Y como canta Pablo en esta versión de su tema Wonder girl, acompañado por las maravillosas voces de estas artistas vallisoletanas, la mujer hace cada día del mundo un mundo mejor.
Poco tengo que decir sobre el 8 M, pues aunque nos parezca mentira en pleno siglo XXI todavía hay que reivindicar cada día esa necesaria y lógica igualdad entre hombres y mujeres, y hoy es la fecha en que a muchos de esos ineptos que pretenden ignorarla, no les queda más remedio que escuchar los gritos de las mujeres que tratan de hacerse oír por ellos.
He crecido rodeado de esas actitudes conocidas como micro machismos, y aunque desde niño se me enseñó en casa a respetar y a valorar a la mujer de la misma manera que respeto y valoro al hombre, no puedo evitar haber nacido hombre en la década de los setenta y haberme formado y desarrollado en una sociedad machista.
No voy a aprovechar la efeméride de aquella huelga y aquellas manifestaciones de las obreras textiles norteamericanas del siglo diecinueve, para enarbolar una bandera que han sostenido manos mucho más validas que la mía, pero si para mostrar mi apoyo a las justas reivindicaciones de las mujeres que hoy saldrán a las calles a exigir lo que les corresponde por derecho.
Y no por ello pretendo ser más majete ni caer mejor, porque como ser humano que soy (por mucho que quisiera ser un gato) mi comportamiento y mis actos en el día a día definirán mi paso por este valle de lágrimas. No me define como persona el que hoy 8 de marzo me sume a las voces de mis amigas, mi pareja, mi madre, mis hermanas, mis compañeras de trabajo y en definitiva a las de todas aquellas cuyo cariño se conjuga en femenino y que saben que pueden contar conmigo los 365 días del año, me define el aprender de mis errores del pasado y actuar en consecuencia, respetando la igualdad de género cada segundo de mis vidas.
Hoy quizás tan solo puedo unir mi voz a las suyas con más fuerza, aprovechando que habrá mucho imbécil al que no le quedará más remedio que escucharlas.
Y no voy a entrar a valorar los increíbles y desastrosos errores de aquellos que han tratado de hacer del feminismo un campo de cultivo en el que cosechar votos para mantenerse en la poltrona, simplemente escribiré que la única manera de acabar con la violencia contra la mujer es educando en valores y castigando con mano dura y sin concesiones a quienes la ejercen.
Fuerza y honor,
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