jueves, 9 de agosto de 2012

Cansado de volar

siempre haciedo eses, de un lado para otro tratando de matar el hastio de tantos años llenos de preguntas sin respuesta, Peter fue a posarse sobre el tejado de una cabaña de madera junto al pantano de Bárcena.
Al recuperar el resuello se agchó para atarse los cordones de la bota izquierda y reparó en que la cabaña estaba integrada dentro de un conjunto de pequeñas cabañitas exactas unas a otras.
La luz de la luna iluminaba una especie de poblado similar a los puestos fronterizos del lejano oeste.
Que tiempos aquellos, cuando podia hacer el amor con  todas las coristas del "Saloon" y saltarle los dientes a puñetazos al pianista del local.
Que de recuerdos.
De repente escuchó voces de niños.
-Otro campamento de niños perdidos- Pensó Peter, y se disponia a emprender de nuevo el vuelo hacia "Nunca jamás", antes de que los pequeños lo descubriesen, cuando algo le llamó la atención: la mayoria de aquellos chavales, se desplazaban empujando las ruedas de unas sillas de metal.
Aprovechando el paso de una nube que oscureció la noche al ocultar la luna, Peter voló hasta la copa de uno de los árboles situados en el centro del poblado desde donde pudo dar rienda suelta a su curiosidad.
En efecto, aquello era un poblado para niños que no podian andar.
Algunos jóvenes empujaban de las sillas de aquellos niños que ni tan siquiera podian mover los brazos y poco a poco, todos fueron ocupando sus respectivas cabañas para pasar la noche.
Entonces, justo debajo del castaño donde se encontraba escuchó una voz  que casí lo mató del susto-¿Tu eres Peter Pan?-
Peter trato de ocultarse de un salto en una rama más alta, pero aunque no envejezca fisícamente, los años no perdonan y el exceso de Grog tampoco.
Calculó mal el impulso y tras golpearse con la rama en la cabeza fue a caer dolorido y avergonzado a los pies de aquella personita que le habia descubierto.
-si, ya no hay duda...eres Peter Pan-
Peter observó a la pequeña que le hablaba.
No tendría más de siete u ocho años y por el aspecto de sus fuertes brazos, debia de llevar muchos de ellos sentada en esa silla de enormes ruedas plateadas.
El cabello rubio y largo, le recordo a la Wendy de los mejores tiempos, aunque el brillo de sus ojos verdes de imediato revelaron que aquella niña hubiese sido una perfecta Campanilla.
-¿no deberias estar durmiendo?- pregunto Peter.
-No tengo sueño, no me gusta mucho dormir, tampoco me gustan los canelones ni las lentejas, lo que más me gusta es dibujar gatos saltando y nadar en la piscina, en el agua no se nota casi que no puedo andar.
Aquella verborrea repentina, o quizás la absoluta naturalidad con que la niña se habia dirigido a él le hicieron sonreir.
-Tu eres Peter Pan, mamá dice que papá también es un poco Peter Pan porqué se niega a afrontar los hechos y todabia sigue convencido de que volveré a andar, pero los médicos le miran como a un chiflado, que yo lo he visto-
Peter soltó una carcajada de esas tan suyas, con los brazos en jarras e inclinando la cabeza hacia atrás.
-¿Y que más dice tu papá? Preguntó Peter.
-Papá también dice que la ilusión es lo último que tenemos que perder, que si lo deseo con fuerza volveré a caminar y con el tiempo me olvidaré del accidente, aunque yo era muy pequeña y ya casi ni me acuerdo. Tengo ocho años y llevo desde los cuatro en la silla. Papá dió un volantazo para esquivar al gato que saltó delante del coche y nos dimos un porrazo tremendo-
La niña comenzó a reirse mientras relataba aquello y a Peter sintió como un relámpago le recorria la espalda de repente.
-Papá tambien dice que si que existes y que los mayores se olvidan de soñar, pero él no se ha olvidado y está convencido de que cuando yo sea mayor, podré hacer lo que quiera-
-Tu papá me cae bien, no es como la mayoria de los mayores-
-a mi también me cae bien, pero mamá dice que es un inmaduro. Mamá siempre está muy triste aunque intenta disimularlo cuando yo estoy delante, pero soy una chica ¿sabes? (dijo la niña con una sonrisilla cómplice) y las chicas nos damos cuenta de esas cosas-.
Algo extraño estaba sucediendo dentro de Peter, una mezcla de inmensa ternura por aquella rubita y su desparpajo y una sensación de pequeñez ante la forma con la que la niña se enfrentaba a su situación, le hicieron desear en el acto hacer algo hermoso por ella.
Rebuscó en el interior de sus bolsillos hasta dar con lo que buscaba y extendiendo la palma de la mano abierta y llena de polvo de hadas hacia el rostro de la pequeña, le dijo en voz muy bajita -piensa en algo encantador-
La niña comenzó a flotar y agarrandosé al jubón de Peter exclamó -¡¡Estoy volando, puedo volar!!
-Sígueme- Gritó Peter Pan y comenzó un vuelo en picado ascendente en dirección a las nubes más cercanas.
Sobrevolaron el pantano, el pueblo, las ciudades llenas de luces, los bosques.
La pequeña no paraba de señalar cosas dando grititos de emoción y riendo y Peter llegó a plantearse incluso convencerla de acompañarlo a "Nunca jamás", donde siempre seria una niña y siempre podría volar, pero decidió que aquella rubita pizpireta, estaba más que capacitada para ganarle la partida a la vida, y ya habia demasiados niños perdidos en "Nunca Jamás".
El sol entró por la ventana de la cabaña y en el actó se escucho potente la voz de la monitora, llamandola para que se levantara y tras asearse, fuera al comedor a desayunar.
La pequeña se frotó los ojos y trató de recordar el extraño sueño que habia tenido esta noche.
-No ha sido un sueño- pensó mientras se aferraba a las barras para pasarse a la ducha.
Al agacharse para recoger las zapatillas, algo cayó de la silla.
La niña marcó en el movil el número de su padre llena de excitación y espero impaciente los tonos previos al "Hola mi amor" típico al otro lado de la linea.
-¿sabes Papá? Esta noche he volado con Peter Pan, (dijo la niña mientras colocaba entre sus rodillas la pluma verde que habia caido de la silla al agacharse) y es un chico bien simpático, dijo que le caes estupendamente-.
A casi mil kilómetros de distancia, su padre se mordio los nudillos para no llorar y aguantando las lágrimas respondió- Claro que si mi niña, el a mi también me cae muy bien-.

.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Quiero emborrachar mi corazón

con el recuerdo de este amor, que más que amor es un sufrir.
Nostalgia,
de tantas veces como nos dijimos que lo nuestro no moriría nunca, pero ya estaba herido de muerte aunque no lo supimos hasta que le dimos al cadáver cristiana sepultura o sepultura; vamos...que lo enterramos y cuando la ultima palada de tierra coronó el túmulo, arrojamos una flor y nos dimos la vuelta muy despacito, muy tristes, muy seguros de no volver a querernos.
También quiero emborrachar mi corazón con los efluvios de las copas llenas de miradas largas y profundas, de esas que eran como sentarte a ver una peli en "cinemascope" con profusión de verdes y de verdades.
Que negra se quedaba la sala, que oscura, que silenciosa, que vacía de público.
Porque no existía nadie más en el mundo, solos tu y yo, y tu absurda diatriba.
No se si beber de esta copa rota, o de la sucia, las dos me las serviste tú acompañadas con una sonrisa y una imitación perfecta de lo que hubiera querido para mi.
Lo cojonudo de todo esto es que aún sigo planteándome si alguna vez supe amarte de verdad, o si siempre la amé a ella por encima de todos los otros instantes en los que me sentí dichoso por haber comenzado a olvidarla.
De cualquier forma, terminaste escapando con el cochero, tomaste prestado el carruaje y emprendiste la huida hacia otra nueva película, una con una hermosa banda sonora compuesta por canciones que hablaban de amor.
Y en esas me encuentro ahora, recordando el amor a base de canciones que hablan de amor.
Nunca el amor fue tan hermoso como en las canciones, ni siquiera en los poemas, siempre mucho más hermoso en las canciones.
Es por eso que ahora quiero emborrachar mi corazón con el recuerdo de este amor, a ver si termino de mandarlo al carajo, porque se me sigue presentando entre neblinas las noches de verano, como un fantasma gris que quisiera perseguirme y no dar tregua a mi alma hastiada de tanta tontería.
No adivino el conjuro preciso para sacarte a patadas de mi dormitorio y devolverte al cementerio, a los Sargazos, al mismísimo " a tomar por el culo" de donde vuelves en estas noches tristes, bien en forma de pesadilla o bien como humo que entra sigiloso por mi ventana abierta para intoxicarme lo que me queda sano de cerebro.
Que es bien poco.
La cama se mueve, se eleva unos centímetros del suelo y cuando termina la cópula y todo vuelve a sus sitio ahí sigues, observando fijamente.
Las noches de verano no son las mejores para tratar de olvidar el pasado.
El pasado tampoco puede dormir y como se muere de calor, se levanta del lecho y viene a tocarme los huevos.
Necesito arrancarme la memoria, darle un agua y ponerla luego a secar en cualquier playa de Costa rica.
Por las mañanas tengo una espantosa resaca de lo nuestro.
Finjamos que no te quise y miremos para otro lado.




jueves, 26 de julio de 2012

De entre todos los regalos

uno me gustó en particular: el tuyo, Raul.
Un cuaderno de la película "Cars" y un bolígrafo a juego, "para que me escribas un cuento, como eres escritor..."
Así que te debo ese cuento Raul, y yo, mis deudas , las termino pagando siempre (tarde, pero pago).
Te voy a contar un cuento que espero, que deseo con todas mis ganas, se convierta en realidad.
No hace mucho mucho tiempo, ni en un pais muy lejano, vivia un muchacho que era todo vitalidad, todo energia, todo simpatia.
Pasaba el día dibujando sueños y contagiando a cualquiera que se le acercara con sus ansias de vivir, de comerse el mundo, masticándolo deprisa, pegándole a la vida enormes bocados sonrientes.
Nada se le ponía por delante y a saltitos iba viviendo libre de todas esa cosas que esclavizan a los hombres, porque Raul, en los tiempos que corren, sigue existiendo la esclavitud.
La sociedad nos esclaviza con unas cadenas invisibles, es decir, no las podemos ver, pero sin embargo, aprietan fuerte, muy fuerte.
Pues este muchacho (vamos a llamarlo Angel, que es un nombre muy bonito) siempre se resistió a llevar cadenas y conseguía esquivar una y otra vez cualquier tipo de atadura.
Un buen día, decidió echarle un pulso al mar.
Se sintió tan inmensamente poderoso que saltó desde muy alto, pero el mar le jugó una mala pasada y replegándose traicionero, descubrió un montón de negras rocas afiladas.
Angel cayó sobre una de ellas y de repente, al intentar levantarse para volver a saltar, notó que no podia moverse.
Pero no tuvo miedo, porque hay muchas maneras de seguir peleando, de seguir saltando al mar.
Se lo llevaron volando en un pájaro enorme y lo depositaron con mucho cuidado en una cama blanca de hospital.
Los médicos corrian de un lado para otro, desplegando al viento sus batas blancas y hablando palabras raras, de esas que solo entienden ellos mismos.
Angel los seguía con la vista desde la cama, preguntándose a que venian tantas prisas a santo de qué estaban todos tan nerviosos.
La luz, toda la luz del sol entraba por la ventana de la habitación para que Angel se cargará de energias.
¡¡Y vaya si se cargó!!
Se reinventó a si mismo y se vió de nuevo en pie, con el bañador empapado de espuma y sal y saltando una y otra vez sobre las olas del mar, sobre las sombras de la noche, sobre la espalda del destino.
Y una vez más se hizo libre y llevó su libertad dibujada en la sonrisa hasta el quirófano donde le aguardaban los doctores empuñando bisturís y pinzas y grapas y todo eso que te salva la vida a traves de sus guantes de latex.
Los ángeles se pusieron gafas de sol y bermudas de colores y cerraron filas junto él.
Les caía bien ese chaval barbudo de conversación acelerada, así que decidieron sujetarle la cabeza con delicadeza y soplar una lluvia de plumas sobre su alma valiente.
Y Angel salió del quirófano acariciando otro sueño.
Y siguió peleando, muy duro, muy fuerte.
Y con el tiempo viajó por todo el mundo, saltando en cada playa sobre los siete mares, sobre el colchón de agua de la vida.
Y colorín, colorete...por la chimenea se escapa un cohete.

Ahora Raul, viene la moraleja:
no te rindas, nunca, pase lo que pase, digan lo que digan y se libre, porque la libertad es el único camino para que seamos felices y comamos perdices.
Se puede...siempre se puede, solo hay que querer.

viernes, 20 de julio de 2012

En estos días

Peter cumplirá un año menos.
Alguien dijo que la inmadurez a partir de los treinta es puro egoísmo...¿y a partir de los trescientos?
Peter elige con esmero la piñata más grande del local regentado por un chino triste y malencarado.
Necesita que sea enorme, inmensa.
Tiene que rellenarla con todo lo que se le escapa del alma, con lo que se le cae del corazón a cada paso que da, dejando un rastro inconfundible de besos perdidos, de noches irrepetibles y de polvo de hadas.
Peter se ha cortado el pelo y esta mañana ha abusado del contorno de ojos.
Antes, al despertarse ebrio del "Grog" de Garfio, tan solo necesitaba sumergirse un ratito en la laguna de las sirenas.
Ahora se aplica todo tipo de ungüentos, porque aunque su cuerpo no envejece, su alma se hace cada día más mayor y la cara es el espejo del alma, y cuando se enfrenta al vidrio roto de su cuarto de baño, entiende que la vida sigue marcando.
Peter ha invitado a todo el que quiera acercarse a su fiesta.
Allí estarán los niños perdidos, los bucaneros borrachos, los guerreros indios, las sirenas que le cantan al oído una noche tras otra y campanilla, que aunque cansada de una semana más que difícil se dejará caer a tomar un vino.
Prepara meticulosamente el discurso en el que anunciara a todos que definitivamente, se niega a crecer.
No le gusta en lo que se ha convertido el mundo, pero ahora sabe cual es su verdadera misión.
La gente necesita a Peter Pan para darse cuenta de cuan peligroso es estancarse en el pasado.
No puedes vivir el mismo desamor una y otra vez, no puedes consolarte en la alacena de Garfio a cada puesta de sol.
No puedes fingir que las heridas se cierran solas, que la almohada mantiene la forma de su cabeza, que el aire huele a ella.
Peter  duda entre comprar muchas velas pequeñitas, que simbolicen un año con cada llama, o en su lugar hacerse con una gran vela negra, que represente una vida, su vida.
Encenderla y dejar que poco a poco se vaya consumiendo.
Los invitados se acercan, le palmotean la espalda, le abrazan y le estrechan la mano.
El asiente con la cabeza y fuerza el cacareo.
Se lleva la mano a la pluma del sombrero con coqueta galanteria cuando aparece la princesa india y la noche se llena de canciones y vapores de alcohol.
Inevitablemente, busca entre todas las estrellas sus ojos verdes.
Pero no están.
Peter prefiere recoger mañana, por hoy a tenido demasiado.
Se acuesta, solo, triste y avergonzado. No debería deprimirse, Peter Pan siempre será un adolescente y los demás, viviremos.

miércoles, 18 de julio de 2012

Donde reside la esencia

de lo más hermoso es realmente dentro y fuera de nosotros a la vez.
Mostramos lo que queremos y admiramos lo que podemos...o al revés.
Yo acostumbro a ver poesia en cada fragmento del cosmos y quizás me confunda, porque de tanto buscar la belleza, al final descubro que lo más horroroso también es bello.
Y lo más bello puede ser horroroso.
Nadie me previno sobre esto, nadie, ni Nietzche, ni Zoroastro ni nadie.
Ahora tengo que conformarme con saberme erroneo y disfrutar de los errores.
Errare humanum est.
Soy tan humano que apesto a humanidad y por eso me enamoro como los bonobos.
Soy tan humano que me paso la vida errando de cama en cama y de corsé en corsé.
Quizás tengo alterada las percepciones y por eso todo me huele a ti, me sabe a ti y me recuerda indiscutiblemente a todas las demás.
Quizás está tan claro el origen de mis fallos que aunque me lo pongan delante disfrazado de neones cabareteros seré incapáz de verlo.
Pero a mi manera, que es la manera de los perdedores, yo trato de ser feliz.
Puedo ser feliz de dos formas, contigo y sin ti.
Sin ti es solamente un poquito más complicado y contigo terminará siendo terriblemente dificil.
Me levanto por las mañanas y me pongo mi mascarilla de algas y restos de cordura, que me tersa la piel y me ilumina las mejillas.
Salgo a la calle saludando a los frescos del barrio, como Manolo, el del Pan Bimbo: -Hola Manolo-  -Hola chavales-
La vida puede resultar apetitosamente interesante si manejas los condimentos adecuados y yo estoy en pleno curso de "cocina expres".
No todo va a ser escribirte "te quieros" a las cinco de la madrugada, con el aliento de whisky y los ojos inyectados en tabaco rubio light, que mata pero no engorda.
Estoy decidido a aprender y estoy aprendiendo a decidir, con lo que querida mia, puedes rasgarme el pecho cuanto quieras.
Hoy por hoy, me gusta lo que veo.



domingo, 15 de julio de 2012

Regreso

A ti,
sabiendo que tras haber puesto distancia he estado más cerca de lo que he estado jamás de nada, o de nadie.
No podré dejarte nunca, nunca.
No podré deshacerme de esta loca obsesión que me obliga a llenarte de letras.
Vuelvo a escribir, porque aunque lo intente, no puedo vivir sin ello.
Porque en todos los textos siempre estará el primero, porque con cada bocanada de vida me hincho de palabras, me aturdo con el exceso de oxígeno que desprenden los párrafos, me pongo a salvo.
Quise no tener que hacerlo, pero esto también soy yo, o mejor; esto es todo lo que soy.
Vuelvo a sentir, porque aunque lo intente, no puedo vivir sin ello.
Vuelvo a sabiendas de que me iré vaciando en cada página, me iré muriendo poco a poco en cada frase, me iré sintiendo cada vez más cobarde de mi y más pleno de todo.
Vuelvo a este blog.
Vuelvo.

jueves, 21 de junio de 2012

Fuego en la sangre

Ha caído el sol y poco a poco la plaza se va llenando de gente.
El espacio escénico está acotado por seguridad.
Hoy nadie acude a la plaza para gritar consignas, ni para participar en asambleas.
Esta noche hay un espectáculo de fuego y malabares.
En el centro de la plaza, Fran, Isaac y Raúl se concentran bajo la atenta mirada de un gran número de personas, pequeños y grandes, que esperan con ilusión a que comience el show.
Los artistas, ataviados con pintorescas vestimentas que nos retrotraen a las películas de "Sandokan" se preparan para jugarse el tipo a cambio de cuatro cuartos y un montón de aplausos.
Son unos profesionales y en el momento en que comience todo, las rebajas en el caché, de por si ya bastante mermado, los impuestos, los gastos de material y transporte y en definitiva: todo aquello que hace que cada vez sea más difícil vivir de su pasión, quedará relegado a un segundo plano.
Yo me siento en el suelo, en primera fila, no me quiero perder ni un solo detalle de su actuación.
Les conozco, he tenido la suerte de actuar con Fran en una gala solidaria y se de lo que es capaz.
Comienza la música.
Los ritmos tribales a base de "djeembes" y "pitas" me hacen sonreír.
Para mi estos instrumentos simbolizan muchas cosas más. Muchachos y muchachas reclamando sus derechos a golpe de tambor, carreras por las calles, hartazgo de todo.
Pero mi amigo Fran mira al infinito y arroja sus mazas empapadas en keroseno que al combustionar, iluminan una noche perfecta para ser artista.
No se que es lo que tiene el fuego, pero a todos nos atrapa en el acto.
Ni un murmullo.
Los malabaristas van desplegando su arte y la precisión de sus movimientos reflejan la cantidad de horas de ensayo y trabajo duro que recaen sobre estos tres muchachos.
Levantan aplausos y vítores, yo aplaudo hasta que se me enrojecen las palmas de las manos, hasta que me duelen.
Aplaudo a mis amigos y de paso, aplaudo a todos los artistas que cada día se dejan los cojones en las plazas de este país de chorizos y especuladores.
Aplaudo a las personas que decidieron hacer de la ilusión y la sonrisa de los demás, una forma de vida.
Aplaudo sus noches sin dormir pensando la forma de pagar el gas y la luz, sus constantes telefonazos a los ayuntamientos tratando de cobrar facturas atrasadas, sus visitas al super, devanándose los sesos para encontrar las ofertas que les permitan llenar el carro y elaborar los consabidos menús a base de pasta y arroz y arroz y pasta.
Aplaudo su resignación ante las infamias de aquellos que abonan las poltronas con el sudor que les empapa la espalda, mientras las mazas ardiendo, dan vueltas y más vueltas en el aire.
Aplaudo a mis amigos, a mis compañeros y al orgullo de una raza especial: la de los artistas.
Termina el sol y la gente de desperdiga poco a poco.
Los muchachos sudorosos pero satisfechos por un trabajo bien hecho, recogen cuidadosamente el material y se lavan las manos chamuscadas y tiznadas de arte.
Nos tomamos una caña y aprovechamos para ponernos al día.
La vida no da tregua, nosotros tampoco pensamos dársela.
Seguid luchando compañeros, las plazas sin vosotros no son más que espacios vacíos de todo.

lunes, 4 de junio de 2012

Verbo

Estoy de acuerdo conmigo en casi todo lo que pienso y lo que siento.
No necesito de razones para autoproclamarme como mi propio verbo.
Soy lo que escribo cuando no puedo dormir, cuando no puedo sentir, cuando no puedo despojarme del recuerdo.
Por eso insisto en que no necesito de razones para autoproclamarme como mi propio verbo.
Trato de buscar estilos para disparar certeras las saetas que se agolpan en la armería.
Trato de buscar sentido en todo lo que me parece una tontería.
Apunto con la seguridad del que hace tiempo que ha perdido el miedo, y fallo premeditadamente cada blanco.
Nadie da de comer a las palomas que pasean sordomudas por delante de este banco.
Debe haber una autovía oculta entre la prosa y la poesía.
Debe haber otro camino más sencillo para relatar el día a día.
Doblo con esmero cada esquina retorcida de mi corazón, esperando encontrar siempre la misma cara conocida debajo del edredón.
Las palabras hacen enormes colas impacientes por salir de mi cabeza.
Se empujan unas a otras, las más avispadas se cuelan y casi siempre hay alguna que presenta por escrito y rubricada la misma queja.
"No me desperdicies"
Pero soy incapaz de hacerle caso, y la archivo.
Y con cada palabra que desperdicio me siento un poco más vivo.
Tengo siete petates del ejercito repletos de palabras malsonantes, de rimas nefastas, de textos delirantes.
Y millones de frases hermosas se van cubriendo de moho en el trastero.
Tengo siete oportunidades para ganarle a la vida jugando con las reglas de su propio juego.
Llevo la recámara repleta de recursos encontrados porque una vez se perdieron.
Juego con las erres, con las eses, con las cartas que me dieron.
Que no son malas, ni buenas, sino todo lo contrario.
Son veinticuatro tarjetas con las veinticuatro letras del abecedario.
Supongo que tengo que empezar a separar el grano de la paja, las sonrisas de las lágrimas, los comodines complacientes de la baraja.
Necesito ayuda,
cuando me siento a escribir siempre me asalta la misma duda:
ritmo, pulso, rima, calidad...
¿donde cojones han escondido la llave de la cerradura de seguridad?
Necesito abrir esta caja fuerte repleta de respuestas.
Necesito cubrir con holgura cada una de las apuestas.
Necesito saber si hay un acuerdo,
entre Dios y las razones que no necesito para proclamarme como mi propio verbo.




domingo, 27 de mayo de 2012

La nariz roja

Me la pongo la mayoría de los días en que necesito ser aún más payaso de lo que soy.
Se que una frase como la anterior va a dejarme la bandeja de entrada llena de comentarios ofensivos, pero como tengo el arma suprema de eliminarlos o de publicar aquellos que me salen de la pipa, me da bastante igual.
Es curioso lo que encierra este trocito de gomaespuma descolorida.
Ahora soy un tipo dolorido... ahora hago felices a los niños.
Ahora podría encaramarme al campanario de la iglesia más cercana con un fusil de reproches... ahora solo necesito una flor que arroje agua, un cañón de confeti y unos zapatos enormes.
Le facturo a la vida las sonrisas que me debe con la esperanza de que pague a treinta días y cada mañana compruebo mi cuenta corriente, desesperándome al ver que allí no ingresa ni Dios y sigo pidiendo sonrisas prestadas.
Entonces vuelvo a ponerme mi nariz y es como si una dosis de morfina penetrara por la vena con la premura de un caniche vestido de arlequín.
Cuando se me pasa el chuté, la guardo en el ropero, junto a las otras.
Tengo un ropero de lo más interesante.
En las baldas se agolpan las calzas verdes, los gorritos con las plumas deshilachadas por la velocidad de los picados desde la nube donde te sigo observando, las naricillas rojas, el uniforme de la PM, los trajes de vender pisos de lujo, las disculpas para cada vez que meto la pata.
El disfraz de "Power Ranger rojo", la falda de actuar en los pueblos de la Castilla más profunda y más amable, las fotos con tu rostro recortado, para no ver que te fuiste.
Las poquitas lágrimas que me dejaste.
Esas las he metido dentro de una bolsa de plomo, porque son radiactivas y lo podrían contaminar todo.
Tengo una maleta de cartón llena de ganas de hacer cosas.
Pero no encuentro la llave.
En una percha, estiradita,  está mi madurez. Todo el mundo insiste en que me la ponga, sin saber que me queda muy justita y  el botón del cuello me oprime la traquea.
Un cuaderno lleno de preguntas para plantear a los psicólogos.
El paquete de tabaco que terminará matándome.
Los traumas de verano y los de invierno, amontonados unos sobre otros.
Mi chaqueta de "Vesperdidos".
En el cajón de las personalidades hay media docena que tengo que remendar, la mayoría las zurci hace tiempo y se nota un poco que están viejas y desgastadas.
Aunque pasa lo de siempre: a la gente le encanta la de "simpaticote oportuno" y se horrorizan con la de "Alguien puede sacarme de aquí".
Bien planchaditas están las pesadillas en las que apareciste para recordarme lo crueles que pueden ser las cosas.
Las voy a llevar a Cáritas un día de estos.
La montonera de sueños eróticos me la quedo, me gusta releerlos.
Un momento...¡¡ya lo tengo!!
VOY A TIRAR TODA LA MIERDA DE UNA VEZ
Si señor...zafarrancho de limpieza.
Al carajo las fotos, los traumas, las lágrimas radiactivas y las personalidades grises.
Fuera telarañas y cagaditas de monstruo, que son como las de los ratones pero aristadas.
Tengo que hacer hueco para que ella pueda colocar todas sus cosas, que huelen a nuevo, a limpio, a oportuno y a felicidad.
También dejaré un pasillito por si alguien se decide a salir del armario un día de estos.
Nunca se sabe.
Me quedo con las naricillas rojas y en cuanto abran las tiendas me voy a ir a comprar una palanqueta para forzar la maleta de cartón.
También me quedo con mi ropa de Peter Pan.
Y mi chaqueta de "Vesperdidos".
Comida para las polillas, que se pongan hermosotas y se conviertan en mariposas. Así en vez de agujerear la ropa dejarán por toda la casa un rastro de arco iris.
Y de polvo de hadas.
Me mola el plan.
"Nianononiano"








jueves, 17 de mayo de 2012

La luz

Entra por una rendija de la persiana y me sacude de lleno en el rostro con fuerza, con toda la fuerza de la mañana.
Pesa como un yunque y no me queda más remedio que abrir primero un ojo (el de ver las cosas como son) y luego el otro (el de ver las cosas como me gustaría que fuesen).
Al mantener los dos abiertos al mismo tiempo, veo las cosas como yo las veo siempre: con un toquecito de mi mismo, el justo para adulterar esta vida tan dolorosa y convertirla en soportable, incluso en deseable.
Si la cosa se vuelve demasiado difícil me pongo las gafas de mirar hacia adentro.
Me ducho solo, dándole gracias a Dios por haber nacido aquí y ahora y poder ducharme solo, y no en compañía de un montón de hombres esqueléticos con la barba rala y pijama de rayas, horrorizados hasta recibir el consuelo de la primera gota, indolora, incolora e insípida.
Me seco frente al espejo y juego a imaginarme sin ojeras, con un holluelo en la barbilla o con una hermosa cicatriz en la mejilla.
Tengo muchas cicatrices, pero ninguna visible.
Una de ellas es de cuerpo entero, como la ropa interior de los bebés, con botones para dejar al descubierto las zonas más sensibles en caso de necesitar una cura oportuna.
Elijo la ropa con esmero. Cómo ya dije en una ocasión, a la gente no le gusta la tristeza ajena,así que me visto con todos los colores, con todos, con los que me favorecen y con los que no, con todos a la vez.
Y salgo a la calle, deseando no encontrarme con el  ladrón que me robó la sonrisa, o encontrármelo de una vez por todas y reventar la cerradura del cofre donde guarda todo lo que ha robado, aunque ya nada de eso volverá a relucir como antes; se pudrió, se estropeó, se convirtió en inmundicia.
De todas formas me he comprado un montón de ellas en el "chino" de la esquina; de sonrisas, quiero decir.
Vienen con una goma para que te las puedas anudar en torno a la cabeza y no se te caigan,
A mi ya no se me volverán a caer pero, por si acaso, guardo una en cada bolsillo.
LLego desganado al trabajo que no tengo y que consiste ni más ni menos que en trabajar mucho cada día para no ganar dinero y, deber el dinero que no gano a todo el mundo.
Con lo que no gano no pago las facturas ni compro comida, ni me visto, ni viajo.
Debería coger la baja...total, hasta en este trabajo hay que justificar las ausencias.
Me tomo un café donde siempre y como cada mañana me lo pido extra amargo de noticias nacionales e internacionales.
Continuo con lo mio que es enfrentarme a una novela que levantará ampollas entre los que previamente levantaron la muralla entre la felicidad y todo lo demás.
Que se jodan, francamente, porque no podrán ocultar la´verdad de todo y será público el dolor.
Y la vergüenza, la suya y la mía.
Como rápido para no darme cuenta de que el plato que pongo frente al mio en la mesa volverá intacto a la cocina.
Pero estás tú.
Y aunque nadie quiere cantar con nosotros porque piensan que desafinamos, a mi me vuelve loco tu forma de llevar el ritmo.
Ok...la melodía es jodidamente difícil, pero es lo que tiene la música: no por fuerza la más sencilla ha de ser la más hermosa.
Que fluya.
Que limpie todo lo demás.
Que nos sirva para cerrar los ojos y tararear
Y llevar el ritmo con los dedos tamborileando sobre la madera de la barra de algún bar.
¿Qué más necesitamos ahora?
¿Qué más se le puede pedir al momento en el que estamos?
Que la luz vuelva a entrar un día más por una rendija de la persiana,sacudiéndome de lleno en el rostro con fuerza, con toda la fuerza de la mañana.






viernes, 11 de mayo de 2012

Allí

Tú.
Y yo aquí.
Tú dormida en tu cama y yo tratando de dormir.
Tan estúpidos los dos como para echarnos de menos.
Yo jugando a que a pesar de todo puedo soportar que conozcas mis defectos,que por cierto...son muy pocos, escasitos si acaso.
Tú perdonándome todas y cada una de mis faltas porque en el fondo sabes que errar es tan humano, como respirar,maldecir, o comprar ropa interior en un mercadillo.
Yo rebuscando en el bolsillo el dinero que no debería haberme gastado.
Tú haciendo cuentas de las veces que me ha costado decir "te quiero".
Yo escamoteando a mi memoria un par de cubatas de entre todos los garitos.
Tú decidiendo que pase lo que pase, diga lo que diga o haga lo que haga, es mejor que pida tan solo coca cola light.
Los dos rememorando el trocito de sábana necesario para sacar el demonio que llevamos dentro, que se nutre de encontronazos ocasionales y feroces, sudorosos y certeros.
Yo, alimentado de todos los "yos" que me han pedido fuego a las tantas en la barra del último bar que permanecía abierto, para que alguno de mis "yos" se acercara a tontear con la camarera.
La camarera sudada y hasta "el mismísimo" de todos los tipos como yo.
Y en el fondo sabes a ciencia cierta que no podemos vivir el uno sin el otro.
A ti te cansa tu vida, a mi me duele el recuerdo.
También me duele el estómago de tragar vilis e higadillos y mierdas de esas que jamas hubiera pensado que tendría que tragarme.
Yo deseando sacudir la ostia más precisa en el mentón del cobarde.
Tú sujetándome...que lo mato.
Los dos deleitándonos con el sinsabor de una historia por la que nadie apuesta.
Los dos.
Y eso de momento, aunque ninguno se lo crea, basta.



lunes, 7 de mayo de 2012

Sin mácula


Dicen los entendidos que el principio de una buena historia debe ser, al menos, tan brillante como el final.
La suya pudo haber sido una de las mejores pero se quedó en otra historia más.
Su madre lo parió en menos de diez minutos, a la sombra de una de las moreras que se encontraban antaño en la ribera del Pisuerga.
Tras arrancarse ella misma el cordón umbilical y la placenta, lavó al recién nacido en las aguas del río y aunque no era una mujer creyente, los miedos ancestrales y las costumbres de la época se impusieron a su odio a todo aquello que oliese a sotanas, y de aquella manera, torpe y ausente de toda fe, bautizó al pequeño. Por si acaso.
Durante unos cuantos años madre e hijo malvivieron de la caridad de los vallisoletanos que paseaban por los jardines de la rosaleda.
En ocasiones, cuando acuciaba la necesidad, aquella mujer, algo ajada por la mísera  vida que llevaba, pero aún hermosa y apetecible, aliviaba las necesidades más íntimas de algún solitario paseante a cambio de unas monedas.
El muchacho creció sano y fuerte, libre, como los gorriones que pululaban entre las ramas de los árboles; tímido y curioso, como los ratoncillos que infectaban las riberas.
Nadie como él conocía las orillas del Pisuerga.
Los gendarmes acudían en busca de su ayuda cuando desaparecía alguna persona, sabedores de que aquel rapaz encontraría el cuerpo del accidentado o del suicida porque, durante una larga temporada, a los desesperados de la ciudad les entró la fea costumbre de arrojarse a las aguas turbulentas y gélidas que parecían insinuar a aquellos que quisieran decidirse a saltar un futuro sin miserias.
Miguel (así se llamaba aquél muchacho de corta estatura, cabello oscuro y ojos claros) buceaba entre las raíces podridas, entre los restos fosilizados de toda clase de enseres, entre los pecios  fantasmales de chalupas y barcazas.
Buceaba como una nutria.
Mientras los gendarmes liaban cigarrillos y requebraban a las jovencitas que paseaban en la seguridad de la tierra firme, Miguel lograba vislumbrar una silueta atrapada entre líquenes.
Al principio, cuando comenzaron a encargarle estas misiones de búsqueda recompensadas generosamente por las familias de los fallecidos, Miguel aún quedaba impresionado por la expresiva mirada de los ahogados.
Ahora ya casi podía ignorar aquella sensación extraña que emanaba de los cuerpos sin vida y que era como una presencia, como un grito, como si el cadáver le sostuviera la mirada solicitando otra oportunidad, a él, que no era más que un niño.
Haberlo pensado antes- Le hubiera gustado decir a Miguel, pero sabedor de que sus palabras ya no serían escuchadas, ahorraba oxigeno y energía para la vuelta a la superficie.
Miguel solo debía señalar el lugar donde se encontraba el cuerpo, de lo demás ya se encargaban los gendarmes, que hacían descender a un par de hombres sujetos con cuerdas y armados con extraños balones de oxígeno y hachas y herramientas de todo tipo, quienes recuperaban el cadáver, mordisqueado por los peces y las ratas.
En ocasiones, si se había notificado la desaparición tardíamente, el difunto presentaba un aspecto terriblemente desagradable.
Hinchados por los gases de la putrefacción, amoratados por la falta de oxígeno, y con las extremidades semiamputadas por los mordiscos de carpas, lucios y barbos, aquellos sacos de carne vestidos con lazos y chorreras resultaban a un tiempo ridículos y terribles.
No había excepción. Al identificar al familiar, el pariente encargado de ello, terminaba arrojando el desayuno o el almuerzo por encima del murete de contención, cosa que los patos agradecían enormemente, dando buena cuenta de los restos deglutidos y regurgitados.
Miguel entendía aquello como el ciclo de la vida.
En una ocasión, a finales de la primera década del siglo, siendo Miguel ya un joven hecho y derecho, los gendarmes se acercaron a buscarle acompañados de un caballero de impecable apariencia y, a tenor del trato que le dispensaban los uniformados, aquel señor debía ser alguien realmente poderoso.
Le explicaron a Miguel que aquel señor era ni más ni menos que el gobernador civil y que tenía la triste sospecha de que su hija, a quien había prohibido tajantemente cualquier contacto con un escritor de la villa de quien estaba enamorada, podría haberse lanzado a las aguas del río, en una suerte de postrera acción poética.
Miguel nada sabía aún del amor.
Despojándose de la ropa, estudió por unos instantes la dirección del viento, la fuerza de la corriente y el tamaño de los remolinos.
De un salto se zambulló en el río y su instinto y la interpretación de diferentes señales le llevaron a sondear una zona determinada, junto al puente mayor.
El día era soleado y las aguas corrían más limpias de lo que era habitual en aquella ciudad, donde los vecinos consideraban el río como su estercolero particular.
No tardó demasiado en dar con lo que buscaba y ojalá no lo hubiera hecho nunca.
Los rubios y largos cabellos de la muchacha, se extendían hacia la superficie, como una flor buscando los rayos de sol.
El vestido, de fina gasa, empapado, se ceñía al cuerpo oprimiendo unas formas que se mostraban absolutamente deliciosas.
Parecía como si la muerte hubiese querido dejar a aquella chiquilla allí, sin tocar apenas, en una suerte de homenaje o de monumento a lo absurdo del ser humano.
Ni los peces ni ninguno de los voraces animalillos que pueblan el río habían degustado aún aquella carne blanca y firme.
En los ojos de la muchacha, solamente una inmensa tristeza.
Miguel salió a por aire fresco y tras unos segundos, volvió a sumergirse.
Era preciosa, era el ser más hermoso que había visto en su vida y en aquel mismo instante decidió consagrarse a aquella diosa y si fuera necesario, llegado el caso, morir por ella.
Con serenos embustes, aseguró al señor gobernador que, de haberse arrojado al Pisuerga su hija, él la hubiera encontrado, cosa que corroboraron los gendarmes, gustosos de darle al caballero alguna esperanza.
El gobernador, de su mismo bolsillo, hizo entrega a Miguel de una considerable cantidad en agradecimiento por sus servicios, y ordenó que se detuviera al joven poeta y se le interrogara con cualquier medio, hasta que confesara donde se encontraba su hija.
Los ojos del gobernador, otrora poblados de desesperación y de dudas, se tornaron glaucos e inmisericordes, como los de un marrajo.
Miguel lamentó lo que le pudiera suceder al poeta, pero su sentimiento de culpa tan solo duro unos instantes, ya que en cuanto se quedó de nuevo solo, volvió a sumergirse.
Los días pasaban y la joven seguía permaneciendo milagrosamente incorrupta.
Miguel no encontraba más explicación a aquel suceso que la fantasía de que Dios había puesto a aquella muchacha en el río para que fuera amada en su muerte, más de lo que fue amada en vida.
Y él la amó.
La amó hasta la desesperación y la locura.
Poco a poco dejó de comer.
Pasaba más tiempo en el lecho del río que en la superficie, su piel se cuarteó, agrietada por la excesiva humedad.
Se abrazaba al cadáver y permanecía así hasta que los pulmones parecían estallar, entonces volvía a la superficie a recobrar el aliento y una vez que se había alimentado del oxígeno necesario, volvía a descender.
Miguel enloqueció de amor.
En su locura, entablaba largos y apasionados diálogos con la hija del gobernador.
Miguel no conocía ya ni quería más vida que la ausencia de luz al lado de su amada.
Y una mañana, Miguel decidió quedarse para siempre a su lado.
Se lastró las ropas con tanto peso como pudo acarrear y, echando un último vistazo a su alrededor, repudió la vida en la superficie y se dejo arrastrar junto a la joven de cabellos rubios, ojos tristes y labios húmedos.
Meses después, un remero que trataba de recuperar el abanico de su joven prometida, dio con los dos cuerpos, llevándose tal susto que casi fallece ante el macabro descubrimiento.
Cuando los gendarmes consiguieron subir a la superficie los cadáveres, la gente se arremolinó para deleitarse con el morbo de aquel espectáculo.
Ambos cuerpos estaban absolutamente destrozados, corrompidos por el paso de los meses bajo el agua, pero lo más curioso es que se encontraron fundidos en un abrazo que ni la fuerza de las aguas había podido separar porque, aunque la carne termina siempre por corromperse, el amor, en ocasiones, sobrevive.


martes, 1 de mayo de 2012

Alitas de plumón blanco.

Aunque la mayoría de las personas no pueden verlas.
Mi hermana pequeña tiene los ojillos azules, rasgadillos, como si fuera oriental.
Tiene los rasgos más bonitos del mundo, porque son absolutamente limpios.
Si te mira y sonríe, te das cuenta de que solo unos pocos pueden mirarte y sonreír desde esa distancia, desde un lugar con el que soñamos y al que muy pocas veces podemos acceder.
Cuando mi hermana pequeña ve en la pantalla de la tele algún tipo rubio con patillas, señala y dice "es Juan" y se ríe.
Se ríe porque es feliz, aún sabiendo que no soy yo, es feliz porque ve a personajes que se me parecen y le recuerdan a mi.
Y eso es genial.
Es genial que alguien sonría al recordarte.
El día que nació, los doctores no pudieron ver sus alas y procedieron a dictaminar que padecía "Síndrome de Down", que es la denominación que la medicina ha inventado para los ángeles.
Vivimos en un mundo que inventa nombres nuevos para bondades antiguas.
Yo tenía doce años y mentiría si no os dijera que me enfurecí con Dios o como quiera que se llame el tipo que maneja los hilos ahí arriba.
Pero eso es porque en mi ignorancia, asocié su alteración genética con la desgracia y la vergüenza.
Y durante años, no fui digno de su amor desmesurado, porque al caminar con ella por la calle sentía que otros niños nos miraban y hacían muecas.
A mi madre, muchas señoras de misa diaria con abrigos de animales muertos y restos de ostras colgadas del cuello le aseguraban condescendientes lo "cariñosos" que son "estos niños" y la suerte que tenia porque "estaría siempre a su lado, haciéndola compañía".
Estimulación precoz y colegios especiales, aulas de integración y trabajo en casa.
Y mi hermanita coloreando sin salirse, los dibujitos de un cuaderno Disney.
Y poco a poco, descubrí que mi hermana vino a este mundo para que la familia permaneciera unida.
Yo, que soy un tipo egoísta y que suelo anteponer mi placer personal al resto de necesidades familiares, he aprendido que no hay nada mas hermoso que el cariño de los tuyos.
Ver como se le ilumina la cara cuando nos sentamos todos a la misma mesa es un espectáculo.
Consigue con un gesto apaciguar las discusiones y rescatar lo más puro de cada uno de nosotros.
Ver a mis padres, esforzarse día tras día para que siga siendo la niña más feliz del universo, anteponiendo por encima de cualquier otra cosa la sonrisa de mi hermana me reconcilia con el género humano.
Ver al resto de mis hermanos desvivirse para que no se le apague el brillo de los ojos me reconcilia con el género humano.
Saber, que por muchas puñaladas que me de la vida, por muchas noches que pase sentado ante este teclado, con un vaso en la mano y una lágrima en los ojos, preguntando que coño he hecho mal y hasta donde seré capaz de aguantar, al día siguiente iré a casa y mi hermana me cogerá la mano y me curará al sonreír. Como en el anuncio de la Mastercard, no tiene precio.
Y anoche, en una de las noches donde más cerca he estado de pedir que se parara el bus, que me bajaba, ante la desesperación que produce el sentirse perdido, no tuve más que cerrar los ojos para ver las alitas de plumón blanco de mi hermana.
Yo no se como hacerlo mejor, pero para ella siempre está bien.
No se como despojarme de todo lo que me sobra, pero eso a ella no le importa, porque luego ve en la pantalla de la tele un tipo rubio con patillas y sonríe.
Solo se que tengo suerte, porque en el reparto, a mi me ha tocado un ángel.





jueves, 26 de abril de 2012

Con la frente marchita

Como en el tango...pero sin un pañuelo blanco al cuello, ni traje de rayas, ni sombrero ladeado.
Tan solo eso, la frente marchita y el pitillo en la boca.
Volver.
Arrabalero y ebrio de perfumes diversos.
El tuyo se mezcla con el de otras y de alguna manera me resisto a que se pierda ese aroma entre todos los demás.
Si te digo la verdad, no se cuantos han impregnado mi cama.
Las nieves del tiempo platearon mi sien, cubrieron el tejado y convirtieron la calle en una pista para que se deslicen juguetones todos y cada uno de los recuerdos.
Si consigo levantar la vista del mármol blanco de la mesa pediré otro trago y con suerte, como en aquella canción, me lo servirán en una copa rota.
Así me siento esta noche.
Solo, en un bar de solitarios que se sientan ante lápidas pringosas de coñacs baratos que no saben más que a tristeza y a tangos.
Se que a veces me pongo de lo más funesto, pero que quieres que le haga...no todo van a ser palmas y pitos.
Ayer tocaba reírse entre un asalto y otro, comentando los mejores momentos del lance recién finiquitado y hoy toca rememorar el momento en el que supe que como tantas otras, tu historia se llevaría un pedacito más de mi.
Quisiera ser díscolo, pero puede que para eso también requieran una estatura mínima.
Me doy, porque no se hacerlo de otra manera, con cada jadeo que se me escapa del cuerpo y espero impaciente los frutos de la respiración entrecortada, los ojos entornados y la espalda arqueada.
Y no soy capaz de darme cuenta de que nada crece en este terreno baldío.
Pensar, que es un soplo la vida, que veinte años son nada, que febril la mirada, errante en la sombra te busca y te nombra, y te nombra y se resiste a dejar de hacerlo.
Y veinte años es demasiado tiempo.
Veinte años son suficientes para que fermente una amistad mentirosa, un cuerpo bonito y una promesa de amor eterno.
La camarera me juzga con cada mirada de reproche y trastabillando llego hasta la puerta.
En la calle me espera un coche verde bajo la lluvia, con las luces del warning parpadeando un temita de Gardel.
Me da igual si el agua cae de arriba abajo o de abajo arriba. Me empapa el abrigo y hace que se formen charquitos donde ahogarte sin remedio.
Quizás no es la persona más adecuada para escapar de los coches patrulla, pero la mujer que conduce tiene una nariz bastante bonita y la conversación adecuada en el momento en el que me siento más necesitado de escuchar a una mujer con la nariz bonita con la conversación adecuada.
Quien sabe si supieras, que nunca te he olvidado, volviendo a tu pasado, te acordarás de mi.
Hoy es una noche perfecta para reventar un bandoneón a martillazos, para bailar con la más hermosa y para apurar botellas mirándome al espejo.
Que el mundo fue y sera una porquería ya lo se...
Por favor, llévame a mi casa: Corrientes 348, segundo piso, ascensor.






martes, 17 de abril de 2012

Más jodido que Drácula con caries.

Así me encuentro desde hace unos cuantos días.
En el lugar donde otrora se encontró un excelente molar, hoy tan solo hay un cráter de proporciones bíblicas.
Semejante parcela virgen, tan bien situada, rodeada de agua y con excelentes vistas a la lengua no podía pasar inadvertida por las bacterias de urbanismo y allá que se han ido las muy hijas de puta, a recalificar y a plantar sus banderolas de resort en construcción.
Hace un par de jornadas han debido comenzar las obras y con el remover de tierras, las acometidas y demás, no pego ojo por las noches.
Lógicamente he tratado de detener semejante barbarie urbanística presentando la correspondiente denuncia en forma de antibiótico a las autoridades de mi boca, pero aún teniendo la ley de costas de mi parte, ya saben ustedes como funciona esto.
Lo peor ha llegado esta noche.
Se conoce que una gran masa de bacterias jipis, han decidido hacer frente a la sinrazón y apelando a lo profundo de las raíces que nos unen ( que por cierto...estan al aire), se han encadenado a los restos de hueso y han plantado allí sus tiendas.
Un no parar.
Desde las once de la noche con los bongos y los djembees, las guitarritas y las cariocas de fuego, venga a fumar canutos, a beber "salibotxo" y a ponerse hasta el ojete de ibuprofeno mientras gritaban consignas del pelaje de: "del cráter de juanete, no nos moverán" o "las caries para los que las disfrutan", "toma las caries" y "no nos mires, unete".
Hay que joderse.
A eso de las cuatro de la mañana la guardia urbana ha debido cargar, utilizando esos métodos tan amables por los que se caracterizan las fuerzas de orden público al servicio de los intereses económicos y, aquello ha sido un dislate, un caos y un chocho malagueño.
Mientras yo rezaba a todos los santos pidiendo aplacaran semejante dolor, los agentes del orden bucal han soltado ostias como si no hubiera mañana.
Todo ha sido un correr de jipis magullados de un lado a otro, arrojando flores y sandalias de esparto.
Lo peor es que cuando las unidades de intervención ya tenían acorralados a los últimos grupúsculos "power-flower" han aparecido las bacterias antisistemas, perfectamente organizadas y utilizando tácticas de guerrilla urbana y vuelta la burra al trigo.
Los guardias se han replegado hasta la encía, donde han repelido como podían la lluvia de cascotes óseos que los antisistema han arrancado a lo bestia de todas partes, hasta que han llegado refuerzos con mangueras y material antidisturbios.
Ha cobrado hasta la prensa y las imágenes de una pobre bacteria melenuda aporreada en el suelo van a dar la vuelta al mundo.
Como es lógico, yo no puedo soportar semejante injusticia y he elevado mi queja hasta el tribunal supremo, es decir...a las doce tengo hora en el dentista.
Se van a ir a tomar por el mismísimo, los jipis, los guardias, los antisistemas, las excavadoras y toda la flora que habita en mi cavidad bucal y que me tiene hasta la punta del pijo.
Tanta tontería ya...coño!!!!

jueves, 12 de abril de 2012

Se sentó

en el borde justo de la cama, allí donde los pliegues de las sábanas forman gigantescas cordilleras rocosas y poquito a poco comenzó a despojarse de la ropa, de los miedos y de las historias pasadas.
No de todas, obviamente, tan solo de aquellas que le llevaron a tatuarse una enorme lágrima negra en el pecho.
Mientras dobla con esmero la camisa blanca, imagina lo sencillo que es convertirse en otra persona.
Uno, puede transformarse en cualquiera, incluso en aquella mujer que decidió no volver a leer un periódico, ya que gracias a tanto dolor impreso con tinta sucia, había dejado de creer en la poesía.
Dejar de creer en la poesía es dejar de creer en los besos, en los ocasos, en los niños yunteros, en las cebollas que lloran y tienen cien cañones por banda y vientres de luz y canciones desesperadas.
En los corazones más abiertos y en las mentes más torturadas.
Él prefiere imaginar vivencias.
Puede imaginar que es una muchachita llena de inseguridades que se pregunta porque coño trabaja en esta hamburguesería grasienta, después de haberse pasado media vida estudiando. ¿Quizás porque el destino no le reserva nada más?
Ni de coña.
Él, que ahora es también ella, va a demostrale y va a demostrarse que los sueños se envuelven en torno a un largo bastón blanco, como el algodón de azúcar de la feria.
Mastica todo lo que le queda por hacer y disfruta de los recovecos del futuro.
Es y será un ente pleno limitado únicamente por su ego, no por las circunstancias del mercado laboral, ni por esos ángeles sospechosos que la aman encerrándola en un armario, restringiendo las visitas y supeditando los " te quieros" a los terrores del macho dominante.
Caen los pantalones como en una de esas comedias italianas, de repente, con solo desabrochar un botón.
Y abandona los peligros de ser ella para volver a convertirse en él.
Por un momento se excita al descubrirse medio desnudo y acaricia la idea de dedicarse un ratito.
Y vaya si lo hace, se dedica cientos de reproches, los que caben en un dormitorio en penumbra y eyacula excusas que no sirven para nada.
Pero a él lo reconforta.
Vivir en ocasiones es una gran jodienda, pero de pronto aparece algo o alguien que dota de significado real a la V a la I a la D y a la A...y silbando la canción de moda en "radio tira palante" comienza a recoger las prendas que hace tan solo unos minutos o unos recuerdos, le resultaban tan húmedas.
Ahora están calentitas y amorosas y se viste como quien hace el amor con alguien inesperado.
Sonriendo.
Puede ser quien le apetezca porque puede escribirse la vida que se le ponga en la punta de la pipa, pero le pese a quien le pese, le gusta ser simplemente
YO.

viernes, 6 de abril de 2012

La nieve

ha decidido caer durante el mes de abril y ante semejante suceso, Campanilla ha aprovechado para blanquear la fachada de la casa y que haga juego con el jardín.
Pliega sus alitas a la espalda y se recoge los negros cabellos en un moño alto, porque aunque a Disney le resultara más comercial teñirla de rubio, Campailla es morena, como su madre y como la madre de su madre.
Peter está fuera, hoy tenía sarao con los guerreros indios y seguramente vuelva tarde.
Lo más normal es que a media noche reciba uno de esos sms a los que es tan aficionado el señor Pan, en el que de la forma más elegante y más bonita, le diga que se va a liar, que la noche estará llena de estrellas y que ella será siempre la más hermosa, y de paso, que no lo espere despierta.
Y no va a esperarlo...estaría bueno.
Pero lejos de amargarse, Campanilla está de un humor estupendo.
Al fin y al cabo, ella es un hada y está llena de luz, de fantasía y de magia y poquitas cosas la sacan de sus casillas.
Solo Peter... y la píldora anticonceptiva
Tuvo que dejar de tomar la píldora porque con tanta hormona se le revolucionaba la imaginación y siempre terminaba fantaseando con que era una mujer feliz. Además las rutinas no son muy del gusto de las hadas y lo de tomarse la pastillita todo los días era un Cristo del copón.
La mitad de los días olvidaba hacerlo y en más de una ocasión se encontró temblando de miedo con la primera falta.
Quiere horrores a Peter pero es plenamente consciente de que sería un padre espantoso.
Que coño, es Peter Pan...el ejemplo eterno de la falta de madurez.
Una vez le insinuó que le encantaría tener una niña y en su vida lo vio volar más alto, ni más rápido.
Es un tipo encantador, muy simpático y muy cariñoso, pero bastante egoísta.
Lo que ella no sabe, es que Peter vive en una lucha eterna con esa personalidad que tanto daño le ha hecho.
Muchas noches se hace el dormido en la cama y la escucha revolverse entre las sábanas, sin pegar ojo.
A Peter le encantaría abrazarla y decirla que todo esta bien, pero lejos de eso, alza un poquito el vuelo y cacarea.
Obviamente no es la mejor de las maneras de decirle a alguien lo mucho que le quieres, aunque ese alguien sea un hadita de ojos verdes que brilla en la oscuridad.
Peter aporrea el teclado de su ordenador tratando de escribirse un personaje a medida de todo lo que ama y con cada página tan solo consigue un fracaso más.
Peter está lleno de amor, y no sabe como hacérselo ver.
Peter también llora cuando se queda solo y traza figuras en el aire con la punta de su daga.
Todas se parecen a ella.
Todas son las más hermosas.
Una vez se lo dijo. Una vez escribió que a pesar de todo, ella era la mujer más maravillosa y más bonita de cuantas se habían cruzado en su vida, y que por eso mismo tenía que aprender a salir corriendo.
Cojones...mal que le pese, es Peter Pan.
Campanilla está dejando la casa preciosa, con las paredes remozadas, las ventanas impolutas y el espejo del baño calibrado de tal forma que al encender los farolillos, la imagen se refleja más nítida que nunca.
Todo está perfecto, la alcoba huele a sándalo, la cocina a leña y el aire a despedida.
Ha puesto las maletas de él junto a la puerta y ha doblado muy despacito las calzas verdes y el jubón.
Ha recogido todos sus libros y sus juegos de la "play" y ha hecho media docena de bolsas con las fotos de sus ex.


Peter volverá tarde esta noche.
Esta noche, sin embargo, volverá demasiado tarde.
Al llegar a casa comprenderá. Sin hacer ruido tomará sus pertenencias y sin pararse siquiera a dedicarle una lágrima, se echará a volar muy despacito, tan despacito que ni su sombra podrá alcanzarlo.

martes, 3 de abril de 2012

Color de esperanza.

Supongo (porque el suponer siempre lleva implícito un elemento de duda) que pintar la vida color de esperanza, como dice la canción, es la mejor de las opciones a la hora de poner un pie en el suelo a las ocho de la mañana y darte cuenta de que las cosas cada día están más jodidas para todos.
Siempre he sido un tipo de lo más optimista, incluso cuando algunos decidieron hacer de mis entrañas un hermoso alfiletero, por lo que no tengo costumbre de rasgarme las vestiduras, arrancarme los cabellos entre gritos y vaticinar la llegada del fin del mundo, cual maya puesto hasta las cejitas de ayahuasca.
Yo soy más de los que ven brotes verdes donde otros solo ven escapes de gas, suicidas en potencia y amapolas marchitas.
Imagino que la vida es como los juegos de azar, si uno piensa que va a ganar, si está convencido de que se avecina una buena mano, tiene más posibilidades de que los cuatro ases se acerquen cariñosos y decidan pasar un ratito a tu lado.
El poder de la ilusión es maravilloso.
Proyectar con fuerza los deseos ayuda a conseguir lo que uno se propone.
También es cierto que esta regla no se cumple cuando pretendes pasar del metro sesenta y ocho al metro noventa, o de los quince centímetros a los veintidós, pero bueno...al fin y al cabo eso no son más que naderías, comparado con alcanzar la felicidad.
Y la felicidad está ahí, esperando que nos dejemos caer por el salón de su casa.
Se que habrá quien me diga que "una mierda va a estar ahí", pero yo a estos los invito a bucear un poquito en la amargura y preguntarse que es lo que realmente les haría felices.
Yo me contento con poco, y puede que esa sea una de las claves para pasarme el día sonriendo.
Esa...y las inyecciones de colágeno.
Hay que tener ambición, en eso no entra ningún tipo de duda, pero debe de ser una ambición positiva y asequible.
Soñar con imposibles solo lleva a desesperarse.
Os estaréis preguntando a que cojones viene toda esta chapa que os estoy soltando: pues simplemente a que esta mañana ha comenzado una pelea entre mi cuenta corriente y mi frigorífico, para ver quien de los dos está más vacío y he decidido que lejos de arrojarme al tren, le voy a poner al mal tiempo buena cara...a ver que pasa.
Y seguiré sembrando, porque espero cosechar algún día.
Y pintando la vida color de esperanza.
Es un color bien chulo y no se va con el agua.

jueves, 29 de marzo de 2012

Desde la nube más alta

y es mala suerte, porque solía posarse en un nube barrigona y oscura, mucho más cerca del suelo.
Pero cuando las cosas están por salir mal, terminan saliendo mal...o peor que mal.
El caso es que Peter voló hasta la nube más alta y se sentó a pasar el rato, a meditar, a maldecir y a cortarse las uñas de los pies con la daga recién afilada, que será Peter Pan, pero no puede descuidar ciertos detalles.
Culpa suya, porque si estuviera a lo que tiene que estar, tendría que haberse dado cuenta de que se le terminó el polvo de hadas, lo consumió todo ascendiendo, pero como tiene la cabeza en un millón de cosas, ironías de la vida, por una vez en su vida no pensó en los polvos.
La del dedo gordo del pie izquierdo se le resistió y en la pugna, perdió el equilibrio y cayó.
Probó a pensar en algo encantador como dice la puta canción de Disney, y por mucho que le diera a aquella navidad, en que vio al despertar, juguetes de cristal, rápidamente se dio cuenta de que se iba a pegar la gran ostia.
Joder...que mierda de muerte para un tipo que era el paradigma de la inconsciencia.
De haberlo sabido se hubiera dejado traspasar por el acero de Garfio, o se hubiera casado con la petarda puritana de Wendy que será rubia y tendrá los ojos azules, pero se empeña en apagar la luz del dormitorio mientras él la desnuda de inocencia.
O se hubiera dejado morir de algo mucho peor.
Pero nada...iba camino de espachurrarse la pluma del sombreo y los sesos contra los adoquines de Londres.
Hizo un rápido balance de su vida y descubrió que a pesar de todo, había estado bastante bien y no la cambiaría por ninguna otra vida.
Siglos desflorando sirenas y princesas indias y gritándole a Campanilla lo imposible de todo.
Siglos quitándole la pasta del bocata a los niños perdidos y contando chistes de marineros borrachos.
Ahora que había decidido enamorarse hasta las trancas, colgar las calzas, madurar y quedarse dormidito después de hacer el amor, va y se cae de la puta nube.
Todo va cobrando forma rápidamente ahí abajo.
Antes de hacer un hermoso collage contra el asfalto con los restos de sus dudas, Peter cierra los ojos y la imagina pidiendo otra caña.
Entonces sucede: un golpe seco y en medio de la calle un muchacho que se levanta sorprendido, sacude los restos de asfalto del sombreo y comienza a caminar en su búsqueda.
Peter se hace mayor.

domingo, 25 de marzo de 2012

Pólizas.

En ocasiones me quedo sentado en silencio pensando en ella y los recuerdos cortan como navajas de barbero.
La sangre cae despacito poniéndolo todo perdido y no puedo evitar preguntarme que cojones pasó, para que aquello que relucía hasta fundirme las corneas, se terminara oxidando.
Supongo que las historias de amor tienen fecha de caducidad, como los yogures del Alimerca.
Supongo que hay noches en las que uno no debería quedarse en casa.
Supongo que hay mujeres que no entienden a la primera las caídas de ojos y los folios en blanco como el puto SOS que son.
Me paso la vida rellenando botellas con mensajes absurdos, y con cada marea mi playa se llena de irónicos vidrios recubiertos de coral.
En ocasiones me quedo sentado en silencio maldiciendo su cintura, su mirada, su discurso ambiguo, su llanto embustero y su puto afán por pasar la carne una y otra vez por la picadora, hasta hacer de aquel romance un faraónico filete ruso.
Y de aquellas noches una colección limitada de películas para adultos.
Nada más.
Porque todo lo demás se fue al carajo el día que decidió buscar una cerveza más fresca en otra nevera.
Y me veo relegado a preguntarme si hago bien en volver a rellenar las cámaras.
El caso es que ahora, que me encuentro vislumbrando el vaso medio lleno de nuevo, me da miedo que venga otro hijo de puta y lo apure de un trago.
Pero claro, tampoco vamos a quedarnos aquí esperando a ver si asoma la patita por debajo de la puerta.
Y tampoco vamos a tocar la campana de la barra libre, otra vez.
No se si sentirme dichoso o contratar una póliza que lo cubra todo, si existe tal póliza.
Que cubra lo que quede de sonrisas, por si vuelven a mutarse en monosílabos.
Lo que quede de aventura, por si decidimos ser normales.
Que cubra los silencios que se generan cuando levantamos demasiado la voz y solo sabemos despedirnos a gritos.
No estoy muy puesto en seguros, ni muy seguro en mi puesto.
Me dan ganas de arrojar el fusil y abandonar la posición.
Aunque tampoco estoy en posición de abandonar nada.
Puede que lo que tenga que hacer es seguir aquí preguntándome que coño es lo que tengo que hacer.
O salir corriendo, quemar el móvil y tratar de encaramarme a los tacones de la mujer que me roba el sueño.
Y dejarme llevar sin sopesar las consecuencias.
Y tatuarme de una vez a Peter Pan atrapado en un tintero.
Y esperar a que decida que esta noche es la perfecta para dormir conmigo, sin que yo se lo pida, sin que la insista, sin que se sienta presionada.
Seguiré despierto, con el teléfono a mano, por si me echa de menos y pretende algo más que un mensaje de texto.

viernes, 23 de marzo de 2012

Barbecho

Mi colega se ha cortado las rastas a escondidas, el solito, con sus tijeras de andar por casa, frente al espejo del cuarto de baño.
Supongo que se le escapó alguna lágrima o algún recuerdo o algún deseo, pero eso no me lo va a contar, ni falta que hace, porque ese momento es solo suyo.
Hace exactamente ocho años que me corté las mías, eran tan solo dos, y una de ellas adherida, pero eran mis rastas.
Mi colega piensa que ya ha vivido lo suficiente y que los años le han dado un ultimátum.
Que gilipollez.
Porqué es la clase de persona que te levanta cualquier lunes gris.
Un animal social, un trocito de película de los setenta.
Mi amigo vuela cometas porque al dejar resbalar el sedal entre las manos está proyectando su propio yo, que no es ni más ni menos que un alma que se resiste a permanecer anclada en una realidad que se le queda pequeña.
Claro que si...suelta carrete.
Vespas, cometas, rastas...
Al carajo con lo convencional, que la vida no son formalismos.
Ahora lo ves todo de color Violeta, violeta, violeta. Y es un color precioso.
Te queda mucho por hacer y me apunto.Me apunto a cualquier sueño que te apetezca porque nos forjamos con sueños y con cervezas oportunas y fresquitas.
Me apunto a los buenos ratos.
Me apunto a los ratitos de dudas y de miedo también, que para eso estamos los colegas.
En el fondo los dos sabemos que hay algo acojonante que está escondidico por ahí, esperando.
Tómatelo con calma.
Termoescud, guantes de invierno y parca.
Un perro pulgoso en el cófano.
La última caña en el bar donde aún te sirva la camarera más dócil.
Y la certeza de saber que la mujer que te aguarda es aquella que elegiste de entre todas las mujeres donde podías elegir.
Bien hecho...muchacho.
Pero no se te ocurra olvidar que fue ella la que te eligió a ti, no te engañes.
Te lo digo yo, que siempre fui el sobrante de los equipos del patio del colegio.Entiendo de esto.
Mientras ellos soñaban con ser Butragueños yo embestía molinos, gobernaba el Pequod y descendía al centro de la tierra.
Pasa del colesterol, cambia la bujía y prepara la mochila.
Nos vamos a vivir.

jueves, 22 de marzo de 2012

Salta

desde lo más alto de tus prejuicios y libérate de todo lo que te impide ser humano.
Cómo un estilismo de Lady Gaga, llevamos adheridos al cabello trozos de carne y sangre procedente de absurdas delimitaciones territoriales, de estúpidas confrontaciones económicas.
Yo no soy más blanco, ni más negro, ni mi Dios es mejor que el de nadie, ni más justo, ni concede la parcela mejor en el paraíso de los embusteros.
Soy un animal capaz de hacer pinza con el dedo gordo de la mano, pero se me han olvidado las nociones básicas de la manada.
Inherente al ser humano es también el amor, no solo la envidia, la avaricia y el odio.
Que vergüenza ver como nos zancadilleamos unos a otros, como enterrados en el fango hasta las rodillas, nos sacudimos garrotazos de petróleo y caladeros, de gaseoductos y banderas.
En mi nombre se generan dramas a diario, yo no he pedido eso.
Por eso quiero saltar y que en la caída hasta el mullido colchón de abrazos se vayan desprendiendo todas esas mierdas que me han regalado al nacer.
"Europeo", "caucásico", "clase media", "católico", son todo términos no necesarios.
Soy un hombre dispuesto a comulgar con todos los hombres, dispuesto a repartir lo poco que quede en igualdad de condiciones, porque es muy jodido disfrutar algo entre cadáveres hambriento.
"Deuda pública", "crisis", "rescate", vocabulario funesto acuñado por los mismos que se visten con las pieles de los indígenas y se abanican con las placentas de los que no bailan a su son.
Hoy deciden que mis derechos son inalienables y mañana se harán un "turulo" con la carta magna para esnifar sonriendo lo que quede de justicia.
Tratan de impedir que salte ofreciendo caramelos venenosos con forma de vacaciones en Punta Cana, de tarjetas plasticosas y viviendas que son prisiones.
Ya no puedes sentarte a descansar en un banco, ahora el banco te exprime, te despoja del descanso y se nutre y engorda como una garrapata, con las sangre de los trabajadores.
Quiero un hermoso avatar que cabalgue los océanos buscando un pedacito de tierra emergida en cualquier parte, donde aún no haya que cuadrarse y saludar al señor oscuro de la miseria.
Tenemos que despertar de esta pesadilla inducida.
Mi trinchera está en el teclado y en las tablas de la escena.
Dispuesto a saltar, dispuesto a luchar.

sábado, 17 de marzo de 2012

Alma de fado

Tomó el tranvía junto al Panteón y ya no quiso bajar nunca.
Duerme en un rinconcito, detrás del último asiento y los conductores le permiten hacer del vagón su hogar, porque en el fondo todos le entienden...incluso le tienen cariño.
Los turistas lo consideran una rareza más de las muchas rarezas que se dan en Lisboa y cada día hay más monedas en el cuenco del hombre del pelo amarillo.
Se cuentan muchas historias sobre él: Hay quien dice que enloqueció al darse cuenta de que había dejado escapar al amor de su vida. Otros hablan de un delito en algún país muy lejano, o muy cercano y se rumorea que la sangre derramada le persiguió hasta los escalones del tranvía y que tiene miedo a abandonar su refugio, porqué estará esperándolo en la acera.
Nadie sabe que en realidad, tiene alma de fado y venas de guitarra.
Recorre Lisboa una y otra vez cada día, de la mañana a la noche porque en realidad, él es Lisboa.
Es todos y cada uno de los lisboetas.
Sueña en el "barrio alto" y reposa las digestiones de su conciencia en el mirador de "Portas del sol".
Llora en los Jerónimos y vomita en Santa Apolonia.
No hay nada que le invite a cambiar su recorrido.
Se enternece cada enero recordando revoluciones floreadas, saluda desde el cristal a Pessoa y a Camoes y orina su duermevela en la "Plaza del comercio".
Solo el hombre del pelo amarillo conoce la verdadera historia.
Caminó durante años tratando de escapar del recuerdo más doloroso y sus pies cansados le llevaron hasta aquella ciudad, cuna de mezclas y de navegantes ilustres.
Reventó los nudillos contra el mentón del olvido y se sentó desolado con el rostro entre las manos.
Entonces abrió los ojos y lo vio todo claro.
Sería Lisboa.
Y aquí esta, estación tras estación, año tras año, vida tras vida.
Tararea fados mientras se afeita con cuidado de no cortarse en las curvas y sonríe a las señoras japonesas que le observan con recelo.
Alguien dijo de Lisboa que es como una "faca na corazao", como una navaja en el corazón.
Y es cierto.
Él está herido de muerte y agoniza sonriendo en cada viaje del tranvía.

viernes, 16 de marzo de 2012

No se que me gusta más

si esperar a que te decidas a besarme, o la sensación tan maravillosa de acercarme de repente a tus labios y llevarme lo mejor de la cosecha.
Sentirte tan cerca que saltan chispas con la fricción y la ropa se volatiliza como por arte de magia.
Se fusionan los núcleos.
Y se me crea un conflicto horroroso, porque es jodidamente difícil decirte que te quiero cuando tengo la lengua ocupada en otros menesteres.
Y además, en ese punto del combate, las palabras bonitas se empapan de fluidos y pierden credibilidad.
Cualquier postura es la mejor de todas y la mejor de todas viene siendo aquella que me permite mirarte a los ojos mientras me abro un hueco en lo más hondo de tu ser.
No quiero perder detalle.
No quiero perderme en detalles superfluos.
Amar a una mujer ha sido siempre el mejor de los errores que he cometido a lo largo de toda una vida llena de errores.
Deberíamos inventar un nuevo género cinematográfico. Al igual que hay "cine de terror", debería haber "cine de error".
Rodar una peli en el preciso instante en el que te da un vuelco el alma y eres absolutamente consciente de que la has vuelto a cagar.
Pero estamos tan concentrados en desabrochar sostenes, que cualquiera sale corriendo a por la cámara.
Tengo setecientos millones de terminaciones nerviosas en cada poro de mi piel y todas entran en Defcon 1 cada vez que me susurras un deseo.
Nacido para querer, y entrenado por un monje Saolin en las artes amatorias.
Seré lo que quieras que sea durante el tiempo que necesites y de la manera que mejor te convenga.
Me hice un zumo con los tabues y la moral y con trocitos de "eso no se hace" y "ahí no se toca".
Me da igual el hambre que tengas, yo nunca me sacio.
Jamás.
Seguro que un montón de mojigatos y de personas confundidas y de personas con la absurda costumbre de ponerle rostro y nombre a cada uno de mis devaneos en este blog, van a montar en cólera, pero como dijo Red Butler en "Lo que el viento se llevó": Francamente querida, me la suda. O algo así.
Me debo a mis sentimientos y al volcán que vive latente en mi cabeza.
Me debo a la necesidad de escribir lo de puta madre que se siente uno cuando hace el amor con una mujer preciosa, o con un hombre simpático.
O con una mujer simpática y un hombre precioso y un pequeño monito vestido con uniforme de botones y gorrito con barbuquejo.
Me toca sobremanera los cojones haber tenido que poner un filtro de seguridad en los comentarios porque haya quien quiera apropiarse de cada linea que huele a un recuerdo.
Y no voy a justificar la esencia de lo que desde hace dos décadas ha sido mi playa y mi refugio.
Hoy, mis dedos saltan y golpean y convergen lujuriosos en la barra espaciadora.
Mañana le cantaré a la muerte y pasado me reiré de los viajes a la luna.
Y que más da.
Besar, gemir, matar, robar,dormir,beber, follar, llorar...todos, menos amar, son verbos.
Amar es una realidad.
Sentirse amado una delicia.
Escribirlo un desahogo.

domingo, 11 de marzo de 2012

Corto de fichas

Pero me he jugado todo mi resto.
Soy principiante en esto y prefiero lanzar un "all-in", porque aunque tenga la mano franca estoy convencido de que alguien en la mesa se ma va a dar la vuelta y me voy a marchar a casa más pelado que un marine en día de permiso.
Tu ya estás en la cama.
Yo no se que hacer con todo esto.
Me gustaría estar sentado a los pies de tu "cunita", preguntando que tal va todo y acompasando mi respiración con la tuya, pero hasta eso es jodidamente complicado, por no decir imposible.
Lo cierto es que ni tan siquiera puedo enfadarme porque esto es lo que he firmado y estoy dispuesto a vivir con ello, aunque me gustaría que de vez en cuando el crupier levantara la carta que necesito.
No obstante me resultas increíblemente atractiva.
Todo.
Ahora soy "el bloguero" confundido que lo apuesta todo a un naipe, a una señal, a una jugada.
Me marco el farol inoportuno en la única partida donde admiten jugadores como yo.
Esta bien eso.
De todas formas:
Procura no hacer demasiado ruido el día que decidas reventarme los esquemas; yo abriré el paraguas por si los reproches me empapan el cuello de la camisa.
Si te digo que te quiero... mal; si no te lo digo, peor aún que lo peor que se me pueda venir a la cabeza, porque no solo te lo oculto a ti...seguramente lo termine marchitando.
Y con la de cosas que nos quedan por hacer todavía, sería un absurdo andar dejando que se marchiten las palabras bonitas.
No te vayas, ni te des la vuelta en la cama, ni me digas que el sofá se nos queda pequeño.
Simplemente trata de entenderme.
Y de quererme lo mejor que puedas.
Yo me acercaré a la barra y pediré otra, porque me apetece que sigas bailando. Estas muy guapa cuando bailas.
Como cantan los Extremo: "sigo preso, pero ahora el viento corre alrededor...por mis pecados sigo preso".
Sigue soplando.
Llévate los olores, y los miedos, despeiname y haz que la baraja entera flote muy alto y se desperdigue sobre los tejados de este Valladolid que en ocasiones nos regala un día tan bonito como el de ayer.
Concédeme un poquito de tu brisa, despójame de lo que me quede de ropa, haz que vuele la cama.
Mírame a los ojos.

miércoles, 7 de marzo de 2012

A un lado de la via

en medio de la nada.
Esperando el tren que me lleve hasta donde llevo años queriendo llegar.
Han pasado tantos...uno detrás de otro.
De todos los tamaños, de todos los colores.
Humeantes y ruidosos, repartiendo cortes de manga de carbonilla.
Y chinazos proyectados contra las vacas que pacen indolentes y tremendas, como espectadoras inertes de cada viaje perdido.
Me siento a un lado de la vía, con mi mochila llena de lo que me han permitido conservar.
Y quiero llegar hasta ti, pero te empeñas en negarme el billete.
Solo lo quiero de ida, de esa forma me aseguro no regresar al punto donde me encuentro, que viene siendo más o menos, una ciénaga espantosa en vaya usted a saber donde.
Si me agacho sobre la traviesa, escucho un ruido intermitente y lejano, y noto en cada latido las vibraciones que me recuerdan lo lejos que te encuentras.
Que jodido es tener las piernas tan cortas y saber que mis zancadas son como chistes al lado de los que se apresuran a tu encuentro.
Quiero que Sam la toque otra vez, porque no me canso de escucharla, pero el amigo pianista ha cogido su sombrero del perchero y se ha marchado contigo.
Y me habéis dejado solito...cabrones.
No me da miedo tratar de encaramarme al vagón del vagabundo.
Cualquier cosa, cualquier metáfora, cualquier oportunidad.
Quiero no perder este tren.
Es el mio, es el que tengo.
Quiero que se abra diez centímetros la puerta corredera y aparezca tu mano tendida y aferrarme a ella y correr y dar un salto y caer entre tus piernas y reírnos y retozar sobre decenas de neumáticos apilados de cualquier forma.
Pero contigo, contigo joder...¿ qué idioma hablas? ¿porqué no me comprendes?
¿Porqué tienes tanto, tanto miedo?
Supongo que será porque la vida puede ser un insecto nauseabundo, que te ha clavado su aguijón y aún te escuece.
Pero yo no voy a hacerte daño.
Solo te voy a querer.
De la mejor forma que pueda, de la mejor forma que sepa.
Aunque sea en la distancia.
Saca la cabeza de la tierra.

sábado, 3 de marzo de 2012

Querida Campanilla

te echo mucho de menos.
me enseñaste a volar y, sin tu polvo de hadas mi vuelo es torpe y errático.
Me falta tu luz, como a lo largo de toda nuestra vida.
La tuya es una luz intermitente: hoy me alumbras, mañana no. Pasado mañana volverás a hacerlo.
Es una putada querernos tanto y no querernos lo suficiente.
Anoche volví a emborracharme con Garfio, el lloraba por lo suyo y yo, intenté no derramar ni una lágrima.
Pero es lo que tiene el "Grog" del bucanero...suelta la lengua y el corazón.
Y deja una resaca espantosa.
Esta mañana algo ocultó el sol y levanté la vista al cielo deseando que fueras tú, pero no era más que otra jodida nube.
Me duele la cabeza y me duele tu ausencia.
Me has empujado a ser mayor, pero por mucho que lo intente no soy capaz, porque aunque nos pese a los dos, siempre seré Peter.
Y tu siempre serás un hada.
Mi vida son vasos vacíos y rotos, noches en una cornisa junto al Big Ben, duelos a muerte con espadas de madera.
¿Donde se esconden tus ojos?
Quisiera volver a encontrar en ellos la mirada que tanto miedo me dio una vez.
Me acostumbraré al conformismo del recuerdo.
Sigo atrapado en el interior de un tintero y sigue sonando, una y otra vea, la canción más bonita del mundo.
Tuyo siempre.
Peter Pan.

jueves, 1 de marzo de 2012

Emocionado y agradecido.


Hoy la señorita Estela Labajo (ilustradora) y un seguro servidor de ustedes, presentamos nuestro primer libro: Historias para según qué días.
Para mi este libro, simboliza muchas, muchas cosas.
Representa el caer y levantarme, el dejar de lamerme las heriditas, el correr un "estúpido" velo sobre mis miserias.
Este libro nace con un "Juan" debajo del brazo.
En cada página, en cada relato, hay un trocito de las veces que no supe llorar y para llegar hasta el resultado final he sacrificado mi luto.
Solo hemos colocado una cita, perteneciente a la película "amores perros" y dice así: "Porque también somos lo que hemos perdido".
Y es cierto, pero somos también lo que vamos encontrando.
Yo te he encontrado a ti, a él, a ellos, a ellas, a ella.
Y mi mundo está repleto de personas maravillosas y de amigos sinceros y no puedo evitar emocionarme un poco al escribir este post.
Soy pobre como una rata, mi frigorífico está lleno de nada (de "nada", integral por supuesto, que me cuido) puede que este mes tenga que calentar la casa echando el vaho o a base de cariño.
No me importará leer a la luz de una vela y si quiero éscuchar música pondré a cantar a los monstruos del armario, porque ya no me asustan y los he disfrazado de coro rociero.
No me iré al caribe, ni siquiera a Cuenca, ni quiero irme.
Pero soy rico, inmensamente rico porque no me falta un abrazo, ni una sonrisa, ni una cerveza al sol con mis amigos.
No me falta una palabra de apoyo, ni un empujón oportuno.
Me dais cada día la gasolina para mi ruta por la vida, con mi vespita y un montón de chalados en sus locos cacharros.
Tengo ilusión, toda, toda me la he quedado yo.
Y toneladas de gratitud se agolpan por todos los rincones de mi casa.
Porque lejos de dejarme caer muchos os habéis encadenado conmigo al árbol más frondoso.
Y vuelvo a levantarme sonriendo porque se que os tengo ahí.
Emocionado y agradecido, solamente queda decir...gracias por vivir.
Gracias.

miércoles, 22 de febrero de 2012

El pastor de Ostras.

El pastoreo de ostras es una profesión con futuro, aunque ciertamente carece de toda emoción.
Te sientas con tu cayado en una roca junto a la piscifactoría y observas el silencioso devenir de los bivalvos.
Mi perro se muere del asco, ladrando a las gaviotas y soñando con perseguir carneros briosos y devolverlos al redil.
En ocasiones preparo la onda y practico la puntería contra una boya meteorológica.
No se mueve, ni salta, ni corre agazapado como el lobo, ni clava en los tuyos sus amarillentos ojos, desafiante, como el lobo.
Porque yo soy más de enfrentarme al lobo y sostenerle la mirada, pero eso es precisamente lo que me ha llevado a esta situación.
El lobo es una especie protegida, el pastor no.
Saco un rato la flauta y entono una melodía serena, melancólica, de esas que no hablan de amor.
Me dejaron bien claro los amos de la finca que no hablara de amor a las ostras, porque pueden perder las perlas.
Y es que yo siempre soñé con ser Miguel Hernández, pastor de cabras y poeta.
Y me he convertido en un pastor de ostras, relegado a cantar las excelencias del salitre depurado.
Es muy duro sentarme aquí cada mañana, con el alma llena de todo, con un saco de versos remendados.
Poderoso animal el lobo, que te muerde sin clavarte los dientes y te mata el ganado sin llegar a hacer sangre.
Mis ostras sin embargo, no me dicen nada.
Ni me miran.
No puedo sentir su aliento en la nuca, mientras un escalofrío me recorre el cuerpo preparando cada músculo para el enfrentamiento definitivo.
Abren un poco las valvas y filtran el agua de mar, recubriendo poco a poco sus durezas de nácar.
Yo vigilo solamente que el cielo no se desplome sobre ellas.
Y me guardo los poemas en un bolsillo en el pecho, junto al corazón.
Pero en el fondo no me importa, porque los tengo todos en la cabeza y llegará el día en que pueda recitarlos.
Sin miedo, porque el miedo mata.
Y paraliza.
Este es un oficio como otro cualquiera, aunque más triste.
Da igual...merece la pena.

martes, 21 de febrero de 2012

Yo te lo escribo.

Si no te gusta tu mundo escribiré uno perfecto para ti.
Solo dame las medidas y los colores; los aromas, los sonidos que te ayudaron a vivir en este.
Si no te gusta tu mundo no te preocupes, crearé uno a tu capricho.
Un mundo a la carta.
Donde seas a un mismo tiempo la más poderosa reina y la más feliz de las campesinas.
Donde haya mil palabras para cada imagen y mil imágenes para cada momento de paz.
Un mundo sin miedo, sin rencores, sin sufrimiento y sin duelo.
Si no te gusta tu mundo lo borramos y aprovechamos la tinta para describir todo lo que siempre has querido ver y aún no has visto.
Y lo llenamos de espacios verdes y de estanques y de noches de verano.
Lo podemos abarrotar de aliteraciones, de hipérboles y onomatopeyas.
De metáforas reales, de dientes que son perlas y rosas que son mejillas.
Cada punto y aparte será un continente, cada paréntesis un océano y cada coma un velero para navegar con el viento a tu favor.
Si no te gusta tu mundo chapotea en mis cuartillas y disfruta del olor del papel mojado.
Túmbate sobra una linea y tápate con un edredón de párrafos, porque de noche refresca y te puedes quedar fría.
Hay un bosque de diéresis, una cordillera de tildes y un maizal de comillas.
Puedo hacerte un collar con las más bellas mayúsculas.
Solo dime que lo llevarás siempre.
Si no te gusta tu mundo, hay vida en cada carga de mi pluma.
Seré el Dios que todo lo escribe y tú mi raza predilecta.
No tendrás que adorarme, solo dejarme observar hasta que punto puede llegar a ser perfecta la creación, o hasta que punto los dioses caen atragantados de ego.
Puedes rezar a la métrica difusa y desfogarte en rituales salvajes.
Y cada vez que cometas un pecado pasaremos el corrector y podrás volver a ser radiante.
De esa forma no habrá mácula y serás siempre sin tacha.
Si no te gusta tu mundo se lo regalaremos a los banqueros y a los políticos, a los que no saben amar, a los miserables y a los que disfrutan con la tragedia.
Y dejaremos participar del texto a quienes sepan leer en calma.
Si no te gusta tu mundo, en él ya no tengo hueco, ni esperanza.
Construiré un arca con cien millones de barras espaciadoras y me ocuparé de embarcar una pareja de cada especie que no se haya corrompido aún.
Porque el mundo que te escriba ha de ser perfecto.
Solo así dejarás de sufrir.

domingo, 19 de febrero de 2012

Sale el sol

Y por un momento parece que todo lo demás se esconde.
Se colocan sillas y mesas en las terrazas, los niños toman calles, plazas y parques y comienza una revolución de buen rollo, botellines de cerveza y cáscaras de pipa.
Los abuelos alimentan palomas y recuerdos y rememoran cuando paseaban con el uniforme de bonito en los días de permiso, del brazo de aquella novia.
Los perros se olfatean el culo unos a otros, los policías municipales hacen la vista gorda y sonríe hasta el controlador de la Ora.
Una niña con coletas y la boca llena de berretes llora desconsolada junto al cucurucho caído de un helado de chocolate.
Sale el sol, y yo, y tu, y todos.
Mis amigos cierran filas en la barra, tantos, tan majos, tan dispuestos a todo por mi.
Y yo por ellos.
No tenemos un duro, pero nos sobran sonrisas.
Un artesano confecciona pulseras de cuero en su puestecillo de mimbre, mientras saborea cada calada fragante del tabaco de su pipa.
El gato dormita encaramado en un alero del tejado y la melena de campana de la catedral proyecta su sombra sobre las familias que abarrotan la avenida.
Se esconderá esta tarde dejando paso a la luna, pero hoy ha sido un bálsamo.
Con la noche volverán los monstruos.