domingo, 22 de noviembre de 2020

Juan


 Hace mucho tiempo que sigo a Residente, el alias bajo el que se esconde el cantante y compositor portorriqueño René Pérez Joglar, quien a mi juicio es el mejor letrista del continente americano.

Hace escasos días su tema autobiográfico René ha recibido el galardón de los premios Grammy latinos a la mejor canción. Y es cierto que esta es una de esas canciones que si escuchas poniéndote en el pellejo de quien la compuso, te emocionas de verdad.

Su biografía es dura y triste, pero tiene lugar para la esperanza y destaca su amor por la familia y su amor por su patria y por sus amigos. Algo con lo que me siento muy identificado. También me identifico con él cuando habla de su necesidad de escribir y de esa necesidad de llenar vacíos por medio de la literatura.

Así que hoy he decidido, queridos lectores, hablaros de mi historia y compartir con vosotros las circunstancias que me han hecho quien soy y lo que soy.

Nací por primera vez en Valladolid un veinticuatro de julio de mil novecientos setenta y cuatro, en el seno de una familia de clase media. Mi padre, quien falleció hace ahora seis años dejándome un enorme vacío y la terrible sensación de haberme dejado muchas cosas en el tintero, fue un abogado militar, oficial superior del ejército español que tras pasarse a la reserva transitoria ejerció como abogado especializado en la rama de empresa. Pero ante todo y por encima de todo fue un intelectual amante de la cultura que me enseñó que todo está en los libros y me concedió una oportunidad tras otra por mucho que lo decepcionase y lo fallase una y otra vez. Fue un hombre bueno, honrado, correcto y sabio que destacó principalmente por su humanidad, su saber estar y su ejemplo, mostrándome el camino a seguir para evitar perderme y la importancia de cosas como el respeto o el valor de la palabra empeñada. Y siempre lo querré, aunque me duela no habérselo dicho lo suficiente en vida.

Mi madre es una mujer muy especial, entregada por completo a su familia y al cuidado de aquellos que la necesitan. En su tiempo se formó y trabajó como secretaria de empresa y después al casarse con mi padre, como secretaría de este, puesto que abandonó porque mis hermanos y yo la reclamamos a nuestro lado a jornada completa y dado que somos una familia numerosa bastante movidita, no se negó a renunciar a su vida profesional para dedicarse por completo a la vida familiar.

Mi madre además cantaba, tocaba la guitarra y pintaba con acierto, de hecho muchos de sus cuadros decoran distintas estancias de la casa junto a otras pinturas de más renombre, pero no más hermosas. 

Del amor de mis padres, que aún a fecha de hoy se mantiene intacto, nacimos cinco hijos, tres hembras y dos varones.

Yo ocupo el tercer lugar en cuanto a nacimientos, lo que es maravilloso pues para algunas cosas soy de los mayores y para otras de los pequeños. En el término medio está la virtud, dicen.

Mi hermano, el mayor de la prole, fue el primero en ganar premios literarios y en publicar libros y aunque somos muy distintos tanto físicamente (el es más alto y más delgado, pero yo tengo este pelazo) como en cuanto a personalidad (yo soy mucho más extrovertido y no concibo vivir sin reírme y sin compartir cada día con amigos y parejas), nos llevamos bien y nos queremos.

A mi hermano le sigue la mayor de las chicas, a quien siempre defino como un cincuenta por ciento de corazón, un treinta por ciento de creatividad y talento y un veinte por ciento de cabeza loca. También ha ganado premios literarios y ha publicado libros. 

Después de ella va el que suscribe, y a mi me sigue por debajo la hermana más cabal, más consciente y mas resuelta, en quien siempre he visto reflejados los valores de mi padre y su profesionalidad y acierto a la hora de afrontar un problema o de tomar decisiones. Ella también escribe, pero demandas, recursos, alegatos  y en general todo tipo de literatura jurídica. Su trabajo concienciudo y peleón le ha reportado un gran número de sentencias a su favor, algunas  de gran calado social y que han sentado jurisprudencia reportándole no solo el agradecimiento y el reconocimiento de sus clientes, sino también el de multitud de juristas que han visto en ellas la luz que alumbra las zonas de penumbra del Derecho.

En último lugar nació ese angelito de alitas de plumón blanco del que ya he hablado en este blog y cuya adorable presencia sirvió de argamasa para mantener a la familia unida. Es la niña eterna que con su inocencia y su sonrisa perenne es capaz de endulzar los momentos más duros y más difíciles por los que inevitablemente pasa una familia extensa,

Desde bien pequeño he crecido con animales en casa, generalmente perros, aunque al independizarme compartí vida y espacio también con gatos, especie con la que creo que tengo mucho en común y que me sedujo desde que entró en mi vida.

Mi vida...

Fui un niño de mi generación , de colegio de curas y aficiones normales como leer, escribir,  juegos de mesa y naipe; deportes como tenis, judo o rugby, que aprendió a montar a caballo y a asistir en una misa y que aunque nunca destaqué por unas notas brillantes, muchos docentes me consideraban especialmente culto e instruido (devoraba novelas y libros desde los cuatro años) y por eso me duele haber decepcionado tanto a mis padres que vieron mi potencial y se dolieron horrores de que lo desperdiciase al llegar a B.U.P y empezar a faltar a clase, a repetir cursos y a estropear mi expediente académico. Y es que al pasar a bachillerato sucedió algo que me cambió la vida por completo: las clases pasaron a ser mixtas y la mujer llegó a mi vida.

Siempre he sido un tipo particularmente enamoradizo y obsesionado con la pareja como vínculo perfecto al que dedicar la existencia al completo. Así de iluso soy y así de mal entendía a autores como García Márquez, Benedetti o  Neruda.

Desde los 14 años he pasado de una relación a otra sin que haya habido a lo largo de mi vida "adulta" un periodo superior a cinco meses sin estar emparejado. Obviamente he sufrido multitud de desengaños, he sentido romperse el alma y el corazón en numerosas ocasiones y he llorado lo que no está escrito. pero también he disfrutado de lo mejor de amar y sentirse amado, de la experiencia del amor carnal y de la sensación de que eres lo más importante para alguien (aunque muchas veces no fuese cierto). Muchas veces me enamoré o creí estar enamorado de quien no debía. Y no solo porque no fuesen las mujeres adecuadas para mi, sino porque yo no era el hombre adecuado para ellas. Me confundí y confundí en igual medida y ya que me desnudo (literariamente claro, no os voy a someter a semejante tortura) ante vosotros, reconoceré que también me porté mal en alguna ocasión y no respeté las reglas del juego, no supe ser fiel y no fui sincero. Pero he aprendido de ello y la vida ya se ha ocupado de lo de la justicia kármica y me ha devuelto con creces lo que di. Lo bueno y lo malo. Cono canta Drexler, "todo se transforma".

Tras renunciar a quien creí durante muchos años que era el único y verdadero amor de mi vida, me enamoré de otra mujer y pensando que hacía lo correcto, me casé con ella. Craso error. Al dolor de su traición y de su falta de respeto tuve que sumar el producido por aquel a quien consideré un amigo excepcional y que con su intrusismo y expolio, me destrozó el alma.

Pero lo que no te mata te hace más fuerte y gracias al cariño y al apoyo de mi vieja guardia, de mis verdaderos amigos y de mi familia, conseguí levantarme una vez más. Volví a enamorarme y a compartir ilusión, cama y proyectos de futuro con una adorable castañita de ojos tristes con quien me sentí en paz con Dios y con los hombres, pero se nos rompió el amor de tanto usarlo y con el corazón completamente destrozado, me quise morir. Y se me concedió. Sufrí un completamente evitable accidente de moto y pasé por unos minutos de muerte clínica y por unos cuantos días en coma, del que desperté volviendo a nacer en el año dos mil catorce confundido y hemipléjico perdido, pero con un increíble deseo de vivir. La neuróloga jefe del hospital donde estuve un mes y medio ingresado ,me dijo que no se explicaban como con la lesión cerebral resultante del accidente había despertado así de enérgico, de capaz y de recuperado. Y sinceramente, si no lo sabe ella que es neuróloga, yo tampoco lo sé. Soy católico y creo que de alguna manera se me concedió una segunda oportunidad y los santos a los que rezaron mis familiares se inclinaron a interceder por mi ante un Dios que es todo bondad y sabiduría y que sus razones tendrá para haber levantado el pulgar en este coliseo que es la vida. Pero también creo en las energías positivas y sé que hubo mucha, mucha gente, que deseó de corazón que despertase y regresase de aquella oscuridad.

Por unos motivos u otros he tenido mucha, demasiada suerte y me considero un tipo muy afortunado. Sé que esta oportunidad no ha sido gratuita y que algo tendré que hacer, pero estoy dispuesto a ello, si bien es cierto que aunque estoy bien, no he vuelto igual de aquel viaje. Con la ayuda de la fisioterapeuta y amiga que se esforzó por sacarme adelante, de multitud de médicos, psiquiatras, psicólogos y coatchs, aparento completa recuperación, pero las secuelas de aquello me limitan bastante en mis relaciones con los demás y sufro miedos y angustias que antes desconocía, pues era un auténtico animal social y ahora no soy capaz de acudir solo a lugares donde no sé qué me puedo encontrar, e incluso me cuesta mucho caminar solo por la calle. En cualquier caso rendirse no es una opción y sigo pelando a diario. Como acostumbro a escribir, sé que todo terminará llegando, incluso lo bueno. 

En los pocos años de esta nueva temporada de mi serie he sufrido con la muerte de mi padre, la de una gran amiga a la que el destino se llevó antes de tiempo y la del mejor y más adorable y sinvergüenza felino que se ha cruzado en mi camino.

A nivel cognitivo y a base de trabajo y esfuerzo, he conseguido recuperarme sorprendentemente y he vuelto a ganar premios literarios, a publicar libros y a colocarme detrás de un micrófono en un programa de radio que llegué a dirigir  y presentar, y en el que me sentía cómodo y a gusto, puesto que no me suponía un trato directo y presencial con nadie.

Me duele mucho haber perdido algo que alimentaba mi alma con deliciosos y suculentos manjares: el teatro. Antes de este dichoso accidente actué, formé y dirigí mi propia compañía de teatro llegando a recibir un premio a la ciudadanía por una de mis iniciativas teatrales y, por desgracia, ahora ya no soy capaz de enfrentarme al público a cara descubierta. pero quien sabe, la vida da muchas vueltas y he aprendido que hay que agarrarse bien en las curvas para no salir despedido y estrellarse contra el asfalto de la realidad más insoportable.

Las circunstancias me han llevado a vivir precavido y observando el devenir de las cosas desde ese burladero tras el que me pongo a salvo de los peligros que me acechan, ese burladero que es vivir en negro sobre blanco. A veces me atrevo a salir y recibo como premio nuevas oportunidades para aspirar a una vida normal y, cosas tan formidables como no cesar en mi empeño de encontrar a la mujer que lo único que quiera de mi sea a mi, y con la que compartir una relación basada en el respeto, la buena comunicación y la confianza. Estuve muy cerca de haberla encontrado al fin, pero por desgracia, volví a fracasar y durante un tiempo dejé de creer en el amor. Pero el que nace lechón, muere cochino, y renace más lechón que nunca. Así que nunca abandonaré la ilusión de que el destino termine cruzándome con la persona adecuada. Sé que está en algún lado esperándome.

René me ha hecho pensar, me ha llevado a realizar una fuerte introspección y he descubierto que ahora hacer introspección no es un autocastigo, aunque al hacerla identifique mis muchos defectos y mis muchos errores, como en el pasado cuando escribí que cuando quería hacerme daño hacia introspección. De hecho de un tiempo a esta parte me he propuesto mejorar en todos los terrenos y ofrecerme y ofrecerle al mundo la mejor versión del Juan que vive, reza, ama y evoluciona con la experiencia. Y creo que si no me desvío del camino que me he trazado, puede que un día llegue a ser el Juan que quiero llegar a ser.

Espero no haberos cansado con estas líneas, pero así, antes de juzgarme, sabréis a quien condenáis o a quien aplaudís.

Y eso es todo amigos.

jueves, 19 de noviembre de 2020

No a lugar


 Peter respira hondo y levanta la cabeza. El juez ha pedido al jurado que haga público su veredicto y uno de los doce desconocidos que ocupan la bancada reservada a quienes decidirán sobre su final o su puesta en libertad, se acerca al estrado para leer el fallo.

El eterno adolescente traga saliva y procura que no se note que le tiemblan las piernas. 

Su imponente abogado, que se pasea ante el tribunal arrastrando su sable y dándose aire con el tricornio, intenta con un alegato soberbio convencer a la sala de que Peter es tan solo un personaje  nacido de la mente del escocés Matthew Barrie y, que el estar sometido a la tortura de no crecer jamás, le convierte por definición en no responsable de sus actos, pues aunque cobró vida en mil novecientos cuatro ni siquiera se afeita y mucho menos puede ser considerado un hombre adulto. 

Ver a los miembros del jurado negar con la cabeza y cuchichear entre ellos antes de retirarse para deliberar asusta a los niños perdidos y al resto de presentes en la sala.  El mismísimo Capitán Garfio se mesa las barbas con ansiedad sabedor de que poco se puede hacer ya por su eterno enemigo para el que la acusación particular y la fiscalía de Nunca Jamás piden que sea condenado a morir mediante la administración por vía intravenosa  de un compuesto de tiopental sódico,bromuro de pancuromio y cloruro de potasio. Cuando supo que podría ser ejecutado de forma tan vil y miserable, el terrible pirata se hizo cargo de la defensa y tras prepararse el juicio con el máximo interés y con la creencia de que podría librar a Peter de morir a manos de la justicia y reservarse para si mismo el final del culpable de su miembro amputado, se dispuso a pelear como nunca, pero esta vez sin necesidad de desenvainar su acero ni de cebar sus pistolas.

El hombrecillo que sube al estrado y extiende el papel que recoge la decisión de los doce hombres sin piedad carraspea antes de hablar y adecua el volumen de la voz a lo solemne de la situación.

—Este jurado ha encontrado al señor Pan culpable de los crímenes de  los que se le acusan.

Un murmullo de estupor , de incredulidad y de rabia se extiende por los juzgados. De repente una luz brillante inunda la sala, todo se ilumina y el resplandor ciega a Peter quien confundido, no sabe que está sucediendo. Campanilla revolotea junto a él y al abrir del todo los ojos, Peter se da cuenta de que está en su cama, de que el sol entra a raudales por la ventana de la casa árbol y de que tan solo ha sido un sueño. Otro sueño.

Al fin y al cabo lleva ya más de un siglo pagando el precio por los delitos de los que su subconsciente lo acusa en cuanto baja la guardia y, aunque en su interior se absuelve una y otra vez, no consigue evitar que algo dentro de él lo vuelva a llevar ante el juez de su conciencia durante las noches en las que se acuesta tras abusar del grog que roba a la tripulación del barco de Garfio.

Tras levantarse, saludar al hada diminuta que lo mira con adoración, y apurar el vaso de agua que reposa en la mesilla de noche, cacarea con orgullo y se eleva unos centímetros del suelo suspendido en el aire por el polvo de hadas y por sus ganas de comerse la vida a bocados. Aunque Garfio hizo un buen trabajo y se esmeró en su imaginaria defensa, nada le apetece más que volar hasta su nave y desafiarlo a un duelo a muerte. Sigue siendo Peter Pan y, cuando haya vencido al fiero pirata, hará escala en la laguna de las sirenas para permitirse un poquito de placer sin compromiso y sin remordimientos. Y a la mierda con la tan soñada madurez negada por las circunstancias de una vida que nunca eligió. A la mierda con crecer. A la mierda con una existencia normal y a la mierda con lo que muchos esperan de él. Lo que verdaderamente importa, es lo que lo hace ser quien es y lo que aquel escocés del demonio escribió para darle sentido a su fantástica realidad, envidiada por aquellos que ven como su inocencia se escapa con la rapidez de una sombra que no se ha cosido precavidamente a los pies.

Todo lo demás sencillamente no ha lugar.

domingo, 15 de noviembre de 2020

Al calor de las palabras, de los sabores y de la danza del fuego.


 Este relato ha nacido de mi asombro al descubrir en el jardín a esta rosa, que desafiando las inclemencias del tiempo, se empeña en florecer. Y de la idea que Henar Pérez García ha compartido conmigo en una red social donde compartí esta foto, y en la que me explicaba como cierto "molinillo de viento" galán y seductor, podría acompañar perfectamente a mi rosa en un relato. 

Espero que os guste lo escrito al recoger el guante de Henar.

La chimenea cobra fuerza a medida que devora los leños que Laertes arroja a su interior para que ardan entre las llamas nacidas de las piñas y las pequeñas ramas secas sacrificadas ritualmente como promesa de un inminente y hermoso fuego con el que calentar el interior de la cabaña en la montaña que hermana las comunidades de Asturias, Cantabria y Castilla y León.

Se acerca la noche y ella no tardará en llegar. Sale de trabajar siempre un poco más tarde de la hora que marca su contrato, porque la implicación personal y emocional con los niños discapacitados con los que trabaja suele retenerla junto a ellos más tiempo del que le obliga su convenio laboral.

Hoy Laertes ha echado el resto en los preparativos de una noche perfecta. El frio de la noche montañesa en pleno invierno no impedirá que compartan unas horas maravillosas alejados del mundanal ruido.

Cuando su amigo Jonás le ofreció la cabaña para pasar el fin de semana con su chica, Laertes aceptó agradecido y le pidió que pudiese ir por delante para preparar todo y esperarla con la temperatura adecuada y la mesa preparada, pues aunque ella es una mujer muy solícita, muy valida y completamente independiente, de alguna manera él quiere que desde que se baje del coche y traspase la puerta simplemente disfrute, se relaje y se olvide de los problemas y los agobios cotidianos en una ciudad sitiada por la pandemia que asola a la humanidad, cebándose en aquellos con patologías severas  previas que viven angustiados por el temor al contagio de un virus que les supondría con seguridad una sentencia de muerte.

En la montaña Laertes sabe que estarán a salvo y sabe que ella estará mejor que bien, pues las raíces de la rubia y menuda doctora provienen de un valle cercano y entre bosques, riachuelos, escarpadas cimas  y poderosas rocas cubiertas de musgo se siente libre y feliz.

Aficionado a la cocina, Laertes ha abandonado la novela en la que trabaja con ilusión y ahínco y a la que concede un reponedor paréntesis hasta el próximo lunes para dedicarse plenamente a diseñar la cena perfecta con la que agasajar a su amada.

Tras encender la chimenea, adecentar un poco el refugio y llevar hasta la pequeña cocina las bolsas con los ingredientes adquiridos unas horas antes en el pueblo más cercano, comienza a preparar el menú.

De primero prepara un entrante caliente a base de crema de remolacha y tras asegurarse del adecuado punto de sal y de la presentación perfecta en unos cuencos de cerámica de Sargadelos encontrados en la cocina, se centra en el pollo estofado con ciruelas pasas y piñones que será el plato fuerte de la cena.

Como postre prepara una crema de fresas con gelatina de nata y fresa y unos clásicos buñuelos de viento con nata montada.

El tiempo pasa muy despacio entre fogones y cazuelas y antes de encender el pitillo que separará la labor de cocina de la de metre de sala, echa un ojo al reloj para darse cuenta de que en menos de una hora escuchará el motor del coche de su chica.

Prepara la mesa con esmero y no olvida poner a enfriar la botella de Yllera cinco punto cinco rosado, el delicioso frizzante  con el que maridará la comida. 

Al echar un vistazo con el que valora el aspecto de la mesa y del entorno, observa que aunque ha sido un acierto colocar la mesa a pocos metros de la chimenea, no ha preparado un detalle floral con el que decorar  adecuadamente lo dispuesto junto al fuego. 

Apenas cuenta con unos minutos para buscar desesperadamente con qué preparar el centro de mesa. La suerte o los hados o el destino o llamémoslo X acompañan al enamorado y detallista escritor. A pocos metros de la cabaña crece un rosal de la montaña en el que una única rosa roja se atreve a desafiar el frio de la temporada y comienza a florecer con fuerza. Quedará preciosa junto a la sonrisa de su chica y tras hacerse con un recipiente adecuado en el que vierte el agua necesaria para conservar la lozanía de la hermosa flor, se hace con algo de verde, unas flores silvestres y un perfecto y enorme molinillo de viento con el que completar el centro.

Al acomodar esta última adquisición junto a la rosa, Laertes no es capaz de percibir como ambas flores se saludan y como el elegante molinillo comienza a cortejar a la bella rosa.
Menos de un cuarto de hora después  de haber terminado con la decoración y de haberse cerciorado de que la cena está lista y será perfecta, el coche de su chica sube el sendero hasta la cabaña y aparca junto al pequeño Renault Clio azul con el que Laertes se enfrenta con éxito a cuanto desplazamiento necesita realizar en su día a día. 
El vallisoletano autor de bigote bicolor sirve el espumoso y fresco rosado, y como es su costumbre desde hace ya más de seis años levanta su copa brindando por la vida. Tras brindar y beber, la linda montañesa se acerca hasta él y lo besa con dulzura. Melody Gardot canta junto a Sting un tema que amplifica el altavoz bluetooth que Laertes ha vinculado a su teléfono móvil y colocado sobre la chimenea y los felices comensales comienzan a bailar muy despacio sin percatarse de que otra pareja los acompaña en la silenciosa danza. El molinillo de viento lleva con maestría a la joven rosa quien nerviosa por el desconocido sentimiento que le atenaza el pecho, no puede evitar que una de sus espinas atraviese el delgado tallo de su pareja de baile y que la sabia derramada por el herido bailarín salpique una de sus hojas.
A veces la vida nos lastima sin querer y del momento más delicioso se puede pasar al más triste en menos de lo que una pavesa se eleva hacía las alturas.
La romántica pareja de humanos que han querido escapar durante un par de días de la realidad más angustiosa, disfrutan del vino, de la cena, del silencio con el que se regalan mil palabras de amor mirándose a los ojos, y de una noche de pasión en la que convierten en caricias y gemidos de placer lo que sienten el uno por el otro.
Y más allá de la colchoneta hinchable cubierta por unas sábanas de franela y un edredón nórdico, el mundo, el planeta, los virus y la muerte no tienen sentido al calor de la chimenea que ilumina la estancia proyectando misteriosas sombras sobre las paredes de madera.




viernes, 13 de noviembre de 2020

Futuro


 A veces y sin darte cuenta te encuentras con la persona adecuada y descubres en sus ojos que el futuro lleva su nombre y sabe como sus labios. Entonces te descubres escribiendo los pasajes más tiernos en una novela que nada tiene que ver con el romanticismo y los finales más felices para relatos cuyos giros de guion sorprenden al autor antes que a nadie y, te das cuenta de que algo ha pasado, algo está pasando y algo va a pasar.

La vida es una enorme piñata de la que caen caramelos, regalos, confetis y escorpiones en igual cantidad, pero cuando aprendes a sortear las picaduras de los peligrosos artrópodos, llegas a disfrutar de los regalos más originales y  a saborear los dulces más deliciosos. Con la edad y la experiencia te vas haciendo inmune al veneno de los aguijones que buscan alcanzarte durante la caída, pero todos sabemos que un día al acertar el golpe con los ojos vendados, del interior del recipiente sorpresa caerá ese escorpión para cuya picadura no hay antídoto ni inmunidad que valga, y se terminará la fiesta.

Lo sorprendente de todo esto es que uno se empeña inútilmente en encontrar a la persona que te hará verdaderamente feliz y después de llevarte una desilusión tras otra, un desengaño tras otro y otra herida en el alma que se acomoda entre las anteriores; el día que dejas de buscarla, ella se presenta en el baile y de entre todos los hombres presentes que llevan el ritmo con el pie y asumen que la noche terminará en la barra rodeado de vasos vacíos y recordando las mejores piezas que bailó en el pasado, eres el afortunado al que se acerca y con una sonrisa invita a bailar. Y pierdes el miedo. Y bailas. Y al dejarte llevar por la cadencia de sus caderas, esas a las que te agarras con tanta dulzura como firmeza por si de repente la pisas y sale corriendo, descubres que no quieres que termine nunca el baile y que no concibes el futuro sin llevar el ritmo junto a ella.

Con el pasar de los años he aprendido a escribir sentimientos encriptados, sensaciones camufladas, deseos mimetizados y personalidades ficticias para no dejar al descubierto las identidades de quienes se instalaron en  el interior de mi pecho, aunque algunas salieran de él como aquel octavo pasajero que destrozaba la caja torácica del iluso que lo había acomodado en su interior, sin saber la clase de monstruo que se alimentaba y respiraba a través de él, creciendo a su costa hasta dejar ver su terrorífica y destructiva realidad. Incluso de esos monstruos no he permitido que ningún lector (excepto aquellos que conocen la historia de mi vida y mis circunstancias de primera mano) pudiese siquiera intuir el nombre o a quien me refería.

Puede que haya podido ser menos discreto al escribir sobre las mujeres que me enseñaron lo que es el amor en todas sus variedades y en su máxima expresión, pero aún así y todo la vida me ha enseñado que más allá de la ilusión del enamoramiento, lo íntimo no debe exhibirse, que la información es poder y, que en las manos equivocadas, puede ser un arma de destrucción masiva.

Por eso de un tiempo a esta parte cuido tanto de mi pareja de baile, de aquella que se acercó hasta mi cuando ya estaba a punto de salir de la pista haciendo el paso lunar y así llegar disimuladamente hasta la barra más cercana donde tragar un recuero tras otro a base de whisky, hielo y unas gotas de amargura. Esa mujer que para mi sorpresa lo único que quiere de mi es a mi y, que me regala a diario besos de verdad y caricias de sinceridad absoluta .

Es curioso, pero ahora sé que solo seré plenamente feliz si ella lo es y eso me lleva a extremar las precauciones porque cuando expones una joya en el puesto de un bazar callejero, corres el riesgo de que alguien la robe, la ensucie o simplemente te discuta su valor. Esta joya es de un valor incalculable y cada mañana me despierto agradeciendo a los hados la suerte y las circunstancias que me han hecho el más rico de los hombres.

Y eso...que tenía que escribirlo y anudarlo a mi existencia en negro sobre blanco.




domingo, 8 de noviembre de 2020

Reencuentros


 Hola a todos. Me llamo Ari y aquí podéis verme en el momento previo a uno de mis ratitos favoritos, esos en los que Jorge me leía cuentos y relatos mientras me rascaba el lomo sentado junto a mi.

En esta ocasión Jorge había elegido los relatos de un libro que se publicó con el único fin de echar una mano a la asociación Entre huellas y bigotes, pues absolutamente todo el dinero que genere la venta de ejemplares irá destinado a ayudar a los peluditos que esta gente atiende sin más colaboración que la de socios y amigos. Así que genial, porque además de estar de acuerdo con el autor en que la humana no es la especie superior, me lo pasé muy bien escuchando las historias y sabiendo que al comprar este libro, Jorge ha contribuido no solo a mi entretenimiento, sino también a la supervivencia de compañeros de cuatro patitas. Y a la dedicación y el esfuerzo de Esther, una buena amiga de la familia, que se desvive por conseguir que perros y gatos tengamos el trato que merecemos, devolviendo a muchos de mis amigos la fe en la especie humana.

Como dice el autor de este libro, el ser humano es tan arrogante que se atribuyó la condición de especie superior ignorando que la humana es la única especie que destruye su propio ecosistema y que se cree superior por saberse matar mucho y desde muy lejos. Nosotros a lo primero lo llamamos estupidez y a lo segundo lo llamamos cobardía.

Soy la perrita resultante de la apasionante y tórrida historia de amor acaecida entre un seductor Foxterrier y una hermosísima Teckel hace más de catorce años. 

Y digo soy, no era. A ojos de la humanidad he fallecido, pero los humanos aún no son capaces de entender que lo que ellos denominan como "vida", no es otra cosa que la escuela preparatoria para que cuando nos licenciemos en ella, pasemos al lugar diseñado por los hados para que nos reencontremos con aquellos que forjaron nuestros destinos.

En mi caso, además de volver a ver a mis papis, que se siguen queriendo tanto como antes, me he reencontrado con Rafael, aquel humano que decidió que compartiríamos espacio y tiempo en su hogar, aunque por desgracia el tiempo fue bastante limitado, pues él ya estaba a punto de graduarse y al poco de llegar yo, lo hizo con honores. Pero me dejó en muy buenas manos y su hijo Jorge se hizo cargo de mi cuidado.

Es majete el Jorge este. Enseguida me di cuenta de que era el perfecto humano de compañía y primero repartió su cariño entre mi hermanastro Pol y yo y, cuando Pol obtuvo su diploma tras dieciocho años de escuela, Jorge trajo a Sasha, la compi con la que poso en esta foto

La verdad es que hemos sido una familia muy feliz y mentiría si dijera que no me ha dado un poquito de pena terminar mis estudios, pero ahora con Rafael vuelvo a estar bien y a sentirme querida. Y sé que dentro de un tiempo, Sasha y Jorge conseguirán adquirir los conocimientos suficientes y las horas de prácticas necesarias para que los creadores de todo les entreguen sus títulos y los permitan reunirse con aquellos que disfrutamos de su compañía en la escuela elemental. Mientras tanto yo estaré pendiente desde aquí arriba y cuidaré de que sean lo más felices que puedan llegar a ser. 
Me duele ver a Jorge triste, pero gracias a Ester he encontrado la forma de hacerle llegar mi cariño y mis mejores deseos y de decirle que no se preocupe por mi, que aquí estoy genial, que me lo paso pipa con Rafael (su padre), y con Pol y los míos, y que como estupendamente (Jorge sabe cuan importante es para mi lo de tener la tripita llena). Por medio de Ester me he puesto en contacto con Juan, el humano que escribe cosas sobre nosotros y lo he chantajeado permitiéndole soñar y conservar el recuerdo de los sueños que tenga con Gatete, Kora y Bola, sus queridos amigos de cuatro patas que ya terminaron el cole, y con Jose Andrés, el padre de Juan, que ahora forma parte de la asesoría jurídica de este paraíso.
Así que nada. Jorge, levanta el ánimo pues no ha sido un adiós, ha sido tan solo un hasta luego y te aseguro que volveremos a estar juntos, volveré a ser tu sombra y no me separaré de ti. Se bueno y compórtate lo mejor que puedas con animales y humanos, que la nota de corte para entrar en este centro del saber universal es bastante alta y no todos los que se gradúan en la elemental pueden pasar a esta segunda fase. Hay muchos que se van a una guardería muy calentita (bastante al sur de donde me encuentro ahora) donde los puericultiores tienen cuernos y muy mala leche. Pero mira...sinceramente si los envían allí será por algo, así que tú haz el favor de seguir siendo un buen humano.
Ha sido un placer poder comunicarme.
Cuidaos mucho y no sufráis, que la elemental no es tan horrible y si luego os pasan aquí lo vais a flipar y seremos todos muy felices.
Date por besado y por lameteado. Aunque no puedas verme, estoy moviendo mucho el rabo. Yo sí te veo a ti y quiero verte feliz. Disfruta de nuestros recuerdos hasta que construyamos unos nuevos.
Sasha me ha prometido que cuidará de ti y que si hace falta te pasará los apuntes. Dale un beso de mi parte.


jueves, 29 de octubre de 2020

Fuerza y honor



Vas sobrada de ambas cosas, tesoro. Ahora toca demostrarlo, y ser fuerte.

A veces la vida puede ser jodidamente dura y golpear con puño de hierro cuando menos lo esperamos y donde más nos duele. Y en nosotros está mantenernos en pie, no tirar la toalla y resistir sus golpes esperando encontrar el hueco para devolverlos. Hasta que no suene la campana no terminará el combate y tus seguidores aplaudimos tu valor desde las primeras filas junto al ring. Tu madre y tu padre están en el rincón, aguardando el final de cada asalto para refrescarte el rostro, masajearte los hombros, colocarte el protector, limpiarte las heridas y decirte que eres una campeona y que te quieren. No podemos subir todos a tu esquina, pero sabes que somos muchos los que estamos orgullosos de ver como mantienes el cinturón y como estás siendo capaz de hacerle frente a los adversarios más fuertes, más marrulleros y más astutos.

Llevas toda la vida trabajando el juego de piernas y la guardia inglesa, para esquivar esos golpes traidores y despiadados con los que los aspirantes que envía el destino para tratar de arrebatarte el título intentan que muerdas la lona. Pero no lo han conseguido. Y no lo van a conseguir.

Eres la gran esperanza blanca. El futuro de la familia y la sensación en el pabellón. Estamos muy orgullosos de ti, Ale. 

Fuerza y honor. Ese lema acompañó a tu abuelo hasta el mismo día en que se retiró de los combates, y con la victoria que supuso mantenerse en pie durante más de 15 años después de que el doctor de la federación recomendase tirar la toalla, dio un ejemplo de verdadera fuerza, y de honor a raudales.

Después me tocó a mi subir al ring y enfrentarme a un boxeador implacable que me tuvo contra las cuerdas,  pero con mucho esfuerzo, mucha ayuda y el deseo firme de seguir peleando, aquí estoy, cuando la mayoría del público ya había abandonado el pabellón y daban por concluida la pelea y a mi por perdedor .

Poco tiempo después de aquella épica victoria fue tu prima Belén la que se calzó los guantes y se enfrentó a un descomunal oponente, al que tumbó en dos ocasiones hasta que el árbitro la levantó el brazo en señal de victoria, tras finalizar la cuenta junto al boxeador tendido en la lona.

Te toca, cielo. Y lo estás haciendo muy bien. Eres rápida, inteligente y muy buena encajadora. No tengas miedo. El enemigo es grande y asusta, pero tu eres una gladiadora que sigue la estirpe de su familia de guerreros, y vencerás. He apostado hasta el último céntimo por ti y sé que no me equivoco al hacerlo.

Los caminos del señor son inescrutables, pero es cierto que Dios escribe las obras más hermosas con renglones torcidos. Te toca hacer una lectura en profundidad de todo esto y quedarte con el mensaje. Te aseguro que se aprende, que la letra con sangre entra y que no se olvida jamás lo que han querido enseñarte.

Hay una oración que dice, "creo en ti, confío en ti, espero en ti y clamo a ti pidiendo ayuda para los míos y para mi". Esa es mi oración más repetida, solo que le he añadido un "ayúdame a ayudar, dame las herramientas y el acierto". Estoy aquí para ayudarte en lo que pueda, cielo. Y estaré siempre,

Ahora han anunciado ya el siguiente asalto. Ponte en pie, abandona tu rincón y demuestra de que pasta estás hecha.

FUERZA Y HONOR,


 

jueves, 22 de octubre de 2020

El otoño es solo una temporada


 Aquellos que me leéis con regularidad, habréis notado que estos últimos meses he reducido la intensidad de las publicaciones en el blog. Esto no solo se debe a que estoy enfrascado en Los crímenes del archivo y a que vuelco en la novela tanto caudal creativo como puedo volcar, reservando a las musas para un libro que aún sin estar acabado, ya me hace sentir muy orgulloso.

Ayer mismo compartí un texto a mi estilo, en el que desde la sinceridad de un alma tan agradecida como atormentada, hablaba de mi experiencia en el amor, pero como también sabéis, para mi escribir es mucho más que un ejercicio intelectual, es una catarsis emocional y al ver esta fotografía de Pilar Pizarro Pizarro (si...somos parientes, pero no de primer grado), el paisaje retratado me inspiró súbitamente un aluvión de emociones muy relacionadas con el texto con el que unas horas antes había sacado del interior del pecho retales de mi vida.

Y es que si ya de por sí ,el otoño invita a la nostalgia, un rio inmóvil flanqueado en sus orillas por árboles vestidos de otoñal belleza, me lleva a poner un disco de Erik Satie, hacer café, encender un pitillo y preguntarme qué es lo que hice tan mal antes para fracasar con ellas, y qué coño es lo que he hecho tan bien ahora para triunfar con ELLA. Así que voy a hacer trampas, echaré un chorrito de guisqui escoces en la taza para mezclarlo con el café, pondré a Extremoduro en el equipo de música y escribiré este texto en el que lejos de llevarme por la nostalgia, os contaré lo inmensamente feliz que me hace el haber llegado hasta una mujer que lo único que quiere de mi, es a mi. Es cierto que ha sido un triste recorrido con multitud de canciones para las noches en vela, pero al mismo tiempo hubo otras muchas noches en las que no dormí, al emplear su horas en un arte que combina el ejercicio físico con el intelectual, el emocional y el sicológico: hacer el amor hasta perder el conocimiento. Esas placenteras noches pasaron con su cortejo de estrellas y sus inoportunos amaneceres, pero al alejarse en el tiempo han servido para orientar mi camino y llevarme hasta la montañesa adecuada. Ahora ha comenzado otra etapa y el otoño y sus colores me hacen sentir vivo, porque a ella le gustan y le evocan sus montañas, unas impresionantes montañas de exuberante vegetación en las que da gusto perderse y aprovechar que solo nos miran los osos y los jabalíes y que son animales discretos que no saldrán corriendo a contarle al resto del mundo que han visto a dos humanos apareándose. El  otoño es solo una temporada, y quiero pasarlas todas junto a ella.



 

miércoles, 21 de octubre de 2020

Partir es morir un poco...y renacer.

Llevo toda la vida despidiéndome y cada vez que lo hago me dejo un trocito de corazón al decir adiós.

Muchas veces me encontré con una despedida repentina y sorprendente cuando todo decía que jamás nos separaríamos (soy así de crédulo y de estúpido). Esas son las que más dolieron. 

En ocasiones fue la crónica de una marcha anunciada y no por esperado dejó de doler, pero si es cierto que dolió un poco menos. Me apliqué el tratamiento prescrito por el doctor tiempo y aunque abusé de la morfina en caricias ajenas y sin futuro, conseguí reponerme pronto y volver al camino.

Hubo también partidas que fueron una invitación a abandonar por la puerta de emergencia mi día a día. y cuando las vi marchar respiré tranquilo pues con ellas se iba el tumor que me estaba devorando el alma y  si no lo extirpaba acabaría conmigo.

Nunca he sido Brad Pitt, pero siempre he tenido mi público, y gracias a Dios (o a Supergato) el destino me ha permitido conocer a muchas mujeres, enamorarme de la mayoría, renegar de alguna y aprender de todas ellas. La vida es un continuo aprendizaje y llevo más de treinta años formándome en el amor y sus derivados.

A veces y solo a veces, buceo en los recuerdos que por fortuna ya voy recuperando con facilidad y me encuentro reviviendo los besos más cálidos, los abrazos más sinceros, las noches más placenteras y las puñaladas más dolorosas.

Creo que realmente he querido a todas las mujeres que han pasado por mi historia para tatuarme lecciones en el pecho. Obviamente he querido muchísimo más a unas que a otras y no voy a mentir, en alguna ocasión  también me equivoqué a la hora de hacer las cosas y no estuve a la altura de algunas de ellas.

En mi estupidez llegué incluso a casarme y a jurar amor eterno a una mujer de la que, confundido y cegado por una luz artificial, me enamoré a los cinco minutos de conocerla y a quien aquél que controla el universo pedirá que le explique muchas cosas el día que reclame su presencia ante la corte suprema. Por suerte el ser humano ideó la forma legal y moral de desatar ciertos nudos que te oprimen aurículas y ventrículos antes de morir estrangulado y ya he adquirido mi localidad para estar presente cuando el jurado celestial lea su veredicto y sea condenada al suplicio eterno. Y como me han hecho un dos por uno por pronto pago en litros de sudor y lágrimas, he conseguido una butaca de primera fila frente al cadalso donde otra de las peores personas con las que he compartido vida y cama pasará los próximos millones de años preguntándose cómo eligió ser tan cruel, tan embustera y tan dañina, para terminar siendo ejecutada cada día y renaciendo al siguiente para sufrir igual suerte. 

También construí un inmenso complejo de castillos en el aire junto a una morenita de ojos tristes, a quien le entregué mi ser en el mismo instante en el que decidió que era el momento de probar mis labios, y con ella fue con la única mujer con la que realmente deseaba perpetuar mis apellidos en la forma de un ser que mirase con la misma mirada que su madre y sintiese identica necesidad de ser el blanco de esos ojos, como su padre . Creía que ambos seríamos felices en aquel resort construido con planes de un futuro en común, pero un día se nos rompió el amor de tanto usarlo, el tsunami de la ruptura arrambló con todo y la mujer a quien más quise batió el récord del mundo en rapidez haciendo maletas y destrozando mis sueños. Pero a ella no tengo nada que reprocharle, el amor funciona así. Un día dejas de amar y no hacen falta ni terceras personas ni grandes diferencias de opiniones. Simplemente se vacía la clepsidra y todo se acaba.

Solo siento no haber tenido un hijo con ella. Pero bueno...alimentamos y mimamos a un hermoso gatete y a una adorable perrita.

Cuando ella se fue yo solo me quería morir y después de poco más de una semana llorando coda segundo sin ella me estrellé contra el asfalto y algo cambió en mi interior: mientras los efectivos del SAMUR  me desfibrilaban una y otra vez sin tirar la toalla,solo quería vivir. Y se me concedió devolviéndome  la vida cuando todo estaba perdido, cuando una máquina controlaba mis inducidos latidos y mi comatoso sueño, que era como nadar en su ausencia sin alcanzar la orilla de los labios que me demostrarían que las islas más bellas se encuentran en lo alto de algunas montañas.

Entonces apareció ella y le dio la vuelta al reloj para regalarme infinitos granos de arena con forma de noches diseñadas para agradecer a Dios el haberla encontrado.

Puede que un día también nos despidamos, puede que no. Ojala nunca lo hagamos.Lo único de lo que estoy seguro es de que si llega el momento de agitar el pañuelo en el anden corriendo junto al vagón que la separe de mi, le agradeceré todos y cada uno de los minutos que me regaló y en los que aprendí que el amor se hace, no se dice.

Y eso. Que aunque a veces solo sepa demostrarlo delante de un folio en blanco, cuando quiero, quiero de verdad.


 

martes, 13 de octubre de 2020

Cada día


 Tengo la suerte de poder compartir mis alegrías, mis temores, mis pasiones, mis desdichas y mis vicisitudes cotidianas en relatos, novelas, poemas y cuentos. Saber darles forma en negro sobre blanco es al tiempo una maldición y un regalo del cielo.

He aprendido que somos lo que leemos, pero también lo que escribimos y a fuerza de leer, he descubierto que al profundizar en las biografías de mis escritores favoritos, muchos de ellos y yo compartimos esta necesidad de escribir cada día.

Ayer mismo viví un día intenso, completo y placentero y de todo lo que aconteció en esas 24 horas, necesitaba escribir las sensaciones.

Desde asistir con mascarilla y gel desinfectante a un concierto al aire libre de mis colegas los Shower singers con mi chica y una de mis mejores amigas, a repasar y preparar las entrevistas de mi programa de radio de hoy martes, en el que participarían  José Sacristán y a Belén Sola, pasando por disfrutar de un par de cientos de páginas de Línea de Fuego, la novela de Pérez Reverte que narra magistralmente los combates entre republicanos y nacionales en la batalla del Ebro, nadar unos cuantos largos como todas las mañanas y jugar una partida de cartas con mi familia. Todas las emociones derivadas de ello hervían dentro de mi y pugnaban por salir en forma de algo interesante que ofrecer a mis lectores.

El texto que podréis leer a continuación no es otra cosa que  una demostración de lo que pasa cuando abro la espita del pecho y el caudal de  las emociones vividas.

Un paso al frente

Apenas quedan unas gotas de whisky en la petaca que me regaló mi novia y las apuro con ansia antes de que el oficial del C.N. I. al mando nos ordene asaltar por fin el laboratorio.

Desde que me asignaron a operaciones especiales mi vida a cambiado por completo. Aquel romántico deseo de dar la vida por mis compatriotas en el caso de que España así lo pidiera, se ha convertido en hastío al eliminar los blancos que me llegan a través del correo electrónico cifrado que leo desde el teléfono de última generación que me asignó la organización. Es sencillo, rápido y aséptico. Al menos para mi. Supongo que los empleados del servicio de limpieza que tengan que arrancar sexos de los azulejos y limpiar la sangre de los científicos que nos señalaron en el mail con el nombre común de "objetivo" lo encontrarán mucho menos aséptico.

Los compañeros de la unidad acostumbran a adjudicar cartas de Póker a los blancos, según sus rangos e importancia para el éxito de la misión. Suelo ganas las manos con póker de ases o con full de reyes damas. Para algo soy el tirador de élite de mi unidad.

Cuando regreso a la base y me despojo del uniforme, me siento sucio. Más allá de la ducha a presión con  gel desinfectante, lo único que me relaja y me hace sentir de nuevo una persona sana y lustrosa es nadar desnudo en la piscina cubierta de mi casa. Al salir del agua mi chica me espera con una toalla  y ella misma me seca con esmero y dulzura en idéntica proporción. Que una teniente de los cazadores de alta montaña, con dos distinciones al valor por su coraje y su arrojo en la misión de paz de naciones unidas en la guerra de la antigua Yugoslavia, se preste a servir de descanso del guerrero es cuando menos irónico, pero igual es que nos queremos por lo mucho que hemos combatido ambos, por lo que hemos perdido por el camino y por ser capaces de encontrarnos sin habernos buscado durante nuestras frecuentes noches cuajadas de pesadillas en las que gritamos los nombres de aquellos que ya no volverán a disfrutar de un buen vino, de una obra de teatro, de un concierto en la terraza de un hotel ni de un paseo por la montaña.

Beso a mi chica y la conduzco a la cama mientras tarareo aquella vieja canción de los Temptations que tan bien suena en boca de Pablo Acebál con Marola Varela y Rafa Chail haciéndole los coros. Creo que ella tampoco tiene sueño ahora mismo. Bien... tengo mucho amor que dar.


sábado, 3 de octubre de 2020

No te vayas


 No quiero tener buscarte en otras bocas, ya te busqué durante demasiado tiempo y el haberte encontrado debería ser una recompensa vitalicia.

Si...puede que escudarme en vivencias pasadas no sea acertado, porque antes de ti no hubo vida de verdad y después de ti la vida no volverá a interesarme.

Es curioso que en las cuatro líneas anteriores he escrito varias veces la palabra vida y derivados. Eso me lleva a pensar que lo que me das es vida, lo que me has enseñado es a vivir y lo que has conseguido es que me guste hacerlo en un momento en el que para mi, la vida era un bosque tenebroso, oscuro y lleno de peligros, donde comenzaban a acumularse las tumbas en las que descansarán para siempre trocitos de mi corazón y de mi alma que se vieron obligados a abandonar sus formas humanas y que dejaron en mi tanta tristeza como hermosos recuerdos.

Uno de esos pedazos de mi corazón que recibió ya cristiana sepultura me enseñó a expresarme a través de un bolígrafo y una cuartilla. Me regaló la capacidad de bucear por el interior de mi pecho, el inmenso poder de exorcizar mis demonios escribiendo y la habilidad de juntar sílabas para decirte que te quiero sin tener que abrir la boca. Siempre le estaré agradecido.

Desde que llegaste, el sol se ha abierto camino entre las ramas de los tétricos árboles que el camino bordea y comencé a ver la luz y a sentir de nuevo el sol en el rostro. El sinuoso y peligroso sendero por el que caminaba apoyado en un bastón fue transformándose poco a poco en una calzada romana que, como todos los caminos que he decidido seguir, conduce hasta ti. Porque todos mis caminos ahora conducen a Roma y al recrearme en tu mirada no tengo más que leer Roma al revés para saber que he llegado.

Así que no te vayas. Concédeme la oportunidad de enmendar viejos errores y de ser capaz de demostrar los sentimientos como nunca supe hacerlo. Con el beso oportuno, el abrazo cálido y la caricia correcta.

Sé que cuando relaje mi espíritu y me permita que lo escrito cobre forma física y se pueda conjugar en gerundio, también te colmaré y estaremos a la par.

En lo que llega ese momento de saltar al vacío sin más red que saber que este amor es correspondido en igual medida, por favor, quédate a mi lado y se paciente.

Estoy en el camino. En tu camino. He comenzado a romper las frases y a transformarlas en versos, a resumir en estrofas lo que solo sabía gritar en capítulos y a darle rima a los momentos más intensos de las tramas.

Estoy aprendiendo a añadir poesía en la proporción adecuada para crear la receta perfecta en la que las letras quieran salir a bailar y galantemente te ofrezcan la mano para invitarte a la pista.

Mi poeta escondido está perdiendo el miedo a la luz y ha decidido subir sus angustias a Wallapop para deshacerse de ellas si recibe una oferta justa. Sabe que tendrá que compartir cuerpo, pero lo hemos hablado y algo me dice que seremos los perfectos compañeros de psique. Al unirnos delante de un teclado, conseguiremos ser el escritor que siempre he querido ser.