Y así podemos describir a Eva Moreno.
Hay personas que viven, y personas que viven la vida.
Eva vive la vida, su vida, nuestras vidas y disfruta, siente y padece todas ellas.
Entusiasta, extrovertida, amiga de sus amigos y de todo aquel que tenga algo interesante que decir, porque de un brochazo pinta de color las cercas grises, los días triste y las noches de vino cosechero.
Eva lleva la cultura cosidita en la piel, como si una escama gigantesca de corcheas y perífrasis le recubriera todo el nervio que ella es.
Siempre implicándose desde el micrófono genial que es su sonrisa, dispuesta a romper todas las lanzas del mundo por una idea feliz.
Pasta en la cadena ser, de un forraje de cuentacuentos, musiquetes, titiriteros y pueblo en general, que sintoniza su vitalidad los fines de semana, en un programa que es una ventana para que este país infestado de vulgaridad respire aire de ingenio.
Nosotros, como aprendices de artistas no podemos estarle más que agradecidos, por su sincera complicidad y su huesuda clavícula, donde siempre podemos reposar.
Como amigos, solo podemos quererla.
Sigue siendo de tu huerta la hortelana, sigue siendo el acento en las tertulias y la última en irte a la cama y seguiremos siendo el hielo en tus vodkas, la espuma de tu cerveza, el jersey oportuno para las frías noches de esta ciudad miserable que jamás ha valorado lo que tiene.
Todos los que nos movemos en la farándula o pretendemos ser farándula o añoramos aquella farándula soltera de novios institucionales y huérfana de padrinos con presupuesto, te respetamos, te queremos y quemaremos nuestras naves para hincar las picas junto a ti, y hacer un frente común ante todo lo feo, lo anodino y lo podrido que pueda amenazarte.
Desde este humilde reducto, un beso enorme.
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