Estuve a punto de no reconocerla.
Coincidimos en unos grandes almacenes, ella iba acompañada de un muchacho menudo, de cabello largo y oscuro. Yo estaba solo, matando el tiempo en la sección de novedades musicales, acariciando las cajas de los cedes y retrasando el momento de volver a casa y sentarme a escribir en la dichosa novela que tantos quebraderos de cabeza me está dando.
Algo, no se que, hizo que levantara la vista y me fijara en ella justo cuando aquel muchacho le pasó el brazo alrededor de la cintura en un gesto a un tiempo cariñoso y protector.
Entonces ella se giró y pude verla con claridad.
El hechizo de ocultamiento era de los mejores que he visto, ningún mortal podría reconocerla, ni sospechar siquiera la verdadera naturaleza de su ser, pero por desgracia, para mi esos ojos verdes nunca tuvieron secretos.
Ni rastro de polvo de hadas, ni de sus pequeñas alas, simplemente una mujer preciosa con dos esmeraldas brillantes en el rostro.
Ella pareció sorprenderse también, supongo que he cambiado mucho y que de alguna manera no pudo o no quiso identificarme en un primer momento.
Tras la sorpresa inicial, sus ojos se relajaron y perdieron algo de fulgor, como si una pena enorme se hubiera apoderado de ellos.
Los clavó fijamente en los míos y el tiempo se detuvo.
La muchedumbre se quedó estática, la música cesó y los relojes se pararon.
Los recuerdos me arrollaron como una locomotora sin control.
El estanque de las sirenas, el barco de Garfio, los niños perdidos, la princesa india...
Traté de sonreír, pero en aquel instante atemporal, la sonrisa decidió escaparse con mi sombra.
A punto estuve de mandarlo todo al carajo, de renunciar a aquello que ansiaba : una vida normal, una apariencia normal ,un amor convencional, un futuro incierto.
A punto estuve de elevarme y cacarear, de ceñirme de nuevo las mallas,de correr a besarla, pero algo en mi interior me retuvo.
Campanilla pertenece al pasado, a los sueños de un niño obcecado en no crecer, a una vida que al final se torció y que no volverá.
Nunca había visto a un hada llorar y cuando la primera lágrima comenzó a descender por su mejilla, supe que por mucho que lo deseara, por muy firme que fuera mi propósito, por mucho que me esforzara, nunca podría olvidarla por completo.
De pronto las manecillas del reloj volvieron a marcar el tiempo, el público de los grandes almacenes reanudó sus quehaceres y la música regresó atronando aquel espacio con insoportables villancicos a ritmo de gospel.
Disimuladamente se secó las lágrimas con el dorso de la mano y en un acto de extrema crueldad, sabiendo que yo seguía contemplándola, se giro hacia aquel miserable humano y le besó en los labios.
Después, simplemente se confundieron entre el gentío y desaparecieron.
Medio mareado salí a la calle y encendí un pitillo.
Traté de comprender que amarga broma se esconde tras la vida, cuando aquella que lo fue todo, se convierte en una sombra entre otras sombras.
El viento helado me abofeteó sin clemencia alguna y por primera vez en mucho tiempo, deseé estar muy lejos de allí, sentado en mi nube, maldiciéndolo todo.
Pero lejos de abandonar, simplemente me subí los cuellos del gabán.
No me atreví a volverme, se que no hubiera podido soportar un segundo encuentro.
Con el cigarro entre los labios, cerré los ojos y comencé a caminar.
Se que ella permaneció un rato observándome al largarme de allí.
Lo que ya no se, es porque lloró.
sábado, 21 de diciembre de 2013
jueves, 19 de diciembre de 2013
En Navidad
Se viste todo de luces de colores y de campanitas y de abetos fabricados en china.
De turrón blando que se hace bola y del duro que te manda al dentista al día siguiente y te jode cien euros de los que te habías guardado para pagar la factura de la luz.
De digestiones pesadas, de kilos de más, de copas de cava al que ni te acercas el resto del año.
De tangas rojos, de buenos deseos, de deseo.
Porque es Navidad y aunque ya casi no reconocemos lo que hay debajo del papel de regalo brillante que envuelve las fiestas, a mi me sigue gustando esta época.
Me gusta que las personas vuelvan a ser personas y cuelguen los cargos, los galones y las chorreras en el perchero de la entrada, junto al abrigo.
Me gusta que en la mesa, tratemos de poner buena cara al mal tiempo, a la cocina de la suegra y a los chistes del cuñado (aunque ese no es mi caso, mi cuñado tiene su gracia).
Me gusta rozarle el muslo a mi chica por debajo de la mesa, mientras finjo colocarme la servilleta bajo la atenta mirada de la tiabuela.
Me gusta que mi padre cante villancicos, que mi madre cante villancicos y que los perros de mi madre y de mis hermanas , se sumen y canten villancicos.
Me gusta ver las caras de mis sobris la mañana del día de Reyes, y me gusta ver la cara de mi madre la mañana del día de Reyes, después de pasarse la noche entera colocando regalos para todos en el salón, convirtiendo el agotamiento en felicidad por los suyos.
Me gusta ver las caras de todos cuando ven mi cara el día uno de enero, más jodidito que la hija de Albano, pero puntual a mi cita.
Las cenas de empresa, donde los empleados pelotas preparan las rayas del jefe y donde los empleados canallas se meten las suyas y las del jefe, y de paso se cagan en la madre del pelota.
Donde por fin y a base de pelotazos, el oficinista se arma de valor y le dice "ojos verdes tienes" a la chica de recepción, que está para mojar pan y lo que haga falta.
Me gusta que la chica de recepción se haya hinchado de gintonics preparados, de esos con frutos del bosque y de rienda suelta a su pasión con el oficinista, en los baños del último garito que quedaba abierto en Valladolid.
Me encanta ver a mis amigos apurar la caña para irse corriendo a buscar a los niños porque va a empezar la cabalgata.
Mi gato y yo colocamos los zapatos en el sofá del salón y nos deleitamos con un whisky de malta, mirándonos a los ojos y repasando el último año.
El regalo más hermoso de todos, duerme ajeno a nuestros chupitos, con el cabello largo y oscuro extendido por la almohada y la perrita a los pies de la cama.
Y solo deseo que sea siempre Navidad entre nosotros, para despertarme cada mañana abrazado a ella, sintiéndome un niño otra vez, un niño que ha debido de ser muy,muy bueno.
Estas navidades, si me descuido, hasta me acabará gustando el jodido anuncio de la lotería.
Nanananana na nana.
De turrón blando que se hace bola y del duro que te manda al dentista al día siguiente y te jode cien euros de los que te habías guardado para pagar la factura de la luz.
De digestiones pesadas, de kilos de más, de copas de cava al que ni te acercas el resto del año.
De tangas rojos, de buenos deseos, de deseo.
Porque es Navidad y aunque ya casi no reconocemos lo que hay debajo del papel de regalo brillante que envuelve las fiestas, a mi me sigue gustando esta época.
Me gusta que las personas vuelvan a ser personas y cuelguen los cargos, los galones y las chorreras en el perchero de la entrada, junto al abrigo.
Me gusta que en la mesa, tratemos de poner buena cara al mal tiempo, a la cocina de la suegra y a los chistes del cuñado (aunque ese no es mi caso, mi cuñado tiene su gracia).
Me gusta rozarle el muslo a mi chica por debajo de la mesa, mientras finjo colocarme la servilleta bajo la atenta mirada de la tiabuela.
Me gusta que mi padre cante villancicos, que mi madre cante villancicos y que los perros de mi madre y de mis hermanas , se sumen y canten villancicos.
Me gusta ver las caras de mis sobris la mañana del día de Reyes, y me gusta ver la cara de mi madre la mañana del día de Reyes, después de pasarse la noche entera colocando regalos para todos en el salón, convirtiendo el agotamiento en felicidad por los suyos.
Me gusta ver las caras de todos cuando ven mi cara el día uno de enero, más jodidito que la hija de Albano, pero puntual a mi cita.
Las cenas de empresa, donde los empleados pelotas preparan las rayas del jefe y donde los empleados canallas se meten las suyas y las del jefe, y de paso se cagan en la madre del pelota.
Donde por fin y a base de pelotazos, el oficinista se arma de valor y le dice "ojos verdes tienes" a la chica de recepción, que está para mojar pan y lo que haga falta.
Me gusta que la chica de recepción se haya hinchado de gintonics preparados, de esos con frutos del bosque y de rienda suelta a su pasión con el oficinista, en los baños del último garito que quedaba abierto en Valladolid.
Me encanta ver a mis amigos apurar la caña para irse corriendo a buscar a los niños porque va a empezar la cabalgata.
Mi gato y yo colocamos los zapatos en el sofá del salón y nos deleitamos con un whisky de malta, mirándonos a los ojos y repasando el último año.
El regalo más hermoso de todos, duerme ajeno a nuestros chupitos, con el cabello largo y oscuro extendido por la almohada y la perrita a los pies de la cama.
Y solo deseo que sea siempre Navidad entre nosotros, para despertarme cada mañana abrazado a ella, sintiéndome un niño otra vez, un niño que ha debido de ser muy,muy bueno.
Estas navidades, si me descuido, hasta me acabará gustando el jodido anuncio de la lotería.
Nanananana na nana.
lunes, 2 de diciembre de 2013
Sonriendo un poco.
Yo no se lo que es el destino.
Si estoy sujeto a reglas cósmicas o divinas o humanas tal vez.
Si el hecho de sentirme vivo responde a esa extraña conjunción de factores que se produce al alinearse las estrellas con unos ojos que me miran de otra forma, distinta a como me han mirado hasta ahora el resto de los ojos.
Yo no se si a lo largo de esta vida tienes que pagar el tributo del karma, de los errores del pasado, de aquellas decisiones que creíste correctas o simplemente es que todos tenemos reservado en alguna parte un billete para sentirte feliz y primero hay que canjearlo por un montón de cabezazos contra la pared.
Se, que durante años y años me han rescatado de bosques sombríos, de arenas movedizas de fondos de botellas, de noches de dudas y de trayectos erróneos.
Que tengo a Reyes, a Elena, a Sandra, a Eva, a Noe, Paz, Ángela y a un buen número de amigas que me han querido y me han enseñado a querer, aunque por el camino me he dejado también un montón de nombres.
Y cito solo a las mujeres, porque aun teniendo a los mejores amigos del mundo, a los que quiero y respeto, la comunión de sentimientos que experimento con ellas me ha modelado el espíritu hasta llegar a donde estoy.
Yo no se lo que es el destino, pero una noche fría y particularmente oscura, donde todo se difuminaba entre sombras, de entre la llovizna aparecieron unos labios para terminar posándose en mi boca.
Mis cartas de navegación para llevarme hasta donde siempre he querido ir.
Desapareció el frío, desapareció el miedo y desaparecieron también las inseguridades, los traumas, los rencores...
De repente todo lo hermoso cobró forma en su figura y no me quedó más remedio que admitir que alguien o algo, me acababa de regalar una oportunidad para vivir, en el sentido más amplio de la palabra.
Y ahora me encuentro viviendo.
Supongo, que siempre he buscado como plasmar las emociones de la manera más real, pero aunque trato de hacerlo y me siento y comienzo a escribir y borro lo escrito y vuelvo a escribir y vuelvo a borrarlo, no voy a conseguir describir esto que siento ahora.
Así que me rindo y me abandono al placer de saberme incapaz de transmitiros esto.
Lo que si puedo expresar, es el inmenso agradecimiento y cariño que siento por aquella persona de cabello corto y sonrisa infinita, que en el gesto más hermoso que he visto en mi vida, me dejó marchar, llorando y con la sensación de que en este viaje, ha sido la mejor compañera.
Gracias por ser lo que eres y por haber sido lo que fuiste.
Si estoy sujeto a reglas cósmicas o divinas o humanas tal vez.
Si el hecho de sentirme vivo responde a esa extraña conjunción de factores que se produce al alinearse las estrellas con unos ojos que me miran de otra forma, distinta a como me han mirado hasta ahora el resto de los ojos.
Yo no se si a lo largo de esta vida tienes que pagar el tributo del karma, de los errores del pasado, de aquellas decisiones que creíste correctas o simplemente es que todos tenemos reservado en alguna parte un billete para sentirte feliz y primero hay que canjearlo por un montón de cabezazos contra la pared.
Se, que durante años y años me han rescatado de bosques sombríos, de arenas movedizas de fondos de botellas, de noches de dudas y de trayectos erróneos.
Que tengo a Reyes, a Elena, a Sandra, a Eva, a Noe, Paz, Ángela y a un buen número de amigas que me han querido y me han enseñado a querer, aunque por el camino me he dejado también un montón de nombres.
Y cito solo a las mujeres, porque aun teniendo a los mejores amigos del mundo, a los que quiero y respeto, la comunión de sentimientos que experimento con ellas me ha modelado el espíritu hasta llegar a donde estoy.
Yo no se lo que es el destino, pero una noche fría y particularmente oscura, donde todo se difuminaba entre sombras, de entre la llovizna aparecieron unos labios para terminar posándose en mi boca.
Mis cartas de navegación para llevarme hasta donde siempre he querido ir.
Desapareció el frío, desapareció el miedo y desaparecieron también las inseguridades, los traumas, los rencores...
De repente todo lo hermoso cobró forma en su figura y no me quedó más remedio que admitir que alguien o algo, me acababa de regalar una oportunidad para vivir, en el sentido más amplio de la palabra.
Y ahora me encuentro viviendo.
Supongo, que siempre he buscado como plasmar las emociones de la manera más real, pero aunque trato de hacerlo y me siento y comienzo a escribir y borro lo escrito y vuelvo a escribir y vuelvo a borrarlo, no voy a conseguir describir esto que siento ahora.
Así que me rindo y me abandono al placer de saberme incapaz de transmitiros esto.
Lo que si puedo expresar, es el inmenso agradecimiento y cariño que siento por aquella persona de cabello corto y sonrisa infinita, que en el gesto más hermoso que he visto en mi vida, me dejó marchar, llorando y con la sensación de que en este viaje, ha sido la mejor compañera.
Gracias por ser lo que eres y por haber sido lo que fuiste.
jueves, 14 de noviembre de 2013
Gracias
por molestarte en buscar.
Por levantar las alfombras, apartar los muebles viejos y llenos de polvo, sacudir las cortinas y escudriñar en cada recoveco.
Gracias por no reparar en esfuerzos cuando yo no encontré fuerzas ni tan siquiera en mi flaqueza.
Por silbar mientras te subías a una escalera para mirar encima de los armarios y de las librerías
Por hacer de ello un juego en el que tus reglas son tan flexibles que cualquiera podría impugnarlas si quisiera pero nadie, ni yo mismo osaríamos hacer semejante estupidez.
Por desnudarte frente a mi.
Por abrazarme y tranquilizarme y por decirme: "no te preocupes...ya aparecerá".
Gracias por no desanimarte en mi desánimo, por apurar cada copa para que yo no cayera en la tentación de beberme siempre los últimos tragos.
Al final tenías razón, ha aparecido.
Como de costumbre, en el rincón más insospechado, pero ahí estaba, escondida, asustada, con una patita rota.
Gracias por abrazarla, sanarla, mimarla.
Volvemos a estar juntos, mi sonrisa y yo.
Gracias..
Por levantar las alfombras, apartar los muebles viejos y llenos de polvo, sacudir las cortinas y escudriñar en cada recoveco.
Gracias por no reparar en esfuerzos cuando yo no encontré fuerzas ni tan siquiera en mi flaqueza.
Por silbar mientras te subías a una escalera para mirar encima de los armarios y de las librerías
Por hacer de ello un juego en el que tus reglas son tan flexibles que cualquiera podría impugnarlas si quisiera pero nadie, ni yo mismo osaríamos hacer semejante estupidez.
Por desnudarte frente a mi.
Por abrazarme y tranquilizarme y por decirme: "no te preocupes...ya aparecerá".
Gracias por no desanimarte en mi desánimo, por apurar cada copa para que yo no cayera en la tentación de beberme siempre los últimos tragos.
Al final tenías razón, ha aparecido.
Como de costumbre, en el rincón más insospechado, pero ahí estaba, escondida, asustada, con una patita rota.
Gracias por abrazarla, sanarla, mimarla.
Volvemos a estar juntos, mi sonrisa y yo.
Gracias..
martes, 29 de octubre de 2013
Reversible
El alma debería ser reversible.
Así, cuando se derrama una de esas gotas inoportunas que se escurren al beberte la vida atragantadamente, no tendría uno que pasearse lleno de lamparones en la pechera.
Justo al ladito del corazón.
Le das la vuelta a tu alma y pones la cara sucia, triste y desgastada mirando hacia adentro.
Y sacas la cara impoluta y reluciente del alma a pasear, deseoso de que no se te escurran más goterones.
Pero la vida es como un porrón, si no tienes cuidado al tragar, te ahogas. Si no tienes cuidado al tratar de saciarte, te cae el liquido en la cara desde el extremo más ancho, que es el amor.
Y el amor deja manchas que no salen con nada, como mucho se van un poco, pero siempre quedan restos.
Por eso hay que beber con cuidadito por la parte fina, tratando de disfrutar los tragos pero sin pretender acabar con todo de golpe.
O te llenas de mierda, o te quedas con sed.
Porque todo se acabará antes de que te des cuenta.
Al final, un día comprendes que te has bebido la vida antes de tiempo y de que estás sediento, lleno de cercos y de sombras en el alma.
Y solo te queda sentarte a un lado del camino y esperar a ver si con suerte, alguien quiere volver a llenarte el recipiente.
Aunque lo más seguro es que por ese camino donde esperas sentado no pase nadie.
Hay personas que se guardan mucho de beber y transitan de un lado a otro con su ración a buen recaudo bajo llave, pero con los ojos vacíos de lo que yo he visto.
De tu rostro bajo la primera luz de la mañana, dormida, respirando despacito, preciosa.
Vacíos de la imagen de tus pies bañados por el mar del norte, llenos de salitre y de momentos por vivir.
De tu sonrisa que ya no está, pero aún perdura nítida en mi retina.
Por eso a mi ya me la pela que se derrame todo y me ponga hecho un Cristo.
Prefiero saciarme a borbotones y que si tiene que irse todo al carajo, se vaya de una vez por todas.
Nunca, ni en el amor ni en nada, he sido hormiga, si no más bien la más perra de todas las cigarras, que jamás supo reservar, ahorrar, dosificar, planificar, conservar...
Si me diste un par de tragos yo me bebí tres y los gocé hasta la última gota.
Pero claro...eso lo tenía que haber pensado antes de sentar mis reales en el puto caminito.
A ver quien pasa.
A ver si un día te decides a volver a sonreírme, con tu cántaro rebosante apoyado en la cadera.
Siempre tuve sed de ti.
Así, cuando se derrama una de esas gotas inoportunas que se escurren al beberte la vida atragantadamente, no tendría uno que pasearse lleno de lamparones en la pechera.
Justo al ladito del corazón.
Le das la vuelta a tu alma y pones la cara sucia, triste y desgastada mirando hacia adentro.
Y sacas la cara impoluta y reluciente del alma a pasear, deseoso de que no se te escurran más goterones.
Pero la vida es como un porrón, si no tienes cuidado al tragar, te ahogas. Si no tienes cuidado al tratar de saciarte, te cae el liquido en la cara desde el extremo más ancho, que es el amor.
Y el amor deja manchas que no salen con nada, como mucho se van un poco, pero siempre quedan restos.
Por eso hay que beber con cuidadito por la parte fina, tratando de disfrutar los tragos pero sin pretender acabar con todo de golpe.
O te llenas de mierda, o te quedas con sed.
Porque todo se acabará antes de que te des cuenta.
Al final, un día comprendes que te has bebido la vida antes de tiempo y de que estás sediento, lleno de cercos y de sombras en el alma.
Y solo te queda sentarte a un lado del camino y esperar a ver si con suerte, alguien quiere volver a llenarte el recipiente.
Aunque lo más seguro es que por ese camino donde esperas sentado no pase nadie.
Hay personas que se guardan mucho de beber y transitan de un lado a otro con su ración a buen recaudo bajo llave, pero con los ojos vacíos de lo que yo he visto.
De tu rostro bajo la primera luz de la mañana, dormida, respirando despacito, preciosa.
Vacíos de la imagen de tus pies bañados por el mar del norte, llenos de salitre y de momentos por vivir.
De tu sonrisa que ya no está, pero aún perdura nítida en mi retina.
Por eso a mi ya me la pela que se derrame todo y me ponga hecho un Cristo.
Prefiero saciarme a borbotones y que si tiene que irse todo al carajo, se vaya de una vez por todas.
Nunca, ni en el amor ni en nada, he sido hormiga, si no más bien la más perra de todas las cigarras, que jamás supo reservar, ahorrar, dosificar, planificar, conservar...
Si me diste un par de tragos yo me bebí tres y los gocé hasta la última gota.
Pero claro...eso lo tenía que haber pensado antes de sentar mis reales en el puto caminito.
A ver quien pasa.
A ver si un día te decides a volver a sonreírme, con tu cántaro rebosante apoyado en la cadera.
Siempre tuve sed de ti.
viernes, 18 de octubre de 2013
Ingravedad
es lo que siento cuando cierro los ojos y pienso en ti.
Al principio pensé que podría tratarse de una angina de pecho, pero luego descubrí que me hacen flotar algunos recuerdos.
Otros me arrastran a lo más profundo.
Y cuando el abismo deja de ser insondable, el marco incomparable y el entorno privilegiado y todo se convierte en otra puta mierda de día, cierro los ojos y me elevo.
A veces me siento como la típica rubia estúpida de la típica película americana.
Me tumbo delante de la tele abrazado a mi gato, tragándome una comedia romántica tras otra y de no ser por mi terror a los azúcares refinados, seguro que engulliría toneladas de helado de chocolate.
En su lugar, como un paquete tras otro de pechuga de pavo baja en sal.
Suspiro cuando el chico dice eso de "siempre te he querido" y se me ponen los pezones como bates de baseball cuando ella cierra los ojos y pone los labios blandos, en actitud oferente.
Ahí vuelvo a ser yo, porque en vez de parecerme terriblemente romántico, imagino la de cosas que un director atrevido podría hacer con esa escena y en lo divertido que resultaría que el chico, en vez de besarla, pusiera en tan delicados morritos un matasuegras, una turuta o incluso su propio...
En fin...que no valgo ni para deprimirme.
Soy un jodido desastre.
Hace días puse un plástico en la cama, un cubre colchón de esos, para no tener que cambiar las sábanas empapadas de lágrimas cada mañana.
Hoy lo he quitado, la vida sigue y el sonido de las uñas del gato arañando el plástico es espantoso.
Decía, que al cerrar los ojos y pensar en ti, siento como el aire se vuelve más pesado y mi cuerpo más ligero.
Puedo flotar pensando en esa sonrisa tuya, tan jodidamente bonita, tanto, que debería ser el logotipo de algo realmente chulo.
La imagen corporativa de la empresa más alucinante del mundo.
Por eso necesito que sonrías, que sonrías constantemente, que me sonrías.
El mundo de por si, ya es lo suficientemente triste como para privarle de su mayor fuente de luz.
Así que como es viernes y ya me he quitado de encima casi todo el trabajo, me voy a dar un capricho y voy a volver a cerrar los ojos.
Y cuando todos los recuerdos hermosos empiecen a teñirse con la tinta del pasado y comience a hundirme, pensaré una vez más en esa sonrisa.
Y me daré un garbeo por el aire.
Y entonces me dolerá menos la distancia.
Y comenzaré a pensar en lo que me dijiste antes de colgar el teléfono.
Al principio pensé que podría tratarse de una angina de pecho, pero luego descubrí que me hacen flotar algunos recuerdos.
Otros me arrastran a lo más profundo.
Y cuando el abismo deja de ser insondable, el marco incomparable y el entorno privilegiado y todo se convierte en otra puta mierda de día, cierro los ojos y me elevo.
A veces me siento como la típica rubia estúpida de la típica película americana.
Me tumbo delante de la tele abrazado a mi gato, tragándome una comedia romántica tras otra y de no ser por mi terror a los azúcares refinados, seguro que engulliría toneladas de helado de chocolate.
En su lugar, como un paquete tras otro de pechuga de pavo baja en sal.
Suspiro cuando el chico dice eso de "siempre te he querido" y se me ponen los pezones como bates de baseball cuando ella cierra los ojos y pone los labios blandos, en actitud oferente.
Ahí vuelvo a ser yo, porque en vez de parecerme terriblemente romántico, imagino la de cosas que un director atrevido podría hacer con esa escena y en lo divertido que resultaría que el chico, en vez de besarla, pusiera en tan delicados morritos un matasuegras, una turuta o incluso su propio...
En fin...que no valgo ni para deprimirme.
Soy un jodido desastre.
Hace días puse un plástico en la cama, un cubre colchón de esos, para no tener que cambiar las sábanas empapadas de lágrimas cada mañana.
Hoy lo he quitado, la vida sigue y el sonido de las uñas del gato arañando el plástico es espantoso.
Decía, que al cerrar los ojos y pensar en ti, siento como el aire se vuelve más pesado y mi cuerpo más ligero.
Puedo flotar pensando en esa sonrisa tuya, tan jodidamente bonita, tanto, que debería ser el logotipo de algo realmente chulo.
La imagen corporativa de la empresa más alucinante del mundo.
Por eso necesito que sonrías, que sonrías constantemente, que me sonrías.
El mundo de por si, ya es lo suficientemente triste como para privarle de su mayor fuente de luz.
Así que como es viernes y ya me he quitado de encima casi todo el trabajo, me voy a dar un capricho y voy a volver a cerrar los ojos.
Y cuando todos los recuerdos hermosos empiecen a teñirse con la tinta del pasado y comience a hundirme, pensaré una vez más en esa sonrisa.
Y me daré un garbeo por el aire.
Y entonces me dolerá menos la distancia.
Y comenzaré a pensar en lo que me dijiste antes de colgar el teléfono.
sábado, 12 de octubre de 2013
Sería tan facil
clavar los dedos en mi pecho de mantequilla y extraer de una vez por todas este músculo confuso y analógico.
Que para poco sirve, porque hace ya tiempo que venció la garantía y ahora cada vez que se estropea me toca andar metiéndome a chapuzas.
Y no se donde coño poner la cinta aislante, porque gotea y supura por todas partes.
Trato de aguantarlo con destilaciones amargas y eso no deja de ser pan para hoy y hambre para mañana.
El problema viene de fábrica, cuando te lo entregan reluciente y te dicen que es un artículo excepcional que no debe faltar en todos los hogares y que hará las delicias de pequeños y mayores.
Y es mentira.
Es una asquerosa patata que sangra y se hincha con promesas y se vuelve de latón cada vez que le llega el aire de otoño.
Es carne de trastero o de desván, porque viviríamos mucho mejor sin su presencia obsolescente.
Aunque a veces te hagas ilusiones con su puto pájaro de cuco que sale a darte las horas con violines y fuegos artificiales.
Son todo ilusiones y efectos especiales, maquillaje y bombas de humo.
El corazón es un trozo de materia por definir, que según que juguetero haya firmado, funciona mejor o peor.
Y de esa trinchera, ahora mismo no me hace salir nadie.
Estoy mucho más seguro aquí, refugiándome del fuego graneado de las promesas eternas.
Que para poco sirve, porque hace ya tiempo que venció la garantía y ahora cada vez que se estropea me toca andar metiéndome a chapuzas.
Y no se donde coño poner la cinta aislante, porque gotea y supura por todas partes.
Trato de aguantarlo con destilaciones amargas y eso no deja de ser pan para hoy y hambre para mañana.
El problema viene de fábrica, cuando te lo entregan reluciente y te dicen que es un artículo excepcional que no debe faltar en todos los hogares y que hará las delicias de pequeños y mayores.
Y es mentira.
Es una asquerosa patata que sangra y se hincha con promesas y se vuelve de latón cada vez que le llega el aire de otoño.
Es carne de trastero o de desván, porque viviríamos mucho mejor sin su presencia obsolescente.
Aunque a veces te hagas ilusiones con su puto pájaro de cuco que sale a darte las horas con violines y fuegos artificiales.
Son todo ilusiones y efectos especiales, maquillaje y bombas de humo.
El corazón es un trozo de materia por definir, que según que juguetero haya firmado, funciona mejor o peor.
Y de esa trinchera, ahora mismo no me hace salir nadie.
Estoy mucho más seguro aquí, refugiándome del fuego graneado de las promesas eternas.
miércoles, 9 de octubre de 2013
Las dos
pero muy pronto serán las tres y luego vendrán las cuatro.
Y en definitiva, otra noche de conversaciones con mi gato y de pitillos sentado delante del teclado.La vida se me escapa en noches en vela, en días en vela y en velas a la virgen.
Aquí estamos los tres, el gato, el teclado y yo.
A estas horas no se escucha más ruido que el molesto y tedioso "cri-cri" de la ausencia.
Suena como la cadena de una bici mal engrasada, molesta y reiterativa, con la cadencia de una sinfonía mal ensamblada.
El gato prepara unos gintonics maravillosos, que me recuerdan a ella (maravillosa también y con un punto de amargor), con esencia de canela y un toquecito de enebro.
Mucho hielo, extra de soledad y de nostalgia.
La habitación se va llenando de humo y hago unos anillos estupendos, tan perfectos que para si los quisiera el gilipollas misógino de Gandalf. Gilipollas, pero mago.
Los conejos de mi chistera terminaron haciendo la maleta y dejándolo todo lleno de cagaditas diminutas, con lo que mi único truco hoy por hoy, es el de poner la mejor de las sonrisas en el peor de los momentos.
Si no fuera por ellas no tendría nada que contaros.
Hablaría quizás, de política y de economía, pero lo cierto es que la única política que me interesa, es la que practica una mujer cuando decide invadir tu territorio, destruir tus defensas y negociar tu rendición.
En cuanto a economía...siempre he sido un puto desastre. Si tengo un duro me gasto dos, pido prestados tres y termino debiendo siete. Algún día aprenderé a gestionar mi dinero. Y mis sentimientos.
Así que para andar hablando de lo que no entiendo apenas, prefiero hablar de lo que desconozco por completo: las mujeres.
Por lo menos el tema es mucho más atractivo.
Y es que soy un enamoradizo compulsivo, que no sabe retirarse a tiempo y que purgará por los siglos de los siglos, el pecado de haber querido ser siempre la persona adecuada, obviamente, sin haberla sido.
Pero de todo se aprende y ahora mismo estoy plenamente decidido a no volver a sentir nada por ninguna.
Y lo digo convencido, que carajo, porque será la única manera de mantenerme inmune a los recuerdos.
Durante un tiempo creía conocer los resortes para todas las cámaras secretas, pero no señor, no sería capaz de forzar ni una taquilla del Mercadona.
Los hombres nos volvemos arrogantes cuando nos sentimos amados, pensando que está todo el pescado vendido y que hagamos lo que hagamos, seremos por siempre jamás los reyes de la selva.
A mi selva le sobra flora y le falta fauna.
Le sobran metáforas y le faltan pronombres personales.
A mi selva, la han convertido en un jardín de rotonda de polígono industrial, eso si, con una flor increíblemente hermosa en todo el medio.
Una flor inaccesible.
No puedo regarla, no puedo olerla ni mucho menos cortarla.
No es para mi.
Por lo que será mejor que le vaya diciendo al gato que prepare otro, un poquito menos cargado esta vez, que la noche es larga, la cama fría y la distancia entre este momento y mañana, eterna.
Va por ellas.
Por todas las flores.
viernes, 27 de septiembre de 2013
Estampas.
Te he visto ahí, tan delgadito.
Tan mínimo, tan pequeño en ti, cuando para mi tenias que ser grande.
Tan refugiado en ti mismo consumiéndote.
Te he visto tan reducido que me has dado miedo.
Y ahora me pregunto como has podido llegar a ese extremo.
También me pregunto como la vida nos hizo tan diferentes, siendo los dos harina de un mismo costal y condimento de un mismo guiso.
Tú te llevaste las dudas, yo la indiferencia frente a cada pregunta.
A mi me dio siempre igual saber quien o que está detrás de cada punto suspensivo, tú te cuestionas una exhalación tras otra.
Tú leías y reflexionabas, yo engullía textos y autores.
A ti te sobra y a mi me falta y a mi me sobra y a ti te falta.
Tu camino salia a partir de un recodo de lo más extraño y yo no pude ver como te distanciabas hasta que me giré y al mirar hacia atrás, de repente ya no estabas.
No se que necesitas de mi, aparte de otro cigarrillo.
No se que puedo ofrecerte, aparte de otro cigarrillo.
No se como llegar hasta ti sin que me repudies y me desprecies.
Necesito un serpa que conozca bien la ruta, porque me pierdo cada vez que intento acercarme a lo que llevas dentro.
Al final todo se termina diluyendo, como los grumos del Colacao en la leche caliente.
Sin quererlo paso del enfado a la tristeza y de la tristeza a la esperanza y de la esperanza a la indiferencia y de la indiferencia a la tristeza y de la tristeza al cariño y del cariño al enfado.
Y así...sucesivamente.
El caso es que vivo con tu imagen y con el recuerdo de tantas y tantas imágenes, unas más felices que otras, como estampas de un álbum que no quieres completar nunca.
Y te he visto ahí, tan delgadito.
Y pase lo que pase y le pese a quien le pese o me pese y aunque me pese, te voy a querer siempre.
Y eso duele, aunque tu no te des cuenta.
O precisamente por eso.
Son las dos de la mañana y te tengo tan presente.
Tan mínimo, tan pequeño en ti, cuando para mi tenias que ser grande.
Tan refugiado en ti mismo consumiéndote.
Te he visto tan reducido que me has dado miedo.
Y ahora me pregunto como has podido llegar a ese extremo.
También me pregunto como la vida nos hizo tan diferentes, siendo los dos harina de un mismo costal y condimento de un mismo guiso.
Tú te llevaste las dudas, yo la indiferencia frente a cada pregunta.
A mi me dio siempre igual saber quien o que está detrás de cada punto suspensivo, tú te cuestionas una exhalación tras otra.
Tú leías y reflexionabas, yo engullía textos y autores.
A ti te sobra y a mi me falta y a mi me sobra y a ti te falta.
Tu camino salia a partir de un recodo de lo más extraño y yo no pude ver como te distanciabas hasta que me giré y al mirar hacia atrás, de repente ya no estabas.
No se que necesitas de mi, aparte de otro cigarrillo.
No se que puedo ofrecerte, aparte de otro cigarrillo.
No se como llegar hasta ti sin que me repudies y me desprecies.
Necesito un serpa que conozca bien la ruta, porque me pierdo cada vez que intento acercarme a lo que llevas dentro.
Al final todo se termina diluyendo, como los grumos del Colacao en la leche caliente.
Sin quererlo paso del enfado a la tristeza y de la tristeza a la esperanza y de la esperanza a la indiferencia y de la indiferencia a la tristeza y de la tristeza al cariño y del cariño al enfado.
Y así...sucesivamente.
El caso es que vivo con tu imagen y con el recuerdo de tantas y tantas imágenes, unas más felices que otras, como estampas de un álbum que no quieres completar nunca.
Y te he visto ahí, tan delgadito.
Y pase lo que pase y le pese a quien le pese o me pese y aunque me pese, te voy a querer siempre.
Y eso duele, aunque tu no te des cuenta.
O precisamente por eso.
Son las dos de la mañana y te tengo tan presente.
martes, 17 de septiembre de 2013
Maletas.
Sucede que en ocasiones no me sirve lo que acostumbro a repetir para tranquilizarme.
Y todo se torna de repente misterioso.
Y los cristales se empañan desde fuera y las luces cambian de color y me encuentro ahí...sin saber que coño me ha pasado y porqué tengo tantas dudas.
Sucede que los acontecimientos dejan de vivirse y simplemente, suceden..
Sucede que me siento raro y me pongo serio y me convierto en lo que no me termina de gustar, por mucho que lo intente.
Paso así un par de días o tres, en los que prefiero estar a solas con mi gato mirándole fijamente a los ojos, para ver si ahí dentro encuentro alguna de las respuestas que hasta hace no demasiado encontraba en cualquier parte.
La casa parece más grande y el suelo se comba al pisar.
La ropa huele a otras personas.
Mi cama es como la cinta transportadora de maletas de un aeropuerto de mala muerte, lleno de moscas y papeleras que desbordan envases de hamburguesa y botellines de agua arrugados.
Yo no dejo de desaparecer y aparecer una y otra vez y nadie viene a recogerme.
Dando vueltas en la realidad que se me antoja tan distinta a lo esperado.
Me tumbo boca abajo pasando el brazo derecho por debajo de la almohada y tengo la sensación de que todo lo que no cubre la almohada, no existe.
Creo que a veces, me cuesta saber si estoy vivo.
Y luego de repente, como vino, se fue.
Y todo vuelve a la normalidad y las rutinas se sientan a cotillear junto a la fuente del pueblo, con las faldas remangadas y los pies descalzos sacando cantares a los imprevistos y criticándolo todo.
No se si esto es normal, o soy un tipo raro.
No se si os pasa a vosotros, pero hay días en los que no me reconozco.
A lo mejor es que le doy demasiadas vueltas a las cosas, como si fueran maletas en una cinta transportadora.
O yo que se...
Y todo se torna de repente misterioso.
Y los cristales se empañan desde fuera y las luces cambian de color y me encuentro ahí...sin saber que coño me ha pasado y porqué tengo tantas dudas.
Sucede que los acontecimientos dejan de vivirse y simplemente, suceden..
Sucede que me siento raro y me pongo serio y me convierto en lo que no me termina de gustar, por mucho que lo intente.
Paso así un par de días o tres, en los que prefiero estar a solas con mi gato mirándole fijamente a los ojos, para ver si ahí dentro encuentro alguna de las respuestas que hasta hace no demasiado encontraba en cualquier parte.
La casa parece más grande y el suelo se comba al pisar.
La ropa huele a otras personas.
Mi cama es como la cinta transportadora de maletas de un aeropuerto de mala muerte, lleno de moscas y papeleras que desbordan envases de hamburguesa y botellines de agua arrugados.
Yo no dejo de desaparecer y aparecer una y otra vez y nadie viene a recogerme.
Dando vueltas en la realidad que se me antoja tan distinta a lo esperado.
Me tumbo boca abajo pasando el brazo derecho por debajo de la almohada y tengo la sensación de que todo lo que no cubre la almohada, no existe.
Creo que a veces, me cuesta saber si estoy vivo.
Y luego de repente, como vino, se fue.
Y todo vuelve a la normalidad y las rutinas se sientan a cotillear junto a la fuente del pueblo, con las faldas remangadas y los pies descalzos sacando cantares a los imprevistos y criticándolo todo.
No se si esto es normal, o soy un tipo raro.
No se si os pasa a vosotros, pero hay días en los que no me reconozco.
A lo mejor es que le doy demasiadas vueltas a las cosas, como si fueran maletas en una cinta transportadora.
O yo que se...
jueves, 22 de agosto de 2013
Diosa de ébano
Este relato, es la primera aproximación a un texto en el que estoy trabajando para la actriz de "Phentesilea Teatro", Mayte Ríos.
Al profundizar en la relación entre la prostituta africana y el joven primerizo, nace el texto para llevar a escena.
El elemento central es el erotismo, y mi mayor problema, escribir un relato erótico al uso.
De alguna manera siempre tengo que enmarcarlo en algún contexto más abrupto, en este caso, es más un texto de denuncia social que erótico.
A ver si os gusta.
Desde luego, os recomiendo que no os perdáis su espectáculo, os informaré de fechas y salas.
Al profundizar en la relación entre la prostituta africana y el joven primerizo, nace el texto para llevar a escena.
El elemento central es el erotismo, y mi mayor problema, escribir un relato erótico al uso.
De alguna manera siempre tengo que enmarcarlo en algún contexto más abrupto, en este caso, es más un texto de denuncia social que erótico.
A ver si os gusta.
Desde luego, os recomiendo que no os perdáis su espectáculo, os informaré de fechas y salas.
Diosa de ébano.
-Tienes que poner tus manos aquí-
Con delicadeza y con cierta ternura, la joven meretriz tomó
las manos del tembloroso muchacho y las colocó en torno a sus pechos de diosa
africana.
El joven exhaló u largo e incontenible suspiro de excitación
al notar aquellas preciosidades entre sus dedos.
Instintivamente acarició con las yemas los voluminosos
pezones color crema, que le recordaron extrañamente a unas gominolas que se vendían únicamente en los recreativos de la plaza,
junto al colegio de su barrio.
Sin saber muy bien porque, pero sin dudarlo, inclinó la
cabeza sobre los pechos y comenzó a lamer los aquellos pezones.
- Vaya, tu tío me dijo que eras un crío inexperto, pero…
No pudo terminar la frase, las ávidas caricias que la lengua
del muchacho distribuía generosa por su
piel, hicieron que experimentara un placer que había olvidado hacia años.
La succión de los labios del muchacho, entregado por
completo al deleite de sus pechos, le recordaron a los terneros mamando de las
ubres de las vacas, allá en su aldea de Etiopía.
Han pasado cinco largos años ya, desde que al cumplir los
18, su familia consiguiera reunir el dinero necesario para enviarla a
Marruecos, desde donde cruzaría el Estrecho y llegaría a España para trabajar
de modelo, como les aseguró aquel hombre del reloj de oro y las gafas de
espejo.
-Su hija saldrá en todas las revistas , y en las películas
de Almodovar, haré de ella una estrella, ya lo verán-
Al subir en el cayuco, un marroquí de tez cetrina le
arrebató a golpes cuanto llevaba, incluido el pasaporte y el dinero.
Al llegar a España fue mucho peor. A ella y a las otras
muchachas que viajaban con ella, las metieron en un camión y sin darlas
siquiera un poco de agua, las condujeron como ganado, hacinadas de mala manera,
asfixiadas de calor, hasta un mugriento burdel de carretera.
Allí el hombre del reloj de oro y las gafas de espejo la
violó, la violó por todos los orificios de su cuerpo, sin piedad.
Después y a lo largo del resto del día fue violando al resto
de sus compañeras de viaje.
Algunas eran vírgenes aún, ella no.
A ella la esperaba Neguelle en la aldea , para casarse.
Estaba juntando las cabezas de ganado necesarias para hablar con su padre y
formalizar la boda.
De alguna manera, sabía que ya no habría de volver junto a
el.
Cada día, media docena de hombres sucios y bebidos abusaban
de ella.
Algunos, prendados de su belleza, se avergonzaban un poco y
eran más delicados, pero la mayoría se vaciaban sin contemplaciones.
Una vez, un hombre grande y sudoroso comenzó a golpearle el
rostro mientras la cubría.
Al oir los gritos de dolor, el hombre del reloj de oro y las
gafas de espejo entró en la habitación y le puso al violento amante una pistola
en la cabeza.
-Si me estropeas el género, ya no valdrá nada. No la pegues
en la cara o te mato-
El gorila asustado, obedeció y tras terminar la faena, la
obsequió con un puñetazo en el estómago.
-sin estropear el género- Farfulló entre babas.
Estos cinco años pasados en el burdel, parecían una vida
entera, la peor de las vidas.
Sin embargo hoy la habían traído un muchacho para que lo
desvirgara, cortesía del tio de la criatura.
Al parecer, el joven había quedado huérfano meses atrás y su
tío se había propuesto quitarle las penas de tan sutil manera.
No sabia porque , pero aquel crío tembloroso y excitado le
despertó una gran ternura y por ende, la devolvió la humanidad que le habían
arrebatado en el burdel poquito a poco, a lo largo de estos cinco años.
Comenzó a excitarse también ella, se humedeció como cuando
Naguelle la acariciaba el cuello o las orejas, o rozaba con su gran miembro su
vientre.
El joven la desnudó no sin cierta dificultad y se tumbó
sobre ella, arqueándose nervioso sin saber bien que hacer, pero entregándose
por completo a las directrices que le marcaban los instintos más atávicos.
Ella tomó su rosado y erecto aparato suavemente con una mano
y lo ayudó a entrar., mientras que con la otra, apoyada en la espalda del
chaval, comenzó a marcar un ritmo constante, acompasando cada embestida de
cadera con un beso.
Estaba siendo penetrada y esta vez y por primera vez en
años, lejos de asquearla, le gustó.
Allí estaban los dos, como dos animalitos perdidos y
asustados, entregados a una comunión casi mística a través del sexo.
Se abrazaron mientras alcanzaban el orgasmo al unísono y es
ese mismo instante, ambos, lloraron.
lunes, 5 de agosto de 2013
Isleños de secano..
Tan sencillo como que estando a gusto, los dolores desaparecen, la cubierta se estabiliza, el dolor pasa, el picor pasa, el sopor pasa y el ardor se mantiene.
La ansiedad es una broma y tu sonrisa un refugio.
Los buitres que nos sobrevuelan se convierten en animales muy interesantes a los que observar con unos prismáticos y hacer fotos.
El tiburón que acecha es un milagro de la naturaleza, un ser increíblemente bien diseñado, un predador perfecto...y nada más, porque no habita el Tera, así que puedes nadar agarrada a la popa de la embarcación, sin peligro alguno.
La ola de calor es una caricia constante con la que envolver cada uno de los besos que se nos escapan.
La vida se mira desde otro punto de vista en según que lugares y con según que compañía.
Y yo quiero estar contigo.
Y quiero estar contigo allí, donde los problemas se asan sobre una brasa enorme en mitad de la era y se mastican acompañados de queso, tomate, pan y buena música.
Y dormir en una tabla.
Y caminar sonriendo y saludando con la cabeza a cuanto ser humano se cruce en mi camino.
No debe ser mucho pedir el que de una vez por todas nos lleguen los famosos "tiempos mejores".
Creo que nos los merecemos los dos, tu y yo, así que tranquila, que en Soria tenemos una isla hecha de Espejo, donde no solo se vive sino que ademas se VIVE.
Una isla que es "Casa" y "carta, cartulina", donde toda la mierda que nos persigue rebota, rebota y termina explotando en el culo de alguno de los hijos de la gran puta que se van quedando atrás, porque por mucho que corran, no podrán alcanzarnos nunca, les pesan demasiado sus miserias.
Una isla habitada por una tribu de indígenas de lo más variopinto, que conducen ambulancias y crían niños sin miedo, perros sin prisa, espinacas y tomates de la huerta, abrazos que saben a lo que tienen que saber y huelen a lo que tienen que oler los abrazos. a sinceridad y cariño.
Tengo un mapa dobladito en ocho partes y escondido en un recoveco del corazón, para que no se me pierda nunca, ni me lo roben, que ya me han robado mucho.
No me sueltes la mano, no te desvíes del sendero, no te pierdas entre miedos, dudas y desconfianza.
Sígueme.
La ansiedad es una broma y tu sonrisa un refugio.
Los buitres que nos sobrevuelan se convierten en animales muy interesantes a los que observar con unos prismáticos y hacer fotos.
El tiburón que acecha es un milagro de la naturaleza, un ser increíblemente bien diseñado, un predador perfecto...y nada más, porque no habita el Tera, así que puedes nadar agarrada a la popa de la embarcación, sin peligro alguno.
La ola de calor es una caricia constante con la que envolver cada uno de los besos que se nos escapan.
La vida se mira desde otro punto de vista en según que lugares y con según que compañía.
Y yo quiero estar contigo.
Y quiero estar contigo allí, donde los problemas se asan sobre una brasa enorme en mitad de la era y se mastican acompañados de queso, tomate, pan y buena música.
Y dormir en una tabla.
Y caminar sonriendo y saludando con la cabeza a cuanto ser humano se cruce en mi camino.
No debe ser mucho pedir el que de una vez por todas nos lleguen los famosos "tiempos mejores".
Creo que nos los merecemos los dos, tu y yo, así que tranquila, que en Soria tenemos una isla hecha de Espejo, donde no solo se vive sino que ademas se VIVE.
Una isla que es "Casa" y "carta, cartulina", donde toda la mierda que nos persigue rebota, rebota y termina explotando en el culo de alguno de los hijos de la gran puta que se van quedando atrás, porque por mucho que corran, no podrán alcanzarnos nunca, les pesan demasiado sus miserias.
Una isla habitada por una tribu de indígenas de lo más variopinto, que conducen ambulancias y crían niños sin miedo, perros sin prisa, espinacas y tomates de la huerta, abrazos que saben a lo que tienen que saber y huelen a lo que tienen que oler los abrazos. a sinceridad y cariño.
Tengo un mapa dobladito en ocho partes y escondido en un recoveco del corazón, para que no se me pierda nunca, ni me lo roben, que ya me han robado mucho.
No me sueltes la mano, no te desvíes del sendero, no te pierdas entre miedos, dudas y desconfianza.
Sígueme.
miércoles, 17 de julio de 2013
Exfoliando.
Desgrano de mis recuerdos cada una de las noches que pasé contigo, para que no se vuelvan a mezclar con el trigo.
Me exfolio el alma de tus besos y froto con fuerza para que no quede ni un resto de aquel amor...o lo que fuera.
Acostumbro mi mirada a otra luna y a otro sol, a las nuevas estrellas que brillan hacia adentro con una luz que no contamina de nostalgia.
Reniego de todas y cada una de las veces en las que me sentí especial al respirar el olor de tu cabello, desplegado sobre la almohada como un muestrario de margaritas deshojadas en las que unas veces no me querías y otras tampoco.
Me siento sucio de ti.
Me siento sucio de nosotros, de vosotros de lo que nos llevó al holocausto.
De mi debilidad por los trazos y las notas y lo que no es de este mundo.
Y me sigues doliendo, cada vez menos, pero aún dueles.
Supongo que porque siempre he sido un estúpido al que le duelen los desastres naturales, los arroces que se pasan y las salsas que no saben a nada.
Floto abrazado a un cubito de hielo en este whisky nocturno en el que me zambullo para coger el sueño, esparciendo millones de botellitas con frases sin excesiva lógica, por si consiguen llegar hasta la playa cristalina de esta copa de balón inmensa que es Internet y alguien acierta a descifrar la llamada de auxilio desesperada.
Mi gato es un tiburón que nada a mi alrededor en círculos cada vez más pequeños, lamiéndome con su lengua de lija las pantorrillas, insistiendo en acompañarme a la cama.
Pero prefiero seguir aquí un ratito más, inmerso en mis besos de espinilla.
Hay días y hay noches. Hay noches largas como el más largo de los días y duras como el más duro de los días.
La de hoy se me presenta complicada.
Menos mal que desgrano de mis recuerdos cada una de las que pasé contigo y disfruto imaginando todas las que me quedan por pasar con ella.
Me exfolio el alma de tus besos y froto con fuerza para que no quede ni un resto de aquel amor...o lo que fuera.
Acostumbro mi mirada a otra luna y a otro sol, a las nuevas estrellas que brillan hacia adentro con una luz que no contamina de nostalgia.
Reniego de todas y cada una de las veces en las que me sentí especial al respirar el olor de tu cabello, desplegado sobre la almohada como un muestrario de margaritas deshojadas en las que unas veces no me querías y otras tampoco.
Me siento sucio de ti.
Me siento sucio de nosotros, de vosotros de lo que nos llevó al holocausto.
De mi debilidad por los trazos y las notas y lo que no es de este mundo.
Y me sigues doliendo, cada vez menos, pero aún dueles.
Supongo que porque siempre he sido un estúpido al que le duelen los desastres naturales, los arroces que se pasan y las salsas que no saben a nada.
Floto abrazado a un cubito de hielo en este whisky nocturno en el que me zambullo para coger el sueño, esparciendo millones de botellitas con frases sin excesiva lógica, por si consiguen llegar hasta la playa cristalina de esta copa de balón inmensa que es Internet y alguien acierta a descifrar la llamada de auxilio desesperada.
Mi gato es un tiburón que nada a mi alrededor en círculos cada vez más pequeños, lamiéndome con su lengua de lija las pantorrillas, insistiendo en acompañarme a la cama.
Pero prefiero seguir aquí un ratito más, inmerso en mis besos de espinilla.
Hay días y hay noches. Hay noches largas como el más largo de los días y duras como el más duro de los días.
La de hoy se me presenta complicada.
Menos mal que desgrano de mis recuerdos cada una de las que pasé contigo y disfruto imaginando todas las que me quedan por pasar con ella.
viernes, 21 de junio de 2013
Dolor
No sabia que algo pudiese doler tantísimo.
Tanto que al alojarse el dolor en el interior, crecía, se multiplicaba y se extendía hasta colonizar todos y cada uno de los rincones de mi ser.
Recuerdo estar corriendo sobre la cinta transportadora, con los cascos incrustados casi hasta el cerebro y el volumen de la música destrozándome los tímpanos, con la única intención de que el estruendo en el interior de la cabeza me impidiera pensar.
Recuerdo zambullirme en la piscina y nadar.
Nadar.
Nadar hasta que se me dormían los brazos, porque el esfuerzo de coordinar la respiración con las brazadas me permitía tan solo mantenerme vivo y expulsar la idea de dejarme hundir, abrir la boca e inundar los pulmones con ese líquido que dicen que es agua y en realidad es una mezcla de cloro en proporciones industriales y orines infantiles.
Recuerdo llorar hacia adentro, vivir hacia adentro y morirme por dentro.
Recuerdo haberme culpado, haberme juzgado y haberme condenado a coexistir con lo que me estaba matando.
También recuerdo haber añorado los momentos en que todo parecía que iba a salir bien, y aún no dolía.
Recuerdo haberme querido morir.
Recuerdo con más cariño los días en los que todo estaba dibujado con acuarelas y los perros movían el rabo al verme pasar.
Y disfrutaba en mis ensoñaciones.
Pero entonces bajaba la guardia y el dolor volvía a estrangularme el corazón y los colores se desvanecían y los perros me enseñaban los colmillos con los ojos inyectados en sangre.
Que manera aquella de doler.
Ya no duele.
Bueno...duele a veces, cuando lo recuerdo.
Recuerdo.
Que dolía como nunca había dolido nada.
No sabía que algo pudiese doler tantísimo...
Tanto que al alojarse el dolor en el interior, crecía, se multiplicaba y se extendía hasta colonizar todos y cada uno de los rincones de mi ser.
Recuerdo estar corriendo sobre la cinta transportadora, con los cascos incrustados casi hasta el cerebro y el volumen de la música destrozándome los tímpanos, con la única intención de que el estruendo en el interior de la cabeza me impidiera pensar.
Recuerdo zambullirme en la piscina y nadar.
Nadar.
Nadar hasta que se me dormían los brazos, porque el esfuerzo de coordinar la respiración con las brazadas me permitía tan solo mantenerme vivo y expulsar la idea de dejarme hundir, abrir la boca e inundar los pulmones con ese líquido que dicen que es agua y en realidad es una mezcla de cloro en proporciones industriales y orines infantiles.
Recuerdo llorar hacia adentro, vivir hacia adentro y morirme por dentro.
Recuerdo haberme culpado, haberme juzgado y haberme condenado a coexistir con lo que me estaba matando.
También recuerdo haber añorado los momentos en que todo parecía que iba a salir bien, y aún no dolía.
Recuerdo haberme querido morir.
Recuerdo con más cariño los días en los que todo estaba dibujado con acuarelas y los perros movían el rabo al verme pasar.
Y disfrutaba en mis ensoñaciones.
Pero entonces bajaba la guardia y el dolor volvía a estrangularme el corazón y los colores se desvanecían y los perros me enseñaban los colmillos con los ojos inyectados en sangre.
Que manera aquella de doler.
Ya no duele.
Bueno...duele a veces, cuando lo recuerdo.
Recuerdo.
Que dolía como nunca había dolido nada.
No sabía que algo pudiese doler tantísimo...
martes, 28 de mayo de 2013
Demonio babilónico.
Seguramente el error fue cederte demasiado terreno dentro de mi.
De esa manera, al convertirte en un latifundista en mi corazón, te creíste con derecho para esquilmar todos los recursos.
Todos...hasta aquellos que por sentido común al menos, te estaban vedados.
Pero no pudiste evitarlo.
Ahí estabas tú...con ese inmenso todoterreno circulando por las cañadas de mis entrañas, dejando enormes roderas y salpicando de barro el músculo maltrecho en que convertiste lo más bonito que tuve nunca y que ahora, gracias a Dios, vuelve a florecer en primavera.
Pero de vez en cuando regresas hasta el cercado y arrojas al interior piedras y enormes bolsas llenas de bostas descompuestas que hieden a pasado.
O te veo por la calle, con la mirada oscura e inoportuna que me lo recuerda todo.
Te me presentas en sueños para recordarme que alguna vez fuimos algo más que amigos y terminaste por clavar tus colmillos sedientos de más.
Y me despierto con lágrimas confusas, porque no se si lloro de pena o de rabia.
Qué fantástica manera de arramblar con vidas ajenas y pasarlas por la picadora.
Una vez que me decidí a dar el paso de sumar dos y dos y ver que irremediablemente siempre terminan siendo cuatro, pude certificar que tu historia fue la historia de un demonio babilónico.
Bajo una forma terrena te presentaste ante el mundo para sembrar la discordia y gozar de los placeres que te negaron en tu dimensión.
Encontré el libro y acerté con las palabras.
Y desde ahora y hasta el final de los días te conjuro a mantenerte lejos de mi.
Que ciego estuve durante tantos años.
Que funesto el momento en el que te hice partícipe de mi vida.
Que gran favor me hiciste al exponerte a la luz y dejarme ver la verdadera esencia de tu alma.
Pude haberte desollado con mi cuchillo de luz y divina justicia, pero prefiero condenarte al dolor de una vida de consciencia plena.
Donde te retuerzas al recordar que te quise y que ahora te maldigo.
Defecaste sobre uno de los regalos más hermosos que pude hacerte: mi amistad.
Ahora bucea en tu mierda.
viernes, 17 de mayo de 2013
Diván.
Dallas, Soda-pop y Ponny-boy decidieron hacerme un huequecito en el columpio del parque y pasarme la botella envuelta en papel marrón, sucio de dedos grasientos.
Yo la verdad es que me hubiera sentido mas cómodo en el Mustang de los Dandies, pero a las chicas les hacían más gracia esos macarras aniñados con ojillos tiernos, así que me deje una pasta en fijador y me decidí a comprar una navaja automática a juego con mis versos.
Y esa viene siendo a grandes rasgos la historia de mi vida: no termino nunca de situarme en el personaje adecuado y acostumbro a actuar guiado por el primitivo instinto reproductor, maquillándolo siempre de romanticismo.
No se cual es mi problema con las mujeres, pero está claro que debe ser enorme, porque nunca he conseguido que se afianzara ninguna historia.
Todas son muy bonitas, eso si. Las historias y las mujeres.
El tiempo va pasando, los años se me van acumulando en las arrugas de los ojos y en las muescas del corazón y guardo debajo de la cama una colección de decepciones que abarrota el dormitorio de fracasos exquisitos.
Me he disfrazado de casi todo.
Me he empeñado en amoldarme a mis pretensiones sin darme cuenta de que generalmente confundo lo que amo y lo que deseo.
Paseo como decía Machado, manteniendo un soliloquio conmigo mismo, porque quien habla solo le hablará a Dios algún día y tengo un montón de preguntas que hacerle.
En mañanas como la de hoy, me doy cuenta de que no se quien coño soy y ahí puede que resida el germen de todos mis fracasos.
Ya va siendo hora de que me aclare las ideas, pero mucho me temo que eso es como la famosa limpieza en profundidad de mi casa, todos los días me dispongo a hacerla y al final termino pasando malamente una escoba por el parqué del salón.
En fin...
Supongo que tendré que hacerme el camino de Santiago andando hacia atrás, a ver si así me doy cuenta de porque cojones no consigo encarrilar nada de lo que me propongo.
Mientras tanto seguiré aquí, utilizando este diván de siquiatra que es el blog, deshojando margaritas y acariciando a mi gato como los malos de las películas de James Bond.
Yo la verdad es que me hubiera sentido mas cómodo en el Mustang de los Dandies, pero a las chicas les hacían más gracia esos macarras aniñados con ojillos tiernos, así que me deje una pasta en fijador y me decidí a comprar una navaja automática a juego con mis versos.
Y esa viene siendo a grandes rasgos la historia de mi vida: no termino nunca de situarme en el personaje adecuado y acostumbro a actuar guiado por el primitivo instinto reproductor, maquillándolo siempre de romanticismo.
No se cual es mi problema con las mujeres, pero está claro que debe ser enorme, porque nunca he conseguido que se afianzara ninguna historia.
Todas son muy bonitas, eso si. Las historias y las mujeres.
El tiempo va pasando, los años se me van acumulando en las arrugas de los ojos y en las muescas del corazón y guardo debajo de la cama una colección de decepciones que abarrota el dormitorio de fracasos exquisitos.
Me he disfrazado de casi todo.
Me he empeñado en amoldarme a mis pretensiones sin darme cuenta de que generalmente confundo lo que amo y lo que deseo.
Paseo como decía Machado, manteniendo un soliloquio conmigo mismo, porque quien habla solo le hablará a Dios algún día y tengo un montón de preguntas que hacerle.
En mañanas como la de hoy, me doy cuenta de que no se quien coño soy y ahí puede que resida el germen de todos mis fracasos.
Ya va siendo hora de que me aclare las ideas, pero mucho me temo que eso es como la famosa limpieza en profundidad de mi casa, todos los días me dispongo a hacerla y al final termino pasando malamente una escoba por el parqué del salón.
En fin...
Supongo que tendré que hacerme el camino de Santiago andando hacia atrás, a ver si así me doy cuenta de porque cojones no consigo encarrilar nada de lo que me propongo.
Mientras tanto seguiré aquí, utilizando este diván de siquiatra que es el blog, deshojando margaritas y acariciando a mi gato como los malos de las películas de James Bond.
martes, 14 de mayo de 2013
A ninguna parte
Este es el relato que escribí para le concurso de "Literatura exprés", organizado por la Feria del libro de Valladolid y celebrado en el LAVA (laboratorio de las artes de Valladolid).
Se extrajo un tema al azar de entre unos cuantos y se nos dio un tiempo limitado para escribir un texto sobre él.
Este año el tema fue "viaje a ninguna parte".
Conseguí hacerme con un estupendo tercer premio, del que me siento muy orgulloso.
Espero que os guste.
Por eso no quedan billetes.
Ni hay nadie en la estación, ni maletas apiladas, ni mujeres llorosas agitando sus pañuelos al viento.
No hay ni vías, ni andenes, ni distancia.
Tan solo estoy yo.
Yo, que ya estoy más que cansado de tratar de llegar hasta ti y no llegar a ninguna parte.
Yo, que conjugo todos los tiempos del verbo partir, con la esperanza de que semejante estupidez me ayude a alcanzar mi destino.
Me siento en el suelo y recapacito.
Hace frío aquí.
Supongo que será porque tengo el corazón helado.
Un pie delante del otro me han traído hasta esta estación y el paseo ha sido de todo menos agradable.
Lo sabia al salir de casa. Sabia que de alguna manera hoy comenzaría el viaje que llevo esperando tanto tiempo.
Me he despedido de las plantas muertas que adornan mis macetas.
Del perro disecado que descansa tumbado junto a mis viejas zapatillas al pie del sofá.
He dicho adiós a los peces que flotan boca arriba en la enorme pecera turbia y a los tomates mohosos del frigorífico.
Una mochila vacía es mi único equipaje
Bueno...también llevo en el bolsillo una foto de los dos.
En ella reconozco inevitablemente el paso del tiempo.
Ha sido doloroso perderte, pero es más doloroso aún saber que cuando llegue a mi destino, no estarás esperándome allí.
No pasa nada.
A lo lejos se oye un tren.
Tengo que estar preparado porque no va a parar aquí, así que he de tomarlo en marcha.
Repaso una vez más la lista de fracasos y reconozco en cada uno de ellos la figura de tu ausencia.
Qué se le va a hacer.
El pitido y el consabido "chaca-cha" suenan cada vez más cercanos.
Ya llega.
Aprieto los nudillos hasta que suenan con ese chasquido tan particular y tan denteroso.
Estoy listo.
Huele a carbón. Es una vieja locomotora la que arrastra una larga hilera de vagones llenos de sueños rotos.
Empiezo a correr y al saltar, acierto a enganchar casi por los pelos el pomo de la puerta de un vagón de madera.
Entro y tomo asiento.
Epílogo: Tras certificar la defunción, el forense permite que el juez ordene el levantamiento del cadáver.
Varón, caucásico. Un metro setenta, sesenta y ocho kilos.
Aproximadamente cuarenta años.
Cabello oscuro y ojos azules.
Causa de la muerte. intoxicación por ingesta masiva de barbitúricos.
No hay ninguna nota, tan solo encuentran junto al cuerpo una fotografía y algo parecido a un billete de tren.
No se puede leer el destino...parece estar en blanco.
Se extrajo un tema al azar de entre unos cuantos y se nos dio un tiempo limitado para escribir un texto sobre él.
Este año el tema fue "viaje a ninguna parte".
Conseguí hacerme con un estupendo tercer premio, del que me siento muy orgulloso.
Espero que os guste.
Por eso no quedan billetes.
Ni hay nadie en la estación, ni maletas apiladas, ni mujeres llorosas agitando sus pañuelos al viento.
No hay ni vías, ni andenes, ni distancia.
Tan solo estoy yo.
Yo, que ya estoy más que cansado de tratar de llegar hasta ti y no llegar a ninguna parte.
Yo, que conjugo todos los tiempos del verbo partir, con la esperanza de que semejante estupidez me ayude a alcanzar mi destino.
Me siento en el suelo y recapacito.
Hace frío aquí.
Supongo que será porque tengo el corazón helado.
Un pie delante del otro me han traído hasta esta estación y el paseo ha sido de todo menos agradable.
Lo sabia al salir de casa. Sabia que de alguna manera hoy comenzaría el viaje que llevo esperando tanto tiempo.
Me he despedido de las plantas muertas que adornan mis macetas.
Del perro disecado que descansa tumbado junto a mis viejas zapatillas al pie del sofá.
He dicho adiós a los peces que flotan boca arriba en la enorme pecera turbia y a los tomates mohosos del frigorífico.
Una mochila vacía es mi único equipaje
Bueno...también llevo en el bolsillo una foto de los dos.
En ella reconozco inevitablemente el paso del tiempo.
Ha sido doloroso perderte, pero es más doloroso aún saber que cuando llegue a mi destino, no estarás esperándome allí.
No pasa nada.
A lo lejos se oye un tren.
Tengo que estar preparado porque no va a parar aquí, así que he de tomarlo en marcha.
Repaso una vez más la lista de fracasos y reconozco en cada uno de ellos la figura de tu ausencia.
Qué se le va a hacer.
El pitido y el consabido "chaca-cha" suenan cada vez más cercanos.
Ya llega.
Aprieto los nudillos hasta que suenan con ese chasquido tan particular y tan denteroso.
Estoy listo.
Huele a carbón. Es una vieja locomotora la que arrastra una larga hilera de vagones llenos de sueños rotos.
Empiezo a correr y al saltar, acierto a enganchar casi por los pelos el pomo de la puerta de un vagón de madera.
Entro y tomo asiento.
Epílogo: Tras certificar la defunción, el forense permite que el juez ordene el levantamiento del cadáver.
Varón, caucásico. Un metro setenta, sesenta y ocho kilos.
Aproximadamente cuarenta años.
Cabello oscuro y ojos azules.
Causa de la muerte. intoxicación por ingesta masiva de barbitúricos.
No hay ninguna nota, tan solo encuentran junto al cuerpo una fotografía y algo parecido a un billete de tren.
No se puede leer el destino...parece estar en blanco.
martes, 30 de abril de 2013
Tendencias.
Pues al final lo conseguiste.
Ya no recuerdo a que sabían tus lágrimas, ni se me encoje el corazón al imaginarte llorando.
Como mucho, se me llena de moscas, verdes y negras, todas molestas y golosas.
Te has acercado a la barra con tu amiguito y no os decidíais por nada en especial, pero ya me ocupo yo de serviros un combinado de moda: " fabuloso desdén".
Pensé que ese cocktail se me resistiría más tiempo y que seguiría preparando para siempre mi combinado estrella: " Coconaut miserias".
Pero que va.
De repente esta mañana me he levantado y me he dado cuenta de lo terriblemente autosuficiente que me he vuelto.
Ya no necesito vivir con mis penas, me apaño solo.
Bueno...solo no.
Me sirve su presencia, como dijo Benedetti.
Me da fuerza y me calma, sustituye lo enfermo, regenera la carne podrida de ese músculo atrofiado que bombea sangre y fabrica ilusiones.
Me han curado sus besos, porque saben a verdad y los labios y los ojos besan al mismo tiempo.
Ahora, aunque estoy cansado de esta larga batalla me despierto saciado y convencido de que el luto ha terminado.
Me despojo de los negros ropajes que han marcado tendencias durante estos últimos años y me visto con todos los colores de una vida que se presenta plagada de oportunidades y de éxitos.
Me acabo de dar el alta.
Hoy llueve en todas partes menos dentro de mi, así que me enciendo un pitillo que huele a victoria, sonrío y vuelvo a vivir.
Ya no recuerdo a que sabían tus lágrimas, ni se me encoje el corazón al imaginarte llorando.
Como mucho, se me llena de moscas, verdes y negras, todas molestas y golosas.
Te has acercado a la barra con tu amiguito y no os decidíais por nada en especial, pero ya me ocupo yo de serviros un combinado de moda: " fabuloso desdén".
Pensé que ese cocktail se me resistiría más tiempo y que seguiría preparando para siempre mi combinado estrella: " Coconaut miserias".
Pero que va.
De repente esta mañana me he levantado y me he dado cuenta de lo terriblemente autosuficiente que me he vuelto.
Ya no necesito vivir con mis penas, me apaño solo.
Bueno...solo no.
Me sirve su presencia, como dijo Benedetti.
Me da fuerza y me calma, sustituye lo enfermo, regenera la carne podrida de ese músculo atrofiado que bombea sangre y fabrica ilusiones.
Me han curado sus besos, porque saben a verdad y los labios y los ojos besan al mismo tiempo.
Ahora, aunque estoy cansado de esta larga batalla me despierto saciado y convencido de que el luto ha terminado.
Me despojo de los negros ropajes que han marcado tendencias durante estos últimos años y me visto con todos los colores de una vida que se presenta plagada de oportunidades y de éxitos.
Me acabo de dar el alta.
Hoy llueve en todas partes menos dentro de mi, así que me enciendo un pitillo que huele a victoria, sonrío y vuelvo a vivir.
viernes, 26 de abril de 2013
Luna llena
Esta noche vuelves a llamar a mi ventana, vestida de cráteres y chatarra espacial, aunque yo te prefiero con tu corsé de femeninos embustes.
Esta noche, suspendida de un hilo en ese firmamento sin rubricar, volverás a decirme que tuviste que marcharte por el bien de ambos.
Y yo me lo creeré todo y te dejaré entrar en mi alcoba.
Esta noche estarás muy llena de mi, pero muy vacía de todas las promesas que te hice desde el principio de los tiempos.
Mira a ver...igual no te compensa.
De todas maneras te voy cogiendo el aire.
Antes de que me despierte ya te habrás marchado, dejándome el bidé encharcado de poemas de otros y de espuma de jabón selenita.
Me da igual...todas os termináis yendo.
La culpa es mía por creer que me merezco ese brillo tan tuyo, esa fuerza irresistible que enajena y que cambia incluso el devenir de las mareas.
Hoy los lobos aullaran afinados en re menor y será bien chulo escucharlos abrazado a ti.
Hoy los niño se taparan el rostro con las sábanas y romperán a llorar a eso de la medianoche, justo cuando se desperezan los monstruos del armario, mis viejos amigos.
Aún así y todo, me he duchado, me he perfumado y me he cortado las uñas de los pies.
Aún así y todo te anhelo y te deseo casi tanto, como anhelo y deseo que me dejes escapar de ti.
Luna llena, luna perfectamente esférica y arrebatadoramente hermosa.
Bésame despacito, que me sangran los labios con el roce de tus montes.
Esta noche, suspendida de un hilo en ese firmamento sin rubricar, volverás a decirme que tuviste que marcharte por el bien de ambos.
Y yo me lo creeré todo y te dejaré entrar en mi alcoba.
Esta noche estarás muy llena de mi, pero muy vacía de todas las promesas que te hice desde el principio de los tiempos.
Mira a ver...igual no te compensa.
De todas maneras te voy cogiendo el aire.
Antes de que me despierte ya te habrás marchado, dejándome el bidé encharcado de poemas de otros y de espuma de jabón selenita.
Me da igual...todas os termináis yendo.
La culpa es mía por creer que me merezco ese brillo tan tuyo, esa fuerza irresistible que enajena y que cambia incluso el devenir de las mareas.
Hoy los lobos aullaran afinados en re menor y será bien chulo escucharlos abrazado a ti.
Hoy los niño se taparan el rostro con las sábanas y romperán a llorar a eso de la medianoche, justo cuando se desperezan los monstruos del armario, mis viejos amigos.
Aún así y todo, me he duchado, me he perfumado y me he cortado las uñas de los pies.
Aún así y todo te anhelo y te deseo casi tanto, como anhelo y deseo que me dejes escapar de ti.
Luna llena, luna perfectamente esférica y arrebatadoramente hermosa.
Bésame despacito, que me sangran los labios con el roce de tus montes.
viernes, 19 de abril de 2013
Malabrigo
Este es uno de los relatos que he escrito para una cata que hicimos anoche, maridando vino de las bodegas Cepa21 de la Ribera del Duero, con tapas de autor de Alberto soto, chef del Restaurante Cepa21 y con tres textos mios, escritos para la ocasión.
Con el tinto"Malabrigo", un vino de alta gama, buque insignia de la bodega, me salió esto.
El nombre del vino ya de por si, se presta a la literatura.
Con el tinto"Malabrigo", un vino de alta gama, buque insignia de la bodega, me salió esto.
El nombre del vino ya de por si, se presta a la literatura.
Malabrigo.
El potro pinto, extenuado por la galopada y picado en el
abdomen por los espuelazos de Malabrigo terminó derrumbándose junto a una loma,
en las afueras de Castrillo, desmontando en la caída a su jinete.
El bandolero no le culpa, aquel caballo acaba de salvarle la
vida.
Si el escuadrón de dragones franceses llega a atraparle,
hubiera corrido la misma suerte que el resto de su partida.
“Patillas”, “Saltacharcos”, “Curita” y “Mataviejos” ya no
volverán a calentarse junto al fuego en las frías noches de niebla y guerrilla.
No volverán a compartir la bota, entre juramentos,
blasfemias, risas y maldiciones.
Los gabachos se han llevado por delante a muchos mozos de
los pueblos vecinos, algunos, como él, decidieron echarse al monte y jugar los
naipes que les repartieron de la mejor manera que entendieron, a navajazo
limpio, buscando el hueco entre las trabillas de las corazas francesas,
hundiendo junto a la hoja mellada de la navaja, la rabia de un pueblo hastiado
de invasores.
El piafado del caballo moribundo le devuelve a la realidad,
alejándole del recuerdo de los compañeros caídos.
Tiene que buscar refugio pronto, la noche cae, y los
dragones continuaran batiendo la zona al menos un par de días más.
Con delicadeza, libera al animal de la silla y rápidamente
realiza un inventario de víveres y armamento.
Medio queso de oveja, unas salchichas, algo de pan duro, dos
roscas de anís, cuatro cargas de trabuco, su navaja de seis muelles y algo más
de tres cuartos de la bota de tinto.
Es un buen vino, de la zona.
Criado a golpe de frió y lluvia, de sudor campesino, de
corazón español y sol de primavera.
Madurado entre barricas, poderoso y espeso.
Inclina la cabeza hacia atrás y deja que el chorro le
refresque la polvorienta garganta.
Traga despacio, saboreando.
-Jodios franceses…la que os voy a dar en cuanto reúna otra
partida-piensa para si.
Juro por mis muertos que hasta que no estéis todos de vuelta
al otro lado de los pirineos, o bajo dos palmos de tierra española no voy a
dejar que durmáis una noche tranquilos-
No quiere gastar un disparo con el pobre pinto, además los
franceses podrían escuchar la detonación, así que abre la navaja y se tumba
junto a la cabeza del fiel caballo, que parece conocer la suerte que le aguarda
y agoniza resignado.
El bandolero, le acaricia las crines con la poca dulzura que
reservan sus ásperas manos curtidas durante años de vendimias y manchadas con la sangre de docenas de hombres.
Desliza con suavidad y precisión cirujana la hoja de lado a
lado de la garganta del animal, con un tajo rápido y misericorde.
El bicho deja de sufrir, a él se le cae la última lágrima
que le quedaba, la que reservaba para el día en el que España se librara de
extranjeros, la que le iba a regalar a su novia al volver al pueblo.
Se amorra al caño de la bota y deja pasar una buena medida
de tinto.
Carga la silla de montar, la manta y los enseres y se pierde
por las laderas del monte, en busca de cobijo.
Mañana será otro día.
lunes, 8 de abril de 2013
LLuvia de abril
El cielo está completamente cubierto de metáforas de lo más ocurrentes, es normal, es primavera.
En esta estación se me ocurren mil ciento treinta y tres maneras distintas de hablar de tus ojos, tus labios, tus pechos, mi cuenta corriente, lo corriente de lo que acostumbran a contarme y la luna.
Lunera.
Va a comenzar a llover.
A ver si en esta ocasión tengo más suerte porque la última vez que la lluvia me atrapó en la calle, llovieron imperdibles oxidados y me puse la piel fina de picotazos y bacterias.
Me muero por que salga el sol de una vez por todas y por que se quede a pasar conmigo unos meses, unas semanas, unos días o unas horas.
Si el brilla, tu también.
Y yo.
Si el luce y no se esconde yo reverbero y tu sonríes y los lobos se retiran a lo profundo del bosque.
Que ya está bien.
Que voy persiguiendo inútilmente ese poquito de luz que se esfuerza por asomar entre tanto nubarrón.
La felicidad termina siendo como un rayito de sol, o mejor aún, como el pañuelo que asoma de la boca del ilusionista.
Tiras de un extremo y vas sacando metros y metros de pañuelos anudados entre si.
Pringosos, húmedos y de diferentes colores...vamos, como la felicidad.
La lluvia lo limpia todo, el sol lo pinta de amable con su barniz dorado y refulgente.
Las cañitas tienen más espuma, las mujeres menos arrugas y los hombres menos ganas de rascarse la entrepierna en público.
Estoy cansado de la lluvia de abril.
Pasará, y vendrá la lluvia de mayo.
Y otra vez a empezar.
En esta estación se me ocurren mil ciento treinta y tres maneras distintas de hablar de tus ojos, tus labios, tus pechos, mi cuenta corriente, lo corriente de lo que acostumbran a contarme y la luna.
Lunera.
Va a comenzar a llover.
A ver si en esta ocasión tengo más suerte porque la última vez que la lluvia me atrapó en la calle, llovieron imperdibles oxidados y me puse la piel fina de picotazos y bacterias.
Me muero por que salga el sol de una vez por todas y por que se quede a pasar conmigo unos meses, unas semanas, unos días o unas horas.
Si el brilla, tu también.
Y yo.
Si el luce y no se esconde yo reverbero y tu sonríes y los lobos se retiran a lo profundo del bosque.
Que ya está bien.
Que voy persiguiendo inútilmente ese poquito de luz que se esfuerza por asomar entre tanto nubarrón.
La felicidad termina siendo como un rayito de sol, o mejor aún, como el pañuelo que asoma de la boca del ilusionista.
Tiras de un extremo y vas sacando metros y metros de pañuelos anudados entre si.
Pringosos, húmedos y de diferentes colores...vamos, como la felicidad.
La lluvia lo limpia todo, el sol lo pinta de amable con su barniz dorado y refulgente.
Las cañitas tienen más espuma, las mujeres menos arrugas y los hombres menos ganas de rascarse la entrepierna en público.
Estoy cansado de la lluvia de abril.
Pasará, y vendrá la lluvia de mayo.
Y otra vez a empezar.
martes, 12 de marzo de 2013
El verdugo
Acabo de volver a ver esta fantástica película de Berlanga, creo que han pasado quince o veinte años desde que la vi por primera vez.
La han emitido en el programa de Cayetana, en La 2.
Al finalizar la película, la reflexión de la Srta Guillén Cuervo ha sido la siguiente:
"Hay muchas formas de morir, una de ellas es claudicar".
Me ha hecho pensar (y eso que hoy no es lunes) y he de decir que estoy completamente de acuerdo con ella.
La muerte es algo natural, es la evolución de la vida y a todos nos llega, más tarde o más temprano.
Es lógico temer, ya que aceptar la muerte supone renunciar a lo que queda de vida, en pos de la tranquilidad de espíritu.
Una vez que alguien acepta y admite la llegada de lo inevitable, descansa.
Pero al claudicar, al renunciar, al rendirse, uno ha de vivir con la muerte de sus principios, de sus ideales o de su identidad.
Los ideales, principios e identidades difuntos, se van pudriendo y la gusanera voraz no se sacia con sus restos, poco a poco se expande como una plaga de langostas por todo lo que aún permanezca latente.
Al claudicar, aceptas las malvas que florezcan desde las entrañas para anunciar al mundo que no eres más que el sepulto de aquello en lo que una vez creíste.
Si ponéis atención, os daréis cuenta de que al caminar por cualquier calle, en realidad lo hacemos por enormes camposantos, pues son muchos los que deambulan transportando cadáveres en el pecho.
La injusta sociedad en la que vivimos se nutre de claudicas, de sueños rotos, de aspiraciones truncadas en pos de un sistema enfermizo que convierte al ser humano en un renegado de si mismo.
Es por ello que debemos resistir y hacernos fuertes, arrebatarle a la muerte nuestra vida hasta que nuestra viva necesite morir de forma natural.
Hay ideales eternos, hay sueños intemporales, hay una eterna lucha entre la vida y la "Vida" propiamente dicha.
Por eso nos erguimos, por eso nos sujetamos unos a otros, resistiendo el empuje de lo odioso.
No claudiquéis, no os rindáis.
Yo no pienso hacerlo.
Ya me moriré, cuando toque.
La han emitido en el programa de Cayetana, en La 2.
Al finalizar la película, la reflexión de la Srta Guillén Cuervo ha sido la siguiente:
"Hay muchas formas de morir, una de ellas es claudicar".
Me ha hecho pensar (y eso que hoy no es lunes) y he de decir que estoy completamente de acuerdo con ella.
La muerte es algo natural, es la evolución de la vida y a todos nos llega, más tarde o más temprano.
Es lógico temer, ya que aceptar la muerte supone renunciar a lo que queda de vida, en pos de la tranquilidad de espíritu.
Una vez que alguien acepta y admite la llegada de lo inevitable, descansa.
Pero al claudicar, al renunciar, al rendirse, uno ha de vivir con la muerte de sus principios, de sus ideales o de su identidad.
Los ideales, principios e identidades difuntos, se van pudriendo y la gusanera voraz no se sacia con sus restos, poco a poco se expande como una plaga de langostas por todo lo que aún permanezca latente.
Al claudicar, aceptas las malvas que florezcan desde las entrañas para anunciar al mundo que no eres más que el sepulto de aquello en lo que una vez creíste.
Si ponéis atención, os daréis cuenta de que al caminar por cualquier calle, en realidad lo hacemos por enormes camposantos, pues son muchos los que deambulan transportando cadáveres en el pecho.
La injusta sociedad en la que vivimos se nutre de claudicas, de sueños rotos, de aspiraciones truncadas en pos de un sistema enfermizo que convierte al ser humano en un renegado de si mismo.
Es por ello que debemos resistir y hacernos fuertes, arrebatarle a la muerte nuestra vida hasta que nuestra viva necesite morir de forma natural.
Hay ideales eternos, hay sueños intemporales, hay una eterna lucha entre la vida y la "Vida" propiamente dicha.
Por eso nos erguimos, por eso nos sujetamos unos a otros, resistiendo el empuje de lo odioso.
No claudiquéis, no os rindáis.
Yo no pienso hacerlo.
Ya me moriré, cuando toque.
martes, 26 de febrero de 2013
Consejos de Laertes a Polonio.
Ahora me toca a mi.
Por eso le doy la vuelta al libreto de Hamlet y me permito el lujo de que Laertes sea el que aconseje a su padre. Por que los de Polonio, intemporales y acertados, me los has citado muchas veces, con la mejor de las intenciones (no lo dudo) desde que era pequeño.
Será por eso que me acerqué a Shakespeare y terminé por engancharme a ese británico soñador, putero y camorrista.
Pero a lo que voy.
Polonio, dijo así:
Llévate mi bendición
y graba en tu memoria estos principios:
no le prestes lengua al pensamiento,
ni lo pongas por obra si es impropio.
Sé sociable, pero no con todos.
Al amigo que te pruebe su amistad
sujétalo al alma con aros de acero,
pero no embotes tu mano agasajando
al primer conocido que te llegue.
Guárdate de riñas, pero, si peleas,
haz que tu adversario se guarde de ti.
A todos presta oídos; tu voz, a pocos.
Escucha el juicio de todos, y guárdate el tuyo.
Viste cuan fino permita tu bolsa,
mas no estrafalario; elegante, no chillón,
pues el traje suele revelar al hombre,
y los franceses de rango y calidad
son de suma distinción a este respecto.
Ni tomes ni des prestado, pues dando
se suele perder préstamo y amigo,
y tomando se vicia la buena economía.
Y, sobre todo, sé fiel a ti mismo,
pues de ello se sigue, como el día a la noche,
que no podrás ser falso con nadie.
Adiós. Mi bendición madure esto en ti.
Laertes le diría a su padre:
mi bendición la tienes desde el día mismo en que decidiste hacerme un hueco entre tus preocupaciones.
Desde que decidiste compartir tu oxigeno conmigo.
Así que graba ahora en tu memoria esto que te digo, y grábalo bien, ya que sueles afirmar que la memoria es doblemente traicionera, no solo por lo que olvida, también por lo que inventa.
No le prestes lengua al pensamiento, si acaso escríbelo. Como me inculcaste desde pequeño, lo escrito perdura, las palabras se diluyen entre tanto y tanto ruido.
Se sociable con todos ¡que coño! es el momento para tardes de buena conversación y campeonatos de mus.
Al amigo que haya probado tu amistad, no tendrás que sujetarlo, estará siempre ahí a no ser que se le crucen unas faldas, entonces mételo en un saco con una víbora y un gallo y tírale al fondo del Tigris (Ammurabi dixit).
No agasajes, ahora toca que te devuelvan todo lo que has dado, así que déjate cuidar.
Ni riñas ni pelees, que hablando se entiende la gente y los abogados también tiene que asegurarse una buena jubilación.
Si hay que reñir, ya reñiré yo por ti, si hay que pelear, yo me ocupo o contratamos a alguien, el dinero está para gastarlo.
Enemigos es imposible que tengas, si acaso, diferencias de opinión.
Presta tu oído y tu voz, las dos cosas, que en ocasiones uno necesita aparte de que lo escuchen, escuchar un "Lo estás haciendo bien".
Ponte cómodo, aún en chandal serás siempre un señor y eso se te nota.
Ignora a los franceses, la gente que no le echa patatas a la tortilla, no merece demasiada confianza.
Ignora también la economía pues por muy bien que te lo montes, ya vendrá alguien a joderlo, así que disfruta de lo merecido durante tantos años y gasta en exprimir al máximo todos los que te quedan.
Doy por sentado que serás fiel a ti mismo, pues no conozco a nadie más recto en su palabra ni más escrupuloso con sus valores. Cosa que no deja de enorgullecerme.
Mi bendición, como la de Polonio, madurará todo esto en ti.La semana que viene lo discutimos, te permitiré incluso que me apuntilles lo que quieras.
Fuerza y honor.
Por eso le doy la vuelta al libreto de Hamlet y me permito el lujo de que Laertes sea el que aconseje a su padre. Por que los de Polonio, intemporales y acertados, me los has citado muchas veces, con la mejor de las intenciones (no lo dudo) desde que era pequeño.
Será por eso que me acerqué a Shakespeare y terminé por engancharme a ese británico soñador, putero y camorrista.
Pero a lo que voy.
Polonio, dijo así:
Llévate mi bendición
y graba en tu memoria estos principios:
no le prestes lengua al pensamiento,
ni lo pongas por obra si es impropio.
Sé sociable, pero no con todos.
Al amigo que te pruebe su amistad
sujétalo al alma con aros de acero,
pero no embotes tu mano agasajando
al primer conocido que te llegue.
Guárdate de riñas, pero, si peleas,
haz que tu adversario se guarde de ti.
A todos presta oídos; tu voz, a pocos.
Escucha el juicio de todos, y guárdate el tuyo.
Viste cuan fino permita tu bolsa,
mas no estrafalario; elegante, no chillón,
pues el traje suele revelar al hombre,
y los franceses de rango y calidad
son de suma distinción a este respecto.
Ni tomes ni des prestado, pues dando
se suele perder préstamo y amigo,
y tomando se vicia la buena economía.
Y, sobre todo, sé fiel a ti mismo,
pues de ello se sigue, como el día a la noche,
que no podrás ser falso con nadie.
Adiós. Mi bendición madure esto en ti.
Laertes le diría a su padre:
mi bendición la tienes desde el día mismo en que decidiste hacerme un hueco entre tus preocupaciones.
Desde que decidiste compartir tu oxigeno conmigo.
Así que graba ahora en tu memoria esto que te digo, y grábalo bien, ya que sueles afirmar que la memoria es doblemente traicionera, no solo por lo que olvida, también por lo que inventa.
No le prestes lengua al pensamiento, si acaso escríbelo. Como me inculcaste desde pequeño, lo escrito perdura, las palabras se diluyen entre tanto y tanto ruido.
Se sociable con todos ¡que coño! es el momento para tardes de buena conversación y campeonatos de mus.
Al amigo que haya probado tu amistad, no tendrás que sujetarlo, estará siempre ahí a no ser que se le crucen unas faldas, entonces mételo en un saco con una víbora y un gallo y tírale al fondo del Tigris (Ammurabi dixit).
No agasajes, ahora toca que te devuelvan todo lo que has dado, así que déjate cuidar.
Ni riñas ni pelees, que hablando se entiende la gente y los abogados también tiene que asegurarse una buena jubilación.
Si hay que reñir, ya reñiré yo por ti, si hay que pelear, yo me ocupo o contratamos a alguien, el dinero está para gastarlo.
Enemigos es imposible que tengas, si acaso, diferencias de opinión.
Presta tu oído y tu voz, las dos cosas, que en ocasiones uno necesita aparte de que lo escuchen, escuchar un "Lo estás haciendo bien".
Ponte cómodo, aún en chandal serás siempre un señor y eso se te nota.
Ignora a los franceses, la gente que no le echa patatas a la tortilla, no merece demasiada confianza.
Ignora también la economía pues por muy bien que te lo montes, ya vendrá alguien a joderlo, así que disfruta de lo merecido durante tantos años y gasta en exprimir al máximo todos los que te quedan.
Doy por sentado que serás fiel a ti mismo, pues no conozco a nadie más recto en su palabra ni más escrupuloso con sus valores. Cosa que no deja de enorgullecerme.
Mi bendición, como la de Polonio, madurará todo esto en ti.La semana que viene lo discutimos, te permitiré incluso que me apuntilles lo que quieras.
Fuerza y honor.
jueves, 7 de febrero de 2013
Sin polladas,
sin agarrarse a excusas basadas en el miedo o en la irresponsabilidad.
Agarrando al toro por los cuernos, empujando, sudando la vergüenza, masticando las palabras más difíciles.
Reflejando en el cristal de mi reloj la luz que desprendes y concentrándola en un punto concreto de lo que voy tratando de expulsar, para que arda todo gracias a ti.
Subiéndome los cuellos y encorvándome al andar contra el vendaval, pero avanzando, un paso detrás de otro, aunque caiga me volveré a levantar hasta llegar a ese lugar donde solo se encuentra tu sonrisa y la calidez de tu piel.
Dibujando el mañana con el ocre que desprenden las heridas de ayer.
Solo llueve si engendro nubarrones de esos que acojonan y que vuelven todo negro, pero ya se como disiparlos y es mucho más fácil de lo que creía.
Mucho más fácil.
No habrá más ídolos de barro, ni más sacrificios inútiles, ni más religiones absurdas que lo confunden todo.
Tan solo nosotros.
Corro, en lo más profundo de este bosque se encuentra la guarida donde se oculta mi sombra y estoy a punto de darle caza.
Las hojas caídas y la lluvia dificultan el rastro, pero calza mi mismo pie y apesta a mi.
Y a alcohol.
Y ya se que decir cuando la tenga delante de mi, erguida y dispuesta a pelear.
Tan solo: "Vuelve".
Huele a tierra mojada y a invierno, huele a frió y no canta ningún pájaro, pero sigo adentrándome en la espesura porque me he desecho del lastre de todos mis temores y ahora soy más rápido y más preciso.
Cuando la haya cazado, volveré hasta ti con el trofeo y me ayudaras a coserla fuerte, para que no se me escape nunca más.
Y me esconderé entre todos los demás, viviendo la vida que necesito vivir.
Como uno de vosotros, feliz.
Aguanta, no tardo.
Agarrando al toro por los cuernos, empujando, sudando la vergüenza, masticando las palabras más difíciles.
Reflejando en el cristal de mi reloj la luz que desprendes y concentrándola en un punto concreto de lo que voy tratando de expulsar, para que arda todo gracias a ti.
Subiéndome los cuellos y encorvándome al andar contra el vendaval, pero avanzando, un paso detrás de otro, aunque caiga me volveré a levantar hasta llegar a ese lugar donde solo se encuentra tu sonrisa y la calidez de tu piel.
Dibujando el mañana con el ocre que desprenden las heridas de ayer.
Solo llueve si engendro nubarrones de esos que acojonan y que vuelven todo negro, pero ya se como disiparlos y es mucho más fácil de lo que creía.
Mucho más fácil.
No habrá más ídolos de barro, ni más sacrificios inútiles, ni más religiones absurdas que lo confunden todo.
Tan solo nosotros.
Corro, en lo más profundo de este bosque se encuentra la guarida donde se oculta mi sombra y estoy a punto de darle caza.
Las hojas caídas y la lluvia dificultan el rastro, pero calza mi mismo pie y apesta a mi.
Y a alcohol.
Y ya se que decir cuando la tenga delante de mi, erguida y dispuesta a pelear.
Tan solo: "Vuelve".
Huele a tierra mojada y a invierno, huele a frió y no canta ningún pájaro, pero sigo adentrándome en la espesura porque me he desecho del lastre de todos mis temores y ahora soy más rápido y más preciso.
Cuando la haya cazado, volveré hasta ti con el trofeo y me ayudaras a coserla fuerte, para que no se me escape nunca más.
Y me esconderé entre todos los demás, viviendo la vida que necesito vivir.
Como uno de vosotros, feliz.
Aguanta, no tardo.
martes, 5 de febrero de 2013
Mi viejo amigo
el escritor, tiene otro encargo.
Recoge sus cosas, las mete todas en una caja de cartón, como los polis corruptos de las películas.
La taza del café asomando por encima del marco donde nunca se hospedó ninguna foto.
Tiene que abrir la puerta con un píe, porque la caja pesa demasiado como para llevarla bajo el brazo.
Además, bajo el brazo lleva demasiadas historias.
La que salió bien, todas las que salieron mal.
La paciencia, la dignidad.
La dignidad ha estado a punto de perderla en estos últimos días.
Por eso guarda otra en casa, detrás de un cuadro, en el dormitorio.
Al escritor le han acusado de exhibicionismo, de ponerlo todo encima de la mesa, de ofrecer sus miserias a quien quiera leerlas, a cambio de nada.
De emborronar páginas con lágrimas en Arial 12.
De tener un ego desmesurado.
De no saber escribir más que de lo que vive y siente, o de lo que sueña.
Pero eso es lo único que sabe hacer, maquillar vivencias entre puntos y comas.
Se acuesta imaginando metáforas y componiendo lineas argumentales, se despierta con los dedos entumecidos de sostener toda la noche la estilográfica del subconsciente.
Y crea.
La vida se convierte en algo digno cuando pasa por su filtro, por eso le suelen encargar trabajitos para personas que han sufrido.
Aunque solo acepta este tipo de encargos para pagar las facturas.
Y es que al final, a fuerza de disimular las desgracias ajenas, se termina contaminando con ellas.
Y poco a poco se va volviendo gris.
Y triste.
Así que este será el último encargo que acepte.
Prepara café y selecciona el disco adecuado, gradúa la luz y acomoda un par de cojines sobre su sillón de escribir.
Solo necesita echar una ojeada a la foto en la que ella sonríe, con el pañuelo al cuello y el pelo alborotado.
Las palabras brotan como por arte de magia, en una suerte de escritura sintomática.
Eliminan del pasado de esa mujer todas las frustraciones, los sinsabores, las noches sin dormir y las ganas de arrojar la toalla.
En su lugar, la hermosa sonrisa se expande por todos los folios, y es que cuando sonríe todo lo demás desaparece.
Ese es su trabajo, conseguir que ella sonría eternamente, aun a costa de olvidarse de su propia sonrisa.
Pero de alguna manera no puede evitar obsesionarse con el arco de sus labios y no quiere dejar de escribir.
Se consume poco a poco, con cada renglón escrito.
Al terminar está agotado, confuso y nervioso.
Ella reluce y el se agosta.
Se ha vuelto a enamorar.
Es su trabajo.
Recoge sus cosas, las mete todas en una caja de cartón, como los polis corruptos de las películas.
La taza del café asomando por encima del marco donde nunca se hospedó ninguna foto.
Tiene que abrir la puerta con un píe, porque la caja pesa demasiado como para llevarla bajo el brazo.
Además, bajo el brazo lleva demasiadas historias.
La que salió bien, todas las que salieron mal.
La paciencia, la dignidad.
La dignidad ha estado a punto de perderla en estos últimos días.
Por eso guarda otra en casa, detrás de un cuadro, en el dormitorio.
Al escritor le han acusado de exhibicionismo, de ponerlo todo encima de la mesa, de ofrecer sus miserias a quien quiera leerlas, a cambio de nada.
De emborronar páginas con lágrimas en Arial 12.
De tener un ego desmesurado.
De no saber escribir más que de lo que vive y siente, o de lo que sueña.
Pero eso es lo único que sabe hacer, maquillar vivencias entre puntos y comas.
Se acuesta imaginando metáforas y componiendo lineas argumentales, se despierta con los dedos entumecidos de sostener toda la noche la estilográfica del subconsciente.
Y crea.
La vida se convierte en algo digno cuando pasa por su filtro, por eso le suelen encargar trabajitos para personas que han sufrido.
Aunque solo acepta este tipo de encargos para pagar las facturas.
Y es que al final, a fuerza de disimular las desgracias ajenas, se termina contaminando con ellas.
Y poco a poco se va volviendo gris.
Y triste.
Así que este será el último encargo que acepte.
Prepara café y selecciona el disco adecuado, gradúa la luz y acomoda un par de cojines sobre su sillón de escribir.
Solo necesita echar una ojeada a la foto en la que ella sonríe, con el pañuelo al cuello y el pelo alborotado.
Las palabras brotan como por arte de magia, en una suerte de escritura sintomática.
Eliminan del pasado de esa mujer todas las frustraciones, los sinsabores, las noches sin dormir y las ganas de arrojar la toalla.
En su lugar, la hermosa sonrisa se expande por todos los folios, y es que cuando sonríe todo lo demás desaparece.
Ese es su trabajo, conseguir que ella sonría eternamente, aun a costa de olvidarse de su propia sonrisa.
Pero de alguna manera no puede evitar obsesionarse con el arco de sus labios y no quiere dejar de escribir.
Se consume poco a poco, con cada renglón escrito.
Al terminar está agotado, confuso y nervioso.
Ella reluce y el se agosta.
Se ha vuelto a enamorar.
Es su trabajo.
viernes, 1 de febrero de 2013
Vacío
Apenas he tenido tiempo, Ya ves, para llorarte.
Se me escapan los días uno tras otro, en sandeces cotidianas que me ocultan que te has ido, que ya no estàs.
Quizás por eso me obligo a ocuparlo todo, todo.
Pero siempre hay un ratito en el que vuelves a mi cabeza y entonces sencillamente dejo de respirar, porque noto tu ausencia en los pulmones. Respiro a bocanadas el vacío que has dejado en mi.
Tengo el corazón completamente lleno, abarrotado de vacío, que incongruencia.
Pero es tan cierto como que apenas duermo.
Yo y mi absurda manía de abrir puertas y ventanas. Una cosa es que entre luz ...y otra bien distinta es que se vaya la poca que alumbraba esas noches tristes.
Tu no estás y vuelven los monstruos.
Las pesadillas se pasan en cinemascope, sesión doble, sin cortes, sin pausas publicitarias.
Y me descubro en un rincón del dormitorio, abrazándome las rodillitas, apretando los párpados para no abrir los ojos, para no ver que vuelvo a estar sólo.
Por no levantarme dejo que el cd repita en bucle la misma música una y otra vez.
El gato me observa desde lo alto de la estantería, como el Cuervo de Poe.
El frío se acomoda en tu lado de la cama y llega un momento en el que sin querer, apoyo la cabeza en el hombro de tu recuerdo.
Me va a costar no haberte querido lo suficiente, estuve a punto, muy cerquita de hacerte feliz, a escasos cien besos.
Me va a costar acostumbrarme a que tu tampoco me quisieras lo bastante. Sea como sea, llevaré tu sabor en mi especiero y aderezare con él una de las historias más hermosas que he vivido, aunque no fuera de amor, aunque fuera de cariño y ternura o de deseo y amistad.
Te extraño. Y se que tu a mi también.
Ambos nos dejamos llevar por el mismo río que ahora nos separa.
Espero que seas la mujer más feliz del mundo.
lunes, 28 de enero de 2013
Pedro Bread
Anoche un amigo me llamó así: Pedro Bread.
Como los domingos suelo estar espeso de cojones, no me di cuenta del juego de palabras, pero mi amigo me aclaró la broma: Pedro Bread= Peter Pan.
Jodo...que lerdo soy a veces.
Peter Pan, es un personaje con el que me identifico desde hace algunos años.
Tengo tanto de él, que en ocasiones me olvido de que soy Juan Pizarro.
Al igual que Peter, me he negado a crecer, me he negado a asumir responsabilidades y me he quedado anclado en una tierra especial, poblada por personajes de cuento.
Sin darme cuenta, terminé comprando una parcela en Nunca jamás, con vistas a lo que se va quedando atrás.
Y se van quedando muchas cosas.
Muchas noches, me castigo un poco el alma repasando lo bueno y lo malo de mis actos.
Quizás, esa actitud de no afrontar la madurez como una persona normal, terminará por convertirme en un viejo solitario y gruñón, disfrazado de adolescente con mallas verdes.
Enamorado de una Campanilla que no me quiere y tratando inutilmente de volver al planeta Tierra.
En ocasiones intento hacer una vida convencional y querer a alguien con los pies en la tierra, sin alas y sin polvo de estrellas, pero es un error, porque en seguida se dan cuenta de quien soy en realidad y terminan dándome boleto.
Y no las culpo, porque cualquier mujer se merece algo mejor que yo.
Mientras, seguiré sobrevolando los tejados de mi ciudad, preguntándome porque carajo no he aprendido la lección.
Y es que ser Peter Pan es a veces, muy, muy duro, casi tanto como dejar de serlo.
Supongo que de alguna manera tengo miedo a crecer, porque cada año que cumplo descubro que lo que me rodea termina siendo insulso y no quiero anquilosarme entre fracasos y noches en vela.
Algo así me sucede con el amor.
Forjo una Campanilla perfecta a base de retazos de todas las mujeres que he amado y proyecto en ella todo lo que tengo que ofrecer.
Pero entre lo que ofrezco, no estoy yo, sino tan solo un dibujo de quien me hubiera gustado llegar a ser.
Me paso la vida enterrando las mallas y el gorro en el fondo del armario y vuelvo a extenderlo sobre la cama,al poco, retirando la naftalina con cuidado.
Quizás mi problema es que estoy hecho un lío.
No termino de ubicarme y me refugio allí donde se refugian todos los cobardes.
Igual mi destino es caminar por una tabla sobre la borda de la fragata de Garfio y terminar saltando al mar.
Igual, un día encuentro el valor necesario para reconocer de una vez por todas que tan solo soy un tipo asustado.
Igual mañana maduro.
Igual.
viernes, 18 de enero de 2013
Despierta.
No pienses que con esto te estoy diciendo adiós,simplemente estoy firmando una carta de despido.
Hemos sacado el trabajo, hemos cubierto objetivos y ambos nos hemos lucrado.
Tu te llevaste lo mejor de mi, lo que muchos no han sido capaces de intuir siquiera, lo que escondo muy dentro. Yo me llevé un montón de momentos estelares y la inspiración de las imágenes más bellas.
Al final, como pasa casi siempre, la rutina nos ha convertido en superfluos y a mi se me ha abierto una nueva ventana en el explorador. Cierro la tuya, tu cierras la mía.
Emerjo y me despojo de ese aura de fragilidad, te libero de la protección de madre y de las noches de rabieta y desacuerdos.
A cambio, me quedo con la capacidad para destrozar lo que me quede de vida, o de acertar con lo que ahora vivo, amo y sueño.
Tu seguirás ahi...yo siempre estaré aquí.
Mi gato y yo hacemos la maleta.
Te llevo en el corazón.
Me quedaré unos cuantos años, atrapado en el tintero.
viernes, 11 de enero de 2013
Sucede
que en ocasiones uno va caminando por la vida con los ojitos tapados como los burros.
Y no puede ver nada más allá del camino recto, del que se te viene encima de frente.
Pero la vida está por todos los lados.
Y es genial despojarte de las trabas que te impiden darte cuenta de lo jodidamente genial que es estar vivo en algunos momentos.
Ver el mundo desde todos los ángulos y reconocer la felicidad atacando por los flancos y la retaguardia.
Sucede que en ocasiones los grises se vuelven verdes, rojos, azules y amarillos, que los pájaros se empeñan en cantar alto y afinado, que los edificios te sonríen y que la noche ya no da miedo.
Que con cada paso, avanzas un enorme trecho hacia lo que más deseas y no te cansas de andar.
Que los amigos son más amigos que nunca y la persona a la que quieres te acaricia la cabeza.
Y te sientes en paz.
Sucede también, que te notas más liviano porqué te has liberado de ataduras, incómodos fardos, paquetes de miserias y carroña, agujeros negros por donde todo se te escapaba.
Libre para ser quien quieres ser.
Es una gozada pasear.
Es una gozada inspirar e inundarte por completo de aire puro, retenerlo unos segundos, expirar.
Repetir la operación.
Tomarse unas cañas contigo, acostarse sabiendo que mañana volverá a estar despejado y lleno de luz.
Y no sabes cuanto va a durar, pero sientes que desde hacia mucho, mucho tiempo, vuelves a ser completa y absolutamente feliz.
Entonces por un instante todo se oscurece y te entra pánico al pensar que seguramente se te reclamará de alguna manera el pago por ello, y temes por los que quieres y el futuro se torna de nuevo peligroso.
Pero solo es una nube que oculta el sol para seguir rápido su camino.
En ocasiones, sucede que sonries .
Y no quieres dejar de hacerlo.
Y no puede ver nada más allá del camino recto, del que se te viene encima de frente.
Pero la vida está por todos los lados.
Y es genial despojarte de las trabas que te impiden darte cuenta de lo jodidamente genial que es estar vivo en algunos momentos.
Ver el mundo desde todos los ángulos y reconocer la felicidad atacando por los flancos y la retaguardia.
Sucede que en ocasiones los grises se vuelven verdes, rojos, azules y amarillos, que los pájaros se empeñan en cantar alto y afinado, que los edificios te sonríen y que la noche ya no da miedo.
Que con cada paso, avanzas un enorme trecho hacia lo que más deseas y no te cansas de andar.
Que los amigos son más amigos que nunca y la persona a la que quieres te acaricia la cabeza.
Y te sientes en paz.
Sucede también, que te notas más liviano porqué te has liberado de ataduras, incómodos fardos, paquetes de miserias y carroña, agujeros negros por donde todo se te escapaba.
Libre para ser quien quieres ser.
Es una gozada pasear.
Es una gozada inspirar e inundarte por completo de aire puro, retenerlo unos segundos, expirar.
Repetir la operación.
Tomarse unas cañas contigo, acostarse sabiendo que mañana volverá a estar despejado y lleno de luz.
Y no sabes cuanto va a durar, pero sientes que desde hacia mucho, mucho tiempo, vuelves a ser completa y absolutamente feliz.
Entonces por un instante todo se oscurece y te entra pánico al pensar que seguramente se te reclamará de alguna manera el pago por ello, y temes por los que quieres y el futuro se torna de nuevo peligroso.
Pero solo es una nube que oculta el sol para seguir rápido su camino.
En ocasiones, sucede que sonries .
Y no quieres dejar de hacerlo.
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