Un día puede que te despiertes y descubras que has olvidado como reírte. Y eso no voy a permitírtelo.
No voy a consentir que el mundo se pierda una risa como la tuya y la luz de tus ojos cuando estás contenta. Así que ya tengo deberes. Voy a ayudarte a encontrar la salida de ese laberinto en el que entraste sin querer, confundida por unas circunstancias que te resultaron insoportables y del que ahora te resulta casi imposible salir. Pero para eso estoy a tu lado. Al parecer esa es la misión que me impusieron cuando me devolvieron aquí. He vuelto para echarte una mano, para escribirte una vida mejor y para comerte a versos, que para eso me paso el día escribiendo y jugando a ser escritor, rapsoda, poeta o como quieran denominarlo. Y eso es lo que me apetece cuando veo que te sientes frágil. Tú, que eres un ejemplo de mujer. Que has luchado con todo, que has traído vida a este mundo con una sonrisa en el rostro, que has cuidado de los tuyos sin importarte lo que perdías por el camino y que siempre, siempre, has obrado escuchando a tu corazón. Tú que te levantabas cada mañana dispuesta a regalarle un beso y un abrazo a quien los necesitase. A enjugar lágrimas ajenas y a entonar en do mayor afinando con una vieja guitarra cargada de simbolismo, para cantar la canción adecuada.
No te rindas ahora. Escucha a los Blow. Esta banda vallisoletana te lo canta solo para ti: eres la mujer maravilla.
Vale que los B.L.O.W te lo cantan en inglés y que tú, aun siendo rubia y muy blanquita de piel, eres más castellana que las sopas de ajo, pero no te preocupes, yo te lo traduzco.
Sé que sientes mucho dolor por las pérdidas y por el pasado que no ha de volver, el presente que te quema por dentro y un futuro que parece oscuro y complicado. Sé que a cada uno le duele su pie cuando se lo pisan, pero te prometo que te voy a regalar unas botas con la puntera de acero, o unas sandalias con escudo anti misiles. Y que nadie volverá a pisarte.
Lo vamos a conseguir, lo vas a conseguir. Dentro de poco abrirás los ojos por la mañana y agradecerás el nuevo día. Dentro de poco habrás comprendido que la vida a veces te reclama más de lo que te da, aunque a mi me ha dado mucho más de lo que ahora me reclama y eso en parte te lo debo a ti, que siempre me has fiado.
Dentro de poco se me llenará el corazón de pajaritos, mariposas y todas esas cursiladas al descubrir que mientras te sirvo el café del desayuno, tarareas una canción en voz muy bajita y llevas el ritmo con los pies. Y eso me demostrará que vuelves a tener ilusión, que has cerrado por fuera la puerta del odioso laberinto y que estás dispuesta a ser feliz.
Basta ya de lágrimas. Llorar es bueno y limpia el alma, pero tú ya la tienes reluciente. Ahora que lloren otros.