martes, 29 de marzo de 2022

Si que las salva, si.




 En este video del reportaje que emitió TVE sobre esa idea que tengo tan clara, que no es otra que la literatura salva vidas, podréis ver "al señor que se había comido a Juan" explicando algunas de las certezas que intento transmitir a los chavales de institutos de ESO y LOGSE de la comunidad de Castilla y León.

En este reportaje en el que la redactora, Estefanía Fontaneda y el cámara, Guillermo Carvajal, trataron de evidenciar algo que he interiorizado a raíz de mi propia experiencia personal, la televisión pública se hizo eco de lo aprendido de ello, y  que gracias al apoyo y a la inestimable ayuda de la presidenta del Consejo escolar de la Junta de Castilla y León, a la confianza del Director de innovación pedagógica de la Consejería de Educación, al Jefe de formación del profesorado de la misma consejería, y el impagable esfuerzo de dos incansables y eficaces trabajadoras del departamento de Programas educativos también de esta consejería, que se esfuerza en apoyar el desarrollo intelectual de los jóvenes de nuestra comunidad, ya he compartido en institutos de Valladolid, Burgos, Zamora y Soria, mañana iré a Palencia y la próxima semana a Ávila y a Segovia. Mi particular turné por las capitales de provincia de mi comunidad terminará en Abril en Salamanca, aunque son muchos los pueblos de distintas provincias que están ya fijando fechas para desarrollar la iniciativa con sus jóvenes. 
Moralmente está siendo algo terriblemente positivo para mi, ya que además de estar obligándome a salir a carretera con el coche, a vencer el miedo y ser autosuficiente de nuevo a la hora de desplazarme, ver como los alumnos reciben con interés mi mensaje y participan activamente de la charla es algo realmente impagable.
Una vez dije que creo que las segundas oportunidades nunca son gratuitas y dentro de ese rato de introspección y meditación que algunos llaman oración, acostumbro a pedir a aquel que maneja los hilos que se me ayude a ayudar como a mi se me ha ayudado. A uno solo de estos estudiantes que comience a leer a diario tras escucharme explicar como la lectura cotidiana ayuda a prevenir el deterioro cognitivo y a enfrentar el daño cerebral adquirido, o a uno que se acuerde de aquel tipo tatuado, rubio y con el bigote bicolor que les pidió que después del próximo botellón , de la próxima juerga o del próximo exceso dejen aparcada la moto, candada la bici o se lleven de la mano el patín eléctrico, estos casi ocho años ya de sufrimiento, esfuerzo y superación diaria habrán tenido sentido y estaré en paz con el destino. Y sinceramente estoy leyendo en los ojos de muchos de los asistentes a las charlas que el mensaje les ha llegado, que se han quedado con la copla y que seguramente se lo piensen dos veces antes de rechazar una lectura o antes de conducir un vehículo, sea del tipo que sea, bajo los efectos del alcohol. 
Está siendo una experiencia increíble, de verdad. En una carpeta llevo copia de los informes médicos y policiales que ratifican que todo lo que les cuento de aquel fatídico 13 de abril de 2014 es cierto y puedo demostrarlo,  y pongo esos documentos a su disposición por si alguno quiere comprobar cómo la falta de contención y de sensatez me llevaron a pasar por unos minutos de muerte clínica y por una temporadita en coma. Les explico en su idioma, con absoluta sinceridad y con el apoyo de un tema musical de Rayden, que fui el más gilipollas de mi generación y que solamente les pido que no sean tan idiotas como lo fui yo, y les cuento que la vida les reserva muchas cosas increíbles. Les ofrezco una pequeña explicación científica de cómo el leer tanto desde pequeño ayudó a mi cerebro a superar la lesión axonal difusa en grado tres, la más devastadora de cuantas lesiones cerebrales hay, y les hablo de los demostrados beneficios de consumir literatura, única droga a la que soy adicto desde muy temprana edad y de la que no pienso desengancharme jamás.
Lo mejor de estos encuentros llega cuando abro el turno de preguntas y es ahí donde compruebo que no han perdido detalle, y donde más disfruto, pues hasta ahora en todos los centros a los que he acudido me han hecho muchas preguntas realmente potentes y directas, y me han puesto en más de un aprieto, pues he contestado a todas y cada una de ellas con total sinceridad y me he visto obligado a dulcificar en la medida de lo posible mis respuestas y a utilizar un lenguaje adecuado para su edad, aunque estos estudiantes ya no son niños y muchos de ellos tienen un recorrido realmente abrumador.
No tuve hijos en mi matrimonio (sé cómo se hacen, lo he visto en películas) y nunca me atreví a enfrentarme a la paternidad, pero de alguna manera esta actividad me está aportando algo que debe parecerse bastante, pues aunque no tengo con estos estudiantes ningún vínculo familiar, ni tan siquiera de amistad, en el momento en el que veo como van interiorizando cuanto les cuento, y sobre todo en el momento en el que comienzan a interactuar conmigo, de alguna manera me sobrecoge imaginarlos muertos o atados a una cama o  a una silla de ruedas durante el resto de su vidas.
Una estudiante soriana me descolocó por completo al preguntarme si en caso de poder viajar en el tiempo, evitaría aquel accidente. Tras pensarlo durante unos cuantos segundos le respondí que por un lado sí, por evitar tanto sufrimiento, el mío y el que provoqué en aquellos que me quieren, y por otro lado no, porque he aprendido muchas cosas que de otra forma no hubiera llegado a aprender, cómo el verdadero significado de las palabras familia y amigo, la realidad que se esconde tras la prepotencia y el atrevimiento del que se cree inmune a todo, y lo difícil pero necesario de identificar errores, afrentarlos, superarlos y corregirlos.
Una profesora zamorana me preguntó cual era la emoción que más me había impresionado recuperar, y expliqué al auditorio que todas las especies copulan con uno u otro fin, pero que hacer el amor es algo tan impresionante que cuando he sentido realmente que lo estaba haciendo por primera vez en mi vida, el disfrutar de ello con todos los sentidos y el saber que había estado a punto de perderme esa maravillosa sensación que durante muchos años había confundido con burdos sucedáneos, supe que lo que viví no tenía absolutamente nada que ver con el coito y me sentí plenamente feliz.
La vida es algo increíble, y por dura que se presente en ocasiones, tenemos que aferrarnos a ella con uñas y dientes, porque hay cosas que sin saberlo pueden compensar el dolor más intenso. Y si además eres capaz de darle forma  escrita a un sentimiento como el amor, la vida se convierte en maravillosa.
Espero que muchos de los que me están escuchando asuman la verdad de mis palabras y la importancia de mis recomendaciones, pero bueno...somos humanos y para nuestra especie escarmentar en cabeza ajena es algo casi imposible. A veces parece que solo aprendemos a fuerza de equivocaciones y de golpes, aunque nos pueda costar la vida.
Al fin siento que de una vez soy suficiente. Y me encanta,

viernes, 25 de marzo de 2022

El que nada no se ahoga

 




Antonio y Gustavo Adolfo saltaron al agua al percatarse de la angustia del paliducho bañista que aparecido de la nada trataba de alcanzar la orilla braceando con fuerza contra corriente. Se estaba ahogando, se iba a ahogar.

—¿Se puede saber qué haces nadando en estas aguas?–preguntó Antonio, el más racional de los presentes– son muy peligrosas, sobre todo para alguien que no las conoce bien.

—Déjalo, Toño –medió Gustavo al leer la desilusión en los ojos del desesperado bañista –¿no ves que está enamorado? Se le nota en la mirada y en los frenéticos latidos de ese corazón que si no actuamos con rapidez dejará de funcionar en breve.

—Me parece estupendo que esté enamorado, pero eso no le da derecho a nadar en este rio y a corromper con su cadaver las aguas de la inspiración. Podría –añade Antonio llegando hasta el imprudente nadador y agarrándolo por el pelo justo cuando empezaba a hundirse –haberse sentado en la pradera a deleitarse con las vistas y plasmar en sus cuartillas aquello que el Duero quisiera regalarle para acariciar con palabras el corazón de su amada, pero no. Tenía que zambullirse en busca de las metáforas perfectas.

—Tu también te sumergiste ignorando mi consejo, Toño –le reprochó Gustavo con ternura –y en aquella ocasión fui yo el que tuvo que arrastrarte hasta lugar seguro, para que Leonor no tuviera que sentarse junto a mi Casta a llorar y a rezar en tu memoria.

Antonio consigue llevar al aterido y asustado muchacho hasta la orilla donde Gustavo lo aguarda con la manta sobre la que había extendido el almuerzo que compartiría con su amigo Antonio. Lo envuelve con ella y lo frota con fuerza secando su empapado y tembloroso cuerpo y logrando que el calor vuelva a la sangre del muchacho.

—Gracias –comienza a decir el aterrado joven –os debo la vida, aunque no sé si quiero vivir sin ella. Solamente –continuó pese a las miradas reprobatorias de sus salvadores –solamente quería demostrarla que la amo más que a nada ni a nadie en este mundo, que sabré quererla como ella merece, que estaré a la altura de su corazón.

—Entonces eres mucho más idiota de lo que pensé al verte nadar contra corriente –escupe Antonio con desprecio –. Tienes mucho que aprender aún, rapaz.

—Déjalo, Toño, no seas bruto, hombre –lo apacigua Gustavo –es joven aún y es normal que se pregunte qué es poesía y que persiga golondrinas, pensando que han de volver a anidar en su balcón.

—Lo que tu digas, Gustavo, pero aún tiene que descubrir que no se ama a distancia ni en negro sobre blanco, que si quiere demostrarle cuanto la ama, debe hacer camino al andar y al echar la vista atrás darse cuenta de que la senda hasta ella es la única que ha de volver a pisar.

Entonces el joven se despojó de la manta que cubría su pálida piel, cayó de rodillas frente a los dos amigos y comenzó a llorar desconsolado.

—Sé que soy escritor, lo sé –balbuceó entre hipos –y eso es lo único que puedo ofrecerla, lo único que podría regalarle, lo único que me ayuda a seguir vivo.

—Y eso es lo único que podrá matarte si no controlas el caudal creativo. La inspiración es una fiera voraz –zanja Antonio –aliméntala lo justo o siempre querrá más.

—Pero cuida de no dejarla morir de hambre –añade Gustavo–es un hermoso animal.

—Morir, dormir, tal vez soñar...–recita el lloroso aprendiz de escritor– la verdad es que en mi realidad nada está definido.

—Y nada lo estará nunca, porque si lo estuviera no serías un verdadero escritor, sino un mediocre juntador de letras –le consuela Antonio apiadándose del muchacho –ahora siéntate con nosotros y comparte nuestro almuerzo –le invita conciliador– pero antes dinos ¿Cómo te llamas?. 

—Laertes –contesta el rapaz descorchando una botella de la Ribera del rio que inspira sus poemas.

—Bonito nombre, me suena –sonríe Gustavo alzando su copa a la salud del bardo inmortal.


A veces hay que cuidarse de  nadar en los ríos más bellos y cristalinos, pues suelen ser los más peligrosos. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.


martes, 15 de marzo de 2022

Terminable


 Atreyu desmonta y trata de contener las lágrimas mientras con una mano acaricia las crines de Artax y con la otra apoya en la frente del noble animal el cañón del revolver. Aprieta los dientes hasta hacerse sangre y dispara un único tiro que no solo termina con la vida del hermoso semental criado en las praderas de  fantasia, también le arrebata su inocencia, su esperanza, su fe en lo hermoso y lo poco que quedaba de su niñez.

Abre la última botella de whisky escocés que queda en las alforjas y se entrega a la analgesia del alcohol que al menos durante un rato conseguirá que la vida deje de doler. 

Todo es mentira, su búsqueda terminó justo en el momento en el que apuntó el nombre de la princesa en el cuaderno donde escribe su larga lista de fracasos, en el mismo instante en el que el brebaje de malta consiguió borrar el sabor de sus besos. Las promesas de la anciana tortuga que lo animó a no tirar la toalla y a seguir peleando resuenan confundidas en el rincón de su cerebro que aún conserva alguna luz. Pero en breve todo se apagará y el eterno tramoyista bajará el telón.

Tras apurar el último trago Atreyu se despoja de la ropa , arroja con toda su rabia la botella vacía contra el cielo donde se encuentra la falsa promesa de la torre de marfil y sin pensarlo dos veces se lanza de  cabeza al pantano de la desesperación. Y comienza a hundirse. No trata de salir a la superficie, al fin y al cabo morir no se le antoja algo tan duro. Es mucho más duro vivir sin ella.

Todo es mentira. Esta historia no es interminable. De hecho Atreyu ha decidido escribirle el final adecuado mientras Fantasía o lo que queda de ella desaparece devorada por la nada. A la mierda. Fantasia ya le da igual, porque...¿Que es Fantasía? tan solo otra mentira más.

Los pulmones de Atreyu se llenan de lágrimas y la nostalgia y la angustia cubren el cadaver del estúpido soñador que por fin descansa.

Fin

Bastian, hazte un favor a ti mismo, vende el libro y con lo que saques por él cómprate una navaja con la que rajar a los abusones. Verás como cuando le hayas puesto la navaja en el escroto al más chungo los demás dejan de molestarte. Esto funciona así.

El dragón que crees que vendrá a buscarte para subirte en su lomo y ayudarte a escapar está detenido en la frontera acusado de transportar ilegales ocultos entre el pelaje. Fijo que por lo menos lo caerán entre tres y cinco años. Sal ahí fuera, hazte con una automática y échale cojones a la vida de una puta vez porque te contaré un secreto: todas las historias se terminan y además todas terminan mal, porque sino no terminarían. Pero la buena noticia es que un día vendrá otra historia que te devolverá la inocencia y la ilusión y creerás de nuevo que las cosas pueden terminar bien. Serás de nuevo un niño confundido y esperanzado. Sí...aunque no te lo parezca esta es una buena noticia.



viernes, 11 de marzo de 2022

Poemas por la paz (En tus ojos me refugio).


 Ayer los poetas vallisoletanos, auspiciados por la Fundación municipal de cultura de Valladolid, decidieron levantar barricadas con versos y disparar misiles de estrofas contra un enemigo común a toda la humanidad, la guerra.

Cómo escribí en redes sociales al invitar a mis contactos a evento poético pacifista, recé para que el aire que generase la mariposa que asistió al acto al batir sus alas se convirtiera en vendaval que apagase las llamas de las explosiones en Mariupul, refrigerase el generador de la central de Chernóbil y secase las lágrimas de los niños aterrados escondidos en los refugios por toda Ucrania.

Este poema lo escribí para la ocasión y reuní el valor y las fuerzas para recitarlo en público. No me considero poeta, aunque amo la poesía. Mi universo es la prosa, pero decidí alistarme en las tropas de la rima voluntarias por la paz.

Espero que os guste y que entendáis que yo mismo necesito acudir con frecuencia a ponerme a salvo en el refugio de unos ojos, el de un abrazo sincero o el de un beso generoso.

El amor puede salvarnos, la poesía ayudarnos.

En tus ojos me refugio


Comienza la triste huida,

Vuelve a gritar la sirena,

Corremos hacia sótanos, barricadas de lamentos,

muros de sacos de arena.

Caen misiles del absurdo,

eliminan objetivos,

 llenan de sangre mis versos impotentes y caducos,

abren de nuevo la herida de lo burdo.

En tus ojos me refugio,

parapeto de otros daños,

en ellos el sol se oculta, sobrevive,

resistirá muchos años.

Ponme a salvo entre tus brazos,

cúbreme con la mirada,

protégeme de explosiones,

devuélveme la esperanza.

Una guerra miserable,

cercena miles de vidas,

como todas al ser odio, fuego y sangre,

repudiadas y temidas.

En tus ojos me refugio,

Menos tu vientre todo es oscuro,

como escribió quien murió, soñando con el futuro.


Con todo mi cariño al pueblo ucraniano y mi respeto a los amigos poetas.

martes, 8 de marzo de 2022

Hazlo, aunque duela (segunda parte).

 

El proyectil de la pistola semi automática de gran calibre impactó en el techo del salón del chalé abriendo un boquete a través del que se podía distinguir claramente el color de la pintura del dormitorio donde se terminarían resolviendo todas las diferencias y aclarando todas las dudas.

Laertes evitó la muerte en el último segundo al desviar el cañón del arma con un rápido movimiento, pero Adán es una muy experimentada agente y antes de que el rubio y enamorado asesino pudiera arrebatarle la Smith and Wesson lo derribó realizando uno de los barridos laterales que aprendió en los cursos de artes marciales impartidos durante su formación en "la Agencia". El cuerpo de Laertes impactó con el suelo produciendo un sonido seco y potente. Antes de que le diera tiempo a ponerse de nuevo en pie Adán ya lo estaba encañonando de nuevo. Pero para sorpresa de ambos algo la llevó a extraer el cargador de la pistola y arrojarla sobre el vecino sofá de cuero. Ella misma ayudó al sorprendido sicario a levantarse y al tenerlo a tiro de labios, se arrojó a disfrutar del nectar de su boca.

Laertes sintió que la vida que se le había perdonado in extremis acababa de cobrar un sentido que jamás hubiera esperado y es que desde ese mismo instante supo que solo mataría y moriría por ella. Y la besó con ardor, y comenzó a desnudarla.

—Vamos arriba –alcanzó a pronunciar Adán apartando unos segundos su boca de la del hombre que con maestría la despojaba de la ropa– esto lo solucionaremos de otra forma.

—Como desees –contestó Laertes antes de abalanzarse sobre los por fin desnudos pezones de la letal belleza americana, que erectos y desafiantes lo aguardaban anunciando el mayor de los disfrutes.

Consiguieron llegar hasta la cama deteniéndose en cada peldaño de la escalera para saciar su sed de amor y permitir a las lenguas expresarse. Al llegar junto al lecho Adán tomó las riendas de la situación y despojó a Laertes de la poca ropa que aún llevaba puesta, regalándole el más delicioso beso en su miembro viril.

—Creo que al final no debí esquivar esa bala, ya que me parece que he muerto y he subido al paraíso.

—Calla y déjame disfrutar de esto –dijo Adán mientras subía recorriendo su piel con la lengua y deteniéndose en su cuello para poder sentarse a horcajadas sobre él , recibiendo dentro de su cuerpo el placentero obsequio de amor que latía con cada movimiento de caderas.

Durante más de una hora intercambiaron y regalaron placer en todas las formas, de todas las maneras y en cuantas posturas consideraron adecuadas para el intercambio. 

—Déjame beber de tu humedad –,pidió él ayudándola a sentarse sobre su boca y lamiendo los labios privados que destilaban pasión y evidenciaban deseo. 

—Me gusta que me pidan, pero no me gusta pedir – concedió Adán antes de emitir los gemidos más adorables que Laertes había escuchado en sus vidas.

Una cosa llevó a la otra y firmaron el armisticio con el mayor de los orgasmos durante la brutal galopada en la que la más hermosa yegua y el más apasionado semental recorrieron las praderas del lecho.

Aún jadeando y con una descomunal sonrisa en el rostro, Laertes acertó a decir

—No quiero que nos separemos nunca, mi amor.

—Nunca es demasiado tiempo –contestó Adán –hace años que aprendí a construir mi vida con jamases y parasiempres cocinados a fuego lento en el caldo del ahora.

—Pues permíteme ser tu pinche, por favor.

—Creo que tenemos algo mucho más importante en lo que pensar ahora. Sabes que en nuestro trabajo no suele haber cortesías ni segundas oportunidades y más tarde o más temprano nos harán pagar por esto. Debemos construirnos una realidad paralela y desaparecer de todos y para todos. Solos tu y yo –añadió Adán comenzando a acariciar de nuevo su miembro y cosechando una sorprendentemente rápida y poderosa erección –y las mentiras necesarias que nos permitan seguir con vida.

Y así fue. 

Adán y Laertes se construyeron otras vidas para terminarlas juntos y en paz. 

Gracias a la experiencia y a los recuerdos de años como asesino a sueldo, Laertes se convirtió en un  escritor de novela negra que firmaba sus exitosas publicaciones como Ícaro, y Adán, fundó una empresa de cáterin especializada en el corte artesanal y preciso de jamón ibérico. Ambos aprovecharon las habilidades adquiridas en un pasado de muerte para cimentar el mejor  futuro juntos.

Y colorín colorado, lo que iba a ser mi relato más violento se ha convertido en un homenaje a Corín Tellado.

lunes, 7 de marzo de 2022

Hazlo, aunque duela. (primera parte)


 Laertes, Hermes, Romeo...el asesino a sueldo con principios, valores morales y tendencia a tropezar por lo menos media docena de veces con la misma piedra, se detuvo unos instantes antes de decidirse a llamar a la puerta de la preciosa agente de la CIA enviada a Valladolid para acabar con la vida del rubio sicario. Adán no tardó en abrir tras haber comprobado quien llamaba a través de la mirilla. Su rostro denotaba cierta sorpresa, pero también una mal disimulada satisfacción, el trabajo había venido a casa y sería todo mucho más sencillo. Con un pequeño movimiento realizado con la mano que sostenía la Smith and Wesson del 45 montada y lista para disparar, invitó a entrar a su objetivo. Laertes accedió a la vivienda y escuchó como se cerraba la puerta tras él, al mismo tiempo que sintió en su nuca el frio cañón del arma con la que la preciosa agente secreta no dudaría en quitarle del medio si se le ocurría hacer el menor movimiento en falso.

—Te lo he puesto demasiado fácil, Adán –comenzó a decir Laertes con esa calma que suele preceder a la tormenta en su oficio–cuando procedas a registrarme, te darás cuenta de que no voy armado. No he venido a matarte, aunque sé que debería haberlo hecho ya –añadió con sinceridad.

—Tan solo era cuestión de tiempo, Laertes. Más tarde o más temprano te habría encontrado y la verdad es que aún no tenía claro si te volaría la cabeza o te cortaría el cuello –apuntó Adán con ironía–en cualquier caso te garantizo que mi intención era que sufrieras lo menos posible. No es nada personal, ¿Qué te voy a contar a ti? es solo trabajo.

—¿También era trabajo lo que sucedió aquella noche en la que me ofreciste lo más delicioso de tus labios, lo más sabroso de tus pechos y lo más dulce de tu humedad?

—He de reconocer que al principio lo fue, encanto –contestó Adán con sarcasmo–pero al poco de comenzar a sentirte dentro de mi la cosa cambió y te prometo que cuando te fuiste lo primero que hice después de pegarme  una ducha fue llamar a Langley para intentar abortar misión, pero mis superiores fueron tajantes; eliminaste al blanco equivocado, no debiste aceptar aquel encargo, por muy bien que te lo hayan pagado.

—Por eso estoy aquí, Adán –dijo con dulzura Laertes mientras se volvía con lentitud y decisión para poder mirarla a los ojos. Hazlo. Termina con esto de una vez, cumple con tu misión y regálame ya esa bala en la frente, aunque me duela, aunque sea la única y necesaria medicina para curarme de este mal de amores del que sufro desde que me infecté al besar y lamer todo tu cuerpo.

Adán no pudo evitar estremecerse de placer al recordar aquella noche, pero consiguió mantener la compostura y no abalanzarse sobre su boca y comérselo a besos.

—Hay que ver que bonito hablas cuando te pones romántico. Estuvo bien, no te lo voy a negar, Laertes, pero ya sabes como funciona esto. Ahora mismo no es posible, no sería adecuado. Quizás en otra vida.

Laertes sonrió con melancolía y le dedico a la hermosa, disciplinada e implacable agente americana su última mirada. Siempre supo que moriría en unos ojos, igual que había encontrado la vida en ellos. 

La detonación del arma rompió el silencio del chalé escogido adrede por lo apartado de cualquier lugar habitado o de tránsito. El sonido del cuerpo al caer del suelo fue el último acorde de la canción más triste y aquella noche alguien maldijo su oficio mientras lloraba en la intimidad de su conciencia.



viernes, 4 de marzo de 2022

De todo menos un error


 Entre todas sus dudas y de todas sus certezas, Narciso,  el poeta de ojos melancólicos y alma convulsa, sabía que haber reunido el valor suficiente para acercarse a ella no había sido un error.

Lo suyo fue un flechazo de los de cuento, de los de canción, de los que cantan los románticos a lo largo de los siglos y a lo largo de toda la geografía. Lo suyo fue amor al primer acorde.

Fue una tarde de verano durante un concierto. Acababa de sonar el primer acorde del tema con el que el grupo arrancó el espectáculo, cuando reparó en la mujer que ocupaba la localidad en la fila delantera a la suya. Puede que fuera su cabello casi albino, lo grácil de sus movimientos, lo hermoso de su figura o lo elegante de su espalda, pero durante el resto del concierto tan solo pudo mirarla a ella. En una ocasión tuvo la fortuna de poder apreciar su rostro, pues  se giró para saludar a una amiga, y aquello terminó de confirmarle que el destino había querido que sobre otras muchas propuestas el moreno rapsoda de fuertes brazos y ágil pluma hubiese escogido aquel lugar para celebrar su cumpleaños. Era sencillamente preciosa. Al reparar en sus ojos comprendió porqué el día era tan gris para estar en Julio. El sol se había encerrado en los ojos de Eterna, la rubia belleza de sonrisa celestial, y desde ellos calentó su alma al cruzar las miradas durante un segundo. 

Después del último bis y mientras el público se levantaba para abandonar el recinto, él se conjuró a los dioses de la poesía y se presentó ante ella para hacerle una inocente y algo absurda pregunta que le sirvió de excusa para iniciar la conversación. Eterna respondió sorprendida y coqueta, pero aceptó el cortejo y estableció las normas. Gracias a los hados, durante la charla descubrieron amigos comunes y se emplazaron a futuros eventos. Y los astros se alinearon en la constelación de sus estrofas, para que en efecto, volvieran a coincidir. Una cosa llevó a otra y ella accedió a acudir a la presentación del nuevo poemario del amartelado autor. Fue una noche tan especial como difícil, pues cayó la tormenta del siglo sobre los invitados al acto y durante el posterior vino español, él trató de ahogar en copas de vino blanco sus nervios y su necesidad de decirle que desde que la conoció supo que no habría jamás otra mujer en su vida. Semanas después ella accedió a acompañarlo hasta una población costera donde un viejo amigo le había dejado una casa junto al puerto y aunque estaba desvencijada y olía a salitre y a humedad, supieron convertirla en la antesala del Olimpo y se entregaron al amor desnudándose de metáforas y cabalgando cada rima. Desde ese momento y durante los meses siguientes Narciso navegó por océanos de limerencia y solo pensaba en ella, vivía en ella, respira en ella y escribía ella, pues tan enamorado estaba que parafraseando a Calixto, Eterno era, a Eterna amaba y en Eterna creía.

Pero la vida pasa y pesa y las circunstancias de Eterna y la impaciencia de Narciso  consiguieron levantar un transparente pero tristemente sólido muro de vítrea distancia entre los dos, y desde  el lado donde la vida había colocado a Narciso, este solo pudo mostrarle a Eterna su pecho herido y sus labios sedientos y agrietados por no poder beber de esa humedad que era el nectar de los dioses y el licor que embriagaba su creatividad y lo hacía escribir cada vez más bonito, pues Eterna habitaba en todas sus frases desde que le regaló un primer beso. Narciso supo que su hogar siempre estaría entre los brazos de Eterna y aunque sintió como se le rompía el corazón al no poder abrazarla ni acariciar su piel, supo a ciencia cierta que la esperaría siempre y que un día aquel muro caería, o simplemente sería capaz de derribarlo.

Narciso recibió el aplauso de la crítica, los laureles del triunfo y la falsa pasión de la efímera fama, pero se desesperó al saber a Eterna al otro lado del muro y no poder decirle que cuanto tenía había nacido de ella y que a ella lo debía. La amaba como nunca había amado a nadie y como jamás querría ni podría volver a amar.

Los lectores que devoraban sus poemas disfrutaban con los versos más tristes surgidos del germen de la nostalgia, sin saber que Narciso se desangraba en negro sobre blanco. Pero el recuerdo de los besos de Eterna, de sus gemidos al hacer el amor y la certeza de que encontrarse no había sido en absoluto casual, consiguió devolverle el valor, la ilusión y la esperanza. Y decidió no rendirse jamás. Rendirse nunca sería una opción y sabría esperar a que el muro se desmoronase por si solo.

A día de hoy, Narciso se sigue emocionando al identificar pequeñas hendiduras en el muro. Y ha vuelto a sonreír.


jueves, 3 de marzo de 2022

La BSO de una catastrófica desdicha. Y de la dicha.

 Buenos días.

Esta entrada de hoy es sin duda el más ambicioso proyecto de este blog que se creó hace ya más de 10 años.

Hoy quiero contaros algo de una forma diferente, especial, y muy emocionante para mi.

Imagino que aquellos que me leéis con frecuencia ya os habréis dado cuenta de que a mi manera, soy un hombre religioso, si bien es cierto que mi fe salta del "gatolicismo" practicante (lo mío con los gatos roza lo enfermizo) a un catolicismo diverso del que tomo básicamente las enseñanzas del hijo de Dios, por encima de la doctrina de su iglesia.

Ayer experimenté una curiosa coincidencia y ya he escrito en alguna ocasión que no creo en la casualidad, sino en la causalidad, y que las cosas nunca pasan porque sí, sino porque tienen que pasar.

De cara a sustentar con informes médicos y policiales la causa de lo que me llevó a pasar por el "hasta luego" más doloroso, (y que gracias al apoyo, la implicación  y el deseo de diversos profesionales de la Consejería de Educación de la JCYL que luchan por educar y ayudar a nuestros jóvenes, se convertirá en un mensaje directo y claro para más de 3000 estudiantes de tercero y cuarto de la ESO de toda la comunidad) , mi hermana Sandra, (quién además de una increíble hermana es una increíble abogada), me hizo llegar por correo electrónico toda la documentación sobre lo acaecido a raíz del culmen de mi estupidez y mi imprudencia un 13 de abril de 2014. Además me envió el vídeo de la cámara de seguridad de la gasolinera frente a la que tuve mi accidente de moto, que recogió el impacto y el motivo del mismo, y que en su día me negué a ver por miedo y vergüenza, pero que ayer vi tras armarme de valor. Y no pude evitar llorar y arrepentirme de mi falta de acierto.

También encontré entre los archivos adjuntos el parte policial en el que venían el nombre y el número de teléfono del muchacho que detuvo su coche y llamó a la policía y a la UVI móvil, cuyos facultativos me desfibrilaron hasta en tres ocasiones no tirando la toalla y consiguiendo recuperarme tras unos minutos de muerte clínica.

A este chico, a Marcos, le debo la vida y ayer lo llamé para agradecérselo. Fue una conversación muy emocionante en la que ambos no pudimos evitar llorar, él de alegría tras reconocerme que se ha acordado mucho de mi durante este tiempo sin saber que habría sido de aquel motorista accidentado, y de ilusión por escucharme hablar. Yo me emocioné por su empatía, su cariño, su generosidad  y su gran humanidad.

La coincidencia de la que os hablaba está en que ayer fue miércoles de ceniza, día en el que a los católicos se nos ofrece imponernos sobre la frente las cenizas que simbolizan que somos polvo y al polvo volveremos, y que estamos a tiempo de cambiar y avanzar para hacer de nuestra vida un regalo. Y ayer fui a la iglesia (no acostumbro a acudir a misas a no ser que haya un motivo de peso como bodas, bautizos, comuniones y por desgracia cada vez más funerales) y recibí ese símbolo de la oportunidad que se me dio. Voy a hacer de esta oportunidad algo digno, voy a hacer de mi vida algo digno, voy a hacer del pasado futuro, y del futuro un digno presente. Voy a pagar mi deuda con el destino, con mi Dios, conmigo mismo y con todos.

Hoy os voy a contar lo qué ha sido de mi, lo que fui y lo que quiero ser, y lo voy a hacer una vez más a través de la música, pues ya sabéis que la música es para mi tan importante como la literatura y que soy un privilegiado al haber crecido en un hogar cimentado sobre amor, libros y discos.

Mi historia os la van a cantar por mi. Ellos cantan mejor que yo y alguno también escribe mejor que yo, y las letras de sus canciones acompañan mi día a día y conforman la banda sonora de mi vida. A algunos de estos artistas los conozco. A alguno tengo la fortuna de poder llamarlo amigo y a otros los he tratado al poder entrevistarlos para el programa de radio de Es Radio CyL que dirigí y presenté hasta hace poco menos de un año.

Subid el volumen. Así empezó todo.


La semana previa a mi accidente se me rompió el amor con una mujer con la que compartía vida, lecho, alegrías, penas y proyectos de futuro. Nos despedimos y yo me quería morir. Y que cachondo es el destino, que me concedió el deseo porque me había olvidado de vivir y no sabía ni quería hacerlo sin ella.



Pero también se me concedió la oportunidad de volver a intentarlo, de superar la lesión cerebral más devastadora. Y de levantarme. Y mi padre me enseñó que rendirse nunca es una opción, y gracias a los distintos médicos y fisios que apostaron por mi, y a la impagable labor de mi amiga Teté (mucho más que una excelente fisio), me levanté y volví a vivir.


Con miedo, torpe y confuso, volví a la pelea y me decidí a aguantar otro asalto y a encajar cuantos golpes pudiera soportar sin caer de nuevo a la lona, y en ello estoy. Vuelvo a escribir, a enamorarme, a fracasar y a hacer de mi vida un montón de páginas. A compartir con aquellos que están a mi lado cuanto puede ser compartido y con mis lectores cuanto creo que debe ser compartido. 

Durante esta milagrosa y realmente dura recuperación, la reacción popular ante mis circunstancia  fue increíble, y al comenzar a salir por la ciudad siempre con bastón y acompañado por alguien de total confianza, encontré tanto cariño en aquellos que me paraban por la calle para abrazarme o decirme algo bonito, que no lo entendía, pero mi Blancanieves, mi queridísima Belén, que no llego a despertar nunca del sueño que le produjo aquel desafortunado mordisco a la manzana, y a quien llevo llorando y echando de menos más de seis años, me lo explicó con esta canción.



El amor ha formado siempre parte de mi día a día, de lo más hermoso de mis experiencias, de lo más doloroso de mis fracasos y de las páginas más bellas de mis libros. Cada una de las mujeres que han pasado por mi vida me ha enseñado algo, me ha aportado mucho y me ha regalado demasiado. Desde aquella diseñadora de moda de la que me despedí antes de impactar contra el asfalto, a una adorable escritora granadina, pasando por una deliciosa montañesa, por una misteriosa agente de la CIA conocida por Adán, y por la propietaria de los más hermosos ojos del color del sol y de mi corazón, a todas he querido darles mi amor. A algunas no supe entregarlo, otras no quisieron recibirlo. Una vez escribí que creo que nací para amar y no para ser amado. Pero ya sabéis...en mi credo particular rendirme nunca será una opción, y mi alma ya ha encontrado a su dueña. Un día le haré entrega de cuanto quiero darle o simplemente un día descubriré que yo también importo y me lo entregaré a mi mismo.


Y la vida sigue, mi vida sigue. Trato de aprender de mis fracasos, de identificar mis errores y de corregirlos. De sonreír, de luchar, de pasar páginas, pero colocando marcadores en aquellas que necesariamente deben ser releídas si con ello puedo ayudar a alguien. Trato de no perder la esperanza en mi especie, de querer y ayudar a las especies más débiles y de llegar a ser el mejor Juan que pueda llegar a ser. Y es por eso que le debía una disculpa a mi yo de ayer.


Y ya está, ya pasó, ya merezco crecer ( y no hablo de mi tan deseado metro noventa), sino de hacer de la experiencia una herramienta y una medicina, del amor una terapia, del perdón una oportunidad y de la literatura una catarsis y un medio de vida.

La literatura salva vidas, no lo olvidéis. Ahora podré contárselo a miles de chavales y demostrárselo.

Gracias por todo a todos, y en especial a mi familia y a mis amigos.

Se acabó este tema excepto en las charlas coloquio que mantendré con el público a lo largo de decenas de institutos de mi comunidad.




lunes, 28 de febrero de 2022

No me gusta el otoño

Pero el destino se ha ocupado de que me acostumbre a él porque mi vida es un continuo otoño salpicado por ocasionales primaveras.

Qué le voy a hacer. Aunque haya desempeñado funciones de técnico de relaciones públicas, periodista, actor, camarero, profesor de música, comercial inmobiliario, policía militar, monitor de campamento, animador sociocultural y otros oficios, soy escritor, aunque me pese. Dios me dio la habilidad y la necesidad de poner por escrito aquello que me demuestra que estoy vivo, y mi padre y distintas profesoras, editoras y amigas, me ayudaron a trabajar duro en ello, a identificar errores, a perseverar y a tratar de mejorar el estilo para que lo mucho que tengo que contar cobrase la forma adecuada.

Y en ello estoy, luchando.

Una vez una lectora me dijo que si me había dado cuenta de que yo escribía para seducir, y hace poco otra lectora en medio de la conversación que acompañaba a un café con leche me dijo que acababa de ver al Juan Pizarro escritor, porque yo necesitaba vivir y sentir intensamente para escribir. Puede ser. Pero os aseguro que aún con los paliativos literarios y pese a esta continua catarsis terapéutica, me duele mucho vivir como vivo, sentir como siento y fracasar como fracaso.

No hace demasiado un viejo amigo me dijo que no quería volver a leer que había encontrado a la mujer de mi vida, que si no me daba cuenta de que para mi todas lo eran, y que mi trayectoria era la misma de Pedro con el lobo.  Perdón, lo siento. Sencillamente en cada mujer que ocupa de verdad mi corazón descubro algo nuevo y con cada caricia, con cada beso y con cada noche de pasión creo haber alcanzado el cielo. Y por norma más grande es la caída. Y más dolorosa. Y no las culpo a ellas, o al menos no a todas, los únicos culpables somos mi terrible y demoledora sensibilidad y yo. Y mi necesidad de sentirme amado porque cada vez tengo más claro que nací para querer, pero no para ser querido. Y esta vez creo estar seguro al cien por cien de que he fracasado con la verdadera personificación del sentimiento más hermoso.

Cupido se ha modernizado y ha cambiado su puto arco por un fusil de precisión con mira telescópica, y potente munición de combate con chaqueta metálica y punta hueca. De esa que cuando hace blanco en el corazón se desvía al impactar y, recorre todo el interior del pecho abriendo un agujero de salida en el cráneo a través del cerebro. Y trato de cortar la hemorragia presionando con metáforas empapadas en morfina sobre la herida. Y con cada adios me sumerjo en las brumas de un otoño recurrente y me siento morir.  Cuando creo que es mejor invernar en el indolente letargo del abandono, de repente me despiertan unos labios inesperados o unos ojos llenos de sol y la primavera reina de nuevo durante un periodo tan maravilloso como limitado. Y sonrió, y vuelvo a amar. Y escribo olvidando que las nubes terminaran cubriendo de nuevo el sol, y que de nuevo mi prosa se llenará de analogías caducas y tristes. Y vuelta la burra al trigo. Pero algo me anima a no tirar la toalla y a levantarme antes de que termine la cuenta, y es el haber descubierto que por fin he saboreado el verdadero amor y que aunque aún me esté vetado, puede que un día se me conceda.

San lucas, en el capítulo seis, versículo treinta y nueve de su evangelio, escribió, "De lo que rebosa el corazón, habla la boca", pero olvido añadir que también escribe el alma.

No dejaré de escribir, no dejaré de sentir, no dejaré de compartirlo y no dejaré de luchar para alcanzar esa primavera tan hermosa que durante un periodo llenó de sol, de trinos, de sonrisas y de arcoíris el cielo de mi existencia. Pase lo que pase y le pese a quien le pese, no dejaré de plasmar sentimientos en negro sobre blanco. Y no es una amenaza, es una declaración de intenciones.

 

sábado, 26 de febrero de 2022

Tres para un mus

 


No me siento ni con mucho un delator y aunque sé que “Roma no paga traidores” en esta ocasión, el único traidor ha sido él. Javi era mi mejor amigo desde educación primaria, pero hay cosas que un amigo no puede tolerar y creo que aunque ha sido una medida algo drástica, a la larga me lo va a terminar agradeciendo.

La policía lo ha detenido hace menos de diez minutos y se lo ha llevado al calabozo, acusado de un delito de malos tratos y de violencia de género. Javi no ha opuesto resistencia, él solo debe sentirse “muy hombre” cuando sacude a Marta. Si soy sincero, creo que lo que más le ha molestado ha sido que se lo llevasen esposado delante de todo el mundo.

He llamado a la policía y lo he denunciado porque creo que, si no lo hubiese hecho yo, Marta no lo habría hecho nunca. Llevan saliendo más de cuatro años, se conocieron en segundo de bachillerato y lo suyo era la crónica de una muerte anunciada: el capitán del equipo del cole y la estudiante más guapa, que además cantaba en el grupo que montaron los del coro del colegio. Típico de película americana. 

Al principio las cosas iban muy bien. Salíamos todos juntos y aunque yo pasaba algo de apuro por esa costumbre tan suya de comerse los morros a todas horas, lo achaqué al amor de juventud tan lleno de pasión y de hormonas. Los problemas comenzaron al llegar a la universidad. Los tres nos matriculamos en la misma facultad de Derecho y Javi empezó a gastarle a Marta bromas despectivas y machistas, como que se alegraba de que se hubiese decidido por Derecho ya que le vendría muy bien que conociese la abogacía y tenerla cerca para que  le planchase correctamente la toga cuando él se convirtiese en el gran abogado que estaba llamado a ser por el destino. Que Marta debería ir apuntándose a un gimnasio porque las mujeres eran pésimas letradas al no tener la fuerza suficiente para sostener los tomos de los Aranzadis donde consultar jurisprudencia. Que la enseñaría a distinguir un martillo de un rodillo por si se decidía por la judicatura. Y lindezas por el estilo. 

Lo que comenzó como una serie de bromas de mal gusto, se terminó convirtiendo en el leit motiv de las conversaciones de Javi con la silenciosa complicidad de Marta, que prefería restarle importancia a la humillación pública antes que perder a su chico. Marta se apuntó a un curso de cooperación con los refugiados, en el que se impartían conocimientos específicos para trabajar con este colectivo, donde la mujer era el sector más débil y más castigado por las calamidades que acompañaban a la búsqueda de una vida mejor y de un futuro para sus hijos. Javi se volvió un celoso compulsivo y no soportaba que los compañeros de Marta la llamasen por teléfono o la acompañasen a casa después de las clases. Un lunes, Marta llegó a la facultad con gafas de sol y al quitárselas en el aula pude observar que, aún habiéndolo intentado, el maquillaje no podía ocultar el moratón de la mejilla derecha. Le pregunté que le había pasado y sin mirarme a los ojos me dijo con voz temblorosa que se había dado un golpe contra la mesilla de noche al despertarse y cambió rápidamente de tema. Luego vino lo del Facebook. Ella siempre había sido muy activa en las redes sociales, subiendo fotos de sus viajes y sus fiestas y actualizando constantemente el estado en su muro. De repente dejó de escribir y de compartir fotos. Tenía más de mil contactos o “amigos”, como se denomina a los contactos en esa red social, pero del día a la mañana, hizo una limpieza y se quedó tan solo con familiares, amigas y los pocos chicos que tenían también amistad con Javi. No tardó en volver a golpearse con la mesilla de noche en el labio, en la ceja… Las cosas cambiaron muy deprisa. Ya no salíamos nunca en pandilla y solo quedaban ellos dos para ir al cine, a cenar y cosas por el estilo, pero en pareja. Eso sí, Javi no se perdía una juerga y al aparecer él sólo en las fiestas de la facul, justificaba la ausencia de Marta diciendo que tenía que estudiar mucho, porque las chicas, lo de subrayar en colorines sí, pero entender bien los artículos del código penal ya era otra historia. Cuando Reyes(la novia de Leo, el delegado de clase, y una feminista declarada) le afeó el comentario y le dijo que las mujeres eran tan válidas como los hombre para estudiar Derecho o cualquier otra carrera, Javi le contestó de muy malos modos que no tenía más que buscar en la historia de la humanidad a las mujeres constructoras, descubridoras, conquistadoras, inventoras y demás. Que su ausencia no era algo casual. Que tan solo destacaban algunas modistas, cantantes de ópera, modelos y escritoras de novela rosa.

Javi dejó de caerme bien y eso me dolió muchísimo, ya que desde que éramos niños, nos hemos querido mogollón.

Esta mañana se han desencadenado los acontecimientos tras darme cuenta de que me había dejado el libro de Constitucional en el coche y volver al parking a por él.

Al bajar las escaleras hacía el segundo sótano, he visto a Javi discutiendo con Marta y justo cuando me estaba acercando a poner paz, Javi le ha dado un bofetón con el dorso de la mano con tal fuerza que Marta ha perdido el equilibrio y ha caído hacia atrás, golpeándose en la cabeza contra la barandilla de las escaleras. Mi querido ex amigo la ha dejado allí llorando y se ha ido a la cafetería de la facultad a tomarse un botijo y a buscar a tres para un mus. Yo he tratado de convencer a Marta de que lo denunciase, pero ella se ha enfadado mucho y no he tenido más remedio que seguir mi código moral y mis valores, sacar el móvil y llamar a la policía nacional.

Marta está hecha polvo y tiene miedo de la presión social, y de que en su entorno la consideren imbécil, débil o lo que es peor, culpable del trato que recibía por parte de su novio. En estos años, he aprendido a valorar y a respetar la cálida amistad de Marta y si no lo hubiese denunciado, no sería su amigo.  He tratado de convencerla de que pida ayuda profesional, y de que la dependencia emocional no es positiva, pero me temo que cree que he vendido a mi amigo y que he traicionado su amistad. No la culpo por ello, vivía la peor de las mentiras. A veces el silencio es el cómplice habitual de los maltratadores y hay que aprender a levantar la voz y a gritar “basta ya”.

Espero que en la trena Javi no tenga problema para encontrar a tres para un mus, y sinceramente, espero que en las duchas le enseñen el verdadero significado de la palabra abuso.