domingo, 15 de enero de 2023

Lentamente


 Hazlo, por favor. Y que no te tiemble el pulso. Esto no será en absoluto un crimen, será un acto de amor porque muero lentamente entre terribles sufrimientos, y cada día me desangro en las lágrimas que no puedo contener. Así que por favor, si alguna vez me quisiste, y me consta que así fue, mátame rápidamente y permíteme escapar de esta condena. Apoya el cañón en mi frente y aprieta el gatillo con la certeza de que estarás realizando una buena obra, sin duda una acción terriblemente compasiva pues se me ha llenado de llagas el corazón y no te imaginas cuanto sufro cada vez que cierro los ojos y mi inconsciente te busca.

No te preocupes, digamos que tu colaboración será una suerte de eutanasia, la más generosa de las respuestas a mi llamada de auxilio y a mis súplicas implorando clemencia, pues me desgarran la carne los recuerdos de las noches a tu lado, y me arden en la piel los restos de tus caricias. Será un acto de suprema bondad , de infinita generosidad y de extrema dulzura. Así lo comprenderán quienes deban juzgarte en la tierra y en el cielo, y te prometo que nadie podrá acusarte de mi muerte, porque llevo muerto mucho tiempo ya, y ningún juez se ha personado para certificar la defunción, firmar docenas de tristes y fríos papeles que obvian el verdadero motivo   ni  ordenar el  levantamiento del cadáver. Morí el día en que cortaste el hilo rojo que unía nuestras almas y me abandonaste tras besarme por última vez. Y en ese mismo instante supe que había muerto porque una vida sin ti es la mayor de las tristezas, un desierto abrasador, una ciénaga insalubre infestada de caimanes, un precipicio infinito. Todo ello incompatible con la vida. Al menos con la mía.

Si he de subir al parnaso quisiera alternar con todos esos poetas que cantaron al amor a lo largo de los siglos. Y pedirles explicaciones y responsabilidades. Y si el destino decide volver a enviarme a este valle de lágrimas, solo espero que una vez más decida cruzarme contigo y permitir que te encuentre de nuevo, como llevo haciendo desde que el mundo es mundo y el creador quiso que una criatura bípeda y torpe habitara el planeta y jugara a ser dios, creyera ser dios y diseñara y ejecutara sin remedio  su propia extinción. Un siglo tras otro he muerto y he vuelto a ti, y un siglo tras otro se me ha permitido hallarte, porque en efecto dios existe y se lo pasa genial con nosotros.

No temo que se me arroje al infierno porque vivir si ti es el peor de los infiernos y ya lo he conocido, ya se me ha recluido en él, y ya lo he sufrido cada mañana que he despertado, he podido abrir los ojos y he tomado consciencia de no hacerlo a tu lado. 

Por eso, mi vida, te pido que lo hagas ya. Mátame rápido, permíteme entrar de nuevo en ti y bucear en tu humedad, hacer el amor lentamente, por última vez, y volver a sentir que al vaciarme entre tus brazos, todo habrá merecido la pena, incluso el dolor de volver a perderte.

miércoles, 4 de enero de 2023

Irse



—No hay nada que hacer –dijo el cardiólogo cuando revisó las pruebas que se le habían realizado al paciente que dormía sedado en la habitación situada dos pisos más abajo en el hospital donde se le  ingresó de urgencia unas horas antes– su corazón ha decidido que ya no puede más, que ya ha tenido suficiente. Esto no es habitual, un caso así solo lo he visto en otra ocasión hace muchos años ya, pensé que nunca volvería a tratar a un paciente con el síndrome Capuleto, pero los electrocardiogramas y el tac con contraste no dejan lugar a dudas.

—Nunca ha sufrido del corazón –le explicó la hermana del paciente sollozando –fuma, si, pero lleva un par de años cuidándose mucho y sé que al menos hace algo de deporte a diario. 

El doctor vuelve a ponerse las gafas y le echa otro vistazo a los resultados de las distintas pruebas y análisis. Las evidencias son claras y en momentos como ese es cuando se le hace un mundo ser absolutamente sincero con los familiares de los pacientes que le toca tratar en urgencias. A urgencias no suelen llegar tipos sanos y en perfectas condiciones. Más allá de infartos y anginas de pecho, a veces le toca enfrentarse a situaciones mucho más delicadas incluso, y entonces es cuando debe hacer un verdadero esfuerzo para presentarse como el profesional que es y dejar de lado frases vacías e inútiles que ni consuelan no alivian. El doctor Gómez De la Finca sabe que al paciente de la 211 apenas le quedan unas horas de vida y tiene que decírselo a los familiares que asustados y muy impresionados ocupan las sillas frente a la mesa de la consulta.

La luz de la sala aporta una fría calidez al momento del comunicado y el poto que cuelga de la librería tras la mesa y el ficus que reposa en una de las esquinas de la consulta tratan de darle algo de humanidad a la estancia, pero noticias como la que tiene que transmitir al matrimonio que aguarda el dictamen no resultan menos duras ni aún comunicándolas en un parque de atracciones.

—Lamento comunicarles que Iván se está dejando morir. La ciencia aún no se explica cómo, pero los pacientes afectados por este síndrome encuentran la manera de convencer a sus corazones de que la vida no tiene sentido y consiguen que el músculo obedezca a la mente y paulatinamente va deteniendo su camino decelerando el bombeo de la sangre hasta que el ritmo de los latidos se detiene y se produce ese fallo cardiaco que es incompatible con la vida.

La hermana de Iván no puede controlar el llanto y rompe a llorar desconsolada. Su marido la abraza y trata de mantener la compostura pero el asombro y la incredulidad se reflejan con claridad en su semblante.

Y ¿No hay ninguna forma de devolver la función al músculo? No sé...con química o mediante electrochoques o algún tipo de tratamiento agresivo –pregunta el afectado y sorprendido cuñado mientras abraza a su esposa.

—Lo siento, de verdad –contesta con verdadera sinceridad el abrumado galeno –pero si el no quiere vivir no hay nada que hacer, y parece que hace ya unos meses que comenzó el abandonó y el declive. Los enfermos del síndrome de Capuleto no reaccionan ante ningún estímulo ni a ningún tratamiento, por agresivo que resulte. Si me aceptan la analogía es como si hubiesen decidido desenchufarse de la máquina que los mantiene con vida, y la muerte es su único deseo.

—¿Esta sufriendo?–pregunta la hermana con un hilito de voz.

—No físicamente, eso se lo garantizo. No hay dolor de ningún tipo más allá del dolor emocional y del sufrimiento anímico. En efecto su hermano no padece de ninguna dolencia ni de ninguna afección que pueda acarrearle algún tipo de molestia, de dolor o de malestar. Los compañeros de siquiatría definen el síndrome de Capuleto como una depresión extrema. Lo llaman "la muerte amada".

El compungido matrimonio abandona la consulta del doctor Gómez De la Finca y bajan a la habitación donde mantienen a Iván sedado y conectado a distintas máquinas. 

Iván está consciente y cuando los escucha entrar abre los ojos y les dedica una mirada azul con os ojos brillantes y acuosos.

—Lo siento mucho, tesoro –dice con voz queda –no quería haceros sufrir y no quiero que sufráis por mi. Entiéndeme, hermanita, mi vida sin ella no tiene sentido y me voy feliz porque sé que el destino volverá a juntarnos en otro momento, con otros nombres, con otros cuerpos, pero la reconoceré y me reconocerá.

—Siempre dijiste que rendirse no era una opción...que nunca tararías la toalla–protesta su cuñado mientras apoya una mano sobre el hombro del moribundo escritor. –Sé que eres católico. Tu dios es el único que podría quitarte la vida. Según tu fe él te la dio y solo él puede arrebatártela. Si te dejas morir por voluntad propia será un suicidio y condenarás tu alma inmortal Y de alguna forma al hacerlo estarás negando la existencia de dios y renegando de tu fe.

—Dios existe, cuñado. Y se lo pasa genial con nosotros. No reniego de él ni lo culpo de mi pena. Todo está escrito y quizás él decidió que en esta ocasión ella quisiera dejarme ir, que no le importara perderme, que aún queriéndome, porque sé que me quiere, prefiriera esperar a otro momento, a otra vida a otra realidad en la que podremos ser felices al fin. 

—Eres un romántico, Iván. Y lo vas a ser hasta el final. ¿No te das cuenta de que al dejarte morir vas a destrozar el corazón de los que te queremos? –le increpa su hermana verdaderamente enfadada.

—Ya te he explicado que me voy feliz, porque sé que volveré a verla. Este no era nuestro momento, pero nos amamos, la amo, la he amado a lo largo de muchas vidas y sé que la amaré hasta que el universo deje de existir. Y más allá todavía. He atravesado galaxias de cariño y he cruzado océanos de amor para encontrarme con ella. Este Iván que hoy morirá no es más que el envoltorio que recubre el sentimiento más hermoso, tan hermoso que solo puede nacer de dios. ..del único dios, del dios verdadero. Sin duda fue ese dios quien la creó a ella, pues solo dios pudo tallar en una mujer a una criatura tan adorable, con un corazón tan bello, con un rostro tan hermoso, con un espíritu tan puro.

—¡Vale ya!–grita la desconsolada hermana de Iván tan enojada como desesperada al ver que su hermano tiene perfectamente claro que no quiere vivir sin aquella que simboliza todo lo que llevaba años soñando en una mujer, sin aquella musa que inspiró sus mejores novelas y sus poemas más armoniosos.

—No te enfades, nena. Ahora soy feliz. Me voy sabiendo que algún día volveré a ser un hombre feliz y pleno y que todo terminará llegando. Incluso lo bueno.

Y diciendo estás últimas palabras cerró los ojos y expiró. Las maquinas que recogían sus constantes vitales comenzaron a emitir un desagradable y estruendoso pitido que alertó al personal de guardia y aunque en cuestión de segundos se presentaron en la habitación médicos y enfermeras provistos de desfibriladores y demás aparatos concebidos para obrar milagros, el único milagro que sucedió allí fue la paz y al felicidad que se reflejó el rostro del difunto.

viernes, 30 de diciembre de 2022

Ver para creer. O al menos para dudar o para entender.

 

Sé que a estas alturas de la película y en la sociedad actual, si se te ocurre declararte católico te expones a que te miren con condescendencia, con incredulidad, con lástima o incluso con desprecio, pero parafraseando a Red Butler una vez más, "francamente, querida, me importa un bledo". Tengo mis motivos para no renegar de mi fe y que nadie se piense lo que no es; cualquiera que me conozca sabe que no soy precisamente un beato, ni una hermanita de la caridad. Soy un pecador de manual y aunque no me considero una mala persona el que este libre de pescado, que tire la primera raspa.

A ver...aun no he matado a nadie, ni he cometido pecados que puedan considerarse delitos o estén tipificados en el código penal, pero soy muy humano y aunque intento aportar y ayudar a quien me lo pide y trato de comportarme con la mayor corrección, también la cago ( qué se le va a hacer).

La vida me ha llevado de un lado a otro, me ha cruzado con personas adorables, de esas que en efecto debieron ser hechas a imagen y semejanza de mi dios, pero también con seres demoniacos, con auténticos demonios que ratifican la existencia del maligno. Y el haber conocido a todo tipo de pecadores y pecadoras y a auténticos ángeles me ha enseñado que la humanidad tiene mucho de celestial y de infernal. Como acostumbro a decirle a una persona adorable a la que quiero hasta la extenuación, Dios existe, y se lo pasa genial jugando con nosotros.

He visitado la exposición The Mystery Man en la catedral de Salamanca y sigo impresionado con lo que he visto y ratificado allí. 

Conocía ya la existencia de la Síndone, la sábana santa, la reliquia más importante e impresionante de las que conserva el cristianismo, pero al recorrer las distintas salas de esta exposición en la que pude ver piezas asombrosas de todo tipo y escuchar las explicaciones mediante la voz que narraba la audio guía, casi me da un ataque de ansiedad (bueno...la verdad es que esos me dan con facilidad por lo que tampoco hubiera sido algo reseñable). La ciencia aún no ha podido demostrar muchas cosas que rodean a esta reliquia y  aunque suene acojonante en pleno siglo XXI, esta reliquia es mucho más que una prueba, una evidencia y un desafío a los avances técnicos y científicos.

Pese a ser una exposición ofrecida por el Vaticano, dejan una puerta abierta a la posibilidad de que esta no sea la demostración más evidente de la existencia de un ser supremo. Ni tan siquiera a la demostración de la existencia del personaje histórico de Jesucristo, personaje por otro lado que encontramos en distintos textos recogidos por historiadores de su época y por los registros de distintas instituciones romanas y hebreas.

A mayores de poder plantearte dudas sobre la autenticidad de la sábana santa, lo que no deja lugar a duda alguna es la crueldad de la especie humana y la barbarie con la que se torturó y ajustició a aquel personaje histórico, para mi el hijo de Dios, para el islam un profeta, para los sacerdotes judíos de sus tiempos un taradito, un blasfemo  y un hereje y, para el procurador romano Poncio Pilato, el hombre cuya muerte garantizaría su estabilidad en el puesto. Para muchos agnósticos, ateos, punkis y colegas de noches de parranda, Jesucristo fue sin dudas el primer anarquista de la historia.

Yo en mi particular concepción del cristianismo, hago un remix con todas estas posibilidades y pese a saber que fue un agitador, un revolucionario, un perseguido y un alborotador, para mi Jesucristo fue el hijo de Dios que se hizo hombre y habitó entre nosotros, porque quedan testimonios de que en efecto fue un hombre bueno, porque su palabra sigue removiendo los cimientos de la civilización y porque para aguantar lo que aguantó y soportar lo que soportó, solo podía ser el hijo de Dios. Cualquier otro la hubiera liado parda al manejar como manejaba a la multitud y al contar con una legión de seguidores entre los que había incluso zelotas (los terroristas hebreos de la época) prostitutas, trabajadores del campo y del mar, e incluso funcionarios de hacienda (esos si que han acojonado a lo largo de los siglos). 

La exposición me llevó ante auténticas interrogaciones cuya respuesta solo podía encontrar en la fe y ante conclusiones que hombres más inteligentes y más buenos que yo han ido cosechando a lo largo de más de dos mil años de errores continuos en los que hemos preferido ignorar el mensaje.

Yo no le voy a dar la chapa a nadie con lo que tiene que creer o no, lo que si que voy a hacer es recomendaros que visitéis esta expo, y que leáis cuanto podáis al respecto. Ya sabéis, todo está en los libros y la literatura salva vidas y ayuda a mejorarlas. Es posible que también pueda salvar algún alma. O al menos la mía.

En esta expo encontré también mucha documentación para distintos momentos de la trama de Inocentes esa que creo puede llegar a ser mi mejor novela y que he ambientado en la Judea del siglo primero.

Espero conseguir aportar a  este libro la belleza, la originalidad, la intriga y cuanto sea necesario para hacer de él lo que quisiera conseguir al volcar toda mi creatividad, mi esfuerzo y mi amor en sus páginas.

Dios dirá (hay que ver...que bien traído).

lunes, 26 de diciembre de 2022

Tal vez morir


 

Anoche tuve un sueño.

Aplaudías desde el público congregado en la presentación de mi nueva novela. Soñé que estabas feliz, orgullosa, y que en la sonrisa que me regalabas desde tu localidad, se reflejaba la certeza de que lo nuestro había conseguido trascender en negro sobre blanco.

Soñé que había escrito una novela diferente. Tal vez no la mejor, ni la peor, pero en cualquier caso era una nueva novela y era mía. era tuya, era nuestra.

La novela llevaba por título el nombre de aquel restaurante donde comimos en nuestra primera cita y en cada página, le di forma a nuestra historia de amor. Solo podía ser un libro precioso y dada la cantidad de gente que aplaudía en el evento que organizó mi subconsciente, había tenido muy buena acogida. 

Puede que en el mundo real aún quede algún romántico, por lo que me pegaré una ducha y me sentaré a escribir. 

Dormir, soñar, tal vez morir de amor por ti, da igual lo que me reserve esta noche, pero quiero escribir esa novela con la que soñé. Y volver a soñar contigo. Y dedicártela con todo mi cariño, que es mucho.


viernes, 23 de diciembre de 2022

Premios


 A veces los hados te premian con conocer a la persona adecuada y  te permiten descubrir con ella el significado de esos verbos que no supiste conjugar en el pasado, que te rompieron el alma y que hicieron que renegaras del género humano. Y aprendes a conjugar los verbos más amables y a disfrutar de la humanidad en sus brazos. Y tus heridas cicatrizan con el poder sanador de sus caricias.

Pero la vida no es fácil y el destino caprichoso se entretiene confundiéndote, confundiéndola,  colocando obstáculos y desviando metas. Aunque como aquel que maneja los hilos es un ser bondadoso, siempre habrá una salida de emergencia, una luz al final del túnel y una píldora de felicidad para que respirar no sea una condena y para que abatido y desesperado no reclames una muerte que aún no te corresponde, pero que ansias al convencerte de que vivir sin ella no merece la pena.

En ocasiones tienes el corazón insoportable porque verdaderamente es sumamente difícil soportar un golpe tras otro en ese músculo que agotado, maltrecho y dolorido, pide una tregua para coger aire y así continuar latiendo. En ocasiones tienes miedo a saber quien es, pero el miedo desaparece cuando comprendes que has llegado a donde querías llegar y eres plenamente consciente de que ES ELLA,. Porque al mirarla a los ojos y al perderte en sus labios sabes sin dudas que es la persona que el creador eligió para colmar tu alma, para darle sentido a todo, para hacer de ti  un privilegiado entre las criaturas del universo. Y entonces tus ojos brillan y tienes la mirada azul, la palabra azul la esperanza azul. Y reencuentras las ilusiones perdidas. Y estás dispuesto a pelear como un jabato y a no tirar la toalla.

No es fácil. No ha sido fácil. No va a ser fácil. Pero...¿Quién dijo que lo fuera?

Decides que nunca te rendirás y te prometes que jamás le darás un motivo para que  vuelva a maldecirte en cada una de sus lágrimas, ni para que vierta ni una sola de ellas, a no ser que nazcan de la felicidad y te bendiga en su llanto. Te prometes y le prometes que no soltarás el extremo del hilo rojo que une vuestras almas. Y avanzas. Ríes cuando puedes, lloras cuando lo necesitas y avanzas. Sabes que tus ojos brillan porque ella los hace brillar y que cada palabra que ocupa un verso en el poema que nace de la tinta del alma es una suma de vocales y consonantes tatuadas en su piel.

Y entonces ya no te importa reconocer que si algo es real en este mundo de mentira, es aquello que su amor ha cultivado en el interior de tu pecho.

Y te sientas a escribir. Y escribir ya no duele porque poder hacerlo es ya en si un premio.

 

lunes, 19 de diciembre de 2022

El pozo de los recuerdos


 El pequeño príncipe no conseguía encontrarle el punto al olvido, pues un triste día tuvo que decirle adiós, pero nunca llegó a despedirse de ella, de su princesa. Aquella que creyó que el destino había elegido para que reinara a su lado. La mujer con la que descubrió lo que era el amor, eso sobre lo que había leído tanto a lo largo de sus viajes.

Ella habita un asteroide cercano al suyo, también pequeñito y yermo, pero que recibe muchos más rayos de sol que el B612, por eso ella brilla tanto y reluce entre las sombras, y al principio el príncipe deslumbrado  la confundió con una estrella, y fue precisamente la radiante luz de su rostro lo que conquistó su corazón.

Escuchó una vez que el olvido es construir un recuerdo con los pedazos de un corazón partido y mientras preparaba su nave para abandonar por un tiempo su galaxia escapando de la triste verdad de lo que pudo ser y no fue, un torrente de lágrimas incontenibles y rebeldes recorrieron sus mejillas y cayeron sobre la tierra, a sus pies.

Iba a secarse el rostro con la manga de la casaca cuando escuchó una voz a su espalda

—Déjalas caer, príncipe, no las enjugues ni las seques, permite que broten y que empapen el suelo.

Al girar la cabeza vio a un diminuto ser que montaba un pequeño roedor ciego y de afiladas garras.

—Soy el pocero del alma, mi príncipe y los hados que todo lo rigen me han enviado a cavar en tu asteroide un pozo de los recuerdos.

—¿Un pozo de los recuerdos? ¿Qué es eso? –pregunto intrigado y sorprendido el pequeño niño rubio con gorro de aviador y mirada triste.

—Un pozo de los recuerdos es algo muy especial. Nace allí donde las lágrimas se han vertido por amor. Los hados permiten que ese manantial nunca se pierda y que el caudal que lo alimenta pueda ser creador de vida. El pozo de los recuerdos te permitirá saciar tu sed con su agua, volver a la presencia de ese amor  siempre que desees recuperar los momentos más felices a su lado, y disfrutar de sus caricias, de sus besos y de todas y cada una de las veces que te dijo que te quería solo con cerrar los ojos y beber los recuerdos más hermosos.

—Pero eso es algo muy triste –dijo el príncipe entre sollozos– ella no estará aquí, solo su recuerdo.

—¿Y quien crees que habita su recuerdo, majestad?–le cuestionó el pocero del alma – tu amor por ella la mantendrá viva siempre en el interior de tu pecho y mientras la sigas amando seguirá tan hermosa como el día en el que os dijisteis adiós.  

—Pero esa es la realidad–dijo el príncipe llorando más intensamente y creando un charco a sus pies. La única verdad –insistió el príncipe– es que ella ya no está junto a mi. Ya no me ama.

—Eso es lo que tu crees,  príncipe. Vengo de su asteroide. Acabo de ayudar a cavar el pozo en el que tus ojos azules y melancólicos aportan luz al agua del que bebe sedienta y desconsolada. Nunca dejó de amarte. Simplemente el momento divergió y vuestros caminos debieron seguir rumbos diferentes. Pero ella siempre sostendrá el otro lado del hilo rojo que unirá vuestras almas. Y en sus noches más oscuras se aferrará a él con la esperanza de que en esta vida o en otra, el destino, ese caprichoso lacayo de los hados, vuelva a cruzaros y a permitiros hacer el amor. No sueltes ese hilo, príncipe. No renuncies a su recuerdo y no te rindas al olvido. El olvido es el escarpelo con el que el destino extirpa aquello que fue. Pero el agua de este pozo mana con la fuerza del torrente de lo que podrá ser o no será. Es el agua de lo posible, de lo real y de lo soñado. El agua que riega las ilusiones perdidas. Es el afluente de fantasía que inunda las almas soñadoras y los corazones esperanzados.

—¿Y podré regar a mi rosa con el agua de este pozo? Ella es perfecta, es preciosa, es sabia y es el único ser al que jamás diré adiós. Quiero que nunca le falte de nada. Quiero que sea feliz y que embellezca mi asteroide, mi mundo mi vida y mi ser.

—Hay otras muchas rosas, príncipe, pero no son tu rosa. Todas ellas merecen ser felices porque su especie se creó para que el mundo fuera un poquito más amable y el dolor más soportable. Cada una de las rosas alguna vez han mojado sus raíces en el rio subterráneo de recuerdos por manar.

El príncipe ayudó al diminuto ser a cavar y a darle forma al pozo, a levantar el murete que lo recubre y protege,  y a  instalar el brocal y la polea de la que pende el cubo decorado con besos de rojo carmín junto a los que ha escrito sus iniciales. 

—Un día este agua será dulce y deliciosa y conseguirá apagar mi sed –suspiró el principito mientras deshacía el equipaje. La vida da tantas vueltas que es mejor agarrarse en las curvas. Cada tormenta de meteoritos que ha sacudido mi alma me ha ayudado a comprender que pase lo que pase, yo seré lo que sienta, lo que ame y lo que sueñe. Y en esos sentimientos, ese amor y esos sueños siempre habrá lugar para el recuerdo de mi princesa.


jueves, 15 de diciembre de 2022

Ocaso


Marco se frota los ojos que lagrimean cansados y molestos tras haber pasado varias horas seguidas frente a la pantalla del ordenador y enciende un pitillo buscando relajarse después de haber cerrado el archivo y guardado los cambios en  la novela en la que está trabajando desde hace meses.

Las musas son caprichosas y aunque Marco es un escritor con una sorprendente inventiva, una gran imaginación y mucha facilidad para inspirarse en sus circunstancias personales y en todo lo que le rodea, a veces siente que la trama no avanza como debería y que las figuras que se le presentan en el texto no transmiten aquello que realmente nace de su alma. Siempre escribe lo que le dicta su corazón, y cuando al releer lo escrito no siente la emoción que ha querido imprimir a las palabras traga saliva y borra un párrafo tras otro con la desagradable sensación de que ha perdido el tiempo. El ocaso ha llegado antes de lo esperado, pero como el ocaso, también llegará puntual e imparable el alba, y todo volverá a girar en el ciclo de una vida más gris que colorida. Y Marco odia el gris.

Puede que el error radique en que el amor y los sucedáneos de este  alimentan la mayoría de sus textos y generan las historias que más que querer necesita contar, y eso le vacía por dentro aunque los lectores que llegan hasta sus creaciones piensen que debe de ser un hombre muy afortunado para poder escribir con semejante sensibilidad y naturalidad sobre algo tan sumamente complejo. Pero él sabe que se equivocan. Que lejos de sentirse un tipo afortunado, cada día que pasa recordando el único amor verdadero que tuvo y perdió y, que antes de irse destrozándolo por dentro le inspiró docenas de volúmenes, es un día de suplicio, de sufrimiento y de angustia. La quiso, si, y la quiso tanto, que le dolió quererla y pese a todo se empapó hasta lo indecible de su esencia, de su alma y de su belleza, y todo ese caudal de emociones que nacieron del amor que aquella mujer gestó en su corazón, se pudrió entre lágrimas corrompiendo la ingenuidad de un espíritu soñador que nunca volvió a ser el mismo.

La vida sigue, su obra sigue y sigue la necesidad de traducir en negro sobre blanco los recuerdos de los besos más deliciosos, de las caricias más tiernas y de las noches más felices, necesidad que por suerte sigue haciendo que se levante cada mañana y se siente frente al ordenador a escribir una novela tras otra. 

Hay personas que llegan a morir de amor e incluso personas que confiesan haber matado por amor. Él escribe por amor, y sueña con que un día todo ese amor que almacena en el interior de su pecho y que para su desgracia  no ha dejado de crecer al haber sido abonado con recuerdos ricos en nutrientes, podrá entregarlo a quien quiera hacer de él el terreno en el que cultivar la más hermosa de las historias.

Echa un ojo por la ventana y ve que hace un típico día  invernal en su Valladolid natal, frio y lluvioso, desapacible y oscuro. Pero no tarda en vencer la resistencia a enfrentarse al desagradable clima y antes de terminar el pitillo ya está en la calle. A pocos cientos de metros de su portal se encuentra uno de esos locales de toda la vida tan válidos para el chocolate con churros de las señoras que se reúnen para hablar de sus nietos mientras disfrutan del dulce, como para los melancólicos y solitarios tragos del que bebe para sobrevivir a una realidad insufrible. Entra saludando con familiaridad desde la puerta al camarero,  se acomoda en la barra y pide un café con leche y un chorrito de su whisky escocés preferido. Mientras lo disfruta relajadamente se permite el placer de distraerse ojeando a la clientela y entonces descubre en una mesa cercana a la puerta a una preciosa rubia de aspecto aniñado, pero que ya no cumplirá los 45, que sostiene  un ejemplar abierto de la última novela de Marco. Parece que realmente la está devorando pues la observa leer con avidez y con una sonrisa en la boca. Una boca realmente sugerente, piensa Marco complacido por la visión. 

Marco baraja distintas opciones entre las que termina triunfando abandonar el local con discreción tras pagar su café y el de la bella lectora desconocida.  

Ojala esa punzada que ha sentido en el corazón al dedicarle una última mirada a la atractiva mujer que sostiene un ejemplar de la novela que publicó por despecho y desamor, y que lleva por título el nombre de aquella que conquistó su alma, quiera decir que el día ,menos pensado volverán a encontrarse y se atreverá a presentarse y a dedicarle su ejemplar, y  que en realidad ella es la persona que lleva años necesitando encontrar. La persona adecuada. Pero justo cuando se despide del camarero, un hombre de mediana edad entra con decisión en el establecimiento y cerrando un chorreante paraguas y despojándose de los guantes, se acerca hasta la rubia y la besa fugazmente en los labios a modo de saludo.

Marco sonríe irónicamente y abandona el lugar resignado y decidido a no tratar de condicionar al destino. Lo que tenga que ser será, la que tenga que llegar llegará y si un día consigue ser feliz, luchará por escribir la novela perfecta.

Ya en casa enciende otro pitillo con su mechero de gasolina, se sirve un whisky escocés de malta con hielo y deja sonar a Wagner en el estéreo del salón.

Wagner es un maestro de las emociones fuertes.

lunes, 12 de diciembre de 2022

Un tímido y peculiar Ícaro


 Sé que soy peculiar, y eso lo digo tras analizarme en profundidad, comparándome con el resto de varones caucásicos de mi generación y de mi entorno geográfico y socio cultural, y confirmando que tengo muchas más particularidades que mi querido bigote bicolor, y mi propensión a emitir un felino gruñido al alcanzar el orgasmo.

 No discuto la intensidad que rige mi vida, mi emoción y mi conducta, ni me avergüenzo de ella, aunque muchos me han llamado intenso pensando que al hacerlo me estaban ofendiendo. No ofende quien quiere, sino quien puede y el hecho de sentir como siento y expresarme como me expreso son las armas de las que me dotaron los hados para enfrentar el destino, y no debilidades. Aunque mucho imbécil crea que ser sensible es sinónimo de ser débil

Releyendo por casualidad un texto escrito hace más de 11 años, me he encontrado con que hace mucho tiempo ya que comencé a levantar esclusas para que el caudal de emociones que desborda siempre el cauce de las contenidas en mi pecho no reventara la presa, y hace muchos años ya que utilizaba la escritura como catarsis y como remedio a mis males del alma. Estos párrafos que ahora os comparto formaron parte del texto original que después dulcifiqué y retoqué hasta convertirlo en el que publiqué, pero que hoy no necesita pasar por la prudente censura a la que someto aquello que nace del corazón antes de mostrarlo públicamente, por lo que los leeréis tal cual fueron escritos en un principio y quizás os resulten más interesantes. 

En aquel texto decía algo así de profético, pues todo terminó de la peor de las maneras con las que se puede terminar una relación:

"Trato de ser lo mejor para ti pero todo me sale mal y solo puedo ofrecerte un corazón lleno de tiritas y de gasas. Lucho por hacerte feliz pero me siento como el payaso que no hace reír a nadie y se vuela la cabeza en su rulot. Sé que en ocasiones he sido ingrato, te he fallado y te he desilusionado y me arde el alma pensando que ha habido momentos en los que te has sentido sola. Siempre he sido el sombrero que dibuja la serpiente tras tragarse al elefante, aunque quisiera por un día ser el niño con las respuestas adecuadas, el cabello rizado y un planeta que regar.  No quiero separarme de ti, aunque se fusione el núcleo del planeta y la luna se llene de chalés adosados con parcela de 500m2 y garaje para dos coches. Estaré aquí, contigo, el día que decidas que ya es suficiente, y la noche en la que todo se torne oscuro. Estaré a tu lado mientras te vayas porque aunque quizás yo me marche antes, siempre estaré donde estés tu. Estaré muy calladito, apartándote el pelo de la frente mientras encuentras las palabras adecuadas para decirme adiós sin terminar de romperme el alma, aunque algo me dice que no tendrás el menor reparo en destrozarme la vida."

Siempre he sido un tipo muy romántico y he buscado las palabras más hermosas para tratar de darle sentido a mi vuelo, pero el ardiente sol de la tracción y la mentira, y los abrasadores rayos del celestial horno donde se cocinan las ilusiones perdidas, han fundido la cera de mis alas una vez tras otra y ahora tengo miedo a volar. Pero estoy dispuesto a construirme otras alas y a volver a lanzarme al vacío intentando alcanzar el cielo donde se encuentre ese sentimiento que hace poco  he descubierto por fin en su esplendor y que ansío. Y si me mato en la caída, que se le va a hacer, al menos habré muerto luchando por lo que amo.

En esas texto que hoy he releído también he podido apreciar con cierta satisfacción y con mucho cariño que entonces El principito ya estaba muy presente en mi literatura. Y es que ese libro me acompaña desde que siendo un niño lo leí por primera vez y supe que marcaría el devenir de mi existencia.

Si quiero avanzar de verdad tengo que comenzar a enfrentar los temores y a confiar en mis posibilidades, y a creer en que llegará el día en el que podré ser feliz junto a aquella que sostiene el hilo rojo que une nuestras almas.

No puedo evitar terminar de escribir esta entrada sin recomendaros que leáis El principito si no lo habéis leído ya, y si lo habéis hecho, os invito a que volváis a leerlo aplicando a la lectura vuestro bagaje existencial y vuestro aprendizaje vital. Veréis como ahora os resulta aún más enriquecedor.

sábado, 10 de diciembre de 2022

La reina de corazones


 Llora a escondidas y al hacerlo me parte el alma, pues no debería sufrir, y aunque me gustaría evitarle tanto dolor, no tengo una barita mágica ni la solución a aquello que le aflige.

La reina de corazones piensa bonito, siente bonito y baila bonito, pero la vida ha decidido ponerla a prueba, y hace tiempo que trata de sobrevivir en una baraja donde no se siente feliz. Se echa a temblar cada vez que reparten naipes pues intuye las jugadas y, aunque solo puedo mirarla bonito porque lo que despierta en mi es casi tan bonito como ella, sé que ahora mismo nada intentando no ahogarse en un embravecido océano de dudas. Trato de evitar por todos los medios que se hunda o que la arrastre una corriente traicionera. Intento lanzarle salvavidas de abrazos y de inmenso cariño, pero me asusta que no alcance a aferrarse a ellos y termine sumergiéndose para siempre entre las altas olas de la tristeza y el miedo.

La reina de corazones ya solo respira entre giros y piruetas, coge fuerzas derrochando la poca energía que le queda y saca la cabeza entre la espuma atrapando cada bocanada de consuelo con la esperanza de no asfixiarse. Y las olas son las lágrimas que empapan su corazón e inundan su pecho.

Me gustaría decirle que no está sola, que estoy a su lado y que comprendo su dolor. Me gustaría ofrecerle la respuesta acertada a todas sus preguntas, pero en un pasado no muy lejano fui yo el que se refugió entre sus brazos confesando el dolor de mi corazón y la angustia de mis equivocaciones, y sabe tan bien como yo que no puedo ser el mejor consejero, aunque también sabe que por mucho que me doliera la vida, terminé levantándome con fuerza y escapando del pozo donde me arrojó el destino. Y que nunca me rendí y no permitiré que ella arroje la toalla.

La reina de corazones me ha dicho que me quiere y yo, prudente y comedido, he retenido mi te quiero en los labios evitándolo fluir. Prefiero demostrarlo que decirlo, y me esfuerzo en que no tenga la menor duda de lo sincero de mi sentimiento, casto, puro y respetuoso. Sé por experiencia propia que decir te quiero es algo que debe entregarse solo si el sentimiento es real y el momento es el adecuado. Por eso he aprendido a guardarlo para mi y a intentar pronunciarlo con actos, y no con palabras.

Sorteando las trampas de los hados descubrí no hace demasiado lo que era el amor, y por primera vez en mi vida comencé a decirle a una mujer preciosa y adorable lo mucho que la quería, hasta que un día al decirlo sentí como se me rompía el alma porque sus te quiero de respuesta, generosos y necesarios, resonaban con un eco muy parecido al adiós.  Y no hay mayor dolor para un corazón sensible que ver como se aleja la única persona capaz de desnudarle el alma por completo, y saber que la distancia y el silencio sustituirán a las canciones y a las caricias, y a las noches memorables en las que al amanecer los besos y los abrazos se adueñaron de las horas. Los ojos son de quien los hace brillar y los míos siempre le pertenecerán aunque ahora hayan perdido luz, pero sé que un día volverán a brillar con fuerza. Al fin he conseguido creer  que soy el único amo de mi destino y el único creador de mi universo. 

Es por eso por lo que entiendo tan bien el dolor de la reina de corazones y puedo empatizar con su alma torturada. Es por eso que al abrazarla siento como ambos nos relajamos y somos capaces de concedernos la tregua necesaria para que la vida comience a cicatrizar. Es por eso que la miro como la miro y mis pupilas le hablan en verso y le susurran palabras hilvanadas con el sedal de la empatía verdadera.

La reina corazones teme por el futuro de la princesa, que ha escapado de la corte al no entender ni aceptar que el rey prefiera barajar sin la reina y sin ella. Y la reina sufre al ver sufrir a su hija y al echarla de menos en palacio.  

Por desgracia he visto en más de una ocasión como el dolor de un hijo se amplifica hasta lo insoportable en el corazón de aquella que le dio la vida. Y al dolor propio se suma el del fruto de sus entrañas. Es terriblemente duro luchar contra unas circunstancias caóticas e inmisericordes, pero plantando batalla y utilizando las armas adecuadas, la esperanza brilla con la salida del sol y multiplica su brillo con las estrellas que desde el cielo te iluminan y te guían al caer la noche.

Fuerza, reina. Un día al echar la vista atrás comprenderás que supiste plantarle cara al más terrible adversario y que al no huir ni rendir tus armas, conseguiste vencerlo en buena lid.

Y brindaremos por tu victoria. Y nos abrazaremos orgullosos y felices al fin.





lunes, 5 de diciembre de 2022

De finales felices y otros cuentos


 Crecí convencido de que mi cuento podría tener el más feliz de los finales, y lo cierto es que no he perdido aún la esperanza, pero a medida que pasan los años y la vida me obliga a madurar, las cosas se van cubriendo de una amplia gama de grises, y odio el gris. Ya puestos prefiero el negro, que va con todo, estiliza y me da cierto rollo de malote o de tipo duro...aunque no lo sea.

Voy cumpliendo años y ya me han convencido de que Peter Pan no es más que un jodido inmaduro al que todo le acaba saliendo mal por no haber sabido tomar las decisiones correctas. Al parecer Campanilla conoció a una ninfa que le aportaba cariño, estabilidad y dulzura y decidió entregarle a ella todos sus polvos de hada. Juntas volaron y se largaron de Nunca Jamás. Y ahora disfrutan de una vida sin complicaciones. Wendy se hartó de soportar los continuos escarceos de Peter con sirenas y princesas indias, y antes de perder la dignidad y sufrir una crisis nerviosa terminó mandándolo a la mierda. El pobre Peter ya no cacarea y vive tan amargado que no lo soporta ni su sombra.

Rapuntzel se rapó la cabeza porque estaba hasta los cojones de los tirones de pelo de todos los tipos que querían subir hasta su ventana movidos por la lujuria, y conoció a través de una red social a un cerrajero divorciado y con dos hijos, que se enamoró de ella hasta las cejas y le abrió la puerta de la torre para que se marchara a vivir con él a Móstoles.

El patito feo no pudo soportar más las burlas del resto de los patos del lago y en una ataque de ira sufrió una enajenación mental salvaje que lo llevó a comprarse en el mercado negro un M16 y dos cargadores con munición de combate y una tarde se echó el arma al hombro y derribó desde la orilla a cuantos se le pusieron a tiro, como un quinceañero en una barraca de feria esforzándose en conseguir un osito de peluche para su novia.

Rumpelstilskin no se percató de que la hija del molinero tenía un teléfono con datos y adivinó su nombre a la primera con tan solo buscarlo en Google. Y como había firmado un contrato que dejaba bien claras sus obligaciones, so pena de ser llevado a los tribunales sin posibilidad de recurso y con la seguridad de una condena en costas, le tocó convertir la paja en oro para que el rey no descubriera la trola del molinero. 

Una analítica demostró que Alicia iba hasta arriba de setas alucinógenas y ni sombrereros locos, ni reinas de corazones ni gatos sonrientes ni hostias en vinagre. Todo eso no era más que producto de un divertido y surrealista puestón.

Hansel y Gretel se llevan como el culo y están todo el día  a la gresca por la herencia de sus padres, Jack es adicto al pankreoflat por su desmesurada afición a las habichuelas mágicas que son mágicas, sí, pero dan unos gases tremendos, y la pobre cenicienta estuvo a punto de palmarla al rajarse la artería tibial posterior con uno de los zapatitos de cristal. El hada madrina no acertó con el número de pie y como la pobre huerfanita atormentada no veía la hora de llegar al baile y zumbarse al príncipe, se fue con los zapatos pequeños y la imprudencia casi le cuesta la vida.

Pero no pasa nada, yo no pararé hasta que me bese la princesa más bella y me entregue su mano (y el resto del cuerpo). Y de paso nos convirtamos en un matrimonio feliz o por lo menos en una pareja de hecho con posibilidades de que no nos venza la rutina y después de unos cuantos años sigamos conservando la pasión. Y las ganas.

El gato con botas es un tipo encantador, pero siempre anda con prisas y es muy jodido pillarlo, Juan sin miedo en realidad es un puto cobarde y solo se pone machito con su señora y gracias a Dios ella lo ha denunciado y ha conseguido una orden de alejamiento.

 Dumbo no fue capaz de superar su enorme complejo y se colgó de lo alto de una farola llevado al suicidio por una depresión de elefante.

 El mundo de la fantasía ya no es lo que era y la revolución proletaria consiguió derrocar a la emperatriz infantil. Uno de los  partidos del nuevo gobierno de coalición progresista de la nación de naciones de Fantasía  ha conseguido que aprueben un proyecto de ley en el que se prohíbe el consumo de perdices con fines lúdicos y festivos y se castigue con fuertes sanciones económicas.

Los tres cerditos han montado una empresa de construcciones y reformas y se han especializado en aislantes. El lobo trata por todos los medios de arruinarlos y quedarse con los solares, pero los puercos son persistentes.

Hablando de lobos, uno de ellos consiguió por fin comerse a Pedro porque este no se cansaba de dar falsas alarmas y al final la peña se hartó de él y pasó de su culo. 

Caperucita roja se apiadó del lobo al ver que el animalito era mucho más feliz vestido de abuelita y tras horas de charla con él, lo ayudó a dar el paso, salir del armario y reconocer en la manada que era un lobo trans.

Y mientras yo me obceco en intentar ser feliz y hartarme de perdices junto a aquella que sostiene el otro lado del hilo rojo, pese a que hasta el segundo café no sea persona y el consumo de perdices nos pueda costar una sanción administrativa y la repulsa de los colectivos animalistas.

Molaba mucho ser un niño y un inmaduro, creer en los cuentos, en la magia, en los corazones puros y en los finales felices. Molaba tener ilusión e irse a la cama y dormir sin darle vueltas a los errores cometidos en ese pasado que comienza con había una vez un niño rubito y soñador. Pero el niño ha crecido y se ha dado cuenta de que él será quien escriba el final de su propio cuento, pase lo que pase y le pese a quien le pese, y que rendirse nunca será una opción y jamás arrojará la toalla. Y no va a arrojarla. Porque ella le inspira las historias más hermosas. Y a veces las protagoniza junto a él.

Quizás por eso me gusta tanto lo de ser titiritero, porque soy yo quien manipula a los seres que entretienen al público, y quien les escribe los finales para sus historias. Y hago trampas y siempre son felices. Y las princesas les dicen que los quieren mientras hacen el amor. Y son sinceras. No permitiré que le rompan el corazón a ninguno de mis títeres. Antes quemaré el teatro.

Mi vida no arde. Mi corazón sí, pero debo tener las costillas ignifugas y de ahí no pasan las llamas. Cuando el fuego es muy intenso me siento a escribir y consigo controlar el incendio. 

Lo de escribir es una gozada, aunque a veces los cuentos suenen un poco tristes o desesperados. Como la vida misma.