Si no te gusta tu mundo escribiré uno perfecto para ti.
Solo dame las medidas y los colores; los aromas, los sonidos que te ayudaron a vivir en este.
Si no te gusta tu mundo no te preocupes, crearé uno a tu capricho.
Un mundo a la carta.
Donde seas a un mismo tiempo la más poderosa reina y la más feliz de las campesinas.
Donde haya mil palabras para cada imagen y mil imágenes para cada momento de paz.
Un mundo sin miedo, sin rencores, sin sufrimiento y sin duelo.
Si no te gusta tu mundo lo borramos y aprovechamos la tinta para describir todo lo que siempre has querido ver y aún no has visto.
Y lo llenamos de espacios verdes y de estanques y de noches de verano.
Lo podemos abarrotar de aliteraciones, de hipérboles y onomatopeyas.
De metáforas reales, de dientes que son perlas y rosas que son mejillas.
Cada punto y aparte será un continente, cada paréntesis un océano y cada coma un velero para navegar con el viento a tu favor.
Si no te gusta tu mundo chapotea en mis cuartillas y disfruta del olor del papel mojado.
Túmbate sobra una linea y tápate con un edredón de párrafos, porque de noche refresca y te puedes quedar fría.
Hay un bosque de diéresis, una cordillera de tildes y un maizal de comillas.
Puedo hacerte un collar con las más bellas mayúsculas.
Solo dime que lo llevarás siempre.
Si no te gusta tu mundo, hay vida en cada carga de mi pluma.
Seré el Dios que todo lo escribe y tú mi raza predilecta.
No tendrás que adorarme, solo dejarme observar hasta que punto puede llegar a ser perfecta la creación, o hasta que punto los dioses caen atragantados de ego.
Puedes rezar a la métrica difusa y desfogarte en rituales salvajes.
Y cada vez que cometas un pecado pasaremos el corrector y podrás volver a ser radiante.
De esa forma no habrá mácula y serás siempre sin tacha.
Si no te gusta tu mundo se lo regalaremos a los banqueros y a los políticos, a los que no saben amar, a los miserables y a los que disfrutan con la tragedia.
Y dejaremos participar del texto a quienes sepan leer en calma.
Si no te gusta tu mundo, en él ya no tengo hueco, ni esperanza.
Construiré un arca con cien millones de barras espaciadoras y me ocuparé de embarcar una pareja de cada especie que no se haya corrompido aún.
Porque el mundo que te escriba ha de ser perfecto.
Solo así dejarás de sufrir.
martes, 21 de febrero de 2012
domingo, 19 de febrero de 2012
Sale el sol
Y por un momento parece que todo lo demás se esconde.
Se colocan sillas y mesas en las terrazas, los niños toman calles, plazas y parques y comienza una revolución de buen rollo, botellines de cerveza y cáscaras de pipa.
Los abuelos alimentan palomas y recuerdos y rememoran cuando paseaban con el uniforme de bonito en los días de permiso, del brazo de aquella novia.
Los perros se olfatean el culo unos a otros, los policías municipales hacen la vista gorda y sonríe hasta el controlador de la Ora.
Una niña con coletas y la boca llena de berretes llora desconsolada junto al cucurucho caído de un helado de chocolate.
Sale el sol, y yo, y tu, y todos.
Mis amigos cierran filas en la barra, tantos, tan majos, tan dispuestos a todo por mi.
Y yo por ellos.
No tenemos un duro, pero nos sobran sonrisas.
Un artesano confecciona pulseras de cuero en su puestecillo de mimbre, mientras saborea cada calada fragante del tabaco de su pipa.
El gato dormita encaramado en un alero del tejado y la melena de campana de la catedral proyecta su sombra sobre las familias que abarrotan la avenida.
Se esconderá esta tarde dejando paso a la luna, pero hoy ha sido un bálsamo.
Con la noche volverán los monstruos.
Se colocan sillas y mesas en las terrazas, los niños toman calles, plazas y parques y comienza una revolución de buen rollo, botellines de cerveza y cáscaras de pipa.
Los abuelos alimentan palomas y recuerdos y rememoran cuando paseaban con el uniforme de bonito en los días de permiso, del brazo de aquella novia.
Los perros se olfatean el culo unos a otros, los policías municipales hacen la vista gorda y sonríe hasta el controlador de la Ora.
Una niña con coletas y la boca llena de berretes llora desconsolada junto al cucurucho caído de un helado de chocolate.
Sale el sol, y yo, y tu, y todos.
Mis amigos cierran filas en la barra, tantos, tan majos, tan dispuestos a todo por mi.
Y yo por ellos.
No tenemos un duro, pero nos sobran sonrisas.
Un artesano confecciona pulseras de cuero en su puestecillo de mimbre, mientras saborea cada calada fragante del tabaco de su pipa.
El gato dormita encaramado en un alero del tejado y la melena de campana de la catedral proyecta su sombra sobre las familias que abarrotan la avenida.
Se esconderá esta tarde dejando paso a la luna, pero hoy ha sido un bálsamo.
Con la noche volverán los monstruos.
martes, 14 de febrero de 2012
¿Esto será amor?
Un día vas tan tranquilo, paseando por la vida, lamiéndote las heridas y planteándote seriamente no volver a tropezar con la misma piedra, cuando de repente se te cruza alguien con la sonrisa más bonita del mundo.
En ese mismo instante en el que al girarte para mirarla el trasero (porque las sonrisas molan, pero los culos bonitos...)te comes una farola, ella también se vuelve.
Vale que te ha visto hacer el más estrepitoso de los ridículos, pero se ha reído y uno, que sabe lo que vale la risa de una mujer, cae al suelo con la nariz rota por tres sitios, pero feliz.
Ha vuelto a pasar.
El puto alienigena del amor se te ha echado encima y antes de que pudieras decir "crisis", ya te se te ha amorrado al pilón y te está inoculando sus gérmenes alegremente.
Te levantas como "Lobezno", el de la "Patrulla X". Tus heridas han cicatrizado milagrosamente y te brotan unas garras de las de seiscientos euros al mes en afiladores.
La quieres, joder si la quieres.
El resto del universo se diluye como una sacarina en un descafeinado caliente y solo estás tu, su sonrisa, su trasero y la puta farola.
Pero da igual porqué: TE HAS ENAMORADO
Ala...ya la hemos vuelto a liar.
Obviamente no puedes salir de allí sin su número de teléfono, o el de su portal o el de la copa de su sostén.
Aparecen en los tejados miles de pajaritos que cantan y trinan y contienen sus esfínteres.
El sol brilla más de lo normal y el conductor del "8" detiene el autobús para que corras a su encuentro.
Es todo tan jodidamente hermoso que te entra una diabetes súbita del copón, pero nada nada, aún así, apuntando mentalmente comprar gramo y medio de insulina te acercas a la moza.
Y cuando llegas a su lado notas como rejuveneces hasta convertirte en un parvulito tímido y mocosón.
Ella no tiene más que clavarte las pupilas en tu pupila azul;" y que es poesía, me preguntas...poesía es"...¡¡¡es ...es lo que ahora mismo no me viene a la cabeza, coño!!!
Como en una peli de Tarantino, todas las imágenes de mis anteriores relaciones pasan apresuradas, trágicas y absurdas, en la pantalla de mi cerebro.
Rápido...di algo muchacho.
Balbuceo como Woddy Allen puesto de orfidal y de forma misteriosa consigo que vuelva a reírse.
Tras comprobar que llevo la bragueta abotonada, me lanzo a invitarla a un café, o a una caña o siete hijos rubitos con los ojos azules.
A todo si.
¡¡¡OH, My good!!!
Whitney resucita para cantarme al oído la canción del guardaespaldas en el momento en que ella me roza descuidadamente.
-Prométeme que antes de dejarme por otro, tendrás la delicadeza de lobotomizarme al menos.
Vuelve a reírse, lo llevo claro.
El puto "Corte Inglés" ha ganado otro adepto que el día 14 correrá como un poseso por los pasillos surtidos de bombones, flores, colonias, relojes y estampitas de Hello Kity.
Pero me da igual, mientras me siga queriendo.
En ese mismo instante en el que al girarte para mirarla el trasero (porque las sonrisas molan, pero los culos bonitos...)te comes una farola, ella también se vuelve.
Vale que te ha visto hacer el más estrepitoso de los ridículos, pero se ha reído y uno, que sabe lo que vale la risa de una mujer, cae al suelo con la nariz rota por tres sitios, pero feliz.
Ha vuelto a pasar.
El puto alienigena del amor se te ha echado encima y antes de que pudieras decir "crisis", ya te se te ha amorrado al pilón y te está inoculando sus gérmenes alegremente.
Te levantas como "Lobezno", el de la "Patrulla X". Tus heridas han cicatrizado milagrosamente y te brotan unas garras de las de seiscientos euros al mes en afiladores.
La quieres, joder si la quieres.
El resto del universo se diluye como una sacarina en un descafeinado caliente y solo estás tu, su sonrisa, su trasero y la puta farola.
Pero da igual porqué: TE HAS ENAMORADO
Ala...ya la hemos vuelto a liar.
Obviamente no puedes salir de allí sin su número de teléfono, o el de su portal o el de la copa de su sostén.
Aparecen en los tejados miles de pajaritos que cantan y trinan y contienen sus esfínteres.
El sol brilla más de lo normal y el conductor del "8" detiene el autobús para que corras a su encuentro.
Es todo tan jodidamente hermoso que te entra una diabetes súbita del copón, pero nada nada, aún así, apuntando mentalmente comprar gramo y medio de insulina te acercas a la moza.
Y cuando llegas a su lado notas como rejuveneces hasta convertirte en un parvulito tímido y mocosón.
Ella no tiene más que clavarte las pupilas en tu pupila azul;" y que es poesía, me preguntas...poesía es"...¡¡¡es ...es lo que ahora mismo no me viene a la cabeza, coño!!!
Como en una peli de Tarantino, todas las imágenes de mis anteriores relaciones pasan apresuradas, trágicas y absurdas, en la pantalla de mi cerebro.
Rápido...di algo muchacho.
Balbuceo como Woddy Allen puesto de orfidal y de forma misteriosa consigo que vuelva a reírse.
Tras comprobar que llevo la bragueta abotonada, me lanzo a invitarla a un café, o a una caña o siete hijos rubitos con los ojos azules.
A todo si.
¡¡¡OH, My good!!!
Whitney resucita para cantarme al oído la canción del guardaespaldas en el momento en que ella me roza descuidadamente.
-Prométeme que antes de dejarme por otro, tendrás la delicadeza de lobotomizarme al menos.
Vuelve a reírse, lo llevo claro.
El puto "Corte Inglés" ha ganado otro adepto que el día 14 correrá como un poseso por los pasillos surtidos de bombones, flores, colonias, relojes y estampitas de Hello Kity.
Pero me da igual, mientras me siga queriendo.
sábado, 11 de febrero de 2012
Salta la rana
desde un nenúfar próximo y al zambullirse en las aguas del estanque crea infinidad de ondas concéntricas.
Cada onda es un anillo, cada anillo una historia, cada historia un deseo.
Llega a la orilla de juncos donde los renacuajos la esperan sentaditos, con las ancas cruzadas y los ojos muy abiertos.
La ranita de voz serena comienza por el "había una vez", que es la mejor de las formas para comenzar con lo que sea.
Y es que -había una vez, hace mucho, mucho tiempo, tanto que al echar la cuenta apenas me alcanzan los siglos, una hermosa princesa enamorada de un bufón.
La princesa necesitaba reír, el bufón vivía tan solo de sus besos.-
Hace una pausa la ranita y deja que los renacuajos sitúen la acción en un castillo de altas torres adornadas con cientos de pendones y estandartes.
Imaginan rubia a la princesa, con los ojos muy azules, luciendo un hermoso vestido blanco.
Al bufón unos lo piensan pequeñito y desgarbado, otros lo tienen más claro y saben que debajo de los cascabeles y las borlas, se halla un joven muy especial.
Retoma el hilo : -Una mañana, al despuntar las primeras luces del día, la princesa y el bufón ensillaron el corcel más brioso y aprovechando el cambio de guardia, huyeron al galope en busca de un lugar donde ser felices para siempre.-
La renacuaja más chiquitita repite ese "para siempre" muy despacio. Para siempre es una unidad de tiempo que solo manejan los poetas y los enamorados, el resto, medimos las historias de amor en días, meses años y finales.
Un renacuajo cojito, que se sienta siempre apartado del resto, detrás, donde nadie pueda verlo, decide que cuando sea mayor también contará cuentos.
En los cuentos no hay taras ni segundones, tan solo esforzados caballeros, bufones tristes y princesas de larga melena.
-Pero he aquí que el rey, al descubrir la marcha de su única hija, montó en cólera y ordenó a sus mejores hombres que salieran en su busca, y que cuando encontraran a los amantes, los condujeran de vuelta al castillo.
Durante muchos días y muchas noches los soldados cabalgaron por todo el reino, siguiendo las huellas de la princesa y el bufón, que confiados y poco prudentes, iban dejando un rastro de besos y pétalos de amor por dondequiera que pasaban.
Al final, el capitán de la guardia apresó a la pareja y cargados de cadenas los llevó ante el rey.
"¿Cómo osaste desafiarme, hija mía, huyendo con este insignificante bufón?" Preguntó encolerizado el Rey.
"Porque lo que para ti es insignificante, para mi es un universo donde todo cabe, donde los planetas nacen y crecen y se atraen entre si, donde la aurora se funde con la noche y la noche con la aurora. Porque es al bufón a quien he amado desde mucho antes de saber que era el amor."
Pero las palabras de la princesa no apiadaron a su padre y este ordenó que el verdugo cortara la cabeza del bufón y la expusiera clavada en lo alto de una lanza, donde todos los habitantes del reino pudieran contemplarla.
Antes de que el siniestro encapuchado descargara el golpe de hacha, el bufón miro a su amada y con los ojos llenos de esperanza dijo: "allá donde voy, tendré un palacio para ti".
Entonces la princesa se desplomó al tiempo que rodó la cabeza por las piedras del patio, porque el verdugo de un solo golpe cercenó una cabeza y un corazón-
A este punto la ranita hace otra pausa, porque sabe que los renacuajos deben asimilar con prudencia el concepto de muerte, casi con tanta prudencia como el concepto de amor.
A veces se crean confusiones y alguien puede morir de amor, o vivir sin él, que es peor que estar muerto.
Y sin querer también se mata el amor.
Aprended niños, que la vida son suspiros.
Antes de volver al agua, la ranita de los cuentos decide darle un poco de paz al final de su historia.
-La princesa y el bufón despertaron en otro lugar, lejos de cualquier impedimento. Aún siguen amándose como el primer día y aún, cuando cae la noche, se sostienen las miradas junto al fuego de la chimenea.-
Y diciendo esto saltó ágilmente sobre una caña seca y desde allí, se lanzó al agua.
Los renacuajos se levantaron, se pusieron sus abriguitos verdes y aplaudieron.
Este, Diana, es mi "beso de espinilla"
Cada onda es un anillo, cada anillo una historia, cada historia un deseo.
Llega a la orilla de juncos donde los renacuajos la esperan sentaditos, con las ancas cruzadas y los ojos muy abiertos.
La ranita de voz serena comienza por el "había una vez", que es la mejor de las formas para comenzar con lo que sea.
Y es que -había una vez, hace mucho, mucho tiempo, tanto que al echar la cuenta apenas me alcanzan los siglos, una hermosa princesa enamorada de un bufón.
La princesa necesitaba reír, el bufón vivía tan solo de sus besos.-
Hace una pausa la ranita y deja que los renacuajos sitúen la acción en un castillo de altas torres adornadas con cientos de pendones y estandartes.
Imaginan rubia a la princesa, con los ojos muy azules, luciendo un hermoso vestido blanco.
Al bufón unos lo piensan pequeñito y desgarbado, otros lo tienen más claro y saben que debajo de los cascabeles y las borlas, se halla un joven muy especial.
Retoma el hilo : -Una mañana, al despuntar las primeras luces del día, la princesa y el bufón ensillaron el corcel más brioso y aprovechando el cambio de guardia, huyeron al galope en busca de un lugar donde ser felices para siempre.-
La renacuaja más chiquitita repite ese "para siempre" muy despacio. Para siempre es una unidad de tiempo que solo manejan los poetas y los enamorados, el resto, medimos las historias de amor en días, meses años y finales.
Un renacuajo cojito, que se sienta siempre apartado del resto, detrás, donde nadie pueda verlo, decide que cuando sea mayor también contará cuentos.
En los cuentos no hay taras ni segundones, tan solo esforzados caballeros, bufones tristes y princesas de larga melena.
-Pero he aquí que el rey, al descubrir la marcha de su única hija, montó en cólera y ordenó a sus mejores hombres que salieran en su busca, y que cuando encontraran a los amantes, los condujeran de vuelta al castillo.
Durante muchos días y muchas noches los soldados cabalgaron por todo el reino, siguiendo las huellas de la princesa y el bufón, que confiados y poco prudentes, iban dejando un rastro de besos y pétalos de amor por dondequiera que pasaban.
Al final, el capitán de la guardia apresó a la pareja y cargados de cadenas los llevó ante el rey.
"¿Cómo osaste desafiarme, hija mía, huyendo con este insignificante bufón?" Preguntó encolerizado el Rey.
"Porque lo que para ti es insignificante, para mi es un universo donde todo cabe, donde los planetas nacen y crecen y se atraen entre si, donde la aurora se funde con la noche y la noche con la aurora. Porque es al bufón a quien he amado desde mucho antes de saber que era el amor."
Pero las palabras de la princesa no apiadaron a su padre y este ordenó que el verdugo cortara la cabeza del bufón y la expusiera clavada en lo alto de una lanza, donde todos los habitantes del reino pudieran contemplarla.
Antes de que el siniestro encapuchado descargara el golpe de hacha, el bufón miro a su amada y con los ojos llenos de esperanza dijo: "allá donde voy, tendré un palacio para ti".
Entonces la princesa se desplomó al tiempo que rodó la cabeza por las piedras del patio, porque el verdugo de un solo golpe cercenó una cabeza y un corazón-
A este punto la ranita hace otra pausa, porque sabe que los renacuajos deben asimilar con prudencia el concepto de muerte, casi con tanta prudencia como el concepto de amor.
A veces se crean confusiones y alguien puede morir de amor, o vivir sin él, que es peor que estar muerto.
Y sin querer también se mata el amor.
Aprended niños, que la vida son suspiros.
Antes de volver al agua, la ranita de los cuentos decide darle un poco de paz al final de su historia.
-La princesa y el bufón despertaron en otro lugar, lejos de cualquier impedimento. Aún siguen amándose como el primer día y aún, cuando cae la noche, se sostienen las miradas junto al fuego de la chimenea.-
Y diciendo esto saltó ágilmente sobre una caña seca y desde allí, se lanzó al agua.
Los renacuajos se levantaron, se pusieron sus abriguitos verdes y aplaudieron.
Este, Diana, es mi "beso de espinilla"
lunes, 6 de febrero de 2012
Sin rencores.
Yo preferiría quedarme con los buenos recuerdos y despojarme de esos ropajes tan absurdos y tan incómodos.
Pesan mucho más al sumergirte con ellos en las pozas del odio.
Son grises y no nos favorecen a ninguno de los dos; tu estás preciosa de verde y a mi me sienta mejor el azul, o el negro, que aunque es algo fúnebre por lo menos estiliza.
Me quedo con los paseos en la vespa, con las playas de Grecia y con las cenas mirándonos a los ojos.
Lo demás intentaré borrarlo.
No hace mucho escribí que ni perdono, ni olvido.
Sí perdono y el olvido lo estoy trabajando.
Algo bueno te quedará de mi, agárrate a ello. Aunque ahora abrase como un hierro incandescente es mejor dejarse las palmas de las manos que tantos años de amor.
Los dos sabemos que hubo muchas noches de comunión y muchas mañanas de felicidad, quizás es tarde para sacarle brillo al pasado, que se ha ensuciado tanto, pero la vida es así y en ocasiones es mucho más sencillo todo cuando odias.
No tiene por que ser de esta manera, siempre es mejor el destierro que el odio.
Destiérrame, yo alquilaré una cabaña allí en el ostracismo, con vistas a lo perdido y me sentaré a fumar en pipa con el vecino de al lado.
Quien sabe, igual un día nos encontramos paseando por los acantilados.
También te destierro, por mi bien, por el bien de los dos.
Resucita en tu vida que a mi me han aplicado un hermoso desfibrilador.
Suerte.
Adiós.
domingo, 5 de febrero de 2012
El lobo Feroz
Resulta ser una muchacha adorable con la falda muy corta y la sonrisa de dos por dos.
No come abuelitas, más bien se alimenta de tipos con barba.
Los lobos ahora venden libros y suspiran por tiempos mejores.
Hoy he conocido al lobo feroz pero no me ha dado miedo, que va...me ha resultado un animal muy simpático.
Mi lobo se ha venido arriba cuando una dj francamente atractiva ha puesto a girar el "respect" de Aretha.
Mucho ritmo, pocos mordiscos.
-¿Donde vas con tu cestita?
- A ver si la noche le saca ventaja al día y mandamos a la vieja a un asilo, junto con todas las cosas que hacen de mi una persona mayor.
Mi lobo se abraza a su pareja y despista al leñador.
Yo me calo la gorra de flores y disfruto del momento, que es realmente agradable.
En la puerta del garito, una de las mujeres a las que más he querido me niega el saludo y simula ser ciega, sorda y muda.
Yo simulo ser de hierro.
Al fondo, donde pastoreamos los crápulas, mis amigos bailan agarrados, restregando cebolleta y terminando las estrofas con acento americano.
La barra es territorio comanche para un tipo de mi estatura.
Salir de fiesta es genial.
El bosque de neones y cemento se satura de navegantes deseosos de olvidar lo que hicieron ayer y lo que no van a hacer mañana, ni pasado, ni ninguno de estos días.
Una morena con sombrero y vestido ajustado. Una pelirroja que se contonea poderosa. Yo escribiendo mensajes en busca de cariño.
Luces, música, retales de otras fiestas.
Mi lobo campa a sus anchas por los cañones de esta sierra que no es más que el territorio donde todo huele a risa.
Es perfecto, si tienes los ojos muy grandes para verte mejor, las orejas muy grandes para oírte mejor y el valor suficiente para pedir la última.
Es perfecto, si atinas con la palabra oportuna en el mensaje de texto, reclamando algo bonito.
La "cocacola" tiene más de cola que de coca.
Era un jarabe para tísicos y ahora viaja en casi todos los vasos de este bar.
Me gusta bailar cuando estoy de buen humor y esta noche es idónea para romperme la cadera.
Y me ha hecho mucha ilusión conocer a mi lobo.
Joder...si lo pienso bien, me doy cuenta de que estamos casi todos los personajes de cuento: el Lobo Feroz, Campanilla, el ·Príncipe Patoso, la bruja malvada, el rey que se da de ostias con el marco de la puerta cuando llega de tajada y la princesa que hoy no puede salir porque está hecha polvo después de un día más que difícil.
Tengo que sentarme a escribir un cuento donde al final me case con todos.
Y tengamos siete millones de alegres pastorcitos.
Todos con los ojos azules, el bigote bicolor y las entendederas de goma espuma.
Me ha gustado salir hoy. Me he sentido entre familia.
Un beso, "Lobo", un placer ponerte rostro.
A partir de ahora "Caperucita" será un cuento muy amable.
Como la historia de todos mis fracasos.
Vestidos de rojo, confiados y frágiles.
No come abuelitas, más bien se alimenta de tipos con barba.
Los lobos ahora venden libros y suspiran por tiempos mejores.
Hoy he conocido al lobo feroz pero no me ha dado miedo, que va...me ha resultado un animal muy simpático.
Mi lobo se ha venido arriba cuando una dj francamente atractiva ha puesto a girar el "respect" de Aretha.
Mucho ritmo, pocos mordiscos.
-¿Donde vas con tu cestita?
- A ver si la noche le saca ventaja al día y mandamos a la vieja a un asilo, junto con todas las cosas que hacen de mi una persona mayor.
Mi lobo se abraza a su pareja y despista al leñador.
Yo me calo la gorra de flores y disfruto del momento, que es realmente agradable.
En la puerta del garito, una de las mujeres a las que más he querido me niega el saludo y simula ser ciega, sorda y muda.
Yo simulo ser de hierro.
Al fondo, donde pastoreamos los crápulas, mis amigos bailan agarrados, restregando cebolleta y terminando las estrofas con acento americano.
La barra es territorio comanche para un tipo de mi estatura.
Salir de fiesta es genial.
El bosque de neones y cemento se satura de navegantes deseosos de olvidar lo que hicieron ayer y lo que no van a hacer mañana, ni pasado, ni ninguno de estos días.
Una morena con sombrero y vestido ajustado. Una pelirroja que se contonea poderosa. Yo escribiendo mensajes en busca de cariño.
Luces, música, retales de otras fiestas.
Mi lobo campa a sus anchas por los cañones de esta sierra que no es más que el territorio donde todo huele a risa.
Es perfecto, si tienes los ojos muy grandes para verte mejor, las orejas muy grandes para oírte mejor y el valor suficiente para pedir la última.
Es perfecto, si atinas con la palabra oportuna en el mensaje de texto, reclamando algo bonito.
La "cocacola" tiene más de cola que de coca.
Era un jarabe para tísicos y ahora viaja en casi todos los vasos de este bar.
Me gusta bailar cuando estoy de buen humor y esta noche es idónea para romperme la cadera.
Y me ha hecho mucha ilusión conocer a mi lobo.
Joder...si lo pienso bien, me doy cuenta de que estamos casi todos los personajes de cuento: el Lobo Feroz, Campanilla, el ·Príncipe Patoso, la bruja malvada, el rey que se da de ostias con el marco de la puerta cuando llega de tajada y la princesa que hoy no puede salir porque está hecha polvo después de un día más que difícil.
Tengo que sentarme a escribir un cuento donde al final me case con todos.
Y tengamos siete millones de alegres pastorcitos.
Todos con los ojos azules, el bigote bicolor y las entendederas de goma espuma.
Me ha gustado salir hoy. Me he sentido entre familia.
Un beso, "Lobo", un placer ponerte rostro.
A partir de ahora "Caperucita" será un cuento muy amable.
Como la historia de todos mis fracasos.
Vestidos de rojo, confiados y frágiles.
jueves, 2 de febrero de 2012
La insoportable levedad de mi ser
Lo siento Kundera, te lo he fusilado.
Hoy me he propuesto escribir un texto que no incluya las palabras "corazón", "alma"," frio", y "lágrimas".
Pero con este jodido frío que te paraliza el corazón, te hiela el alma y se te caen las lágrimas, lo voy a tener francamente difícil.
Mierda...creo que ya la he cagado.
Llevo una temporadita escribiendo tan desde adentro que parezco la "Dama de las Camelias".
Y eso no puede ser, carajo, que la gente empieza a darme palmaditas en la espalda cuando se cruza conmigo por la calle.
Que digo yo que me podían dar mejor 20 euros, que tengo escoliosis desde que voy al gimnasio y me matan las dichosas muestras de solidaridad. Además me viene mejor la pasta.
Lo cierto es que esto de la literatura es como las drogas: te potencia lo que llevas dentro y lo saca así, a lo bruto.
Y dentro llevo un poco de todo, tengo un mundo interior tan variado que parece un "todo a cien". "Todo a un euro" sería más correcto, que los chavales de ahora me miran raro cuando digo "todo a cien".
El otro día me tomé unas cañas con una amiga, que ha vuelto a la universidad y, con sus compañeras de clase.
Al despedirse de mi, una adorable jovencita de 19 primaveras me dijo: "Adiós señor".
Aún no me he recuperado del disgusto.
Pensé que medir 168 centímetros y tener "síndrome de Peter Pan" me mantendría alejado de estas cosas, pero ya veo que los ojos me traicionan.
Y el "men expert" de Loreal es una tomadura de pelo.
Me estoy yendo por las ramas.
Que estoy bien, que no hay que preocuparse, que solamente es una etapa, como la "etapa negra" de Goya, la "gris" de nosequien y la "rosa" de Pedro Zerolo (ups...la de Zerolo no es una etapa).
La vida no me sonríe, pero si que lo hacen mi vecina, la madre de un amigo, la taquillera del teatro y el señor del estanco.
Todo marcha según lo previsto.
Y dicho esto y tras haber tranquilizado a aquellos lectores que pensaban que me iban a encontrar en las páginas de sucesos de "El Norte de Castilla", os guiño un ojo, os abandono y me despido.
Mañana volveré a tratar de explicarme porque cuando Campanilla me mira, me bailan las entrañas, pero eso será mañana.
Hoy la dejo descansar, que se lo ha ganado a pulso.
Hoy me he propuesto escribir un texto que no incluya las palabras "corazón", "alma"," frio", y "lágrimas".
Pero con este jodido frío que te paraliza el corazón, te hiela el alma y se te caen las lágrimas, lo voy a tener francamente difícil.
Mierda...creo que ya la he cagado.
Llevo una temporadita escribiendo tan desde adentro que parezco la "Dama de las Camelias".
Y eso no puede ser, carajo, que la gente empieza a darme palmaditas en la espalda cuando se cruza conmigo por la calle.
Que digo yo que me podían dar mejor 20 euros, que tengo escoliosis desde que voy al gimnasio y me matan las dichosas muestras de solidaridad. Además me viene mejor la pasta.
Lo cierto es que esto de la literatura es como las drogas: te potencia lo que llevas dentro y lo saca así, a lo bruto.
Y dentro llevo un poco de todo, tengo un mundo interior tan variado que parece un "todo a cien". "Todo a un euro" sería más correcto, que los chavales de ahora me miran raro cuando digo "todo a cien".
El otro día me tomé unas cañas con una amiga, que ha vuelto a la universidad y, con sus compañeras de clase.
Al despedirse de mi, una adorable jovencita de 19 primaveras me dijo: "Adiós señor".
Aún no me he recuperado del disgusto.
Pensé que medir 168 centímetros y tener "síndrome de Peter Pan" me mantendría alejado de estas cosas, pero ya veo que los ojos me traicionan.
Y el "men expert" de Loreal es una tomadura de pelo.
Me estoy yendo por las ramas.
Que estoy bien, que no hay que preocuparse, que solamente es una etapa, como la "etapa negra" de Goya, la "gris" de nosequien y la "rosa" de Pedro Zerolo (ups...la de Zerolo no es una etapa).
La vida no me sonríe, pero si que lo hacen mi vecina, la madre de un amigo, la taquillera del teatro y el señor del estanco.
Todo marcha según lo previsto.
Y dicho esto y tras haber tranquilizado a aquellos lectores que pensaban que me iban a encontrar en las páginas de sucesos de "El Norte de Castilla", os guiño un ojo, os abandono y me despido.
Mañana volveré a tratar de explicarme porque cuando Campanilla me mira, me bailan las entrañas, pero eso será mañana.
Hoy la dejo descansar, que se lo ha ganado a pulso.
miércoles, 1 de febrero de 2012
Maniquí
En ocasiones quisiera ser un maniquí, para no tener corazón.
Y ya de paso para que la ropa me sentara estupendamente.
Fijar la mirada en no se que lugar muy muy lejano, poblado por más maniquies sin corazón y sin genitales, total, si no amas no los necesitas, lo demás es gimnasia.
Pero será mejor que siga siendo de carne y hueso, con mi corazoncito y mis atributos, esperando al visto bueno para quererte.
O para que te decidas a quererme.
Ahora no es el momento.
Renunciemos a los besos y a las miradas, a las caricias, a sudar a despojarnos de las mentiras y de la ropa.
Renunciemos a ser tu y yo y nadie más que tu y yo cuando debemos serlo.
Quisiera ser un maniquí para aprender a olvidarte, pero al tratar de permanecer absolutamente inmóvil solo consigo calambres en las piernas, en los hombros y en el alma.
El tiempo pasa muy despacio y yo seguiré esperándote en mi escaparate, a la vista de todos, desnudo de cualquier resto de ti.
Alguien me colgará del cuello un cartel con un precio. Puede que una mujer bonita lo pague.Puede que tu misma.
¿Estarás dispuesta a pagar lo que marque?
¿Estarás dispuesta a gastar tus sueños en mi?
Aquí me encontrarás, cuando decidas venir a buscarme.
lunes, 30 de enero de 2012
Extraños en una estación
El tren practicamente vuela, va tan rápido que no me queda más remedio que renunciar al placer de mirar a través de la ventana.
Pruebo con un libro, pero no es fácil concentrarse en la lectura.
A veces quisiera no poder pensar en ti.
Conecto los auriculares al teléfono y selecciono una canción de la lista del reproductor.
Dieciséis gigas de memoria y olvidé incluir alguna que simplemente me permita olvidarme de todo.
Parece como si cada uno de los cantantes alojados en el móvil se empeñara en recordarme lo jodido que es sentirse así.
Una hora de trayecto y me sobran cincuenta y nueve minutos y medio que lleno con imágenes repletas de besos frescos y ojos entornados, de sonrisas y de cañitas al sol de invierno.
Trato de concentrarme en la muchacha que viaja sentada a mi lado.
Es muy bonita, el hacedor de destinos o el azar o quien coño sea que maneja los hilos ha tenido la deferencia de emparejar mi regreso con un bellezón de apenas veinte años, melena abundante y labios gruesos.
Me pregunto quien acudirá a buscarla cuando lleguemos a la estación.
Supongo que un muchachote recién salido del gimnasio, cabalgando una motocicleta japonesa de gran cilindrada y colores llamativos.
Adoro mi Vespa,tan chiquitita, tan cansada, tan lenta. Solo admite a mujeres especiales.
De repente la joven vuelve la cabeza y me sorprende observándola.
Para mi sorpresa me sostiene la mirada y por un segundo me hace gracia pensar en que quizás ella también se haga la misma pregunta que yo.
Lee en mis ojos y comprende en el acto que nadie acudirá al andén, que nadie escudriñará a través de los cristales para adivinar de que vagón me he de bajar.
Me sonríe, la sonrío y vuelve a enfrascarse en la lectura de una revista de tendencias, de esas que cuestan una obscenidad y son todo papel satinado y fotos de petardos y petardas jugando a ser ángeles caídos.
Que fácil es fotografiar los egos desmesurados.
El indicador de velocidad de la pantalla marca doscientos treinta y siete kilómetros por hora.
Es una buena marca, seguro que si descarrilásemos ahora mismo, el trozo más grande que encontrarían de mi, tendría el tamaño de un grano de maíz.
Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero.
Dos pasajeros se han quedado dormidos, vencidos por la noche de Madrid.
Una señora ataviada con un abrigo de animales muertos conversa a voces con algo que parece ser un marido.
Quiero llegar a la seguridad de mi casa, descansar, tratar de estar tranquilo y renunciar a la tentación de marcar tu teléfono.
En Chamartín he hablado con todas las mujeres que me importan menos contigo, aunque ninguna pudo calmar este anhelo tan estúpido.
El maquinista comienza a aminorar, estamos llegando.
Una amable señorita nos aconseja comprobar nuestras pertenencias y no olvidar nada a bordo.
No consigo olvidar.
Ni perdono ni olvido, es así, que se le va a hacer.
Fue una mojada muy linda la que me disteis, casi conseguisteis desjarretarme, pero han sido tantas las cuchilladas que me he llevado hasta la fecha, que mi cuerpo se ha hecho a la sangre y a las cicatrices y ya apenas duele.
Que coño, no es más que otra marca, otro recordatorio de como funciona el amor.
Me llevo un pitillo a la boca mientras desciendo del tren y en lo que palpo los bolsillos buscando el mechero tengo tiempo suficiente para ponerme una medalla: en efecto es un muchachote fornido, con un casco negro al codo, cazadora ajustada y patillas de bandolero.
Por supuesto, nadie vino a recibirme.
Mi pequeña italiana de asiento partido de cuero está justo donde la dejé ayer.
Me mira desde su faro redondo reprochándome haberla abandonado a la intemperie, en pleno invierno vallisoletano.
Ya está "bella", nos vamos a casa.
Dejo la mochila sobre la cama y enciendo el ordenador.
Cuando llegué a la estación, no había más que extraños y te eché de menos.
Ninguna eras tu.
Ni tan siquiera se te parecían.
Pruebo con un libro, pero no es fácil concentrarse en la lectura.
A veces quisiera no poder pensar en ti.
Conecto los auriculares al teléfono y selecciono una canción de la lista del reproductor.
Dieciséis gigas de memoria y olvidé incluir alguna que simplemente me permita olvidarme de todo.
Parece como si cada uno de los cantantes alojados en el móvil se empeñara en recordarme lo jodido que es sentirse así.
Una hora de trayecto y me sobran cincuenta y nueve minutos y medio que lleno con imágenes repletas de besos frescos y ojos entornados, de sonrisas y de cañitas al sol de invierno.
Trato de concentrarme en la muchacha que viaja sentada a mi lado.
Es muy bonita, el hacedor de destinos o el azar o quien coño sea que maneja los hilos ha tenido la deferencia de emparejar mi regreso con un bellezón de apenas veinte años, melena abundante y labios gruesos.
Me pregunto quien acudirá a buscarla cuando lleguemos a la estación.
Supongo que un muchachote recién salido del gimnasio, cabalgando una motocicleta japonesa de gran cilindrada y colores llamativos.
Adoro mi Vespa,tan chiquitita, tan cansada, tan lenta. Solo admite a mujeres especiales.
De repente la joven vuelve la cabeza y me sorprende observándola.
Para mi sorpresa me sostiene la mirada y por un segundo me hace gracia pensar en que quizás ella también se haga la misma pregunta que yo.
Lee en mis ojos y comprende en el acto que nadie acudirá al andén, que nadie escudriñará a través de los cristales para adivinar de que vagón me he de bajar.
Me sonríe, la sonrío y vuelve a enfrascarse en la lectura de una revista de tendencias, de esas que cuestan una obscenidad y son todo papel satinado y fotos de petardos y petardas jugando a ser ángeles caídos.
Que fácil es fotografiar los egos desmesurados.
El indicador de velocidad de la pantalla marca doscientos treinta y siete kilómetros por hora.
Es una buena marca, seguro que si descarrilásemos ahora mismo, el trozo más grande que encontrarían de mi, tendría el tamaño de un grano de maíz.
Un grano no hace granero, pero ayuda al compañero.
Dos pasajeros se han quedado dormidos, vencidos por la noche de Madrid.
Una señora ataviada con un abrigo de animales muertos conversa a voces con algo que parece ser un marido.
Quiero llegar a la seguridad de mi casa, descansar, tratar de estar tranquilo y renunciar a la tentación de marcar tu teléfono.
En Chamartín he hablado con todas las mujeres que me importan menos contigo, aunque ninguna pudo calmar este anhelo tan estúpido.
El maquinista comienza a aminorar, estamos llegando.
Una amable señorita nos aconseja comprobar nuestras pertenencias y no olvidar nada a bordo.
No consigo olvidar.
Ni perdono ni olvido, es así, que se le va a hacer.
Fue una mojada muy linda la que me disteis, casi conseguisteis desjarretarme, pero han sido tantas las cuchilladas que me he llevado hasta la fecha, que mi cuerpo se ha hecho a la sangre y a las cicatrices y ya apenas duele.
Que coño, no es más que otra marca, otro recordatorio de como funciona el amor.
Me llevo un pitillo a la boca mientras desciendo del tren y en lo que palpo los bolsillos buscando el mechero tengo tiempo suficiente para ponerme una medalla: en efecto es un muchachote fornido, con un casco negro al codo, cazadora ajustada y patillas de bandolero.
Por supuesto, nadie vino a recibirme.
Mi pequeña italiana de asiento partido de cuero está justo donde la dejé ayer.
Me mira desde su faro redondo reprochándome haberla abandonado a la intemperie, en pleno invierno vallisoletano.
Ya está "bella", nos vamos a casa.
Dejo la mochila sobre la cama y enciendo el ordenador.
Cuando llegué a la estación, no había más que extraños y te eché de menos.
Ninguna eras tu.
Ni tan siquiera se te parecían.
jueves, 26 de enero de 2012
Donde quiera que esteís.
No se quienes sois, cuantos sois, cómo sois.
Se que estáis ahí, en alguna parte, del otro lado de la pantalla.
No se si habrá alguien que haya sentido lo que escribo, alguien que se siente a leerme por las noches y asienta con la cabeza mientras suelta el humo suavemente por la comisura de los labios.
Supongo que habrá algún hogar donde habré llegado por casualidad, de rebote, sin quererlo y de la forma más tonta me he instalado.
No se a que os dedicais, si sois buenos o malos, o buenos y malos o humanos, más humanos que yo.
Quiero pensar que de alguna manera os hablo bajito por las noches y me desnudo el alma, doblándola después y colocándola con mucho cuidado en una silla junto a vuestra cama.
Mañana si queréis, os la podéis poner, ya está limpia, la acabo de traer del tinte.
Me ha dicho la señorita del mostrador que algunas manchas supusieron un verdadero reto, pero que al final, con el producto adecuado, todas se terminan yendo.
Otra cosa son los bollos del corazón.
En el taller están saturados de trabajo, tienen miles de corazones esperando apilados en estanterías muy altas, altísimas.
Así que no lo he querido dejar allí y me lo he traído a casa.
Puede que con vuestra ayuda consigamos hacer algo.
No volverá a ser el mismo, pero no pienso cambiarlo por otro más nuevo, o más grande, o más brillante.
Al fin y al cabo no os escribo yo...os escribe él.
Yo simplemente soy los dedos que presionan las teclas.
Él es quien me pide la oportunidad de compartir sus averías.
Escribe para mi y para vosotros.
Quiere contaros cosas.
Yo soy mucho más tímido, él ya está acostumbrado a darse la vuelta y a latir cuando no debe.
Pero sigue latiendo, joder si sigue latiendo.
Me despierta por las noches bombeando mil preguntas que no se responder y me pide que encienda el ordenador y os las pregunte a vosotros.
¿Tenéis respuestas?
En ocasiones me siento muy solo, y observo el contador del blog y veo que pasan de dieciseismil las visitas.
No tengo café para tantos, pero algo se podrá hacer.
¿Os gusta el bizcocho?
He aprendido a hacer uno con harina integral y edulcorante.
También he aprendido que las cosas no suceden porqué si y que cuando en las películas doblas una esquina acelerado, tropiezas con una mujer preciosa y con tu torpeza haces que derrame la bebida sobre la blusa blanca.
Luego se enamora de ti en el acto, zas...ya está.
Y si te giras para verla marchar y ella también se gira, es que antes del "The end" va a haber un beso larguísimo.
Supongo que entre vosotros se ocultan también perros rabiosos deseando hincarme los colmillos en la yugular.
Adelante, me he tatuado un gato, soy una presa exquisita.
Es curioso, pero de un tiempo a esta parte me siento más feliz, así que no tengo miedo.
Solo ganas de saber porqué la acera está llena de zanjas.
No importa, cojo carrerilla y salto.
Alguno estaréis en el trabajo, ocultándome de la vista del jefe.
Otros en clase, tirando de Iphone o de Blackberry, mientras el profesor de constitucional o de biología o de lenguaje musical, lamenta no haberse dedicado a su verdadera pasión: los buñuelos de crema.
Se que alguna me lee en la cama, reposando, con su pequeña recién nacida apoyada en el pecho.
Y me colma.
En ocasiones os enfadáis, en ocasiones reís, a veces no me entendéis y en algún momento muchos habéis llorado conmigo.
Soy la vida, soy lo que somos todos, yo simplemente me vacío aquí y le doy forma al puto día de trabajo ingrato, al polvo más violento, a la caricia más íntima y a la lágrima más espesa.
Al paseo por un prado verde cogido de la mano de la persona que amas.
Al brillo de decenas de ojos.
Así que donde quiera que estéis, quien quiera que seáis, os saludo, os añoro y os agradezco el calor.
Sin vosotros, yo no tengo sentido.
Se que estáis ahí, en alguna parte, del otro lado de la pantalla.
No se si habrá alguien que haya sentido lo que escribo, alguien que se siente a leerme por las noches y asienta con la cabeza mientras suelta el humo suavemente por la comisura de los labios.
Supongo que habrá algún hogar donde habré llegado por casualidad, de rebote, sin quererlo y de la forma más tonta me he instalado.
No se a que os dedicais, si sois buenos o malos, o buenos y malos o humanos, más humanos que yo.
Quiero pensar que de alguna manera os hablo bajito por las noches y me desnudo el alma, doblándola después y colocándola con mucho cuidado en una silla junto a vuestra cama.
Mañana si queréis, os la podéis poner, ya está limpia, la acabo de traer del tinte.
Me ha dicho la señorita del mostrador que algunas manchas supusieron un verdadero reto, pero que al final, con el producto adecuado, todas se terminan yendo.
Otra cosa son los bollos del corazón.
En el taller están saturados de trabajo, tienen miles de corazones esperando apilados en estanterías muy altas, altísimas.
Así que no lo he querido dejar allí y me lo he traído a casa.
Puede que con vuestra ayuda consigamos hacer algo.
No volverá a ser el mismo, pero no pienso cambiarlo por otro más nuevo, o más grande, o más brillante.
Al fin y al cabo no os escribo yo...os escribe él.
Yo simplemente soy los dedos que presionan las teclas.
Él es quien me pide la oportunidad de compartir sus averías.
Escribe para mi y para vosotros.
Quiere contaros cosas.
Yo soy mucho más tímido, él ya está acostumbrado a darse la vuelta y a latir cuando no debe.
Pero sigue latiendo, joder si sigue latiendo.
Me despierta por las noches bombeando mil preguntas que no se responder y me pide que encienda el ordenador y os las pregunte a vosotros.
¿Tenéis respuestas?
En ocasiones me siento muy solo, y observo el contador del blog y veo que pasan de dieciseismil las visitas.
No tengo café para tantos, pero algo se podrá hacer.
¿Os gusta el bizcocho?
He aprendido a hacer uno con harina integral y edulcorante.
También he aprendido que las cosas no suceden porqué si y que cuando en las películas doblas una esquina acelerado, tropiezas con una mujer preciosa y con tu torpeza haces que derrame la bebida sobre la blusa blanca.
Luego se enamora de ti en el acto, zas...ya está.
Y si te giras para verla marchar y ella también se gira, es que antes del "The end" va a haber un beso larguísimo.
Supongo que entre vosotros se ocultan también perros rabiosos deseando hincarme los colmillos en la yugular.
Adelante, me he tatuado un gato, soy una presa exquisita.
Es curioso, pero de un tiempo a esta parte me siento más feliz, así que no tengo miedo.
Solo ganas de saber porqué la acera está llena de zanjas.
No importa, cojo carrerilla y salto.
Alguno estaréis en el trabajo, ocultándome de la vista del jefe.
Otros en clase, tirando de Iphone o de Blackberry, mientras el profesor de constitucional o de biología o de lenguaje musical, lamenta no haberse dedicado a su verdadera pasión: los buñuelos de crema.
Se que alguna me lee en la cama, reposando, con su pequeña recién nacida apoyada en el pecho.
Y me colma.
En ocasiones os enfadáis, en ocasiones reís, a veces no me entendéis y en algún momento muchos habéis llorado conmigo.
Soy la vida, soy lo que somos todos, yo simplemente me vacío aquí y le doy forma al puto día de trabajo ingrato, al polvo más violento, a la caricia más íntima y a la lágrima más espesa.
Al paseo por un prado verde cogido de la mano de la persona que amas.
Al brillo de decenas de ojos.
Así que donde quiera que estéis, quien quiera que seáis, os saludo, os añoro y os agradezco el calor.
Sin vosotros, yo no tengo sentido.
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