El amor...manda cojones que precisamente haya elegido un tema de Julio Iglesias para encabezar esta entrada, pero es que realmente me parece una letra muy acertada la de esta canción. Vale que él ha repartido demasiado "amor" entre cientos de mujeres ( igual hasta me quedo corto), pero yo he aprendido que una cosa es amar y otra hacer deporte o incluso practicar el onanismo sustituyendo la mano por otro cuerpo.
Hoy también he descubierto que eso que me lleva machacando toda la existencia se ha calificado por los expertos como P.A.S.
Pues muy bien. Mola que le pongan nombre a las cosas. Ahora además de ser un tipo bajito con el bigote bicolor, soy una "Persona de Alta Sensibilidad". Chachi.
A raíz de ciertas catastróficas desdichas, me ha cambiado por completo la visión de la vida y aunque siempre he sido un tipo excesivamente sensible, no sabía canalizar los sentimientos y confundía emociones al creer que el cariño, el interés, la afinidad, la necesidad, la pasión o incluso la lujuria eran amor. Pues no.
Antes le daba demasiada importancia a cosas triviales y absolutamente carentes de ella, como el dinero, la posición, la popularidad, el físico... dejando en un segundo plano lo más importante y lo que realmente define a una persona y la hace ser como es, guste o no. Y no se puede gustar a todos. Ni se debe.
Pasar por situaciones extremadamente difíciles, por pérdidas desoladoras e irrecuperables y por estados desconocidos para mi como la depresión y la soledad me han enseñado el verdadero significado de palabras como Familia o Amigo.
No nos confundamos, de cañas todos somos encantadores y super colegas, pero aquellos por los que moriría o mataría y que morirían o matearían por mi pertenecen por pleno derecho a uno de estos dos grupos que acabo de mencionar: la familia y los amigos.
Y por supuesto amo.
Amo a mi familia, que siempre ha estado ahí y que ha sufrido conmigo, ha peleado conmigo y ha reído conmigo. A todos mis familiares sin excepción, que han sabido perdonar e incluso amar mis carencias y mis muchos errores.
Amo a mis amigos (que nadie se enfade por utilizar el masculino para hablar de amigos y amigas, pero no pienso contribuir a destrozar mi idioma). Amo con locura a Gatete y a otros muchos animales de mi tribu. Y desde hace no demasiado amo también de esa forma que solemos encontrar en los culebrones y en las novelas románticas, en los poemas más cursis y en las canciones de Albano y Romina. Y de Los Pecos.
Y ella es una mujer generosa y moral y emocionalmete muy superior a lo que estaba acostumbrado en mi vida de pareja, pues me ha conocido en profundidad y me entiende y comprende lo emocional y lo enamoradizo que soy y, aunque sabe que la amo, es la primera que no se cansa de decirme que si un día descubro que me he enamorado de otra persona, que no sea idiota y que se lo diga, que será la primera en animarme a intentar vivir y disfrutar lo que a ella le resulta demasiado difícil darme ( y por supuesto no es amor, sino tiempo en común y estabilidad).
Tengo mucho amor que dar y eso me lleva destrozando desde que era un niño y haciendome sentir incomprendido y casi desgraciado. A veces, confundido por los estereotipos y los roles impuestos por la sociedad he llegado incluso a dudar de mi sexualidad, pues tengo amigos a los que adoro y sin los que mi vida estaría vacía y pensé que igual estaba enamorado de ellos y era gay, aunque no me atrajesen físicamente ni me apeteciese tener sexo con ellos. No tiene nada que ver una cosa con la otra. Soy heterosexual, pero amo por igual a mis amigas y a mis amigos. Mi corazón se ensancha del mismo modo cuando oigo la voz de Mónica que cuando oigo la de Chuchi y mi vida me resulta igual de estupenda y completa cuando veo a María o a Vero que cuando veo a Paddy o a Guille.
Soy rico en amigos y esa es la única riqueza que no quiero perder nunca. He estado a punto de perder a amigos sin los que no podría avanzar y no hubiese podido salir de los siete infiernos por donde he andado haciendo turismo. Y mis fallos, mi insensatez e incluso mi egoísmo han dinamitado la roca más dura y sólida del mundo, la de la amistad. Pero gracias al cielo no llegué a colocar una carga lo suficientemente grande como para volatilizarla. Y aun podré abrazarme a su intensa presencia, su increíble paciencia y su generoso perdón, incluso en la distancia.
Y el destino a veces se molesta en señalar con neones de colores a aquellas o a aquellos que no debo dejar escapar de mi vida y que con seguridad, ya he compartido mucho en otras existencias pasadas. Y Dios, Supergato, o quien sea el que maneja los hilos, me ha dado la capacidad de poder poner por escrito mis angustias, mis miedos y mis mayores alegrías.
Y estoy feliz por amar y por saberme amado por unos cuantos. Los justos, los necesarios. Mujeres increíbles, hadas diminutas, Indias deliciosas, tipos duros, tipos sensibles en su dureza, perros y gatos incluidos.
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