El alma debería ser reversible.
Así, cuando se derrama una de esas gotas inoportunas que se escurren al beberte la vida atragantadamente, no tendría uno que pasearse lleno de lamparones en la pechera.
Justo al ladito del corazón.
Le das la vuelta a tu alma y pones la cara sucia, triste y desgastada mirando hacia adentro.
Y sacas la cara impoluta y reluciente del alma a pasear, deseoso de que no se te escurran más goterones.
Pero la vida es como un porrón, si no tienes cuidado al tragar, te ahogas. Si no tienes cuidado al tratar de saciarte, te cae el liquido en la cara desde el extremo más ancho, que es el amor.
Y el amor deja manchas que no salen con nada, como mucho se van un poco, pero siempre quedan restos.
Por eso hay que beber con cuidadito por la parte fina, tratando de disfrutar los tragos pero sin pretender acabar con todo de golpe.
O te llenas de mierda, o te quedas con sed.
Porque todo se acabará antes de que te des cuenta.
Al final, un día comprendes que te has bebido la vida antes de tiempo y de que estás sediento, lleno de cercos y de sombras en el alma.
Y solo te queda sentarte a un lado del camino y esperar a ver si con suerte, alguien quiere volver a llenarte el recipiente.
Aunque lo más seguro es que por ese camino donde esperas sentado no pase nadie.
Hay personas que se guardan mucho de beber y transitan de un lado a otro con su ración a buen recaudo bajo llave, pero con los ojos vacíos de lo que yo he visto.
De tu rostro bajo la primera luz de la mañana, dormida, respirando despacito, preciosa.
Vacíos de la imagen de tus pies bañados por el mar del norte, llenos de salitre y de momentos por vivir.
De tu sonrisa que ya no está, pero aún perdura nítida en mi retina.
Por eso a mi ya me la pela que se derrame todo y me ponga hecho un Cristo.
Prefiero saciarme a borbotones y que si tiene que irse todo al carajo, se vaya de una vez por todas.
Nunca, ni en el amor ni en nada, he sido hormiga, si no más bien la más perra de todas las cigarras, que jamás supo reservar, ahorrar, dosificar, planificar, conservar...
Si me diste un par de tragos yo me bebí tres y los gocé hasta la última gota.
Pero claro...eso lo tenía que haber pensado antes de sentar mis reales en el puto caminito.
A ver quien pasa.
A ver si un día te decides a volver a sonreírme, con tu cántaro rebosante apoyado en la cadera.
Siempre tuve sed de ti.
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