sábado, 23 de marzo de 2024

Oscuras golondrinas


Puede que vuelvan a tu balcón, puede que equivoquen el camino y se pierdan sobrevolando el olvido. Pero esas oscuras golondrinas un día anidaron en mi pecho, y sus trinos pusieron la banda sonora en directo a la más hermosa de cuantas historias de amor llegué a disfrutar, a sufrir y a permitir que alimentara mi ilusión, mi creatividad y mi alma.

Al despertar a su lado me sentí poeta,  y corrí a imaginar versos en los que busqué la rima a sus caricias y los escribí con lágrimas al permitir que alguien mecanografiara FIN después de la primera estrofa.

Nunca llegué a decirle que poesía era ELLA. Ni siquiera cuando sonriendo después de enseñarme lo que significaba  hacer el amor, clavó su pupila en mi pupila azul y me dijo que me quería.

Y sí, soy escritor, me dejo llevar por ese rio de emociones que fluye a través de la palabra escrita y convierto mis sueños en declaraciones de amor de ciento ochenta páginas, en el poema que describe a la perfección la calidez de su alma y en el cuento perfecto en el que somos felices, me harto de perdices regadas con el mejor Ribera del Duero o con la más deliciosa y simbólica botella de Azpilicueta,  y me hago un bolso con la piel de la bruja que trató de arruinarnos la vida al ver que el espejito ya no supo mentirle y no le dijo que era la más bella del reino.

El violín de Ara Malikian acompaña las palabras que en boca del rapero rinden homenaje a Gustavo Adolfo, quien también debió de ser un PAS refugiado tras la pluma y el tintero. La música despeja la oscuridad que se cierne sobre mi cabeza y apaga los fuegos fatuos del sufrimiento perpetuo.

El eco del silencio que domina las noches en mi asteroide me taladra la cabeza tratando de gritarle a mi mente salvaje que no me preocupe, que no me asuste, que no desespere porque todo terminará llegando, incluso lo bueno.

Solo es cuestión de paciencia, de tinta y de folios en blanco.



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