domingo, 22 de noviembre de 2020

Juan


 Hace mucho tiempo que sigo a Residente, el alias bajo el que se esconde el cantante y compositor portorriqueño René Pérez Joglar, quien a mi juicio es el mejor letrista del continente americano.

Hace escasos días su tema autobiográfico René ha recibido el galardón de los premios Grammy latinos a la mejor canción. Y es cierto que esta es una de esas canciones que si escuchas poniéndote en el pellejo de quien la compuso, te emocionas de verdad.

Su biografía es dura y triste, pero tiene lugar para la esperanza y destaca su amor por la familia y su amor por su patria y por sus amigos. Algo con lo que me siento muy identificado. También me identifico con él cuando habla de su necesidad de escribir y de esa necesidad de llenar vacíos por medio de la literatura.

Así que hoy he decidido, queridos lectores, hablaros de mi historia y compartir con vosotros las circunstancias que me han hecho quien soy y lo que soy.

Nací por primera vez en Valladolid un veinticuatro de julio de mil novecientos setenta y cuatro, en el seno de una familia de clase media. Mi padre, quien falleció hace ahora seis años dejándome un enorme vacío y la terrible sensación de haberme dejado muchas cosas en el tintero, fue un abogado militar, oficial superior del ejército español que tras pasarse a la reserva transitoria ejerció como abogado especializado en la rama de empresa. Pero ante todo y por encima de todo fue un intelectual amante de la cultura que me enseñó que todo está en los libros y me concedió una oportunidad tras otra por mucho que lo decepcionase y lo fallase una y otra vez. Fue un hombre bueno, honrado, correcto y sabio que destacó principalmente por su humanidad, su saber estar y su ejemplo, mostrándome el camino a seguir para evitar perderme y la importancia de cosas como el respeto o el valor de la palabra empeñada. Y siempre lo querré, aunque me duela no habérselo dicho lo suficiente en vida.

Mi madre es una mujer muy especial, entregada por completo a su familia y al cuidado de aquellos que la necesitan. En su tiempo se formó y trabajó como secretaria de empresa y después al casarse con mi padre, como secretaría de este, puesto que abandonó porque mis hermanos y yo la reclamamos a nuestro lado a jornada completa y dado que somos una familia numerosa bastante movidita, no se negó a renunciar a su vida profesional para dedicarse por completo a la vida familiar.

Mi madre además cantaba, tocaba la guitarra y pintaba con acierto, de hecho muchos de sus cuadros decoran distintas estancias de la casa junto a otras pinturas de más renombre, pero no más hermosas. 

Del amor de mis padres, que aún a fecha de hoy se mantiene intacto, nacimos cinco hijos, tres hembras y dos varones.

Yo ocupo el tercer lugar en cuanto a nacimientos, lo que es maravilloso pues para algunas cosas soy de los mayores y para otras de los pequeños. En el término medio está la virtud, dicen.

Mi hermano, el mayor de la prole, fue el primero en ganar premios literarios y en publicar libros y aunque somos muy distintos tanto físicamente (el es más alto y más delgado, pero yo tengo este pelazo) como en cuanto a personalidad (yo soy mucho más extrovertido y no concibo vivir sin reírme y sin compartir cada día con amigos y parejas), nos llevamos bien y nos queremos.

A mi hermano le sigue la mayor de las chicas, a quien siempre defino como un cincuenta por ciento de corazón, un treinta por ciento de creatividad y talento y un veinte por ciento de cabeza loca. También ha ganado premios literarios y ha publicado libros. 

Después de ella va el que suscribe, y a mi me sigue por debajo la hermana más cabal, más consciente y mas resuelta, en quien siempre he visto reflejados los valores de mi padre y su profesionalidad y acierto a la hora de afrontar un problema o de tomar decisiones. Ella también escribe, pero demandas, recursos, alegatos  y en general todo tipo de literatura jurídica. Su trabajo concienciudo y peleón le ha reportado un gran número de sentencias a su favor, algunas  de gran calado social y que han sentado jurisprudencia reportándole no solo el agradecimiento y el reconocimiento de sus clientes, sino también el de multitud de juristas que han visto en ellas la luz que alumbra las zonas de penumbra del Derecho.

En último lugar nació ese angelito de alitas de plumón blanco del que ya he hablado en este blog y cuya adorable presencia sirvió de argamasa para mantener a la familia unida. Es la niña eterna que con su inocencia y su sonrisa perenne es capaz de endulzar los momentos más duros y más difíciles por los que inevitablemente pasa una familia extensa,

Desde bien pequeño he crecido con animales en casa, generalmente perros, aunque al independizarme compartí vida y espacio también con gatos, especie con la que creo que tengo mucho en común y que me sedujo desde que entró en mi vida.

Mi vida...

Fui un niño de mi generación , de colegio de curas y aficiones normales como leer, escribir,  juegos de mesa y naipe; deportes como tenis, judo o rugby, que aprendió a montar a caballo y a asistir en una misa y que aunque nunca destaqué por unas notas brillantes, muchos docentes me consideraban especialmente culto e instruido (devoraba novelas y libros desde los cuatro años) y por eso me duele haber decepcionado tanto a mis padres que vieron mi potencial y se dolieron horrores de que lo desperdiciase al llegar a B.U.P y empezar a faltar a clase, a repetir cursos y a estropear mi expediente académico. Y es que al pasar a bachillerato sucedió algo que me cambió la vida por completo: las clases pasaron a ser mixtas y la mujer llegó a mi vida.

Siempre he sido un tipo particularmente enamoradizo y obsesionado con la pareja como vínculo perfecto al que dedicar la existencia al completo. Así de iluso soy y así de mal entendía a autores como García Márquez, Benedetti o  Neruda.

Desde los 14 años he pasado de una relación a otra sin que haya habido a lo largo de mi vida "adulta" un periodo superior a cinco meses sin estar emparejado. Obviamente he sufrido multitud de desengaños, he sentido romperse el alma y el corazón en numerosas ocasiones y he llorado lo que no está escrito. pero también he disfrutado de lo mejor de amar y sentirse amado, de la experiencia del amor carnal y de la sensación de que eres lo más importante para alguien (aunque muchas veces no fuese cierto). Muchas veces me enamoré o creí estar enamorado de quien no debía. Y no solo porque no fuesen las mujeres adecuadas para mi, sino porque yo no era el hombre adecuado para ellas. Me confundí y confundí en igual medida y ya que me desnudo (literariamente claro, no os voy a someter a semejante tortura) ante vosotros, reconoceré que también me porté mal en alguna ocasión y no respeté las reglas del juego, no supe ser fiel y no fui sincero. Pero he aprendido de ello y la vida ya se ha ocupado de lo de la justicia kármica y me ha devuelto con creces lo que di. Lo bueno y lo malo. Cono canta Drexler, "todo se transforma".

Tras renunciar a quien creí durante muchos años que era el único y verdadero amor de mi vida, me enamoré de otra mujer y pensando que hacía lo correcto, me casé con ella. Craso error. Al dolor de su traición y de su falta de respeto tuve que sumar el producido por aquel a quien consideré un amigo excepcional y que con su intrusismo y expolio, me destrozó el alma.

Pero lo que no te mata te hace más fuerte y gracias al cariño y al apoyo de mi vieja guardia, de mis verdaderos amigos y de mi familia, conseguí levantarme una vez más. Volví a enamorarme y a compartir ilusión, cama y proyectos de futuro con una adorable castañita de ojos tristes con quien me sentí en paz con Dios y con los hombres, pero se nos rompió el amor de tanto usarlo y con el corazón completamente destrozado, me quise morir. Y se me concedió. Sufrí un completamente evitable accidente de moto y pasé por unos minutos de muerte clínica y por unos cuantos días en coma, del que desperté volviendo a nacer en el año dos mil catorce confundido y hemipléjico perdido, pero con un increíble deseo de vivir. La neuróloga jefe del hospital donde estuve un mes y medio ingresado ,me dijo que no se explicaban como con la lesión cerebral resultante del accidente había despertado así de enérgico, de capaz y de recuperado. Y sinceramente, si no lo sabe ella que es neuróloga, yo tampoco lo sé. Soy católico y creo que de alguna manera se me concedió una segunda oportunidad y los santos a los que rezaron mis familiares se inclinaron a interceder por mi ante un Dios que es todo bondad y sabiduría y que sus razones tendrá para haber levantado el pulgar en este coliseo que es la vida. Pero también creo en las energías positivas y sé que hubo mucha, mucha gente, que deseó de corazón que despertase y regresase de aquella oscuridad.

Por unos motivos u otros he tenido mucha, demasiada suerte y me considero un tipo muy afortunado. Sé que esta oportunidad no ha sido gratuita y que algo tendré que hacer, pero estoy dispuesto a ello, si bien es cierto que aunque estoy bien, no he vuelto igual de aquel viaje. Con la ayuda de la fisioterapeuta y amiga que se esforzó por sacarme adelante, de multitud de médicos, psiquiatras, psicólogos y coatchs, aparento completa recuperación, pero las secuelas de aquello me limitan bastante en mis relaciones con los demás y sufro miedos y angustias que antes desconocía, pues era un auténtico animal social y ahora no soy capaz de acudir solo a lugares donde no sé qué me puedo encontrar, e incluso me cuesta mucho caminar solo por la calle. En cualquier caso rendirse no es una opción y sigo pelando a diario. Como acostumbro a escribir, sé que todo terminará llegando, incluso lo bueno. 

En los pocos años de esta nueva temporada de mi serie he sufrido con la muerte de mi padre, la de una gran amiga a la que el destino se llevó antes de tiempo y la del mejor y más adorable y sinvergüenza felino que se ha cruzado en mi camino.

A nivel cognitivo y a base de trabajo y esfuerzo, he conseguido recuperarme sorprendentemente y he vuelto a ganar premios literarios, a publicar libros y a colocarme detrás de un micrófono en un programa de radio que llegué a dirigir  y presentar, y en el que me sentía cómodo y a gusto, puesto que no me suponía un trato directo y presencial con nadie.

Me duele mucho haber perdido algo que alimentaba mi alma con deliciosos y suculentos manjares: el teatro. Antes de este dichoso accidente actué, formé y dirigí mi propia compañía de teatro llegando a recibir un premio a la ciudadanía por una de mis iniciativas teatrales y, por desgracia, ahora ya no soy capaz de enfrentarme al público a cara descubierta. pero quien sabe, la vida da muchas vueltas y he aprendido que hay que agarrarse bien en las curvas para no salir despedido y estrellarse contra el asfalto de la realidad más insoportable.

Las circunstancias me han llevado a vivir precavido y observando el devenir de las cosas desde ese burladero tras el que me pongo a salvo de los peligros que me acechan, ese burladero que es vivir en negro sobre blanco. A veces me atrevo a salir y recibo como premio nuevas oportunidades para aspirar a una vida normal y, cosas tan formidables como no cesar en mi empeño de encontrar a la mujer que lo único que quiera de mi sea a mi, y con la que compartir una relación basada en el respeto, la buena comunicación y la confianza. Estuve muy cerca de haberla encontrado al fin, pero por desgracia, volví a fracasar y durante un tiempo dejé de creer en el amor. Pero el que nace lechón, muere cochino, y renace más lechón que nunca. Así que nunca abandonaré la ilusión de que el destino termine cruzándome con la persona adecuada. Sé que está en algún lado esperándome.

René me ha hecho pensar, me ha llevado a realizar una fuerte introspección y he descubierto que ahora hacer introspección no es un autocastigo, aunque al hacerla identifique mis muchos defectos y mis muchos errores, como en el pasado cuando escribí que cuando quería hacerme daño hacia introspección. De hecho de un tiempo a esta parte me he propuesto mejorar en todos los terrenos y ofrecerme y ofrecerle al mundo la mejor versión del Juan que vive, reza, ama y evoluciona con la experiencia. Y creo que si no me desvío del camino que me he trazado, puede que un día llegue a ser el Juan que quiero llegar a ser.

Espero no haberos cansado con estas líneas, pero así, antes de juzgarme, sabréis a quien condenáis o a quien aplaudís.

Y eso es todo amigos.

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