Es complicado atreverse a creer que se es suficiente. Digamos que suficiente, como adjetivo es realmente complejo, porque uno puede ser suficiente en cuanto a contenido, en cuanto a valores, en cuanto al fondo y a la forma, pero a veces intentas ser suficiente para cubrir las necesidades propias, y las ajenas, y a eso hay momentos y circunstancias en que no puedes llegar, por mucho que te esfuerces.
Hay personas como yo, que nos sentimos mastines, protectores, caballeros andantes y quijotescos amantes que se ven en la obligación de cuidar del rebaño, y particularmente de esos ejemplares que nos roban el corazón y se nos antojan lo más hermoso de la creación (madre mía, yo que me paso las sesiones del taller literario corrigiendo relatos y pidiendo a los participantes que cuiden mucho los textos y eviten las rimas internas, y este último párrafo parece escrito en verso).
A lo que voy es que es desesperante intentar ofrecer a la persona amada ciertas cosas que exceden del amor y del cariño y que entran en categorías como la tranquilidad , la seguridad y otras cosas que realmente no están a nuestro alcance porque el mundo no se detiene, la rueda gira constantemente y nunca se sabe que coño va a pasar de repente, y no tenemos una barita mágica ni el control sobre el destino y las decisiones de los hados.
Obviamente daría mi vida por las personas a las que llego a AMAR (así, con mayúsculas), pero por mucho que me gustase no soy la solución a todos sus problemas y no puedo hacer más de lo que hago.
Una de las mujeres que más he querido y a quien asocio con las ilusiones perdidas, pues se me encoje el corazón y me sangra el alma cuando pienso en ella, me dijo una vez algo que me conquistó por completo y que me hizo pensar que era la persona que el destino había elegido para mi: "Eres suficiente". Y fui tan estúpido que me lo creí.
Pero un día se le rompió el amor y resultó que había dejado de ser suficiente para ella. Que o bien de pronto comprendió que en verdad aspiraba a mucho más, o que quizás se había extralimitado con su juicio sobre mi capacidad de satisfacer sus necesidades, sus deseos y sus ilusiones. Y me rompió el corazón en un montón de trocitos que esparció por el suelo al soplarlos con el beso con el que me dijo adiós. Y me ha costado mucho recoger los pedazos y recomponerlo. Mucho. Pero he conseguido hacerlo y he vuelto al combate sabedor de que quizás puedo ser suficiente para alguien en algún momento, pero no para todos en todo momento. Y que lo verdaderamente importante es luchar por ser suficiente para mi. Ese es el truco. Intentar cubrir mis necesidades emocionales y espirituales, pelear por alcanzar mis objetivos, por cruzar cada meta que me imponga y por regalarme la tranquilidad de espíritu que falte en mi vida cuando más necesito sentirme querido y menos se me quiere.
Qué difícil es esto de vivir, y que complicado encontrar a quien no solo te quiera mucho, sino que sepa quererte bien.´
Hoy me he levantado particularmente combativo y me he convencido de que mirar por mi, por mis ilusiones y por mis necesidades no es egoísmo, es tan solo supervivencia. Y voy a empezar a hacerlo.
Me he prometido dejar de perder ilusiones, y recuperar aquellas que se quedaron por el camino.
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