lunes, 2 de diciembre de 2013

Sonriendo un poco.

Yo no se lo que es el destino.
Si estoy sujeto a reglas cósmicas o divinas o humanas tal vez.
Si el hecho de sentirme vivo responde a esa extraña conjunción de factores que se produce al alinearse las estrellas con unos ojos que me miran de otra forma, distinta a como me han mirado hasta ahora el resto de los ojos.
Yo no se si a lo largo de esta vida tienes que pagar el tributo del karma, de los errores del pasado, de aquellas decisiones que creíste correctas o simplemente es que todos tenemos reservado en alguna parte un billete para sentirte feliz y primero hay que canjearlo por un montón de cabezazos contra la pared.
Se, que durante años y años me han rescatado de bosques sombríos, de arenas movedizas de fondos de botellas, de noches de dudas y de trayectos erróneos.
Que tengo a Reyes, a Elena, a Sandra, a Eva, a  Noe, Paz, Ángela y a un buen número de amigas que me han querido y me han enseñado a querer, aunque por el camino me he dejado también un montón de nombres.
Y cito solo a las mujeres, porque aun teniendo a los mejores amigos del mundo, a los que quiero y respeto, la comunión de sentimientos que experimento con ellas me ha modelado el espíritu hasta llegar a donde estoy.
Yo no se lo que es el destino, pero una noche fría y particularmente oscura, donde todo se difuminaba entre sombras, de entre la llovizna aparecieron unos labios para terminar posándose en mi boca.
Mis cartas de navegación para llevarme hasta donde siempre he querido ir.
Desapareció el frío, desapareció el miedo y desaparecieron también las inseguridades, los traumas, los rencores...
De repente todo lo hermoso cobró forma en su figura y no me quedó más remedio que admitir que alguien o algo, me acababa de regalar una oportunidad para vivir, en el sentido más amplio de la palabra.
Y ahora me encuentro viviendo.
Supongo, que siempre he buscado como plasmar las emociones de la manera más real, pero aunque trato de hacerlo y me siento y comienzo a escribir y borro lo escrito y vuelvo a escribir y vuelvo a borrarlo, no voy a conseguir describir esto que siento ahora.
Así que me rindo y me abandono al placer de saberme incapaz de transmitiros esto.
Lo que si puedo expresar, es el inmenso agradecimiento y cariño que siento por aquella persona de cabello corto y sonrisa infinita, que en el gesto más hermoso que he visto en mi vida, me dejó marchar, llorando y con la sensación de que en este viaje, ha sido la mejor compañera.
Gracias por ser lo que eres y por haber sido lo que fuiste.




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