Fotografía de Jimena Marcos para
Temporada de setas
Hoy he terminado de leer la revisión editorial de Temporada de caza , título con el que cierro la trilogía Crímenes de temporada y con la que abandono el género de la novela negra de la mano del alter ego que creé para que me acompañara en este viaje tan emocionante como divertido.La primera entrega de la trilogía, Temporada de setas, en la que presento al inspector del grupo de homicidios de Valladolid, Iván Pinacho, se desarrolla en el imaginario paraje soriano Reflejo de Tera, inspirado en el pueblo de Soria en el que he creado una nueva familia, pues los amigos son la familia que uno elige, y allí tengo muchos y muy buenos amigos.
Temporada de setas fue mi primera novela y me sirvió para saltar del relato al genero que más acostumbro a leer, y en el que disfruto con grandes autores como mi amigo, el flamante premio Nadal 2024, Cesar Pérez Gellida, el impresionante Juan Gómez Jurado, la inquietante Dolores Redondo y otros muchos nombres que llevan acompañando mis lecturas desde que siendo muy pequeño descubrí la novela negra de la mano de mi padre y de Dashiell Hammett. De todas estas plumas he bebido y me he alimentado y todas ellas han rubricado mi trilogía sin saberlo.
Temporada de sustos (Los crímenes del Archivo) fue mi tratamiento para la ansiedad y la angustia que me produjo el confinamiento durante la pandemia de la Covid 19 y en ella, el inspector Pinacho caminó sin red con tanta elegancia como miedo por esa cuerda floja tendida a gran altura entre la legalidad y el servicio público y la ilegalidad y la maquiavélica distopia en la que convertí a España en las páginas de mi novela.
Con Temporada de caza, Pinacho vuelve a enamorarse, vuelve a jugarse el tipo por los suyos, vuelve a aceptar el funambulismo moral como parte del juego y se mete de cabeza en un verdadero avispero de clanes internacionales de la droga por proteger y ayudar a su amiga y compañera, la subinspectora Clara Nogueira.
A lo largo de esta trilogía he contado con el apoyo de grandes amigos y mejores personas, como la fotógrafa Jimena Marcos López, que aportó su cámara a mi primera novela, el pintor asturiano, Pepe García y su hija, la adorable Eva García que embellecieron mi obra con sus acuarelas e ilustraciones, mi querida Eugenia Rico, que tuvo a bien escribir el prólogo más hermoso que nadie podía haber escrito para una novela, el ya mencionado Cesar Pérez Gellida, quien apoyo mi trabajo con una recomendación impresa alentadora nacida del cariño, o el artista multidisciplinar y terriblemente creativo Pedro Luis Centeno, más conocido como Dieddro, que ilustra con acierto y un descomunal talento está última entrega. Los músicos y grupos musicales, Pablo Acebal, Darío Martín H, Ángel Levid, Cover Club y Cosmic Birds y el mismo Dieddro me regalaron su música en directo pues todos ellos aparecen en las paginas de los libros a lo largo de todo el trayecto literario. Los bodegueros Marcos Yllera y Pepe Martín Pahino aportaron sus vinos, que son los que bebe mi protagonista y Alfonso y Fermín, del Pide por esa boquita y Pablo y Almu, del Vayco Valladolid, cocinaron sus mejores tapas para las presentaciones inmersivas que acostumbro a ofrecer a mis lectores, endulzadas con el cariño, la verdadera amistad y los bombones de Rubén y Judit, de Dasilva gastronomía.
Jose Luis Pastor, director de la editorial Suseya ediciones, no dudó en apostar por mi y por mis empanadas mentales y se hizo cargo de la publicación de las tres joyitas y, mi queridísima Eva Melgar, tomó sin dudarlo el relevo de su prima mi admirada y respetada Paz Altés quien me enseñó en qué consistía escribir una novela y me ayudó a iniciarme en ello. Eva Melgar comenzó a ejercer a mi lado de editora profesional y a acompañarme a lo largo del proceso creativo de los tres volúmenes ayudándome a darle la forma adecuada.
Eva ha trabajado como editora profesional para un sello importante y además, al ser mi amiga no ha tenido ningún problema en empatizar con mis creaciones. Es una gran escritora y casualmente aunque ha deambulado por distintos géneros literarios, el negro es el que de hace un tiempo a esta parte se ha adueñado de su creatividad y tras devorar multitud de libros de los mejores autores el género, ha escrito un par de novelas que no tardarán en ver la luz y darán mucho de qué hablar.
Me siento muy afortunado por tener tantos y tan buenos amigos, por sumar cada vez más lectores y por las buenas críticas que he recibido hasta la fecha.
No puedo dejar de escribir, no puedo y no quiero hacerlo y no sé vivir sin escribir, pero haciendo caso de uno de los mejores consejos que se me han dado hasta la fecha, he comenzado a escribir tomando distancia con mi realidad y he terminado Incluso lo bueno, una novela ambientada en la guerra de secesión americana, que trataré de publicar no tardando, y estoy escribiendo Inocentes, la que creo que si alcanzo a hacerlo en condiciones, podrá ser mi mejor novela con diferencia.
Tengo imaginación y me considero un tipo creativo. Soy tan enamoradizo o más que el inspector Pinacho y el amor, sus mieles y su hiel, aderezan siempre mis textos. Leo a diario y trato de aprender que escribir es mucho más que esa necesaria catarsis personal en la que me refugio con cada letra que escribo. He aprendido que si me esfuerzo y trabajo duro, un día podré llegar a ser el escritor que me gustaría llegar a ser, y aunque me defino como el eterno aprendiz de escritor, no pienso tirar la toalla jamás.
Quizás un día consiga escribirme la vida perfecta, y escribírsela a la mujer que inspire mis textos más hermosos, pero de momento me conformaré con amar y ser amado en negro sobre blanco, y en hacer de ello el camino que quiero que me lleve a la felicidad.
foto de NatiHernandezfotografia para
La literatura salvavidas