viernes, 19 de marzo de 2021

Cada día


 Hoy me pide la sociedad que recuerde a mi padre porque el 19 de marzo es su día. Pero yo lo recuerdo a diario, y a diario desde que falleció hace ya casi siete años, le digo lo que no supe decirle en vida: que le quiero mucho, que siento no haber estado a la altura de su educación, de su ejemplo y de sus valores y que trataré de conducirme según lo que se empeñó en  inculcarme.

En esta foto mi padre camina por el puerto de una población costera con mis dos hermanos mayores y conmigo (yo soy el elemento peligroso armado con una escopeta que toma posiciones desde su puesto de tirador instalado en una sillita de paseo). Con el tiempo mi madre y él sumaron dos nuevos elementos al clan familiar y llegaron mis hermanas Alejandra y Silvia para cerrar el círculo.

La vida pasa, muy despacio unas veces y demasiado rápido otras, pero hay cosas que siempre nos acompañarán y de alguna manera formarán parte de nosotros. Y entre esas cosas y en un lugar de honor, están nuestros seres queridos.

Mi padre nos enseñó la importancia del respeto, de comportarse con dignidad, de la palabra empeñada y de la cultura como signo de distinción. Mi padre trató de darnos la mejor educación y todos los medios para que encauzásemos nuestras vidas y llegásemos a ser personas válidas  y autosuficientes, capaces de afrontar todo lo que viniera unidos por ese importante vínculo de la sangre, vulgarmente conocido como familia.

No era mi mejor amigo, ni se obcecó en serlo. Era mi padre y siempre se comportó como tal, como maestro, guía, consejero, educador y figura de autoridad, pero también como cariñoso e inseparable  compañero en esta aventura existencial a la que me trajo un verano de hace ya bastantes añitos.

Me enseñó que todo está en los libros y me regaló el placer de la lectura y me descubrió la magia de la escritura. Siempre me apoyó en mi afán literario y me animó en mis aprendizaje como escritor. Él fue un lector insaciable y una pluma muy acertada.

Quizás el día que mejor  pude intuir que se sentía orgulloso de mí, fue el de la presentación de mi primer libro ante las autoridades, la prensa, la  familia y los amigos y lectores que se acercaron al lugar de la presentación abarrotando el espacio y aplaudiendo mis relatos.

Como misión principal en esta segunda oportunidad que se me concedió unos pocos meses antes de que mi padre nos dejase, quiero llegar a ser por lo menos la mitad de buena persona, de profesional, de íntegro y de culto que fue mi padre. Y para ello me agarro a su recuerdo y a su ejemplo.

Durante mucho tiempo he sentido que de alguna manera colaboré con su muerte, pues al sufrir de aneurismas de aorta y estar operado de ellas en varias ocasiones, no podía llevarse sobresaltos ni sustos o preocupaciones excesivas, y yo me estrellé con la moto una noche primaveral y permanecí en coma una semana, en la que a diario los médicos de la UCI le decían que seguramente no despertase o que de hacerlo, dada la gravedad de mi lesión cerebral, lo haría en pésimas condiciones. Pero desperté y allí estuvo él. Mis últimos recuerdos con mi padre, me llevan a días duros en los que volvió a aprender a caminar conmigo, a enseñarme a que tirar la toalla nunca es una opción y a alegrarse con mis triunfos cotidianos. El día que falleció desayuné con él, ya que para que me diera tiempo a acudir a mis sesiones de recuperación neuronal en el hospital, me preparó el desayuno. Yo me fui al centro médico y él se sentó a trabajar en su despacho, pues fue un formidable abogado que mantuvo su cabeza a pleno rendimiento hasta el último momento y la muerte lo visitó trabajando, permitiéndolo despedirse de mi madre y morir en sus brazos. Cuando regresé de mi recuperación, encontré el coche fúnebre en la puerta de casa y el cadáver de mi padre en su despacho, acompañado por mi madre que no ha dejado de llorarle desde entonces.

Hoy es el día del padre. Como ayer, como mañana y como todos los días del resto de mis vidas.

Siempre será el faro que alumbre mi camino. Su luz me protegerá  de naufragios inconscientes, puesto que como capitán, sigo dejando mucho que desear.



miércoles, 17 de marzo de 2021

¿Enamorado?


 Por favor, que alguien me lo explique.

Ya comienzo a peinar alguna cana, si bien es cierto que al ser tan rubio pasan desapercibidas, e incluso me dan un toque más nórdico. Pero que cojones...lo cierto es que ya tengo cuarenta y seis primaveras y hace tiempo que abandoné el rol de eterno adolescente con complejo de Peter Pan para cambiarlo por el de madurito inconformista, simpático y con inquietudes.

Llevo en esto del amor desde los catorce años, cuando besé a la primera chica y descubrí lo increíble de lo que me revolvía el alma y me llevaba a un estado emocional y sicológico absolutamente desconocido hasta entonces. Y para que hablar de lo físico...

De repente abandoné a don Emilio Salgari, Verne, Dumas y a Mark Twain y me entregué a lecturas donde sus protagonistas incorporaban al concepto aventura una nueva connotación, como es el caso de Isabel Allende o de inmortales como Shakespeare. Había descubierto el amor. Abandoné la costumbre de escribir cuentos donde valientes y esforzados guerreros se enfrentaban a toda clase de peligros y comencé a escribir mis primeros versos románticos y mis primeros textos donde las palabras corazón y beso se adueñaron de la esencia de lo escrito.

Aquellos primeros labios fueron la antesala de mil y una noches sin dormir, de cientos de cartas de amor y de infinidad de ramos de flores. Creí haberme enamorado hasta las trancas de todas y cada una de las chicas que me dijeron "ojos azules tienes" y morí por amor y resucité docenas y docenas de veces. Y me fui haciendo mayor. Por desgracia no tardé demasiado en descubrir la cara oculta de esta redonda luna que agitaba mis mareas emocionales y pronto me enseñaron lo que era la infidelidad y cuanto podía doler. Lloré al pensar que todo aquello no era más que una impresionante mentira y me desesperé al no entender que alguien que te juraba amor eterno, fuera capaz de besar al día siguiente a un chico con el culo más duro, los músculos más trabajados y la moto más grande. Y presa de la rabia comencé a jugar al mismo juego aprovechándome de mi habilidad para el cortejo mediante las firmas y las dedicatorias en las carpetas de las niñas del colegio de enfrente primero, y de los SMS y los wasaps años más tarde. Lo mío era escribir el amor más que investigarlo y aprender a llevarlo a cabo. Pero aquello de la traición y la mentira no era mi estilo, y tan solo me llevó al desastre.

Amé y fui amado y traicioné y fui traicionado. Encontré en mi camino a todo tipo de mujeres llegando incluso a desposarme con una de las que mejor me vendieron la mentira y con más acierto me clavó el estoque. Y un así y todo no conseguí aprender ni interiorizar la realidad de esto del amor.

Soy de naturaleza enamoradiza. Esa frase la he repetido en centenares de ocasiones, pero creo que si hubiera sustituido "enamoradiza" por "enfermiza", la verdad de la sentencia no hubiera disminuido. he tenido la inmensa fortuna de haber creído amar a muchas y muy diferentes mujeres, la inmensa mayoría de ellas maravillosas. También a algunos ángeles negros camuflados de embusteros seres de luz. Y ahora descubro que me acostumbré a llamar amor a aquello que no era más que atracción y cariño, empatía, amistad y deseo.

Todas las canciones de amor hablaban de mi. Todas las películas y novelas "rosas" contaban mi historia y todos los versos de los más grandes poetas los firmé yo. Nunca he sido Brad Pitt, pero siempre he tenido mi público y he encadenado una relación sentimental tras otra. Prefiero un millón de veces hacer el amor que follar, follar es solo gimnasia y soy más de un buen libro o de una partida de mus que de correr en chándal.

Y el dolor más grande de todos los sufridos por este importante y herido músculo rojo cuya principal labor es la de bombear sangre, llegó muchos años después de haberme embarcado en esta aventura, al escuchar de la única mujer que lo único que ha querido de mi es a mi, que no se sentía realmente amada. Que no consideraba que yo estuviese enamorado de ella.

No puedo escudarme en los desengaños y las traiciones, no puedo ocultarme tras las malas experiencias. No debo justificarme con argumentos facilones. No he sabido hacerlo. Me creía un hombre ducho en la materia y experto en las artes amatorias, pero no solo no he estado a la altura de su amor y de su entrega, tampoco lo he estado a la de lo hermoso de lo que siento por ella y no lo he sabido dar forma. Pero las cosas nunca pasan porque sí, pasan porque tienen que pasar. Así que me quedo con el aprendizaje y me conjuro en silencio para que cuando el tiempo y los hados lo consideran oportuno, sepa expresar mis sentimientos con la energía necesaria y no solo con palabras bonitas, besos mecánicos y movimientos de cadera.

La vida me ha enseñado que de todo debemos aprender y que lo importante es corregir los errores del pasado y no volver a repetirlos.

Y en ello estoy. Sigo creyendo en el amor, pese a todo.


viernes, 12 de marzo de 2021

Costuras

 

Desde luego mi creador será un científico extraordinario, pero con la aguja y el hilo, es una auténtica vergüenza. Si no me hubiese cosido los miembros de forma tan bochornosa, no habría llamado la atención de todos los vecinos en cuanto puse un pie en la calle del pueblo. Y luego la estupidez esa de colocarme tornillos en las sienes para acoplar las dos mitades del cráneo donde introdujo el cerebro que robó del cementerio municipal. 

Soy un esperpento e incluso en los tiempos que corren, con tanto hípster y tanto gótico, punki y demás, no paso desapercibido en ninguna parte. Cometió el terrible error de ponerme el corazón de aquel suicida egocéntrico y vanidoso que se ahorcó por no haber sido seleccionado para entrar en operación triunfo y claro, en cuanto me miré en un espejo, me vinieron unas espantosas ganas de machacarle la cabeza y arrancarle la espina dorsal. Como soy un monstruo bueno, procuré que no sufriera y traté de anestesiarlo con un disco de Raphael. Casi lo conseguí, pero el muy imbécil se puso a tararear uno de los temas y a llevar el ritmo con los pies. También se los arranqué. 

Asco de aprendices.

sábado, 6 de marzo de 2021

Un año


Ha pasado un año ya desde esta entrevista que me realizó mi querida Ivana La piana  y desde que Temporada de setas vio la luz.

Hay que ver cuanto ha cambiado la vida a lo largo de este año. Me miro y no me reconozco (bueno... he perdido unos cuantos kilos con respecto a esta grabación, aunque no he crecido un solo centímetro, pero sí, sigo siendo yo) y esa alegría en los ojos, esas ganas de demostrarle al mundo lo importante que es sentirse vivo, y esa necesidad de demostrar que `por muy difíciles que se pongan las cosas, todo es posible, se han oscurecido a lo largo de este año. Pero siguen aquí.

El pasado 6 de marzo fue sin duda uno de los días más felices de mis vidas y lo disfruté hasta la saciedad, porque no hacía demasiado tiempo, todo presagiaba que seguramente no volviera a escribir, ni incluso a andar o a respirar por mi mismo. Y no contento con respirar, andar y escribir, me esforcé y fui capaz de sacar a la luz mi primera novela después de varios libros de relatos. Y la noche de su presentación fui un hombre feliz y completo. Disfruté de la velada con multitud de familiares y amigos que quisieron acompañarme en un día tan especial e incluso hubo quien, como mi buena amiga Noe, se cogieron un avión desde allí donde Cristo perdió la sandalia, para acompañarme y decirme que me quería y que estaba muy orgullosa de mi. ¿No es este motivo suficiente para darle gracias a la vida?.

Fue un acto muy especial y muy bonito. Grandes amigos y artistas como Dario Martín H, Pablo Acebal y los Cosmic Birds nos acompañaron con su música (Pablo y Darío con un impresionante directo), y otros amigos a quienes admiro y estoy profundamente agradecido, aportaron lo mejor de sus vides, de sus pinares y de sus cocinas para agasajar a los asistentes con una pequeña fiesta posterior al acto.

Marcos Yllera aportó su presencia acompañado por su hijo, y una buena cantidad de cajas de los deliciosos  vinos que salen de sus bodegas. Rubén Da Silva (a quien no pudieron acompañar Judit y Noa por encontrarse pachuchas) dejó al público ojiplático con los bombones de Da Silva  Gastronomía.

Pablo y Almudena (del Vayco Valladolid) así como Fer (del Vintage 10 Sotoverde) desplegaron su talento y su generosidad en las mesas donde acompañados por las nueces caramelizadas de Maria José y Teresa, ofrecieron a los asistentes multitud, de tapas y delicias con las que maridar los vinos de Marcos y la cerveza que generosamente aportó el Gastro Lava, quien también se sumó a esta fiesta de la cultura, proporcionando cerveza, grifo, mostrador y vajilla.

Desde la Fundación municipal de Cultura de Valladolid pusieron cuanto estuvo en su mano para hacer de este un día inolvidable y Juan, Atila y Maria (y todo el personal del LAVA) crearon el espacio perfecto `para que la literatura, la música, la gastronomía, el vino y el cariño corrieran como la espuma.

Un año después, al recordar aquella noche, solo puedo estar incluso más agradecido aún y seguir emocionándome.

Mis padres me enseñaron a cuidar a los amigos, a tratar de ayudar en cuanto pueda y a agradecer el cariño y el apoyo. Y hace un año recibí más apoyo y cariño del que creo ser merecedor. Pero como todo se transforma y cada uno da lo que recibe, pienso devolver más de lo que he recibido.

Han pasado 365 días espantosos en los que hemos sufrido angustia y mucho miedo, hemos perdido a seres queridos, hemos tenido que encerrarnos para escapar de un virus y hemos visto como nuestra economía, nuestros proyectos y nuestros sueños, sufrían lo indecible. Pero rendirse no es una opción, y doy fe de que merece la pena luchar por levantarse.

El día uno del confinamiento comencé mi nueva novela, Temporada de sustos, y ya está en proceso editorial (una vez más junto a Suseya ediciones). Si Dios quiere verá la luz en cuanto la situación epidemiológica lo permita. A lo largo de este año no he dejado de leer  ni de escribir ni un solo día, obteniendo nuevos reconocimientos y galardones por ello y reafirmándome en que todo está en los libros y que la literatura salva vidas y ayuda a enriquecerlas y a llenarlas de experiencias y conocimientos.

Y una vez más siento la necesidad moral de agradecer a mis padres que me descubrieran el placer de la lectura y me alentaran a dar forma escrita a todo lo que mi imaginación y mi corazón quisieran contar. Sé que al fin he conseguido que mi padre (desde el puesto en el paraíso que se ganó con sus actos y con una vida plena de entrega y amor a los suyos)  se sintiera orgulloso de mi, y eso no se paga con dinero.

Sé que vivir no es fácil y que nos reserva un montón de momentos tristes y desagradables, de los que crees que no podrás salir y que si lo haces, será muy debilitado, pero os prometo que hay algunos momentos que compensan con creces todo el sufrimiento. Y este fue para mi uno de los más hermosos.

Gracias, amigos, familia, lectores. Gracias, vida.



lunes, 1 de marzo de 2021

Rozar la perfección


 A veces la vida cruza los caminos de dos personas y consigue una unión que roza la perfección, dentro de lo humano de ese encuentro. Este es el caso de los dos cantantes que encabezan este texto. Y el del encuentro con la mujer a la que acabo de decir hasta luego, contestando al suyo, porque nunca podría decirle adiós.

Seguramente me estoy haciendo mayor, estoy madurando o lo que sea que pasa cuando uno descubre que la vida te pone en el camino a  personas maravillosas cuyo amor llega para enriquecerte y hacer de ti una persona mejor, y que todo tiene sus tiempos y a veces, cuando ya has disfrutado de unos años de adorable relación, hay que poner punto y final como pareja, para mantenerse en lo bonito que nunca se desgastará, y aunque pierdes a la pareja, nunca perderás a la persona.

Y entonces comprendes que esa separación no es un punto y final, es tan solo un punto y aparte que te conduce a compartir a su lado un nuevo párrafo lleno de palabras consolidadas gracias a lo compartido en el pasado, como amistad, apoyo, confianza, cariño, comprensión...

Ya tengo cuarenta y seis primaveras y poco a poco voy comprendiendo que absolutamente todas las mujeres que ha habido en mi vida, incluso las que me enseñaron a golpes, han llegado para ayudarme a distinguir lo verdadero de lo falso y para hacerme  entender lo que realmente es el amor verdadero, que es algo mucho más profundo que lo que se ve en las pelis de Sandra Bullock o lo que se escucha en las canciones de Luis Fonsi y compañía. El amor es un ser vivo que evoluciona y muta, que adopta diferentes formas y que al igual que la energía no se destruye, simplemente se transforma.

Por eso hoy no siento que me hayan dejado de querer ni que yo vaya a dejar nunca de hacerlo, simplemente nos querremos de una forma diferente, de esa forma en la que se quiere a un buen amigo o a un hermano. Y ese amor es igual de intenso y puro que el que se puede sentir con la persona que duerme a tu lado, pero sin adoptar forma física, sin compartirse entre gemidos y caricias íntimas. Amarse de forma aséptica y limpia, como se ama a quien sabes que nunca poseerás y no necesitas hacerlo, porque como nos explicó la rosa de El principito, el amor es generoso. Y yo la amaré libre en su camino y estaré allí cuando necesite de una mano para superar los obstáculos con los que pueda cruzarse, al igual que ella cuidará mi viaje y acudirá al rescate en caso de necesidad.

Despedirse con un hasta luego regalándonos un beso en los labios es el certificado de que siempre estaremos juntos y de que lo hermoso perdura y no se corrompe. Pese a lo triste de tener que abandonar ciertas rutinas cotidianas, podría decirse que me siento hasta feliz, porque además de haberme regalado años de felicidad, me ha ratificado en mi creencia de que hay personas que son seres de luz y el destino te las envía para iluminarte.  

jueves, 25 de febrero de 2021

Descoser la sombra


 Peter escapó del jardín de Kensington donde aquel soñador escocés le dio la vida y lo maldijo a ser un eterno adolescente.

Esta cantante asegura que Peter voló buscando un mundo de poesía en el que instalarse, renunciando a lo sórdido del mundo en el que nació, pero me ha costado cuarenta y seis años llegar a la certeza de que no existe un mundo de poesía. Tan solo existe la poesía para en ocasiones hacer de este un mundo mejor. O Intentarlo al menos. O morir en el intento.

La poesía no es otra cosa que el vehículo de expresión de aquello que brota sin freno desde lo más profundo de un alma torturada, de un corazón pleno unas veces, roto y vacío otras, o de una mente difusa, confusa y rebelde, que se resiste a asumir que la realidad terminará siempre imponiéndose a los sueños, por hermosos que estos sean.

Puede que por eso haya terminado por renunciar a Peter como el alter ego en mis textos, en mis poemas y en mis relatos. Puede que consiguiese expulsarlo de mi particular "Nunca jamás" cuando me decidí a que se convirtiese en "Siempre pese a todo".

Hacerse mayor y abandonar al adolescente que pretende adueñarse de tu futuro y tomar las decisiones por ti, es eso a lo que llamamos madurar, y no duele. Pensé que dolería pero no duele. Sin embargo lo que sí es realmente doloroso es obcecarse en ser el niño eterno cuando todo se pone en tu contra, cuando descubres que detrás de la luz se ocultan siempre las sombras y que para llegar a tu destino has de saber elegir entre un montón de senderos tortuosos el camino que te conducirá hasta él. No hay señalización, no hay miguitas de pan a las que seguir, no hay arcoíris ni baldosas amarillas. 

A veces añoro a Peter, pero no me concedo la libertad de pedirle que venga en mi ayuda. Hace más de seis años que me vi obligado a descoser la sombra hilvanadas a las suelas de mis zapatos, y ya no soy capaz de volar, porque siempre que pienso en algo encantador la realidad termina por oscurecer las imágenes más bellas. Y pese a todo me empeño en ser feliz y busco los medios para acostarme cada noche sonriendo y con la conciencia tranquila, sin acusarme de traicionar la ilusión y sin reprenderme por haber aceptado que el tiempo debe discurrir en mi, junto a mi, a través de mi.

Aún así y todo muchas veces me atrevo a escribir poesías y nunca he dejado de leerlas. Sé que cuando me llegue la hora seré juzgado en versos de arte mayor y rima asonante en los pares, y esta vez no tendré escapatoria, pero me enfrentaré al destino con estrofas construidas sobre una vida de superación en la que rendirme nunca fue una opción.

Y por eso escribo y no sé vivir sin hacerlo.

lunes, 22 de febrero de 2021

Tanto que agradecer



Me diste la vida una vez y treinta y nueve años después volviste a darme la opción de seguir respirando por mi mismo. A lo largo del tiempo que compartimos durante mis vidas, fuiste mi apoyo, mi consejero y el faro que iluminó el regreso a lo seguro, cuando en mi estupidez y en mi arrogancia me obcequé en tomar rutas alternativas y a punto estuve de naufragar.

Además de enseñarme lo que un padre suele enseñar a su hijo, como  nadar y montar en bicicleta, me enseñaste cosas tan fundamentales en la vida como la importancia de la palabra empeñada, el respeto como piedra angular de todas las relaciones e incluso y sobre todo, de la relación con mi propio yo. Me enseñaste la razón de la dignidad y de no renunciar a los principios que deberían conducir mi camino. A cuidar a los amigos y a ayudarlos cuando fuese necesario, a anteponer a lo superfluo la importancia de la sangre, y a estar justo donde y cuando mi familia requiriese, pues la familia es mucho más que compartir un apellido.

Y si hay algo que te agradeceré eternamente es el haberme descubierto la belleza en las páginas de un libro. El haberme orientado en las primeras lecturas y el haber hecho de la literatura uno de los bienes que enriquecen cada día mi existencia.

Fuiste paciente y generoso, misericordioso con mis muchos fallos y errores, comprensivo ante mi ignorante rebeldía juvenil y enormemente inspirador cuando decidí al fin ser un hombre y comportarme como tal. Tu legado habita en mi y si algún día llego a ser digno de ti y de los valores que trataste de inculcarme, habré triunfado en la vida y habré merecido el regalo de ser tu hijo,

Me descubriste al bardo inmortal y me guiaste a través de sus obras. Me regalaste la certeza de que todo está en los libros y heredé de ti la habilidad para escribir mis propias preguntas a través de unas páginas donde al vaciarme en negro sobre blanco, puedo encontrar las respuestas que se ocultan en mi ego.

En muchas ocasiones me recordaste los consejos de Polonio a Laertes, atemporales, acertados y beneficiosos para desenvolverme con seguridad en este océano infestado de escualos. Laertes se ha convertido en algo parecido al alter ego de mi madurez y en el seudónimo con el que firmo mis obras.

Junto a ti interioricé que no somos más que polvo y cenizas y que volveremos a vernos, pero aún no. Aún no.

Fuerza y honor. Tu recuerdo vive en mi. Gracias por todo, papá.
 

domingo, 14 de febrero de 2021

Las comparaciones son odiosas


 Pero en verdad no he encontrado a nadie comparable a ti.

A base de demasiadas indigestiones, aprendí a reconocer lo realmente delicioso, mucho más allá del físico, del atuendo y de la parafernalia con la que puede enmascararse una persona para seducir con el envoltorio, a sabiendas de que el dulce que encuentras al desenvolverlo no es tal, sino algo de sabor complicado en los matices. Y  de corazón adulterado. Un fraude que terminará provocando cólicos, vomitonas y diarreas.

Por eso no puedo compararte con nadie ni con nada. Y no quiero ni necesito hacerlo. Tan solo me detendré a saborearte y a entregarme al placer de la delicia que inunda mi boca, mi corazón y mi alma.

Cada bocado de ilusión  debe armonizarse con un trago de acierto, pues si no cuidas la ingesta y no te detienes a deleitarte el tiempo necesario para  la digestión, puede volverse en tu contra y destrozar el organismo por no haber dedicado lo suficiente al proceso digestivo que conocemos como amor.

Sin embargo, si te tomas la molestia de paladear con cuerpo y alma cada mordisco, el festival de agradables sabores que sacudirá las papilas gustativas se convertirá en la máxima expresión del placer y te convertirá en un adicto al producto.

Por descontado parto de la base de que las materias primas con las que se ha elaborado la receta que te trajo al mundo son las mejores. Y que el resultado es un bocado solo apto para gourmets.

Da igual como te hayan cocinado, el resultado es óptimo, la presentación perfecta y el maridaje oportuno.

Tuve la suerte de encontrarte en uno de mis restaurantes favoritos y el valor de acercarme a ti tras preguntar al metre el nombre del plato del que no podía apartar la vista.

Puede que este no sea el texto más romántico de la historia, pero  al menos creo que a través de esta suerte de metáforas culinarias, he conseguido describir lo maravilloso de tu presencia, de tu olor , de tu sabor y de lo que aportas a mi alimentación, al haberte convertido en el único alimento que en sus distintas variantes y presentaciones  compone la energética y muy completa dieta que estoy dispuesto a seguir.

Porque si tu me faltas, prefiero morir de inanición, y que el resto de los besos que aún no te he dado se pudran conmigo.

La expresión, "te como", es hoy más acertada que nunca.


viernes, 12 de febrero de 2021

Carpetazo


 Y con esta entrada dejaré por fin de lamerme las heridas y de redundar sobre lo traidora y lo pérfida que fue mi esposa.

La vida me está enseñando muchas cosas y puede que una de las más importantes sea que con el perdón, se hace un poderoso ejercicio de autocomplacencia moral.  Si no perdono a aquellos que me han hecho daño, el dolor seguirá instalado en mi y el único que sufrirá seré yo. Y por eso mismo, porque busco desesperadamente ser feliz y porque no quiero sufrir por cosas del pasado, la perdono.

La perdono a todos los efectos y también lo perdono a él; el hombre con quien traicionó unos votos que aunque se pronunciaron delante de la autoridad legal y no de la religiosa, para mi son igualmente  sagrados. A él lo perdono porque sé que en el pecado lleva la penitencia y, bastante duro tiene que ser el haber demostrado a la sociedad lo ruin que fue al traicionar una amistad de muchos años, que parecía sólida y fundamentada sobre un cariño, una afinidad y unos sentimientos verdaderos, pero que se desmoronó al dejarse llevar por la lujuria y la envidia, y estos conocidos y habituales pecados capitales destruyeron lo bueno que habíamos construido al compartir muchas cosas a lo largo de casi veinte años.

La vida sigue y en caso de que al conocerse su felonía decidieran seguir juntos, les deseo que sean muy felices, pero muy lejos de mí. Y si por lo que sea coincido de nuevo con ellos en algún lugar, no tendré inconveniente en compartir con "la parejita" el oxigeno del que con gusto los hubiera privado hasta no hace mucho.

Dejaré de abrirme las heridas y permitiré que cicatricen. Olvidaré que hubo un tiempo en el que la amé y en el que lo quise, y seguiré adelante sin lastres ni condenas.

Ahora tengo la obligación moral de agradecer esta segunda oportunidad que se me concedió hace ya más de seis años y conseguir que haya merecido la pena. De intentar ser feliz y de hacer feliz a la gente de mi entorno y será muy difícil si la contagio de amargura y de resentimiento, así que hala...a correr.

Dentro de la extraordinaria catarsis que se produce al poner en negro sobre blanco mis sentimientos, hoy encuentro un sentido especial y muy reconfortante a esta capacidad de darles forma con palabras. Me siento como si me hubiera colocado bajo un enorme grifo de luz y de energía y me hubiera pegado una ducha tan necesaria como reponedora, que ha arrastrado toda la inmundicia  con la que se ensució mi matrimonio. Total...ni he sido el primer hombre al que su mujer traicionó con el que creía era uno de sus mejores amigos, ni seré el último. Y eso ya no me afecta, ni me resta motivos para seguir avanzando.

Aquí paz y después gloria.

domingo, 7 de febrero de 2021

La lluvia


 Dicen que la lluvia es maravillosa y necesaria. Y que lo limpia todo, pero no estoy de acuerdo. No puede limpiar mi alma de recuerdos dolorosos, ni darle el lustre necesario a mi sonrisa.

Llueve. Las nubes que veo a través de mi ventana y que cubren el cielo anuncian otro día lluvioso. Las nubes negras que se han adueñado de mi alma me dicen que hoy también va a llover dentro de mi. Que me espera un aguacero de lágrimas.

Apres la pluie de Satie y los nocturnos de Chopin son las piezas que hoy acompañan el primer café. El piano viste de melancolía el sonido con el que la tostadora me ratifica que hoy vuelvo a desayunar solo, después de una larga noche solo, en la que he buscado inconscientemente tu cuerpo en la cama y he despertado una y otra vez creyendo que te habías levantado a hacer cualquier cosa y que volverías junto a mi.

¿Qué me pasa? Nada. Me pasa la vida. Y una vez más la vida me pasa por encima dejándome el corazón maltrecho y las cuerdas vocales rígidas.

Los astros se han alineado para hacer de esta una temporada de llanto. De introspección y de auto castigo. Todo parece haberse conjurado en mi contra. Yo mismo debo de estar al mando de las hordas de desesperación que han asaltado el único baluarte  que creía seguro y que pensé que resistiría cualquier ataque: nuestro amor.

Sé que ya no podre cobijarme bajo el paraguas de tu sonrisa. Sé que una a una, las gotas de esa lluvia cálida que mana del pecho resbalarán a lo largo de  tu ausencia, y empaparán la posibilidad de volver a acariciar tu cuerpo desnudo. Al tomar conciencia del inevitable final de lo nuestro, las notas del piano me regalan una suerte de tortura en modo menor y, desesperado, pido al verdugo que no pierda tiempo, que haga lo que ha venido a hacer y que no me cubra el rostro con la capucha de falso consuelo. Necesito ver con claridad como los besos que no llegué a darte se sitúan frente al paredón donde seré colocado con las manos atados a la espalda para que no te suplique otra oportunidad y a la voz de mando del futuro incierto que dirige el pelotón, cargarán sus armas de reproche y apuntarán todos a mi corazón esperando la señal.

No sé quien escribió que es más doloroso no haber amado nunca que haber amado y haber perdido. Fuera quien fuera el autor de esa cita, olvida que lo que no se conoce no se echa de menos.

No me pasa nada. Me pasa la vida. Agradezco seguir aquí contra todo pronóstico. Pero en absoluto agradezco a los hados el haberme permitido quedarme para seguir sufriendo, y para que se me necrose la esperanza.

Aunque no saben con quien están jugando. No sé rendirme. Rendirme nunca es una opción y cual ave Fénix volveré a levantar el vuelo y a desplegar mis alas. Pero eso será otro día, cuando el sol brille y en el arcoíris encuentre el camino de regreso hasta ti. Y de mi pluma nazca una nueva comedia. Y reírme sea otra vez el ejercicio cotidiano con el que comenzar la jornada.

Hoy no estoy para risas, Llueve. Llueve dentro de mi y se me está encharcando la ilusión.