lunes, 15 de abril de 2024

Un pie delante del otro


 Suena sencillo eso de poner un pie delante del otro y comenzar el camino hasta donde quieres y necesitas llegar, pero no lo es. Por desgracia, según vas cumpliendo años, te aburguesas y te dejas llevar por la comodidad de las rutinas sencillas, por la amabilidad de las palabras condescendientes, por la seguridad de tu espacio de confort y por la tranquilidad de la ausencia de difíciles objetivos.

Pero casualmente acabo de cumplir diez añitos (metafóricos por supuesto, aunque por mi tamaño, y de no ser por las visibles marcas de la vida, podría dar el pego).

En estos últimos años de mi nueva temporada me he relajado un poco y me he entregado a vivir sin exigirme demasiado, algo peligroso pues cuando te das cuenta de que necesitas avanzar para llegar al lugar que te gustaría ocupar, emprender el camino resulta más costoso y requiere de un verdadero alarde de fuerza de voluntad.

Me jacto de ser peleón, de no rendirme, de no tirar jamás la toalla y de ser muy cabezota cuando me propongo algo. Por eso lo estoy verbalizando ahora, porque ayer sentí como si mi mente y mi alma hubieran hecho un motivado clic y tras un buen rato de reflexión y de introspección, me he recordado que en ocasiones he librado  peores y más duras batallas y he conseguido salir victorioso. Así que me he decido a avanzar, y pienso hacerlo.

Toca esforzarse en muchos y en muy distintos ámbitos de mi vida. Me harto de escribir que sueño con llegar a ser el escritor que me gustaría llegar a ser y cuento con la ilusión, la creatividad, las herramientas, las ganas y las personas que pueden ayudarme a ello. Quiero recuperar la forma física que conseguí alcanzar hace un par de años y que poco a poco he ido abandonando. Necesito poner paz en mi mente y orden en mi corazón, y optimizar cuantos recursos tengo a mi alcance. Puedo conseguir que muchos de esos proyectos laborales y cultuales que he ido desarrollando al generar sinergias entre lo que  se hacer, lo que me gustaría hacer, lo que puedo aportar a la sociedad, y por lo que puedo ganar un digno salario, dejen de ser proyectos y se conviertan en realidades. He encontrado mi ikigai, mi camino, y lejos de emprenderlo, me he detenido en el punto de salida a contemplar lo hermoso de su trazado.

Toca avanzar. Y me he conjurado para hacerlo. Ahora viene la parte más dura, que es la de agarrarme a esa decisión y no decepcionarme.

Gracias a Dios, la profesional con la que acudo a menudo a reforzar mi psique, me ha dado las pautas para aprender a escucharme, a perdonarme, a quererme y a demostrarme que si quiero, puedo. Hoy es 15 de abril de 2024, y he comenzado una nueva vida. Es curioso, pero lo de las nuevas vidas se ha convertido en el leit motiv de mi historia.

Ya veremos que sucede, pero no pienso dejarme nada en el tintero, tirar toallas, cortar hilos rojos o agotar munición. Tan solo me esforzaré en aprovechar bien la tinta, mantenerme en pie, no tensar hilos ni disparar sin apuntar con precisión.


No hay comentarios: