domingo, 15 de noviembre de 2020

Al calor de las palabras, de los sabores y de la danza del fuego.


 Este relato ha nacido de mi asombro al descubrir en el jardín a esta rosa, que desafiando las inclemencias del tiempo, se empeña en florecer. Y de la idea que Henar Pérez García ha compartido conmigo en una red social donde compartí esta foto, y en la que me explicaba como cierto "molinillo de viento" galán y seductor, podría acompañar perfectamente a mi rosa en un relato. 

Espero que os guste lo escrito al recoger el guante de Henar.

La chimenea cobra fuerza a medida que devora los leños que Laertes arroja a su interior para que ardan entre las llamas nacidas de las piñas y las pequeñas ramas secas sacrificadas ritualmente como promesa de un inminente y hermoso fuego con el que calentar el interior de la cabaña en la montaña que hermana las comunidades de Asturias, Cantabria y Castilla y León.

Se acerca la noche y ella no tardará en llegar. Sale de trabajar siempre un poco más tarde de la hora que marca su contrato, porque la implicación personal y emocional con los niños discapacitados con los que trabaja suele retenerla junto a ellos más tiempo del que le obliga su convenio laboral.

Hoy Laertes ha echado el resto en los preparativos de una noche perfecta. El frio de la noche montañesa en pleno invierno no impedirá que compartan unas horas maravillosas alejados del mundanal ruido.

Cuando su amigo Jonás le ofreció la cabaña para pasar el fin de semana con su chica, Laertes aceptó agradecido y le pidió que pudiese ir por delante para preparar todo y esperarla con la temperatura adecuada y la mesa preparada, pues aunque ella es una mujer muy solícita, muy valida y completamente independiente, de alguna manera él quiere que desde que se baje del coche y traspase la puerta simplemente disfrute, se relaje y se olvide de los problemas y los agobios cotidianos en una ciudad sitiada por la pandemia que asola a la humanidad, cebándose en aquellos con patologías severas  previas que viven angustiados por el temor al contagio de un virus que les supondría con seguridad una sentencia de muerte.

En la montaña Laertes sabe que estarán a salvo y sabe que ella estará mejor que bien, pues las raíces de la rubia y menuda doctora provienen de un valle cercano y entre bosques, riachuelos, escarpadas cimas  y poderosas rocas cubiertas de musgo se siente libre y feliz.

Aficionado a la cocina, Laertes ha abandonado la novela en la que trabaja con ilusión y ahínco y a la que concede un reponedor paréntesis hasta el próximo lunes para dedicarse plenamente a diseñar la cena perfecta con la que agasajar a su amada.

Tras encender la chimenea, adecentar un poco el refugio y llevar hasta la pequeña cocina las bolsas con los ingredientes adquiridos unas horas antes en el pueblo más cercano, comienza a preparar el menú.

De primero prepara un entrante caliente a base de crema de remolacha y tras asegurarse del adecuado punto de sal y de la presentación perfecta en unos cuencos de cerámica de Sargadelos encontrados en la cocina, se centra en el pollo estofado con ciruelas pasas y piñones que será el plato fuerte de la cena.

Como postre prepara una crema de fresas con gelatina de nata y fresa y unos clásicos buñuelos de viento con nata montada.

El tiempo pasa muy despacio entre fogones y cazuelas y antes de encender el pitillo que separará la labor de cocina de la de metre de sala, echa un ojo al reloj para darse cuenta de que en menos de una hora escuchará el motor del coche de su chica.

Prepara la mesa con esmero y no olvida poner a enfriar la botella de Yllera cinco punto cinco rosado, el delicioso frizzante  con el que maridará la comida. 

Al echar un vistazo con el que valora el aspecto de la mesa y del entorno, observa que aunque ha sido un acierto colocar la mesa a pocos metros de la chimenea, no ha preparado un detalle floral con el que decorar  adecuadamente lo dispuesto junto al fuego. 

Apenas cuenta con unos minutos para buscar desesperadamente con qué preparar el centro de mesa. La suerte o los hados o el destino o llamémoslo X acompañan al enamorado y detallista escritor. A pocos metros de la cabaña crece un rosal de la montaña en el que una única rosa roja se atreve a desafiar el frio de la temporada y comienza a florecer con fuerza. Quedará preciosa junto a la sonrisa de su chica y tras hacerse con un recipiente adecuado en el que vierte el agua necesaria para conservar la lozanía de la hermosa flor, se hace con algo de verde, unas flores silvestres y un perfecto y enorme molinillo de viento con el que completar el centro.

Al acomodar esta última adquisición junto a la rosa, Laertes no es capaz de percibir como ambas flores se saludan y como el elegante molinillo comienza a cortejar a la bella rosa.
Menos de un cuarto de hora después  de haber terminado con la decoración y de haberse cerciorado de que la cena está lista y será perfecta, el coche de su chica sube el sendero hasta la cabaña y aparca junto al pequeño Renault Clio azul con el que Laertes se enfrenta con éxito a cuanto desplazamiento necesita realizar en su día a día. 
El vallisoletano autor de bigote bicolor sirve el espumoso y fresco rosado, y como es su costumbre desde hace ya más de seis años levanta su copa brindando por la vida. Tras brindar y beber, la linda montañesa se acerca hasta él y lo besa con dulzura. Melody Gardot canta junto a Sting un tema que amplifica el altavoz bluetooth que Laertes ha vinculado a su teléfono móvil y colocado sobre la chimenea y los felices comensales comienzan a bailar muy despacio sin percatarse de que otra pareja los acompaña en la silenciosa danza. El molinillo de viento lleva con maestría a la joven rosa quien nerviosa por el desconocido sentimiento que le atenaza el pecho, no puede evitar que una de sus espinas atraviese el delgado tallo de su pareja de baile y que la sabia derramada por el herido bailarín salpique una de sus hojas.
A veces la vida nos lastima sin querer y del momento más delicioso se puede pasar al más triste en menos de lo que una pavesa se eleva hacía las alturas.
La romántica pareja de humanos que han querido escapar durante un par de días de la realidad más angustiosa, disfrutan del vino, de la cena, del silencio con el que se regalan mil palabras de amor mirándose a los ojos, y de una noche de pasión en la que convierten en caricias y gemidos de placer lo que sienten el uno por el otro.
Y más allá de la colchoneta hinchable cubierta por unas sábanas de franela y un edredón nórdico, el mundo, el planeta, los virus y la muerte no tienen sentido al calor de la chimenea que ilumina la estancia proyectando misteriosas sombras sobre las paredes de madera.




viernes, 13 de noviembre de 2020

Futuro


 A veces y sin darte cuenta te encuentras con la persona adecuada y descubres en sus ojos que el futuro lleva su nombre y sabe como sus labios. Entonces te descubres escribiendo los pasajes más tiernos en una novela que nada tiene que ver con el romanticismo y los finales más felices para relatos cuyos giros de guion sorprenden al autor antes que a nadie y, te das cuenta de que algo ha pasado, algo está pasando y algo va a pasar.

La vida es una enorme piñata de la que caen caramelos, regalos, confetis y escorpiones en igual cantidad, pero cuando aprendes a sortear las picaduras de los peligrosos artrópodos, llegas a disfrutar de los regalos más originales y  a saborear los dulces más deliciosos. Con la edad y la experiencia te vas haciendo inmune al veneno de los aguijones que buscan alcanzarte durante la caída, pero todos sabemos que un día al acertar el golpe con los ojos vendados, del interior del recipiente sorpresa caerá ese escorpión para cuya picadura no hay antídoto ni inmunidad que valga, y se terminará la fiesta.

Lo sorprendente de todo esto es que uno se empeña inútilmente en encontrar a la persona que te hará verdaderamente feliz y después de llevarte una desilusión tras otra, un desengaño tras otro y otra herida en el alma que se acomoda entre las anteriores; el día que dejas de buscarla, ella se presenta en el baile y de entre todos los hombres presentes que llevan el ritmo con el pie y asumen que la noche terminará en la barra rodeado de vasos vacíos y recordando las mejores piezas que bailó en el pasado, eres el afortunado al que se acerca y con una sonrisa invita a bailar. Y pierdes el miedo. Y bailas. Y al dejarte llevar por la cadencia de sus caderas, esas a las que te agarras con tanta dulzura como firmeza por si de repente la pisas y sale corriendo, descubres que no quieres que termine nunca el baile y que no concibes el futuro sin llevar el ritmo junto a ella.

Con el pasar de los años he aprendido a escribir sentimientos encriptados, sensaciones camufladas, deseos mimetizados y personalidades ficticias para no dejar al descubierto las identidades de quienes se instalaron en  el interior de mi pecho, aunque algunas salieran de él como aquel octavo pasajero que destrozaba la caja torácica del iluso que lo había acomodado en su interior, sin saber la clase de monstruo que se alimentaba y respiraba a través de él, creciendo a su costa hasta dejar ver su terrorífica y destructiva realidad. Incluso de esos monstruos no he permitido que ningún lector (excepto aquellos que conocen la historia de mi vida y mis circunstancias de primera mano) pudiese siquiera intuir el nombre o a quien me refería.

Puede que haya podido ser menos discreto al escribir sobre las mujeres que me enseñaron lo que es el amor en todas sus variedades y en su máxima expresión, pero aún así y todo la vida me ha enseñado que más allá de la ilusión del enamoramiento, lo íntimo no debe exhibirse, que la información es poder y, que en las manos equivocadas, puede ser un arma de destrucción masiva.

Por eso de un tiempo a esta parte cuido tanto de mi pareja de baile, de aquella que se acercó hasta mi cuando ya estaba a punto de salir de la pista haciendo el paso lunar y así llegar disimuladamente hasta la barra más cercana donde tragar un recuero tras otro a base de whisky, hielo y unas gotas de amargura. Esa mujer que para mi sorpresa lo único que quiere de mi es a mi y, que me regala a diario besos de verdad y caricias de sinceridad absoluta .

Es curioso, pero ahora sé que solo seré plenamente feliz si ella lo es y eso me lleva a extremar las precauciones porque cuando expones una joya en el puesto de un bazar callejero, corres el riesgo de que alguien la robe, la ensucie o simplemente te discuta su valor. Esta joya es de un valor incalculable y cada mañana me despierto agradeciendo a los hados la suerte y las circunstancias que me han hecho el más rico de los hombres.

Y eso...que tenía que escribirlo y anudarlo a mi existencia en negro sobre blanco.




domingo, 8 de noviembre de 2020

Reencuentros


 Hola a todos. Me llamo Ari y aquí podéis verme en el momento previo a uno de mis ratitos favoritos, esos en los que Jorge me leía cuentos y relatos mientras me rascaba el lomo sentado junto a mi.

En esta ocasión Jorge había elegido los relatos de un libro que se publicó con el único fin de echar una mano a la asociación Entre huellas y bigotes, pues absolutamente todo el dinero que genere la venta de ejemplares irá destinado a ayudar a los peluditos que esta gente atiende sin más colaboración que la de socios y amigos. Así que genial, porque además de estar de acuerdo con el autor en que la humana no es la especie superior, me lo pasé muy bien escuchando las historias y sabiendo que al comprar este libro, Jorge ha contribuido no solo a mi entretenimiento, sino también a la supervivencia de compañeros de cuatro patitas. Y a la dedicación y el esfuerzo de Esther, una buena amiga de la familia, que se desvive por conseguir que perros y gatos tengamos el trato que merecemos, devolviendo a muchos de mis amigos la fe en la especie humana.

Como dice el autor de este libro, el ser humano es tan arrogante que se atribuyó la condición de especie superior ignorando que la humana es la única especie que destruye su propio ecosistema y que se cree superior por saberse matar mucho y desde muy lejos. Nosotros a lo primero lo llamamos estupidez y a lo segundo lo llamamos cobardía.

Soy la perrita resultante de la apasionante y tórrida historia de amor acaecida entre un seductor Foxterrier y una hermosísima Teckel hace más de catorce años. 

Y digo soy, no era. A ojos de la humanidad he fallecido, pero los humanos aún no son capaces de entender que lo que ellos denominan como "vida", no es otra cosa que la escuela preparatoria para que cuando nos licenciemos en ella, pasemos al lugar diseñado por los hados para que nos reencontremos con aquellos que forjaron nuestros destinos.

En mi caso, además de volver a ver a mis papis, que se siguen queriendo tanto como antes, me he reencontrado con Rafael, aquel humano que decidió que compartiríamos espacio y tiempo en su hogar, aunque por desgracia el tiempo fue bastante limitado, pues él ya estaba a punto de graduarse y al poco de llegar yo, lo hizo con honores. Pero me dejó en muy buenas manos y su hijo Jorge se hizo cargo de mi cuidado.

Es majete el Jorge este. Enseguida me di cuenta de que era el perfecto humano de compañía y primero repartió su cariño entre mi hermanastro Pol y yo y, cuando Pol obtuvo su diploma tras dieciocho años de escuela, Jorge trajo a Sasha, la compi con la que poso en esta foto

La verdad es que hemos sido una familia muy feliz y mentiría si dijera que no me ha dado un poquito de pena terminar mis estudios, pero ahora con Rafael vuelvo a estar bien y a sentirme querida. Y sé que dentro de un tiempo, Sasha y Jorge conseguirán adquirir los conocimientos suficientes y las horas de prácticas necesarias para que los creadores de todo les entreguen sus títulos y los permitan reunirse con aquellos que disfrutamos de su compañía en la escuela elemental. Mientras tanto yo estaré pendiente desde aquí arriba y cuidaré de que sean lo más felices que puedan llegar a ser. 
Me duele ver a Jorge triste, pero gracias a Ester he encontrado la forma de hacerle llegar mi cariño y mis mejores deseos y de decirle que no se preocupe por mi, que aquí estoy genial, que me lo paso pipa con Rafael (su padre), y con Pol y los míos, y que como estupendamente (Jorge sabe cuan importante es para mi lo de tener la tripita llena). Por medio de Ester me he puesto en contacto con Juan, el humano que escribe cosas sobre nosotros y lo he chantajeado permitiéndole soñar y conservar el recuerdo de los sueños que tenga con Gatete, Kora y Bola, sus queridos amigos de cuatro patas que ya terminaron el cole, y con Jose Andrés, el padre de Juan, que ahora forma parte de la asesoría jurídica de este paraíso.
Así que nada. Jorge, levanta el ánimo pues no ha sido un adiós, ha sido tan solo un hasta luego y te aseguro que volveremos a estar juntos, volveré a ser tu sombra y no me separaré de ti. Se bueno y compórtate lo mejor que puedas con animales y humanos, que la nota de corte para entrar en este centro del saber universal es bastante alta y no todos los que se gradúan en la elemental pueden pasar a esta segunda fase. Hay muchos que se van a una guardería muy calentita (bastante al sur de donde me encuentro ahora) donde los puericultiores tienen cuernos y muy mala leche. Pero mira...sinceramente si los envían allí será por algo, así que tú haz el favor de seguir siendo un buen humano.
Ha sido un placer poder comunicarme.
Cuidaos mucho y no sufráis, que la elemental no es tan horrible y si luego os pasan aquí lo vais a flipar y seremos todos muy felices.
Date por besado y por lameteado. Aunque no puedas verme, estoy moviendo mucho el rabo. Yo sí te veo a ti y quiero verte feliz. Disfruta de nuestros recuerdos hasta que construyamos unos nuevos.
Sasha me ha prometido que cuidará de ti y que si hace falta te pasará los apuntes. Dale un beso de mi parte.


jueves, 29 de octubre de 2020

Fuerza y honor



Vas sobrada de ambas cosas, tesoro. Ahora toca demostrarlo, y ser fuerte.

A veces la vida puede ser jodidamente dura y golpear con puño de hierro cuando menos lo esperamos y donde más nos duele. Y en nosotros está mantenernos en pie, no tirar la toalla y resistir sus golpes esperando encontrar el hueco para devolverlos. Hasta que no suene la campana no terminará el combate y tus seguidores aplaudimos tu valor desde las primeras filas junto al ring. Tu madre y tu padre están en el rincón, aguardando el final de cada asalto para refrescarte el rostro, masajearte los hombros, colocarte el protector, limpiarte las heridas y decirte que eres una campeona y que te quieren. No podemos subir todos a tu esquina, pero sabes que somos muchos los que estamos orgullosos de ver como mantienes el cinturón y como estás siendo capaz de hacerle frente a los adversarios más fuertes, más marrulleros y más astutos.

Llevas toda la vida trabajando el juego de piernas y la guardia inglesa, para esquivar esos golpes traidores y despiadados con los que los aspirantes que envía el destino para tratar de arrebatarte el título intentan que muerdas la lona. Pero no lo han conseguido. Y no lo van a conseguir.

Eres la gran esperanza blanca. El futuro de la familia y la sensación en el pabellón. Estamos muy orgullosos de ti, Ale. 

Fuerza y honor. Ese lema acompañó a tu abuelo hasta el mismo día en que se retiró de los combates, y con la victoria que supuso mantenerse en pie durante más de 15 años después de que el doctor de la federación recomendase tirar la toalla, dio un ejemplo de verdadera fuerza, y de honor a raudales.

Después me tocó a mi subir al ring y enfrentarme a un boxeador implacable que me tuvo contra las cuerdas,  pero con mucho esfuerzo, mucha ayuda y el deseo firme de seguir peleando, aquí estoy, cuando la mayoría del público ya había abandonado el pabellón y daban por concluida la pelea y a mi por perdedor .

Poco tiempo después de aquella épica victoria fue tu prima Belén la que se calzó los guantes y se enfrentó a un descomunal oponente, al que tumbó en dos ocasiones hasta que el árbitro la levantó el brazo en señal de victoria, tras finalizar la cuenta junto al boxeador tendido en la lona.

Te toca, cielo. Y lo estás haciendo muy bien. Eres rápida, inteligente y muy buena encajadora. No tengas miedo. El enemigo es grande y asusta, pero tu eres una gladiadora que sigue la estirpe de su familia de guerreros, y vencerás. He apostado hasta el último céntimo por ti y sé que no me equivoco al hacerlo.

Los caminos del señor son inescrutables, pero es cierto que Dios escribe las obras más hermosas con renglones torcidos. Te toca hacer una lectura en profundidad de todo esto y quedarte con el mensaje. Te aseguro que se aprende, que la letra con sangre entra y que no se olvida jamás lo que han querido enseñarte.

Hay una oración que dice, "creo en ti, confío en ti, espero en ti y clamo a ti pidiendo ayuda para los míos y para mi". Esa es mi oración más repetida, solo que le he añadido un "ayúdame a ayudar, dame las herramientas y el acierto". Estoy aquí para ayudarte en lo que pueda, cielo. Y estaré siempre,

Ahora han anunciado ya el siguiente asalto. Ponte en pie, abandona tu rincón y demuestra de que pasta estás hecha.

FUERZA Y HONOR,


 

jueves, 22 de octubre de 2020

El otoño es solo una temporada


 Aquellos que me leéis con regularidad, habréis notado que estos últimos meses he reducido la intensidad de las publicaciones en el blog. Esto no solo se debe a que estoy enfrascado en Los crímenes del archivo y a que vuelco en la novela tanto caudal creativo como puedo volcar, reservando a las musas para un libro que aún sin estar acabado, ya me hace sentir muy orgulloso.

Ayer mismo compartí un texto a mi estilo, en el que desde la sinceridad de un alma tan agradecida como atormentada, hablaba de mi experiencia en el amor, pero como también sabéis, para mi escribir es mucho más que un ejercicio intelectual, es una catarsis emocional y al ver esta fotografía de Pilar Pizarro Pizarro (si...somos parientes, pero no de primer grado), el paisaje retratado me inspiró súbitamente un aluvión de emociones muy relacionadas con el texto con el que unas horas antes había sacado del interior del pecho retales de mi vida.

Y es que si ya de por sí ,el otoño invita a la nostalgia, un rio inmóvil flanqueado en sus orillas por árboles vestidos de otoñal belleza, me lleva a poner un disco de Erik Satie, hacer café, encender un pitillo y preguntarme qué es lo que hice tan mal antes para fracasar con ellas, y qué coño es lo que he hecho tan bien ahora para triunfar con ELLA. Así que voy a hacer trampas, echaré un chorrito de guisqui escoces en la taza para mezclarlo con el café, pondré a Extremoduro en el equipo de música y escribiré este texto en el que lejos de llevarme por la nostalgia, os contaré lo inmensamente feliz que me hace el haber llegado hasta una mujer que lo único que quiere de mi, es a mi. Es cierto que ha sido un triste recorrido con multitud de canciones para las noches en vela, pero al mismo tiempo hubo otras muchas noches en las que no dormí, al emplear su horas en un arte que combina el ejercicio físico con el intelectual, el emocional y el sicológico: hacer el amor hasta perder el conocimiento. Esas placenteras noches pasaron con su cortejo de estrellas y sus inoportunos amaneceres, pero al alejarse en el tiempo han servido para orientar mi camino y llevarme hasta la montañesa adecuada. Ahora ha comenzado otra etapa y el otoño y sus colores me hacen sentir vivo, porque a ella le gustan y le evocan sus montañas, unas impresionantes montañas de exuberante vegetación en las que da gusto perderse y aprovechar que solo nos miran los osos y los jabalíes y que son animales discretos que no saldrán corriendo a contarle al resto del mundo que han visto a dos humanos apareándose. El  otoño es solo una temporada, y quiero pasarlas todas junto a ella.



 

miércoles, 21 de octubre de 2020

Partir es morir un poco...y renacer.

Llevo toda la vida despidiéndome y cada vez que lo hago me dejo un trocito de corazón al decir adiós.

Muchas veces me encontré con una despedida repentina y sorprendente cuando todo decía que jamás nos separaríamos (soy así de crédulo y de estúpido). Esas son las que más dolieron. 

En ocasiones fue la crónica de una marcha anunciada y no por esperado dejó de doler, pero si es cierto que dolió un poco menos. Me apliqué el tratamiento prescrito por el doctor tiempo y aunque abusé de la morfina en caricias ajenas y sin futuro, conseguí reponerme pronto y volver al camino.

Hubo también partidas que fueron una invitación a abandonar por la puerta de emergencia mi día a día. y cuando las vi marchar respiré tranquilo pues con ellas se iba el tumor que me estaba devorando el alma y  si no lo extirpaba acabaría conmigo.

Nunca he sido Brad Pitt, pero siempre he tenido mi público, y gracias a Dios (o a Supergato) el destino me ha permitido conocer a muchas mujeres, enamorarme de la mayoría, renegar de alguna y aprender de todas ellas. La vida es un continuo aprendizaje y llevo más de treinta años formándome en el amor y sus derivados.

A veces y solo a veces, buceo en los recuerdos que por fortuna ya voy recuperando con facilidad y me encuentro reviviendo los besos más cálidos, los abrazos más sinceros, las noches más placenteras y las puñaladas más dolorosas.

Creo que realmente he querido a todas las mujeres que han pasado por mi historia para tatuarme lecciones en el pecho. Obviamente he querido muchísimo más a unas que a otras y no voy a mentir, en alguna ocasión  también me equivoqué a la hora de hacer las cosas y no estuve a la altura de algunas de ellas.

En mi estupidez llegué incluso a casarme y a jurar amor eterno a una mujer de la que, confundido y cegado por una luz artificial, me enamoré a los cinco minutos de conocerla y a quien aquél que controla el universo pedirá que le explique muchas cosas el día que reclame su presencia ante la corte suprema. Por suerte el ser humano ideó la forma legal y moral de desatar ciertos nudos que te oprimen aurículas y ventrículos antes de morir estrangulado y ya he adquirido mi localidad para estar presente cuando el jurado celestial lea su veredicto y sea condenada al suplicio eterno. Y como me han hecho un dos por uno por pronto pago en litros de sudor y lágrimas, he conseguido una butaca de primera fila frente al cadalso donde otra de las peores personas con las que he compartido vida y cama pasará los próximos millones de años preguntándose cómo eligió ser tan cruel, tan embustera y tan dañina, para terminar siendo ejecutada cada día y renaciendo al siguiente para sufrir igual suerte. 

También construí un inmenso complejo de castillos en el aire junto a una morenita de ojos tristes, a quien le entregué mi ser en el mismo instante en el que decidió que era el momento de probar mis labios, y con ella fue con la única mujer con la que realmente deseaba perpetuar mis apellidos en la forma de un ser que mirase con la misma mirada que su madre y sintiese identica necesidad de ser el blanco de esos ojos, como su padre . Creía que ambos seríamos felices en aquel resort construido con planes de un futuro en común, pero un día se nos rompió el amor de tanto usarlo, el tsunami de la ruptura arrambló con todo y la mujer a quien más quise batió el récord del mundo en rapidez haciendo maletas y destrozando mis sueños. Pero a ella no tengo nada que reprocharle, el amor funciona así. Un día dejas de amar y no hacen falta ni terceras personas ni grandes diferencias de opiniones. Simplemente se vacía la clepsidra y todo se acaba.

Solo siento no haber tenido un hijo con ella. Pero bueno...alimentamos y mimamos a un hermoso gatete y a una adorable perrita.

Cuando ella se fue yo solo me quería morir y después de poco más de una semana llorando coda segundo sin ella me estrellé contra el asfalto y algo cambió en mi interior: mientras los efectivos del SAMUR  me desfibrilaban una y otra vez sin tirar la toalla,solo quería vivir. Y se me concedió devolviéndome  la vida cuando todo estaba perdido, cuando una máquina controlaba mis inducidos latidos y mi comatoso sueño, que era como nadar en su ausencia sin alcanzar la orilla de los labios que me demostrarían que las islas más bellas se encuentran en lo alto de algunas montañas.

Entonces apareció ella y le dio la vuelta al reloj para regalarme infinitos granos de arena con forma de noches diseñadas para agradecer a Dios el haberla encontrado.

Puede que un día también nos despidamos, puede que no. Ojala nunca lo hagamos.Lo único de lo que estoy seguro es de que si llega el momento de agitar el pañuelo en el anden corriendo junto al vagón que la separe de mi, le agradeceré todos y cada uno de los minutos que me regaló y en los que aprendí que el amor se hace, no se dice.

Y eso. Que aunque a veces solo sepa demostrarlo delante de un folio en blanco, cuando quiero, quiero de verdad.


 

martes, 13 de octubre de 2020

Cada día


 Tengo la suerte de poder compartir mis alegrías, mis temores, mis pasiones, mis desdichas y mis vicisitudes cotidianas en relatos, novelas, poemas y cuentos. Saber darles forma en negro sobre blanco es al tiempo una maldición y un regalo del cielo.

He aprendido que somos lo que leemos, pero también lo que escribimos y a fuerza de leer, he descubierto que al profundizar en las biografías de mis escritores favoritos, muchos de ellos y yo compartimos esta necesidad de escribir cada día.

Ayer mismo viví un día intenso, completo y placentero y de todo lo que aconteció en esas 24 horas, necesitaba escribir las sensaciones.

Desde asistir con mascarilla y gel desinfectante a un concierto al aire libre de mis colegas los Shower singers con mi chica y una de mis mejores amigas, a repasar y preparar las entrevistas de mi programa de radio de hoy martes, en el que participarían  José Sacristán y a Belén Sola, pasando por disfrutar de un par de cientos de páginas de Línea de Fuego, la novela de Pérez Reverte que narra magistralmente los combates entre republicanos y nacionales en la batalla del Ebro, nadar unos cuantos largos como todas las mañanas y jugar una partida de cartas con mi familia. Todas las emociones derivadas de ello hervían dentro de mi y pugnaban por salir en forma de algo interesante que ofrecer a mis lectores.

El texto que podréis leer a continuación no es otra cosa que  una demostración de lo que pasa cuando abro la espita del pecho y el caudal de  las emociones vividas.

Un paso al frente

Apenas quedan unas gotas de whisky en la petaca que me regaló mi novia y las apuro con ansia antes de que el oficial del C.N. I. al mando nos ordene asaltar por fin el laboratorio.

Desde que me asignaron a operaciones especiales mi vida a cambiado por completo. Aquel romántico deseo de dar la vida por mis compatriotas en el caso de que España así lo pidiera, se ha convertido en hastío al eliminar los blancos que me llegan a través del correo electrónico cifrado que leo desde el teléfono de última generación que me asignó la organización. Es sencillo, rápido y aséptico. Al menos para mi. Supongo que los empleados del servicio de limpieza que tengan que arrancar sexos de los azulejos y limpiar la sangre de los científicos que nos señalaron en el mail con el nombre común de "objetivo" lo encontrarán mucho menos aséptico.

Los compañeros de la unidad acostumbran a adjudicar cartas de Póker a los blancos, según sus rangos e importancia para el éxito de la misión. Suelo ganas las manos con póker de ases o con full de reyes damas. Para algo soy el tirador de élite de mi unidad.

Cuando regreso a la base y me despojo del uniforme, me siento sucio. Más allá de la ducha a presión con  gel desinfectante, lo único que me relaja y me hace sentir de nuevo una persona sana y lustrosa es nadar desnudo en la piscina cubierta de mi casa. Al salir del agua mi chica me espera con una toalla  y ella misma me seca con esmero y dulzura en idéntica proporción. Que una teniente de los cazadores de alta montaña, con dos distinciones al valor por su coraje y su arrojo en la misión de paz de naciones unidas en la guerra de la antigua Yugoslavia, se preste a servir de descanso del guerrero es cuando menos irónico, pero igual es que nos queremos por lo mucho que hemos combatido ambos, por lo que hemos perdido por el camino y por ser capaces de encontrarnos sin habernos buscado durante nuestras frecuentes noches cuajadas de pesadillas en las que gritamos los nombres de aquellos que ya no volverán a disfrutar de un buen vino, de una obra de teatro, de un concierto en la terraza de un hotel ni de un paseo por la montaña.

Beso a mi chica y la conduzco a la cama mientras tarareo aquella vieja canción de los Temptations que tan bien suena en boca de Pablo Acebál con Marola Varela y Rafa Chail haciéndole los coros. Creo que ella tampoco tiene sueño ahora mismo. Bien... tengo mucho amor que dar.


sábado, 3 de octubre de 2020

No te vayas


 No quiero tener buscarte en otras bocas, ya te busqué durante demasiado tiempo y el haberte encontrado debería ser una recompensa vitalicia.

Si...puede que escudarme en vivencias pasadas no sea acertado, porque antes de ti no hubo vida de verdad y después de ti la vida no volverá a interesarme.

Es curioso que en las cuatro líneas anteriores he escrito varias veces la palabra vida y derivados. Eso me lleva a pensar que lo que me das es vida, lo que me has enseñado es a vivir y lo que has conseguido es que me guste hacerlo en un momento en el que para mi, la vida era un bosque tenebroso, oscuro y lleno de peligros, donde comenzaban a acumularse las tumbas en las que descansarán para siempre trocitos de mi corazón y de mi alma que se vieron obligados a abandonar sus formas humanas y que dejaron en mi tanta tristeza como hermosos recuerdos.

Uno de esos pedazos de mi corazón que recibió ya cristiana sepultura me enseñó a expresarme a través de un bolígrafo y una cuartilla. Me regaló la capacidad de bucear por el interior de mi pecho, el inmenso poder de exorcizar mis demonios escribiendo y la habilidad de juntar sílabas para decirte que te quiero sin tener que abrir la boca. Siempre le estaré agradecido.

Desde que llegaste, el sol se ha abierto camino entre las ramas de los tétricos árboles que el camino bordea y comencé a ver la luz y a sentir de nuevo el sol en el rostro. El sinuoso y peligroso sendero por el que caminaba apoyado en un bastón fue transformándose poco a poco en una calzada romana que, como todos los caminos que he decidido seguir, conduce hasta ti. Porque todos mis caminos ahora conducen a Roma y al recrearme en tu mirada no tengo más que leer Roma al revés para saber que he llegado.

Así que no te vayas. Concédeme la oportunidad de enmendar viejos errores y de ser capaz de demostrar los sentimientos como nunca supe hacerlo. Con el beso oportuno, el abrazo cálido y la caricia correcta.

Sé que cuando relaje mi espíritu y me permita que lo escrito cobre forma física y se pueda conjugar en gerundio, también te colmaré y estaremos a la par.

En lo que llega ese momento de saltar al vacío sin más red que saber que este amor es correspondido en igual medida, por favor, quédate a mi lado y se paciente.

Estoy en el camino. En tu camino. He comenzado a romper las frases y a transformarlas en versos, a resumir en estrofas lo que solo sabía gritar en capítulos y a darle rima a los momentos más intensos de las tramas.

Estoy aprendiendo a añadir poesía en la proporción adecuada para crear la receta perfecta en la que las letras quieran salir a bailar y galantemente te ofrezcan la mano para invitarte a la pista.

Mi poeta escondido está perdiendo el miedo a la luz y ha decidido subir sus angustias a Wallapop para deshacerse de ellas si recibe una oferta justa. Sabe que tendrá que compartir cuerpo, pero lo hemos hablado y algo me dice que seremos los perfectos compañeros de psique. Al unirnos delante de un teclado, conseguiremos ser el escritor que siempre he querido ser.

sábado, 26 de septiembre de 2020

Crece


 No para de crecer dentro de mi. Se hace cada día más grande y pugna por salir al exterior y acomodarse en negro sobre blanco.

Comencé a gestarlo el mismo día que el gobierno confinó a toda la población en sus casas y al principio fue tan solo una forma de evasión, una necesaria abstracción de la realidad, un extenso territorio donde caminar respirando aire puro y exento de peligro. Pero respiré una bocanada de inspiración y el germen de la creación se expandió rápido por el interior de mis venas instalándose junto a los glóbulos blancos y compartiendo con ellos el oxígeno que me alimenta.

El protagonista, que no es más que un alter ego que necesita vivir en la ficción lo que sé que nunca viviré en la realidad, demandaba tiempo y espacio y me susurraba al oído una trama que cada minuto era más y más compleja. No se privó de nada. No quise privarlo de nada, y rápidamente envió invitaciones a la fiesta para que multitud de personajes secundarios, principales e imprescindibles, se sumaran al aquelarre de metáforas, de violentas situaciones, de curiosas coincidencias y de complejas soluciones que a cada segundo mutan y dan lugar a engendros incorpóreos que reclaman su lugar.

Esto ya lo había experimentado y de aquella posesión nació Temporada de setas. Recurrí a mi amiga la editora y escritora Eva Melgar para que me ayudase a exorcizar la criatura que se había adueñado de mi alma y tras un largo y complejo ritual conseguimos sacarla de mi y acomodarla en una cuidada publicación al amparo de Suseya ediciones. Ahora el espíritu de mi alter ego ha vuelto a transmutarse y a adueñarse de lo que no le corresponde y cada día se va haciendo más y más fuerte.

Levantaron el confinamiento y la población se echó a la calle, pero a mi me sujetaban desde dentro y permanecí atrapado en ese lugar donde la ciencia no rige, la realidad es secundaria y tan solo un arduo trabajo de documentación te permite conservar la lucidez.

A fecha de hoy el embrión continua en desarrollo y cada vez está más cerca de asomarse al mundo que intuye más allá de su crisálida.

Se alimenta a través de ese invisible cordón umbilical que lo ata a mi y noto como se revuelve incómodo e impaciente y como trata de obtener el visado que lo haga libre para viajar a otros cuerpos y alimentarse de ellos.

Intenta imponerme sus reglas y su ritmo y la pelea es continua si quiero mantener el control. Por eso a veces necesito ausentarme de él e ignorarlo tanto tiempo como pueda soportar. Pero siempre vuelvo y con cada palabra que escribo en el archivo placenta, lo apaciguo y reconforto. Recibe las correcciones como paternales gestos y caricias. Y sé que de alguna manera se siente querido.

Aunque suene contradictorio, cuanto más cerca está el final más cerca esta el comienzo, precedido por un prólogo que lo apadrinará. 

Y volveré a presumir de retoños en esta familia que ya es numerosa y que nunca dejará de crecer. Al menos mientras tenga fuerzas en los dedos y la literatura siga condicionando mi existencia.


martes, 22 de septiembre de 2020

El eterno buscador


 Mi libertad ha llorado conmigo al empeñarse en buscar el mayor y más asombroso de los tesoros  en las aguas equivocadas e infestadas de escualos deseosos de devorar la poca dignidad que me quedaba.

Me junté con quien no debía y de tanto frecuentar las tabernas portuarias terminé por ser uno más de la caterva de borrachos y delincuentes tatuados que asaltaban a los turistas perdidos y  los despojaban de carteras, relojes, cámaras de fotos y sonrisas

No supe interpretar el mapa que arrebaté de las manos muertas de aquel fiero y alcoholizado pirata que arrastró su pata de palo por mi casa rayando el parqué del salón y haciendo un ruidito de lo más denteroso. Tuve que matarlo cuando el loro de cien colores, que siempre lo acompañaba posado en su hombro, comenzó a faltarme al respeto llamándome grumetito advenedizo. Puede que muchos penséis que aquello no era motivo suficiente para rajarle el cuello de lado a lado al Capitán Tormenta, pero os aseguro que el tono de  voz de aquel pajarraco era de lo más desagradable. Además tenía muchas ganas de quitarme del medio al Capitán desde que una noche al apurar su tercera botella de ron, me mostró un mapa donde con un rudimentario e infantil dibujo de un corazón, se señalaba el punto exacto donde se cruzaban la latitud y la longitud, y donde habría que buscar. El mismísimo Morgan, según me contó el viejo lobo de mar entre hipos y toses y demás estertores de la borrachera, lo trazó con sangre sobre un arrugado pergamino antes de morir. Según me dijo el Capitán entre nuevas arcadas y escupitajos derivados de la ingesta de litros de ron de caña, aquel era el único y verdadero mapa donde se reflejaba el lugar en el que Morgan había enterrado el cofre que contenía el "Ojo de jade", la misteriosa joya mágica robada en un templo sagrado de la India que hacía que su propietario encontrase la felicidad en el corazón de una mujer.

Seguramente si se lo hubiese pedido, el Capitán me lo hubiese regalado, o simplemente me habría invitado a buscar la fantástica y poderosa joya con él, pero para que nos vamos a engañar, por un lado ya estaba harto de sus resacas, de su loro  y del olor de su único pie, y por otro, estaba convencido de que si la joya nos pertenecía a ambos, sería muy difícil que los dos encontrásemos la felicidad en el corazón de la misma mujer. No creo en los tríos, nunca llevan a nada bueno. Además me moría de ganas de estrenar el juego de cuchillos de cocina  que me tocó en el sorteo del supermercado donde llevo comprando desde que me vine a vivir a Tortuga. Y todo sea dicho, son cojonudos. Están verdaderamente afilados. ¡Que pulcritud en el corte!

He decidido romper con el pasado, he vendido mis pertenencias y he comprado todo lo necesario para mi misión en un bazar chino del paseo marítimo. Ahora que tengo pala y cubo, barca hinchable, aletas, gafas, tubo y tizas de colores para marcar en el fondo del mar  el punto de extracción que indica el mapa de Morgan, ya puedo ir en busca de lo único que hará que encuentre el amor verdadero.

Por fin encontraré la felicidad en el corazón de una mujer. Allá voy, tesoro hundido.