diez centímetros la puerta corredera y aparezca tu mano tendida y aferrarme a ella y correr y dar un salto y caer entre tus piernas y reírnos y retozar sobre decenas de neumáticos apilados de cualquier forma.
Pero contigo, contigo joder...¿ qué idioma hablas? ¿porqué no me comprendes?
¿Porqué tienes tanto, tanto miedo?
Supongo que será porque la vida puede ser un insecto nauseabundo, que te ha clavado su aguijón y aún te escuece.
Pero yo no voy a hacerte daño.
Solo te voy a querer.
De la mejor forma que pueda, de la mejor forma que sepa.
Aunque sea en la distancia.
Saca la cabeza de la tierra.

sábado, 3 de marzo de 2012

Querida Campanilla

te echo mucho de menos.
me enseñaste a volar y, sin tu polvo de hadas mi vuelo es torpe y errático.
Me falta tu luz, como a lo largo de toda nuestra vida.
La tuya es una luz intermitente: hoy me alumbras, mañana no. Pasado mañana volverás a hacerlo.
Es una putada querernos tanto y no querernos lo suficiente.
Anoche volví a emborracharme con Garfio, el lloraba por lo suyo y yo, intenté no derramar ni una lágrima.
Pero es lo que tiene el "Grog" del bucanero...suelta la lengua y el corazón.
Y deja una resaca espantosa.
Esta mañana algo ocultó el sol y levanté la vista al cielo deseando que fueras tú, pero no era más que otra jodida nube.
Me duele la cabeza y me duele tu ausencia.
Me has empujado a ser mayor, pero por mucho que lo intente no soy capaz, porque aunque nos pese a los dos, siempre seré Peter.
Y tu siempre serás un hada.
Mi vida son vasos vacíos y rotos, noches en una cornisa junto al Big Ben, duelos a muerte con espadas de madera.
¿Donde se esconden tus ojos?
Quisiera volver a encontrar en ellos la mirada que tanto miedo me dio una vez.
Me acostumbraré al conformismo del recuerdo.
Sigo atrapado en el interior de un tintero y sigue sonando, una y otra vea, la canción más bonita del mundo.
Tuyo siempre.
Peter Pan.

jueves, 1 de marzo de 2012

Emocionado y agradecido.


Hoy la señorita Estela Labajo (ilustradora) y un seguro servidor de ustedes, presentamos nuestro primer libro: Historias para según qué días.
Para mi este libro, simboliza muchas, muchas cosas.
Representa el caer y levantarme, el dejar de lamerme las heriditas, el correr un "estúpido" velo sobre mis miserias.
Este libro nace con un "Juan" debajo del brazo.
En cada página, en cada relato, hay un trocito de las veces que no supe llorar y para llegar hasta el resultado final he sacrificado mi luto.
Solo hemos colocado una cita, perteneciente a la película "amores perros" y dice así: "Porque también somos lo que hemos perdido".
Y es cierto, pero somos también lo que vamos encontrando.
Yo te he encontrado a ti, a él, a ellos, a ellas, a ella.
Y mi mundo está repleto de personas maravillosas y de amigos sinceros y no puedo evitar emocionarme un poco al escribir este post.
Soy pobre como una rata, mi frigorífico está lleno de nada (de "nada", integral por supuesto, que me cuido) puede que este mes tenga que calentar la casa echando el vaho o a base de cariño.
No me importará leer a la luz de una vela y si quiero éscuchar música pondré a cantar a los monstruos del armario, porque ya no me asustan y los he disfrazado de coro rociero.
No me iré al caribe, ni siquiera a Cuenca, ni quiero irme.
Pero soy rico, inmensamente rico porque no me falta un abrazo, ni una sonrisa, ni una cerveza al sol con mis amigos.
No me falta una palabra de apoyo, ni un empujón oportuno.
Me dais cada día la gasolina para mi ruta por la vida, con mi vespita y un montón de chalados en sus locos cacharros.
Tengo ilusión, toda, toda me la he quedado yo.
Y toneladas de gratitud se agolpan por todos los rincones de mi casa.
Porque lejos de dejarme caer muchos os habéis encadenado conmigo al árbol más frondoso.
Y vuelvo a levantarme sonriendo porque se que os tengo ahí.
Emocionado y agradecido, solamente queda decir...gracias por vivir.
Gracias.

miércoles, 22 de febrero de 2012

El pastor de Ostras.

El pastoreo de ostras es una profesión con futuro, aunque ciertamente carece de toda emoción.
Te sientas con tu cayado en una roca junto a la piscifactoría y observas el silencioso devenir de los bivalvos.
Mi perro se muere del asco, ladrando a las gaviotas y soñando con perseguir carneros briosos y devolverlos al redil.
En ocasiones preparo la onda y practico la puntería contra una boya meteorológica.
No se mueve, ni salta, ni corre agazapado como el lobo, ni clava en los tuyos sus amarillentos ojos, desafiante, como el lobo.
Porque yo soy más de enfrentarme al lobo y sostenerle la mirada, pero eso es precisamente lo que me ha llevado a esta situación.
El lobo es una especie protegida, el pastor no.
Saco un rato la flauta y entono una melodía serena, melancólica, de esas que no hablan de amor.
Me dejaron bien claro los amos de la finca que no hablara de amor a las ostras, porque pueden perder las perlas.
Y es que yo siempre soñé con ser Miguel Hernández, pastor de cabras y poeta.
Y me he convertido en un pastor de ostras, relegado a cantar las excelencias del salitre depurado.
Es muy duro sentarme aquí cada mañana, con el alma llena de todo, con un saco de versos remendados.
Poderoso animal el lobo, que te muerde sin clavarte los dientes y te mata el ganado sin llegar a hacer sangre.
Mis ostras sin embargo, no me dicen nada.
Ni me miran.
No puedo sentir su aliento en la nuca, mientras un escalofrío me recorre el cuerpo preparando cada músculo para el enfrentamiento definitivo.
Abren un poco las valvas y filtran el agua de mar, recubriendo poco a poco sus durezas de nácar.
Yo vigilo solamente que el cielo no se desplome sobre ellas.
Y me guardo los poemas en un bolsillo en el pecho, junto al corazón.
Pero en el fondo no me importa, porque los tengo todos en la cabeza y llegará el día en que pueda recitarlos.
Sin miedo, porque el miedo mata.
Y paraliza.
Este es un oficio como otro cualquiera, aunque más triste.
Da igual...merece la pena.

martes, 21 de febrero de 2012

Yo te lo escribo.

Si no te gusta tu mundo escribiré uno perfecto para ti.
Solo dame las medidas y los colores; los aromas, los sonidos que te ayudaron a vivir en este.
Si no te gusta tu mundo no te preocupes, crearé uno a tu capricho.
Un mundo a la carta.
Donde seas a un mismo tiempo la más poderosa reina y la más feliz de las campesinas.
Donde haya mil palabras para cada imagen y mil imágenes para cada momento de paz.
Un mundo sin miedo, sin rencores, sin sufrimiento y sin duelo.
Si no te gusta tu mundo lo borramos y aprovechamos la tinta para describir todo lo que siempre has querido ver y aún no has visto.
Y lo llenamos de espacios verdes y de estanques y de noches de verano.
Lo podemos abarrotar de aliteraciones, de hipérboles y onomatopeyas.
De metáforas reales, de dientes que son perlas y rosas que son mejillas.
Cada punto y aparte será un continente, cada paréntesis un océano y cada coma un velero para navegar con el viento a tu favor.
Si no te gusta tu mundo chapotea en mis cuartillas y disfruta del olor del papel mojado.
Túmbate sobra una linea y tápate con un edredón de párrafos, porque de noche refresca y te puedes quedar fría.
Hay un bosque de diéresis, una cordillera de tildes y un maizal de comillas.
Puedo hacerte un collar con las más bellas mayúsculas.
Solo dime que lo llevarás siempre.
Si no te gusta tu mundo, hay vida en cada carga de mi pluma.
Seré el Dios que todo lo escribe y tú mi raza predilecta.
No tendrás que adorarme, solo dejarme observar hasta que punto puede llegar a ser perfecta la creación, o hasta que punto los dioses caen atragantados de ego.
Puedes rezar a la métrica difusa y desfogarte en rituales salvajes.
Y cada vez que cometas un pecado pasaremos el corrector y podrás volver a ser radiante.
De esa forma no habrá mácula y serás siempre sin tacha.
Si no te gusta tu mundo se lo regalaremos a los banqueros y a los políticos, a los que no saben amar, a los miserables y a los que disfrutan con la tragedia.
Y dejaremos participar del texto a quienes sepan leer en calma.
Si no te gusta tu mundo, en él ya no tengo hueco, ni esperanza.
Construiré un arca con cien millones de barras espaciadoras y me ocuparé de embarcar una pareja de cada especie que no se haya corrompido aún.
Porque el mundo que te escriba ha de ser perfecto.
Solo así dejarás de sufrir.

domingo, 19 de febrero de 2012

Sale el sol

Y por un momento parece que todo lo demás se esconde.
Se colocan sillas y mesas en las terrazas, los niños toman calles, plazas y parques y comienza una revolución de buen rollo, botellines de cerveza y cáscaras de pipa.
Los abuelos alimentan palomas y recuerdos y rememoran cuando paseaban con el uniforme de bonito en los días de permiso, del brazo de aquella novia.
Los perros se olfatean el culo unos a otros, los policías municipales hacen la vista gorda y sonríe hasta el controlador de la Ora.
Una niña con coletas y la boca llena de berretes llora desconsolada junto al cucurucho caído de un helado de chocolate.
Sale el sol, y yo, y tu, y todos.
Mis amigos cierran filas en la barra, tantos, tan majos, tan dispuestos a todo por mi.
Y yo por ellos.
No tenemos un duro, pero nos sobran sonrisas.
Un artesano confecciona pulseras de cuero en su puestecillo de mimbre, mientras saborea cada calada fragante del tabaco de su pipa.
El gato dormita encaramado en un alero del tejado y la melena de campana de la catedral proyecta su sombra sobre las familias que abarrotan la avenida.
Se esconderá esta tarde dejando paso a la luna, pero hoy ha sido un bálsamo.
Con la noche volverán los monstruos.

martes, 14 de febrero de 2012

¿Esto será amor?

Un día vas tan tranquilo, paseando por la vida, lamiéndote las heridas y planteándote seriamente no volver a tropezar con la misma piedra, cuando de repente se te cruza alguien con la sonrisa más bonita del mundo.
En ese mismo instante en el que al girarte para mirarla el trasero (porque las sonrisas molan, pero los culos bonitos...)te comes una farola, ella también se vuelve.
Vale que te ha visto hacer el más estrepitoso de los ridículos, pero se ha reído y uno, que sabe lo que vale la risa de una mujer, cae al suelo con la nariz rota por tres sitios, pero feliz.
Ha vuelto a pasar.
El puto alienigena del amor se te ha echado encima y antes de que pudieras decir "crisis", ya te se te ha amorrado al pilón y te está inoculando sus gérmenes alegremente.
Te levantas como "Lobezno", el de la "Patrulla X". Tus heridas han cicatrizado milagrosamente y te brotan unas garras de las de seiscientos euros al mes en afiladores.
La quieres, joder si la quieres.
El resto del universo se diluye como una sacarina en un descafeinado caliente y solo estás tu, su sonrisa, su trasero y la puta farola.
Pero da igual porqué: TE HAS ENAMORADO
Ala...ya la hemos vuelto a liar.
Obviamente no puedes salir de allí sin su número de teléfono, o el de su portal o el de la copa de su sostén.
Aparecen en los tejados miles de pajaritos que cantan y trinan y contienen sus esfínteres.
El sol brilla más de lo normal y el conductor del "8" detiene el autobús para que corras a su encuentro.
Es todo tan jodidamente hermoso que te entra una diabetes súbita del copón, pero nada nada, aún así, apuntando mentalmente comprar gramo y medio de insulina te acercas a la moza.
Y cuando llegas a su lado notas como rejuveneces hasta convertirte en un parvulito tímido y mocosón.
Ella no tiene más que clavarte las pupilas en tu pupila azul;" y que es poesía, me preguntas...poesía es"...¡¡¡es ...es lo que ahora mismo no me viene a la cabeza, coño!!!
Como en una peli de Tarantino, todas las imágenes de mis anteriores relaciones pasan apresuradas, trágicas y absurdas, en la pantalla de mi cerebro.
Rápido...di algo muchacho.
Balbuceo como Woddy Allen puesto de orfidal y de forma misteriosa consigo que vuelva a reírse.
Tras comprobar que llevo la bragueta abotonada, me lanzo a invitarla a un café, o a una caña o siete hijos rubitos con los ojos azules.
A todo si.
¡¡¡OH, My good!!!
Whitney resucita para cantarme al oído la canción del guardaespaldas en el momento en que ella me roza descuidadamente.
-Prométeme que antes de dejarme por otro, tendrás la delicadeza de lobotomizarme al menos.
Vuelve a reírse, lo llevo claro.
El puto "Corte Inglés" ha ganado otro adepto que el día 14 correrá como un poseso por los pasillos surtidos de bombones, flores, colonias, relojes y estampitas de Hello Kity.
Pero me da igual, mientras me siga queriendo.

sábado, 11 de febrero de 2012

Salta la rana

desde un nenúfar próximo y al zambullirse en las aguas del estanque crea infinidad de ondas concéntricas.
Cada onda es un anillo, cada anillo una historia, cada historia un deseo.
Llega a la orilla de juncos donde los renacuajos la esperan sentaditos, con las ancas cruzadas y los ojos muy abiertos.
La ranita de voz serena comienza por el "había una vez", que es la mejor de las formas para comenzar con lo que sea.
Y es que -había una vez, hace mucho, mucho tiempo, tanto que al echar la cuenta apenas me alcanzan los siglos, una hermosa princesa enamorada de un bufón.
La princesa necesitaba reír, el bufón vivía tan solo de sus besos.-
Hace una pausa la ranita y deja que los renacuajos sitúen la acción en un castillo de altas torres adornadas con cientos de pendones y estandartes.
Imaginan rubia a la princesa, con los ojos muy azules, luciendo un hermoso vestido blanco.
Al bufón unos lo piensan pequeñito y desgarbado, otros lo tienen más claro y saben que debajo de los cascabeles y las borlas, se halla un joven muy especial.
Retoma el hilo : -Una mañana, al despuntar las primeras luces del día, la princesa y el bufón ensillaron el corcel más brioso y aprovechando el cambio de guardia, huyeron al galope en busca de un lugar donde ser felices para siempre.-
La renacuaja más chiquitita repite ese "para siempre" muy despacio. Para siempre es una unidad de tiempo que solo manejan los poetas y los enamorados, el resto, medimos las historias de amor en días, meses años y finales.
Un renacuajo cojito, que se sienta siempre apartado del resto, detrás, donde nadie pueda verlo, decide que cuando sea mayor también contará cuentos.
En los cuentos no hay taras ni segundones, tan solo esforzados caballeros, bufones tristes y princesas de larga melena.
-Pero he aquí que el rey, al descubrir la marcha de su única hija, montó en cólera y ordenó a sus mejores hombres que salieran en su busca, y que cuando encontraran a los amantes, los condujeran de vuelta al castillo.
Durante muchos días y muchas noches los soldados cabalgaron por todo el reino, siguiendo las huellas de la princesa y el bufón, que confiados y poco prudentes, iban dejando un rastro de besos y pétalos de amor por dondequiera que pasaban.
Al final, el capitán de la guardia apresó a la pareja y cargados de cadenas los llevó ante el rey.
"¿Cómo osaste desafiarme, hija mía, huyendo con este insignificante bufón?" Preguntó encolerizado el Rey.
"Porque lo que para ti es insignificante, para mi es un universo donde todo cabe, donde los planetas nacen y crecen y se atraen entre si, donde la aurora se funde con la noche y la noche con la aurora. Porque es al bufón a quien he amado desde mucho antes de saber que era el amor."
Pero las palabras de la princesa no apiadaron a su padre y este ordenó que el verdugo cortara la cabeza del bufón y la expusiera clavada en lo alto de una lanza, donde todos los habitantes del reino pudieran contemplarla.
Antes de que el siniestro encapuchado descargara el golpe de hacha, el bufón miro a su amada y con los ojos llenos de esperanza dijo: "allá donde voy, tendré un palacio para ti".
Entonces la princesa se desplomó al tiempo que rodó la cabeza por las piedras del patio, porque el verdugo de un solo golpe cercenó una cabeza y un corazón-
A este punto la ranita hace otra pausa, porque sabe que los renacuajos deben asimilar con prudencia el concepto de muerte, casi con tanta prudencia como el concepto de amor.
A veces se crean confusiones y alguien puede morir de amor, o vivir sin él, que es peor que estar muerto.
Y sin querer también se mata el amor.
Aprended niños, que la vida son suspiros.
Antes de volver al agua, la ranita de los cuentos decide darle un poco de paz al final de su historia.
-La princesa y el bufón despertaron en otro lugar, lejos de cualquier impedimento. Aún siguen amándose como el primer día y aún, cuando cae la noche, se sostienen las miradas junto al fuego de la chimenea.-
Y diciendo esto saltó ágilmente sobre una caña seca y desde allí, se lanzó al agua.
Los renacuajos se levantaron, se pusieron sus abriguitos verdes y aplaudieron.


Este, Diana, es mi "beso de espinilla"

lunes, 6 de febrero de 2012

Sin rencores.

Yo preferiría quedarme con los buenos recuerdos y despojarme de esos ropajes tan absurdos y tan incómodos.
Pesan mucho más al sumergirte con ellos en las pozas del odio.
Son grises y no nos favorecen a ninguno de los dos; tu estás preciosa de verde y a mi me sienta mejor el azul, o el negro, que aunque es algo fúnebre por lo menos estiliza.
Me quedo con los paseos en la vespa, con las playas de Grecia y con las cenas mirándonos a los ojos.
Lo demás intentaré borrarlo.
No hace mucho escribí que ni perdono, ni olvido.
Sí perdono y el olvido lo estoy trabajando.
Algo bueno te quedará de mi, agárrate a ello. Aunque ahora abrase como un hierro incandescente es mejor dejarse las palmas de las manos que tantos años de amor.
Los dos sabemos que hubo muchas noches de comunión y muchas mañanas de felicidad, quizás es tarde para sacarle brillo al pasado, que se ha ensuciado tanto, pero la vida es así y en ocasiones es mucho más sencillo todo cuando odias.
No tiene por que ser de esta manera, siempre es mejor el destierro que el odio.
Destiérrame, yo alquilaré una cabaña allí en el ostracismo, con vistas a lo perdido y me sentaré a fumar en pipa con el vecino de al lado.
Quien sabe, igual un día nos encontramos paseando por los acantilados.
También te destierro, por mi bien, por el bien de los dos.
Resucita en tu vida que a mi me han aplicado un hermoso desfibrilador.
Suerte.
Adiós.






domingo, 5 de febrero de 2012

El lobo Feroz

Resulta ser una muchacha adorable con la falda muy corta y la sonrisa de dos por dos.
No come abuelitas, más bien se alimenta de tipos con barba.
Los lobos ahora venden libros y suspiran por tiempos mejores.
Hoy he conocido al lobo feroz pero no me ha dado miedo, que va...me ha resultado un animal muy simpático.
Mi lobo se ha venido arriba cuando una dj francamente atractiva ha puesto a girar el "respect" de Aretha.
Mucho ritmo, pocos mordiscos.
-¿Donde vas con tu cestita?
- A ver si la noche le saca ventaja al día y mandamos a la vieja a un asilo, junto con todas las cosas que hacen de mi una persona mayor.
Mi lobo se abraza a su pareja y despista al leñador.
Yo me calo la gorra de flores y disfruto del momento, que es realmente agradable.
En la puerta del garito, una de las mujeres a las que más he querido me niega el saludo y simula ser ciega, sorda y muda.
Yo simulo ser de hierro.
Al fondo, donde pastoreamos los crápulas, mis amigos bailan agarrados, restregando cebolleta y terminando las estrofas con acento americano.
La barra es territorio comanche para un tipo de mi estatura.
Salir de fiesta es genial.
El bosque de neones y cemento se satura de navegantes deseosos de olvidar lo que hicieron ayer y lo que no van a hacer mañana, ni pasado, ni ninguno de estos días.
Una morena con sombrero y vestido ajustado. Una pelirroja que se contonea poderosa. Yo escribiendo mensajes en busca de cariño.
Luces, música, retales de otras fiestas.
Mi lobo campa a sus anchas por los cañones de esta sierra que no es más que el territorio donde todo huele a risa.
Es perfecto, si tienes los ojos muy grandes para verte mejor, las orejas muy grandes para oírte mejor y el valor suficiente para pedir la última.
Es perfecto, si atinas con la palabra oportuna en el mensaje de texto, reclamando algo bonito.
La "cocacola" tiene más de cola que de coca.
Era un jarabe para tísicos y ahora viaja en casi todos los vasos de este bar.
Me gusta bailar cuando estoy de buen humor y esta noche es idónea para romperme la cadera.
Y me ha hecho mucha ilusión conocer a mi lobo.
Joder...si lo pienso bien, me doy cuenta de que estamos casi todos los personajes de cuento: el Lobo Feroz, Campanilla, el ·Príncipe Patoso, la bruja malvada, el rey que se da de ostias con el marco de la puerta cuando llega de tajada y la princesa que hoy no puede salir porque está hecha polvo después de un día más que difícil.
Tengo que sentarme a escribir un cuento donde al final me case con todos.
Y tengamos siete millones de alegres pastorcitos.
Todos con los ojos azules, el bigote bicolor y las entendederas de goma espuma.
Me ha gustado salir hoy. Me he sentido entre familia.
Un beso, "Lobo", un placer ponerte rostro.
A partir de ahora "Caperucita" será un cuento muy amable.
Como la historia de todos mis fracasos.
Vestidos de rojo, confiados y frágiles.

jueves, 2 de febrero de 2012

La insoportable levedad de mi ser

Lo siento Kundera, te lo he fusilado.
Hoy me he propuesto escribir un texto que no incluya las palabras "corazón", "alma"," frio", y "lágrimas".
Pero con este jodido frío que te paraliza el corazón, te hiela el alma y se te caen las lágrimas, lo voy a tener francamente difícil.
Mierda...creo que ya la he cagado.
Llevo una temporadita escribiendo tan desde adentro que parezco la "Dama de las Camelias".
Y eso no puede ser, carajo, que la gente empieza a darme palmaditas en la espalda cuando se cruza conmigo por la calle.
Que digo yo que me podían dar mejor 20 euros, que tengo escoliosis desde que voy al gimnasio y me matan las dichosas muestras de solidaridad. Además me viene mejor la pasta.
Lo cierto es que esto de la literatura es como las drogas: te potencia lo que llevas dentro y lo saca así, a lo bruto.
Y dentro llevo un poco de todo, tengo un mundo interior tan variado que parece un "todo a cien". "Todo a un euro" sería más correcto, que los chavales de ahora me miran raro cuando digo "todo a cien".
El otro día me tomé unas cañas con una amiga, que ha vuelto a la universidad y, con sus compañeras de clase.
Al despedirse de mi, una adorable jovencita de 19 primaveras me dijo: "Adiós señor".
Aún no me he recuperado del disgusto.
Pensé que medir 168 centímetros y tener "síndrome de Peter Pan" me mantendría alejado de estas cosas, pero ya veo que los ojos me traicionan.
Y el "men expert" de Loreal es una tomadura de pelo.
Me estoy yendo por las ramas.
Que estoy bien, que no hay que preocuparse, que solamente es una etapa, como la "etapa negra" de Goya, la "gris" de nosequien y la "rosa" de Pedro Zerolo (ups...la de Zerolo no es una etapa).
La vida no me sonríe, pero si que lo hacen mi vecina, la madre de un amigo, la taquillera del teatro y el señor del estanco.
Todo marcha según lo previsto.
Y dicho esto y tras haber tranquilizado a aquellos lectores que pensaban que me iban a encontrar en las páginas de sucesos de "El Norte de Castilla", os guiño un ojo, os abandono y me despido.
Mañana volveré a tratar de explicarme porque cuando Campanilla me mira, me bailan las entrañas, pero eso será mañana.
Hoy la dejo descansar, que se lo ha ganado a pulso.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Maniquí



En ocasiones quisiera ser un maniquí, para no tener corazón.

Y ya de paso para que la ropa me sentara estupendamente.

Fijar la mirada en no se que lugar muy muy lejano, poblado por más maniquies sin corazón y sin genitales, total, si no amas no los necesitas, lo demás es gimnasia.

Pero será mejor que siga siendo de carne y hueso, con mi corazoncito y mis atributos, esperando al visto bueno para quererte.

O para que te decidas a quererme.

Ahora no es el momento.

Renunciemos a los besos y a las miradas, a las caricias, a sudar a despojarnos de las mentiras y de la ropa.

Renunciemos a ser tu y yo y nadie más que tu y yo cuando debemos serlo.

Quisiera ser un maniquí para aprender a olvidarte, pero al tratar de permanecer absolutamente inmóvil solo consigo calambres en las piernas, en los hombros y en el alma.

El tiempo pasa muy despacio y yo seguiré esperándote en mi escaparate, a la vista de todos, desnudo de cualquier resto de ti.

Alguien me colgará del cuello un cartel con un precio. Puede que una mujer bonita lo pague.Puede que tu misma.

¿Estarás dispuesta a pagar lo que marque?

¿Estarás dispuesta a gastar tus sueños en mi?

Aquí me encontrarás, cuando decidas venir a buscarme.


lunes, 30 de enero de 2012

Extraños en una estación

El tren practicamente vuela, va tan rápido que no me queda más remedio que renunciar al placer de mirar a través de la ventana.
Pruebo con un libro, pero no es fácil concentrarse en la lectura.
A veces quisiera no poder pensar en ti.
Conecto los auriculares al teléfono y selecciono una canción de la lista del reproductor.
Dieciséis gigas de memoria y olvidé incluir alguna que simplemente me permita olvidarme de todo.
Parece como si cada uno de los cantantes alojados en el móvil se empeñara en recordarme lo jodido que es sentirse así.
Una hora de trayecto y me sobran cincuenta y nueve minutos y medio que lleno con imágenes repletas de besos frescos y ojos entornados, de sonrisas y de cañitas al sol de invierno.
Trato de concentrarme en la muchacha que viaja sentada a mi lado.
Es muy bonita, el hacedor de destinos o el azar o quien coño sea que maneja los hilos ha tenido la deferencia de emparejar mi regreso con un bellezón de apenas veinte años, melena abundante y labios gruesos.
Me pregunto quien acudirá a buscarla cuando lleguemos a la estación.
Supongo que un muchachote recién salido del gimnasio, cabalgando una motocicleta japonesa de gran cilindrada y colores llamativos.
Adoro mi Vespa,tan chiquitita, tan cansada, tan lenta. Solo admite a mujeres especiales.
De repente la joven vuelve la cabeza y me sorprende observándola.
Para mi sorpresa me sostiene la mirada y por un segundo me hace gracia pensar en que quizás ella también se haga la misma pregunta que yo.
Lee en mis ojos y comprende en el acto que nadie acudirá al andén, que nadie escudriñará a través de los cristales para adivinar de que vagón me he de bajar.
Me sonríe, la sonrío y vuelve a enfrascarse en la lectura de una revista de tendencias, de esas que cuestan una obscenidad y son todo papel satinado y fotos de petardos y petardas jugando a ser ángeles caídos.
Que fácil es fotografiar los egos desmesurados.
El indicador de velocidad de la pantalla marca doscientos treinta y siete kilómetros por hora.
Es una buena marca, seguro que si descarrilásemos ahora mismo, el trozo más grande que encontrarían de mi, tendría el tamaño de un grano de maíz.
Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero.
Dos pasajeros se han quedado dormidos, vencidos por la noche de Madrid.
Una señora ataviada con un abrigo de animales muertos conversa a voces con algo que parece ser un marido.
Quiero llegar a la seguridad de mi casa, descansar, tratar de estar tranquilo y renunciar a la tentación de marcar tu teléfono.
En Chamartín he hablado con todas las mujeres que me importan menos contigo, aunque ninguna pudo calmar este anhelo tan estúpido.
El maquinista comienza a aminorar, estamos llegando.
Una amable señorita nos aconseja comprobar nuestras pertenencias y no olvidar nada a bordo.
No consigo olvidar.
Ni perdono ni olvido, es así, que se le va a hacer.
Fue una mojada muy linda la que me disteis, casi conseguisteis desjarretarme, pero han sido tantas las cuchilladas que me he llevado hasta la fecha, que mi cuerpo se ha hecho a la sangre y a las cicatrices y ya apenas duele.
Que coño, no es más que otra marca, otro recordatorio de como funciona el amor.
Me llevo un pitillo a la boca mientras desciendo del tren y en lo que palpo los bolsillos buscando el mechero tengo tiempo suficiente para ponerme una medalla: en efecto es un muchachote fornido, con un casco negro al codo, cazadora ajustada y patillas de bandolero.
Por supuesto, nadie vino a recibirme.
Mi pequeña italiana de asiento partido de cuero está justo donde la dejé ayer.
Me mira desde su faro redondo reprochándome haberla abandonado a la intemperie, en pleno invierno vallisoletano.
Ya está "bella", nos vamos a casa.
Dejo la mochila sobre la cama y enciendo el ordenador.
Cuando llegué a la estación, no había más que extraños y te eché de menos.
Ninguna eras tu.
Ni tan siquiera se te parecían.

jueves, 26 de enero de 2012

Donde quiera que esteís.

No se quienes sois, cuantos sois, cómo sois.
Se que estáis ahí, en alguna parte, del otro lado de la pantalla.
No se si habrá alguien que haya sentido lo que escribo, alguien que se siente a leerme por las noches y asienta con la cabeza mientras suelta el humo suavemente por la comisura de los labios.
Supongo que habrá algún hogar donde habré llegado por casualidad, de rebote, sin quererlo y de la forma más tonta me he instalado.
No se a que os dedicais, si sois buenos o malos, o buenos y malos o humanos, más humanos que yo.
Quiero pensar que de alguna manera os hablo bajito por las noches y me desnudo el alma, doblándola después y colocándola con mucho cuidado en una silla junto a vuestra cama.
Mañana si queréis, os la podéis poner, ya está limpia, la acabo de traer del tinte.
Me ha dicho la señorita del mostrador que algunas manchas supusieron un verdadero reto, pero que al final, con el producto adecuado, todas se terminan yendo.
Otra cosa son los bollos del corazón.
En el taller están saturados de trabajo, tienen miles de corazones esperando apilados en estanterías muy altas, altísimas.
Así que no lo he querido dejar allí y me lo he traído a casa.
Puede que con vuestra ayuda consigamos hacer algo.
No volverá a ser el mismo, pero no pienso cambiarlo por otro más nuevo, o más grande, o más brillante.
Al fin y al cabo no os escribo yo...os escribe él.
Yo simplemente soy los dedos que presionan las teclas.
Él es quien me pide la oportunidad de compartir sus averías.
Escribe para mi y para vosotros.
Quiere contaros cosas.
Yo soy mucho más tímido, él ya está acostumbrado a darse la vuelta y a latir cuando no debe.
Pero sigue latiendo, joder si sigue latiendo.
Me despierta por las noches bombeando mil preguntas que no se responder y me pide que encienda el ordenador y os las pregunte a vosotros.
¿Tenéis respuestas?
En ocasiones me siento muy solo, y observo el contador del blog y veo que pasan de dieciseismil las visitas.
No tengo café para tantos, pero algo se podrá hacer.
¿Os gusta el bizcocho?
He aprendido a hacer uno con harina integral y edulcorante.
También he aprendido que las cosas no suceden porqué si y que cuando en las películas doblas una esquina acelerado, tropiezas con una mujer preciosa y con tu torpeza haces que derrame la bebida sobre la blusa blanca.
Luego se enamora de ti en el acto, zas...ya está.
Y si te giras para verla marchar y ella también se gira, es que antes del "The end" va a haber un beso larguísimo.
Supongo que entre vosotros se ocultan también perros rabiosos deseando hincarme los colmillos en la yugular.
Adelante, me he tatuado un gato, soy una presa exquisita.
Es curioso, pero de un tiempo a esta parte me siento más feliz, así que no tengo miedo.
Solo ganas de saber porqué la acera está llena de zanjas.
No importa, cojo carrerilla y salto.
Alguno estaréis en el trabajo, ocultándome de la vista del jefe.
Otros en clase, tirando de Iphone o de Blackberry, mientras el profesor de constitucional o de biología o de lenguaje musical, lamenta no haberse dedicado a su verdadera pasión: los buñuelos de crema.
Se que alguna me lee en la cama, reposando, con su pequeña recién nacida apoyada en el pecho.
Y me colma.
En ocasiones os enfadáis, en ocasiones reís, a veces no me entendéis y en algún momento muchos habéis llorado conmigo.
Soy la vida, soy lo que somos todos, yo simplemente me vacío aquí y le doy forma al puto día de trabajo ingrato, al polvo más violento, a la caricia más íntima y a la lágrima más espesa.
Al paseo por un prado verde cogido de la mano de la persona que amas.
Al brillo de decenas de ojos.
Así que donde quiera que estéis, quien quiera que seáis, os saludo, os añoro y os agradezco el calor.
Sin vosotros, yo no tengo sentido.

lunes, 23 de enero de 2012

Ahora se enteran de que las hadas existen.

http://youtu.be/d2aXpnc1Um0


En mi casa también hay una, a veces.
Ella no cuenta las horas desde la ventana, porque todo el tiempo del mundo es suyo.
Casi siempre huele a café cuando aparece revoloteando, no tiene las alas chamuscadas, al contrario: brillan, brillan con una luz tan particular que iluminan los rincones más oscuros de mi interior.
Una vez le puse un nombre, pero no lo necesita, ella es tan solo eso:
La fee
El hada.

domingo, 22 de enero de 2012

¿En qué piensas?

Es una pregunta que me han hecho en unas cuantas ocasiones.
¿En qué pienso?
Joder...a veces no estoy pensando en nada.
A veces pienso que me he metido en otro fregado, enciendo un pitillo y vuelvo los ojos, como una tintorera cuando está a puntito de jamarse a su presa.
Entonces deseo estar muy lejos de aquí.
O al contrario.
En algún momento he llegado a pensar que el mundo merecía la pena, que el tiempo debería detenerse en ese preciso instante, para permanecer milenios recostado junto a ti, respirando tu calor.
Que la gravedad es un sin sentido, que no hay motivos para tener miedo.
Que me encanta sentir tu cabello cayendo sobre mi cara, mientras te sostengo resoplando a horcajadas.
Que el diámetro de tus pechos es perfecto.
Que estás preciosa, te pongas como te pongas, te vistas como te vistas, te desnudes como te desnudes.
¿En qué pienso?
En lo cerca que he estado siempre de volverme loco por ti.
En lo cerca que has estado siempre de decirme la verdad.
Es mejor poner la mente en blanco.
Pranayama.
Respiramos muy despacio, reteniendo el aire, expulsándolo poco a poco por la nariz.
Que preciosa eres.
Que cosa más bonita.
Poder subir al Olimpo como en una maldición, para ver de cerca lo que se reservan los dioses, que en ningún caso va a ser mio.
Y no me importa, que cojones...
En mi vida volveré a sentir lo mismo, con lo que puedo desangrarme alegremente.
¿Enamorado? Que va...
Imbécil perdido.
Con dos cervezas de más me siento más humano, aunque imbécil perdido.
Viendo como te alejas por mucho que yo trate de correr.
¿En qué pienso?
En lo injusta que es la vida.
En lo bien que te queda tu realidad.
En lo jodidamente perfecta que eres.
Y yo tan absurdo.
Y tan acostumbrado al borrón y cuenta nueva.
Luego si eso te lo cuento, me das un par de consejos y siete o setenta palmadas en la espalda.
Y bajo a la calle donde todo lo que me espera va a estar bien lejos de ti.
Me mandas a la arena donde me esperan silbando las fieras, haciendo gancheta, sudokus y quinielas.
Tan contenta, porque me ves partir sonriente.
Y solo sonrío porque antes de que se cerrara la puerta has sido lo último que he visto.
Y después ha llegado el ascensor.
Y me ha devuelto al mundo.
¿En qué pienso?
En ti, joder...solo en ti.
Pero soy capaz de disociar y saber que estás en todo.
No te preocupes, te llevo en el corazón, en el bolsillo, en la recámara y en una funda en el cinturón.
No pienso en nada más, que en porqué coño la vida te ha cruzado conmigo, si estaba claro que aún a pesar de todo, no me ibas a querer lo suficiente.
Aún así, me siento un puto privilegiado.
En eso pienso.
En la suerte que tengo.

domingo, 15 de enero de 2012

Hay personas

que con los ojos lo dicen todo, no necesitan hablar.
Hay personas con el corazón inmenso, con el alma pura.
Florecen en ocasiones y la vida te las pone delante, como un regalo, como el más hermoso de los presentes.
Que suerte conocerte.
Que placer quererte y que me quieras, que alegría más enorme saber que siempre has estado y siempre vas a estar, aunque yo en ocasiones me pierda y me confunda y vague por los caminos como un estúpido.
Pero hay días como el de hoy, en el que me doy cuenta de lo afortunado que soy al cerrar los ojos y recordar con nitidez cada uno de tus rasgos.
Creo que no se puede ser más bonita, por dentro y por fuera.
Creo que no se puede ser mejor.
Haces que me sienta bien.

lunes, 9 de enero de 2012

Anochece

En tantas partes que uno se pregunta si en algún lado será de día.
Los soles se caen poco a poco y aunque trato por todos los medios de retenerlos en el cielo, siguen cayendo.
Alguno va a dar sobre las copas de los árboles, quemándolo todo en el acto.
Otros se apagan en el mar, escaldando pececillos de colores y medusas que se vuelven negras.
La noche lo cubre todo, todo.
Sigo caminando y me ilumino con destellos y silbidos.
Vienen las lunas, pasan de largo.
Y las estrellas.
Todos se van y solo queda el camino, las sombras y la duda.
Pero no puedo detenerme, porque si me detengo me alcanzarán y me llevarán muy lejos.
No se hacia adonde me dirijo, como de costumbre, un pié delante del otro por la senda equivocada, arrojando miguitas de recuerdo por si acaso me perdiera.
Tan absurdo como el no darme cuenta de que las alimañas no están dejando ni rastro de lo que voy dejando detrás.
Pero da igual, porque también caerá un sol sobre ellas y entonces se les chamuscará el lomo y saldrán corriendo con el rabo entre las piernas y las ubres.
Suena a azufre a carbonilla y a mentira. Es estridente, me sangra el oído izquierdo y lo tapono con un pliego de castigos.
Hay que ver, que fatigado estoy.
Voy a sentarme un momentito, me la juego y si me alcanzan me alcanzaron. A donde me llevarán no puede ser mucho peor que este lugar.

viernes, 6 de enero de 2012

Noche de Reyes

Se acercan, los oigo.
Uno de ellos, el más torpe (personalmente creo que por estética, los ayuntamientos le han hecho firmar una clausula en la que no puede utilizar gafas...queda fatal en la cabalgata)no ha atinado con la magia en el balcón y me ha jodido la cerradura de la puerta.
Da igual, permanezco inmóvil en la cama, tapándome hasta los ojos con el nórdico (es un tipo de edredón, aún no me ha dado por zumbarme rubios de dos metros con acento eslavo)procurando no hacer el menor ruido.
Han encontrado mis zapatos, puedo escuchar las arcadas desde el dormitorio.
Otro año más volverán a dejar los regalos encima de un cojín y otro año más sacaran los zapatos a la repisa de la ventana.
También han descubierto el pequeño tentempié que les he preparado para que se den una alegría, ya está bien de tanta leche y tanta galletita.
Melchor es en realidad "Ser Duncan Macnuguell" caballero escoces de largas barbas blancas y cortas faldas de cuadros.
Su whisky de malta en vaso bajo y ancho, con dos piedras, como a él le gusta.
Un ratito en el orejero de lectura, evocando las "Highlands", la bruma del amanecer que lo cubre todo y el sonido de las gaitas antes de cargar contra los casacas rojas.
Se que lo agradecerá.
A Gaspar, en cuyo documento nacional de identidad consta el nombre de "Jeremias Smith", siempre le dejo una Bud y un chupito de Jack Daniels.
Primero apura el disparo de american Whiskie de un solo trago y luego se deleita con la cerveza fría, mientras recuerda las plantaciones, las fiestas en el granero de la comunidad y las noches con Mary An Wallace, la hija del predicador, que debió de estar ausente el día que su padre dio el sermón sobre la moral y la decencia.
Que manos...que labios...que hermoso talle.
Sentir el viento en el rostro galopando a lomos de su Apaloosa.
Está hasta los cojones de esos cuadrúpedos jorobados.
Rón de caña para Baltasar, hierbabuena, azucar moreno y un poco de hielo picado. Angostura y limas.
El se lo prepara, tiene el toque.
Heladio Fuertes aceptó el puesto porque no veía otra manera de abandonar Cuba.
"Alistate..verás mundo", decía el folleto que le presentó San Pedro en el momento preciso en el que aquel agente de la policía de Fidel perdió el control en la "pileta" y sin querer, o queriendo, que coño, que allí no se andaban con muchos miramientos, terminó por ahogarle.
Entre pasar una eternidad en el purgatorio o relevar al viejo y cansado Baltasar, no había demasiadas opciones.
Firmó por doscientos años. El contrato estandar, vacaciones y extras prorrateadas, tres días de asuntos propios, cotizando y con posibilidad de optar a un plan de pensiones de la empresa.
De entre todas, aunque es demasiado corporativista, se comenta que es de las que mejor tratan a sus trabajadores.
-Qué carajo, caballero- le dijo a San Pedro y puso su marca por triplicado al pie del celestial documento.
Un par de meses de formación: clases de monta de camello, lanzamiento de caramelos, invisibilidad, escalada sin arnés y el carné de manipulador de antracita, hulla y carbón dulce.
La putada fue incorporarse. Ser el nuevo siempre es complicado, sobre todo cuando te toca currar con un viejo escoces de mollera dura como el marmol y con un puto racista de las llanuras de Kenttuky.
Ser negro no ayuda, la verdad.
Los primeros años fueron realmente jodidos.
Gaspar siempre escupía el tabaco sobre sus botas y Melchor pasaba las horas despotricando contra el imperio británico, contando batallitas y dando por culo a la hora de la siesta.
Lo peor era la clausula de celibato.
Es una cabronada tener alma inmortal, invisibilidad y todas las demás mierdas y no poder amorrarse a los enormes pechos mulatos de las hembras caribeñas.
Con el tiempo se ha ido acostumbrando, pero ya tiene practicamente claro que no va a renovar.
Y es que en todas las ollas cuecen habas.
Para que luego venga algún listillo diciendo eso de que los reyes son los padres.
¡¡Una mierda!!
El plan divino está supercurrado, a ver, si no llegan a presentar un plan en condiciones ningún banco hubiera soltado la pasta inicial para montar toda la infraestructura.
Que ya puedes ser Dios, Alá, Ghaanesa o como cojones quieras denominarte en hacienda, que si no tienes buenos avales y un buen plan de viabilidad, saneado y decente, no hay una sola entidad que afloje la mosca.
A esto hemos llegado, que barbaridad.
Por eso y por otras muchas cosas yo siempre cuando escribo mi carta a sus supuestas majestades, les aclaro que por mi no tienen que preocuparse, que si lo prefieren, pueden pasar de largo, o aprovechar el ratito para fumar, o simplemente sentarse a criticar al jefe y no hacer nada.
Que si tienen a bien, me dejen tal o cual cosa, pero que de verdad, que les entiendo y les apoyo y que no hay patrón bueno ni curro decente.
Es por eso también, por lo que año tras año me suelen traer lo que les pido.
Porque que cojones...no he sido bueno.
Y menos que voy a ser.