Hazlo, por favor. Y que no te tiemble el pulso. Esto no será en absoluto un crimen, será un acto de amor porque muero lentamente entre terribles sufrimientos, y cada día me desangro en las lágrimas que no puedo contener. Así que por favor, si alguna vez me quisiste, y me consta que así fue, mátame rápidamente y permíteme escapar de esta condena. Apoya el cañón en mi frente y aprieta el gatillo con la certeza de que estarás realizando una buena obra, sin duda una acción terriblemente compasiva pues se me ha llenado de llagas el corazón y no te imaginas cuanto sufro cada vez que cierro los ojos y mi inconsciente te busca.
No te preocupes, digamos que tu colaboración será una suerte de eutanasia, la más generosa de las respuestas a mi llamada de auxilio y a mis súplicas implorando clemencia, pues me desgarran la carne los recuerdos de las noches a tu lado, y me arden en la piel los restos de tus caricias. Será un acto de suprema bondad , de infinita generosidad y de extrema dulzura. Así lo comprenderán quienes deban juzgarte en la tierra y en el cielo, y te prometo que nadie podrá acusarte de mi muerte, porque llevo muerto mucho tiempo ya, y ningún juez se ha personado para certificar la defunción, firmar docenas de tristes y fríos papeles que obvian el verdadero motivo ni ordenar el levantamiento del cadáver. Morí el día en que cortaste el hilo rojo que unía nuestras almas y me abandonaste tras besarme por última vez. Y en ese mismo instante supe que había muerto porque una vida sin ti es la mayor de las tristezas, un desierto abrasador, una ciénaga insalubre infestada de caimanes, un precipicio infinito. Todo ello incompatible con la vida. Al menos con la mía.
Si he de subir al parnaso quisiera alternar con todos esos poetas que cantaron al amor a lo largo de los siglos. Y pedirles explicaciones y responsabilidades. Y si el destino decide volver a enviarme a este valle de lágrimas, solo espero que una vez más decida cruzarme contigo y permitir que te encuentre de nuevo, como llevo haciendo desde que el mundo es mundo y el creador quiso que una criatura bípeda y torpe habitara el planeta y jugara a ser dios, creyera ser dios y diseñara y ejecutara sin remedio su propia extinción. Un siglo tras otro he muerto y he vuelto a ti, y un siglo tras otro se me ha permitido hallarte, porque en efecto dios existe y se lo pasa genial con nosotros.
No temo que se me arroje al infierno porque vivir si ti es el peor de los infiernos y ya lo he conocido, ya se me ha recluido en él, y ya lo he sufrido cada mañana que he despertado, he podido abrir los ojos y he tomado consciencia de no hacerlo a tu lado.
Por eso, mi vida, te pido que lo hagas ya. Mátame rápido, permíteme entrar de nuevo en ti y bucear en tu humedad, hacer el amor lentamente, por última vez, y volver a sentir que al vaciarme entre tus brazos, todo habrá merecido la pena, incluso el dolor de volver a perderte.
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