Siempre agradeceré el ser capaz de poder expresarme por escrito, de poder darle forma con palabras a lo que pienso, a lo que siento, a lo que me bulle en el cerebro, me late en el interior del pecho y me desborda el alma condicionando mi existencia. Siempre trataré de mejorar al sentarme ante un folio o ante el teclado de un ordenador. Pero aún me queda mucho por aprender.
Tengo a mi disposición multitud de recursos literarios, un buen número de puntos de apoyo en el verso y la prosa de autores de todos los siglos y la perfecta inspiración de cierta musa de ojos del color del sol que alimenta mi creatividad, mi vida, mi ilusión y mi esperanza en un mañana feliz lleno de folios en blanco para llenarlos con las metáforas que nacen de sus besos y de su mirada. Pero aún debo esforzarme en hilvanar correctamente las letras para tejer ese texto que cuando esté terminado hará justicia a lo que despierta en mi corazón y sabrá expresar de forma real, clara y sincera ese sentimiento al que siempre he querido cantar, pero no pasé de un ridículo tarareo.
Llevo mucho tiempo escribiendo, mucho. En ocasiones ser tan prolífico es contraproducente, pues si uno lo prolífico a lo confuso y lo desacertado de mis emociones en el pasado, me doy cuenta de que en muchos textos que escribí durante los años más difíciles no acerté al explicar el catálogo de sentimientos que trataba de exponer a mis lectores. Pero aunque sigo errando en la forma ya estoy seguro de acertar en el fondo.
En ocasiones cuando finalice un texto creyendo haber sido capaz de regalarle párrafos escritos por y para ella no me habré dado cuenta de haber suscitado una duda al excederme en los recursos. Con cada empírica declaración de amor por escrito estaré acercándome al texto ansiado. Ensayo error para llegar hasta ella, para lograr acariciarle el alma a kilómetros de distancia. La distancia. Esa distancia que al escribir disfrazo de social, de física, de impuesta, de obligada. Esa distancia que en la discreción de un texto que tan solo era un canto a sus labios y a mi nostalgia de ellos, sirvió para ratificarme que aún estoy lejos de lo que persigo como escritor.
Puede que llegue el día en el que consiga acompañar su desvelo en las noches más difíciles y que al releer las páginas que crearé para que se sienta feliz en negro sobre blanco, consiga dormir tranquila y segura, con la sonrisa en esos labios que me han vuelto loco, y liberada de las angustias y los problemas que han interrumpido su descanso. Y si consigo hacerlo, podré decir satisfecho que al fin soy el escritor que siempre he querido ser. Porque ahora sé que la literatura en mi tiene un único sentido, y no es otro que devolver a mi musa parte de lo recibido y aportarle lo necesario para que sus ojos siempre brillen y regalen vida pese a que las sombras del mundo pretendan adueñarse de lugares donde no han sido invitadas.
Y ya sabéis. En mi credo personal rendirse nunca es una opción y creo que ya he demostrado que no estoy dispuesto a tirar la toalla, ni a arrodillarme implorando clemencia. Prefiero equivocarme mil veces y morir en el intento antes de abandonar el deseo de ofrecerle lo que merece.
Y esta es la llama eterna que arderá en mi alma y se alimentará del oxígeno que me regaló al acariciarme y besarme por primera vez. En aquella ocasión estuve a punto de perder el sentido y ahora sé que lejos de perderlo, encontré el sentido a todo.
Se puede acompañar de cualquier adjetivo, pero la distancia siempre será distancia y todo lo que me separe de ella merecerá cuando menos mi desprecio y mi repulsa.
Llegar hasta sus labios sorteando los obstáculos más peligrosos que el destino juguetón quiso añadir al camino, ya fue de por si bastante complicado, pero soy peleón y en mi credo personal rendirse nunca es una opción, por lo que a base de esfuerzo y de ilusión conseguí hacerme con ese fabuloso premio de su boca.
Al probar el nectar que guarda en la bodega de su sonrisa descubrí que mi vida ya tenía sentido, y al hacerlo me volví irremediablemente adicto a sus besos. Y sé que no habrá tratamiento ni terapia que me pueda desenganchar de ella porque soy el más feliz de los yonkis, y cada vez que me besa me santiguo agradeciendo a Dios el haberme permitido disfrutar de una nueva dosis.
Pero los hados siempre encuentran la manera de enloquecer y desesperar a los mortales, y al ver que yo había sido capaz de esquivar sus trucos y de superar las dificultades, se inventaron una nueva estratagema y la disfrazaron de virus extremadamente contagioso del que solo escaparíamos al evitar cualquier tipo de contacto estrecho, y al respetar lo conocido como distancia social. Lo que no saben es que no me importa lo más mínimo contraer el mal que pueda matarme, porque vivir sin saborear sus labios y sin sentir sus caricias es ya la peor y más dolorosa de las muertes, y que además, me consta que nada malo vendrá de ella y que nunca encontraré en sus besos algo que pueda perjudicarme, pues aunque en el pasado hubo otras bocas cargadas de engaño, de mentira, de veneno y de traición, la suya solo alberga verdad, sentimientos hermosos y placer, y no voy a renunciar a ella, aunque se me amenace con la muerte. Morir es permanecer a distancia de lo que más me gusta y lo que más necesito. De lo único que me permite abrir los ojos cada mañana, respirar y desear seguir vivo. Morir es pretender subsistir sin besarla. Agonizar es la distancia, la distancia de ella. Querido destino, por favor, entiéndelo y no te lo tomes como algo personal, pero si me privas de sus besos me estarás forzando a renunciar a tu juego y a maldecirte por siempre. Volveré una vida tras otra para reivindicar mi derecho a amarla y a ser amado. Resurgiré de mis cenizas para intentar conquistarla y llegar de nuevo a su boca. y sobornaré a Caronte para que me cruce la laguna Estigia una eternidad tras otra escondido en su barca y así poder besar cada día por última vez a la mujer más bonita a la que he besado nunca. Y moriré dichoso para resucitar al momento, y volver a besarla para morir dichoso y resucitar al momento, y volver a besarla. Y volver a besarla y a morir y a resucitar y volver a besarla.
Porque si no la beso no tengo nada, no quiero nada, no me sirve nada, no espero nada y nada me hará feliz...tan solo su recuerdo.
A veces la más bella esgrimista dialéctica se divierte jugando con las palabras y de uno de sus lúcidos y acertados momentos de diversión, surgió este relato, al darle una vuelta al título de una de mis novelas que en breve abandonará su lugar en el baúl de las novelas inconclusas. Espero que os guste. Que le guste. De su inspiración nacen los pasajes más hermosos.
El banco de las almas errantes
Los niños de la pequeña capital de provincia se aseguran siempre de que sus juegos terminen antes de la caída del sol y de esa manera poder abandonar el más conocido parque de la ciudad sin aventurarse a un encuentro que podría helarles la sangre. Una vez se han cerrado las puertas de acceso, la ciudadanía abandona allí a su suerte a patos, cisnes, ardillas y pavos reales. Los animales no temen encontrarse con presencias del más allá y agradecen que la leyenda del banco de las almas errantes se haya extendido entre la población librándolos de esa forma de la moleta presencia humana durante al menos las noches.
Iker Jimenez y el equipo de su programa rodó allí un capítulo que batió records de audiencia y desde la noche de su proyección la policía municipal vallisoletana ha tenido que intervenir en numerosas ocasiones para desalojar del "Campo Grande" a intrépidos cazadores de fantasmas, exorcistas de andar por casa y buscadores de adrenalina a cualquier precio.
Según los ancianos del lugar, en junio de 1936 un cadete de la Academia de Caballería se enamoró de una hermosa pelirroja que acudía al parque vecino al castrense edificio para pasear junto a su perrita cocker y charlar con algunas madres que pasaban allí la tarde vigilando los juegos de sus criaturas. Al principio coincidieron en momentos puntuales y aunque ambos se percataron de inmediato que el destino había decidido cruzarlos por una poderosa razón, intentaron evitar pasar de los educados y formales saludos. Pero el amor es poderoso y una tarde los astros se alinearon y durante un concierto de la banda de música municipal en la Pérgola del parque, él se armó de valor y se aceró a invitarla a bailar. Bailaron un vals manteniendo la distancia de seguridad entre sus cuerpos, pero al mirarse fijamente a los ojos durante los compases finales de la pieza, de alguna manera sellaron un acuerdo de mutua adoración para el resto de sus días.
Acostumbraban a citarse en un pequeño banco de piedra junto al estanque abarrotado de patos y cisnes donde el barquero de la villa paseaba en su elegante barcaza a los niños de las familias pudientes a cambio de unas monedas. Durante esos encuentros cada dos días siempre que él estuviese libre de servicio o no fuera arrestado con cualquier excusa de un superior, ambos se miraban a los ojos, se acariciaban y se besaban con cuanta contención y discreción les permitía su amor y hacían planes de futuro. Él quería terminar su formación, recoger su despacho de oficial y poder ofrecerle a ella una vida digna, pero ella, mujer adelantada a su tiempo, instruida culta y con aspiraciones, ya se había ocupado de labrarse un prometedor porvenir como experta en arte para una importante galería y no necesitaba nada de él más que a él. El tímido y rubio alférez de caballería había conseguido acariciarle el alma y con eso era suficiente. Él era suficiente.
En Julio estalló la guerra más desoladora que puede afectar a un país, una fratricida guerra civil y los alumnos de la academia fueron movilizados por el bando nacional.
Antes de ser enviado al frente junto a su regimiento, pudieron encontrarse por última vez en el banco donde se prometieron que pasara lo que pasara, sus almas siempre estarían juntas. Y después de un abrazo largo, cálido, inmensamente tierno y muy sincero, se besaron en los labios sin saber que nunca volverían a hacerlo.
Poco más de un año después ella recibió la noticia de que su amado había caído en combate durante una carga a caballo a las afueras de Toledo y presa del dolor acudió al banco de sus citas a tratar de exprimir los más bellos recuerdos junto a él. Pero él ya no llegaría nunca a la hora convenida.
La hermosa pelirroja de ojos del color del sol siguió acudiendo fiel a su banco dos veces por semana durante el resto de su larga vida llena de éxitos profesionales y personales, y cada vez que abandonaba el banco de los románticos encuentros con el único hombre al que amó de verdad, dejaba allí una flor, un diente de león que le recordaba la aparentemente imposible fuerza y decisión del rubio oficial de caballería.
Ella falleció a principios del siglo XXI y desde el día de su fallecimiento, primero el barquillero del parque, después el hijo del primitivo barquero que había dejado la plaza de marino de agua dulce a su linaje y después los empleados municipales de jardinería y del servicio de limpieza, comenzaron a relatar hechos asombrosos y fantasmagóricos.
La presencia de dos figuras humanas abrazándose junto a un banco del parque era habitual dos veces por semana al caer el sol y algunos que pudieron presenciar las apariciones llegaron a contar a quienes quisieron escucharlos que incluso habían oído la voz de un hombre que de forma amartelada decía, "solo sé una cosa, te voy a querer el resto de mis vidas".
Hermes sale de la peluquería tan apenado como satisfecho. La necesidad de cambiar de imagen para evitar ser reconocido le llevó a pedir un sencillo y radical corte militar que lo despojase de su rubia melena. Y en efecto, parece otro.
Dentro de su necesario camuflaje para mimetizarse entre la muchedumbre que abarrota la calle Preciados de Madrid, renuncia a su elegante y entallado traje negro de Armani y lo sustituye por algo mucho más informal y discreto, unos vaqueros pitillo conjuntados con una camisa lavada a la piedra y una parca azul con borreguillo, calentita y nada llamativa. Además esta prenda es perfecta para disimular la funda sobaquera de la que pende la Star semi automática de 9mm que desde la noche anterior forma parte indispensable de su indumentaria. No suele ir armado, excepto cuando él mismo debe ocuparse de un objetivo, pero por norma el trabajo sucio lo realizan otros y Hermes tan solo debe señalar el blanco a eliminar. De un tiempo a esta parte, desde que conoció a la mujer más increíble del mundo, digamos que evita la opción final como solución a los conflictos internacionales que el estado español le ordena zanjar de forma completamente aséptica. Sabe que ha perdido decisión a la hora de sentenciar a muerte a quien no atiende a razones, pero es que desde que se mira en esos ojos del color del sol que lo han vuelto loco, se apiada con mucha más facilidad de las personas que pocos meses atrás apenas habrían tenido la más mínima opción de seguir respirando un par de horas tras recibir su visita, Y es que ahora trata de ser el mejor hombre que pueda llegar a ser para poder ofrecerle a la preciosa pelirroja que se ha instalado en su alma la mejor versión de si mismo y poder así aportarle algo a la altura de lo que merece.
El más eficaz agente secreto que jamás tuvo un gobierno democrático se ha enamorado, y al ser un hombre tan racional como inteligente, sabe que este hermoso sentimiento le terminará costando la vida. En su trabajo es mil veces mejor ser afortunado en el juego. Para su propio asombro, de un tiempo a esta parte la habitual fortuna en los juegos de azar a los que suele entregarse como tapadera durante las vigilancias a los diplomáticos que utilizan los casinos para reunirse con los agentes de inteligencia a los que venden secretos de estado a un precio tan alto como sus avariciosas almas puedan conseguir, lo ha abandonado sin miramiento alguno. Desde que accedió a sus labios y a sus caricias, la suerte en el naipe decidió apoyar a otros jugadores.
No tarda en identificar al hombre al que el alto mando le ha ordenado quitar de en medio pese a su negativa inicial. Una vez más se evitará un conflicto armado entre su país y una nación vecina con la que durante siglos la paz se ha considerado el menor de los males. La ejecución del más ambicioso y despiadado tiburón de las finanzas con pasaporte diplomático que cruza continuamente la frontera intentando chulear al ministerio de exteriores español cuanto puede en las negociaciones de alto nivel, supondrá un periodo de calma para el IBEX 35.
Sigue al objetivo que le señalaron la noche anterior de entre los negociadores de la mesa de reuniones en la embajada hasta el hotel de lujo en el que se aloja durante sus estancias en la capital, y espera unos minutos asegurándose de que haya llegado a su habitación, donde será sencillo obsequiarle con un proyectil made in spain.
El avaricioso blanco seleccionado por inteligencia militar no sabe que ha vuelto a nacer. Antes de perder el control de los esfínteres al sentir el cañón del arma sobre su nuca, escucha a Hermes decir en voz queda, "en circunstancias normales ya estarías muerto, pero voy a darte una opción para que conserves tu existencia de sanguijuela".
Tras escuchar una oferta que no puede rechazar, el asustado hombrecillo asume que su vida de negociador terminó en esa habitación de hotel y de que es un tipo al que el destino le ha concedido una segunda oportunidad. Lo que no sabe es que ese destino se inclina ante una belleza de ojos del color del sol y sonrisa arrebatadora que ha conseguido devolver la humanidad al corazón de Hermes.
La vida sigue para todos hoy. Mientras acude en busca de la mujer que ama, Hermes agradece a los hados el haberla conocido y a raíz de ello, el haber podido comenzar a dormir sin sentir angustia y constante remordimiento. Ella lo redime de todo y le ha demostrado que siempre hay una luz al final del túnel, incluso de los túneles que Hermes suele cruzar en un viaje sin retorno.
Ayer alguien muy especial me emocionó con sus palabras al referirse a ciertas manchas en mi jersey como a medallas a la ternura, pues esos lamparones en los que no había reparado llegaron a la prenda mientras preparaba el desayuno de mi hermana pequeña. No pudo ver mi rostro porque esto me lo dijo a través de un mensaje telefónico, pero cuando leí esa expresión para hablar de las manchas que me avergonzaron al no haberlas descubierto a tiempo de limpiarlas y presentarme ante ella en perfecto estado de revista (pues cada vez que la veo para mi es siempre una primera cita) una furtiva lágrima como aquella que escribió Donizetti para El elixir de amor acudió a mis ojos. Me emocionó su ternura, su comprensión, su espontaneidad y la hermosura de la elaboración de sus metáforas.
Y es que ella me emociona siempre porque es tan especial, que imprime su sello a todo lo que hace y dice. Y puedo reconocer en la estela de su paso la belleza con la que he soñado al escribir una historia de amor en mis textos y poemas. Y es que la humanidad en su prepotencia y su osadía ha preferido renunciar la esencia del verdadero amor , pero yo no renuncio a este sentimiento porque a veces, en muy pocas ocasiones nos encontramos con alguien que aún conserva ese don tan singular, y camuflado entre el gentío circula por el mundo haciendo de todo lo que le rodea un canto a la vida y a la ilusión. A veces no nos damos cuenta y tenemos la inmensa fortuna de cruzarnos con las mejores personas que el destino permite cruzar en tu camino. Y ella es sin duda la persona de la que me siento más orgulloso de haber podido conocer.
¿Cómo no amarla?
Conocerla me ha llevado a caminar sin red sobre el alambre de la superación personal, pues a su lado soy consciente de mis imperfecciones, de mis defectos, de mis limitaciones, pero soy feliz al tratar de superar mis taras sin miedo a caer al vacío, pues sé que su sonrisa y sus ojos del color del sol han tendido una red donde me recogerá si caigo, y gracias a esa red podré disfrutar de una nueva oportunidad para intentar hacerme merecedor de una vida digna. Y de su amor.
Ayer volví a darme cuenta de lo afortunado que soy al poder acercarme a sus labios. Ayer supe que que mis deseos han sido concedidos y que los hados decidieron compensar mis noches más oscuras y mis días más tenebrosos con la presencia de una mujer que es verdaderamente humana en el sentido más amable de la palabra, pues precisamente por lo singular de su ser, posee lo que se consideró desde el principio de los tiempos verdadera humanidad. Y esa particularidad tan escasa como original se percibe a través del aura más luminosa e intensa que he podido sentir jamás en alguien de mi especie.
Ayer esta preciosidad de alma pura me impuso en el pecho dos medallas a la ternura, y en el corazón una condecoración que jamás soñé poder alcanzar, el cariño más sincero de un ser tan sumamente especial. Trataré de hacerme merecedor de estas distinciones y de no decepcionarla jamás, porque sé que si un día llegase a fallarla, me estaré fallando a mi mismo, a mis principios, a mis creencias y a mis valores. Y es que emulando a Calixto en su adoración casi sacrílega por Melibea, ella soy, en ella creo y a ella amo.
Los asiduos a este blog no necesitáis que os recuerde que siempre me he declarado shakesperiano y que desde hace muchos años me entregué por completo a la obra del bardo inmortal. Para mi, Hamlet sea seguramente el mejor ejemplo de perfección literaria, pero claro, para gustos los colores y siempre habrá quien pretenda encontrarle fallos a este texto que considero absolutamente perfecto en su complejidad, en su trama y en la impresionante elaboración y definición de los personajes.
Shakespeare me parece el mejor escritor de la historia y aunque en ocasiones he encontrado alguna dificultad al leer su dramaturgia más densa, sin embargo me he sentido arropado y mecido entre sus brazos al enfrentarme a la lectura de La excelente y lamentable tragedia de Romeo y Julieta , que es el título original del impresionante drama conocido comúnmente como Romeo y Julieta.
Shakespeare bebió de la tradición de los grandes romances trágicos escritos ya en la antigua Grecia muchos siglos antes y a fuerza de leer y documentarse para su obra, llegó a ciertos cuentos italianos en los que podemos encontrar no solo los inconfundibles nombres de los amantes, la ciudad donde se ubica la tragedia o los apellidos de las dos grandes familias, sino elementos narrativos como la boda secreta, el veneno, el fraile bondadoso y otros muchos andamios con los que Shakespeare edificó su obra.
Pues bien, me he propuesto escribir un texto que rivalice en belleza y en sentimiento con los versos más conocidos de esta tragedia, y que pueda incluso superar en romántico sentir y en descarnada verdad a la declaración de Romeo de su amor por Julieta, Por supuesto no sueño en rivalizar con Mister William en calidad literaria (no se me ha ido la cabeza del todo...aún), pero sí creo poder sostener el pulso en cuanto a dar forma escrita a todo lo que la persona amada despierta en el corazón y es capaz de inspirar, porque a mis 47 primaveras el destino ha querido bendecirme con la llegada de la más adorable musa capaz de inspirar en mi las palabras más acertadas. Y puede que su venida tuviese este sentido, el dotarme de la fuerza, el deseo y la inspiración suficiente para convertir en un texto que me transcienda, todo lo que me colma el corazón y el alma desde que descubrí sus ojos del color del sol.
Y si al terminar ese texto debo enfrentarme a lo imposible de una vida sin ella, en la que no podré compartir futuro, amor y felicidad, sabré escoger con acierto entre el veneno que me retire del sufrimiento al asumir el fracaso, o la hoja de la daga que me atraviese este corazón rendido a la belleza de su sonrisa, a lo cálido de sus besos y a la magia de sus caricias.
Y es que todo termina llegando...incluso lo bueno.
Marcos era un tipo ambicioso e inconformista y siempre se había negado a seguir los
pasos de su hermano mayor, quien, tras más de quince años de formación, terminó
trabajando en la correduría de seguros de su padre.
Cultivó su cuerpo y su mente desde muy joven y a sus treinta y dos años era un
fornido rompecorazones, acostumbrado a conseguir cuanto se le antojaba. Bien de
una forma o bien de otra.
Al abrirse el semáforo, cambió rápidamente a segunda y
aceleró fuerte para pasar a tercera al escuchar rugir el motor. El bólido le
pedía que fuese subiendo de velocidad en la recta de la avenida principal de
aquella zona otrora marginal y problemática, pero que desde el boom de la
construcción y con el vertiginoso crecimiento de la ciudad, se había convertido
en una zona residencial bien comunicada. Contaba la zona con todos los
servicios para que el precio de la vivienda en ella se disparase como un
subfusil ametrallador, una de esas Uzis israelíes
disparando en modo ráfaga.
Al llevar la capota levantada, sintió como le golpeaban la
cara el aire y las miradas de envidia de aquellos vecinos que nunca apostaron
un euro por él y que ahora matarían por ocupar su asiento en aquel bólido. Bajo
las caras gafas de sol de marca que cubrían gran parte de su rostro, el orgullo
se adueñó de la expresión de su mirada.
Redujo con un suave toque de la palanca de cambios y frenó
a tiempo para detenerse ante el paso de peatones donde aguardaban prudentemente
una madre y su hija que agarradas de la mano se habían detenido al verle
acercarse a lo lejos. Tras frenar galantemente, les sonrió y les hizo un gesto
con la mano indicándoles que podrían cruzar sin riesgo alguno. Ello le hizo
merecedor de una sonrisa de la preciosa pelirroja que acompañada de la pequeña
cubrió casi a paso ligero la distancia hasta la acera del otro lado de la
calzada.
Durante una fracción de segundo, se planteó aparcar en el
primer hueco libre y buscar a aquella belleza en el parque infantil vecino,
pero el destino quiso que las cosas se torcieran y no hubiese tiempo para
perderlo en amoríos. Un coche patrulla de la policía nacional se detuvo justo a
su lado y el agente que conducía el Zeta,
atraído por el deportivo que aguardaba el paso de las peatonas.lo miró de arriba abajo y al
reconocerle, encendió las sirenas del patrullero.
Sin dar opción alguna a la policía, salió de allí a toda
velocidad y el deportivo descapotable de tapicería de cuero, le demostró de que
estaba hecho su interior. Los más de trescientos cincuenta caballos del motor de
ocho válvulas galoparon sobre el asfalto dejando atrás a los uniformados, que
lejos de tirar la toalla, emprendieron la persecución mientras pedían refuerzos
por radio.
Al ver que lo seguían a lo lejos y sabedor de que en breve
otros coches patrulla se unirían a la persecución, tomó la primera salida hacia
la autovía del Mediterráneo y se dispuso a vender cara su vida. De la guantera
extrajo la Piettro Beretta de 9 mm con cargador para quince proyectiles y la
amartilló soltando para ello el volante durante un par de segundos. Los
suficientes para que una moto se incorporase desde la calle contigua y no
pudiese esquivarla.
Al impactar contra ella, el cuerpo del piloto salió
disparado destrozando el parabrisas con el impacto y poniéndolo todo perdido de
sangre.
La elegante tapicería de cuero blanco se arruinó por
completo y Marcos perdió el control del descapotable que fue a estrellarse
contra el quitamiedos y dio cinco vueltas de campana.
Menos mal que el cinturón de seguridad y el airbag del conductor
cumplieron con su cometido y cuando llegaron los primeros coches de policía,
todavía pudo recibirlos a balazos, parapetado tras los restos del coche que
habría de sacarle del barrio que lo vio nacer y transportarlo hasta donde sus
sueños quisieran llevarlo. Honorio, el napolitano que había diseñado el golpe, le
había avisado del peligro de llamar la atención cuando repartieron el botín del
que fue el atraco más importante que se había realizado con éxito en España,
pero él no le hizo caso y creyó que con la cantidad de vehículos de alta gama
que estaban comprando constructores y promotores inmobiliarios, el suyo pasaría
prácticamente desapercibido. Nunca había sabido controlar sus caprichos y este
lo iba a llevar a la cárcel. O al cementerio.
La primera bala lo alcanzó en el pecho y le hizo gritar de
dolor. Dolía. Dolía mucho más que lo que le habían contado otros miembros que
se unieron a la banda tras haber luchado como guerrilleros en la guerra civil
de su país de nacimiento, la antigua Yugoslavia.
Iba a morir, pero prefería terminar allí que envejeciendo
en una cárcel donde seguramente se convertiría en el juguete sexual de alguno
de los reclusos. Su cabello rubio, su piel blanca, sus ojos azules y su rostro
aniñado serían un reclamo para aquellos desaprensivos que decidiesen saciar sus
apetitos sexuales con el recién llegado.
Un agente de los GEO
aparecido como por arte de magia lo encañonó con su subfusil y le gritó que
tirase el arma.
Marcos hizo un rápido repaso de su vida y tras recordar la
cara de su madre, la única mujer a la que había querido de verdad, echó un
último vistazo a los restos de aquel coche que, durante unos días, lo había
hecho sentirse un triunfador en la vida. Después, levantó la automática hacia
el agente del grupo de operaciones especiales y todo terminó para él. El juez
ordenó el levantamiento del acribillado cadáver de Marcos apenas una hora
después
Una grúa municipal llevó el vehículo destrozado en el
accidente al desguace del depósito.El
funcionario que se ocupó de recibir ese envío, le puso la etiqueta que
autorizaba la completa destrucción del deportivo para extraer las piezas que
aún pudiesen ser de alguna utilidad, pero al quedarse solo, la cambió por la de
“vendido” y se hizo con las llaves. Tras años de trabajo en el taller de
reparaciones de Mercedes, había conseguido ese puesto cómodo y aburrido para la
administración local, pero aún conservaba sus habilidades como mecánico. Desde
que era un niño, siempre quiso tener un deportivo elegante y descapotable, con
la tapicería de cuero blanco. Un modelo de esos que despertase la envidia de
todos los que al verlo circular por las calles del barrio comprendieran que lo
había conseguido, que había triunfado y que pronto se marcharía de allí para no
volver jamás.
Los faros delanteros del accidentado vehículo se iluminaron
unos segundos como por arte de magia y dentro del capó, se escuchó algo
parecido a una risa demoniaca. Aquel capricho de la automoción, acababa de
conseguir otra alma.
Imaginad una
mañana de finales de noviembre. Una mañana de comienzos de invierno, hace más
de veinte años. Pensad en la cocina de un viejo caserón de pueblo. Su principal
característica es una enorme estufa negra; pero también contiene una gran mesa
redonda y fue precisamente sobre esa mesa, sobre la que la hice mía por vez
primera. Acababa de
regresar del establo, de encerrar al noble potro pinto que había elegido ella
misma para montar mientras yo terminaba el artículo que debía entregar al jefe
de la redacción esa misma noche. Con los pantalones de montar, las botas y el
largo cabello pelirrojo recogido en una coleta, estaba preciosa. Había venido
a pasar el fin de semana conmigo, de visita informal. Era una compañera del periódico
con la que había comenzado una amistad con visos de convertirse en otra cosa
mucho más interesante pero jamás había pensado que fuésemos a dar el salto de
aquella manera. Cuando entró
en la cocina, donde yo acostumbraba a escribir al amor de la vieja
estufa, mis ojos no pudieron apartarse de los
suyos, tan verdes, tan hermosos, tan llenos de vida. Ella interpretó a la
perfección mi mirada y sonriendo se acercó hasta mí y antes de que pudiese
pronunciar palabra, sus labios se posaron en los míos y su lengua comenzó a
abrirse paso en mi boca. Al
estrecharla entre mis brazos, sentí los frenéticos latidos de su corazón y los
acompasé con los míos propios, que habían alcanzado su mismo grado de
intensidad. Mi mano izquierda dibujó un corazón en su espalday mi mano derecha se entretuvo deshaciendo su coleta y solté aquella melena que me cautivó desde el primer día en que
coincidimos en el despacho del director. Lo demás fue la crónica de una muerte
anunciada. Tras
derribar cuanto había sobre la mesa, sin importarme que el ordenador pudiese
estropearse con el golpe y perder el artículo aún por terminar, la coloqué en
su lugar. Le ayudé a despojarse de la blusa con impaciente deseo. Al terminar de hacerlo, la arrojé sobre la sillamás cercana, ella hizo lo mismo con
mi suéter y, nos regalamos cientos de apasionados besos. El tiempo se me hizo
eterno hasta que conseguí quitarle las altas y engorrosas botas, no había forma
de terminar de desnudarla con ellas puestas. Mis zapatos
volaron hasta el extremo opuesto de la cocina y tras ellos, los pantalones. La vida da muchas, muchas vueltas; tantas, que si no te agarras bien en las
curvas puedes salir despedido. Y a punto estuve de estrellarme contra el muro
de mis principios morales al reparar en el enorme anillo de pedida que adornaba
el anular de su mano izquierda. Al preguntarle por él, respondió de forma
nerviosa y confusa, lo que me dio a entender que yo no era más que un recuerdo
o una muesca para la culata de su revolver emocional.Una gélida mañana de comienzos de
invierno puede convertirse en el día de calor más intenso y una anodina
relación laboral, en la historia de amor más hermosa sobre la que escribir la
novela perfecta, pero en esta ocasión a punto estuvo de convertirse en la
historia más vieja del mundo y sobre ella hay demasiados libros y multitud de
canciones y películas. Emma puede
que se termine marchando de mi vida, como sus otras cincuenta predecesoras en
mi corazón, pero lo que no se irá nunca, es el recuerdo de sus besos, el aroma
de su perfume y la profunda huella que me ha dejado en el alma. Y su forma de
respirar en mi oído y de decirme que soy suficiente.
Hermes se levanta de la mesa de reunión exhibiendo su encantadora sonrisa y estrecha las manos de los diplomáticos que han participado en el encuentro. Uno a uno los va marcando con el contacto y la mirada y al hacerlo se siente como un Cesar en el coliseo. La intensidad de apretón de manos a cada uno de los que se la tienden le recuerda inconscientemente a aquel que dependiendo de la inclinación de su pulgar decidía entre la vida y la muerte.
El estado español había vuelto a enviar a su mejor y más completo diplomático a tratar un asunto de vital importancia para la comunidad internacional. Aquel servidor público de rubio cabello recogido en un moño alto, tatuajes en los brazos y piernas ocultos por un ajustado traje negro de Armani, y vacíos agujeros en lóbulos, ternilla, ceja y nariz que en ocasiones cubre con aros de plata o pequeños y solitarios brillantes, es mucho más que el mensajero de los dioses y el negociador del estado.
Hermes consiguió decidir su futuro durante los años de formación en las distintas academias militares y policiales, tras haberse doctorado en Historia y en Filología Hispánica. En un tiempo todo era rápido, todo debía hacerse con prisa, todo era fugaz y ardía con velocidad, pero esa misma aceleración constante que terminó costándole lo que más quería, casi lo lleva a la muerte y al despertar confuso y dolorido en la cama de la UCI de un hospital, decidió frenar y olvidarse de la velocidad como forma de vida. Durante el tiempo que pasó enchufado a distintas máquinas en estado de coma, realizó un interesante viaje interior que lo acercó peligrosamente a los dominios de Hades, pero del que regresó más sabio, más prudente y mucho más ingenioso aún de lo que era de por si. Se le concedió la vuelta, el despertar, el manejo de la palabra y la oportunidad de encontrar aquello que siempre había buscado y que consiguió identificar en los ojos del color del sol que luce la mujer más increíble de cuantas ha conocido jamás. Pero a cambio los dioses le impusieron el castigo de tener que someterse a diario a un férreo dominio de las emociones, al freno de su naturaleza impulsiva y a largos periodos de introspección en los que identificar los errores y las posibles soluciones.
Al reincorporarse a su formación como agente secreto del estado español, concluyó su adoctrinamiento en la unidad de información y relaciones diplomáticas, trabajando la templanza, la paciencia y el ingenio. Fue sin duda el mejor de su promoción y los mandos disfrutaban al ver con que parsimonia podía poner fin a una guerra geo política en el tercer mundo, mientras con un simple guiño de ojos o un apretón de manos decidía que blanco sería eliminado sin compasión para que una vez más el fin justificase los medios. Y todo lo hacía con calma, con cabeza y con corazón.
Hermes se convirtió así en una pieza clave del juego de poder en el que España había recuperado posiciones.
Al abandonar en helicóptero el palacio de congresos del país sudafricano donde Naciones Unidas decidió reunirlos, escucha la tremenda explosión del pequeño misil lanzado por el dron que han enviado los oficiales de inteligencia, quienes al identificar las señales estipuladas por la intensidad de los saludos de despedida al haber podido ver y grabar la reunión gracias a la cámara oculta en las gafas de sol de Hermes sujetas por una patilla del cuello de la impecable camisa blanca, eliminan los objetivos señalados para mantener la paz y la estabilidad en el mundo. Y para defender los intereses de España.
He vuelto a disfrutar de un hogar y a asegurar los pies en el suelo porque agarrado a tu mano no volveré a caer. Mi hogar eres tu, y está allí donde tu estás.
Como canta Mikel Izal, desenvuelvo nuevos recuerdos que aún no tengo, pero que me regalas cada día, cada noche, cada segundo que se me ha concedido en esta segunda temporada para disfrutar de ti y dejo atrás los viejos malos sueños, dejo atrás un pasado turbio, un montón de dolor y de desengaños, de fracasos y de continuos errores, porque eso ya se conjuga en pretérito y ahora solo hablo, vivo y amo en presente y en futuro, el pasado lo he enterrado bajo un túmulo decorado con dientes de león y otras flores pequeñitas y simbólicas.
He encontrado algo mágico pero real al tiempo y al fin puedo abandonarme a vivir lo que siempre soñé porque llevo soñándote todas mis vidas, y el destino permitió que nos encontrásemos un 24 de julio durante el concierto de alguien que solo me aporta belleza y amor, y entre toda esa belleza y todo ese amor tenías que aparecer tu, que eres la personificación de ambas cosas. Y junto a los amigos presentes en el concierto y que me ayudaron a llegar a ti, te hiciste hogar.
Desde aquella noche hemos ido construyendo el más maravilloso de los espacios, porque juntos creamos el lugar donde poder mirarnos a los ojos sin más preocupación que los incómodos parpadeos que interrumpen ese momento de adoración, en el que soy feliz al bañarme en la luz que desprenden tus ojos del color del sol.
Por primera vez en mis vidas me hinco de rodillas para agradecer a los hados el haber mezclado materia, polvo de estrellas y esencia divina, y haberme asignado una casilla en ese tablero de juego donde los dioses se enfrentan en una eterna partida y que los mortales llamamos existencia.
Me culpo por mi confuso pasado desde las alturas donde ahora se encuentran mi conciencia y mi razón y trato de que todo ese bagaje personal, del que apenas rescato media docena de sonrisas y un centenar de libros, sirva al menos para decorar este hogar donde has plantado tu bandera y donde desde luego eres la reina, la única diosa y la melodía que embellece el silencio de mi espíritu asustado.
Gracias, eterna, gracias por haber llegado, por haberte detenido a mi lado, por haberme acariciado como nadie me acarició jamás y por haberme llevado al límite al posar tus labios sobre los míos. Gracias por inspirarme las frases más hermosas y los más hermosos deseos. Gracias por ser y estar, pese a que creía que nunca conjugaría el verbo to be de esta manera tan especial.
Pongo mi mundo en tus manos y mi ilusión en tus brazos, pero por favor, no te sientas responsable si en algún momento te vence el peso y permites que se caigan, porque estos son los únicos regalos que puedo hacerte ahora para completar y decorar el estuche forrado de terciopelo negro donde he guardado todo mi amor para que lo dejes sobre tu mesilla de noche y lo abras cuando te apetezca. Y cuando te apetezca lo bebas a sorbitos o de un trago, como prefieras.
Mi hogar está entre tus brazos y allí quiero que entierren las cenizas de esta increíble historia si un día decides que mi literatura no está a la altura de tus sueños.
Pero mientras tanto prometo disfrutar de cada instante compartido, de cada roce, de cada fantasía y de cada realidad.