jueves, 20 de octubre de 2016

Arrecifes de coral



Mandarina es un pez de colores, uno de esos pececitos que venden en las tiendas de animales y que se pueden encontrar en grandes acuarios en los centros comerciales.
Su vida transcurría de forma anodina y placentera, junto a otros muchos compañeros en un enorme estanque habilitado para criar cuantos más ejemplares de su especie mejor y, venderlos luego a los adultos y niños que querían decorar sus casas. Una pecera colocada sobre la mesa del salón o en una estantería, servía de claustrofóbica vivienda a tres o cuatro pececitos de colores a los que poner nombre y visitar varias veces al día, alimentándolos con comida de un bote gigante.
Una mañana de otoño, Mandarina y tres de sus amigos fueron recogidos con algo parecido a un cazamariposas y depositados en una bolsita con agua para que no muriesen durante el viaje hasta su nuevo hogar.
Al llegar a su destino, la niña que los había comprado los depositó con mucho cuidado en el húmedo habitáculo donde tendrían que vivir el resto de sus días. O eso creía Mandarina.
Durante unas cuantas semanas, recibieron muchas visitas y la atención desmedida de los niños que les observaban a todas horas. La curiosidad de los pequeños no era muy diferente de la de sus compañeros, que nadaban haciendo piruetas para llamar la atención del enfervorecido público.
Mandarina empatizaba mucho más con la joven humana que cuidaba y adiestraba a los cachorros. En alguna ocasión, al nadar solo para ella, Mandarina se daba la vuelta con la intención de que la humana amiga, le rascase la tripita, pero no sabía cómo hacérselo entender.
Sus compañeros no supieron dosificar las energías y uno a uno fueron cayendo, agotados por el esfuerzo tratando inútilmente de encontrar la salida de aquella urna de cristal. Mandarina resistió y consiguió despertar el interés de aquella simpática y cariñosa humana, que empleaba con ella el mismo tono comprensivo y dulce que empleaba con los cachorros a su cargo. Un día, incluso le rascó la tripita, con maternal delicadeza.
Llegó el día en el que la humana comprendió que Mandarina debía de vivir su propia aventura y conocer los arrecifes de coral y trazó un plan para ayudarle en la fuga, sin que los pequeños sospechasen su complicidad en la evasión.
Acostumbró al pececito a que se diese la vuelta a fuerza de rascarle la tripita a diario y, cuando los pequeños observaron que Mandarina pasaba demasiado tiempo panza arriba, la creyeron enferma y próxima al final.
La joven a cargo de los cachorros decidió una mañana que ya había llegado el momento de ponerla en libertad y llevó a Mandarina hasta un enorme túnel de porcelana blanco, donde fue depositada con mucho cuidado y donde la fuerza de un repentino remolino, le arrastró entre corrientes de agua fría y caliente, hasta la desembocadura de aquellas galerías de pvc en un río cercano.
Mandarina nadó en el río siguiendo su curso y conociendo a nuevos amigos que le acompañaron en su viaje, hasta que un día llegó al mar.
El pequeño pececito de colores que nació en el estanque de un comercio y vivió en un aula escolar, aceptó con coraje y esperanza la oportunidad que la humana le ofreció y tras muchos días de camino, esquivando redes y anzuelos, llegó a los arrecifes de coral.
Mandarina supo entonces que lo mejor que le había pasado en su vida, no era haber conseguido alcanzar aquella maravilla de la naturaleza, sino el haber conocido a su joven salvadora.
El pececito de colores, decidió entonces que emprendería el camino de vuelta y regresaría al aula, para llevarle un poco de coral a su nueva amiga y para tratar de hacerle entender que pasase lo que pasase, Mandarina quería ser su amiga el resto de su vida, o de sus vidas.

martes, 18 de octubre de 2016

El silbato

Sigue lloviendo y el campo de batalla se ha convertido en un lodazal repleto de cadáveres y de cráteres que al llenarse de agua, invitan al chapuzón eterno.
Hoy hace frío. Trato de calentarme con un trago de la petaca y golpeando violentamente el suelo con los pies, pero al igual que el miedo, el frío ya se ha instalado dentro de mi.
Cuando suene el silbato, deberé salir al exterior y correr a conquistar la posición enemiga con la bayoneta calada, gritando y rezando para que no me alcancen sus balas.
Enciendo un cigarrillo. Fumo con el pitillo sujeto entre los dientes y trato de encontrar la razón que me llevó a unirme a esta locura, mientras compruebo haber insertado correctamente el cargador en el fusil.
"Tu patria te necesita" decían constantemente por radio. "Tu familia te necesita". Mi familia cayó durante uno de los  bombardeos sobre la ciudad. Maldigo el momento en el que decidí acercarme tan temprano a cambiar los cupones de racionamiento, para intentar celebrar de la mejor manera el cumpleaños de la pequeña, porque cuando volví a casa con la harina y el azúcar para hacer un bizcocho, ya no había casa, ni pequeña. ¿Y todo porqué? Por absurdas diferencias políticas que tan solo ocultan un deseo feroz de rapiña. Nuestros recursos naturales, entre los que destaca el petróleo y el gas, corren el peligro de dejar de ser nuestros. 
Siempre supe que no habría una razón real que legitimase la invasión de mi país, pero me negaba a empuñar las armas. No creo en la violencia como solución a los problemas, pero mi firme creencia en la diplomacia, no va a devolverme a mi mujer y a mis dos hijos. Vencerán, pero no convencerán y al menos cada uno de mis argumentos llevará una elegante chaqueta metálica de nueve milímetros. Esta vez puede que me escuchen.
Nuestra artillería se esfuerza en despejarnos el camino y facilitarnos las cosas y ya lleva un buen rato vomitando fuego y metralla sobre sus posiciones. El sonido del silbato ordenándonos salir al asalto, cerrará entre negras y silencios, el movimiento final de esta sinfonía demencial.
Mis compañeros también tienen miedo, algunos no pueden ocultar el temblor y las lágrimas. Saben lo que nos espera. Muchos de ellos son demasiado jóvenes para alfombrar con su sangre la distancia entre trincheras.
Han cesado las explosiones. En cuestión de segundos el silbato solista entonará con maestría y fúnebre  virtuosismo, su solo para silbato, en modo menor.
Dios, si existes, permite mi venganza.

sábado, 15 de octubre de 2016

Tan distintas, tan iguales.



No lo dudes ni un momento. eres el juez, la condena y la cura de todas mis penas.Eres todas las mujeres que he tenido y he amado.
Hoy te he visto en un cuadro y te he reconocido en el acto. Eres lo que siempre he perseguido y he tratado de identificar en cada beso y en cada caricia. Eres la MUJER que tomó vida para vivir junto al hombre en este reto, desde el principio de los tiempos. Eres compañera en igualdad de condiciones, nunca sierva, capricho o descanso del guerrero.
Al contemplar tu cuerpo semi desnudo, pudorosamente oculto entre pañuelos y velos, comprendí que por mucho que te busque, jamás te encontraré. Porque te escondes en todas y sales a la luz en cada una. Tu cabello suelto y rojizo no es más que una estratagema. Me has amado con fuego en la cabeza pero también con azabache, con oro, e incluso con plata. En ocasiones lucias una larga melena como  Lady Godiba cabalgando sobre mi. En otras ocasiones tu cabello era más corto que el mio.
Quise amarte con los ojos verdes como esmeraldas y lo conseguí por un tiempo, pero entre el catálogo de piedras preciosas y minerales,, también hubo zafiros, aguamarinas, carbón e incluso rubíes inyectados en sangre.
Tú, MUJER, no reservas tus encantos en exclusiva para los hombres, desde el principio supiste que como mujer, sabrías respetarte, valorarte y complacerte a la altura de tus necesidades, esas necesidades que los hombres tendemos a supeditar a las nuestras, dentro del erróneo y equívoco significado que le damos al amor. Por eso es lógico que te entregues al amor ocupando al tiempo el cuerpo de dos mujeres.
Entre los pliegues de uno de los pañuelos asoman tus pechos, de sugerentes pezones, que en el acto captan mi interés como solo los pezones de una madre saben hacerlo antes de amamantar a su bebé.
Puede que siempre tenga hambre de ti y por ello trato de alimentarme de cada mujer con la que comparto lecho, buscando el néctar de la vida por todo su cuerpo, entre todos sus labios.
Tus muslos desnudos me invitan a imaginar esa húmeda guarida donde acudo cada vez que quiero ocultarme del mundo y de mi mismo. Eres refugio, consuelo, escondite y atávico cementerio de ilusiones, pues en ti se han enterrado muchos, demasiados de mis sueños.
Eres el más fiero guerrero, el implacable verdugo y el patíbulo de donde aun cuelga el cadáver de mi esperanza pero también eres el anhelo eterno, mis ganas de vivir y la recompensa que persigo y que sé que me hará feliz.
MUJER, eres todas y eres única. Te quiero, te sueño, te deseo y te temo y te maldigo, pero no puedo ni quiero vivir sin ti.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Glamur de sábado noche.

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No es por presumir, pero la verdad es que la cena me ha quedado sinceramente cojonuda. Cómo dicen por ahí, "con buena picha bien se jode" y "la información es poder" y yo ya sabía que es una fanática del marisco y una enamorada del vino blanco y el champagne francés, por lo que tampoco es que me haya comido demasiado la cabeza: percebes, ostras, centollo y como plato estrella unos langostinos a la californiana, bien flambeados,que siempre luce la hostia. Para maridar, como dicen ahora los pijos, un par de botellitas de Moet Chandon brut imperial, de las de casi seis talegos la botella. Vamos, que la cena me ha salido por un ojo de la cara en materia prima. Espero que merezca la pena.
De postre, he sacado una cajita de bombones de Da Silva Gastronomía, los maestros pasteleros que han sido premio nacional de pastelería y que han elaborado una colección de bombones ideales para acompañar los gintonics y demás cubatas a la última. A glamur no me gana nadie. A mi lado la Preisler es una choni poligonera.
Pongo música suavecita y sirvo las copas en el salón, junto a la chimenea. Unos gintonics de Nordest en copa de balón, con mucho hielo y con bayas de enebro y aroma de canela, que dicen que es afrodisiaco, pero para que engañarnos, yo ya voy a tope. Menos mal que previsor de mi, he vaciado el cargador del arma antes de que llegase, sino con lo tremenda que está, en el momento en que me pusiera  una mano encima, iba a ser más rápido que el Usain Bolt, ese
 Umberto Tozzi canta para ella la cursilada más grande que ha parido madre, pero tengo comprobado que los italianos estos las ponen mogollón y por lo que veo, la táctica comienza dar resultado.
Me está metiendo la lengua hasta la campanilla y como siga así, va a conseguir que me salga la cena a presión y le deje el escote lleno de percebes y ostras. Por otro lado ese escote me lo voy a comer, con o sin guarnición. 
El vestido le queda que te desmayas. Negro. Ajustado, con un escote palabra de honor que dan ganas de pasar del honor y de las palabras. Que curvas, madre mía. Tiene un culo absolutamente perfecto.
Hoy se ha recogido el pelo con una de esas cosas que utilizan las mujeres y que lo mismo sirve para recogerse el pelo que para atravesarte el pecho de lado a lado. A mi que está hasta afilado.
Tiene unos ojos preciosos y sí, soy de esos hombres que se fijan en los ojos (son esos dos circulitos de colores que tienen en la cara, encima de las tetas) y puede que lo que más me gusta de ella, además de sus curvas de escándalo, sea su sonrisa. Tiene una sonrisa impresionante.
Como quien no quiere la cosa, dejo resbalar por su espalda la mano con la que hasta hace un momento le acariciaba los hombros. Al llegar a su destino, compruebo la dureza de sus glúteos. Menuda hembra, madre de Dios. Lejos de resistirse a mis caricias, realiza una incursión directa a mi entrepierna y con mucha delicadeza, desabrocha los botones de mis vaqueros e introduce su mano izquierda en mis boxer para comenzar a acariciarme mientras me sigue besando con pasión.
Gracias señor por los dones que recibimos y por tu generosidad. Y por favor, te pido que me concedas templanza y auto contención o esto va a terminar antes de...
En ese momento el sonido del horno micro ondas indicando que la pizza congelada ya está lista, despierta a Ivan del sueño  al que ha sucumbido debido a la borrachera con la que ha llegado a casa. El hambre feroz que siempre le dan los canutos, le ha hecho meter una pizza en el micro ondas y ha cometido el error de sentarse en el sofá  del salón con la sana intención de esperar los ocho minutos de preparación de la cena pero en sus circunstancias, ha sucumbido a Morfeo. Estaba en lo mejor del sueño en el que conseguía tirarse al amor de su vida y, la puta pizza ha tenido que joderle la única oportunidad de disfrutar con ella de una noche de pasión. Al carajo. Si no fuera porque esa pizza es de las de cuatro euros la unidad, la tiraría por la ventana, pero no esta el patio para andar derrochando la pasta  a lo gilipollas.
Iván se levanta a apagar el horno, está a punto de caer al suelo tras resbalar con su propio vómito junto al sofá y por un momento piensa en lo bonito que es soñar y en lo asquerosamente cutre en que se ha convertido su vida.
Lo peor de todo es que la erección no se le baja y que va a tener que hacer algo para solucionar eso pero le han cortado el Internet y ya no tiene datos en el móvil. Igual en la tele puede que encuentre algo. 
El sábado sigue siendo el mejor día de la semana.

domingo, 9 de octubre de 2016

Un monstruo inocente y estúpido



Puede que está canción aún tenga algo de sentido, o puede que no. Da igual.
El eterno nostálgico, supo que no pasaría de aquella noche.
Al perder el que sin lugar a dudas fue, el amor de su vida, enloqueció de dolor y se entregó a la alquimia emocional, tratando de convertir el plomo en oro o lo que es lo mismo, el deseo en amor. Pero todo fue un fracaso detrás de otro.
Al leer a Mary Shelley, decidió que él mismo podría llegar a ser un moderno y romántico Doctor Frankestein y sería capaz de construirse a su mujer ideal, a la compañera perfecta que sustuituyese a aquella que se marchó,rompiéndole una vez más el corazón y dejando su pecho en llamas.
Para ello, tomó lo que le apasionó de cada una de las mujeres con las que no conseguía dejar de soñar, incluso con los ojos abiertos y a la luz del día. 
De una de ellas, tomó la sonrisa, una sonrisa que por justicia, debería ser declarada patrimonio de la humanidad. De otra, a la que jamás perdonó el daño que le hizo, tomó, al fingir amarlo más que a nada, su caída de ojos, su estudiada expresión de cordera degollada. De la más pasional de todas ellas hizo un molde de las caderas. Unas perfectas caderas de bailarina oriental, que ella utilizó con él como moneda de cambio, para dejarle sin crédito en el banco de la auto estima. En la selección de elementos para el diseño de su mujer perfecta, dio un lugar preferente al valor, la picardía  y la fuerza de la amazona, que siendo solo una niña, domó y colocó la silla a su corazón desbocado, convirtiendose en el eterno amor recurrente, que por unas cosas o por otras, jamás terminó de cuajar. Los pechos los dibujó de memoria, idénticos a los de la misma modelo de la que tomo prestada la sonrisa y, el trasero lo moldeó a imagen y semejanza, del de la mujer más noble y sentimental de todas con las que había yacido y con quien por desgracia, no había ya ninguna posibilidad real de volver a hacerlo. Poco a poco, fue llenando las paredes de su casa de tétricos bocetos y macabros  planos y poco a poco fue allanado cementerios y exhumando cadáveres con los que ir dando forma al producto de su locura.
Invirtió su dinero en material quirúrjico, arcones congeladores, distintos compuestos químicos, potentes motores eléctricos, turbinas de avión e hidrógeno líquido.
Estudió al dedillo el temario completo del nivel más avanzado de informática, durante las pocas horas que conseguía arrebatarle al agotamiento de cada día de su macabro proyecto y, elaboró un software para implantar en el cerebro de su criatura. En él, instaló programas de literatura, legislación, artes plásticas y escénicas, defensa personal, arqueología, trabajo social, y ciencias médicas.
Cómo capricho personal instaló también las obras completas de Hernandez, Dario, Lorca, Benedetti y Rosalia de Castro.
Dudó entre teñirle los cabellos de rubio ceniza o de rojo intenso, dos tonos que simbolizaban a dos mujeres muy especiales con las que creyó haber encontrado la felicidad.
Compró lentillas de todos los colores y aunque al modelo original, le concedería la vida con los ojos verdes, cada día los iría cambiando para poder reflejarse en todos los ojos donde una vez se había sentido un hombre completo.
Aquella noche, tras mucho tiempo cincelando a golpe de bisturí a su criatura e hilvanando con el hilo más fino, las costuras, según las indicaciones  de tan funesto patrón definitivo, terminó su obra.
Al igual que Pigmalión, aquel escultor de la antigüedad que se enamoró de su estatua mas hermosa, él sintió como el corazón se le escapaba del pecho al contemplar aquella maravilla.
Era perfecta, la amó en el acto. Era sencillamente lo que cualquier hombre podría soñar.
Conectó los cables a los puntos clave, insertó los electrodos y las conexiones cerebrales, encendió el más potente desfibrilador construido hasta el momento y entonces reparó en algo que le llevó a apoyarse la pistola en la sien: había olvidado implantar el corazón.
En su mente enferma, desde un primer momento dejó de lado aquel órgano, pues por experiencia sabía que nunca encontraría uno como el que él soñaba para su pareja perfecta. Y no es que no existiese; había conocido uno del tamaño perfecto y con la calidad adecuada pero pertenecía a alguien que nunca sería para él, pues había entregado su amor a otro; a la que jamás quitaría la vida y a quien no quisiera ver morir, ni para convertirse al hacerlo en la perfecta donante.
Hasta aquí llegó su sueño y en ese momento, justo antes de apretar el gatillo y volarse la cabeza, recuperó la cordura. La reciente lucidez de sus pensamientos le hicieron verse como un monstruo ambicioso, ingenuo, inocente y estúpido. Es decir, como un hombre completamente  enamorado.

miércoles, 5 de octubre de 2016

El cuarto round

EL cuarto round del combate por el cinturón de campeona del mundo del peso welter,organizado por la WIBA, en el que  las púgiles llegaron al nivel más alto de agresividad registrado en los anales de la historia del boxeo femenino, fue un verdadero éxito de audiencia para el canal HBO. Y no precisamente por lo deportivo.
La aspirante española Ramos, había desafiado a la actual campeona del mundo, la argentina Acuña, quien subió al ring convencida de que el combate no pasaría del primer round.
Las normas internacionales del boxeo profesional femenino, obligaban a las contendientes a pasar una prueba de embarazo para acreditar que al comienzo del primer asalto ninguna de ellas estaba esperando un hijo. También estaban obligadas a utilizar los protectores de pecho y pelvis y a no llevar ningún tipo de cosmético y el cabello recogido en trenzas o en una cola de caballo. Todo esto y el hecho de que no fuese aceptado como deporte olímpico hasta el año 2012, apestaba a prejuicios de género, pero eso convertían los dos minutos que duraba cada asalto en un verdadero combate a muerte donde las boxeadoras lanzaban golpes reivindicando sus derechos como deportistas y como mujeres.
El combate se celebró en el estadio olímpico de Barcelona y miles de personas abarrotaron las localidades, siendo este un combate retransmitido en exclusiva por el canal HBO, a cientos de televisiones de los cinco continentes por lo que se generó una audiencia para el combate de más de doscientos millones de espectadores
El novio de la aspirante Ramos, se instaló en un asiento de la primera fila, frente al cuadrilátero.
Gracias a los contactos de Ramos, se consintió de forma excepcional que su novio, llevase a la perrita de ambos en un trasportin, como si fuese un gato y al colocarlo junto a él en la primera fila, no era consciente de lo que estaba a punto de suceder.
Acuña salió con la intención de demostrar porqué lucia el cinturón de campeona del mundo del peso welter y en el momento en el que el árbitro les permitió comenzar el combate, proporcionó a la aspirante dos derechazos directos a la ceja izquierda que a punto estuvieron de noquear a la española.
La sangre de Ramos salpicó el transportín donde su perrita comenzó a enloquecer al oler la sangre  y al escuchar los jadeos y lamentos de su dueña. Los ladridos y aullidos de la perra, se convirtieron en la banda sonora del combate.
Ramos, repuesta del brutal inicio del primer round y demostrando ser una gran encajadora, llevó a Acuña contra las cuerdas con una serie de ganchos a la mandíbula, alternados con demoledores directos al costado de la argentina.
Al sonar la campana del segundo asalto y retirarse cada una a sus esquina, donde recibieron la asistencia de sus respectivos equipos, el entrenador de la española estuvo a punto de tirar la toalla al ver el estado de la ceja y el párpado de Ramos, pero ella se lo impidió y el médico de la federación autorizó que volviera al ring. 
El tercer asalto fue un durísimo intercambio de golpes que evidenció la excelente preparación de ambas boxeadoras. 
El modelo ataviado de bombero, que paseó por el ring el cartel que anunciaba el cuarto asalto, mientras se iba despojando del uniforme, recibió los aplausos enguantados de las contrincantes, el aplauso y las ovaciones del público y un comentario algo subido de tono sobre el tamaño de su manguera, que profirió armado con un megáfono, el masajista del equipo argentino, para diversión del público asistente y de los millones de espectadores que lo escucharon en sus casas a través de las pantallas.
Los crochets, jabs y uppercouts intercambiados con avaricia por las púgiles desde el primer segundo del cuarto asalto, llevaron a a la histeria a los seguidores de una y otra combatiente y el estadio parecía una auténtica casa de locos. El novio de Ramos cometió la imprudencia de sacar a la perrita del transportin, para intentar tranquilizarla estrechándola entre sus brazos; pero la perra se zafó de él y antes de que pudiese levantarse del asiento, el joven vio horrorizado como el animal subía al ring a defender a su dueña del ataque de aquel monstruo con trenzas que la golpeaba una y otra vez.
Las cámaras de la HBO retransmitieron al mundo entero como la perra saltó sobre Acuña y se enganchó primero de sus trenzas y al salir despedida por las sacudidas de cabeza de la argentina, volvió a lanzarse sobre ella con arrojo, cerrando sus mandíbulas sobre el lóbulo de la oreja izquierda de la boxeadora rioplatense.
Ramos trataba de que la perra soltase a su presa pero el animalito, convencido de estar defendiendo la vida de sus dueña, ignoró los gritos y las órdenes de la vallisoletana y tras desgarrar el lóbulo de Acuña, volvió a hacer presa con sus poderosas mandíbulas, esta vez en la nalga derecha de la campeona del mundo del peso Welter.
El árbitro se acercó sigiloso a las protagonistas de la circense escena y antes de que la perra pudiese darse cuenta, la levantó la patita derecha y por el micrófono, anunció a la nueva campeona del mundo y flamante poseedora del cinturón, perdón, del collar, de su categoría.


martes, 4 de octubre de 2016

La gran mentira

Consiguieron convencerme de que mi nación, mi raza, había sido elegida para gobernar al resto  y para traer el equilibrio y la paz a un mundo decandente y corrompido por la ponzoña judía.
Con dieciséis años, abandoné las juventudes hitlerianas para pasar a engrosar las filas de las SS y tras menos de un mes de instrucción militar, me trasladaron a un campo de prisioneros en las inmediaciones de Varsovia, en Polonia. Treblinka se llamaba el que para mi, se convirtió en la antesala del infierno o mejor dicho, en el infierno en la tierra.
La esperanza de vida para un judío en Treblinka era de una hora y media y en el año y poco que estuve destinado  allí, se ejecutaron  más de setecientos mil prisioneros judíos. Aquello formaba parte de la operación Reinhard o como se nos presentó en su momento al pueblo alemán: la solución final para el problema judio.
Mi trabajo en Treblinka consistia en descargar junto a los voluntarios ucranianos, los vagones cargados con miles de prisioneros judíos que vomitaban los trenes que llegaban a la estación del campo cada pocas horas.
Lo peor de todo era el olor nauseabundo que podía respirarse a más de diez kilómetros del campo.
Las cámaras de gas, a pleno rendimiento no eran lo peor. Lo pero eran los hornos instalados en un pabellón levantado tras el de las cámaras, donde no se daba a basto a quemar la cantidad de cadáveres que terminaban descomponiéndose al ser apilados de cualquier forma junto a la puerta de los hornos o arrojados sin quemar a las fosas excavadas por todas partes.
Los gases y vapores de los cuerpos en descomposición, el humo de los hornos y el apestoso tufo que ya de por si te llegaba a marear, al abrir las puertas de los vagones y hacer bajar a los judíos para que acudieran a despojarse de ropa y pertenencias en un edificio junto a la estación, convirtió la zona en el lugar más irrespirable del universo.
Himmler no debió de tener en cuenta el tema de los olores y, aunque recibimos órdenes de cubrir con vegetación las fosas, para que los aviones enemigos no se percatasen del verdadero fin de aquel supuesto campo de prisioneros, todos, incluso los pasajeros de los trenes de la muerte, intuían la verdad al ir acercándose al campo.
He visto cosas horribles. He visto arder los embriones al reventar el vientre de sus madres en llamas. He visto a mujeres abrir las venas a sus propios hijos para quitarse la vida ellas mismas después.
Ahora sé en lo que puede convertirse una mentira cuando se alimenta con aplausos y desfiles de banderas del horror. Ahora no puedo negar la existencia del diablo. Sirvo a sus órdenes.
El barracón de la tropa era uno de los lugares más tristes del campo pues muchos jóvenes como yo, engañados por los discursos y las promesas de los oficiales, descubrieron que formaban parte de la maquinaria de la maldad y algunos al no poder soportarlo, también se quitaron la vida.
Hoy es mi quinto día en Estalingrado. Los soviéticos atacarán de nuevo en cuestión de minutos y tengo la impresión de que no volveré a ver la luz del sol. Aquí también se respira muerte pero el olor de la pólvora y la sangre de los heridos es más llevadero que el insoportable hedor de Treblinka.
Me quedan dos cargadores para la STG y una granada de mano. Lo cierto es que lo mejor que podría pasarme es recibir un balazo certero, que me mate en un segundo. no quiero vivir con los recuerdos. No puedo vivir con ellos y con el remordimiento. No consigo borrar de mi cabeza los rostros de los niños que se aferraban llorando a las manos sin vida de sus madres. Te quiero mamá, espero que algún día puedas perdonarme. Espero que Dios pueda hacerlo.

lunes, 3 de octubre de 2016

De automóviles y vacas.



Al llegar al límite de sus tierras, Álvaro se remangó la camisa, puso el tractor en punto muerto y bajó de un salto para comprobar de un rápido vistazo que los surcos le habían salido tan rectos como siempre.
No había terminado su dura jornada aún. Bebió un largo trago de la bota para refrescar la garganta pues hacía un calor excesivo para esa época del año y fumó un cigarrillo rubio, sin filtro, como siempre le habían gustado.
Álvaro empezó a fumar en la Universidad, donde sacó sin dificultad la ingeniería agrícola. Desde que compró con sus ahorros y la ayuda de su familia, la primera finca de cuarenta hectáreas de regadío, decidió espaciar los cigarrillos diarios y fumarlos únicamente como recompensa.
Recompensa…el verdadero significado de esa palabra, lo aprendió en el instituto, gracias a su querida profesora, Mónica, quien le enseñó otras muchas cosas que le acompañarían el resto de su vida, como la constancia, la motivación, el valor del trabajo duro y el creer en sus habilidades y en sus posibilidades.
Mónica le recompensaba tras las clases con charlas distendidas y haciéndole notar que más allá de su vocación por la enseñanza, empatizaba completamente con su forma de ser, lo que le hacía sentir bien y desear no defraudarla nunca.
Fue aprobando los cursos poniendo en práctica todo lo que ella le enseñó y cuando llegó a la facultad, había desarrollado un habito de trabajo, que le ayudó a conseguir la titulación con las mejores notas de su clase y que luego trasladó a su labor en las tierras y con las vacas, su verdadera pasión.
El dinero que obtuvo con las primeras cosechas lo reinvirtió en una explotación ganadera donde se hizo con más de dos docenas de vacas sayaguesas que un zamorano con excelente intuición, había conseguido criar en la Cantabria natal de Álvaro.
Su jornada laboral comenzaba trabajando las tierras cada mañana y continuaba dedicando las tardes a las vacas.
Poco a poco fue contratando un equipo de profesionales para que le ayudasen en ambas tareas, pues él no podía con todo, pero jamás abandonó el trabajo duro y lo único que le diferenciaba de sus trabajadores, era el impresionante todo terreno que se había concedido como recompensa por los primeros quince años de esfuerzo diario.
Aquel coche no fue exactamente un capricho. Era el vehículo perfecto para trasladarse entre sus fincas y la vaquería.
Desde muy joven le habían gustado los automóviles, pero a diferencia de algunos vecinos con suerte, que gastaban sus ganancias en espectaculares deportivos de más de trescientos caballos de potencia, para pavonearse por la comarca, él utilizó la cabeza y se compró un vehículo exclusivo, pero acorde a sus necesidades.
Muchas noches, al terminar la jornada, se sentaba a fumar un último cigarrillo acariciando a los animales y escuchando la música del formidable equipo de sonido que hizo instalar en el coche. En esos momentos, recordaba su adolescencia junto a aquella profesora que le enseñó la importancia de terminar las tareas y superar los obstáculos con esfuerzo y dedicación. Su recuerdo le acompañaría el resto de sus días.

sábado, 1 de octubre de 2016

Más allá de las olas


Tras quitármela muy despacio, doblo bien la camisa y la coloco sobre los pantalones, que para evitar que se llenen de molesta e incómoda arena, he depositado con pulcritud sobre las zapatillas de deporte, con los calcetines dentro.
Sé que no tiene sentido hacer esto ya, pero soy un tipo de costumbres y cuando tu y yo veníamos a la playa, este ritual formaba parte del placer estival de disfrutar de un día en nuestra cala.
Al despojarme de la ropa interior, recuerdo nuestro último baño juntos en este mismo lugar el verano pasado y como terminó aquel chapuzón. No puedo evitar la erección, al traer a mi mente lo hermoso de tu cuerpo, tus formas perfectas, tus pezones con sabor a salitre y  crema bronceadora y aquel sensacional y demasiado lejano ya, último polvo.
Comienzo a caminar con paso firme y me adentro en el mar, en tu busca. La playa está vacía, seguramente por la temperatura del agua de este día de octubre, alejado ya de la temporada de vacaciones. Además hicimos nuestra esta cala, precisamente por lo íntimo de su ambiente. Para llegar hasta ella había que bajar más de mil metros de agreste monte, donde no hay camino de ningún tipo, más allá del que improvisamos nosotros mismos al descender.
El agua ya me cubre los hombros y la fuerte corriente del cantábrico trata de devolverme a la orilla pero eso sería alejarme de ti y no voy a consentir que nada ni nadie, vuelva a hacerlo. En cuestión de minutos habré dejado esta carcasa humana que recubre y protege mi corazón de las inclemencias del tiempo y de cualquier agresión física. Pero mi corazón murió el día que tuviste que seguir camino sin mi y al derrapar en la curva, estrellaste tu coche contra aquel muro de cemento.
Estoy llegando, amor. No te preocupes, lo he dejado todo bien arreglado. El piso y el coche pasarán a ser propiedad de tu hermana y el dinero del banco y el que pague el seguro tras mi defunción, lo heredará mi padre, para que ayude a hacer más llevadera su viudedad. El gato ya tiene un nuevo hogar, se lo he dejado a Eloisa, ella lo cuidará bien.
Mis pulmones comienzan a inundarse con litros de agua del sabor de tus últimos besos, lo que me lleva a sonreirle a la muerte. Habrá muchos que no entiendan ni compartan mi decisión. Pero me da igual, te amo y para mi, esto ya no es vida. La única vida que quiero es la que pueda disfrutar junto a ti, aunque sea en el más allá. La verdadera muerte es amanecer sin tu sonrisa y quedarme dormido sin tus caricias y no quiero seguir muriendo a diario. Mejor terminar con esto hoy y renacer junto a ti.