lunes, 4 de junio de 2012

Verbo

Estoy de acuerdo conmigo en casi todo lo que pienso y lo que siento.
No necesito de razones para autoproclamarme como mi propio verbo.
Soy lo que escribo cuando no puedo dormir, cuando no puedo sentir, cuando no puedo despojarme del recuerdo.
Por eso insisto en que no necesito de razones para autoproclamarme como mi propio verbo.
Trato de buscar estilos para disparar certeras las saetas que se agolpan en la armería.
Trato de buscar sentido en todo lo que me parece una tontería.
Apunto con la seguridad del que hace tiempo que ha perdido el miedo, y fallo premeditadamente cada blanco.
Nadie da de comer a las palomas que pasean sordomudas por delante de este banco.
Debe haber una autovía oculta entre la prosa y la poesía.
Debe haber otro camino más sencillo para relatar el día a día.
Doblo con esmero cada esquina retorcida de mi corazón, esperando encontrar siempre la misma cara conocida debajo del edredón.
Las palabras hacen enormes colas impacientes por salir de mi cabeza.
Se empujan unas a otras, las más avispadas se cuelan y casi siempre hay alguna que presenta por escrito y rubricada la misma queja.
"No me desperdicies"
Pero soy incapaz de hacerle caso, y la archivo.
Y con cada palabra que desperdicio me siento un poco más vivo.
Tengo siete petates del ejercito repletos de palabras malsonantes, de rimas nefastas, de textos delirantes.
Y millones de frases hermosas se van cubriendo de moho en el trastero.
Tengo siete oportunidades para ganarle a la vida jugando con las reglas de su propio juego.
Llevo la recámara repleta de recursos encontrados porque una vez se perdieron.
Juego con las erres, con las eses, con las cartas que me dieron.
Que no son malas, ni buenas, sino todo lo contrario.
Son veinticuatro tarjetas con las veinticuatro letras del abecedario.
Supongo que tengo que empezar a separar el grano de la paja, las sonrisas de las lágrimas, los comodines complacientes de la baraja.
Necesito ayuda,
cuando me siento a escribir siempre me asalta la misma duda:
ritmo, pulso, rima, calidad...
¿donde cojones han escondido la llave de la cerradura de seguridad?
Necesito abrir esta caja fuerte repleta de respuestas.
Necesito cubrir con holgura cada una de las apuestas.
Necesito saber si hay un acuerdo,
entre Dios y las razones que no necesito para proclamarme como mi propio verbo.




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